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Descripción general
Los individuos con trastorno de personalidad antisocial suelen quebrantar las leyes
y convertirse en delincuentes. Pueden mentir, comportarse violenta o
impulsivamente, y tener problemas con el consumo de drogas y alcohol. Debido a
estas características, las personas que presentan este trastorno típicamente no
pueden cumplir con sus responsabilidades relacionadas con la familia, el trabajo o
la escuela.
Síntomas
Destrucción de la propiedad
Engaño
Robo
https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/antisocial-personality-
disorder/symptoms-causes/syc-20353928
El TAP es una condición psiquiátrica que causa un patrón en curso de manipular a
otras personas y violar sus derechos. Las personas con este trastorno no siguen
las normas de la sociedad y con frecuencia incumplen la ley. Es característico que
los sujetos con este diagnóstico sean completamente indiferentes a los
sentimientos y al dolor ajeno, y que muestren un patrón profundo de falta de
remordimientos junto con decisiones irresponsables (Rosenblum, 2011).
http://pepsic.bvsalud.org/pdf/reps/v25/a05.pdf
2. Criterios de diagnostico
Características diagnósticas
La característica esencial del trastorno de la personalidad antisocial es un patrón
general de desprecio y de violación de los derechos de los demás que comienza
en la infancia o en la adolescencia temprana y que continúa en la edad adulta.
Este patrón también ha sido denominado psicopatía, sociopatía o trastorno de la
personalidad disocial. Debido a que el engaño y la manipulación son
características centrales del trastorno, puede ser especialmente útil integrar la
información adquirida en la evaluación clínica sistemática con la información
recogida de fuentes adicionales.
Para realizar este diagnóstico, el individuo debe tener al menos 18 arios de edad
(Criterio B) y debe haber tenido antecedentes de algunos síntomas de trastorno de
conducta antes de los 15 años (Criterio C). El trastorno de conducta implica un
patrón repetitivo y persistente de comportamiento en que se violan los derechos
básicos de los demás o las principales normas o reglas sociales apropiadas para
su edad. Los comportamientos específicos característicos del trastorno de
conducta se agrupan en estas cuatro categorías: la agresión a personas y
animales, la destrucción de la propiedad, los fraudes o los hurtos, o la violación
grave de las normas.
El patrón de comportamiento antisocial continúa hasta la edad adulta. Los
individuos con trastorno de la personalidad antisocial no se ajustan a las normas
sociales en lo que respecta al comportamiento legal (Criterio Al). Pueden perpetrar
reiteradamente actos que son motivo de detención (aunque no se les llegue a
detener), como destruir una propiedad, el hostigamiento o el acoso a otras
personas, robar o involucrarse en actividades ilegales. Las personas con este
trastorno desprecian los deseos, derechos o sentimientos de los demás.
Frecuentemente son mentirosos y manipuladores con el fin de sacar provecho
personal o por placer (p. ej., para obtener dinero, sexo o poder) (Criterio A2).
Pueden mentir repetidamente, utilizar un pseudónímo, estafar a otros o simular
una afección. El patrón de impulsividad se manifiesta por la incapacidad para
planificar el futuro (Criterio A3). Las decisiones se toman irreflexivamente según el
momento, sin premeditación y sin tener en cuenta las consecuencias para uno
mismo o para los demás, lo que puede dar lugar a cambios súbitos de puestos de
trabajo, residencia o relaciones. Los individuos con trastorno de la personalidad
antisocial tienden a ser irritables y agresivos, y pueden involucrarse en peleas o
cometer actos de violencia física (incluyendo el maltrato a la pareja o a los hijos)
(Criterio A4). (Este criterio no se refiere a los actos agresivos que se realizan en
defensa propia o de otra persona.) Estos individuos también muestran
despreocupación e imprudencia ante su seguridad o la de los demás (Criterio A5).
Esto se refleja en su comportamiento al conducir (el exceso de velocidad
recurrente, conducir en estado de ebriedad, accidentes múltiples). Pueden realizar
actividades de alto riesgo con consecuencias muy dañinas, como mantener
relaciones sexuales sin protección o consumir sustancias. Pueden ser negligentes
en el cuidado de los hijos, de tal manera que les pueden exponer a situaciones
peligrosas.
3. Conceptualización cognitiva
Si bien las perspectivas cognitiva e interpersonal subrayan los modelos internos
del sí mismo y de los demás, la cognitiva se centra a su vez, en las creencias,
expectativas, atribuciones, evaluaciones y en la forma única y muy subjetiva que
tienen los individuos de construir su mundo.
Teoría cognitiva
Considera que las personas con trastorno antisocial constituyen la realidad e
interpretan las relaciones interpersonales de acuerdo con sus creencias y sus
valores morales heterodoxos. Beck y feeman (1999), refieren que estas
personalidades se ven así mismas como personas solitarias, autónomas y fuertes.
Algunos creen que han sufrido abusos y malos tratos por parte de la sociedad y
por lo tanto, justifican la victimización de los demás porque consideran que ellos
también fueron víctimas.
4. Evaluación
A nivel clínico se presenta un desinterés por los trastornos de personalidad ya que
tienden a ser permanentes y son resistentes al tratamiento y ese solo se considera
cuando la evolución del trastorno mental en tratamiento es insatisfactoria (Esbec y
Echeburúa, 2011).
En el DSM-5 hay dos tipos de definición y de sistemas de valoración para los TP.
La Sección II del DSM-5 propone que la valoración se base en conductas más que
en rasgos o disposiciones donde se deba conocer en profundidad la psicobiografía
y la historia clínica, así como los antecedentes del paciente. Adicionalmente busca
informadores externos y en documentos. No obstante, como pruebas
complementarias cuentan con buena fiabilidad y validez las entrevistas
estructuradas, tales como el SCID-II (Spitzer, Williams y Gibbon, 1989) y el IPDE
(Loranger, 1995). En este sentido, los test de personalidad pueden ser de alguna
utilidad, pero no sirve para efectuar el diagnóstico clínico sino para aumentar la
fiabilidad diagnóstica a través de la estandarización del proceso de evaluación y
para mejorar la validez diagnóstica mediante la aplicación de los criterios del DSM.
5. Intervención