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UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA JOSÉ SIMEÓN CAÑAS DIPLOMADO EN TEOLOGÍA

Presenta: Luis Rogelio Miranda Khalil

SER DISCÍPULOS Y MISIONEROS

1. ¿Me siento discípulo-a y misionero-a de Jesús y su Reino? ¿Qué es lo que me hace pensar y
sobre todo sentir que es así?

Cuando me preguntan sobre qué religión profeso, mi respuesta desde hace mucho tiempo es la
misma: “trato de ser cristiano católico”. Aunque personalmente me sienta discípulo y misionero de
Jesús porque estoy trabajando para fortalecer la institución familiar en la parroquia y participo de
las jornadas de evangelización, creo que me falta mucho camino por recorrer para considerarme
un verdadero discípulo y misionero de Jesús, el Mesías. Esto es porque en ocasiones me quedo
como simple admirador o simpatizante de Jesús.

2. Si la fe es elemento fundamental para el seguimiento de Jesús y por tanto poder ser discípulo-a y
misionero-a ¿cómo valoro y me doy cuenta que mi fe está fortalecida, formada, encauzada?

Mi fe es mucho mayor que hace varios años, estoy trabajando en fortalecerla, pero hay momentos
que me siento desanimado y me cuesta ver el camino y luego vuelvo a encauzar mi fe.
Curiosamente mi pequeña comunidad se hace llamar Seguidores de Jesucristo, pero a veces se
nos olvida a quién estamos siguiendo y nuestras actitudes o comportamientos no reflejan ese
seguimiento, ya nos decía un profesor que lo importante no es creer en Jesús sino creer como
Jesús, mostrar esa fe inquebrantable sin importar las amenazas o las dificultades del camino.
Mostramos muchas veces sólo una fe fría, que está solo en la cabeza y no baja al corazón (Paxi
Loidi), nuestra fe debe culminar en ese seguimiento del que es camino, verdad y vida; que con su
pasión, muerte y resurrección nos enseña a superar el pecado, nos muestra que otro mundo es
posible, trabajando por esa vida nueva.

3. ¿Cuál es mi vinculación profunda con Jesús como el primer y más grande evangelizador enviado
por Dios? ¿Cómo me doy cuenta que al ser discípulo-a misionero-a, estoy invitado-a a vivir y
encarnar el evangelio?

Creo que en Jesús se cumplen todas las promesas hechas por Dios en el Antiguo Testamento,
que es el hijo del Padre; que a través de Jesús conocemos al Padre. Jesús nos vino a dar esa
buena noticia, a perfeccionar la ley, a hacer nuevas todas las cosas, a mostrarnos ese Dios
misericordioso que nos entrega a su hijo amado para nuestra salvación.

Al ser discípulo y misionero me apropio del plan de Jesús para darle continuidad, siendo también
hijo obediente como Jesús lo es. Si bien el evangelio me ayuda a transformar mi vida, con eso
estoy comprometido a transformar la realidad que me rodea, no quedarme sólo como simpatizante,
sino a ser partícipe en la construcción del reinado de Dios.

4. ¿Qué buenas nuevas rescato o me hacen resonancia del documento, en cuanto a la dignidad
humana, la vida, la familia, la actividad humana (el trabajo, la ciencia y la tecnología, los bienes y
la ecología)?

Como el documento lo menciona, todas son buenas nuevas, pero creo prioritario recalcar sobre
tres aspectos: la dignidad humana, todos somos hijos de Dios, todos tenemos una naturaleza
divina creados a la imagen y semejanza de Dios, por lo que no es admisible el hacer exclusiones,

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Presenta: Luis Rogelio Miranda Khalil

especialmente dentro de la parroquia o de las estructuras sociales y eso nos llama a trabajar en
beneficio de los más vulnerables de nuestro país, que se vuelven marginados y desposeídos.

El otro aspecto a resaltar es la buena nueva de la vida. Nuestro Dios es un Dios de vida, nos
manda a respetarla (no matarás), desde su concepción hasta el fin natural de la persona humana y
nos envío a su hijo único para que creamos en Él y tengamos vida en abundancia.

Finalmente, el tercer aspecto que pienso debe ser una prioridad es la buena nueva de la familia,
Juan Pablo II nos decía en el Familiaris Consorcio que la familia es esa comunidad de vida y amor
y allí podemos iniciar o hacer vivos los aspectos anteriores. Cómo núcleo o célula fundamental de
la sociedad, como “Iglesia Doméstica”, la familia toma un papel primordial en cualquier iniciativa
eclesial, política, económica o social, ya que si la familia se desintegra, también se desintegra la
sociedad y sólo tenemos que ver las noticias para darnos cuenta de esto.

5. Si me siento llamado-a al seguimiento de Jesucristo como vocación de los discípulos misioneros


¿qué implicaciones trae consigo para mi vida personal, mi vida familiar, laboral, social?

Al aceptar a Jesús como mi salvador, como centro de toda mi vida, esto implica que debo dar
testimonio en todos los ámbitos de mi vida, en otras palabras debo parecer que soy cristiano.
Decía M. Gandhi que el cristianismo le parecía bueno, lástima los cristianos. El seguir a Jesús
implica ser esos testigos fieles de su buena nueva.

6. ¿Qué significa que al ser discípulos-as misioneros-as de Jesucristo estamos “configurados-as con
el Maestro” “enviados a anunciar el Evangelio del Reino de Vida” y “animados por el Espíritu
Santo”?

Significa que estamos totalmente vinculados (unidos) a Jesús que es la vid y nosotros esas ramas
que deben dar fruto, si nos separamos de ese tronco morimos y no seremos capaces de dar fruto y
fruto en abundancia (cfr Jn 15). Esta vinculación también significa que seremos distinguidos por el
amor que existe en nuestras comunidades cristianas, así podemos testimoniar que somos
discípulos de Jesús. El estar vinculados o conectados con Jesús también significa que creamos
como Él, que pensemos como Él, que actuemos como Él, más que discípulos podemos ser amigos
con Él.

Pero debemos estar atentos a su llamado, ser dóciles al Espíritu Santo; Dios nos llama a trabajar
en su viña, somos sus obreros y somos parte de la viña (mundo), algunos nos llama temprano en
nuestra vida, a otros por la tarde (Mt 20). Ese gran desconocido que ha estado presente a lo largo
de la historia de la humanidad y hoy sigue iluminando al pueblo de Dios. Tras el mandato de
Jesús de llevar la buena nueva por todo el mundo, el Espíritu Santo es el gran protagonista, el que
guía la misión nos lo decía Pablo VI en el Evangeli Nuntiandi.

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