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EJERCICIOS DE CONSTELACIONES FAMILIARES PARA : Salir de una identificación

Algunas personas se sienten incoherentes, piensan, sienten o hacen cosas que les sorprenden
pero no pueden evitar hacerlas. Gracias a las constelaciones sabemos que es frecuente que
estemos reemplazando a alguien hasta el punto de estar identificados con ese alguien.

La identificación con un familiar, conocido o no, puede llegar a la simbiosis total.

La persona observará que después de desidentificarse, al cabo de unos meses, hasta su carácter y
su personalidad se habrán transformado, ha dejado de ser “aquella” persona y por fin empieza a
ser sí misma.

Ejercicio:

Buscar un momento de calma y tranquilidad. Se puede hacer una pequeña meditación y


centramiento con una respiración que le haga sentirse presente, sereno, centrado. Durante el
ejercicio uno sigue totalmente centrado, relajado, como en meditación, con la cabeza vacía,
esperando sólo señales. Y luego ya estarás preparada para el ejercicio.

1. Es mejor hacerlo entre dos personas: la persona y el ancestro: todo a través de la visualización
con los ojos cerrados.

Primero se visualiza que están los dos y que se dejan mover sin ninguna intención. Sin apuro se
espera la reacción de la otra persona que se imagina. Puede haber rechazo o acercamiento mutuo.

Después de unos segundos, un minuto quizás, la persona que quiere trabajar, va a repetir “yo soy
tú”, hasta que pueda mirar al ancestro a los ojos.

En ese momento empezarás a darte cuenta que eres diferente de ella.

Entonces, a partir de ese momento repites “Tú eres tú, yo soy yo” hasta que los dos se separen.

Dices ahora dos veces:

“yo soy (tu nombre y apellidos), hija/o de (nombre y apellidos del Padre) y de (nombre y apellidos
de la madre)”.

La persona dice: “por amor a ti, ahora elijo vivir mi propia vida”. Se repite dos o tres veces. Una
vez que se internaliza, se visualiza que la persona gira dejando en la espalda al ancestro. Se
imagina que se dirige hacia la propia vida.

2. Lo puedes hacer también para un hijo o un nieto, si así te lo indica tu guía.

Cuando alguien hace daño a otros


Tengo delante de mí a la persona cuya agresividad me duele o me rebela. Colocamos también a la
víctima.

Miro a los ojos a la persona agresiva. Me doy cuenta de lo que siento. Siento ganas de vengar a su
víctima. Veo mi ira.
Le digo: “En ti me encuentro a mí mismo/a.”

Miro a la víctima y me inclino ante su dolor. Le digo: “Veo tu dolor.”

Quizás venga bien que le digas: “Soy una víctima como tú”.

Me alejo de los dos y mirando a ambos digo: “Los tomo juntos en mi corazón. Honro sus destinos”.

Estos ejercicios es conveniente repetirlos hasta sentir que se han liberado las identificaciones.

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