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Algunas personas se sienten incoherentes, piensan, sienten o hacen cosas que les sorprenden
pero no pueden evitar hacerlas. Gracias a las constelaciones sabemos que es frecuente que
estemos reemplazando a alguien hasta el punto de estar identificados con ese alguien.
La persona observará que después de desidentificarse, al cabo de unos meses, hasta su carácter y
su personalidad se habrán transformado, ha dejado de ser “aquella” persona y por fin empieza a
ser sí misma.
Ejercicio:
1. Es mejor hacerlo entre dos personas: la persona y el ancestro: todo a través de la visualización
con los ojos cerrados.
Primero se visualiza que están los dos y que se dejan mover sin ninguna intención. Sin apuro se
espera la reacción de la otra persona que se imagina. Puede haber rechazo o acercamiento mutuo.
Después de unos segundos, un minuto quizás, la persona que quiere trabajar, va a repetir “yo soy
tú”, hasta que pueda mirar al ancestro a los ojos.
Entonces, a partir de ese momento repites “Tú eres tú, yo soy yo” hasta que los dos se separen.
“yo soy (tu nombre y apellidos), hija/o de (nombre y apellidos del Padre) y de (nombre y apellidos
de la madre)”.
La persona dice: “por amor a ti, ahora elijo vivir mi propia vida”. Se repite dos o tres veces. Una
vez que se internaliza, se visualiza que la persona gira dejando en la espalda al ancestro. Se
imagina que se dirige hacia la propia vida.
Miro a los ojos a la persona agresiva. Me doy cuenta de lo que siento. Siento ganas de vengar a su
víctima. Veo mi ira.
Le digo: “En ti me encuentro a mí mismo/a.”
Quizás venga bien que le digas: “Soy una víctima como tú”.
Me alejo de los dos y mirando a ambos digo: “Los tomo juntos en mi corazón. Honro sus destinos”.
Estos ejercicios es conveniente repetirlos hasta sentir que se han liberado las identificaciones.