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1) “Esto es un golpe de Estado fraguado en EEUU”

“Donde el Gobierno no puede ser reemplazado sin recurrir a la violencia, estamos en presencia
de una tiranía”, señala Karl Popper. Esto no puede ser más cierto en Venezuela, donde todo este
problema surge de una sola situación: Maduro y su grupo no quieren entregar el poder
democráticamente.“No volverán a gobernar este país, ni por las buenas ni por las malas”, ha
señalado repetidamente Maduro. Otra frase: “Aquí no habrá elecciones (entre 2016 y 2017)
hasta que el chavismo pueda ganarlas”.Pero más allá de las frases están los hechos: para que los
venezolanos no pudieran cambiar a su Gobierno, adulteraron el padrón electoral, prohibieron
fraudulentamente la realización de un referendo contra Maduro, que era constitucional, y han
recurrido, sistemáticamente, a la cárcel y a la tortura, ya no solo contra dirigentes opositores,
sino contra opositores, llanamente. Han eliminado todas las referencias a la oposición en los
medios de comunicación, han estrangulado la prensa libre, aun así, quieren censurar Internet.
Todo porque Maduro es, probablemente, el mandatario más impopular de la historia de
Venezuela. Estados Unidos está ayudando en el esfuerzo de recuperar la institucionalidad en
Venezuela, y tan peligroso es el chavismo para el hemisferio occidental, que el propio New York
Times, que tiene una guerra abierta con el presidente de EE. UU., Donald Trump, ha señalado
que el caso de Venezuela es el único en el que ha tratado con justicia a una tiranía, porque acusa
a Trump de tener buenas relaciones con el resto de los líderes antidemocráticos del mundo.
Además, EE. UU. tiene la fundada preocupación de que Venezuela desestabilice a Colombia, su
principal aliado en la región, y a Israel, su principal aliado en Medio Oriente, por el apoyo activo
que da y recibe de movimientos como Hizbulá. Eso, por no mencionar que buena parte del alto
Gobierno está bajo sospecha o directamente acusado de participar en el negocio del
narcotráfico. Esto, en tribunales de EE. UU.

2) “Hay un bloqueo económico”

La dictadura de Nicolas Maduro en Venezuela se ha bloqueado a sí misma con un manejo


demencial de la economía. Nadie en su sano juicio le prestaría dinero a un consumidor de
metanfetaminas, y así se dirige la economía venezolana. Tanto es así, que el premio Nobel de
Economía 2018, William Nordhaus, se ha referido a esto en los términos siguientes: “Nunca vi
una economía tan mal manejada como la venezolana. Maduro apuñala a la economía
venezolana todos los días, y luego se pregunta por qué se le está muriendo (…) Jamás vi algo tan
feroz manejando un cargo de esa naturaleza”. ¿Qué tiene que ver eso con las sanciones? Maduro
insiste que por las sanciones no puede refinanciar la deuda venezolana, lo cual es cierto. Pero
¿quién va a querer sentarse a negociar un refinanciamiento de deuda con un régimen así? Dice
Maduro que Estados Unidos lo bloquea, pero el intercambio comercial en 2018 creció 10 % en
relación con el 2017. La mayor parte de las ventas: petróleo que va de Venezuela a EE. UU. y
gasolina (sí, gasolina) que viaja de EE. UU. a Venezuela para que Maduro la regale. Porque la
gasolina en Venezuela es regalada mientras la gente muere en los hospitales por falta de
medicinas. Hace 20 años Venezuela era exportadora de gasolina, con un parque automotor que
era el doble del de hoy. Llámelo socialismo: póngalo en el Sahara, y en cinco años tendrá que
importar arena.
3) “Quieren el petróleo venezolano”

Por supuesto. Los que más quieren el petróleo venezolano son los propios venezolanos. Quieren
volver a producir los 3,3 millones diarios de barriles que se producían antes de que chavismo
llegara al poder hace 20 años, para poder reiniciar su economía devastada (ahora producen
menos de 1 millón de barriles). Por supuesto, además, el petróleo venezolano lo quiere el
mundo entero.“China tendrá todo el petróleo venezolano que quiera”, acaba de señalar la
vicepresidenta del chavismo, Delcy Rodríguez, frente al embajador de China, Li Baorong. De
hecho, buena parte de la preocupación de China y Rusia es que Chávez primero, y Maduro
después, tras malbaratar en populismo y corrupción los ingresos más importantes de la historia
de Venezuela, se endeudaron poniendo el petróleo venezolano como garantía. Apoyan a
Maduro, simplemente, porque quieren cobrar. Pero más allá: ¿sabe alguien de la izquierda el
horroroso crimen ambiental (ellos que se dicen ecologistas) que se está cometiendo en el “arco
minero del Orinoco”? Al que no lo sepa, investigue. A lo mejor deja de apoyar al chavismo.

4) Guaidó “se autoproclamó”

Si bien es cierto que la juramentación de Guaidó no se atuvo a la formalidad de realizarse en el


Parlamento, sus competencias sí están bien establecidas en el artículo 233 de la Constitución
cuando se produce un vacío de poder o una usurpación.Su mandato no solo es legítimo, es
totalmente legal, y la mayoría de constituciones del mundo le conceden al presidente del
parlamento (que por definición, son los representantes de la ciudadanía) la jefatura del Gobierno
de sus países en condiciones excepcionales.

5) “Maduro es legítimo”

Si a alguien le quedaba alguna duda de cómo Nicolás Maduro ha ido perdiendo legitimidad
desde que el chavismo fue derrotado por paliza en las elecciones parlamentarias de 2015, la
farsa electoral del 20 de mayo de 2018 (una elección sin ningún estándar democrático) terminó
de quitársela. El primer período electoral ya estuvo envuelto en el escándalo porque el margen
con el que “ganó” fue muy estrecho, y no se permitió una auditoría posterior; pero el proceso de
2018 estuvo tan profundamente viciado que por adelantado, buena parte de la comunidad
internacional advirtió que no lo reconocería. Maduro ha creado un parlamento paralelo con
poderes “plenipotenciarios” y compuesto, de forma fraudulenta, solo por sus más cercanos. En
la práctica, ha abrogado la Constitución, esto es lo que significa la “plenipotenciaridad” (?) de la
Asamblea Constituyente, creada, por cierto, sin los extremos que exige la propia Constitución
para su instalación.También ha inhabilitado, por vía administrativa, a todos los candidatos que
podían hacerle sombra y ha inhabilitado que la oposición funcione como una coalición electoral
y las tarjetas de todos los partidos (menos dos) de los que ganaron las elecciones parlamentarias
de 2015. Como si eso no fuera suficiente, Maduro controla el Tribunal Supremo de Justicia sin
disimulo (su acto de juramentación para un segundo período ante ese tribunal, aunque
establecido por la Constitución también como un caso extremo, no fue sino una pantomima,
porque quien le recibió el juramento no cumple los requisitos para ser magistrado), y su
Gobierno es tan represivo que ha obligado a buena parte de la propia izquierda a desmarcarse
de él (leer el punto 7, “Maduro no es de izquierda”).

6) “Muchos países reconocen a Maduro”

Al 27 de enero de 2019, a cuatro días de su juramentación, esta es la situación: 30 países


reconocen a Guaidó como el presidente legítimo. Si la Unión Europea (algunos países ya lo han
hecho) lo reconoce en pleno, el respaldo a Guaidó será de más de 50 países. Pero, además, estos
países son las principales democracias del mundo: Estados Unidos, casi todos los países
importantes de Latinoamérica (con la excepción de México y Uruguay, que reconocen a
Maduro), y los países europeos. En cambio, a Maduro lo reconocen trece países. De ellos, tres
son países importantes (China, Rusia y Turquía), y luego, tras México, Uruguay y Sudáfrica, están
países muy pequeños, como Siria, Cuba, Bolivia, o Guinea Ecuatorial. El Instituto Cato ha
demostrado, además, que la mayoría de los países que apoyan a Maduro son autocracias
abiertas (como China, Rusia, la propia Turquía, Irán o Cuba), o autocracias en formación. En
común tienen casi todas la de ser cleptocracias. Pocos regímenes en el mundo hay tan corruptos
como la Guinea de Teodoro Obiang, uno de los dictadores más nocivos y longevos que
actualmente queda en África. El primer apoyo de la oposición venezolana está en toda su
frontera sur y en las antillas neerlandesas, que tiene a distancia visual de sus costas; el primer
apoyo de Maduro, que es Cuba, está a 2.000 kilómetros. No hay proporción.

7) “Esto no es socialismo”

La última de Pedro Sánchez, que al igual que sus socios de Podemos, los del Frente Amplio en
Uruguay, el propio AMLO en México o una parte del partido Demócrata de EE. UU., no saben
cómo quitarse la mancha que significa el peor régimen de la historia de América Latina por sus
resultados.“Esto no es socialismo”, dicen de lo de Maduro, pero lo cierto es que sí lo es. Es un
régimen comunista, que permite cierta actividad privada porque Fidel Castro, mentor de Hugo
Chávez y de Nicolás Maduro, dijo muchas veces que era un error la estatización total de la
economía. Pero lo cierto es que desde la caída del muro de Berlín, nadie intentó desde cero
crear un régimen socialista real, salvo Venezuela.Y los resultados están a la vista. Las mismas
catástrofes de la URSS, Camboya, la China de Mao… hambruna, muerte, emigración.

Por supuesto que es socialismo.

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