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Historia Regional. De Mendoza.

Pequeño Resumen.

La Economía Colonial de Mendoza Siglo XIX.


A partir del siglo XIX, la economía de Mendoza estaba situado en tres distintos vínculos
comerciales. El primero de ellos era Buenos Aires que era el principal comprador de vinos
mendocinos, al igual que las frutas secas, el trigo y la harina. El segundo sería Chile, que importaba
de Mendoza hacienda en pie y productos derivados de la ganadería, como cueros, jabón y sebo. Y
el tercero es Santa Fe, que se inclinaba por obtener otros productos que no se conseguía en la
región de Cuyo.

Sin embargo, estos flujos comerciales no se tradujo importantes beneficios para la provincia. De
hecho, con posterioridad a 1825, el intercambio mercantil era desfavorable. Las distancias
geográficas, los costos del transporte, los impuestos que se cobraban en cada una de las provincias
y la disminución de vinos mendocinos en Buenos Aires a causa de la competencia de licores
importados obligaron a tener medidas de excepción para superar la crisis. Ante esto, el
gobernador de turno (Pedro Molina) llevó a pedir, ante el gobierno de Rosas, que se tomara
medidas proteccionistas para evitar el derrumbe de la economía local.

Al concluir la década de 1840, se comenzó a conformar, en Mendoza, una mentalidad burguesa


que resultaría imprescindible para la posterior modernización económica y social. Diversos
elementos se destacan en la actividad mercantil y el crédito, que estarán estrechamente
vinculados por los mismos agentes económicos: los comerciantes. Estos reemplazarían a la Iglesia
como la única gestora principal de la actividad financiera

Por ese entonces, la actividad vitivinicultura mendocina quedó abandonada casi por completo, y
se adoptó otros caminos como la ganadería y la producción de alfalfa. Hacia 1850, aumentó muy
consideradamente la actividad ganadera, y otros productos, que serían exportados a Chile. El
negocio del engorde de las vacas también aumento; con el fin de recuperar el peso de las vacas
antes de cruzarlas a la cordillera.

En Mendoza la producción de trigo y de harina completaba un esquema agrícola provincial en


que daba, de un sistema hídrico que aseguraba a través del riego de las huertas, su futura
producción. Las zonas del Valle de Uco y Valle de Jaurúa (actuales departamentos de Tupungato,
Tunuyán y San Carlos a unos 80 a 100 km de la ciudad) también poseían sus propias plantaciones,
aunque consideramos que la existencia del trigo en esta zona era destinada casi exclusivamente al
autoabastecimiento, es decir, no se producían excedentes con la finalidad de ser comercializados.

Entre 1860 y 1872, los vínculos comerciales son más fuertes y van creciendo aún más. Del país
vecino se importaban tejidos, lienzos, licores, arroz, aceite, cigarros, café, yerba, etc. En materia de
Historia Regional. De Mendoza.

exportación, el ganado seguía a la cabeza. Le seguían los minerales de plata, el jabón y los cueros.
Esto coincidió que en Chile estaba experimentando su Boom triguero que hizo caer la producción

ganadera, y, por ende, los precios de los productos pecuarios experimentaron una fuerte alza. Sin
embargo, las balanzas comerciales de Chile eran favorable, pero el intercambio mercantil con las
regiones litoraleñas resultaba deficitario. Esto se debía, por el hecho de que el trigo y la harina de
Santa Fe; competían en calidad y precio.

A causa de esto, algunos empresarios y políticos de la provincia, comenzaron a diseñar nuevas


estrategias alternativas que permitieran adaptarse a los nuevos tiempos. Por eso, comenzaron a
invertir más en la producción de la vitivinicultura renovándola cada vez más en décadas siguientes.
Como lo haría Eusebio Blanco; que apuntaban a un proyecto vitivinícola de largo plazo, centrado
en la producción a gran escala de vinos finos.

La ley de 1881 eximió de impuestos hasta 1891 a las nuevas plantaciones de vid; a su vez, el
ferrocarril y la modernización de la red de riego; crearon las condiciones para la gran
transformación económica y social. Habilitado en 1885, el ferrocarril influyó directamente en la
gran expansión del viñedo (4.455 ha implantadas entre 1886 y 1890, frente a sólo 174 del
quinquenio anterior), el ingreso de manufacturas y equipamiento para bodegas y fincas vitícolas, y
el arribo de miles de extranjeros y migrantes internos. Las exenciones impositivas constituyeron el
complemento necesario a la condición de accesibilidad al mercado nacional creada por el
ferrocarril.

Hubo una rápida integración de empresarios a la prometedora actividad productiva con


inversiones agrícolas e industriales que aseguraban un significativo retorno. Surgiría, además, un
encadenamiento colateral de la vitivinicultura: talleres proto-industriales proveedores de
materiales y equipos para bodegas, iniciados por hombres de la inmigración entre fines del siglo
XIX y comienzos del XX. El desarrollo agroindustrial e industrial fue netamente local, salvo
puntuales inversiones de capital extraprovincial -incluso extranjero-, registradas en la década de
1900 en grandes bodegas.

Fuente: Te contamos una historia de Mendoza (de la conquista a nuestros días). María Teresa
Brachetta. Beatriz Bragoni. Virginia Mellado. Oriana Pelagatti.

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