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Rodríguez García Cristian Rolando. Grupo: 1552.

Phares, E. y trull, T, (1999) Psicoterapias: perspectivas fenomenológicas y humanista. En


psicología clínica. Conceptos, métodos y práctica. Capítulo 13.

La psicoterapia tiene su origen en la teoría psicoanalítica que considera a la patología como


la incapacidad para alcanzar el propio potencial como fracasos en la comprensión del
pasado. Es a principios del decenio de 1940, cuando surgió una alternativa a la psicoterapia
psicoanalítica. La idea de orientación psicológica no directiva (terapia centrada en el
cliente) tomo forma bajo la guía de Carl Rogers.

Terapia centrada en el cliente.

La propuesta de Carl Rogers era casi opuesta al psicoanálisis, sin embargo ambas teorías se
desarrollaron a partir de los encuentros terapéuticos con personas que tenían problemas y,
ninguna de ellas se puede comprender del todo sin apreciar las maneras en que se
relacionan cada una de ellas con la terapia.

Desde el principio Carl Roger (1951) formuló una serie de proposiciones que establecieron
el tono para una perspectiva de la personalidad centrada en el cliente. Planteó que los
individuos existen en su mundo de experiencias de las que son el centro. Esta experiencia
sólo puede ser conocida por la misma persona, por consiguiente el individuo es la mejor
fuente de información sobre sí mismo.

Estas opiniones han conducido a los miembros del movimiento centrado en el cliente, a
basarse en gran medida en los informes personales, más que en inferencias de datos de
prueba u observaciones relacionadas como la fuente primaria de información. Debido a que
las personas reaccionan al campo de la percepción es tal como lo experimentan y perciben,
su campo de percepción es la realidad. Por consiguiente el conocimiento objetivo acerca de
los estímulos no es suficiente para predecir el comportamiento, el clínico debe saber algo
sobre la conciencia de la persona de esos estímulos. La tendencia humana básica se dirige
hacia el mantenimiento y aumento del si mismo. Este es el proceso de autorrealización y es
lo que produce el movimiento progresivo de la vida, una fuerza en que el terapeuta se
basará mucho durante los contactos terapéuticos con el cliente. Pero este movimiento hacia
delante, sólo puede ocurrir cuando las opciones de la vida se perciben con claridad y se
simbolizan en forma adecuada.

Entonces un concepto crucial es el del sí mismo, la conciencia de ser y funcionar de uno.


La estructura del sí mismo se forma por las interacciones con el ambiente, en particular con
base en las evaluaciones de otros, acerca de la persona. El sí mismo es un patrón
organizado, fluido y no abstracto consistente de percepciones de las características y
relaciones del yo, o mí, junto con los valores vinculados a ellos. Durante la vida del
individuo, ocurre esta variedad de experiencias. Después de cada experiencia se presentan
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tres posibilidades: 1) Esta se simboliza u organiza en alguna relación con el sí mismo. 2) Se


ignora por qué no se percibe ese vínculo con el del sí mismo. 3) Se niega la simbolización
de la experiencia, o se distorsiona, debido a que es inconsistente con la estructura del sí
mismo.

En ciertas condiciones, es posible examinar y percibir las experiencias inconsistentes con el


sí mismo, además de revisar la estructura para asimilarlas. La condición principal es una
ausencia completa de amenaza para el sí mismo. Esto establece el fundamento para la
atmósfera cálida, aceptante, permisiva y carente de juicios que es la condicionalidad
cardinal en la terapia centrada en el cliente.

Como lo planteó Carl Rogers (1959), la psicoterapia es la liberación de una capacidad


existente en un individuo competente en potencia, no la manipulación experta de una
personalidad más o menos pasiva. Esto es el llamado potencial de crecimiento en que se
basa el terapeuta centrado en el cliente. Todas las personas poseen dicho potencial, el truco
es liberarlo. En esta terapia se supone que ocurre tal liberación, lo que permite que las
tendencias a la autorrealización del cliente adquieran trascendencia sobre los factores
internalizados con anterioridad, que restringían la aceptación de la valía personal. Las tres
características del terapeuta que precipitan todo esto son: 1) La comprensión empática
precisa 2) La consideración positiva incondicional y, 3) La autenticidad o congruencia.

Los terapeutas empáticos son aquellos que trasmiten al cliente un sentimiento de que se está
comprendiendo, la expresión de empatía comunica una especie de sensibilidad hacia las
necesidades del cliente. La aceptación en la terapia se da sin condiciones ocultas o
desautorizaciones, la aceptación positiva incondicional es el respeto por el cliente como ser
humano. Los terapeutas congruentes son aquellos que expresan la conducta, sentimientos o
actitudes que el cliente estimula en ellos, no se ríen o están enojados si los comentarios del
cliente son incomodos.

El terapeuta debe reconocer y aclarar los sentimientos asociados a con las afirmaciones del
cliente. En ocasiones el terapeuta encontrara necesario explicar los papeles respectivos del
cliente y terapeuta. A esto se le llama estructuración e incluye, también el elemento de
aceptación.

En general las sesiones de terapia se programan una vez por semana. Rogers describió la
secuencia general de la terapia como una serie de siete etapas que atraviesa el cliente.

Primera etapa: renuencia a revelar el sí mismo, falta de reconocimiento de los propios


sentimientos, relaciones cercanas percibidas como peligrosas.
Segunda etapa: se describen sentimientos pero la persona aún está lejos de su propia
experiencia personal, comienza a mostrar cierto reconocimiento de que existen problemas y
conflictos.
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Tercera etapa: se describen los sentimientos pasados como incapacidades, reconocimiento


incipiente de que los problemas se encuentran dentro del individuo en lugar de afuera.
Cuarta etapa: descripción libre de los sentimientos personales como prioridad del sí mismo,
relajación de los constructos personales, débil reconocimiento de los sentimientos negarlos
durante largo tiempo pueden penetrar en el presente.
Quinta etapa: expresión libre de sentimientos y aceptación de estos, los sentimientos antes
negados se encuentran de manera clara en la conciencia.
Sexta etapa: aceptación de sentimientos sin necesidad de negación, disposición de
arriesgarse a ser uno mismo en las relaciones con los demás.
Séptima etapa: ahora el individuo esta cómodo al experimentarse a sí mismo, experimenta
nuevos sentimientos, capacidad para verificar la validez de la experiencia.
Las principales ventajas de esta terapia, es que se puede aplicar en la capacitación de las
relaciones humanas. El interés en la relación, aceptación y afecto, a menudo es una parte
integral de los programas de capacitación para los que buscan trabajar en centros de crisis
para profesionales que dan consejo y voluntarios en organizaciones o dependencias
caritativas. Por lo tanto, ya sea que se trate con profesionales como médicos y enfermeras,
técnicos psicólogos o voluntarios de los cuerpos de paz, su capacitación en relaciones
humanas a menudo contiene una dosis alta de la filosofía centrada en el cliente. Cuando
este enfoque se aplica a problemas fuera de la sala de terapia, a menudo se denomina:
Enfoque centrado en la persona.

El movimiento humanista existencial

A pesar de que la psicología humanista es un desarrollo bastante reciente, sus orígenes se


extienden hasta la filosofía y la historia de la psicología, además de que ha contribuido con
algunos valores a la psicología, sin embargo esos valores no están enraizados en el
determinismo del psicoanálisis o del conductismo.

La Terapia Existencial no se interesa en las técnicas. Con demasiada frecuencia éstas


implican que el cliente es un objeto, al cual se le aplicarán. En lugar de ello, el énfasis se
pone en comprender y experimentar al cliente como una esencia única. La terapia es un
encuentro que debe permitir a éste, aproximarse cada vez más a la experiencia. Una de las
formas más conocidas de la terapia existencial es la Logoterapia, o "Terapia del
significado" de Vicktor Frankl. En particular, dos técnicas descritas por Frankl (1960) han
obtenido una exposición considerable: La técnica de intención paradójica, y, La técnica de
la de reflexión.
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En la terapia Gestalt, se destaca la experiencia presente y la conciencia inmediata de la


emoción y la acción. "Estar en contacto" con los sentimientos de uno, reemplaza la
búsqueda de los orígenes del comportamiento. Los problemas existenciales expresados por
no poder hallar significado a la vida, han surgido en una sociedad tecnológica que separa a
las personas de ellas mismas. La irrealidad de las computadoras y de las tarjetas plásticas de
crédito, ha arrollado al verdadero significado de la vida, el cual sólo puede encontrarse en
la experiencia de la vida, el cual sólo puede encontrarse en la experiencia inmediata de las
emociones. La terapia Gestalt promete restaurar el equilibrio apropiado.

La terapia Gestalt es una mezcla heterogénea de técnicas e ideas. Los terapeutas gestaltistas
no se ponen de acuerdo entre ellos y en ocasiones no parecen deleitarse en su falta de
acuerdo. Su meta no parece ser la construcción de una teoría monolítica de la terapia, sino
expresar por medio de su terapia su sentido de unicidad e interpretación de la vida. La
conceptualización de la persona como un todo organizado, no como una colección
desarticulada de emociones, cogniciones y comportamientos, es central para la terapia
Gestalt.

Para Fritz Perls, la realidad es ahora, el comportamiento es ahora y la experiencia es ahora.


Buscar respuestas en el pasado es tratar con lo que ya no existe. La terapia es ahora, y debe
tratar y fomentar la conciencia del cliente de ese ahora. Uno sólo puede percatarse de la
propia capacidad para madurar, atacando cualquier cosa que amenace con desviar la
conciencia del ahora. Como señaló Perls (1970) "Para mí no existe nada, excepto el ahora".
Ahora, equivale a experiencia, equivale a conciencia, equivale a realidad. El pasado ya no
es y el futuro no es todavía. Durante la terapia Gestalt, se requiere que el paciente repita
"Ahora estoy consciente", o el terapeuta pregunte con frecuencia: "¿De qué está consiente
ahora?". La función de éste, es llamar la atención del paciente en forma constante a los
sentimientos, pensamientos y experiencias personales. Sin embargo no interpreta, debido a
que "se supone" que la conciencia del ahora tiene sus poderes curativos. Es muy importante
también tomar en cuenta, el comportamiento no verbal del individuo, pues éste puede decir
una cosa pero gestualmente puede indicarnos otra.

Los sueños: El psicoanálisis pide al paciente que asocie con varios elementos de los sueños.
El terapeuta Gestalt en contraste, intenta que el paciente vuelva a vivir el sueño, en la sala
de terapia. Esto significa incluso la representación del sueño. De acuerdo con el terapeuta
gestaltista, la interpretación sólo conduce a una perspicacia intelectualizada. En la terapia
Gestalt el paciente descubre el yo interior que enfrenta la experiencia onírica en forma
directa. El sueño transmite mensajes o incuso compendia los lados conflictivos del sí
mismo. Un sueño es una especie de reflejo condensado de la existencia del individuo y las
formas utilizadas para no enfrentarse a uno mismo. Al representar el papel de varias
personas u objetos en el sueño, el individuo puede aprender a reconocer e identificar las
partes enajenadas de sí mismo y luego integrarlas.

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