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Contraseñas

Traducción dr [oaquín Jnrdá

IJ,\IH .EL<):'-<,\

)
Tf111lo de fa edición original: •
Mots de passe
Pauvcrt
París, 2000

Publicado con fa ayuda del Ministerio {ronces


de Cultura. Centro Nacional del libro

Este texto Iza sido elaborado a pan ir de 1111 [ihn concebido por
Leslie F. Grunberg y realizado por Pierre Bourgeois •

Diseño de !.a colección: Es paradójico trazar un panoran1a retrospec-


Julio Vivas
Ilustración: «Donuts» (fragmento), Edward Everett tivo de una obra que jamás ha querido ser pros-
Robbins, 1995
pectiva. Es algo así como Orfeo, que mira dema-
siado pronro a Eurídice y, de golpe, la devuelve
para siempre a los Infiernos. Eso significaría que
la obra se adelanta a sí misma y presiente su fi-
nal desde el principio, que estaba cerrada, que se
desarrolla de forma coherente, que siempre ha-
© Pauvert. départemcnt des Édi1ions Favard, 2000
bía existido. Así que no veo otra manera de rra-
© Les Films Pénélope Producrion, 2000
o EDITORJAL ANAGRAMA, S.A., 2002
rarla que en términos de simulación, un poco a
Pedro de la Creu, 58 la manera como Borges reconstruye una civiliza-
08034 Barcelona
ción perdida a través de los fragmentos de una
ISBN: 84-339-6172-1
Depó::.i10 Legal: B. 14894-2002 biblioteca. Es decir que difícilmente puedo
Printcd in Spai n plantearme la cuestión de su verosimilitud so-
Liberduplex, S.L., Constirució, 19, 08014 Barcelona ciológica, a la que, por otra parte, me resultaría

7
extremadarneute difícil contestar. Sin duda hay
que ponerse en la situación de un viajero imagi-
nario que tropezara con estos textos como con
un manuscrito olvidado y que, carente de docu-
mentos en los que apoyarse, se esforzara en re-
construir la sociedad que describen.

J. B.

Contraseñas ... Creo qLte la palabra sugiere


bastante bien una manera casi iniciática de
introducirse en las cosas sin la pretensión de
catalogarlas. Pues las palabras son portadoras y
generadoras de ideas, más, quizá, que al con-
trario. Mágicas portadoras de espejismos, .no
sólo transmiten ideas y cosas, sino que ellas
mismas se metamorfosean y se rnerabolizan en-
tre sí, obedeciendo a una suerte de evolución en
espiral. Así se convierten en contrabandistas de
ideas.
Las palabras poseen para mí una importan-
• cia extrema. Que poseen una vida propia, y, por
consiguiente, son morrales, es evidente para
cualquiera que no reivindique un pensamiento

8 9
definitivo, con pretensiones edificantes. Lo que rcadoras de ideas siguiendo unas rucas impre-
es mi caso. La temporalidad de las palabras ex- vistas, incalculadas, creo que el término «contra-
presa un juego casi poético de muerte y renaci- señas» permite abarcar las cosas a la vez crista-
miento: las rneraforizaciones sucesivas hacen lizándolas y situándolas e11 una perspectiva
que una idea crezca y se convierta en algo más abierta y panorámica.
que ella misma, en una «forma de pensamien-
to», pues el lenguaje piensa, nos piensa y piensa
por nosotros tanto, por lo menos, como noso-
tros pensarnos a través de él. También ahí existe
un intercambio, que puede ser simbólico, entre
palabras e ideas.
Creemos que avanzarnos a base de ideas
=ésta es sin duda la fantasía de cualquier teó-
rico, de cualquier filósofo-, pero son tam-
bién las propias palabras las que ge11eran o rege-
neran las ideas, las que sirven de «embrague».
En esos momentos, las ideas se entrecruzan, se
mezclan al nivel de la palabra, que sirve e11-
ronces de operador -pero de un operador no
técnico- en una catálisis en la que el propio
lenguaje está en juego. Lo que lo convierte e11
una baza por lo menos can importante como las
ideas.
Así pues, dado que las palabras pasan, tras-
pasan, se metamorfosean, se convierten en por-

10 11
EL OBJETO

El objeto ha sido para mí la «contraseña»


por excelencia. Desde el comienzo, elegí ese án-
gulo porque quería desentenderme de la proble-
mática del sujeto. La cuestión del objeto repre-
sentaba su alternativa, y se estableció como mi
horizonte de reflexión. También intervenían
cuestiones relacionadas con la época: en los años
sesenta, el paso de la primacía de la producción 1
a la del consumo situó los objetos en un primer .,
plano. En cualquier caso, lo que me ha interesa-
do realmente 110 es tanto el objeto fabricado en
sí mismo como lo que los objetos se decían en-
tr<:J>i, ~l~~sremai:_ _..._ ·- .. --·
... '" -
s~gnos_y_la _si11t~il.sius:.....ek:. t
. .

'boraban. Y, por encima de todo, el hecho de 1


que remitían a un mundo menos real de lo que

13
podía hacer creer la aparente omnipotencia del La exploración de esta fauna y esta flora de
consumo y el beneficio. A mi modo de ver, en los objetos es lo que me ha interesado. He utili-
ese mundo de signos, escapaban muy rápida- zado para ello todas las disciplinas que se mo-
mente a su valor de uso para jugar entre sí, para vían en el aire del momento, el psicoanálisis, el
corresponderse. análisis marxista de la producción y sobre todo
Detrás de esta formalización semiótica, exis- el análisis lingüístico, a la manera de Barthes.
tía sin duda una reminiscencia de La náusea de Pero el interés del estudio del objeto residía en
Sartre y de aquella famosa raíz que es un objeto que exigía pasar a través de tales disciplinas, e
obsesivo, una sustancia venenosa ... Me parecía imponía una rransversalidad. A decir verdad, el
que el objeto estaba casi dotado de pasión, o, objeto no era reductible a ninguna disciplina
por lo menos, podía tener una vida propia, salir concreta y, al convertirlas a todas en enigmáti-
de la pasividad de su utilización para adquirir cas, ayudaba a poner en cuestión sus propios
una suerte de autonomía y tal vez incluso la ca- postulados, sin excluir los de la semiótica, en la
pacidad de vengarse de un sujeto demasiado medida en que el objeto-signo, en el que inter-
convencido de dominarlo. Los objetos siempre fieren múltiples tipos de valores, es mucho más
han sido considerados un universo inerte y ambiguo que el signo lingüístico.
mudo, del que disponemos con el pretexto de Sea cual fuere el interés real de estas diferen-
que lo hemos producido. Pero, en mi opinión, tes aproximaciones, lo que me apasionaba y me
ese universo tenia algo que decir, algo que supe- sigue apasionando es la manera como el objeto
raba su utilización. Entraba en el reino del sig- se evade y se ausenta, todo lo que mantiene de
no, donde nada ocurre con tanta simplicidad, «inquietante extrañeza». El intercambio al que
porque el¿i,gug~ siempre es el desvanecimiento
~ de la cosa. Así pues, el objeto designilia el mun-
- --
sirve de soporte sigue insatisfecho. Ejerce, sin
duda, de mediador, pero, al _E!l~!!!P !!~1!1E_q,
,
do real pero también su ausencia, y en especial, dado que es 111n1fc!1ato e inman~nte1 ro~ee esa
la de su sujeto. ~ediaciÓn. Permanece en las dos pendientes, sa- -
---
14 15
tisface tanto como decepciona; es posible que EL VALOR
proceda de la «parte maldita» a que se refería
Baraille, que jamás se resolverá, jamás se redimi-
rá. No existe la Redención del objeto, en alguna
parte existe un «resto» del que el sujeto no pue-
de apoderarse; cree paliarlo mediante la profu-
sión y el amontonamiento, pero sólo consigue
multiplicar los obstáculos para la relación. En

~ --
un primer momento, se alcanza una comunica-
0n a través de los OQjetos, pero después su pro-
liferación ~~~~esa co~;:¡11icaéiÓ~. -pj- ~bjeto Es evidente que el valor está estrechamente
desempeña un papel dramático, es de pies a ca- vinculado al objeto, pero, en este caso, la i11ce11-
beza un actor en la medida en que desbarata ción es más limitada y se refiere al valor de uso y
cualquier simple funcionalidad. Y por ese moti- al valor de cambio, fundamentos de la produc-
.
vo me rn teresa. ción y del mercado. De entrada, valor de uso y
valor de cambio -y la dialéctica que se instaura
entre ambos- se me antojan como un edificio
racional que postula la posibilidad de equilibrar
el valor, de encontrarle un equivalente general
capaz de agotar las significaciones y de explicar
un intercambio. Entonces es cuando interviene
la antropología para invertir esas nociones y
romper la ideología del mercado, es decir, el
mercado como ideología y no únicamente co1110
realidad. La antropología ofrece el recurso de so-

16 17
ciedades y de culturas en las que la noción de intercambio que puede realizarse se efectúa so-
valor tal como nosotros la entendemos es casi bre unas bases que ya no dependen del contrato
inexistente, donde las cosas nunca se intercam- -como ocurre en el sistema habitual del valor-,
bian directamente entre sí y siempre a través de sino del pacto. Existe una profunda diferencia
la mediación de una trascendencia, de una abs- entre el contrato, que es una convención abs-
tracción. tracta entre dos términos, dos individuos, y el
pacto, que es una relación dual y cómplice. Po-
Al lado del valor mercantil existen valores dríamos ver una imagen de ello en determinadas
morales o estéticos que funcionan, a su vez, en modalidades del lenguaje poético en donde los
términos de oposición regulada entre el bien y el intercambios entre palabras -con la intensidad
mal, lo hermoso y lo feo... Creía, sin embargo, del placer que procuran- se operan al margen
que existía una posibilidad de que las cosas cir- de su mero desciframiento, más acá o más allá
culasen de otro modo, y que otras culturas ofre- de su funcionamiento en términos de[<v~lgr &
cían precisamente la imagen de una organiza- · significacióri) Ocurre lo mismo con los objetos
ción tal que no permitía la instalación de la y losTndividuos. En esta perspectiva existe una
trascendencia del valor, y con ello la trascenden- posibilidad de bloquear el sistema del valor y la
cia del poder ya que ésta se constituye principal- esfera de dominio que sustenta. A partir del sen-
mente sobre la manipulación de los valores. Se tido nos convertiremos en dueños del lenguaje,
trataba de J_nte~tar despojar el objeto -pero no dueños de la comunicación (aunque el acto de
sólo a él- de su estatuto de mercancía, de devol- la palabra y sus modalidades intervengan en este
verle una inmediatez, una realidad bruta carente dominio del discurso), a parcir del valor mer-
de precio y de valoración. T.Ü1to si una cosa 110
- - . .. -.
«vale» nada como si «no tiene precio», en ambos
cantil conseguiremos el dominio del mercado.
Y, a partir de la distinción del valor del bien y
casos nos hallamos ante lo «inapreciable», en el del mal, se instituirá el dominio moral ... A con-
sentido duro de la expresión. A partir de ahí, el tinuación se edifican todos los poderes. Tal vez

18 19
sea utópico pretender superar el valor, pero es de victoria o de derrota, de vida o de muerte.
' . .
una utop1a operati va, un intento para pensar un Incluso en sus formas más banales, el juego irn-
funcionamiento más radical de las cosas. po11e otro modo de entrada en los envites que el
Está claro que el estudio del valor es com- intercambio, palabra, por otra parte, tan ambi-
plejo: de la misma manera que el valor mercan- gua, que he llegado a hablar de intercambio im-
til es aprehensible, el valor signo es fugitivo y posible.
movedizo, en un momento determinado se con-
sume y se dispersa en el valedor. Cuando todo
está sustituido por una factividad, ¿seguimos es-
tando en el mundo del valor o en su simu-
lación?

Es posible que siempre estemos en una do-


-
ble moral ... Exi-stiría una esfera mor.... al, la del cam-
bio'1,!lercanñJ;)y una esfera inmoral, la de ºuego,)
en la que sólo cuenta el acontecimiento de jue-
go y el de una regla compartida. Compartir la
regla no es lo mismo que referirse a un equiva-
lente general común: es preciso estar totalmente
implicado para poder jugar, lo que crea entre los
jugadores un tipo de relación más dramática
que el intercambio mercantil. En esa relación,
los individuos no son seres abstractos que pue-
den sustituirse entre sí: cada uno de ellos tiene
una posición singular frente a unas posibilidades

20 21
EL INTERCAMBIO SIMBÓLICO

El intercambio simbólico es el lugar estraté-


gico en el que rodas las modalidades del valor
confluyen hacia una zona que yo denominaría
ciega, en la que todo se pone en cuestión. Lo
simbólico, en este caso, no tiene la acepción co-
rriente de «imaginario», pero tampoco la qtte le
daba Lacan. Es el intercambio simbólico ral
como lo entiende la antropología. Mientras. el
valor posee siempre un sentido unidireccional,
qÜe pasa de ~n punto a otro de acuerdo co~ un

---,
sistema de equivaléncia, e.11 elinrercambio sim
-
- bólico existe una reversibilidad de los térnúnos.
Yó quería, mediáfire es-fe cofícépro, - tomar el
contrapié del intercambio mercantil, y de ese
modo hacer una crítica política de nuesrra socie-

23
dad en nombre de lo que tal vez podría ser ta- ción de las cosas, pero que jamás debe detener-
chado de utopía, pero que ha sido una forma se. El intercambio jamás debe detenerse, tiene
viva e11 muchas otras culturas. que aumentar constantemente su intensidad,
La reversibilidad lo es tanto de la vida corno hasta la muerte si es preciso. El juego también
de la muerte, del bien como del mal, de todo lo participaría de esta forma de intercambio, en la
que hemos organizado en valores alternativos. medida en que el dinero carece de valor fijo ya
En el universo simbólico, vida y muerte se inter- que entra una y otra vez en circulación, de
cambian. Y, como no existen términos separa- acuerdo con la regla simbólica, que no es, evi-
dos sino, por el contrario, reversibles, se vuelve a dentemente, la ley moral. En esta regla simbóli-
poner en cuestión la idea de valor, que, a SLL vez, ca, el dinero ganado 110 puede, en ningún caso,
exige términos claramente enfrentados, entre los reconvertirse en valor mercantil, tiene que ser
cuales puede entonces instaurarse una dialéctica. pLLesto en juego dentro del propio juego.
Ahora bien, lo simbólico carece de dialéctica.
En lo concerniente a la muerte y a la vida, nues- También podemos entender este intercam-
tro sistema de valores carece de reversibilidad: lo bio simbólico a un nivel más amplio, el de las
positivo está del lado de la vida, lo negativo del formas. Así pues, la forma animal, la forma hu-
lado de la muerte, la muerte es el final de la mana y la forma divina se intercambian según
vida, su contrario, mientras que en el universo una regla de las metamorfosis en la que cada
simbólico los términos, hablando con propie- una de ellas deja de estar circunscrita a su defi-
dad, se intercambian, nición, lo humano se opone a lo inhumano, etc.
Eso es válido en todos los ámbitos, y tam- Existe una circulación simbólica de las cosas en
·-
bién, por tanto, en el del intercambio de los bie- la que n1nguná posee una individualidad separa-
nes: en el potlatch funciona un determinado tipo da, y rodas operan en una esp~ie cr~~ffiélici-
de circulación de los bienes exonerado de la idea - dad universal de las formas inseparables. Ocurre
de valor, que incluye la prodigalidad y la disipa-
- ·--
lo mismo con el cuerpo, que campoco tiene un

24 25
estatuto «individual»: es una especie de susran- como un objeto perdido, interesarse por el
cia sacrificial que no se opone a ninguna otra potlatch en las sociedades primitivas, tratarlo an-
sustancia, ni al alma ni a cualquier otro valor cropológicamenre, constatando que nosotros es-
espiritual. En las culturas e11 las que el cuerpo es tamos viviendo por completo en sociedades
puesto en juego continuamente en el ritual, no mercantiles. en sociedades del valor ... Pero ¿esro
es un símbolo de la vida, y el problema no resi- es tan cierto? Es posible que sigamos e~ un in-
de en su salud, su supervivencia o su integridad.
-- --
menso potlat(h_. Circuñscribimos unos ámbitos
-
Mientras que nosotros tenernos de él una visión ~n los que parecen juntarse todo tipo de racio-
individualizada unida a los conceptos de pose- nalidades, económica, anatómica y sexual, pero
sión y de dominio, para ellas el cuerpo es la baza la forma fundamental, la forma radical, sigue
de una constante reversibilidad. Es una sustan- siendo la del desafío, la de la puja, del potlatch,
cia que puede moverse a través de otras formas, y, por tanto, la dé{l~_:ie~.ación de~ :0lor:1 La del
animales, minerales y vegetales. sacrificio del valor. Así pues, seguiríamos vivien- \
Por otra parte, ¿acaso no se desarrolla todo do de un modo sacrificial, pero ahora sin querer
siempre al nivel de un intercambio simbólico, es asumirlo. Y, además, sin poder hacerlo, porque
decir, de una apuesta que supera en mucho el sin los rituales y sin los micos carecemos de los
comercio racional de las cosas o de los cuerpos medios para hacerlo. 1
tal como se practica acrualmenre? A decir ver- Inútil sentirse nostálgico: nosotros hemos
dad, y por paradójico que parezca, prefiero pen- fundado otra organización que ha creado un sis-
sar que jamás ha existido economía en el sentido tema lineal e irreversible allí donde había una
racional y científico, cal como lo entendernos, forma circular, de circuito, reversible. Vivimos,
que el intercambio simbólico sigue siendo el y después morimos, y eso es realmente el final.
fundamento radical de las cosas, y que éstas se
desarrollan en ese plano.
Cabe considerar el intercambio simbólico

26 27
LA SEDUCCIÓN

En mi opinión, el universo de la seducción


era lo que se inscribe radicalmente contra el de
la producción. Ya no se trataba de hacer surgir
las cosas, de fabricarlas y de producirlas para un
mundo del valor, sino de seducirlas, es decir, de
desviarlas de ese valor, y por canco de su identi-
~e su realidad, para flevarlas aI juego de las -
apariencias, a su intercambio simbólico. Este
intercambio simbólico ha apuntado primero al
mundo económico, a los bienes -como en el
potLatch- y después al intercambio simbólico de
la muerte. A continuación ha llegado la sexuali-
dad, que ha estrechado un poco el campo. En
mi opinión, la seducción afecta a codas las cosas,
y no solamente el intercambio entre los sexos.

29
Es cierto que, por su diferencia, cada sexo busca el placer, muy al contrario, pero que no tiene
y encuentra su identidad confrontándose con el nada en común con el goce físico. La seducción
otro, en una forma a un tiempo de rivalidad y es un desafío, una forma que siempre tiende a
'
de connivencia, haciendo positiva la sexualidad desconcertar a alguien respecto a su identidad;.
como función y como goce. Pero, para mí, la se- al sentido que puede adoptar para él. Recupera
ducción era, fundamentalmente, una forma re- la posibilidad de una alteridad radical. Me pare-
versible en la que ambos sexos fisiológicos se cía que la seducción afectaba a todas las formas
jugaban su identidad, entraban en juego. Me in- que escapan a un sistema de acumulación, de
teresaba una forma del devenir masculino de lo producción. Ahora bien, la liberación sexual,
femenino, del devenir femenino de lo masculi- que, al igual que la liberación del trabajo, era el
no, frente al prejuicio que afirma que lo mascu- gran cerna de aquella época, no escapaba al es-
lino es en sí la identidad sexual. Yo entendía lo quema producrivisra. Se trataba de liberar de la
femenino como lo que contradice Ja oposición energía -cuyo modelo arquetípico era la energía
masculino/ femenino, la oposición valorizada rnarerial-, modelo en absoluto contradictorio
por los dos sexos. Lo femenino era lo que trans- con el gra11 juego de la seducción que, por su
versalizaba esos conceptos y, en cierto modo, parte, no es de tipo acumulativo.
abolía la identidad sexual. Tengo que decir que La seducción juega menos sobre el deseo
eso ha creado algún malentendido con las femi- porque no es un juego con el deseo. No lo nie-
nistas. Porque, a partir de ahí, el envire ya no ga, y tampoco es su contrario, se limita a poner-
era la liberación sexual, que, a fin de cuentas, lo en juego.
me parecía un proyecco bastante ingenuo puesto
que se basaba en el valor, en la identidad Las apariencias pertenecen a la esfera de la
sexual ... seducción, mucho más allá de las apariencias fí-
La seducción es un juego más fatal, y tam- sicas. Es la esfera donde la intervención del ser
bién más arriesgado, que no excluye en absoluto es una especie de deontología, donde permane-

30 31
cernos en formas flexibles y reversibles, donde
. '
rungun sexo está seguro de su fundamento ni, El crimen originario es la seducción. Y
sobre todo, de su superioridad. Había apostado nuestros intentos para hacer positivo el mundo,
entonces por lo femenino, al igual que en el in- darle un sentido unilateral, al igual que coda la
tercambio simbólico, en lugar de por la muerte. inmensa empresa de la producción, tienen sin
Era una especie de contraseña, «ccntrarreali- duda la intención de eliminar, de abolir el terre-
dad», por decirlo de algún modo, de indicio de no, a fin de cuentas, peligroso y maléfico de la
reversibilidad de la vida y la muerte. La femina seducción.
era también la reversibilidad de lo masculino y El orro mundo de las formas -seducción,
lo femenino. desafío, reversibilidad- es el más poderoso. El
Una puntualización, sin embargo: el térmi- otro, el mundo de la producción, posee el po-
no «seducción» ha sido utilizado con exceso, e11 der, pero la potencia, por su parte, está del lado
una serie de acepciones como «el poder seduce de la seducción. Diría que no es la primera en
a las masas», «la seducción mediática», o los términos de causa y efecto, en términos de suce-
«grandes seductores» ... Yo no entendía el térmi- sión, pero es más poderosa, a la larga, que todos
no a ese nivel, extremadamente vulgar. Es cierto los sistemas de producción, de riquezas, de sen-
que, en el campo de la seducción, creía que la tido, de placer ... Y cabe que todos los tipos de
mujer poseía históricamente una posición privi- producción estén subordinados a ella.
legiada. Pero juntar la mujer y la seducción se
me antojaba condenarla a las apariencias, y por
lo tanto a la frivolidad. Un contrasentido total:
la seducción a la que yo me refería es realmente
el dominio simbólico de las formas, mientras
que lo otro sólo es el dominio material del po-
der a través de la estratagema.

32 33
LO OBSCENO

1
r

Está claro que escena y obscena 110 tienen la


misma etimología, pero la aproximación es ten-
tadora, pues, desde el momento en que existe
escena, existe mirada y distancia, juego y alteri-
dad. El espectáculo está relacionado con la esce-
¡ 1
na. Por el contrario, cuando se está en la obsce-
nidad, ya no hay escena ni juego, la distancia de -
1
fa mirada se borra. Pensemos en la pornografía: -
está claro que allí el cuerpo aparece totalmente
realizado. Puede que la definición de la obsceni-
dad sea el devenir real, absolutamente real, de
algo que, hasta entonces, estaba metaforizado o
tenía una dimensión metafórica. La sexualidad
-al igu.al que la seducción- siempre tiene una
dimensión metafórica. En la obscenidad, los

35
cuerpos, los órganos sexuales, el acto sexual, son canos. que todo resulte inmediatamente realiza-
brucalmence no ya «puestos en escena», sino do, tanto nosotros como las cosas. Y este mun-
ofrecidos de forma inmediata a la visea, es decir, do demasiado real es obsceno.
a la devoración, son absorbidos y reabsorbidos En un mundo así, ya no existe com~nica-
al mismo tiempo. Es un acting out coral de cosas ción, sino contaminació~ de tipo vírico, todo se
- contagia de uno a otro de manera inmediata. La
que, en principio, son objeto de una drarnatur-
gJa.! de~na escena, de un Juego entre las ~res. - palabra promiscuidad expresa lo mismo: está ahí
Ahí ya no existe juego, ya no existe dialéctica ni inmediatamente, sin distancia, sin encanto. Y
distancia, sino una colusión rotal de los elemen- sin auténtico placer.
tos. Ahí aparecen los dos extremos: la obsceni-
dad y la seducción, como lo muestra el arte, que
Lo que vale para los cuerpos, vale para la es uno de los terrenos de la seducción. A un
mediatización de un acontecimiento, para la in- lado está el arte capaz de inventar una escena di-
formación. Cuando las cosas devienen demasia- ferente de la- real, una regla de juego diferente, y
do reales, cuando aparecen inmediatamente da- al otro el arce realista, que ha caído en una espe-
das, realizadas, cuando nos hallamos en ese cie de obscenidad al hacerse descriptivo, objeti-
cortocircuito que hace que tales cosas se aproxi- vo 0 mero reflejo de la descomposición, de la
1 l' men cada vez más, nos hallamos en la obsceni- fracralización del mundo.
dad ... Régis Debray ha hecho una crítica intere-
sante de la sociedad del espectáculo desde esta La obscenidad tiende siempre a superarse:
perspectiva: en su opinión, no nos hallamos en presentar un cuerpo desnudo ya puede ser bru-
absoluto en una sociedad que nos alejaría de las talmente obsceno, presentarlo descarnado, deso-
cosas, en la que estaríamos alienados por nuestra llado, esquelético todavía lo es más. Está claro
separación respecto a ellas... La maldición que que actualmente coda la problemática crítica de
nos afecta sería, por el contrario, estar ultracer- los media gira alrededor del umbral de toleran-

36 37
cia en el exceso de obscenidad. Si debe decirse renca. Por paradójico que parezca, ¿no es a tra-
Lodo, rodo se dirá... Pero la verdad objeriva es vés de los derechos del hombre corno suceden
obscena. Eso 110 i rnpide que cuando nos cuen: actualmente, y a nivel planetario, las peores dis-
tan todos los detalles de las actividades sexuales criminaciones? Así pues, la búsqueda del bien
de Bill Clinton, la obscenidad sea ran ridícula tiene unos efectos perversos y esos efectos están
qL1e nos preguntamos si en todo eso no habrá siempre del lado del mal. Pero hablar del mal 110
una dimensión irónica. Esta desviación sería cal equivale a condenarlo: en cierro modo, el mal es
vez el último avatar de la seducción, en un lo fatal, y una fatalidad puede ser desdichada o
mundo que va a la deriva, hacia la obscenidad afortunada.
rotal: en cualquier caso, no acabamos de creér-
noslo del. todo. L1 obscenidad, o sea la visibili-
dad rotal de las cosas, es hasta cal punto inso-
portable que hay (1ue aplicarle la estrategia de la
ironía para sobrevivir. De no hacerlo, esa trans-
parencia resultaría absolutamente dañina.
Entramos entonces, entre el bien y el mal,
en un antagonismo insoluble en el que -con
riesgo de ser maniqueo y de contradecir codo
nuestro humanisn10- no existe posible reconci-
liación. Hay que aceptar una regla de juego que,
aunque no sea un consuelo, me parece más lúci-
da que imaginar que un día se realizará la uni-
dad del mundo y se restablecerá el hipotético
reino del bien. Justo cuando se pretende alcan-
zar este bien toral, es cuando el mal se transpa-

l 38 . 39
LA TRANSPARENCIA DEL MAL •

Cualquier «transparencia» plan tea inmedia-


tamente el problema de su contrario, el secreto.
Es una alternativa que no depende en absoluto
de la moral, del bien y del mal: existe lo secreto
y lo profano, o sea, otra distribución de las co-
sas. Determinadas cosas jamás serán ofrecidas a
la vista, se comparten en secreto de acuerdo con
un cipo de intercambio diferente de aquel que
pasa por lo visible. Cuando todo tiende a irse al
lado de lo visible, como ocurre en nuestro uni-
verso, ¿qué ocurre con las cosas que anees eran
secretas? Se convierten e11 ocultas, clandestinas,
maléficas: lo que era meramente secreto, es de-
cir, propicio a intercambiarse en secreto, se con-
vierte en el mal y tiene que ser abolido, exterrni-

41
nado. Pero no es posible destruirlas. en cierto totalmente aleatorio donde las causas y los efec-
modo, el secreto es indestructible. Entonces será tos se superponen, siguiendo el modelo de la
demonizado y atravesará los insrrumentos ur1li- cinta de Moebius, y nadie puede saber dónde se
-zados .Q_ara eliminarlo. Su energía es la energía detendrán los efectos de los efectos.
del mal, la energía que proviene de la no unifi- Un ejemplo de efecto perverso aparece en la
cación de las cosas, definiéndose el bien corno la lucha contra la corrupción qLte reina en los ne-
unificación de las cosas en un rnundo totali- gocios o en la financiación de los partidos polí-
zado. ticos. Es evidente que tiene que ser denunciada.
A partir de ahí, todo lo que se sustenta en la Y los jueces lo hacen. Y nos decimos que allí
dualidad, en la disociación de las cosas, en la ne- existe una purificación, en el buen sentido de la
garividad, en la muerte, es considerado el mal. palabra. Pero la purificación también ciene nece-
Por consiguiente, nuestra sociedad se empeña en sariarnenre efectos secundarios. El caso Clinton
conseguir que todo vaya bien, que a cada necesi- pertenece a este orden. Al conseguir denunciar
dad responda una tecnología. En ese sentido, una perversión judicial que bordea el perjurio,
toda la tecnología está del lado del bien, o sea el juez contribuye a construir la imagen de una
del cumplirnien ro del deseo general, en un esta- América «limpia», beneficiándose de esa imagen
do de cosas unificado. para explotar -aunque sea derr1ocráticamente-
Acrualrnenre vivimos en un sistema que yo el poder moral adquirido frente al resto del
llamaría de «cinta de Moebius». Si estuviéramos mundo.
en un sistema de enfrentan1iento, de confronta- Sólo de manera superficial cabe encender la
ción, las estrategias podrían ser claras, basadas acción de los jueces como conflictivamente en-
en una linealidad de las causas y los efectos. Se frenrada a la clase política. En cierto modo, son,
utiliza el mal o el bien en función de u11 proyec- por el contrario, los regeneradores de su legiti-
to, y el maquiavelismo no está al margen de la midad, aun cuando el problema de su corrup-
racionalidad. Pero nos hallamos en un universo ción esté lejos de quedar resuelto.

42 43
¿Es tan claro que la corrupción tenga que de una función vital de la corrupción en la so-
ser eliminada a cualquier precio? Nos decimos, ciedad. Pero, como su principio es ilegítimo, no
evidentemente, que el dinero alimenta las fabu- puede s~r oficializado, y sólo puede operar, por
losas comisiones de la financiación armarnenrfs- consiguiente, en el secreto. Evidentemente, es
rica, o incluso su producción, que sería, sin un punto de vista cínico, moralmente inadmisi-
duda, preferible utilizarlo para reducir la miseria ble, pero también es una especie de estrategia fa-
del mundo. Pero se trata de una evidencia apre- tal, que, por otra parce, no es patrimonio de na-
surada. Como nadie pretende que el dinero sal- die y carece de beneficios exclusivos. Con ello,
ga del circuito mercantil, «podría» gastarse en reintroduciríamos el mal. El mal funciona por-
1 un pavimentado general del territorio. A partir que de él procede la energía. Y cox"ñ6atirlo -cosa
1
de ahí, por paradójica qL1e pueda parecer la ~ecesaria- co,pduce simultáneamente a reacti-
' """"' ' " o ,. ·-- - ..... ..

pregunta, ¿es preferible, desde la perspectiva del vario.


«bien» o del. «mal», seguir fabrica11do, o vendien- Cabe evocar aquí lo que decía Mandeville
do, armas, de las qL1e una parte considerable nun- cuando afirmaba que una sociedad funciona a
ca serán utilizadas, que hacer desaparecer un país partir de sus vicios, o, por lo menos, a parcir de
bajo una capa de cemento? La respuesta a esta sus desequilibrios. No por sus cualidades positi-
pregunta interesa menos que Ja coma de concien- vas, sino por las negativas. Si aceptamos este ci-
cia de que no existe un punto fijo a partir del nismo, cabe entender que la política sea -tam-
cual podamos determinar lo que está totalmente bién- la inclusión del mal, del desorden, en el
bien o mal. orden ideal de las cosas. Así pues, no hay que
Se traca, sin duda, de una situación profun- negarla sino utilizarla, reírse de ella y desbara-
damente desastrosa para una menee racional, y tarla.
de una incomodidad rotal. Eso no impide que, Este título -«la transparencia del mal»- no
de la misma manera que Nietzsche hablaba de la es del codo pertinente... Convendría referirse
ilusión viral de las apariencias, podríamos hablar más bien a la «transparición» del Mal que, que-
1
44 45
-
'
ramos o no, «transparenta» o transpira a través LO VIRTUAL
de todo Io_que tiende a conjurarlo. Por otra par-
re, la propia transparencia sería el Mal, la pérdi-
da _de todo secreto. De igual manera que, en el
«cr1~e~ perfecto», es la propia perfección lo que
es criminal.

1
En su acepción habitual, lo virtual se opone
a lo real, pero su repentina emergencia, al ampa-
ro de las nuevas tecnologías, ofrece la sensación
de que, a partir de ahora, señala su desvaneci-
miento, su final. En mi opinión, como ya he di-
cho, hacer advenir un mundo real equivale a
producirlo, y lo real jamás ha sido otra cosa que
una forma de simulación. No cabe duda de que
es posible conseguir que exista un efecto de reali-
dad, ..:s;
un.. efecto de verdad, un efecto de objerivi-
:•y •;e •=
dad, pero, en si, lo real no existe. Lo virtual, en
cal caso, sólo es una hipérbole de la tendencia de
pasar de lo simbólico a lo real, que sería su grado
cero. En dicho sentido, lo virtual abarca la no-
ción de hiper-realidad. La realidad virtual, esa

46
47
que estaría perfectamente homogeneizada, nu- tualidad, la performance en el sentido artístico,
merizada, «operacionalizada», sustituye a la otra ¿no será, en el fondo, un nuevo escenario en el
'--
porque es perfecta, controlable y 110 contradicto- que unos operadores han sustituido a los act~-
i'ia.'"'Es decir, porque está más «acabada», es más res? No habría, en tal caso, que prestarle mas
real que lo que hemos fundado como simulacro. crédito que a cualquier otra organización ideo-
Eso no impide que la expresión «realidad lógica. Hipótesis bastante tranqt1Üiz.adora: a fin
virtual» sea un auténtico oxímoron. Ya no esta- de cuentas, codo eso no sería demasiado serio, y
mos en la confortable y tradicional acepción el exterminio de la realidad, cuando menos,
filosófica en la que lo virtual era lo que está des- probado.
tinado a convertirse en actual y donde se ins- Pero si nuestro mundo se inventa realmente
tauraba una dialéctica entre ambos conceptos, su doble virtual, es preciso entender que nos ha-
Ahora, lo virtual es lo g~e sustituye a lo real, es llamos ante la realización de una tendencia ini-
su solución final en la medida en que, a un ciada hace mucho tiempo. Como sabemos, la
tiempo, consuma el mundo en su realidad defi- realidad no ha existido siempre, Comenzó a ha-
nitiva y firma su disolución. blarse de ella sólo a partir de la existencia de una
A partir de ahí, lo virtual es lo que nos pien- racionalidad para mencionarla, de unos paráme-
sa: ya no hace falta un sujeto del pensamiento, tros que permiten representarla mediante signos
un sujeto de la acción, codo ocurre a través de codificados y descodif1cables.
mediaciones tecnológicas. ¿Pero lo virtual es lo En lo virtual, ya no se trata de valor, es sim-
que concluye definitivamente con un mundo de plemente cuestión de puesta en inf~r,mación, ~e
lo real y del juego, o bien forma parce de una puesta en cálculo, de una computacion generali-
experimentación con la que jugamos? ¿Acaso no zada en la que los efectos de lo real desaparecen.
estamos interpretando la comedia de lo virtual, Lo virtual sería exactamente el horizonte de lo
con una pizca de ironía, igual que en la comedia real, al igual que, en física, hablamos del hori-
del poder? Toda la inmensa instalación de la vir- zonte de los acontecimientos. Pero también cabe
48
49
pensar que todo eso no es más que un rodeo ción al cubo? Por mi parte, me inclino más a
para un envire todavía indiscernible. una hipertrofia de lo virtual tal,_que nos llevaría
Actualmente existe una auténtica fascina- a'unatorma de implosión. ¿Qué vendría a con-
ción por lo virtual y rodas sus tecnologías. Si cinuaciÓn? Es difícil decirlo, porque, más allá de
realmente ~ un modo de desaparición, sería lo virrual, no veo nada, salvo lo que Freud deno-
una opción -oscura, pero delibérada- dé la pro- minaba el nirvana, un intercambio de sustancia
pia especie: la de clonar los cuerpos y los bienes molecular y nada más. Sólo quedaría un sistema
en otro universo, desaparecer como especie hu- ondulatorio perfecto, que coincidiría con lo cor-
mana propiamente dicha para perpetuarse en puscular en un universo puramente físico que ya
una especie artificial que tendría unos atributos no tendría nada de humano, de moral ni, evi-
mucho más competitivos, mucho más operati- dentemente, de metafísico. Regresaríamos, de
vos. ¿Es el envite? ese modo, a un estadio material, con una circu-
lación insensata de los elementos ...
Pienso en la fábula de Borges sobre el pue-
blo que ha sido condenado al ostracismo, desce- Para abandonar la ciencia ficción, sólo cabe
rrado al otro lado del espejo, y que sólo es el re- constatar, de todos modos, la singular ironía que
flejo del emperador que lo ha esclavizado. Así existe en el hecho de que esas tecnologías, que_
sería el gran sistema de lo virtual, y todo el resto relacionamos con la inhuma~id.ªª y con la ani-_
quedaría en unas especies de clones, del rechazo, qúilació-n, pueden llegar a ser finalmente lo que
de la abyección. Pero en la fábula esos pueblos ñossalVara del mundo del valor, del mundo del
se empeñan en parecerse cada vez menos a su Juiciü.'"Todaesa incómoda cultura humana y fi-
dominador, y un día retornan a este lado del es- losófica que el pensamiento radical moderno se
pejo. Entonces, dice Borges, no volverán a ser ha dedicado metafísicamente a liquidar al térmi-
vencidos. ¿Cabe suponer una catástrofe seme- no de una carea agotadora, la técnica la expulsa
jante, y al mismo tiempo esa especie de revolu- pragmática y radicalmente en lo virtual.

50 51
-
E11 la fase en que estamos, no sabemos si
LA ALEATORlEDAD
-perspecciva optimista- la técnica llegada a un
punto de extrema so.fisricaci6n nos liberará de
ella misma, o si nos encaminamos hacia la caras-
rrofe. Aunque la catástrofe, en el sentido drama-
túrgico de la palabra, o sea, el desenlace, consi-
ga, según los protagonistas, formas desdichadas
o felices.

La aleatoriedad -a lo que yo añadiría la


fracralidad, la caráscrofe- forma parte de esas
teorías modernas que coman en consideración
los efectos imprevisibles de las cosas o, por lo
menos, una diseminación de los efectos y de las
causas suficiente como para que desaparezeañ
los puntos de referenc1a. l'ros-l1álfamos e11 un
-ffiu11doaleatorio, un mundo en el que ya no
existen un sujeto y un objeto repartidos armo-
niosamente en el registro del saber. Respecto a
los fenómenos aleatorios, no están únicamente
e11 las cosas o en los cuerpos materiales: también
nosotros formamos parte del microcosmos mo-
lecular a través de nuestro propio pensamiento,
y eso es lo que crea la incertidumbre radical del
52
53
rnundo. Si estuviéramos relacionados con una
materia aleatoria, con unos efectos físicos aleato- La fracralidad también está en el centro de
rios, pero acompañados de un pensamiento ho- nuestro mundo. No me referiré a las teorías de
mogéneo y unidireccional, seguiría existiendo Mandelbrot, que no conozco suficientemente,
una buena dialéctica del sujero y el objeto, pero pero esa reproducción indefinida de una misma
ahora hemos caído en u11 pensamiento aleatorio microforma, de una misma fórmula, sugiere
que sólo nos permite emitir hipótesis, que ya no nuestra propia situación en la medida en que so-
puede aspirar a la verdad. Es lo que ya ocurre, mos partículas infinitesimales, en las qtte roda la
como sabemos, con las ciencias microfísicas. información concentrada de cada partícula pro-
Pero también, diría, con nuestra reflexión y lifera constantemente de acuerdo con una fór-
nuestro análisis actual de la sociedad, de lo po- mula idéntica.
lítico ... Sólo cabe adelantarse a los procesos alea- Tal como era identificado en la sociología,
torios gracias a un pensamiento también aleato- el fenómeno de la masa ya era un fenómeno
rio, lo qt1e es un ejercicio que 110 tiene nada que fractal, un fenómeno virtual, un fenómeno víri-
ver con el clásico pensamiento discursivo qtte ha- co. Todas estas dimensiones, que han tenido su
bía sustentado la filosofía tradicional. Esca nue- fase histórica de irrupción, reaparecen en la físi-
va trayectoria 110 carece de riesgos. ¿A qué se ca de las masas. ¿Sólo existiría, por tanto, un in-
puede dar el nombre de «acontecimientos» cuan- dividuo fractal, o sea, sin dividir -lo que segui-
do impera un desarrollo caótico, con causas o ría asegurándole una integridad, aunque fuera
condiciones iniciales mínimas e infinitesimales, y problemática-, pero diseminado, multiplicado
efectos prodigiosos a nivel mundial? En dicho al infinito? Culturalmente, el individuo ya está
sentido, el fenómeno de la globalización es en sí clonado, no- es necesario estarlo genéricamente,
mismo aleatorio }r caótico, hasta el extremo de Biologícamcnte. lal vez llegue a estarlo, pero-eñ~
que nadie puede controlarlo ni pretender some- c~alquier caso Ya lo está mental y culcuraln1en-
terlo a tina estrategia. te: esca evolución es absolutamente perceptible.

54 55
Frente a estas formas caóticas y catastróficas, EL CAOS
y a su proceso de exponencialidad, constatamos
que el macrocosmos humano, que creíamos po-
der universalizar gracias al dominio del mundo
mediante la racionalidad, se ha convercido en
una burbuja dentro de un microcosmos com-
pletamente incontrolable, que es de cipo micro-
físico y aleatorio. La regla actual es lo molecular,
lo aleatorio. Todo lo referen ce a lo real, al senci-
do y a la verdad constituye ahora la excepción,
es decir, un misterio. ¿Cón10 este efecto de ver- El caos no se opone radicalmente a la racio-
dad, este efecto de real pueden tener alguna par- nalidad. Ésta está más o menos dominada, pero
cicipación en una ínfima localización del univer- ni siquiera las ciencias llegan a sus límites: en
so, haber nacido y durado por poco que haya determinado momento, aparece el muro del ob-
sido, aLLnque estén en vías de su desaparición? jeto y las leyes físicas se invierten o dejan de
funcionar. Nosotros no hemos salido, sin ern-
baro-o de la utopía de un conocimiento cada vez
1:) '

más sofisticado, pese a que esca ilusión radical


ya no sea intrínseca a la ciencia. Por mi parte,
insinuaría gustosamente una hipótesis casi ma-
niquea: en última instancia, ya no nos enfrenta-
ríamos a una apropiación del objeto del mundo
por parte del sujeto, sino a un duelo entre sujeto
y objeto. Y desconocemos su resultado ... Tene-
mos la impresión de que existe una especie de

56 .· 57
reversión, de revancha, de venganza, casi, del EL FINAL
objeto supuestamente pasivo, que se ha dejado
descubrir, analizar, y que se ha convertido súbi-
tamente en un extraño imán y, en cierto modo,
en un adversario. A11f se establece un antagonis-
mo casi fatal, semejante al de Eros y T ánatos, en
una suerte de enírenramienro merafísico.
En la actualidad, nuestras ciencias confiesan
la desaparición estratégica del objeto en la pan-
talla de la virrualización: a partir de ahora el ob-
jeto es inaprensible. Con esta palabra, aparece la cuestión del
Dicho sea entre nosotros, es algo que me tiempo, de su linealidad, de la representación tal
parece muy irónico: la re la de jtiego está a un-., vez convencional que de él cenemos: pasado,
to (ie_:_~biary nosotros emos ejado de im- presente, futuro, con un origen y un final. Exis-
ponerla. Ahr-est1 el destino de una cultura, te un binomio origen-fmaJ de la misma manera
nuestra cultura. Otras culturas, otras metafísi- que existen unas causas y unos efectos, o el suje-
cas, están sin duda menos quebrantadas por esta to y el objeto. De una u otra manera, rodas ellas
evolución, porque no han tenido la ambición, la cosas tranquilizadoras. Pero ahora nos encontra-
exigencia y la fantasía de poseer el mundo, de mos anee una especie de proceso sin límites, en
analizarlo para dominarlo. Pero, dado que he- el que el _final Y:ª no es distinguible. He hablado
mos pretendido dominar el conjunto de Jos pos- a esre respecro de «solLtción final» en el sentido
tulados, es, evidentemente, nuestro propio siste- de exterminio.
ma el que corre hacia la catástrofe. Pero el final es también el fin, la finalidad
de algo, lo que le da u11 sentido. Y cuando nos
hallamos en procesos que se desarrollan a través

58 59
de una reacción en cadena, que se hacen expo- mí mismo que no existiría (<paso» al año 2000
nenciales, más allá de cierra masa crítica, dejan porque ya se había producido mucho antes y
de tener finalidad y sentido. Canetti lo insinúa sólo se trataba de una especie de sobresalto de la
respecto a la historia: nosotros estamos más allá temporalidad. En tal caso, a falca de situar un fi-
de lo verdadero y de lo falso, más allá del bien y nal, intentamos desesperadamente descubrir un
del mal, sin medios para retroceder. Existiría principio. Lo demuestra nuestra compulsión ac-
una especie de punto de irreversibilidad más allá tual por G búsqueda de los orígenes: en los ám-
del cual las cosas pierden su final. Cuando algo bitos antropológicos y paleontológicos presen-
se acaba, llega a su final, es que realmente ha ciamos el retroceso de los límites temporales
existido, mientras que si ya no tiene final, entra- hacia un pasado también interminable.
mos en la historia interminable, en la crisis in- Mi hipótesis es que ya hemos franqueado el
terminable, en unas series de procesos intermi- punto de irreversibilidad, y que ya estamos en
nables. Los conocernos, ya están anee nosotros: una forma exponencial e ilimitada en la que
basta con mirar el desarrollo interminable y des- codo se desarrolla en el vacío, hasta el infinito,
mesurado de la producción material. sin poder apuntalarse en una dimensión huma-
En este sistema ya no existe un vencimien- na, donde se pierde a un tiempo la memoria del
to. He intentado ver, con motivo del paso al año pasado, la proyección del futuro y la posibilidad
2000, si seguíamos disponiendo del sentido del de integrar ese futuro en una acción presente.
vencimiento o si estábamos en una mera cuenta Estaríamos ya en un estado abstracto y desen-
atrás. La cuenta atrás no es el final, es la exte- carnado en el que las cosas persisten por mera
nuación de algo, el agotamiento de un proceso inercia y se convierten en el simulacro de sí mis-
que, sin embargo,""ñoesci concluicto, que pasa_a_ mas, sin que quepa darles fin. Ya no son más
ser interminable. Nos tropezamos entonces con que una síntesis artificial, una prótesis. Esto sig-
una alternativa paradójica: o jamás alcanzaremos nifica asegurarles una existencia y una especie de
el final o ya lo hemos dejado atrás. Me decía a inmortalidad y de eternidad, la del clon, la de

60 .· 61
un universo clónico. El problema que plantea la por suprimir las alternativas, por intervenir in-
historia no es el de su final, como afirma Fuku- cluso en el nacimiento, por anticipado, según
yama, sino, por el contrario, que no lo tendrá; rodas las posibilidades genéricas. Con10 codas
por tanto, se acabó la finalidad. estas posibilidades son tecnológicamente verosí-
He tratado el problema del final en térmi- miles, la tecnología ha sustituido a la determina-
nos de ilusión. Seguimos viviendo en la ilusión ción que hace que en un momento dado dos co-
de que algo tendrá un final, adquirirá entonces sas se excluyan entre sí, se separen, tengan un
un sentido, perrnirirá restituir el origen retros- destino diferente pero también la infinita posi-
pectivamente y, con ese comienzo y ese final, le- bilidad de hacerlo todo sucesivamente. Aunque
gitima el juego de las causas y los efectos... no sean dos metafísicas enfrentadas -en la medi-
La ausencia de final da la sensación de que da en que la tecnología no depende de la meta-
toda la información que recibimos está ya de- física-, sí aparece, como mínimo, t111 envire de-
glutida, regurgitada, de que todo estaba ahí, de cisivo desde la perspectiva de la libertad.
que nos encaramos con un infrarnelodrama de Pero si ya no existe un final, una finitud, si
acontecimientos de los que ignoramos si real- es inmortal, el sujeto ya no sabe lo que es. Y esa
mente han existido, si han sustituido a otros, lo inmortalidad es precisamente el fantasma últi-
cual nada tiene que ver con un acontecimiento mo de nuestras tecnologías.
que no podría dejar de suceder, el aconrecimien-
to fatal que señala verdaderamente el final pero
que adquiere de su propia fatalidad el estatuto
de acontecimiento.
EJ hecho de haber extraditado a la muerte,
o, por lo menos de intentarlo constantemente,
se percibe en los infinitos esfuerzos realizados
. . .
para retrasar su vencirruento, por no envejecer,

62 63
EL CRlMEN PERFECTO

~l cri_~~~pect<!.sería la e!i.~?i!1~~ión_4el
n1undo real. Pero lo que me interesa es la elirni-
·-
nación de la ilusión original, la ilusión fatal del
mundo. Cabría afirmar que el propio mundo es
un crimen perfecto: carece en sí mismo de mó-
vil, de equivalencia, de presunto autor. Cabría 1
1
imaginar por tanto que ya desde el origen esta-
)
mos en el crimen.
Pero, en el crimen perfecto, lo criminal es la
perfección. Perfeccionar el mundo equivale a
concluirlo, area11zarlo, y, por tanto, a encon~
- -
trarle una solución final. Pienso en esa parábola
--
sobre los- monjes del T-íber- que, desde hace si-
glos, descifran codos los nombres de Dios, los
nueve mil millones de nombres de Dios. Un

,' 65
día, llaman al personal de la IBM, que llega con más la muerte, pues ya 110 se trata de muerte
sus ordenadores, y en u11 mes acaban con toda la sino de exterminio. En un sentido literal, exter-
tarea. Ahora bien, la profecía de los monjes de- minar significa privar a algo de su fin propio,
cía que, una vez concluido este cotejo de los privarle de su caducidad. Significa eliminar la
nombres de Dios, el mundo llegaría a su fin. dualidad, el antagonismo de la vida y la muerte,
Evidentemente, los de la IBM no lo creen, pero, reducirlo todo a una especie de principio único
cuando descienden de la montaña, con su in- -cabría decir un «pensamiento único»- del
ventario terminado, ven. cómo las estrellas del mundo que se traduciría en todas nuestras tec-
firrnamenro se van apagando una tras otra. Es nologías; en la actualidad, muy especialmente
una parábola muy hermosa del exterminio del en nuestras tecnologías de lo virtual.
mundo a través de su última comprobación, que Así pues, es un crimen contra el mundo
lo completa a golpes de cálculo, de verdad. real, que se convierte en una función inútil,
Frente a un mundo que es ilusión, todas las pero, de una manera más profunda y más radi-
grandes culturas se han empeñado en gestionar cal, es u11 crimen perpetrado contra la ilusión
la ilusión mediante la ilusión, el mal mediante del mundo, es decir, contra su incertidumbre ra-
el mal, e11 cierto modo. Sólo nosotros pretende- dical, su dualidad, su antagonismo, codo lo que
rnos reducir la ilusión a -través d-e-Ia verdad, lo' contribuye a que exista el destino, el conflicto,
- que~~ la más fantástica de fas ilusio11es. Pero la muerte, De ese modo, al eliminar codo prin-
esta verdad última, esta· solucillñTillal, eq~ivale cipio negativo, se llegaría a un inundo unificado
a la exterminación. Lo que está en cuestión en el y homogeneizado, totalmente revisado en cierto
crimen perfecto perpetrado sobre el mundo, so- modo, y a través de ahí, e11 mi opinión, extermi-
bre el tiempo, sobre el cuerpo, es esta especie de nado. A partir de ahora, el exterminio sería
disolución a través de la com probación objetiva nuestro nuevo modo de desaparición, aquel con
de las cosas, a través de la identificación. Corno el que habríamos sustituido a la muerte.
ya se ha dicho, eso equivale a eliminar una vez Ésta es la historia del crimen perfecto, qtte se

66 67
manifiesta en toda la «operacionalidad» actual EL DESTINO
del mundo, en nuestras formas de realizar lo que
es sueño, fantasía, o utopía, de transcribirlo nu-
méricarnente, de convertirlo en información,
cosa que corresponde a lo virtual en su acepción
más general. Ahí está el crimen: se llega a una
perfección en su sentido de culminación fatal, y
esa totalización es un fin. No exisre otro destino
al margen de éste, ni siquiera existe «margen». El
~rimen perfecto dest~ye~ al~e~_9ad, al o~~ Es
eT reino de lo idéntico. El mundo se identifica Me gt1staría ofrecer una imagen del destino
\ consigo mismo, idéntico a sí 111isn10, por exclu- sacada del ámbito geográfico, la de la división
j sión de cualquier principio de alteridad. de las aguas, eJ famoso continental divide a parcir
En la actualidad, lo que sustenta la noción del cual, en los Estados Unidos, unas corrientes
de «individuo» ya no es el sujeto filosófico o el marinas parten hacia el Pacífico y otras hacia el
sujeto crítico de la historia, es una molécula per- Atlántico. Mediante ese reparto, en un momen-
fectan1e11te operacional pero abandonada a sí to determinado, dos elementos se separan, se-
misma y abocada a asumirse por sí misma. Ca- gún parece, irreversiblemente, y jamás volverán
rente de destino, sólo tendrá un desarrollo pre- a juntarse. La división es definitiva. Cabe decir
codificado y se reproducirá hasta el infinito, lo mismo del nacimiento, que es una separación
idéntica a sí misma. La «clonación» en su acep- definitiva. Una cosa adquiere forma de existen-
ción más amplia forma parte del crimen per- cia, otra no, y lo que no ha nacido simultánea-
fecto. mente se convertirá en el otro, y no dejará de
serlo.
Así pues, el destino sería una forma de sepa-

68 .· 69
L
ración definitiva e irreversible. Pero una suerte guiente, el destino tiene una forma en cierto
de reversibilidad hace que las cosas separadas modo esférica: cuanto más nos alejamos de u11
mantengan una complicidad. La ultramicrofísi- pttnto, más nos acercamos a él.
ca habla simultáneamente de la separabilidad y En otras palabras, el destino carece de «in-
de la inseparabilidad de las partículas. Adonde- tenciones», pero a veces tenemos la impresión
quiera que vayan, y aunque diverjan definitiva- de que mientras se desarrolla una vida de gloria
mente, cada partícula permanece vinculada y y de éxito, en otro lugar, oscuramente, un dis-
conectada a su antipartícula. Está claro que no positivo actúa en sentido contrario y convierte,
sabría llevar mucho más lejos la comparación, de manera imprevisible, la euforia en drama. El
pero explica la apariencia que el destino toma acontecimiento fatal no es el que cabe explicar
mediante unas causas, si110 aquél' qúe, en un
* -- -
en la tragedia, donde es la forma de lo que nace
y lo que muere bajo el mismo signo. Y el signo momento determinaCfo, -contradice rodas las
que conduce a la vida, a la existencia, también ~causalídades;-11ega·-de·-ocrá-parrepero poseía ese
es el que lleva a la muerte. Así pues, las cosas co- a·es.tTi1osecreto. Cabe encontrar, por tanto, unas
menzarán y finalizarán bajo el mismo signo. Ahí causas a la muerte de Diana e intentar reducir
está el sentido de la famosa historia de la muerte el acontecimiento a esas causas. Pero reclamar
en Samarkanda ... En la plaza de una ciudad, un unas causas para justificar unos efectos siempre
soldado ve que la muerte le hace un guiño, se será una coartada: de ese modo no se agota el
asusta, acude a casa del rey y le dice: «La muerte sentido o el sinsentido de un acontecimiento.
me ha guiñado el ojo, me iré lo más lejos posi- Ahora bien, en este caso lo que constituye el
ble, escaparé a Samarkanda.» El rey llama a la acontecimiento es una inversión de lo positivo
muerte para preguntarle por qué ha asustado a en negativo, un giro que hace que, cuando las
su capitán. Y la muerte le dice: «No he querido cosas son demasiado favorables, se conviertan en
asustarle, sólo quería recordarle que esta noche funestas, como si interviniera sigilosamente una
teníamos una cita e11 Samarkanda.» Por consi- fuerza sacrificial colectiva. El destino siempre es

70 71
el principio de reversibilidad e11 acción. En el palabra otra, igual que en un poema en que te-
mismo sentido, diría que el mundo es lo que nemos la impresión de que las palabras siempre
nos piensa, no de u11 modo discursivo sino al re- han tenido la vocación de ensamblarse.
vés, contra todos nuestros esfuerzos para pensar- De la misma manera, en la seducción apare-
lo al derecho. Todos encontraríamos fácilmente ce una forma de predestinación: yo no creo que
ejemplos al respecto. Incluso las coincidencias entre lo femenino y lo masculino exista única-
van acompañadas de todo un arce. Cuando el mente una relación diferencial, existe también
psicoanálisis habla de lapsus, de sustitución de una forma de destino. Siempre estamos destina-
términos en el chiste, se refiere también a un dos al otro, es un intercambio, una forma dual y
arte de la coincidencia: en un momento deter- no, conrrariarnenre a la concepción común, u11 \
minado aparece una atracción extraña entre destino individual. El destino es un intercambio }
unos significantes, y eso es lo que crea un acon- simbólico entre nosotros y el mundo que nos
• • I •
tecrmrento psiquico. piensa y que nosotros pensamos, donde se desa-
Me gustaría imaginar, como contrapunto de rrollan canco la colisión como la colusión, canco
este universo completamente informatizado que el enfrentamiento como la complicidad de las
podernos ver o prever, un mundo que sólo fuera cosas en ere sí.
una coincidencia. Un mundo así ya no sería un Ahí está el crimen, y la dimensión trágica.
mundo del azar y de la indeterminación, sino un El castigo es indefectible: existirá una reversibili-
mundo del destino. En cierto modo, todas las dad que hará que cada cosa, en su interior, sea
coincidencias están predestinadas. Se opondría vengada. Canetri lo dice: «No vale la pena que-
entonces a la destinación, a lo que tiene tina fi- rer la venganza, se cumplirá, se cumple automá-
nalidad clara, el destino, es decir, lo que tiene ticamente, mediante la reversibilidad de las co-
~

una destinación secreta, una predestinación, sin sas.» Esta es la forma del destino.
ningún sentido religioso. La predestinación diría:
cualquier momento predestina otro, cualquier

72 73
EL INTERCAMBIO IMPOSIBLE

Vivimos en el intercambio universalmente:


codas nuestras concepciones culminan en él en
un determinado momento, trátese del intercam-
bio mercantil o del concepto de intercambio
simbólico que yo he utilizado frecuencemenre y
que, en cierto modo, es su contrario. Pero es un
hecho que el intercambio sustenta realmente
nuestra moral, al igual que la idea de que codo
puede canjearse, que sólo existe lo que puede
adquirir un valor, y pasar, por canto, de una a
otra mano.
EJ destino aproxima el concepto de inter-
cambio imposible, por lo menos en lo absoluto.
El destino no se intercambia con nada. Es a.lgo
que, en un momento determinado, posee una

75
singularidad que no es intercambiable con nin- po. Pero la propia esfera económica, entendida
guna racionalidad, sea cual sea. Así pues, la en su globalidad, no es intercambiable con na-
dimensión radical del destino sería la del inter- da. No existe una meraeconornía, una trascen-
cambio imposible. En mi opinión, el intercam- dencia con la que pudiera medirse. No existe
bio es una trampa, una ilusión. pero codo nos una finalidad última con la que la economía,
lleva a actuar como si todo pudiera intercam- como tal, podría intercambiarse. En su interior
biarse, las ideas, las palabras, las mercancías, los caben codas las circulaciones, pero no existe la
bienes, los individuos... S:o~a prop@ menor trascendencia, «Otra cosa» contra cuyo
ll]_uer1e p..ud_!s:.ra intercambiarse C9JL.algo. Y si- valor podría intercambiarse.
gue siendo una modalidad del intercambio des- Y, e11 el límite, cabe sostener el mismo razo-
cubrir razones para todo, descubrir causas, namiento respecto al propio mundo. El mundo
descubrir finalidades. Para que esta trampa no es intercambiable ya que, en s~ globali-
funcione, es preciso que codo tenga un referen- ~ce-~e_e_qi:i'v~ente e~ otro lugar. Y con1~-
te, un equivalente, en algún lugar. O sea, una Coao forma parte del inundo, -no existe nada ex-
posibilidad de intercambio en términos de va- terior a él con lo que pueda medirse, comparar-
lor. Y, por el contrario, lo que no se intercam- se, y alcanzar, así, un valor mensurable, En cier-
bia sería, quemando etapas, la «parte maldita» to modo, 110 tiene precio.
mencionada por Bataille, y ésta hay que redu- Pero a partir del momento en que algo es
cirla. nombrado, codificado, cifrado, reaparece el cir-
Creo que, pese a todos nuestros esfuerzos, cuito del intercambio. En ese momento, la ((par-
este intercambio imposible es omnipresente. Si ce maldita» se convierte en un valor. En la ac-
tomamos el ejemplo del ámbito económico, que tualidad, tanto la desgracia como la miseria se
es el ámbito privilegiado del intercambio, cual- negocian perfectamente. Por decirlo de algún
quier cosa es en principio intercambiable, ya modo, existe una cotización de los valores 11ega-
que ésa es su condición de entrada e11 ese carn- tivos. Lo mismo ocurre con la deuda, gue tiene

76 77
algo de negativo y algo de virtual, y puede ne- mas carecen de sentido, porque no existe 11~da
gociarse, venderse o comprarse. Creo que es exterior a ellos que pueda convertirlos en valor.
Nietzsche quien habla de la deuda redimida. Entramos entonces en la dimensión casi sobre-
Esta redención de la deuda es la estratagema de natural del intercambio imposible. En algún lu-
Dios: ha enviado a su hijo para redimir la deuda gar, nuestra ley moral del intercambio deja de
del hombre, y el hombre jamás podrá redimirla, funcio11ar. ¿Cómo denominar a ese lugar? No es
ya que el acreedor ya lo ha hecho antes. De ese un universo, porqt1e precisamente lo universal,
modo, el hombre nunca podrá pagarla y será u11 de acuerdo con nuestra concepción, delimita un
deudor perpetuo. Y lo que vale para Dios, vale, espacio en el que todos los intercambios son po-
actualmente, para el capital: el sistema crea una sibles: nos hallamos en el centro universal del
deuda ilimirada que él mismo redime de vez en intercambio. E11 cualquier caso, en un lugar en
cuando, renegocia, po11e de nuevo en circula- el que ya no se puede llevar a cabo la reconcilia-
ción, hasta el infinito ... Un poco a la manera del ción de una cosa COI1 SU ~aJor, con el. referente
diablo, que, después de con1prar la sombra del q~e le otorga uñ señríd'~.AsÍpues, ya-no existe
hombre, la recicla. "un Intercambio sino una dualidad. Mientras
Corresponde a la estrategia del propio siste- que en el intercambio existen igualrnente dos
ma mantener un intercambio que no se sustenta términos, pero sobre todo paso de u110 al otro,
en nada, pero que posee roda la eficacia de un circulación -una circulación consensual, recon-
intercambio positivo. El sistema puede reinte- ciliada, en la que los contratantes están de
grarlo todo, con la salvedad de que en sí no con- acuerdc--, allí el consenso no puede funcionar, y
sigue ser equivalente a nada. Cualquier sistema la consecuencia es que tales sistemas están obse-
-económico, político, esrético- tiene sus moti- sionados por este límite, el muro del inrercam-
vos, sus causas internas que posibilitan los inter- bio imposible. En todos los sistemas que poseen
cambios. Pero existe un límite, una masa crítica, un desarrollo cada vez más proliferante, la satu-
una frontera, más allá de los cuales estos sisee- ración conduce a ese muro del intercambio im-

78 79
posible, y la repercusión de ello es su propio de- nifica que jamás se podrá definir simultánea-
sarreglo interno. menre una cosa -la vida, por ejemplo- y su pre-
\ Pero el caso es que estamos a punto de in- cio. No se puede capear al mismo tiempo lo real
1
1 ventar ér_ásic_oe~ivalenre general, lo vir-_ y su signo: jamás podremos dominar ambas co-
tual. Se presenta como algo cifrado, codificado, sas simultáneamente. 1
~d~~de codo podrá medirse con una misma me-
dida, extremadamente reductora: el sistema bi-
nario, la alternancia 0/1. Nada escapará a esta
ecuación simplificadora. Ahí reside la forma úl-
tima del intercambio, su forma más abstracta,
su forma límite, próxima aJ intercambio imposi-
b.le. Podríamos asociar a esa idea la de incer-
tidumbre, en el sentido e11 que se utiliza en la
física del «principio de incertidumbre». Todo
contribuye a hacernos vivir en un mundo que se
sumerge en una incertidumbre definitiva. Ya no
se trata de esa incertidumbre relativa que de-
pende de los retrasos de la ciencia, de estructu-
ras mentales poco sofisticadas. Siempre existirá
esta línea más allá de la cual un sistema, al ser
incapaz ya de demostrarse a sí mismo, se revuel-
ve en ese momento contra sí mismo. En física,
el principio de incertidumbre estipula que no
cabe a un mismo tiempo definir la situación y la
velocidad de una partícula. En nuestro caso, sig-

80 81
LA DUALIDAD

En el fondo, los mundos paralelos son la


consecuencia de una realidad que se disocia por-
que nos hemos excedido en nuestro deseo de
unificarla, de homogeneizarla. ¿La dualidad -de
la que, en cierto modo, la reversibilidad es una
forma aplicada- debe ser colocada al principio?
¿Nos enfrentamos a un orden o un desorden del
mundo en el que existiría originariamente una
coexistencia antagonista de dos principios eter-
nos, el bien y el mal, como afirma el pensamien-
to maniqueo? Si el mundo creado es la obra del
mal, si el mal es su energía, resulta bastante ex-
traño que en él pueda aparecer el bien, la ver-
dad. Siempre nos hemos preguntado acerca de
la perversidad de las cosas, de la naturaleza hu-

83
mana ... Pues bien, convendría plantearse la pre- mal culmina en un bien. Existen, por consi-
gunta inversa: ¿cómo es posible que, en un mo- guiente, unos efectos de bien y de mal total-
mento determinado, pueda existir el bien, que mente contingentes, totalmente flotantes, hasta
en algún lugar, en una película del mundo, pue- el punto de que es ilusorio considerar separada-
da instituirse el principio del orden, un princi- mente los dos principios y pensar qLte existe en-
pio de regulación y de equilibrio que funcione? tre ambos una opción posible basada en algún
Este milagro es ininteligible. cipo de razón moral,
Creo que las cosas son diferentes. Lo que Recuperando la conocida metáfora del ice-
nos resulta más difícil de entender es el princi- berg, la dualidad supone que el bien es la déci-
pio dual, en la medida en que estamos moldea- ma parte emergente del mal ... Y, de vez en cuan-
dos por una filosofía general de la unidad: todo do, se produce una inversión, el mal ocupa el
lo que la contraviene es considerado inconcebi- lugar del bien, y a continuación el iceberg se
ble. Intentamos controlar no lo que existe, sino funde y codo se reconvierte en una especie de
lo quzen nombre efe este presU¡}uesro, no debe- fluido en el que el bien y el mal se confunden.
ría existir. Por mi parre, consíaero mucho máS - En cualquier caso, considero que la dualidad
--
fascinante plantear en principio una dualidad es el auténtico origen de cualquier energía, sin
irreversible e irreconciliable, Enfrentamos el que eso signifique pontificar acerca del principio
bien y el mal en términos dialécticos para posi- -bien o mal- originario, Lo esencial es su anca-
bili tar l,!rta morcll';'i es decir, para que se pueda gonismo y la imposibilidad en que nos hallamos
1 optar ent-;e-u-ño y otro. Ahora bien, nada asegu- para fundar un mundo del orden y explicar al
ra qtte exista realmente esta opción a causa de mismo tiempo su contexto coral de incertidum-
una reversibilidad perversa que hace que, casi bre. Resulta imposible, y eso es, precisamente, el
siempre, codos los intentos de hacer el bien con- mal.
duzcan, a medio o a largo plazo, al mal. Es evi-
dente que también se produce lo contrario: el

84 85
EL PENSAMIENTO

El mundo nos piensa, pero eso somos noso-


tros quienes lo pensamos ... En realidad, el pen-
samiento es una forma dual, no corresponde a
un sujeto individual, se reparte entre el mundo
y nosotros: nosotros no podemos pensar el
mundo, porque, en algún lugar, él nos piensa a
nosotros. Así pues, ya no se trata de un pensa-
miento sujeto, que impone un orden situándose
en el exterior de su objeto, sosteniéndolo a
distancia. Puede que esta situación no haya exis-
tido nunca, sin duda no es más que una majes-
tuosa representación intelectual, que ha conoci-
do, de todos modos, una expansión fantástica.
Pero, a partir de ahora, algo ha cambiado: el
mundo, las apariencias, el objeto, están irrum-

87
piendo. Este objeto, que habíamos querido mente adecuado a la imagen de un mundo gue
mantener e11 una especie de pasividad analítica, se suponía determinado. Ya no lo es para un
se venga ... Me complace basranre la idea de esre mundo desestabilizado e inseguro. Así pues, es
desquite, de este efecto devolución que nos obli- preciso recuperar una especie de pensamiento-
~ ga a tenerlo en cuenta. Ahí nace la incertidum- acontecimiento, que consiga convertir la incerti-
bre, pero esta incertidumbre del mundo ¿la in- dumbrc en principio y el intercambio imposible
1 yecta en el mundo el pensamiento? ¿O será la en regla de juego, sabiendo que 110 es intercam-
ilusión radical del mundo lo que contamina el biable por la verdad, 11i por la realidad. Es otra
pensamiento? Es posible que esto permanezca cosa, que seguirá siendo enigmática. ¿Cómo
definitivamente irresuelto. Pero eso no impide puede ubicarse sin aspirar al dominio de la sig-
que la desaparición de la fijeza del sujeto pen- nificación, permaneciendo en el flujo de las apa-
sante, fundamento de nuestra filosofía occiden- riencias, sin tener referencias respecto a la ver-
tal, y la conciencia de u11 intercambio simbólico dad? Ahí está el principio del intercambio
del mundo y del pensamiento desestabilicen los imposible, y me parece que el pensamiento debe
discursos de orden y de racionalización, inclui- tenerlo en cuenta y convertir la incertidumbre
do el discurso científico. El pensamiento vuelve e::,n una rc:g!a de_ju~gQ.: Pero tiene que saberqne--
a convertirse así en un pensamiento-mundo, en ~ga sin conclusión posible, en una forma defi-
el que ningún territorio puede jactarse de un nitiva de ilusión, por consiguiente de apuesta
dominio analítico de las cosas. Y si, como yo que incluye su propio estatuto.
creo, el estado del mundo es paradójico -ambi-
guo, inseguro, aleatorio o reversible--, es preciso El orden de las cosas, el orden de las apa-
encontrar un pensamiento que sea también pa- riencias, ya no puede seguir confiado a un su-

p nsamiento
.._ ~ -
radójico. Si _quiere dejar huella en el mundo, el
debe estar hecho a su imagen y se-
- jeto de saber determinado. Yo quiero un pensa-
iento paradójico y seductor, siempre, eviden-
e m
mejanza. Un pensamiento objetivo era perfecta- temente, que no se confunda la seducción con
88 89
la manipulación halagadora, sino con una ter- 1A PALABRA FINAL
giversación de la identidad, una tergiversación
-aer ser. -
El caso es que el pensamiento no actúa a fa-
vor de la identificación de las cosas, como hace
el pensamiento racional, sino de su desidentifi-
cación, de su seducción, o sea, de su tergiversa-
ción, pese a su voluntad fantasmal de unificar el
mundo bajo su dependencia y en su nombre.
Evidentemente, ese pensamiento es un agen-
te provocador, que_gestion~ la ilu~ión_por la .i-k+-- Resultaría extremadamente presuntuosa la
_sión. No pretendo que ese t1po de pensarnien- pretensión de ofrecer una palabra final. Pero
to se aplique por doquier. Tal vez sea necesario creo que hemos recorrido un itinerario en el que
aceptar dos niveles de pensamiento: un pensa- los términos se han rnetabolizado entre sí -la
miento causal y racional que corresponde al muerte, lo fatal, lo femenino, la simulación- si-
mundo newtoniano en el que vivimos, y otro guiendo una especie de espiral. No hemos avan-
nivel de pensamiento, mucho más radical, que zado ni un solo paso en acercarnos a una finali-
formaría parte de un destino secreto del mundo, dad eventual. Nos hemos limitado a recorrer un
del que sería una especie de estrategia fatal. determinado número de paradigmas q,ue sólo
terminarán en el momento de su metamorfosis.
Pues si los conceptos mueren, mueren de mane-
ra óptima, si vale la expresión, al pasar de una
forma a otra, lo que sigue siendo la mejor mane-
ra de pensar. Por tanto, no hay final, no hay

--
conclusión. En mi opinión, un pensamiento es
.... _,,,,.
90 91
1

radical en la medida en que no pretende demos- catástrofe y de provocación en un mundo qu~ se


trarse a sí mismo, comprobarse en una deterrni- empeña en depurarlo todo, exterminar la muer-
, nada realidad. Eso no significa que niegue su te y la negatividad. Pero al mismo tiempo tiene
existencia, que sea indiferente a su impacto, sino que seguir siendo humanista, preocupándose
que depende en lo esencial de mantenerse como por lo humano, y recuperar para ello la rever-
elemento de un juego cuyas reglas conoce. El sibilidad del bien y el mal, de lo humano y lo
~o punto ~o es lo inefable, el hecho de que inhumano.
permanecerá, y codo el trabajo del pensamiento
tiene por o6jefívo preservarle.
Pero la presencia inalienable de lo inefable
no me lleva a un pensamiento ajeno a la situa-
ción, que sólo está relacionado con Ja especula-
ción abstracta y con la manipulación de ideas
surgidas de la historia de la filosofía. Intento
desprenderme de un pensamiento referencial y
finalista para proseguir u11 juego propio de un
pensamiento consciente de que algo diferente lo
piensa. Por ese motivo siempre he estado bas-
tante cerca de la actualidad, menos en términos
sociológicos o políticos que para medir el ángu-
lo de incidencia sobre ella de un mundo parale-
lo con el cual se establece una perpetua confron-
.,
tacron.
El pensamiento tiene que desempeñar un
papel catastrófico, ser él mismo un elemento de

92 93
ÍNDICE

El objero.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
El valor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
El in rercam bio simbólico . . . . . . . . . . . . . . 23
La seducción . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . 29
Lo obsceno.. . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . 35
La transparencia del mal. . . . . . . . . . . . . . . 4l
Lo virtual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
La aleatoriedad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
El caos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
El final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
El crimen perfecto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
El destino. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
El intercambio imposible . . . . . . . . . . . . . . 75
La dualidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
El pensamiento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
La palabra final.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Al analizar los vínculos que mantienen los grandes movlmlenlos
sociales y la obsesión contemporánea de la producción, Jean
Baudrillard se sitúa en el centro de la problemática de una gonoraclón
rebelde a las referencias impuestas por la omnipotencia del mercado.
A la «virtualización» de nuestro mundo, a la univocidad del «Comercio»
de los signos, a las virtudes ilusorias de la transparencia y a la
• Jean Baudrillard
mixtificación del valor mercantil, opone la prodigalidad del Intercambio
simbólico, el desafío de la seducción, el juego inlimo de lo aleatorio, la
reversibilidad del destino.
Agentes seductores de un pensamiento que se reivindica como
provocador y paradójico, dieciséis contraseñas cristalizan aquí las
ideas clave de sus obras, siguiendo el principio estético y pedagógico
de un abecedario. Un libro accesible y de una gran libertad de tono,
una especie de paleta que reparte a pinceladas los principales
conceptos filosóficos de Baudrillard.
«Desde hace un cuarto de siglo, Jean Baudrillard -oío melancólico, ,_
l
voz de barítono- publica libros como arrojando al mundo sus
mensajes radicales y crípticos. Solitario, nietzscheano, posmoderno.
Un desperado que acecha con delectación el apocalipsis ... En el fondo
Baudrillard es un analista de un mundo amenazado por el consenso y
desertado por la razón» (Jean-Paul Enthoven, Le PoinQ.
«Dieciséis contraseñas como otros tantos Sésamos destinados, si no a
abrir. por lo menos a facilitar la entrada a la obra consecuente de Jean
Baudrlllard» (La Quinzaine Littéraire).
Jean Baudrillard es uno de los más interesantes y provocativos
pensadores de nuestro tiempo. En Anagrama se han publicado las
obras siguientes: Las estrategias fatales. La izquierda divina, El otro I
por si mismo, América, Cool Memories, La transparencia del mal, La
guerra del Golfo no han tenido lugar, La ilusión del fin, El crimen
perfecto, El paroxista indiferente, Pantalla total y Contraseñas.
,.,,
_ontrasenas

... ... , • ..... .. 1*11 ...


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