Sunteți pe pagina 1din 46

FUNDACIÓN PARA EL DESARROLLO DEL CEREBRO I.A.P.

Presenta:

CUADERNOS DE

NEUROPEDAGOGÍA CUÁNTICA
Y
NEUROCIENCIAS

1
APRENDIENDO A MANDAR,
APRENDIENDO A OBEDECER

Por Joaquín Castelán Ramírez


Presidente, Patrono, Fundador.

2
INDICE:

INTRODUCCIÓN…………………………………………. 4

PODER VS AUTORIDAD……………………………........ 7

A QUIEN OBEDECER……………………………………. 17

ESTRUCTURACIÓN DE LAS NORMAS………………… 23

APRENDIENDO A OBEDECER………………………… 32

LAS OBLIGACIONES DEL NIÑO………………………. 37

LA DISCIPLINA INTERNA………………………………. 43

LOS MIEDOS DE LOS PADRES……………………….. 46

LA EDUCACION EN LIBERTAD………………………. 50

LAS DISFUNCIONES CEREBRALES…………………. 54

3
“Para que se le quite”
Frase común en México

INTRODUCCION

Cuando padres o maestros se quejan porque los niños o adolescentes no obedecen, hacen
berrinches, son inquietos, agresivos, pelean o golpean a sus compañeros (bullyng), consumen
drogas, platican mucho, se salen del salón de clases, no cumplen con las tareas, no respetan
los límites; parece ser, y así lo piensan muchos de ellos, que padecen alguna anomalía, están
fuera de lo normal, hay una lesión o disfunción cerebral que corregir con un tratamiento
psicológico o farmacológico, en algunas ocasiones tienen razón. Sin embargo, observamos
niños completamente sanos con los mismos problemas, sin alteraciones anatómicas o
funcionales del cerebro, en caso de que existiesen, son tan poco significativas que no justifican
realmente esa variación en la conducta. Lo curioso es que pocas veces padres y maestros se
ocupan cuando, por el contrario, los niños son sumisos, obedientes o sujetos de violencia por
sus compañeros. Les preocupan los violentos, los inquietos, que toman lo ajeno, los
mentirosos, los que no siguen sus indicaciones y a veces les retan, pero no les preocupan los
violentados ni los tranquilos, dóciles o apacibles, elogiados siempre porque no les causan
problemas y, suelen decir: se portan muy bien o que tienen buena conducta.

En la escuela, en particular, la desobediencia se manifiesta también en la negativa de los


alumnos a seguir las indicaciones de los maestros, cumplir con las tareas, copiar todo lo que
está en el pizarrón o atender lo que el maestro dice y haciéndoles la competencia cuando
platican con sus compañeros de un tema interesant6e para ellos. Los maestros se quejan con
los padres diciéndoles que sus hijos no quieren trabajar, no hacen las tareas, no siguen las
indicaciones. Sabrán o se imaginaran el origen de la palabra trabajar del latín tripàliari,
tripalium, torturar. Esa palabra la usaban los esclavos de la antigua Roma para referirse a las
actividades que les imponían sus amos. Si en latín para acciones similares se usa la palabra
laborare, laborar, labrar, de donde vienen labor, elaborar, colaborar y otras usadas por los
hombres libres. ¿Por qué los maestros como los esclavos de la antigua Roma eligieron
precisamente el verbo trabajar para referirse a la actividad escolar del niño? ¿Por qué
necesitan torturarlo con tareas absurdas y exigencias que no puede cumplir obligándolo a
desobedecer? ¿Podrían los adultos decir que el niño no quiere colaborar sin sentir la
importancia de su participación como educadores y su coparticipación en la guía hacia el
conocimiento?

El problema de conducta es, en muchas ocasiones, la manifestación de las dificultades, del


conflicto, de un adulto que quiere controlar al niño a base de castigos o complaciéndolo
dándole todo lo que le pide, premios ofreciéndolos a cambio de alguna actividad sin
preguntarse lo que pasaría si no los quiere, para en algún momento poder negárselos

4
convirtiéndolos en castigos, con el propósito de mantener el control, en oposición a la
capacidad intelectual y emocional del niño para cuestionar la efectividad de un modelo
educativo empleado, supuestamente, como favorecedor de su formación integral y desarrollar
su capacidad de actuar y pensar como individuo. Pero en realidad es un sistema utilizado con
la mayoría de los niños con mejores resultados para las fantasías de los adultos, una relación
de poder donde el adulto quiere mandar, porque le es más fácil y deseable conseguir un hijo o
alumno obediente, dócil y temeroso del castigo a quien la sociedad pueda manipular con
facilidad.

Estas son actitudes que las nuevas generaciones han venido copiando, provocando la
aparición, dentro y fuera de las escuelas de manera mucho más frecuente, de un fenómeno al
que han dado en llamar “Bullying”, antes se decía: ”agarrar a un compañero de puerquito” para
molestarlo tanto física como verbalmente de forma muy violenta. Se ha perdido de vista que la
violencia interpersonal disminuye cuando el poder se vuelve más centralizado, básicamente,
cuando se restablece en la familia la autoridad de los padres. Quizá la pregunta que
deberíamos hacer es: ¿qué paso con la autoridad de los padres, de los maestros y del director
de la escuela, del gobierno de la ciudad en general? La pérdida de esa autoridad en las
escuelas ha llegado a tal grado que los maestros mismos son víctimas de ese fenómeno,
cuando son amenazados por los padres de los alumnos, sin tener razón, con demandarlos por
daño psicológico, y hasta por los alumnos mismos, los llamados porros en las escuelas
superiores son quienes aterrorizan a la población escolar, los despojan de sus pertenecías, los
golpean, los insultan, los extorsionan, o de quienes en las calles se apoderan de las vías
públicas, obstruyendo su uso poniendo obstáculos inclusive sobre las banquetas, para que los
vecinos no se estacionen aunque ellos no las ocupen sin que exista una autoridad que aplique
el reglamento de la ciudad. A veces los adultos dicen que el niño o adolescente tiene
problemas con la autoridad cuando la verdad es que esta no existe. El papá dice que no y la
mamá dice que si o viceversa o intervienen los abuelos para alterar las ordenes de los padres,
entonces la autoridad queda en manos del niño, él es quien decide a quien obedecer.

La escuela, la sociedad, en particular los padres y los maestros se asustan porque no saben
que hacer y entonces recurren al castigo, pero no como último recurso, sino por el contrario es
la primera opción para aplicar sanciones, muchas veces disfrazado, y cuyos resultados son
contraproducentes, solo obtienen resentimientos y más violencia. Como sucede cuando los
diputados aprueban leyes para combatir la delincuencia, solo se les ocurre proponer penas
más severas incluso la pena de muerte, como si esa fuera la solución. No se contemplan los
problemas referidos como el resultado de una mala educación, sino que los atribuyen a las
características del niño al cual quieren modificarle la conducta señalándolo como flojo, aquí
cabe el clásico “si puede pero no quiere”, es flojo o rebelde o castigando al castigador, en vez
de reeducarlo, aplicando la máxima de “peguen adelante que atrás vienen pegando”.

Apoyándonos en los conocimientos que ahora ofrecen los avances en las ciencias neurológicas
a la pedagogía, para poder conformar un enfoque neuropedagico, queremos desarrollar una
forma de relacionarnos con el niño fundamentada objetivamente, con la pretensión de ayudar a
construir una sociedad menos inhumana, donde no se le obligue a someterse a los adultos, ni

5
estos se conviertan en sirvientes o esclavos de los caprichos de los niños; donde el miedo a la
represión y al castigo deje de ser la base de la convivencia entre generaciones; donde se
permita y posibilite la igualdad de unos con otros en una relación dialéctica entre educandos y
educadores; donde el adulto pueda conocer el punto de vista del niño, y el niño reconozca el
punto de vista del adulto, sin que ninguno de los dos se vea obligado a supeditarse al otro, sino
que prevalezca la negociación de intereses entre las partes y el desarrollo emocional e
intelectual de ambos, en una relación verdaderamente democrática, bajo el entendido que la
democracia sólo puede darse entre iguales porque valen lo mismo, tomando en cuenta que el
niño va a convertirse en adulto, está en un proceso de desarrollo, donde deje de decirse “para
que se le quite”, una relación donde prevalezca el respeto mutuo.

6
La vida será menos inhumana cuanto mayor
sea la capacidad individual de pensar y actuar.

Simone Weil

PODER VS AUTORIDAD

El hombre nació para ser libre porque puede pensar.

En la actualidad se pretende preparar a niños y jóvenes en la llamada educación para la


realidad, pero se actúa como si la realidad fuera únicamente aquella que perciben los adultos.
Esto da al procedimiento un carácter marcadamente represivo, en la medida en que quiere
obligar al educando a renunciar a sus impulsos y tendencias naturales sometiéndose o
rebelándose, lo cual en última instancia es lo mismo, porque no se manifiesta la capacidad de
actuar independientemente, sin más opciones, para obtener su adaptación paulatina a las
exigencias de la sociedad, contra la naturaleza del serhumano, dotado de una capacidad innata
para decidir cuando deja salir sus pulsiones o las reprime acorde con las circunstancias. Esta
cualidad está basada en el principio de incertidumbre con el que actúa el cerebro humano ante
la estructura de la realidad, las cambiantes circunstancias, los diferentes puntos de vista,
reflejado en la posibilidad de facilitar o inhibir la información que llega a sus receptores y
construir un nuevo modelo de observación, a quien en un nivel más complejo sólo basta
plantear adecuadamente las alternativas para aprender a elegir una o más de ellas y desechar
otras desarrollando su sentido de responsabilidad,
El hombre cuenta, derivada del proceso evolutivo de su cerebro, con esa facultad para analizar,
elegir, y, en última instancia, decidir entre dos o más posibilidades después de evaluar el
resultado de sus acciones, por eso podemos estar de acuerdo en que, en principio, el hombre
nació para ser libre porque puede pensar. Esta capacidad le permite contemplar, en primer
lugar, que esa libertad no le viene de manera gratuita por que por su misma naturaleza está
sometido a un determinismo biológico del cual es esclavo, sus reacciones reflejas e instintivas
proceden de una fuente distinta a su pensamiento.
Sin embargo, al desarrollar niveles superiores de actividad cerebral y enfrentarse a mayores
exigencias sociales, paralelamente, genera los recursos intelectuales para poder contemplar la
similitud entre las condiciones impuestas por esa naturaleza de la cual forma parte y sus
reacciones resultado de su propio sometimiento o esclavitud a la estructura social en la que se
halla inmerso, como el trabajo impuesto en una cadena de montaje, el consumismo al que le
llevan las técnicas de la mercadotecnia, las normas irracionales establecidas por la familia y la
escuela, entre otras muchas, y así plantearse como alternativa liberarse de esa esclavitud
social y convertirse en un ser independiente, gracias a su capacidad de pensar y actuar.
Así como la naturaleza crea necesidades vitales que hacen al hombre su esclavo, la sociedad a
su vez crea entre otras, principalmente, la necesidad de consumo para mantener esa
esclavitud, y cuando el hombre no piensa y no actúa frente estas situaciones sociales, la

7
postura de la sociedad se vuelve determinista y convierte al hombre en un ser dependiente de
los demás. Ejercitar su capacidad de pensar le permite al hombre captar las dos opciones:
tomar como modelo la estructura biológica para mantenerse en la esclavitud dentro de ese
determinismo biológico, aceptando el determinismo social, o examinar ambas propuestas para
decidir si se encamina hacia la libertad. Eso se obtiene cuando la misma sociedad enseña al
niño a obedecer al adulto, cuando éste tiene razón y en la medida que va formándose como
adulto, usando el mismo modelo, aprende a obedecer a la naturaleza y a la sociedad
conociendo las leyes que las rigen, en esas condiciones puede contemplar la posibilidad de
modificarlas.

El propósito de la escuela no es formar seres libres,


sino futuros esclavo empleados

Cuando leemos sobre la vida de los prisioneros de guerra, sobre todo los capturados durante la
segunda guerra mundial, o en otros momentos de la historia, donde encontramos alguna
referencia acerca de la vida de los esclavos, nos horroriza pensar en lo difícil que debió ser
estar sometido a la voluntad o a los caprichos de los patrones, los amos, los vencedores, los
conquistadores, sin contar con opciones para desarrollarse como persona, pero también puede
ser una postura muy cómoda dejar la posibilidad de decidir en manos de otros como cuando la
persona dice no sé, no acudo a votar en las elecciones, no me comprometo, dejo que los
demás decidan por mí.
En la actualidad, al hombre no se le prepara para cuestionar hasta que punto es esclavo del
consumismo, de la moda, de las drogas, y en el caso de muchas mujeres, de sus parejas por
que estas les proporcionan comodidades a cambio de una obediencia casi total a los caprichos
de estos y de sus hijos, de quienes se convierten en sirvientas para no tomarse la molestia de
educarlos y enseñarlos a usar sus propios recursos para ser independientes e independizarse
ellas mismas. No es extraño escuchar a una mujer de cierta edad decir que su marido o sus
hijos no le dan permiso, o le tienen prohibido realizar ciertas actividades o que su pareja le
permite trabajar siempre y cuando cumpla con sus obligaciones hogareñas, aunque esto no
sea del todo verdad si nos muestra el universo lingüístico en que se mueve para justificar su
esclavitud social.
En la escuela se prepara al alumno para la esclavitud social al proponer un modelo de
enseñanza basado en la noción de competencia, privilegiando el desempeño en contextos
laborales, por encima de la realización plena del ser humano en todos los campos de su
actuación. Los técnicos suponen que con este muy cuestionable modelo, supuestamente
educativo, la economía del país va a mejorar y en consecuencia seremos más competitivos
como nación. El propósito de la escuela no es formar seres libres para pensar y actuar; formar
ciudadanos como los define González Pedrero (2012) “un ciudadano sabe pensar y actuar, y
conoce sus derechos y obligaciones en relación con la sociedad de la que forma parte y está
en comunicación permanente con sus conciudadanos” es “lo contrario de un hombre
adocenado qué solo ejecuta ordenes sin reflexionar si está de acuerdo o no con ellas”, que en
las elecciones vota por un partido porque es el que siempre gana. Por eso vemos que se
pretende formar futuros empleados adocenados para las empresas o el campo. Buenos

8
jardineros para que sean competentes del otro lado de la frontera y envíen las divisas que el
país es incapaz de generar en alguna otra forma. No se le prepara en la competencia para usar
recursos como la lectura, la escritura y las matemáticas en la resolución de problemas de la
vida diaria intelectual o emocional. Para convertirse en persona culta cualquiera que sea su
oficio. Se le exige que lea para resolver el cuestionario que viene anexo en su cuaderno de
trabajo escolar o en el examen bimestral, salvo excepciones, nunca se le prepara para
informarse como trabaja una maquina y hacerla su esclava, o como funciona la naturaleza para
poder dominarla por eso acaban prisioneros de las redes sociales en el internet, o aumentar su
cultura, manteniendo su cerebro en optimas condiciones. La prueba está en que en nuestro
país el tiraje de libros y revistas culturales es mínimo en relación con la cantidad de habitantes,
misma que contrasta con el bombardeo que se hace de juegos y videojuegos llamados
inteligentes pero que idiotizan a la población.
“Sólo cuando el hombre es capaz de utilizar su pensamiento para analizar el medio en que se
desenvuelve puede alcanzar verdaderamente la libertad de pensar y actuar”, como sucede, de
acuerdo con Simonne Weil (1978), “en la resolución de un problema de aritmética o geometría
en donde todos los elementos de la solución están ya dados, y el juicio del hombre es la ciencia
capaz de establecer entre esos elementos la relación que constituye la solución buscada”.
En un triángulo rectángulo la relación de la igualdad de la suma del cuadrado de los catetos
con el cuadrado de la hipotenusa es una solución ya dada por la misma naturaleza, pero solo a
través del análisis de los elementos que conforman ese triangulo, es como se puede revelar
esa relación. El niño descubre que la relación que existe entre las piezas constituyentes de un
juguete es la base de su estructura y funcionamiento. El descubrimiento de la invariancia de las
cantidades le llevará en el futuro a descubrir la primera ley de la termodinámica, “ la materia no
se crea ni se destruye sólo se transforma”. El poseedor de licencia en cualquier profesión, a
través de la exploración de signos y síntomas establece un diagnostico, un tratamiento, un
pronóstico, y el análisis del modo en cómo actúan la fuerzas productivas en la sociedad provee
los elementos para que el hombre pueda liberarse y salir de la enajenación de la esclavitud
social a la que se encuentra sometido. Por eso en la escuela no se enseña a manejar el salario
real que recibe una persona, esto le llevaría a darse cuenta de su disminución porque con la
misma cantidad de trabajo consigue menos satisfactores, aunque reciba más dinero. No se ha
enterado que en los 50s, por ejemplo, con lo obtenido en un día de trabajo, pagado con el
salario mínimo, $10.00 le alcanzaba para un kilo de carne y le sobraban $4.00. Actualmente
con ese mismo salario de un día compra medio kilo de carne. Quizá la más clara definición de
la esclavitud cultural queda contenida en esta frase: quien no conoce la historia está
condenado a repetirla. Quien no es capaz de cuestionar los hechos de la historia no puede
utilizarlos para analizar el presente, porque la enseñanza de la historia es para pensar no para
memorizarla.
Por su tradición histórica la institución escolar, cuyo papel seria proveer elementos para
desarrollar el cerebro humano y propiciar la capacidad de pensar, y derivada de ella la libertad
para poder decidir, en realidad está conformada para ahogar el desarrollo emocional e
intelectual del niño. La escuela no puede aceptar que su propósito sea satisfacer con mayor
amplitud y con métodos adecuados el afán de saber del alumno, no nace para educarlo, para
dejarlo pensar y favorecer su independencia y su libertad, sino como respuesta a las
necesidades de los adultos, de la sociedad industrial, para mantener una relación de poder

9
sobre las nuevas generaciones dándole mayor importancia a los medios en lugar de los fines,
si dudamos de esta aseveración preguntémosle a cualquier adulto ¿Cuándo en la escuela
satisficieron su afán de saber?, ¿cuando le enseñaron lo que quería saber? El que detenta el
poder cree saber que es lo que necesita el otro. Yo sé lo que el mexicano necesita, decía un
candidato a la presidencia: vocho changarro y tele.

El objetivo de la educación es el desarrollo


integral del ser humano.

“La relación de poder se establece cuando se sustituyen los fines por los medios” según
concluye Simonne Weil (1978) quien nos comenta enseguida “El verdadero tema de la Ilíada es
el poder de la guerra sobre los guerreros y a través de ellos sobre todos los seres humanos…”
“en ese maravilloso poema aparece lo que se considera el mal esencial de la humanidad, la
sustitución de los fines por los medios”. “La búsqueda del poder, por el hecho mismo de que es
impotente para lograr su objeto excluye toda consideración de fin y llega por una inversión
inevitable a ocupar el lugar de todos los fines”. Analicemos las actitudes de padres y maestros
o las posturas de los políticos cualquiera que sea su sello y confirmaremos lo anteriormente
dicho, cuando en lugar de crear suficientes fuentes de trabajo crean una ley que garantiza el
derecho al trabajo o a la educación entre otros muchos ejemplos. Cuando se tiene un problema
social se resuelve haciendo una ley, como la de aumentar las penas por los delitos sin detener
a los delincuentes o darles trabajo a los discapacitados sin haber creado suficientes fuentes de
empleo. Cuando vemos una discusión violenta entre un adulto y un niño o adolescente,
seguramente la empezó el adulto al poner los medios por encima de los fines, no importa que
no traiga la tarea, lo que importa es que la copie, no importa que sepa, sino que pase el
examen o que cumpla con el trabajo que la maestra le pone en el salón de clases, que siga el
procedimiento enseñado para resolver el problema, no que descubra el resultado correcto.
Examinemos situaciones análogas y encontraremos la constante. La escuela, al estar más
interesada en cubrir un programa de enseñanza, en desarrollar esas competencias laborales,
que en educar, es ejemplo claro de esa sustitución de los fines por los medios. La mayoría de
los maestros conocen los programas, saben como llenar la documentación pedida por sus
autoridades, pero no conocen las características de sus alumnos a quienes pretenden educar,
por lo tanto no pueden proyectar su educación, si el niño no adquiere los conocimientos de ese
grado lo reprueban o lo arrastran con grandes lagunas de grado en grado hasta que se queda
estancado en algún nivel y así llega a los niveles superiores sin saber leer, escribir o conceptos
matemáticos porque en la escuela lo más importante es cubrir el programa escolar no el
desarrollo intelectual del niño. Sobre todo ahora donde los pasan de grado sin tener los
conocimientos suficientes. Si hay escalones o grados estos tienen que subirse uno a uno, no
confundirlo con una rampa donde los escalones no existen. “A través de la escuela cualquiera
que sea su signo habla una generación de cabezas muertas” dice Aida Vázquez (citada por
Palacios). Por eso cuando se habla de una reforma educativa no se toca el tema de formar
maestros capaces de desarrollar la capacidad de pensar u actuar de sus alumnos
desarrollando la de ellos mismos. Las escuelas formadores de maestros predican una teoría,
pero en la práctica establecen una relación de poder con los alumnos.

10
La concepción de un modelo considerado educativo en el que observamos la inversión de
medios y fines explicaría por qué durante mucho tiempo los educadores han estado planteando
la duda de si deben reprimir las pulsiones del niño o dejarlo en libertad de tomar sus propias
decisiones preguntándose, también, cuál es el camino a elegir por la sociedad para transmitirle
los valores sociales y culturales heredados de la generación anterior con el deseo de que el
niño los asimile y pueda transmitirlos a la generación siguiente. De ahí la lucha para que se
respete la libertad del niño, que no tiene otra definición más que enseñarle a elegir una de las
opciones que la vida o la enseñanza de la escuela le presentan. En términos anatomo-
funcionales significa favorecer la actividad del lóbulo frontal, la última estructura del cerebro que
se desarrolla en el ser humano, cuya función consiste en elaborar los planes de acción para
alcanzar nuestros objetivos, satisfacer nuestros deseos, planear el futuro.
Para poder tomar decisiones el maestro y los padres deben mostrarle al niño alternativas en
forma de cuestiones, conflictos o dilemas para que posteriormente pueda descubrirlas o
crearlas por sí mismo haciendo uso de su capacidad de pensar. El objetivo de la educación es
el desarrollo integral del ser humano, la formación de ciudadanos y la escuela debe hacerlo por
medio de la enseñanza. Sin embargo, la preocupación fundamental de los padres y los
maestros está centrada en que el hijo pase los exámenes, obtenga buenas calificaciones en la
escuela, cumpla con su tarea, este en el cuadro de honor, por eso desde el primer grado tienen
que estudiar para pasar los exámenes no para saber. El desarrollo integral como fin de la
educación se pierde completamente de vista y su lugar lo ocupa la enseñanza.

La vida será tanto menos inhumana cuanto mayor


sea la capacidad individual de pensar y actuar

El maestro sustituye los fines por los medios cuando hace sentir al alumno que el conocimiento
lo tiene él, por lo tanto el poder para aprobar o desaprobar lo que este hace o sabe por eso
siempre examina y califica al niño. Él sabe e impone las reglas, elabora, aplica y califica el
examen para clasificar a sus alumnos como retrasados, piedras o flojos, nunca examina la
efectividad de su procedimiento de enseñanza, por eso todavía hay maestros que ubican a los
más lentos en la fila de los burros. Un médico periódicamente hace un examen del paciente,
incluso solicita estudios para ver la evolución de la enfermedad y continuar o modificar su
tratamiento, según el grado de efectividad de este. Un ama de casa prueba la comida para
saber si falta o sobra alguno de los ingredientes. Un plomero, mecánico u otro técnico prueba si
su procedimiento está dando el resultado esperado. Pero un maestro jamás aplica un examen,
pregunta la clase o revisa una tarea con el propósito de analizar le efectividad de su
metodología de enseñanza, Cuando los resultados son adversos culpa a los alumnos por no
estudiar, porque no son lo suficientemente inteligentes para entenderlo y no aprenden a la
velocidad que él enseña, el clásico “ya enseñe el que aprendió, aprendió y el que no es su
culpa”. Nunca se les ocurre revisar la validez de sus métodos de enseñanza cuando los
alumnos no aprenden, simplemente les reprueban o los pasan de grado porque así se los
ordena el reglamento, sin tomar en cuenta que si la escuela tiene grados no se puede subir al
segundo si no se ha pasado el primero, como los escalones de una escalera. Repiten el
modelo de la escuela que les formo como maestros, donde nunca les permitieron cuestionar el

11
procedimiento de enseñanza. La teoría se las enseñaron
aplicando métodos de enseñanza inadecuados y anticuados. El
maestro vive en un sistema contradictorio porque el mismo
propósito tiene el estado cuando les aplica exámenes. Solo
pasan los suficientes para cubrir los lugares disponibles, los que
sobran se quedan reprobados.

La vida será tanto menos inhumana cuanto mayor


sea la capacidad individual de pensar y actuar

Cuando ingresa por primera vez a la escuela, tanto la madre como la maestra le dicen al niño
“pórtate bien” “no pegues” o “no hagas” igual que en la casa, en vez de llevarlo a reflexionar,
como en toda acción, sobre las circunstancias en las cuales debe o no hacerlo, y sobre todo
que hacer para evitar el uso de la violencia, pegarle o no pegarle al compañero es un medio
que puede usar o no para proteger su integridad física o emocional, la respuesta depende de
las circunstancias, de hecho el niño vive en un constante “no hagas” en lugar de un “que
harías” para negociar en vez de pegar. No se dan cuenta que con esa actitud pretenden
reprimir el instinto de lucha, uno de los recursos de la agresividad, vital para la supervivencia
material y espiritual del ser humano, pero sobre todo pretenden anular esa capacidad,
característica de todas las especies animales a quienes ante un peligro se les plantea la opción
de correr o combatir, en la cual actúa una estructura inferior a la corteza cerebral humana que
cuenta con una dotación de nuevos elementos para crear otras alternativas como lo es la de
aprender a negociar o decidir entre muchas formas de correr o combatir. En la casa sucede lo
mismo cuando el padre quiere que el niño se acabe la comida que le sirvieron aunque no le
guste, hace sentir a su hijo que el fin es alimentarse, como cuando le dice que debe comer
verduras porque contienen vitaminas, en vez de enseñarle a comer, palabra cuyo contenido es
mucho más amplio y complejo ligado a los conceptos de comunidad y de compartir. Como va a
desear compartir algo que no le gusta.
Si la escuela, que se dice preocupada por los problemas actuales de sus alumnos, estuviera de
acuerdo con Simonne Weil en que: “la vida será tanto menos inhumana cuanto mayor sea la
capacidad individual de pensar y actuar” examinaría sus relaciones con los alumnos y
modificaría su modelo de atención para desarrollar esa capacidad de pensar y actuar, pero eso
no es fácil porque los maestros han sido formados por una escuela donde la teoría y la práctica
no concuerdan. Cuando los formadores de maestros no emplean en su práctica diaria el
método que proponen para enseñar a sus alumnos el resultado tendrá que ser un rotundo
fracaso. Solo en la medida en que la escuela abandone esa relación de poder, y tome su papel
de educadora, podrá favorecer el desarrollo integral del ser humano pero para ello debe
empezar por analizar la relación que establecen en las escuelas para maestros, donde los
modelos de enseñanza son aprendidos en la práctica diaria no aplicando la teoría que les están
enseñando, habría que reformar las escuelas formadoras de maestros para convertirlos en

12
verdaderos educadores. Utilizando la enseñanza como medio para educar estará cumpliendo
con sus objetivos, abandonando su acción represora de conductas que considera inadecuadas
y el fortalecimiento de las que considera adecuadas por medio de premios y castigos,
calificaciones sobresalientes y reprobados.
Mucho se ha criticado la frase atribuida a Maquiavelo “el fin justifica los medios” analizando
la palabra “justificar” desde el punto de vista moral, mirando hacia el futuro, pero esta frase
también contiene una interpretación lógica, si mira hacia el pasado: “En un edificio el solo
hecho de que se mantenga en pie es prueba de que sus componentes estructurales
son capaces de sostenerlo”, Hofstader (1985). Si un enfermo ha recuperado la salud solo
pudo haberlo hecho si el tratamiento médico al que se le sometió fue el adecuado. Si el alumno
ha aprendido a leer y a escribir solo pudo haberlo hecho si el método, el camino, que se
empleó para lograr que apareciera la función fue el adecuado y asi podemos continuar
poniendo ejemplos. Por el contrario si el alumno silabea, no comprende lo que lee, no disfruta
la lectura, se aburre cuando lee y no sabe escribir aunque tenga buena letra, quiere decir que
el procedimiento de enseñanza estuvo mal estructurado ¿Favorecerá el afán de saber del niño
el hecho de que lo pongan a hacer planas, carretillas, repasar las tablas, contestar todos los
cuestionarios que vienen en el libro, su madre lo ponga a leer en voz alta 15 minutos diarios,
leer el libro entre varios compañeros y exponer ante el grupo la parte asignada a él? ¿Estará
en pie el edificio educativo si sus componentes estructurales, maestros, metodología,
conocimiento del niño, no son capaces de sostenerlo? ¿Si las personas que forman a los
maestros no son verdaderos educadores y no saben enseñar a sus alumnos? ¿La adquisición
de ciertos conocimientos seguirá sustituyendo al fin y por lo tanto haciendo evidente el fracaso
de la escuela actual demostrado en el bajo nivel cultural de la población y en su incapacidad
para hacer el análisis de su pensamiento acerca de los jóvenes en su práctica diaria? ¿Se
seguirá culpando únicamente a los maestros del fracaso de la escuela sin analizar todo el
contexto?
Desde que el niño llega a la escuela queda sujeto al poder de la misma y ya no lo suelta hasta
que egresa de la institución superior, y aun como egresado para poder ejercer su profesión
debe cubrir un currículo elaborado por la misma institución, es esta la que dictamina lo que
tiene que saber una persona para obtener el título y dedicarse a la práctica, por eso tenemos
demasiados títulos sin licenciado y muy pocos licenciados con o sin título. Según Said, (2010)
estos últimos muchas veces “van a contracorriente porque poseen una inteligencia
dedicada a resolver problemas interesantes, con más ganas de entender la realidad y
resolverlos que de sacar un título profesional y mas espíritu de servicio que de lucro y
celebridad y puede ser feliz aunque lo desprecien los trepadores que no se interesan
en las cosas mismas sino en ganar puntos”, (graduaciones, dinero, ascensos, celebridad),
concluye, El mismo Said dice: “las ideas nuevas no nacen en las universidades, llegan a
ella de parte de quienes se salen del protocolo”. Se logrará cuando la escuela en lugar de
dejar tareas estúpidas para hacer sentir su poder, sea capaz de crear entornos escolares,
familiares y sociales donde el niño haga uso de las matemáticas, y la lectura y la escritura, cree
la necesidad de aplicar sus conocimientos. Toscana.

La alternativa que nos ofrecen ahora las Ciencias Neurológicas, en su apoyo a la pedagogía

13
para conciliar la libertad con la obediencia que se espera del niño, la encontramos en que
frente al uso del poder existe, para el adulto, la posibilidad de ejercer la autoridad, surgida
esta de la imitación hecha por el hombre de la forma en que actúa la naturaleza sobre el
sistema nervioso, un poder emanado del conocimiento de la misma, suficiente para imponer un
punto de vista basado en los argumentos derivados de la capacidad del cerebro humano para
planear y advertir las consecuencias de los actos colocando los medios y los fines en el lugar
que les corresponde, creando un ambiente educativo donde podamos sentir que todos valemos
lo mismo, tenemos los mismos derechos y obligaciones, pero estas últimas las va adquiriendo
el niño en su proceso de maduración intelectual y emocional, en la medida en la que van
incrementándose sus necesidades. Admitiendo en las personas a nuestro alrededor, los otros,
la posesión de pensamientos, opiniones, sentimientos, emociones y deseos, en ocasiones
distintos a los nuestros pero merecedores del mismo respeto.
Así, la negativa del adulto para probar o consumir determinado alimento o realizar alguna
actividad es tan válida como la del niño de cualquier edad, porque los dos están sujetos a las
leyes naturales, al matiz afectivo que proporciona la estructura del cerebro llamada tálamo
óptico para que determinado sabor guste o no guste. Tratándose de la comida muchos padres
no toman en cuenta que durante el embarazo la madre alimenta a su hijo a través del torrente
sanguíneo dándole a conocer por este medio los sabores, a definir preferencias basadas en
los que ella consume. Si no se respetan sus negativas a actuar, y se le enseña a hacerlas
respetar por los demás, no esperemos que aprenda a resistir las presiones, opiniones
contrarias a sus valores, amenazas, chantajes emocionales, cuando llegue a la adolescencia y
asuma conductas que los padres consideran inadecuadas, provocando un retraso es su
desarrollo moral buscando siempre a quien hacer responsable de sus actos, echándole
siempre la culpa al otro.
Si el adulto olvidándose de nuestro ambiente lingüístico dice “no hay” y luego cambia de
parecer porque el niño hizo berrinche o el otro se va a enojar, no ha respetado la capacidad de
pensar y decidir del niño porque quiere decir que la satisfacción del deseo, depende de su
voluntad, de su capricho, no de su autoridad, la naturaleza no funciona así, no la está tomando
como modelo. Confunde al niño creyendo que puede someterlo a su voluntad, a su deseo de
dominar y no enseñarlo a respetar las leyes naturales o sociales, a caer en el libertinaje, en
hacerle creer que puede hacer lo que quiera, cuando las leyes naturales o sociales solo
permiten elegir de las alternativas posibles la que se considere más conveniente.

Cuando el adulto se niega a satisfacer los deseos del niño porque no puede o no considera
conveniente hacerlo -ambos argumentos válidos- debe darle una explicación por dos razones
fundamentales: la primera porque está delante de un ser pensante en proceso de desarrollo y
que si en ese momento no entiende, lo hará cuando crezca, es decir, buscará una alternativa
desarrollando una nueva estrategia y la segunda, porque al tener enfrente los argumentos, el
mismo adulto pudiera darse cuenta de que no son válidos, está equivocado, y rectificar su
postura inicial.

14
”…nacieron para callar y obedecer y no para
discurrir ni opinar en los altos asuntos del gobierno”
Carlos III Rey de España a sus súbditos

A QUIÉN OBEDECER

Partiendo de la premisa de que el hombre nació para ser libre porque piensa, la pregunta es a
quién o a qué tiene entonces que obedecer, si para convivir en sociedad debe poner límites a
su libertad. El derecho de todos termina donde empieza el derecho del otro, Como se pueden
coordinar la libertad de pensar y actuar con la obediencia a los otros, sean estos padres,
maestros, jefes, adultos en general sin caer en la esclavitud del determinismo. Para ayudar a
aclarar a esta cuestión y no tener confusiones podemos empezar a responder presentando en
seguida algunos ejemplos:
Cuando a un niño sus padres le mandan comerse las verduras o toda la sopa, después de
darle argumentos por los cuales debe hacerlo, si el niño no tiene hambre o no le gusta, no
obedece, sencillamente porque no se trata de razonamientos sino de despertar necesidades,
gustos, deseos. Cuando tratan de obligarlo, no es extraño escuchar gritos, amenazas, llantos,
berrinches, en fin, la violencia que aparentemente, concluye cuando una de las dos partes
cede, la que tiene menor poder. ¡Pues no te lo comas! ¡Haz lo que quieras! Dicen los padres,
eso es lo que dije, diría el niño. Cuando el maestro deja como tarea copiar una lección o hacer
planas de silabas, aprenderse las tablas de multiplicar investigar algo que el niño no quiere
saber u otra parecida el alumno se resiste a hacerla, “no obedece”.

En cambio cuando el niño tiene una necesidad vital, el hambre, por ejemplo, y se le ofrece un
guiso apetitoso se presentan dos condiciones básicas: ha disminuido el nivel de glucosa en la
sangre y la comida se ve, huele y sabe sabrosa y sin necesidad de explicaciones el niño
seguramente obedece y come. La naturaleza ha seguido un orden, en el primer caso disminuye
el nivel de glucosa en la sangre por el trabajo realizado para mantenerse vivo, jugar u otro tipo
de actividad, creando la necesidad de comer o hambre y el olor, la presentación y sabor del
alimento despiertan el deseo de consumirlo y, más tarde, de compartirlo.

15
Si no se respetan las negativas del niño
a actuar, no se puede esperar que para
la adolescencia aprenda a resistir las presiones,
opiniones contrarias a sus valores, amenazas o chantajes.
Cuando en la escuela el maestro entusiasma al alumno e incrementa su deseo de saber innato
como el hambre, su curiosidad, su capacidad de asombro, crea esos entornos escolares donde
los niños se vean obligados a pensar en términos matemáticos, o hacer uso de la lectura y la
escritura, le anima a realizar actividades dentro y fuera del aula, a hacer la tarea para buscar la
respuesta a sus dudas en los libros, leer, hacer experimentos preguntar a los adultos y muchas
otras actividades, el niño obedece porque los medios no están sustituyendo a los fines. El ser
humano se mueve en un universo material y a la vez objetivo y simbólico, fundamentalmente
lingüístico, por eso decimos hambre de comida y hambre de conocimientos y sed de saber.
En estos ejemplos muy comunes se puede observar la diferencia de condiciones presentes
para obtener obediencia o desobediencia de los hijos en la casa y de los alumnos en la
escuela. Vemos surgir muchos de los problemas porque a los adultos, en general, les resulta
muy difícil respetar a la naturaleza, aceptar que los padres y los maestros no mandan, no les
queda claro, quizá, el significado del verbo mandar cuya raíz latina “manus” quiere decir
“hágase mi voluntad”, como si el universo, la naturaleza, en especial la del niño y el
adolescente, estuviera sujeta a la voluntad o caprichos del adulto padre o maestro y no tuviera
sus propias leyes. Así sucede cuando el maestro, olvidando que hay que esperar un tiempo,
llamado fisiológico en el sistema nervioso, para que aparezca la respuesta, exige al niño que
para tal día domine la lectura, la escritura o la multiplicación, pidiendo, incluso, compromiso
escrito por los padres. Su creencia en esa capacidad de mandar les lleva a colocar los medios
por encima de los fines, “las mulas detrás de la carreta”, donde pueden hacer sentir su poder y
no se permiten examinar esta regla: si la tarea es absurda el alumno hace trampa porque no
puede obedecerla y los alumnos retan a sus maestros y a sus padres, pero no a pelear sino a
pensar coherentemente para que ellos puedan obedecerlos. No se puede ir en contra de las
leyes naturales o la coherencia lógica. ¿Cómo pueden esperar la obediencia del que no sabe
leer si le dejan de tarea hacer un resumen de lo leído, a quien cuenta hasta el 4 hacer números
hasta el 50 o aprenderse las tablas de multiplicar para mañana? Vivir con la fantasía de que el
universo está sujeto a su voluntad hace olvidar a los adultos la existencia de un tiempo
fisiológico para el sistema nervioso, llamado periodo de latencia, el tiempo que debo esperar
para que aparezca la respuesta, de fracciones de segundo para un reflejo o días meses o años
para que se dé cuenta y actúe como esperamos o de un periodo refractario, tiempo en el que
no puede introducir información porque el sistema está ocupado elaborando u organizando el
material recibido como son los periodos de sueño, los fines de semana y las vacaciones.
Ambos procesos, tanto los provocadores de necesidades vitales como los que provocan los
deseos de saber, compañía, realización personal: los valores, están formados en el cerebro por
impulsos bioeléctricos o bioquímicos con diferencias en intensidad y frecuencia, constituyendo
mensajes. Estos mensajes se detectan y se transforman, nuevamente, en impulsos cuando
pasan por una estructura cerebral ubicada en el centro del cerebro llamada tálamo óptico, cuya
función es matizar afectivamente el conjunto de sensaciones, percepciones y acciones,
modificando su intensidad y frecuencia, convirtiéndolas en necesidades, sentimientos,

16
emociones y deseos, como en este caso en hambre o en deseo de aprender, para producir
cualquier acción que le llevara a alimentarse o establecer una situación que lo lleve a adquirir el
conocimiento.
Ese matiz de afectividad consiste en la habilidad del cerebro para traducir el alud de ondas
luminosas, sonoras, químicas, mecánicas u otras que recibe por los sentidos, en un mensaje
coherente, convertido en impulsos bioeléctricos y bioquímicos, con variaciones de intensidad y
frecuencia, organizados en un sistema binario. Al descifrar ese matiz afectivo que ya trae dicho
mensaje y que le están enviando desde fuera del sistema, codificado en un modelo analógico
digital, los impulsos son transportados por las ramificaciones de las células nerviosas hasta
llegar a la corteza del cerebro. Equivaldría a decirle al niño, hijo o alumno, hazlo como yo lo
hago, porque coincide con lo que digo, por medio del ejemplo. Apoyándonos en la capacidad
del cerebro para decodificar y codificar frecuencias e intensidades de los impulsos, de convertir
la falta de sentido en una imagen coherente, construyendo entidades abstractas consolidadas
en un código llamado lenguaje para también convertirlas en emociones y sentimientos. Los
valores de honestidad, respeto, responsabilidad, se enseñan con el ejemplo: no se pueden
explicar, por eso no entendemos porque los adultos se quejan de que las nuevas generaciones
están maleducadas cuando fueron ellos mismos quienes las maleducaron, no se educaron
solas. En esta forma transmitimos tanto la información verbal como los sentimientos, las
emociones y los valores observando como lo hacen los demás en especial nuestros padres y
maestros. El niño aprende imitando la conducta de los otros por medio de un lenguaje no
verbal.
La labor se realiza de forma similar a como se hace en el caso de la música, donde los
compositores trasladan las melodías producidas en su cerebro a un papel pautado para que
otra persona, pianista, violinista, u otro las interprete. Esta interpretación consiste en invertir el
proceso, oprimir la tecla indicada en el papel con la duración ahí marcada, para transformarla
en un sonido esperando que sea siempre igual al modelo transmitido por medio del papel. Sin
embargo el intérprete agrega una variable mas al transmitirnos sus sentimientos a través del
mismo mecanismo, leyendo el papel pautado y oprimiendo las teclas del piano. ¿Cómo
podemos transmitir el sentimiento cuando tocamos un piano o cualquier otro instrumento, de tal
manera que los oyentes entren en la misma sintonía emocional en la que estamos nosotros?
Porque el músico toca para alguien, aunque ese alguien sea él mismo, si solo tenemos dos
variables a manejar la intensidad o la fuerza con la presionamos la tecla y el tiempo en que la
tenemos presionada, disminuyéndolo o aumentándolo, quizá estemos hablando de fracciones
de segundo. La comunicación ahora tiene dos componentes el lógico y el sentimental,
funcionando en paralelo tanto de parte del emisor como del receptor, porque tanto las vías de
entrada como las de salida pasan por el tálamo óptico para cargarse de afectividad y como
convertimos lo escrito en un papel, la receta, en una comida sabrosa si no es agregándole algo
de nuestra propia cosecha pensando que la comida es para alguien.
El adulto para ser obedecido tiene que imitar siempre este modelo construido por la naturaleza
para manejar las emociones. Respetando la estructura biológica puede construir sobre ella otro
modelo más complejo y eminentemente simbólico. Si el ambiente afecta o daña la estructura
anatómica del individuo, el nivel inferior del sistema nervioso, mediante un arco llamado reflejo,
responde con una contracción del musculo y en consecuencia con una flexión. En un nivel más
alto la naturaleza provoca una necesidad vital, hambre, sed y el ser humano responde con una

17
conducta más compleja para satisfacer esa necesidad vital. En la familia, la escuela, la
sociedad, el adulto obtiene la obediencia siguiendo el mismo modelo mostrado por la
naturaleza, debe despertar o incrementar el deseo o el interés del niño por aprender a leer,
escribir, compartir, realizarse como persona o bien esperar a que se presente ese deseo, para
después enseñarle a planear la acción para satisfacerlo porque si bien el primer circuito lo
forman los reflejos y las necesidades vitales, en la medida en que el cerebro se desarrolla
socialmente y el niño se desenvuelve en un ambiente lingüístico aparecen necesidades más
complejas como son aprender, pertenecer a un grupo, trascender como ser humano y otras,
excepto cuando se entromete el consumismo para convertirlos en sus esclavos.
El niño de nueve o diez meses quiere saber, para lograrlo necesita moverse, desplazarse, si
tiene que subir las escaleras, le preguntamos cómo lo va a hacer y le ofrecemos nuestra ayuda
enseñándolo, nunca subiéndolo o diciéndole no te subas porque te vas a caer, claro que se va
a caer si no le enseñamos. La palabra comer nos ilustra perfectamente la doble traducción que
realiza el cerebro, de los mensajes que recibe a través de tálamo óptico para manejarlos en
paralelo si examinamos esta hermosa frase de Hemingway: “Si la miseria llama a tu puerta y no
te quedan más que dos hogazas de pan, vende una y compra Jacintos para alimentar tu alma”.
Si reflexionamos sobre su esencia, parece ser que comer no es solo sinónimo de nutrir como
se cree comúnmente, la palabra lleva en su contenido alimentar el cuerpo pero también
alimentar el alma o el espíritu, participando del placer de compartir con los otros una comida
sabrosa, el espacio donde se come y la comunicación entre las personas que se reúnen para
disfrutar la comida. Tenemos aquí la interpretación de una necesidad vital y una necesidad
emocional y social. Por eso también se dice o decía que la mujer conquista al hombre por el
estomago, pero no para satisfacer su necesidad vital sino para manifestar su afecto, preparar
una comida es un arte quizá el más difícil de todos por que se maneja la memoria de los
sabores y la habilidad para combinarlos, ser un artista y el deseo de compartir con el otro. Una
de los peores actos de violencia es fastidiarle al otro la comida, obligándole a comérsela
cuando no le gusta, como muchos padres hacen con los niños. Para ser artista se requiere
pasión, no basta el conocimiento, significa pensar en “el otro” como persona no como algo que
nos pertenece. En la medida en que la escuela facilite que los maestros piensen en sus
alumnos como personas podrá propiciar la educación el respeto y la obediencia.

Una vez despertadas las ganas, el deseo, el entusiasmo, por realizar alguna actividad, el
tálamo óptico, a través de un sistema inespecífico, pone en acción el lóbulo frontal donde existe
el control en el que se preparan los programas motores. De acuerdo con Luria, R, (1980), el
lóbulo frontal es “Una estructura que crea intenciones, forma planes y programas de sus
acciones, inspecciona su ejecución regula su conducta para que esté de acuerdo con esos
planes y verifica su actividad consciente, comparando los efectos de sus acciones con las
intenciones originales, corrigiendo cualquier error que haya cometido realizando la función de
autocrítica”. Con la activación de esta estructura se cierra el circuito similar al del arco reflejo, al
de las respuestas instintivas, solamente que con mayor complejidad porque se emplean
mensajes verbales, tanto como los ejemplos subjetivos, para transmitir los valores. Esto nunca

18
se hacen verbalmente por que el individuo puede memorizar las normas pero no obedecerlas si
no se le ha enseñado mediante el ejemplo.
Si el niño aprende desde pequeño estas cuestiones elementales, más tarde como adulto
esperará que se le obedezca de acuerdo con las leyes naturales o con lo que es lógica o
naturalmente correcto, de lo contrario repetirá la misma historia con sus hijos, o se sentirá
incómodo si no la repite aunque haga el ridículo. Algunos padres se califican de duros cuando
actúan con firmeza y educan adecuadamente a sus hijos ya que el niño se verá en la
necesidad de plantear en otro momento, en otro lugar o bajo otras circunstancias, su demanda
para que se vea satisfecha, utilizará su inteligencia para modificar el planteamiento inicial en
lugar de hacer un berrinche y patalear, preguntará al padre si tiene dinero antes de pedirle que
le compre un juguete o una golosina, o empleará otra actitud similar para conseguir su objetivo.
Los adultos provocan la maduración cerebral o castran el cerebro del niño al no respetar estas
reglas firmeza. Esa firmeza es la que marca los límites de cuando hay, hay y cuando se acaba
ya no hay. Sin embargo, el hecho de que haya o no haya depende de las circunstancias, no
olvidemos que nuestro universo es lingüístico, verbal, vivimos en un mundo hecho de palabras
no de objetos. Por eso aprendemos que cuando nuestros padres dicen no, es no, y cuando
dicen si es si. No hay y si hay según decidan los padres Por eso no se meten a formar parte de
un problema queriendo resolverlo cuando no es suyo, si el niño tiene hambre o el deseo de
poseer un juguete es su problema no del padre por eso este pregunta ¿Que vas a hacer?,
¿Como lo vas a hacer?, ¿En que te ayudo? para resolver tu problema, desde ahí se le empieza
a desarrollar su sentido de responsabilidad.
El papel de los educadores padres o maestros, dentro de su contexto es en todo momento
facilitar que el niño utilice su capacidad de decidir para lo cual hay que contar con dos o más
opciones, por eso cuando preguntas ¿que vas a hacer?, estas preguntando también ¿Qué es
lo que no vas a hacer? Y así con las otras preguntas. Al salir de paseo, por ejemplo, le
podemos plantear al niño la alternativa o condición de sentarse en el asiento de atrás del
automóvil y ponerse el cinturón de seguridad o la de no acompañarnos, pero al regresar del
paseo la alternativa es la de ponérselo por sí mismo o ponérselo el adulto. Las circunstancias
han cambiado, no se le puede dejar en el lugar donde se realizó el paseo por que se niega a
ponerse el cinturón de seguridad, porque la obligación de proteger al niño, de velar por su
seguridad es del adulto no del niño.

19
ESTRUCTURACIÓN DE LAS NORMAS

La naturaleza tiene leyes universales cuyo propósito es proteger la continuidad de la especie,


en cambio la sociedad, la familia y la escuela elaboran normas particulares establecidas por los
ciudadanos, los padres y los maestros para la protección y la supervivencia del individuo, en
especial para proteger la calidad de vida de la especie humana. La naturaleza actúa sobre la
estructura orgánica. La familia, la escuela, la sociedad toman este modelo de organización para
introyectar los valores, estableciendo normas cuyo propósito es organizar esa estructura
orgánica para que funcione en un universo lingüístico.
El papel de padres y maestros consiste en enseñar a los niños a descubrir que obedecer, es
hacer la voluntad de la naturaleza expresada en sus leyes, siempre y cuando no puedan,
mediante su capacidad de actuar y pensar,
modificarlas o negociar con ellas como señalamos
anteriormente. El camino para hacerlo es
enseñarles a obedecer a sus padres, a sus
maestros, a los adultos, siempre y cuando estos
tengan razón, sean congruentes al reconocer sus
necesidades y los valores que se establecen en la
familia, desarrollando su capacidad para distinguir
entre lo uno y lo otro y, en base a eso, tomar una
decisión, enseñarle a discernir si el adulto tiene
razón o no, así aprenderá a reconocer la autoridad y
a hacer uso de ella. Cuando un niño no obedece, nunca los adultos examinan si ellos tienen
razón o están equivocados. En el caso de los niños con déficit de atención esto significa que la
capacidad de atender esta disminuida, por eso se habla de déficit, sin embargo el niño atiende
siempre y cuando lo exterior sea atractivo. Como esperan padres y maestros obediencia si sus
normas son absurdas, atraer la atención si la clase es aburrida, o comprensión de ciertos
elementos si la estructura intelectual todavía no aparece o que se coma toda la sopa si no tiene
hambre, es demasiada o no le gusta.
Napoleón decía que las leyes son como las telas de araña, atrapan a las moscas pequeñas
pero las más grandes siempre se les escapan, este argumento vale para el gandaya que se
jacta porque viola una regla cuando no lo ven o porque es influyente, “trae charola” y obtiene un
mezquino provecho, sintiéndose más listo que los demás, vale también para los que establecen
como delito solamente lo que está en el Código Penal para así poder mentir, matar, robar
haciendo uso de las excepciones, los privilegios cuyo significado es estar por encima de
reglamentos y leyes. Pero vale también para el científico que conociendo la fuerza con que la
tierra atrae un objeto diseña un cohete capaz de llegar a la luna o descubre una vacuna que
permite eliminar una enfermedad y vale sobre todo para los hombres que han hecho grandes
descubrimientos sobre las leyes que gobiernan la naturaleza, en fin vale para todos los
hombres que piensan porque así pueden alcanzar la libertad. Depende del mundo de valores
en que queramos que se muevan las nuevas generaciones, gandayas, pillos, honestos,
patriotas, científicos, guías espirituales o lo que se nos ocurra nos dejaremos atrapar por la tela

20
de araña de las costumbres, leyes naturales o sociales o haremos uso de nuestra capacidad de
decidir para escapar del determinismo.
Es en la familia, en primer lugar, y en la escuela y la sociedad donde se planteen dilemas
conflictos, para facilitar que vaya descubriendo cuando tiene que dejarse atrapar por el
determinismo biológico o social obedeciendo sobre todo al consumismo y cuando no, cuando el
adulto tiene razón y cuando no, usando las analogías de respeto así como me enseñan a
respetar respetándome, aprendo yo a respetar al otro. Si un niño nos dice que quiere ir al baño
le decimos que no, y le enfrentamos al dilema de a quien tiene que obedecer, al adulto o a su
naturaleza y como este hay muchos ejemplos. Que vas a hacer cuanto te inviten a comer y no
te guste la comida, porque si no sabes que hacer te la vas a tener que comer. En el caso de los
varones que van a hacer si una mujer les agrede verbalmente y ellos usan la violencia física y
se exponen al prejuicio de ser automáticamente censurados por haberlo, sin tomar en cuenta
estos detalles ni hacer algo para prevenirlos
La respuesta va a depender siempre del análisis que haga el cerebro de las circunstancias para
decidir cuándo y cómo decir que no. Tienes que consumir la última novedad porque todos lo
hacen dice la determinista sociedad de consumo, o porque está en oferta pero para que
quieres comprarte muchas camisas, muchos pares de zapatos, muchas bolsas, si nada mas te
vas a poner una.
Así como la naturaleza tiene previsto de manera congruente qué va a suceder cuando no se
obedecen sus leyes, los padres, los maestros, el estado debe saber qué hacer, también de
manera congruente, cuando no se acatan las normas establecidas. Pensar en cual es el
siguiente paso cuando no se acata la norma ayuda a establecer la autoridad como el uso del
poder con inteligencia. La protección de la calidad de vida del ser humano se deriva del
desarrollo de su capacidad para crear alternativas para resolver un problema. Alternativas que
permitan y favorezcan la convivencia social fundamentada en relaciones de respeto entre
iguales.
Cómo la sociedad protege a los individuos por medio de leyes y reglamentos, tenemos un
ejemplo en el Reglamento de Tránsito de la ciudad de México. Cuenta por lo menos con dos
ordenamientos que pueden servir de modelo para ilustrar el tema y lo que sucederá si las
normas no se acatan: no se permite manejar en estado de ebriedad o bajo el efecto de
estupefacientes y ciertos vehículos no pueden circular determinado día. Quien maneja ebrio o
bajo el efecto de estupefacientes, no es castigado, es detenido durante 36 horas
inconmutables, tiempo suficiente para que salga de ese estado, y en el segundo caso se remite
el vehículo al corralón hasta que ese día ha pasado y puede volver a circular. El reglamento
establece una regla y la autoridad competente tiene los recursos suficientes para hacerla
respetar, pues de lo contrario la norma sería inútil, como sucede con la prohibición de usar
teléfono celular mientras se conduce un automóvil. Si no se cuenta con el recurso para inutilizar
el aparato y hacer que se cumpla la regla de nada sirve la amenaza de multa, el castigo. No es
extraño encontrar junto a montones de basura un letrero que dice: “La persona que se
sorprendida tirando basura o pintando las paredes en este lugar será consignada a
autoridades”. Si examinamos los hechos, el tiradero de basura o las pintas en esos lugares,
resulta obvio que ninguna persona ha sido sorprendida. Podemos volver a concluir: a mayor
autoridad menos conflictos interpersonales y viceversa.
Si el propósito es que las personas se den cuenta que al hablar por teléfono celular y conducir

21
un automóvil al mismo tiempo pueden provocar un accidente, la norma está de más, bastaría
con dejar que sufran accidentes hasta que aprendan. Pero eso cuesta caro a la sociedad,
porque se expone la vida del conductor y las de las demás personas que viajan con él, otros
conductores o peatones. Hay muchos adultos que no cuentan con la suficiente madurez
intelectual y emocional para descubrir este hecho y la sociedad tiene que protegerse y
protegerlos mediante las normas. Decía un artículo en una revista que los universitarios que al
manejar se comunican con aparatos inteligentes tienen más accidentes automovilísticos que
los que no lo hacen. Eso es evidente porque los inteligentes son los aparatos no los
universitarios que los usan. En los Estados Unidos para recordar el uso del cinturón de
seguridad a los automovilistas había enormes letreros en la autopistas “There are one name for
the people who don’t use seatbelt STUPIID”. Es irónico que la sociedad tenga que proteger a
los hijos de sus padres imprudentes que llevan al bebe al volante sentado en las piernas, en el
asiento del acompañante o sin el cinturón de seguridad, exponiéndolo a la muerte o un
traumatismo cráneo encefálico, porque les es más cómodo pasarle al niño la responsabilidad
de su conducta y después decirle “te lo dije” como si con eso se modificaran las consecuencias,
argumentando que lo tienen muy consentido, como si anularle la posibilidad de desarrollo del
lóbulo frontal significara quererlo mucho, aman su comodidad no al niño.
En la escuela, es el estado mexicano el que dicta las normas para hacer valer su autoridad
porque así lo establece la Constitución para el caso de la educación en su Artículo Tercero.
Pero no se puede favorecer el desarrollo integral del ser humano como lo dice el citado artículo
con tareas absurdas, donde se propicia que el alumno o haga trampa o no cumpla con ellas, se
le lleva a mentir y no estamos formando ciudadanos. No se pueden desarrollar los valores
éticos si puede comprar mercancía llamada pirata, porque no se pagan derechos del autor, y se
le incita a comprar la última moda aunque sea simulada o de mala calidad, si se autoriza la
venta de alimentos chatarra que les van a provocar daños a la salud de los ciudadanos, si vive
en un mundo de doble moral, si les importa más enseñar que educar, no se puede esperar que
el niño obedezca si el estado mismo viola sus propias reglas y pretende establecer la voluntad
de funcionarios menores. La normas van contra la naturaleza del niño, por eso no se obedecen.
Los lineamientos dados por la Constitución de la República se convierten en el medio y
ocupando el lugar de los fines la enseñanza se vuelve libresca.
Cualquiera que haya leído la historia se habrá dado cuenta que en las relaciones
internacionales tenemos muchos ejemplos de firma de tratados donde se establecen acuerdos
que se violan con facilidad porque no queda claro que se va a hacer si uno de los firmantes no
cumple la parte que le corresponde, veamos por qué los nazis invaden Polonia o Mussolini
Etiopia a pesar del tratado de Versalles y los compromisos de La Liga de las Naciones, nunca
quedo claro cuál iba a ser la respuesta de los otros firmantes de los tratados ante el
incumplimiento de la norma. En cambio Epaminondas les dijo claramente a los griegos si
ustedes me hacen su general yo haré de ustedes mis soldados y así lo hizo, los convirtió en
sus soldados.
El afán de los padres de darles a sus hijos todo lo que piden, en lugar de darles de aquello que
piden lo que pueden, rompe la norma y retrasa la maduración cerebral en particular la del
lóbulo frontal, cuyas importantes funciones ya hemos mencionado, deja al niño indefenso,
desprotegido ante cualquier situación adversa porque no sabe qué hacer cuando le dicen que
no hay, más que su escándalo, su pataleta, y si ya es adulto el ridículo si es que se da cuenta,

22
porque tiene que ofrecer, no pedir, disculpas por su conducta inapropiada. Hay padres que
dicen que en la casa se hace lo que el hijo dice, no se puede delegar la responsabilidad de
definir ese límite al criterio del niño hasta que nos aseguremos que las normas han sido
aprendidas, hasta que lo descubra, tenemos que seguir enseñándoles. El darle al hijo lo que
los padres no tuvieron de niños es un embuste, ya no son los mismos momentos ni las mismas
personas, porque no ofrecerles lo que sí tuvieron, disfrutaron y por lo tanto ya conocen. No
recuerdan que es más agradable hacer que tener, el disfrute de hacerlo emplea más tiempo
que tenerlo. Hacer un papalote es más divertido que volarlo.
Las normas en la familia, elaboradas por los padres considerando que estos forman una pareja,
y cundo decimos parejas estamos hablando en singular, como las 2 caras de una mano, no
puede haber discrepancia, deben estar hechas con autoridad, basadas en el respeto a la
naturaleza y tienen la misma finalidad: proteger al niño, facilitar la obtención de una mejor
calidad de vida en su convivencia con los demás, si se equivocan, corrigen la norma no al niño,
para eso el lóbulo frontal del cerebro humano ejerce la función llamada autocritica, análoga al
mismo arco reflejo medular pero en un nivel superior donde se informa y se analiza el resultado
de la acción. Por eso establecen un orden para comer,
los alimentos que el niño puede ingerir porque no lo
dañan, los horarios de sueño para que recupere las
energías perdidas y organizar la información que recibió
su cerebro durante el día así como el tiempo para usar
videojuegos o ver la televisión, donde vuelve a
plantearse el modelo de ahora si, ahora no.
Es interesante analizar el porqué padres y maestros
establecen reglas que sus hijos o alumnos no van a
poder cumplir, porque van contra la naturaleza y
provocan luchas de poder con los hijos y alumnos
perdiendo autoridad, de lo cual se quejan. Muchos padres le compran un televisor a su hijo y lo
colocan en su habitación y después se quejan de que lo apaga muy tarde, se desvelan y por la
mañana no se quieren levantar para ir a la escuela, empiezan las discusiones, los regaños y los
pleitos, amenazas que no se cumplen. O les compran un videojuego sin aclararles la propiedad
funcional a la que tienen derecho, es suyo mientras lo están usando según las disposiciones de
los adultos. Pero ¿se han preguntado porque compraron un televisor y lo colocaron donde lo
hicieron, o porque les compraron un videojuego? ¿Están haciendo uso de su libertad o son
esclavos del consumismo?
Cada necesidad genera un mecanismo para satisfacerla, cada derecho engendra obligaciones,
aunque en el caso del niño no están totalmente en él, las va adquiriendo en la medida en que
se amplían sus necesidades. En un extremo el recién nacido necesita equilibrar su nivel de
glucosa cuando este baja, necesita alimentarse, genera un mecanismo llamado llanto para
avisar a los adultos de su necesidad, podemos decir que su obligación es hacer sabe que tiene
hambre. En el otro extremo el adulto, para poder satisfacer esa necesidad, ese derecho a
comer y compartir la comida engendra la obligación de conseguir los recursos para satisfacerlo
realizando una actividad productiva, tiene que trabajar, vender su fuerza de trabajo, como
resultado recibe el medio, el salario, para conseguir los alimentos.

23
EN LA MEDIDA EN QUE EL NIÑO VA CRECIENDO
IRA ADQUIRIENDO OBLIGACIONES
A veces se confunden los derechos con las obligaciones, los padres tienen la obligación de
educar a sus hijos, no el derecho, si los padres no son responsables el estado debe hacerse
cargo y cumplir o hacer cumplir con la obligación. Si tenemos niños trabajando o en la calle se
debe a que la familia, la sociedad, el estado no cumple con su obligación de proporcionarles
alimentación, salud, casa, vestido y educación. No basta con hablar de los derechos de los
niños si no queda claro quién tiene la obligación de satisfacer esos derechos quedan como un
enunciado en el vacío.
Si el individuo no obtiene la comida se muere de hambre, no le cae un rayo o algo por el estilo,
es decir, no recibe ningún castigo por su conducta, simplemente se da la consecuencia
congruente con el hecho, no se cumple la amenaza del adulto que consideró que el castigo es
la consecuencia lógica si se desobedecía la normas, nunca “Sí no haces la tarea, no ves la
televisión”, como dicen los padres o “si sacas buenas calificaciones te llevo a pasear o te
compro lo que pidas”; ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Cuando muchos adultos
castigan los niños y a otros adultos enviándolos a realizar tareas que bajo otras condiciones
serian agradables, tales como hacer el aseo, recoger la basura, para mantener el lugar donde
vivo, trabajo, me divierto y disfruto de el limpio, se produce lo que dice Nils Christie (2013)
“fragmentos de paraíso se convierten en el infierno si se utilizan como parte de una ceremonia
de degradación”.
Decirle al niño te toca poner la mesa, y cuando la pongas comes, si no la pones no comes
hasta que lo hagas, elimina el castigo y facilitamos la toma de decisiones. El niño tiene
derecho, como parte del entretenimiento o diversión, a ver su programa de televisión o jugar un
videojuego y una vez terminado de usar el aparato se apaga y se le presentan al niño dos
opciones: apagarla él mismo o que la apaguen los padres para que su cerebro se vea en la
necesidad de planear la siguiente acción. El niño goza de la propiedad funcional del aparato, es
su propiedad mientras lo está usando dentro de las normas que los padres pusieron, media
hora de videojuego, su programa de televisión, entre otros. Si los padres quieren y pueden
comprarle un juguete o llevar al niño de paseo que lo hagan, ¿por qué van a privarse y a
privarle de ese placer al hijo sólo porque no hizo la tarea o le pusieron en la escuela una
calificación baja? Las calificaciones altas se obtienen estudiando cuando no se anula el deseo
de aprender y los juguetes y los paseos se reciben de los padres porque ellos deben, quieren y
pueden hacerlo, no tienen que ganárselos.
En la medida que el niño va creciendo e independizándose de los padres, haciéndose
responsable de su supervivencia, de la calidad de su vida y tomando decisiones, adquiere
obligaciones, por eso preguntamos a esa edad que le toca hacer, de qué ya es capaz de
hacerse responsable. Las normas deben ser claras, congruentes para el niño, de acuerdo con
esa edad, qué le toca hacer para manejar su independencia y responsabilidad, que va
adquiriendo en su proceso de desarrollo y crecimiento. Tales normas se le muestran explicadas
y aplicadas en la práctica, de manera que no necesite preguntar si existe algún inconveniente
para comprometerse a realizar alguna actividad, a jugar con sus amigos fuera de la casa o ir de
paseo o excursión; prender la televisión, comer determinado alimento a cierta hora. Nunca si
los padres quieren o no, no tiene por qué estar rogando, es denigrante para el niño, tampoco

24
estar llamando por teléfono celular para que le amplíen el permiso. Decir “¿me das permiso?”
es sólo una forma de preguntar si existe ese inconveniente para llevar a cabo una acción, no
sujetarse a la voluntad del otro, como el adulto con las direccionales del auto avisa que va a dar
vuelta a la izquierda o a la derecha para que le cedan el paso, no para que le permitan dar la
vuelta. Si no hay inconveniente, ¿para qué pregunta?, si existe ese inconveniente, ¿para qué
pregunta? Ya se conoce la norma que tiene que ser
siempre objetiva.
Un adolescente educado bajo estos conceptos, tiene
claras las reglas, “pide permiso” para asistir a la
presentación de un grupo musical en un estadio o a un
baile o reunión con sus amigos. Si lo hace es porque
sabe que le van a dar autorización, porque ya se le
enseñó a manejar cierto tipo de riesgos, por lo tanto ya
tuvo la precaución de reunir el dinero para pagar la
entrada, que sería un obstáculo para que pudiera ir. Sin
embargo, en la primera

ES TERRIBLE QUE UN NIÑO EN VEZ DE RESPETO,


LES TENGA MIEDO A SUS PADRES O A SUS MAESTROS
ocasión los padres le contestan “déjame pensarlo”, lo que quiere decir que van a examinar con
calma las condiciones de seguridad con que cuentan las instalaciones para que disfrute del
evento sin riesgos, y si hay alguno buscar la manera de superarlo o decirle de una vez que no
puede ir porque los inconvenientes son insuperables, si él no lo comprende en ese momento ya
lo comprenderá, descubrirá que los padres tienen razón siempre y cuando mantengan la
firmeza. No significa meditar si tienen ganas de permitirle o no asistir como muchos adultos
creen, o si está castigado o se lo merece como premio, o si les dan miedo los riesgos, la falta
de objetividad los lleva a ceder ante los berrinches o la insistencia del hijo porque no tienen
argumentos válidos, es una lucha de poder que el niño o adolescente, muchas veces, por no
decir siempre, gana, porque maneja mejor que el adulto las situaciones emocionales y los
sentimientos de culpa de los padres.
Unos padres acuerdan con su hijo o hija adolescente que acuda a una fiesta con sus amigos
con la condición de que a determinada hora debe estar en la casa, o estar en la puerta del
lugar de la reunión esperándolos. Deben dejar claro qué va a suceder si el hijo o hija no cumple
su parte del convenio, si no está en la puerta o si el papá o la mamá del amigo en ese
momento pide que espere un rato más, lo único que puede pasar de manera congruente es
negarse a la petición de los familiares o que el padre entre a la reunión para recordar el
acuerdo, no pedirle al muchacho que acompañe a su padre porque se le deja la posibilidad de
decir que no quiere y el progenitor no sabrá qué hacer ante esa negativa.
No es prudente estar en la puerta esperando hasta que salga o en la casa hasta que llegue,
una hora después, y se le diga que nunca vuelva a pedir permiso, como una madre enojada
que le dice a su hijo que imprudentemente le dio un rozón al coche, “no vuelves a manejar en

25
tu vida”, en vez de enseñarle a manejar adecuadamente para que no vuelva a suceder, pues
olvida que los niños y los adolescentes crecen, se convierten en adultos y toman sus propias
decisiones.
Los lineamientos se establecen y se le enseñan al niño, tantas veces como sea necesario,
hasta que descubra la conveniencia de respetarlos, en eso consiste la autoridad. No
esperemos que el niño las entienda de inmediato porque ya se las dijimos, como argumentan
muchos adultos. No va de acuerdo con la naturaleza, que una persona enseñe algo no significa
que la otra lo haya aprendido, sobre todo cuando está en proceso de desarrollo, son dos caras
de un mismo fenómeno, existe una relación dialéctica.
No se le puede decir a un niño: “si te sales ya no te dejo entrar”, o a un adolescente, “no
vuelves a tener permiso” cuando se le hizo tarde en una fiesta o se pasó el rato platicando con
sus amigos o hablando por teléfono, se rompe la norma porque saben que hacer cuando esta
no se cumple. Eso no es congruente con la realidad, tampoco se le puede aplicar un castigo o
aceptar una disculpa, por la misma razón. Los castigos sirven para llenar al niño de temores, de
culpas, nunca se ha demostrado que remedien algo, salvo aprender a eludirlos por medio de
las mentiras y se ofrecen disculpas cuando se reconoce el error, se tiene la intención de
mantener el vínculo afectivo para lo cual es necesario no volver a cometer ese error.
Es terrible que un niño en vez de respeto tenga miedo a sus padres o a sus maestros de
quienes espera apoyo y comprensión, en lugar de que estén dispuestos a enseñar otra vez
cuando se equivoca. Tratemos de imaginar a un niño que rompió un cristal cuyo dueño lo
persigue para golpearlo y la alternativa que tiene es correr a su casa donde le esperan sus
padres para castigarlo igual o peor que el del dueño del cristal. Muchos adultos han vivido esta
experiencia con sus padres y la repiten con sus hijos, amenazándolos con castigarlos si
cometen un error en lugar de volver a enseñarles la conducta que esperan que observen.
La escuela sigue el mismo modelo para estructurar las normas si toma en cuenta que así como
hay una necesidad vital de alimentarse, una necesidad de saber, deseo o afán de saber, igual
que como se produce el hambre por la baja de glucosa en la sangre, descubrir la ignorancia
lleva a generar mecanismos para aprender. Si queremos que el niño coma incrementamos el
hambre si queremos que aprenda le llevamos a que descubra cuantas cosas ignora,
incrementamos su afán de saber, el maestro genera preguntas, no da respuestas. Para
satisfacer el afán de saber el hombre adquiere la obligación de buscar el conocimiento. El niño
pequeño fija la mirada, manipula, se mueve, se lleva el objeto a la boca, pregunta, por eso es
tan fácil enseñar cuando se respeta la naturaleza del niño, su desarrollo cognitivo.
Si se le dan al niño los datos de un tronco de conocimientos, en este caso descubrirá las leyes
bajo las cuales éste opera (Doman, G. 1992). Así demuestra la posibilidad de enseñar
matemáticas a los bebés o enseñarles a leer tempranamente. Los grupos sociales tienen
normas estructuradas a partir de los datos de un tranco común que el niño descubre en su
proceso de desarrollo y crecimiento. Si quiere pertenecer a un grupo tiene que acatar las
normas de cortesía, de respeto al derecho de los demás, estas las aprende a través del
ejemplo o de hacer como lo hacen los otros. No se le dice al niño se dice por favor o gracias
una y otra vez cuando no lo hace. Se le dice por favor cuando se le pide algo y se le dan las
gracias cuando hace el favor.
Si le hablamos niño aprenderá a hablar, si le decimos aprenderá a decir, si le leemos, le
mostramos palabras y frases aprenderá a leer y si le dejamos que se exprese por medio de

26
signos gráficos aprenderá a escribir, si le dejamos que descubra la conveniencia de respetar
las normas aprenderá a hacerlo. Si al niño se le permite colaborar en las labores de la casa y
se le va enseñando que le toca hacer, acaba asumiendo su responsabilidad y participando en
esas labores cuando descubre que es un miembro de esa familia.

27
Por que se quejan los adultos de una
juventud mal educada, si ellos la
están educando

APRENDIENDO A OBEDECER

Los niños tienen que aprender a obedecer y de hecho los recién nacidos saben hacerlo
porque obedecen las leyes de la naturaleza, se mantienen esclavos del determinismo biológico
porque su estructura cerebral en ese momento no puede cuestionarla o dominarla, aunque
tratan de hacerlo por medio del berrinche que significa “hágase mi voluntad”, “cúmplase mi
fantasía”. Sin embargo, para poder dominar a la naturaleza, cuestionarla y encaminarse a la
libertad, su sistema nervioso está diseñado para madurar; para crear una estructura superior
que descubre lo que hace la inferior y así poder controlarla, sabe en el inconsciente o
biológicamente en sus estructuras menos complejas que hay que conocer a la naturaleza para
poder dominarla, como decía Bacon, conocer sus leyes y respetarlas, de otro modo estaremos
en constante lucha con ella, perdiendo siempre la batalla porque nosotros formamos parte de la
misma y queramos o no estamos sujetos a las leyes naturales.
El niño pequeño llora cuando siente hambre y pide comida, cuando su vejiga está llena excreta
la orina y así con todas las demás funciones fisiológicas sobre las que más adelante toma el
control una estructura cerebral superior, para poder introducir modificaciones. Cuando pueda
cuestionar y decidir por lo menos si obedece en ese momento o más tarde, o si puede hacer
cambios mayores, podrá modificar los elementos básicos de la naturaleza para manejarlos con
inteligencia,
En el universo lingüístico que conforman las relaciones familiares y sociales, una de las
primeras reglas que tiene que aprender o reafirmar el niño, pues ya sabe que sucede con sus
funciones biológicas, es que cuando la naturaleza dice que sí, es sí y cuando la naturaleza dice
que no, es no, significa hay pero se va a acabar o no hay pero va a haber. Para que lo
descubra es necesario que cuando los padres dicen si es si y cuando dicen no es no estos
deben mantener la firmeza, de ahí hacer extensivo este principio mediante las analogías, es
decir aplicándolo a otras situaciones. Cuando necesita aire respira y cuando sus pulmones
están llenos ya no puede meter más aire y por lo tanto espira, cuando tiene hambre, pide y
cuando no la tiene deja de comer o no acepta la comida. Principios lógicos que el niño
descubre con el tiempo si no entorpecemos su desarrollo diciéndole que “cuando quiero hay” y
cuando no quiero no hay creyendo que el universo se mueve a su antojo. Así es como los
padres, en primer lugar, y los adultos en general tendrán que enseñar a sus hijos, y nunca decir
que no y cambiar de parecer cuando el niño está enojado, haciendo berrinche, porque
entonces la lección será mal enseñada y en consecuencia mal aprendida y el niño, y más tarde
el adulto querrá que la naturaleza se sujete a sus caprichos y eso no sucede nunca porque ni
siquiera a nosotros la naturaleza nos dotó para que seamos los dueños de nuestras emociones
y sentimientos. “No soy el amo de mis caprichos”.

28
El niño pequeño demuestra que es un ser inteligente en
todo momento, especialmente cuando aprende a
hablar, ya no digamos la estructuración del lenguaje,
fenómeno mucho más complejo que realiza desde los
primeros meses de vida, no sólo lo que corresponde a
lo que llamamos habla, si no a la comprensión del
lenguaje donde va más adelantado. Para poder hablar,
el niño oye las palabras que pronuncia el adulto,
después las repite eligiendo de todos los sonidos que
emite los que debe suprimir, no los que debe emitir
como muchas personas creen, para pronunciar la
palabra que oyó y al oírse decirla a sí mismo, compara
lo qué está escuchando de sus labios con lo que
escuchó de labios del adulto y a base de repetir una y
otra vez y escucharse, va ajustando su pronunciación hasta que la hace igual, hasta que la
repite correctamente, como la oyó pronunciar. Existe una relación dialéctica entre el educador y
el educando, no hay necesidad de corregirlo, señalar continuamente su error, obligarlo a repetir
hasta que lo haga bien, ni hacerle sentir que sabemos más que él. ¿Por qué los adultos tienen
la manía de estar corrigiendo al otro?
En forma parecida adquiere la gramática de la lengua, nunca se le enseñamos, él descubre las
leyes, por eso construye las frases y las oraciones utilizando sustantivos, verbos y adverbios
correctamente, aprende a decir, a hacer saber a los otros lo que desea, va abstrayendo en la
acción las reglas gramaticales para poder expresar su pensamiento de la misma manera que
abstrae las reglas de comportamiento de la familia, así como los valores predominantes en ella
y aprende a respetar por medio de las analogías que su cerebro descubre.
Para Hofstadter (2009) “Nuestra rica actividad mental está hecha de millones de analogías no
muy trascendentes”, pero “lo que ocurre es que esas pequeñas analogías nos resultan tan
evidentes que cuando usamos la palabra analogía parece sugerir algo más sofisticado”. Por
eso no es fácil saber cómo descubre el niño el significado del respeto, pero si exigimos que
haga uso de él cuando se relacione con sus mayores. Ignoramos la existencia de su capacidad
de descubrirlas cuando vive la aplicación de las normas elaboradas por los adultos padres o
maestros porque estos los confunden. Mediante esas analogías el niño va descubriendo, que
la reacción ante una situación “A” puede ser aplicable a una situación “B”. El respeto que el
adulto manifiesta hacia su naturaleza puede ser aplicable al respeto que el niño manifiesta en
su relación con los demás, de ahí surge de pronto un significado donde menos se esperaba,
según Hofstadter “una idea tan profunda como simple”. El padre dice “no me invitaron, pero
tampoco me dijeron que no fuera” el adolescente dice cuando los padres no actúan con firmeza
“no me dijiste que si pero tampoco me dijiste que no”.
En un primer nivel el niño habla, en un segundo nivel el niño dice, hablar es el medio, decir es
el fin, por eso es inadecuado que el maestro le diga a los padres del niño “hablen con él” en
lugar de “díganle”. Nuevamente, en un primer nivel el niño escribe con sus propios recursos,
después hace las letras conforme al modelo que le enseño la maestra, en un último nivel el
niño escribe, por medio de signos gráficos expresa sus pensamientos. Los últimos niveles son
los objetivos y los primeros niveles corresponden a los medios. Si se establece como objetivo el

29
primer nivel el segundo se entorpece, hará muy bonita letra pero no sabrá escribir. Dejándolo
decir aprenderá a hablar, favoreciendo la escritura aprenderá a escribir, empleando como
medio para llegar a ese fin una letra clara y legible o usará una maquina que le facilite el
trabajo.
Cuando asiste a la escuela y le enseñan a hacer letras entiende perfectamente si se le pide
que copie una palabra hasta que le salga igual a la del modelo que se le puso, pero no
entiende, como tampoco lo haríamos nosotros, porque no es congruente, si se le ordena
repetirla 20 ó 100 veces para que mejore su letra o corrija su ortografía. Él se da cuenta que
ese procedimiento no mejora su escritura ni corrige su ortografía, se lo hace saber al adulto,
pero en lugar de escuchar sus argumentos pensando que puede tener razón y modificar el
procedimiento de enseñanza, se considera que el niño es rebelde porque cuestiona la
autoridad, no se valoran sus argumentos y no se le respeta como un niño inteligente.
Es importante resaltar que el cerebro para construir los mensajes opera haciendo uso de dos
funciones básicas que encontramos desde los receptores y efectores externos o internos, por el
control que sobre ellos ejerce su corteza en un circuito de retroalimentación y que son: permitir
el paso del impulso o impedir su entrada 0 y 1 en el sistema binario para construir las claves.
La primera función llamada facilitación es más primitiva que la segunda denominada inhibición,
que aparece después y por lo tanto es más compleja, en el proceso de desarrollo la flexión es
antes de la extensión, requiere de la maduración propia de la estructura y de estar colocado en
un ambiente que favorezca su desarrollo. Por razones biológicas y lógicas, no se puede impedir
o inhibir el paso de un impulso si éste no está en la entrada del receptor o pasando por la vía
nerviosa y ésta es una de las razones fundamentales que hacen tan importante respetar las
negativas del niño preguntándole que piensa hacer.
Cuando el niño dice “no”, inhibe la entrada o la salida de información, pero el sistema no se
apaga, procede a planear la siguiente acción para que ese no se vuelva si. En el caso de la
entrada o recepción lleva a cabo un proceso más complejo que el simple hecho de dejar la
puerta abierta, no puede decir “no me gusta” si en su memoria no está el recuerdo de haber
facilitado antes la entrada de información que no forzosamente tuvo que ser la gustativa, puede
ser esta misma asociada con la visual o la olfativa. En cuanto a la salida de información, a la
acción, hablamos de la capacidad de decir “no” cuando se le propone que realice tal o cual
acción, a hacerse responsable de sus actos, la última etapa del desarrollo moral. Se dice de
algunas personas que son impulsivas cuando quieren decir que no son capaces de controlar
sus impulsos, el lóbulo frontal no está ejerciendo su acción inhibidora. Aplicar un castigo es
contraproducente porque una vez aplicado el problema queda resuelto si lo tiró lo va a dejar
tirado no desarrolla la función de autocritica. Por eso como dijimos arriba, provocamos la
elaboración del plan preguntando, ¿Qué vas a hacer? Porque también implícitamente estamos
preguntando ¿Qué no vas a hacer?, ¿Cómo lo vas a hacer?, ¿Cómo no lo vas a hacer?, ¿en
qué te ayudo?, ¿en que no te ayudo? Nunca decimos no me hizo la tarea, me reprobó o
expresiones parecidas.
Por qué en lugar de decir al niño “¿cómo sabes que no te gusta si no lo has probado?”, no lo
cuestionan “¿cómo vas a saber cuál es su sabor si no lo pruebas?” Este planteamiento implica
la posibilidad de que en el futuro próximo, enfrente, exista un factor desconocido que podría
dejar pasar y se respeta su capacidad de decisión, de quitar el inhibidor o mantenerlo, y por lo
tanto de favorecer la maduración cerebral al dejar actuar al sistema, misma que empleará

30
cuando alguna persona le invite a cierta actividad que no concuerde con los valores que le
enseñaron sus padres y que lo dejaron practicar en su relación con otros niños. Por eso
mientras más amigos y más variados tenga, mejor será su aprendizaje, lo que no se logra
impidiéndole relacionarse con toda clase de niños por prejuicios de los padres.
En síntesis, el niño actuará de forma consciente, razonada, no por temor a perder la amistad o
alguna represalia de otro tipo sino porque aprendió a actuar con libertad. Ese es el nivel más
alto, según Piaget, del desarrollo moral cuando el individuo es capaz de asumir sus
responsabilidades, superando el cuestionamiento de moral de grupo donde no se sabe quién
es el responsable, o donde el responsable siempre es el otro. Según algunos autores el
mexicano manifiesta en el lenguaje como elude su responsabilidad, niega su participación
cuando usa el pronombre posesivo se, dice la taza se rompió, como si esta se rompiera a sí
misma, se suicidara, no dice rompí la taza.
¿Cuántos adultos por no haber sido educados en un ambiente de libertad y respeto confunden
la palabra “debe” con la palabra “quiero”? Siguen creyendo que sólo con desearlo sus fantasías
se vuelven realidad, creen que crean las circunstancias y tratan de que la sociedad se
comporte como ellos creen que debe hacerlo, no perciben la sustitución de los fines por los
medios. Si ellos pensaran que la sociedad no quiere o no puede comportarse como desean,
dejarían de enojarse y buscarían formas más inteligentes para realizar ese cambio social,
material o fenomenológico. Sin embargo, situaciones como esta abundan. Constantemente
escuchamos a los adultos emplear las palabras “es que deberían” en lugar de decir nos
gustaría, sobre todo en su relación con el niño cuando dicen “es que debe entender”; o con su
pareja, cuando dicen que deberían ayudarles con la educación de sus hijos, No se dan cuenta
que pareja es singular y no plural. De hecho el creer que la naturaleza esta para hacer la
voluntad del

¿SE ROMPIÓ O LO ROMPÍ?


que manda es una fantasía, se culpa al otro por la falla del plan elaborado debido a una falta de
maduración del lóbulo frontal cuya función es fundamentalmente planear, revisar la planeación
y si no se logra el objetivo corregir el plan una y otra vez.

31
“Si la miseria llama a tu puerta
y no te quedan más que dos hogazas de pan,
vende una y compra jacintos para alimentar tu alma”

E. Hemingway

DERECHOS Y OBLIGACIONES DEL NIÑO


Mucho se habla de los derechos de los niños y basándose en la premisa que cada derecho
implica una obligación se les quieren adjudicar obligaciones absurdas, así al derecho a ir a la
escuela se le impone la obligación de estudiar, al de pertenecer a una familia la obligación de
cooperar dentro de ella y otras mas como si el niño quisiera ir a la escuela o pertenecer a esa
familia.
Los adultos son los responsables y tienen la obligación de proporcionar la alimentación, la
seguridad, la salud, la educación y la diversión de los niños, mismos que se corresponden con
sus derechos, no puede hacerse valer un derecho si no existe quien tenga la obligación de
satisfacerlo. Sólo pueden hacer frente a esta responsabilidad si los padres establecen las
reglas de respeto a los demás es decir, enseñar a descubrir los limites, estos no se ponen, ya
están, se les enseñan a los que no los saben, son muy simples como dijimos antes: hay y
cuando se acaba, ya no hay, y si se acaba vuelve a haber, son derivados de la propia
naturaleza, Sin embargo, el hecho de que haya o no haya depende de las circunstancias, no
olvidemos que nuestro universo es lingüístico, verbal, vivimos en un mundo hecho de palabras
no de objetos, conocerlos le permite plantear la alternativa de planear que va a hacer, para que
haya cuando se acaba. Los adultos provocan la maduración cerebral al hacer aparecer nuevas
fibras en las neuronas para resolver el conflicto, o castran el cerebro del niño al no respetar
estas reglas al impedir que se formen estas fibras “con su consentimiento”. Por eso
aprendemos de nuestros padres que cuando ellos dicen que no es no y cuando dicen que sí,
es si, hasta que el hijo aprenda a descubrir el límite y planear cual alternativa seguir ante
cualquier situación negativa. La firmeza de los padres es elemento importante para que el niño
aprenda a descubrir esos límites, porque es fácil darse cuenta cuando no hay en el tiempo y en
el espacio pero no cuando las circunstancias deciden que no haya. Distinguimos las
obligaciones cuando aplicamos la palabra debe a la elaboración del plan para lograr un
propósito, para obtener lo que deseamos, está construido intelectualmente. Si el niño recién
nacido quiere comer, tiene hambre, debe chillar, buscar el pezón de la madre y aferrarse a él
hasta que esté satisfecho, el niño mayor debe recoger sus juguetes si quiere encontrarlos a la
mano cuando tenga el deseo de volver a jugar con ellos, el adulto debe trabajar para conseguir
los recursos con los cuales obtener los satisfactores para él y su familia, movido por las
necesidades vitales y los valores. Si el niño o el adulto desean que una fantasía se haga
realidad, o que no se haga realidad, en seguida deben planear y ejecutar una serie de acciones
para conseguirlo. Si queremos educar a las futuras generaciones la familia, la escuela y la
sociedad tienen la obligación de crear entornos donde se favorezca el desarrollo integral del ser
humano.

32
¿Y LAS OBLIGACIONES? ¿A QUIEN CORRESPONDEN?
Empleando este modelo, carece de validez la afirmación de los adultos de que la única
obligación que los niños tienen es asistir a la escuela, estudiar, hacer la tarea, ayudar en los
quehaceres de la casa. El niño nunca se comprometió a ello, nunca pidió que lo llevaran a la
escuela para estudiar, no tiene la capacidad para plantearse que si quiere tener una mejor
situación económica, ejercer una profesión o algún oficio tiene que estudiar, quizá lo pidió para
jugar con sus amigos, no para a hacer planas y repasar las tablas de multiplicar y porque nunca
le enseñaron lo que quería saber, nunca tomaron en cuenta su afán de saber innato. Esos son
los deseos de padres y maestros quienes carecen de autoridad y pretenden mandar como si la
naturaleza estuviera a su servicio, por eso para tratar de evitar el fracaso hacen uso de la
violencia empleando el castigo a las conductas inaceptables, castrando la actividad de planear
del lóbulo frontal. La mejor escuela es aquella donde el niño va contento porque el aprendizaje
le produce sustancias dadoras de placer.
El niño nace ya con la organización anatomo-funcional en el cerebro preparada para adquirir
obligaciones, con el modelo del principio del placer obtenido a través del principio del deber,
conseguir lo que se quiere haciendo lo que se debe hacer para obtenerlo le guste o no le guste.
La organización funcional del cerebro está sustentada en una estructura anatómica y funcional
sobre la cual se van a construir todas las demás, primero la necesidad y después la obligación
de satisfacerla. La necesidad de alimentarse en el recién nacido le crea la obligación de
procurarse el alimento, la naturaleza le dotó del recurso para conseguirlo, que consiste en
percibir la necesidad en la subcorteza, donde se le da el matiz afectivo a todos los impulsos
que suben a la corteza cerebral o bajan de ella y en este caso a través de un sistema
inespecífico llamado sustancia reticular ascendente se comunica con la región frontal para

33
elaborar el plan que le permita lograr su objetivo, el recién nacido llora cuando tiene hambre y
busca el pezón y ya mayor sostiene fuertemente la mamila para que no se le caiga y se pierda
su alimento; posteriormente con ese mismo modelo pide verbalmente la comida, pone la mesa,
prepara sus alimentos y trabaja para obtenerlos para él y su familia, promoviendo cada vez un
mayor compromiso con la sociedad, así como el crecimiento de las neuronas y redes
neuronales del lóbulo frontal favoreciendo su maduración. En la medida en que aparecen o se
crean otras necesidades, deseos, anhelos, como resultado de su proceso de desarrollo y
crecimiento se aumentan las obligaciones, por eso éstos se vinculan a su proceso de
convertirse en una persona independiente. La persona que quiere ser independiente adquiere
la obligación de tomar decisiones y asumir las consecuencias derivadas de ellas.
Este modelo sustentado en la organización funcional del cerebro en donde el trabajo se realiza
por medio de circuitos de retroalimentación positivos porque son cada vez más complejos. Las
necesidades vitales aparecen en el centro encéfalo, estructura capaz de detectar la
disminución de glucosa en la sangre y enviar la información a la corteza cerebral, en particular
al lóbulo frontal, para activarla y elaborar el plan para conseguir la comida. En forma parecida
percibe desde la necesidad de pertenecer a un grupo hasta el de realizarse como persona
traduciendo los mensajes que le envía al grupo familiar o social al que pertenece. En otro
sentido siguiendo la misma organización jerárquica diríamos que el hombre quiere poder, gloria
e historia, pero para obtenerlos tiene que actuar en forma parecida haciendo uso de las
analogías.
El ser humano se mueve primero por las necesidades vitales: hambre, sed, sueño y después
se mueve por los valores vitales, éticos, estéticos, económicos, lógicos, hedónicos y religiosos,
empleando las mismas estructuras cerebrales de las que ya hemos hablado. Los educadores
respetando ese mecanismo le enseñan a elaborar ese plan desde lo más primitivo que es el
hambre hasta el de lograr trascender como ser humano. Los otros individuos al contrario no le
permiten la elaboración de los planes de actuación por el lóbulo frontal, y a la castración o
atrofia de esta parte del cerebro le llaman tenerlo consentido con lo que prolongan la
dependencia sobre todo de la madre hacia el hijo y en consecuencia la del hijo hacia la madre,
cuando no le permiten actuar y enfrentar las consecuencias de sus actos o le dan todo lo que
pide sin prepararlo para las frustraciones que la misma vida ofrece.
En el niño existe una necesidad de saber y se siente feliz cuando aprende algo nuevo, esta
situación no le quedará clara hasta que llegue a la secundaria o a la preparatoria, sin embargo,
mientras sienta que está aprendiendo irá descubriendo que debe hacer para aprender sus
obligaciones. Los profesores deben asegurarse diariamente que el niño aprenda algo con
sustento en trabajos útiles, permitir que descubra el conocimiento, que se dé cuenta de formas
de organización diferentes y así obtendrán la obediencia en el aprendizaje. Nunca dejar tareas
absurdas, contrariando el deseo de saber del niño se exponen a que el niño haga trampa
porque no puede cumplirlas y en consecuencia se pierda autoridad del maestro.
El niño debe aprender porque es un hecho natural, posee una mente absorbente como le
llama la Dra. Montessori, no por hacer la voluntad de los adultos, todos los niños sin excepción
aprenden, pero no siempre lo que el adulto cree que deben aprender de ahí los problemas de
aprendizaje y el fracaso con los deficientes mentales. Antes de descalificarlos como
discapacitados se han preguntado los educadores ¿que son capaces de aprender? Éstos sólo
deben esperar y favorecer la maduración del cerebro del niño y utilizar una metodología que

34
haga agradable el proceso de adquisición del
conocimiento que consideran que debe aprender y si no
aprenden enseñarle algo diferente. Hay padres y
maestros que eluden su responsabilidad y culpan al niño
porque no aprende, dicen que es flojo, algunos se jactan
de reprobar a muchos, sobre todo en materias como
matemáticas que, ya lo dijo alguien, son tan fáciles que
hasta una máquina las hace y lo mismo podríamos decir
de los idiomas cuando nos enteramos que ya hay
máquinas traductoras que deben basar su
funcionamiento en principios más simples que los que
utiliza el cerebro humano.
Para poder independizarse y disfrutar del placer de sentirse independiente, el niño tiene o debe
concretar una serie de actividades que le permitirán alcanzar su objetivo, tomar decisiones y
actuar con libertad, y no hacer lo que le dicen aunque no quiera. Esta toma de decisiones
implica una maduración tanto intelectual como emocional y moral, por lo tanto la organización
funcional del cerebro se dirige a ella colocando, como ya hemos enunciado, el principio del
deber como medio para alcanzar el principio del placer, el trabajo como medio de obtener la
satisfacción. El niño quiere madurar, ser independiente, por lo tanto tiene que hacer lo que le
toca para obtenerlo. Estas son precisamente las obligaciones que tiene todo ser humano y que
el niño adquiere en la medida en que aumentan sus intereses, sus deseos, su búsqueda de
placeres y satisfacciones, el adulto enseña lo que debe hacer para obtenerlo.
Cuando a determinada edad corresponde al niño alguna actividad en la casa como poner la
mesa, arreglar su cama y su ropa, aprende a aceptar las consecuencias de sus actos:
quedarse sin comer o comer en una mesa desordenada, ponerse la ropa limpia o sucia, tener
su habitación toda revuelta, según lo haya decidido, de la misma forma que se suspendía la
comida cuando dejaba el pezón o soltaba la mamila. Sin embargo nos movemos sobre la
escala de valores, buscamos el pezón porque tenemos hambre, pero arreglamos la mesa para
comer por razones estéticas y la necesidad de crear un ambiente agradable para los
comensales. Si no se le ha enseñado a disfrutar de ese ambiente de orden, de belleza, es difícil
que quiera arreglar su habitación.
La consecuencia tiene una relación directa con la acción:
hago un pastel, me lo como, lo disfruto; no lo hago y no lo
como. Esa es la razón por la cual el niño no entiende
cuando se le dice que tiene la obligación de ayudar. Los
niños no son ayudantes ni mandaderos, además de que
son contradicciones: la ayuda se pide, lo que le toca
hacer para avanzar en su proceso de independencia tiene
que hacerlo o estancarse en un nivel de dependencia que
muchas veces los padres favorecen por comodidad y
después se quejan de que los hijos no participan en
actividades inherentes al individuo.
Es común que las madres se apropien de las labores
correspondientes a los hijos, incluso de las de sus

35
maridos. Esto queda muy claro cuando utilizan el pronombre posesivo “me”: “no me hizo la
tarea”, “me reprobó”, y refiriéndose al esposo, “no me ayuda con los hijos” olvidando que
forman una pareja y pareja es singular. No se dan cuenta cómo el lenguaje arrastra el
verdadero significado: está diciendo que la actividad le toca a ella y que los otros son los
ayudantes, los que le ayudan a alcanzar su objetivo. Tener un hijo cumplido o brillante en la
escuela aunque tenga que maltratarlo y pelear con él para que haga la tarea o tener una casa
limpia y ordenada. Muchas veces en lugar de enseñar al niño a recoger sus juguetes, tender su
cama, recoger su ropa, la madre se convierte en su sirvienta porque termina haciéndolo,
confirmando que a ella le toca esa actividad.
Un ejemplo cotidiano de esta situación lo vemos cuando el adolescente o el adulto casado
necesita una camisa o pantalón para ponerse en ese momento porque quiere ir bien
presentado y están limpios, pero sin planchar y la madre o la esposa se afanan por tenerla lista
argumentándose que si no lo hacen el varón se molesta, se enoja, les reclama y les apresura.
Si le hubieran enseñado que esa es su responsabilidad, a través de enseñarle a lavar y
planchar su ropa se hubieran alcanzado esos dos objetivos al mismo tiempo y se evitarían los
disgustos. Ni la madre en el primer caso, ni la esposa en el segundo son sirvientas.
Utilizar una palabra con el significado que conviene al adulto es convertir al lenguaje en algo
perverso, como el discurso con una doble moral, “haz lo que te digo no lo que yo hago”, esa
perversión del lenguaje da como resultado niños llamados sobreprotegidos, definición usada
para ocultar la castración del cerebro en su lóbulo frontal, al convertirlos en niños dependientes,
limitados para la acción y la toma de decisiones; decir que es hiperquinético o que tiene
atención dispersa es ocultar que la atención existe y que es responsabilidad de la persona que
quiere atraerla, siguiendo con el concepto, hacer atractivo el objeto de conocimiento, no
aburrido y tedioso. Sería mejor manifestar el deseo de formar a niños tranquilos incapaces de
moverse física, e intelectualmente, si no quieren reconocer que un niño desobediente o que no
aprende cuestiona el sistema educativo.
De la misma manera, los adultos, principalmente los padres, pervierten la palabra “cuidar”.
Enseñamos al niño a cuidarse, a protegerse a sí mismo, nunca impedimos que realice la acción
usando la palabra no. Jamás le decimos “no hagas”, le enseñamos la actividad que desea
hacer y a protegerse de los riesgos para que no se lastime, para que aprenda a evitar los
daños. Al niño pequeño le enseñamos a subir las escaleras o la silla, transportar un vaso;
cruzar una calle. Al adolescente, a manejar sus relaciones sociales, saber decir no, si no desea
hacer algo que vaya contra sus deseos o los principios que se le enseñaron. Hay padres que
dicen que sus hijos entienden todo lo que les dicen y cuando les pedimos que sean más
explícitos nos contestan que cuando dicen no el niño deja de actuar. Esa respuesta es refleja,
sobre todo si los padres gritan, y nos deja con la duda sobre si los niños han entendido o no,
pero sí nos queda la seguridad de que el lenguaje fue usado en forma incorrecta. Al niño al que
no se le permite ganar una discusión a sus padres porque teme el castigo, difícilmente dejará
de tener miedo a los adultos, a las opiniones de los otros, sobre todo si son sus pares, sus
compañeros.
Enseñamos al niño a cuidarse, a protegerse a sí mismo, nunca impedimos que realice la
acción diciendo no lo hagas
Para padres, psicólogos y maestros de ese tipo el concepto de socializar significa someter al

36
niño a sus normas, olvidando que tratan con seres pensantes y que si se les plantea la cuestión
correctamente, son seres capaces de tomar una decisión. Socializar quiere decir aprender a
convivir con los demás, negociando nuestras independencias donde todos tenemos que ceder
una parte de ellas, no nada más el niño o el adolescente. Le enseñamos que entre dos
opciones siempre escogemos una tercera, la que se obtiene como el resultado de la
negociación, del descubrimiento y conciliación de intereses comunes, de respetar y reconocer
el punto de vista del otro.

37
DISCIPLINA INTERNA.

Si se quiere que el niño sea congruente,


se debe ser congruente con él

La disciplina consiste en hacer lo conveniente para obtener lo que se quiere, una serie de
reglas que surgen del interior del individuo para lograr su propósito. Este propósito se origina
en las necesidades vitales y en los Valores que se han introyectado en la personalidad del
sujeto. La escuela habla de disciplina interna pero jamás la desarrolla porque en nuestra
sociedad lo que predomina es la idea de castigo. La palabra castigar viene de castrar, cortar,
el castigo corta, castra la región frontal de la corteza cerebral, la encargada de inhibir la
ejecución de ciertas acciones, de realizar la función de planear. Los padres, los maestros, los
adultos en general tienen que renunciar al castigo y a la amenaza, y a pervertir el lenguaje
diciendo al niño que es por su bien o que aplicar un castigo les duele más que a ellos, para
poder educar a un niño obediente de las leyes de la naturaleza y capaz de cuestionarlas y
modificarlas si es necesario.
No se debe reprender a un niño quitándole lo que más le gusta, acción muy común de parte de
quienes piensan que al niño hay que someterlo, eso es infame; es como pensar cuál tortura
causa más dolor para obtener la confesión de un prisionero, no se debe mandar el trabajo que
no hizo en la escuela a la casa, es atentar contra la armonía familiar; tampoco se puede
esperar que el niño tenga un comportamiento en la mesa a la hora de la comida si no se le ha
enseñado cuál se espera de él, y es menos recomendable crear sentimientos de culpa,
diciéndole que hace sufrir a su madre porque se porta mal en la escuela, o porque el adulto
joven llega tarde a la casa, no hay congruencia.
Los maestros tampoco deben quejarse del comportamiento de los niños con sus padres,
obligar a la madre a asistir a la escuela para vigilarlo, es querer sacar la castaña con la mano
del gato, forzar a la madre a castigarlo y quedarse con la conciencia tranquila diciendo que él o
ella no fueron los que aplicaron el castigo, sobre todo cuando no cumplió con una tarea que el
profesor mando, la naturaleza no va a hacer la voluntad del maestro, si el adulto respeta al
niño, el niño aprenderá a respetar al adulto.
Si se quiere que el niño sea congruente, se tiene que ser congruente siempre con él. Una tarea
escolar, como veremos en otro momento, sirve para provocar que el cerebro se quede
pensando sobre el tema y después lo exprese verbalmente o por escrito, no es aconsejable
mandar tareas aburridas con el pretexto de que necesita repasar la adquisición de
conocimientos escolares básicos como la lectura, escritura y cálculo que son el resultado de la
maduración cerebral que se hace patente gracias a la metodología empleada por el maestro y,
por lo tanto, irreversibles. Ninguna persona que sabe leer puede dejar de hacerlo cuando tiene
enfrente un texto, la lectura es una función cerebral.
La educación favorece que el niño aprenda a obedecer a la naturaleza y a descubrir cuándo

38
puede modificarla. Cuando los padres saben enseñar y darse cuenta que si el niño no está
actuando de manera congruente, es porque no ha aprendido todavía y es necesario volver a
enseñarle, porque el objetivo final es que actúe con independencia y libertad, y mientras no lo
logremos no hemos terminado de educarlo.
Actualmente en la escuela los maestros se quejan de que los problemas de conducta se han
incrementado. Hay una relación inversamente proporcional entre la autoridad y la violencia, a
mayor autoridad menor violencia y a mayor violencia menor autoridad. La autoridad de la
escuela está apoyada en el artículo tercero de la Constitución política de los Estado Unidos
Mexicanos, donde con toda claridad se expresa el derecho a la educación y a la obligación del
Estado de impartirla, no puede haber derecho sin obligación, pero que sucede cuando en lugar
de educar a los educadores se les amenaza con un castigo si aplican castigos a sus alumnos,
el poder se pasa a los alumnos que ahora amenazan con acusar a los educadores si los
castigan. Hay que eliminar los castigos en todos los ámbitos de la relación maestro-alumno.
Siguiendo el mismo modelo, la disciplina en el grupo escolar se logra proponiendo una
actividad común para todos como sucede con el canto coral, el baile, el deporte, donde se
cumplen todos los requisitos mencionados anteriormente, hay una propuesta para realizar una
actividad que atrae el interés del grupo o el deseo de realizarla y los participantes tienen que
sujetarse a las normas impuestas por la misma actividad, no por los caprichos del director, a
riesgo de desentonar si no se sujetan a la norma.
Si bien la familia es el núcleo básico donde se aprenden las normas de convivencia social, la
escuela es el lugar donde bajo el cuidado del maestro se aplican estas normas, la escuela
actúa como intermediario entre la familia y la sociedad. Donde el uso de la autoridad, definida
como ya se hizo, puede ser analizada objetivamente, revisar si una norma se va a imponer por
su legitimidad y congruencia, si sigue el patrón biológico, de primero crear o incrementar la
necesidad el deseo de aprender y después enseñar la forma de satisfacerla.
El maestro puede analizar cuando está mandando, exigiendo que se haga su voluntad en
contra de la naturaleza del niño. Cuando encomienda una actividad el maestro debe saber si el
niño cuenta ya con los elementos para llevarla a cabo, el más importante es el de tener
suficiente entusiasmo como para comprometerse y desarrollar periodos de atención más
largos.
En el salón de clases el maestro dirige al niño hacia el conocimiento y le enseña a buscar los
elementos que le ayuden a satisfacerlo. Entre estos recursos se cuenta con el trabajo en
equipo. Se cree que basta reunir a un grupo de niños, nombrar un jefe o coordinador para que
reparta el trabajo. Para poder trabajar en equipo hay que seguir el modelo propuesto, primero
despertar o incrementar el deseo de aprender, despertar el entusiasmo por alcanzar un objetivo
determinado de ganar una competencia o un juego, presentar un buen espectáculo de danza,
teatro o canto, recabar mayor cantidad de conocimientos sobre un tema, limpiar el área de
trabajo y mantenerla limpia. La disciplina viene de adentro hacia afuera, de sujetarse a un
objetivo común. Muchos de los problemas de disciplina escolar dejarían de presentarse o se
resolverían siguiendo este procedimiento.

39
LOS MIEDOS DE LOS PADRES

Los padres tienen el derecho de enseñar a sus hijos a protegerse de lo que ellos tienen
miedo, pero nunca a limitarles sus campos de acción impidiéndoles actuar. Cada miedo de los
padres es un tema a desarrollar para que los niños aprendan a manejar la situación, nunca les
diremos no tengas miedo ya que este es un recurso para proteger nuestra integridad, ser
valiente es aprender a controlarlo. No es la represión, impedir que se realice la acción lo que
lleva al aprendizaje. Es la práctica constante con el padre al lado del niño, enseñando, lo que
lleva al dominio del tema. Si nos da miedo que el niño se caiga de las escaleras, enseñémosle
a subirlas y a bajarlas, nunca le digamos que no lo haga y menos gritándole, si nos da miedo
que cruce una avenida enseñémoslo a cruzarla y si nos da miedo que tenga cierta clase de
relaciones sociales enseñémoslo a manejarlas, todos los seres humanos somos iguales porque
valemos lo mismo.
En la actualidad hay lecciones que muchos padres no saben cómo enseñar porque nunca las
vivieron en su infancia o adolescencia. ¿A quién de los padres asaltaron en un autobús, le
ofrecieron una droga o le propusieron relaciones sexuales siendo niño o adolescente? por lo
tanto es lógico que no sepan cómo enseñarles a sus hijos a protegerse. Es muy difícil, al
parecer imposible evitar la aparición de muchas jovencitas embarazadas y porque no les
enseñaron como decir que no, o de muchos jóvenes farmacodependientes por la misma razón,
si no se les respetó cuando dijeron no y después no se les enseñó a decir no de acuerdo a las
circunstancias. Sólo manteniendo una buena comunicación constante con ellos podrán
orientarlos. El proceso de inhibición significa aprender a decir no quiero, de la manera
apropiada, es un juego de argumentos y contraargumentos, si no se respeta, siempre queda el
recurso de la violencia, como último recurso, nunca como el primero.
Los valores morales estaban bien definidos para la mayoría de las personas: la mentira o el
robo eran conceptos muy claros: “lo que es parejo no es chipotudo” decían los mayores frente
al actual “el que no tranza no avanza.” Ahora se pierden esos contrastes en la sutileza de
muchas acciones, la corrupción se desplaza en sus niveles más tenues que son los más
peligrosos porque se diluyen entre lo que es bueno y lo que es malo, correcto o incorrecto: es
preferible ser “vivo” a ser honesto, el que saca el mejor provecho es el que está actuando bien,
y los padres se confunden y no saben cómo actuar. No ven que comprar un disco pirata, no
cumplir con el trabajo asignado cobrando la remuneración pactada, sin haber cumplido con el
compromiso, son actos de mayor riesgo para los hijos que asaltar un banco, porque en el
segundo queda claro que es un robo y lo primero se ve cómo una situación normal y cotidiana
que poco a poco se va haciendo más grave. Si los padres compran discos piratas
argumentando que son más baratos, pero no se dan cuenta que están siendo empujados por el
consumismo, transmiten la misma información a sus hijos. La enseñanza de los valores se
hace a través del ejemplo, no leyendo textos. A través de la enseñanza de las labores
cotidianas se aprende a ser independiente, a disfrutar el orden y la belleza.

40
Es muy común que se confundan los deseos y los miedos de los adultos con las necesidades y
los deseos del niño. El adulto desea que el niño se instruya y los argumentos que él presente
son válidos. Tiene que hacer atractiva la enseñanza y la escuela, para que el niño se interese
por asistir y de ahí nazcan las obligaciones. Si la escuela es aburrida, tediosa, irrespetuosa, no
esperemos que el niño quiera ir y que vaya adquiriendo obligaciones. En la actualidad muchas
de las escuelas son instituciones represivas que confunden enseñanza o instrucción con el
proceso educativo, el medio con el fin, al realizar tareas incongruentes y luego quejarse de que
el niño no quiere cumplir con este ordenamiento. Los contenidos de la enseñanza son el medio
para desarrollar la inteligencia del niño, para enseñarlo a pensar, para educarlo, para enseñarlo
a ejercer su libertad, no para memorizarlos y pasar el examen.
Los maestros se preocupan porque el niño no aprende, pero no buscan métodos que hagan
placentero el aprendizaje. Le atrofian el cerebro y éste se resiste a ello por su propia naturaleza
congruente. La explicación de que no aprenda, sea inquieto y no atienda, en la mayoría de los
casos, está en la metodología de enseñanza, no en su capacidad; se ha demostrado que un
niño muy pequeño puede aprender a leer, escribir, matemáticas o idiomas si se le enseña
adecuadamente, pocos niños escapan a esta regla. Pero también sucede lo contrario, si no se
le enseña en forma adecuada se dificultará su proceso de aprendizaje, se atrofiará la
capacidad intelectual y la persona terminará creyendo que el niño es incapaz de aprender.
Cuántas personas están convencidas de que no pueden aprender otro idioma por la
metodología que se empleó para enseñarles y cuántos niños mal alimentados hablan zapoteco,
otomí y castellano en nuestras comunidades indígenas, lo cual demuestra que tienen una
capacidad intelectual bastante respetable.
Los maestros no buscan métodos que hagan placentero el aprendizaje
Igual que en el juego de dominó, al niño hay que plantearle las alternativas que vemos para
que él elija la que más le conviene o bien darle la oportunidad de que proponga otra. Esto
puede colocar al niño en el conflicto de tomar una decisión, por lo que a nivel neuronal
aparecen nuevos brotes como lo hemos dicho, que favorecen el crecimiento del cerebro y la
formación de niños pensantes, no dóciles como desean la mayoría de los adultos.
Nunca decimos al niño “no pegues”, cuando otro compañero le está pegando, tampoco le
decimos “defiéndete o dile a la maestra”. Esas palabras carecen de significado si no le
explicamos cómo se hace lo que quieren decir, de otra manera esperamos que el niño
obedezca cuando ninguna de las opciones que planteamos resuelve su problema. Lo primero
que hacemos es dejar claro que el problema es de él, preguntándole qué piensa hacer para
resolverlo y después le hacemos las sugerencias que creemos que pueden servirle para que
elija la que crea conveniente o sugiera otras. Si falla revisamos el procedimiento hasta
descubrir qué falló.
Los padres tienen derecho a transmitir a sus hijos valores, gustos o preferencias, para lograrlo
deben expresarlas de acuerdo con la naturaleza y la coherencia lógica. Es el adulto, al tener el
deseo de que el niño concrete determinada actividad, quien debe preguntarse qué hacer para
que el niño lleve a cabo lo que él quiere, cómo convencerlo, no vencerlo porque es más fuerte y
tiene más poder.
Ejemplifiquemos: la mamá considera que el niño debe consumir algún alimento porque es
nutritivo y seguramente tiene razón, pero el niño no se mueve en esa esfera, es difícil

41
convencer a alguien que consuma algún alimento con el argumento de que es nutritivo. La
madre tiene que hacerlo sabroso, atractivo para que el niño lo pruebe y lo coma. El niño, igual
que los adultos, ingiere la comida porque le gusta, no porque está convencido de sus
bondades.
Si quiere que el niño lea, lo apropiado es que lo induzca a la lectura, leyéndole, llevando
material atractivo para que lo lea, no obligándolo a leer todas las tardes porque resulta
contraproducente. Lo mismo si desea que escriba, le pedimos que nos cuente un cuento,
nunca ponerlo a copiar textos con el pretexto de que mejore la letra.
Si el adulto desea que el niño aprenda a compartir, lo peor que puede hacer es quitar el juguete
al niño para dárselo al hermanito, diciéndole que no sea egoísta así despierta su ira. A nadie le
gusta que le quiten lo que le pertenece, se enoja, y es válido. Cuando se respetan las
propiedades del niño, se le va formando el sentido de propiedad y el respeto a la propiedad del
otro, y sobre todo la satisfacción que causa el compartir, una de las formas más fáciles de
producir endorfinas, las sustancias recompensadoras del cerebro, consideradas dadoras de
placer, que a la larga alejan a los jóvenes de la fármaco dependencia. El niño es egoísta por
naturaleza, aprende a compartir por conveniencia, por la descarga de placer con que le
recompensa su cerebro al ver la satisfacción del otro.
La responsabilidad significa responder, ser el responsable, el que responde y la respuesta
viene en un principio de la madre o del hijo, según a quien dirijamos la pregunta. Pensemos en
la comida, quien tiene que respondernos si tiene hambre obviamente es el niño. Desde recién
nacido la naturaleza le ha dotado del mecanismo cerebral para detectar cuándo el nivel de
glucosa ha bajado hasta cierto límite y desencadenar la respuesta que consiste en el llanto. A
la madre le toca acercarlo al pezón y más tarde a la mamila; al niño le toca tomarlo o dejarlo.
Tiempo después al niño le toca pedir la comida verbalmente o con alguna otra señal, a la
madre le toca prepararla y servirla. Después, al niño le toca preparar la mesa, lavar su plato o
los platos, preparar la comida, comprarla y ganar dinero para poder adquirirla.
En la medida que el hijo se hace independiente, la responsabilidad de los padres disminuye. Lo
mismo sucede con otras responsabilidades como la salud, la seguridad, la educación y las
diversiones. Cuando los padres no van facilitando la independencia del hijo dejándole poco a
poco su responsabilidad, es porque tienen la intención, muchas veces no consciente, de
mantener el control toda la vida.
Así, para lograr que los niños sean obedientes con la naturaleza tenemos que mostrarles
cuáles son las alternativas que vemos para que ellos elijan la más conveniente, sin dejar de
tener en cuenta que hay alternativas que, aun cuando en otro contexto existen, en ese
momento no están presentes y, por lo tanto, no son tomadas en cuenta como opciones,
dependen de las circunstancias.
En el caso de la alimentación nosotros somos los responsables y las alternativas las
planteamos en el tiempo y en el espacio. No nos confundamos. Los planteamientos deben ser
claros para que el niño pueda tomar una opción, nunca crear confusiones y después quejarnos
diciendo que el niño no obedece cuando no supimos mandar.

42
LA EDUCACION EN LIBERTAD

Un niño muy pequeño es capaz de reconocer los sabores y decidir si un alimento le gusta o
no, si le causa placer o repulsión. Cuando el adulto obliga al niño a comer lo que no le gusta lo
está preparando para manifestar una conducta regida por el miedo al castigo, además de que
no se detiene a pensar que la misma sensación de rechazo o de repugnancia que él tiene o
tuvo, es la misma que tiene el niño. Entonces, ¿por qué tienen que quejarse los adultos, sobre
todo los profesores, diciendo que el niño puede pero no quiere y que hay que quebrantar su
voluntad y obligarlo a hacer lo que no quiere? En el mercado, el adulto tiene la intención de
comprar una mercancía, pero no a un determinado vendedor. Es el vendedor el que tiene que
hacer atractiva la mercancía para que el cliente se la compre, es un error querer obligarlo a
comprar y nunca se le ocurre. Se valen todos los recursos que su imaginación le dicte. Nunca
ha sido el objetivo de la educación formar individuos sumisos y obedientes, sino desarrollar su
capacidad de pensar y decidir.
Cuando un niño presenta en la escuela un problema de conducta, nos estamos refiriendo a
una falta de respeto hacia los demás, le toma sus pertenencias, o asume una conducta violenta
hacia los otros, ambas se refieren a una falta de respeto a los otros porque bien no ha
aprendido las normas, existe un problema de índole emocional, las personas mienten por
miedo al castigo, por que roban afecto o atención. No se usa el castigo como último recurso,
por el contrario es la primera opción para aplicar sanciones. Se llega a proponer como el
castigo más severo la pena de muerte, sin que la sociedad admita la parte de responsabilidad
que le corresponde.
La mayoría de los adultos, padres y maestros, se asustan cuando escuchan la palabra libertad,
la entienden como que haga lo que quiera y eso no se puede hacer, es vivir en la fantasía de la
omnipotencia por miedo a perder el control. Para explicar en qué consiste la libertad y
podamos correlacionarla con la actividad de la zona frontal del cerebro mencionada arriba,
imaginemos que estamos jugando dominó. Nos encontramos con que las reglas del juego
están ya determinadas, el número de fichas, cómo se juega, quién tira primero, etc.El siguiente
paso es la distribución de las fichas, lo cual se hace al
azar, después de revolverlas, y de aquí en adelante es
donde se ejerce la libertad eligiendo una de las fichas
que puede usar de las que concuerdan con la ficha
pedida por el desarrollo del juego, activando el tercer
nivel de la zona frontal, no puede tirar la que él quiera.
Ante cualquier dilema en la vida diaria los padres y los
maestros aprovechan el momento para desarrollar la
innata capacidad de decidir.
Tenemos las fichas que nos tocaron, las que el azar o

43
la suerte nos dieron, conocemos las reglas, ahora ya podemos hacer uso de nuestra libertad,
decidir qué ficha tiramos o más bien cuál no tiramos después de haber examinado las
alternativas que tenemos para ganar. Nunca tiramos la ficha que se nos antoja, hacerlo
equivale a lo que muchas personas llaman libertinaje. La vida de los seres humanos está
regida por el determinismo, la casualidad y la libertad, en ese orden.
Necesitamos ver cuáles fichas tenemos, cuántas de cada una, cuáles están sobre la mesa,
cuántas han tirado, cómo están jugando los otros. Después elaborar todo un plan para ganar,
planear cada jugada para ganar y hacer perder al otro. Ese es el juego de la vida que los
padres enseñan a sus hijos, con la diferencia de que ahora no empleamos fichas, empleamos
argumentos. Gana quien tiene el argumento de mayor peso y éste, aunque disguste a muchos
adultos, cuando se dice “no quiero”, no tenemos argumento para enfrentarlo. Es cuando hay
que emplear otra clase de argumentos, imitando a la naturaleza, para convencerlo para
llevandolo al punto de vista del otro, y no tratar de doblegar la voluntad del niño con el pretexto
de que se es adulto y por eso se tiene razón, aunque esto muchas veces no sea verdad. A eso
se refiere Simonne Weil cuando dice que el hombre nació para ser libre porque piensa.
Se considera que un niño se porta bien cuando hace lo que el adulto le manda, pero en el
juego del dominó se porta bien si, una vez examinadas las circunstancias, el niño tira la ficha
que considere que es la adecuada, por lo tanto en la vida diaria el niño debe obedecer al adulto
siempre y cuando considere que éste tiene razón, exponer sus argumentos frente a los del
adulto. Esto quiere decir que en el transcurso de su desarrollo y crecimiento, el niño tendrá que
aprender a discernir si el adulto tiene razón o no si coincide con la realidad, en lo que está
mandando, si sus argumentos son más acordes con la naturaleza que los del niño. Más tarde,
siguiendo este procedimiento, tendrá que obedecer a la naturaleza siempre y cuando no pueda
modificarla y dominar. He ahí la importancia de este conocimiento en la educación del niño.
El autoritarismo, el castigo o la amenaza, por el contrario, engendran mentes no pensantes,
atrofian el cerebro. Si hubiéramos obedecido siempre a la naturaleza, si no tuviéramos la
capacidad para cuestionarla, si el hombre no la hubiera cuestionado, jamás se hubiera
inventado la rueda, la aviación, las computadoras, ni se hubiera modificado el modelo de
observación de la estructura de la realidad. Esa es la historia del desarrollo tecnológico y
científico; la ciencia descubre las leyes de la naturaleza, no las inventa y la tecnología las
modifica cuando puede. Así desafiamos la ley de la gravedad sabiendo cómo funciona,
incrementamos nuestra velocidad de traslado, algunas leyes genéticas y otras más.
Un niño nunca se porta mal, se porta como niño y un adolescente se porta como tal, he ahí otra
incongruencia cuando el adulto quiere que el niño y el adolescente se porten como un adulto o
mejor que un adulto. En las travesuras de los niños no existe maldad, sólo un deseo de
conocer cómo funciona la naturaleza a través de la experimentación activa, por lo tanto en esa
interacción muchas veces se equivocan y causan algún desaguisado, rompen un plato, tiran
una silla, escupen desde la ventana, corren riesgos absurdos que son como dice Homero
Simpson “los que dan sentido a la vida”, algo muy difícil de comprender por muchas de las
personas mayores.
Expliquemos al niño que esa actividad no se hace ahí, o a esa hora. El padre dice al hijo “no
fumes delante de mí, a mi no me grites o no me pegues”, nunca dice “no fumes o no pegues”, o
que hay algún riesgo que le enseñamos cómo evitar, tomando con fuerza y firmeza el plato
para que no se le caiga, enseñándole a quitar o rodear los obstáculos con que pueda tropezar y

44
lastimarse, jamás diciéndole “no lo hagas” o, peor aún “te lo dije” y enseguida castigarlo para
evitar que vuelva a hacerlo.
El niño va a aprender a vivir con miedo al castigo y a plantear
alternativas para evitarlo, de hecho mucha gente viola las normas
si no hay quien lo castigue, tira basura en la calle aunque se tapen
las coladeras y se inunde su calle o la ciudad. Proponer crearle
conciencia es muy difícil por no decir imposible, hay que educar al
niño. A un niño que no teme al castigo le ordena la madre que se
siente, el niño dice que no quiere hacerlo, la madre insiste hasta
que se sienta, el niño obedece y descubre la alternativa cuando
contesta: “me siento por fuera pero por dentro sigo parado”.
Hay niños que por alguna razón tienen periodos de atención más cortos que la generalidad y el
adulto exige que el niño atienda el tiempo que él espera o desea y, por la misma naturaleza del
niño es imposible, sobre todo si esta situación se debe a un problema neurológico o a otras a
situaciones de índole emocional. Llama la atención que uno de los problemas más graves de
los que se quejan los maestros, se presenta cuando el niño, a pesar de esos períodos cortos
de atención, conoce la respuesta a lo que se le pregunta, demuestra capacidad por encima del
promedio, sin embargo el maestro no sabe qué hacer con él, cómo castigarlo para lograr que
atienda cuando el propósito es que el niño aprenda y se está cumpliendo, y este hecho le
impide ver la capacidad superior del niño que con menos recursos de atención que sus
compañeros tiene el mismo aprovechamiento, porque el maestro exige que atienda, no que
aprenda, el maestro quiere que siga el procedimiento que le enseño, no que descubra otras
alternativas de solución.
Los niños son inteligentes, eso quiere decir que son congruentes, no entienden cuándo el
planteamiento que se les hace pierde esa congruencia. Así, no es extraño que el niño se
niegue a hacer la tarea cuando se le ordena que copie el libro, conteste un cuestionario u otros
trabajos por el estilo, argumenta que ya lo hizo una vez, y tiene razón. Sin embargo no se niega
a poner la mesa o a lavar un plato porque va a comer en él. No es difícil que el niño acepte
recoger sus juguetes o tender la cama, si se le presenta un buen argumento para que lo haga.
No basta que lo ordenen los adultos.
El adulto exige que el niño entienda cuando él explica, es cierto que para que el otro entienda
se necesita explicar, pero en el caso de los niños también esperar a que tengan la capacidad
para entender, lo cual aparecerá seguramente con la maduración del cerebro.
El lenguaje con que el adulto se dirige al niño debe conservar esa coherencia, esa congruencia
con el pensamiento del niño. No se puede esperar que el niño entienda que una petición de
ayuda conlleva una obligación para él. Y no es extraño escuchar el planteamiento del adulto
cuando dice que el niño tiene obligación de ayudar o lo tiene que hacer porque él o ella se lo
piden. Esto en buen español es una incoherencia: o me lo pides o me lo mandas.
Muchas veces el adulto dice al niño lo que espera de él, cómo espera que se comporte, esto es
correcto, lógico, pierde la congruencia cuando se presenta la conducta otra vez y el adulto
reclama diciendo: acuérdate en lo que quedamos, pero nunca quedamos en algo, nunca
llegamos a algún acuerdo, nunca negociamos. “Tú dijiste y yo escuché”, podría responder el
niño.

45
LAS DISFUNCIONES CEREBRALES.

No perdamos de vista que el cerebro en buena medida funciona como una estructura
biocibernética que se alimenta con información transformándola en ideas, pensamientos y
sentimientos, los cuales como toda estructura viva nacen crecen, se reproducen y mueren y así
como la información organiza y madura el cerebro también la información puede desorganizar
su actividad y entorpecer el proceso de maduración. Por eso en el caso de los niños con
problemas de conducta tenemos que examinar cómo está funcionando el cerebro y cuáles son
las causas por las que se ha desorganizado que pueden de índole biológica, emocional o social
agravando un problema de conducta.
El problema empieza a generarse cuando aparecen niños distraídos o inquietos en cuyo caso
nos preguntaríamos si ante un requerimiento específico el proceso de atención, que consiste
en dejar pasar cierto tipo de información e impedir el paso de otra, se puede mantener durante
el mismo tiempo que lo hacen los niños de su edad o si antes de lo esperado esta atención se
dirige a otro tema cómo sucede en un niño más pequeño, lo cual no quiere decir que nos
encontremos ante una inmadurez o un retraso en el desarrollo a no ser que especifiquemos
que nos estamos refiriendo exclusivamente al proceso de atención. Si nos encontramos con
esta situación donde los patrones no coinciden buscamos la respuesta enfocando el problema
desde otro ángulo. No nos limitamos a considerar al niño un problema y achacarle toda la
responsabilidad diciendo que si puede, que es muy inteligente, pero no quiere. Hablar de
atención dispersa es referirnos a un fenómeno que no existe en la naturaleza, la atención se
dirige hacia algún objeto del conocimiento, siempre al más atractivo, está en alguna parte y se
mantiene durante determinado tiempo sobre ese objeto. Utilizar un concepto inadecuado es
confundir al alumno y a sus padres. En este caso queda claro el modelo de la sustitución de los
fines por los medios. A menudo empleado en la escuela y en la familia.

46

S-ar putea să vă placă și