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Quizás lo primero que me viene a la mente para esta segunda actividad, es mencionar que
encuentro una afortunada y gran coincidencia entre mi quehacer y este nuevo modelo: Explico: en
el arte, ya sea el histórico o el contemporáneo, los procesos han sido estudiados y valorados de
sobremanera. Gracias a la valoración del proceso, a su registro y a su estudio, hemos podido
entender no solamente la técnica del patrimonio cultural, si no las preocupaciones y las
implicaciones de los discursos y los materiales que los artistas han usado a lo largo de la historia.
Muchas veces los trayectos son complicados, muchas veces el proceso es un tanto caótico, y es
aquí cuando recurro a Baudrillard: “el caos no se opone radicalmente la racionalidad” cita a la que,
para efectos de este comentario, yo agregaría: lo caótico de los procesos conlleva inevitablemente
un cierto porcentaje de edificación y de cimentación.
Lo segundo que me parece fundamental comentar es que, este modelo no apuesta por el estéril
modelo mnemotécnico que venía ya caducando desde hace años. La educación basada en
competencias apuesta por la experiencia, por lo vivencial, por una educación significativa a partir
de una cierta horizontalidad y una preocupación por el saber hacer y ya no del mero saber. Esto,
inevitablemente puede conectarse con el origen de ciertos postulados sobre el arte, a saber: el
momento en que en la Grecia antigua se comienza a hacer esa separación de conceptos y
comienza a esbozarse lo que es el arte.
Por otro lado y encabalgando un tanto las ideas de este párrafo con el anterior, si la educación
basada en competencias contempla contenidos actitudinales, los profesores involucrados en este
tipo de modelos deben no sólo contar con las suficientes herramientas intelectuales y
actitudinales para solventar la empresa, sino además deberán tener y demostrar frente a grupo un
grado muy aceptable de inteligencia emocional para lograr los objetivos del reto.
Debo mencionar que elegí estas dos características porque quizás, en el área que yo me
desempeño, son fundamentales y, yo esperaría, que así fuese en todas las áreas del conocimiento.
Desde mi punto de vista, el término “competencia” empata a la perfección con lo que mencioné
en el apartado anterior sobre los orígenes de las definiciones y las categorizaciones del término
“arte”. En lo personal, considero que hablar ahora sobre “competencias” es mucho más que
pertinente e implica que los involucrados seamos conscientes de que no necesitamos alumno que
nos reciten sin falla alguna las fechas, los nombres o las teorías que el curso nos demande;
necesitamos alumnos que se pregunten por qué se llegaron a esas teorías y cómo es que ellos
mismos podrían desarrollar algo similar o completamente contradictorio.