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RAZONES PARA LEER AL GABO


Francisca Noguerol. USAL
Gabriel José de la Concordia García Márquez (Aracataca, Colombia
1927 - México, D. F., 17 de abril de 2014), Gabo para el mundo, fue un
novelista, cuentista, guionista, editor y periodista colombiano, uno de los
más celebrados ganadores del Premio Nobel (1982, cuando contaba 55
años de edad) y sin duda el autor más reconocido de América Latina por el
gran público, que quedó atrapado muy pronto en sus hipnóticos relatos.
Consiguió ser respetado y querido al igual por crítica y público,
como en su día lo fueron Dickens, Hugo o Hemingway, por citar unos
pocos nombres.
La Real Academia lo homenajeó en 2007 con una tirada de un millón
de ejemplares para CIEN AÑOS DE SOLEDAD –solo Cervantes había
conseguido algo así-, festejando una novela leída por cincuenta millones
de personas y traducida a casi todos los idiomas existentes. Recordemos
que esta novela le dio la notoriedad mundial. Se publicó en junio de 1967
y en una semana vendió 8000 ejemplares. De allí en adelante, el éxito fue
asegurado y vendió una nueva edición cada semana, pasando a vender
medio millón de copias en tres años. Fue traducido a más de veinticuatro
idiomas y ganó cuatro premios internacionales. El éxito había llegado por
fin y el escritor tenía 40 años cuando el mundo aprendió su nombre. Ya no
tendría que pasar más necesidad junto con su mujer y sus hijos.
Destaco en estas páginas las razones que nos llevarán siempre a
volver a sus páginas:
1-Fue el representante más celebrado, durante muchos años, del
“boom” latinoamericano, que reunía a Cortázar, Fuentes, Vargas Llosa y
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Donoso como otros miembros, por su carisma y su capacidad para


conectar con el lector.
Frente a novelas experimentales y cosmopolitas, a veces de difícil
legibilidad para todos los lectores, destaca su excepcional capacidad de
fabulación, por lo que juega con los tiempos en periodos de frases
larguísimas sin que nos demos cuenta del sofisticado uso del lenguaje que
le caracteriza.
Ej. de su carisma en la fascinación que provocó en Vargas Llosa,
antes de su sonada pelea su más ferviente defensor, como demuestra su
magnífica tesis doctoral GGM: HISTORIA DE UN DEICIDIO –donde sostiene
que la imaginación del Gabo le permite hacer lo que quiera “sin que se
despierte el lector”. En la misma línea se encuentra lo señalado por Carlos
Fuentes en el discurso “Para darle nombre a América”.
2-Se constituye en el abanderado, por antonomasia, del “realismo
mágico”. Aunque Asturias ganó el premio Nobel en el 67 y pertenecía al
mismo movimiento, será Gabo el que lo exportará al mundo y el más
seguido por sus continuadores, desde Isabel Allende a Laura Esquivel,
desde Luis Sepúlveda a Marcela Serrano –los discípulos “narcóticos”.
Definición: interés de mostrar lo irreal o extraño como algo
cotidiano y común aunando mito, superstición, tradición oral a la historia
de cada pueblo. No es una expresión literaria mágica; es, sobre todas las
cosas, una actitud frente a la realidad.
El realismo mágico ha demostrado ser contagioso en otros países en
vías de desarrollo y en los novelistas que escriben sobre ellos, como
Salman Rushdie –HIJOS DE LA MEDIANOCHE-, NAGUIB MAHFUZ –LAS
VELADAS DE LAS MIL NOCHES- o Arundhati Roy –EL DIOS DE LAS
PEQUEÑAS COSAS, para citar solo el ejemplo más conocido. Logro de
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todos ellos: diseñar un mundo novelesco que se convirtió en el espejo de


un imaginario colectivo y del desgarramiento metafísico. Frederic
Jameson: en Third World Literature in the Era of Multinational Capitalism
(1986) postula el REALISMO MÁGICO COMO EL ESTILO NECESARIO PARA
ALEGORIZAR LOS PROBLEMAS DE LOS PAÍSES EN PROCESO DE
DESARROLLO –voluntad de otredad criticada hoy, pero que se mantuvo
durante muchos años.
Anécdotas que luego se convertían en realidad para Gabo: sostén
antibalas de Imelda Marcos y oración del patriarca para que las balas
rebotaran en el corpiño de Leticia Nazareno; Churchill dictada sus cartas
paseándose sin ropa, como lo hacía su Bolívar; cola de cochinos del hijo
nacido del incesto de los Buendía, último de su especie, existente en la
realidad por testimonios que le llegaron.
3- Exportó al mundo toda una manera de mirar América Latina.
Alegórico y barroco, se constituye en la base de lo que fue la literatura del
subcontinente durante al menos treinta años (lo demás era considerado
falso, artificial o “europeizante”). Ej en CIEN AÑOS DE SOLEDAD, alegoría
de la historia de Colombia y de América Latina a partes iguales, en donde
se desentrañan mucha de las claves del lugar que lo vio nacer: violencia,
machismo, familias basadas en las figuras de mujeres fuertes,
neocolonialismo –United Fruit Company…- y un largo etcétera que solo
puede conocerse por completo releyendo la novela.
Esta mirada se encuentra basada en su propia experiencia: abuelo
liberal y valiente, que no quiso callar la masacre de la Ciénaga y fue la
figura más importante de su vida (tras su muerte, cuando Gabo cumplió
ocho años, este señaló: “nada más me ha pasado que sea importante”). Lo
llevó al circo, a conocer el hielo, lo educó en la dignidad, siempre esperó la
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pensión de EL CORONEL… Engendró tres hijos legales y nueve con otras


madres, como su padre once legales y muchos otros bastardos; su abuela
Tranquilina Iguarán, en la base de Úrsula y tantas mujeres fuertes, que
proveía y al mismo tiempo hablaba sin empacho con los muertos (en la
misma línea su mujer, Mercedes Barcha, que aparece en su obra, de la que
se enamora cuando él cuenta 13 y ella 9 años). De hecho, sus padres se
encuentran en la base de la historia que sustenta EL AMOR EN LOS
TIEMPOS DEL CÓLERA (amor prohibido a través de cartas, serenatas,
mensajes telegráficos); también se destaca el artificial florecimiento y
decadencia de los pueblos como consecuencia de la United Fruit Company,
en la base del nacimiento de Macondo, que por otra parte refleja
Aracataca con sus calores y lluvias interminables.
Por cierto, imaginación unitaria desde el principio, con vasos y
personajes comunicantes. Así, «Monólogo de Isabel viendo llover en
Macondo» y «Un día después del sábado» conducen a El coronel no tiene
quien le escriba y a La mala hora, pero también prolongan los inquietantes
pórticos de pasados relatos de Gabo. Así, Macondo se muestra como un
sueño largamente acariciado, en la línea de Santa María de Onetti o
Comala de Rulfo.
Para él, un escritor solo escribe un libro, aunque le coloque títulos
muy diversos. Mundo unitario perfectamente identificable en sus
fantasmas y realidades.
4-Glosó como nadie el tema del poder. Dictadores como
metarrelato, que él –fascinado por sus figuras- retratará en libros tan
diversos como LOS FUNERALES DE LA MAMÁ GRANDE, CIEN AÑOS DE
SOLEDAD –SESGADAMENTE A TRAVÉS DE LA FIGURA DE AURELIANO
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BUENDÍA-, EL OTOÑO DEL PATRIARCA Y EL GENERAL EN SU LABERINTO.


Corolarios del poder: soledad e incapacidad para amar.
Desde LA HOJARASCA A EL OTOÑO DEL PATRIARCA, La preocupación
política permea su obra. Con CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA
(1981) esto cambia, como consecuencia del general desaliento que
provocan las dictaduras en Latinoamérica y la escisión intelectual
provocada por la revolución cubana. Desde entonces predominarían los
textos de amor y las crónicas, o las visiones de jerarcas en la derrota
(Bolívar).
Él fue fustigado por la violencia: El bogotazo clausuró la Universidad
donde estudiaba Derecho, comenzando una guerra civil largamente
narrada (1948-1968).
Amistad con poderosos muy criticada: especialmente con Fidel
Castro – cf. Al respecto Ángel Esteban en GABO Y FIDEL: EL PAISAJE DE
UNA AMISTAD. Marcado por la Revolución Cubana, exporta la utopía a
todo el mundo. Corresponsal de Prensa Latina para difundir los ideales
latinoamericanistas. Cuando se produce el “caso Padilla”, permanece al
lado de Fidel. Recordamos la escena recibiendo al Papa. Pero no solo él:
Felipe González, Juan Carlos I, Bill Clinton, François Mitterrand.
5- Otro de sus grandes temas es el de la soledad: de América Latina
frente a “los antiguos colonizadores” (DOCE CUENTOS PEREGRINOS PARA
DEMOSTRAR LA DIFERENCIA ENTRE LOGOS EUROPEO Y MITO
LATINOAMERICANO , problemas por su aspecto “sale gueule”), del
individuo frente a la sociedad –recordemos figuras memorables como la
de EL CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA- o el Santiago Nassar de
CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA, muerto con la connivencia de
todo un pueblo. En este sentido, relación con Álvaro Mutis –Maqroll el
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Gaviero y sus personajes tremendamente idealistas – e interesante retrato


de Aureliano Buendía (si este hubiera triunfado alguna de sus 33 guerras,
sería un patriarca, pero el personaje se humaniza en la derrota)-.
6- Finalmente, cantó al amor como pocos en todas sus vertientes y
dimensiones, desde la más platónica a la carnal –no olvidemos todos los
hijos bastardos de su abuelo y su padre, su ensalzamiento de la figura de la
prostituta, sus mujeres fuertes y pragmáticas, que sostienen los ideales de
los alocados hombres: Úrsula Iguarán, Fermina Daza. Recordar EL AMOR
EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA, DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS, MEMORIA
DE MIS PUTAS TRISTES (muy criticado, basado en obra maestra de la
literatura contemporánea La casa de las bellas durmientes, del japonés
Yasunari Kawabata, historia de ancianos que acuden a una casa de citas
para acostarse con jóvenes vírgenes y poseerlas con la imaginación
mientras ellas duermen). FANTASMA QUE LE RONDABA: PROSTITUTA DE
11 AÑOS CON LA QUE PROBABLEMENTE PERDIÓ LA VIRGINIDAD,
ERÉNDIRA, LA MISMA QUE INICIA A AURELIANO BUENDÍA.
7- En su obra, asumió la alegría del carnaval glosado por Bajtín en
textos tan chispeantes como plenos de hedonismo, tan cargados de humor
como de descaro, tan hiperbólicos como los relatos de la comunicad que
lo vio nacer. Esto le fue muy criticado por los puristas en principio –se ganó
la vida con viñetas gráficas-, aunque ahora constituye una de las
principales marcas de su estilo. Por ello siempre adoró el Caribe y rechazó
el frío bogotano –recordemos ENTRE CACHACOS, donde habla de la
hipocresía andina, y espacio donde nunca se sintió satisfecho.
8-Como buen periodista -oficio del que nunca se avergonzó y que le
llevó a publicar tras una exhaustiva investigación NOTICIA DE UN
SECUESTRO, supo compaginar la tensión narrativa con los más diversos
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registros lingüísticos, no rehuyendo en ningún momento la anécdota en


beneficio de la descripción o la digresión ensayística. Frase que lo define:
quería escribir para que lo quisieran sus amigos, pues entretener, en su
opinión, se encuentra en la base de todo buen escritor.
9- Manejó la imagen como pocos. No en vano su hijo, Rodrigo
García, es un famoso cineasta y su segundo hijo, Gonzalo, diseñador
gráfico. Todos sus textos parten de una imagen tremendamente visual (ej
en EL CORONEL…). Él mismo quiso estudiar cine en Roma y se enamoró del
neorrealismo italiano, especialmente de películas tan extraordinarias
como MILAGRO EN MILÁN, de Vittorio de Sica. Realizó guiones de cine.
Así, como presidente de la Fundación del Nuevo Cine
Latinoamericano (1986), pronunció un discurso donde destacó cómo
compartió con Julio García Espinosa, Fernando Birri y Tomás Gutiérrez
Alea los estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma.
«Ya desde entonces —explica—, hablábamos casi tanto como hoy del cine
que había que hacer en América Latina, y de cómo había que hacerlo, y
nuestros pensamientos estaban inspirados en el neorrealismo italiano, que
es —como tendría que ser el nuestro— el cine con menos recursos y el
más humano que se ha hecho jamás. Pero sobre todo, ya desde entonces
teníamos conciencia de que el cine de América Latina, si en realidad quería
ser, sólo podía ser uno».
El futuro narrador educa sus ojos y se aplica a expresar su vocación
como crítico cinematográfico de varios periódicos colombianos, entre ellos
El Espectador, de Bogotá. Y así, en un progreso cinéfilo continuamente
reinventado, va a confirmar la influencia de la gran pantalla en su literatura
y, en sentido inverso, las posibilidades literarias de los guiones
cinematográficos que inspira o escribe.
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Ejemplos de este hecho: en Tiempo de morir (1965), obra de un


joven cineasta de 21 años, Arturo Ripstein, este recurrió a Gabo como
guionista de Aracataca y a Carlos Fuentes como dialoguista para construir
una suerte de película del Oeste, tan singular como intensa. Recoge el
anecdotario el momento final del rodaje, cuando Ripstein solicita al
escritor los derechos de El coronel no tiene quien le escriba, a lo que
García Márquez, con una sonrisa, responde: «Cuando aprendas te la
paso». Como luego veremos, la frase cobrará sentido 34 años después,
cuando la película se estrene en 1999 y Gabo le dedique a la versión
encendidos elogios.
Dentro de esta filmografía, es muy de notar la serie Amores difíciles
(1988), toda guionizada por él, inspirada en cuentos del autor colombiano
y extraordinaria por la calidad y variada procedencia de sus realizadores
(para verificarlo basta un repaso de títulos: Fábula de la Bella Palomera, de
Ruy Guerra; Milagro en Roma, de Lisandro Duque; Cartas del parque, de
Tomás Gutiérrez Alea; Un domingo feliz, de Olegario Barrera; El verano
feliz de la señora Forbes, de Jaime Humberto Hermosillo; y Yo soy el que tú
buscas, de Jaime Chávarri). En consonancia con los propósitos de la
Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano —lograr un universo
audiovisual común para Iberoamérica—, esta serie batalla contra las
fronteras cinematográficas-
10- Poseyó un estilo inconfundible, en el que muchas sentencias
funcionan como verdaderos epifonemas, marcados a fuego en la memoria
del lector. Así se aprecia en los intensos finales y conclusiones de sus
obras, sobre los que ofrezco algunos ejemplos para destacar la maestría
con la que atrapa al lector:
LOS PRIMEROS PÁRRAFOS DE SUS OBRAS
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El Coronel no tiene quien le escriba, 1961


"El coronel abrió el tarro del café y comprobó que no había más de
una cucharadita. Retiró la olla del fogón, vertió la mitad del agua en el piso
de tierra, y con un cuchillo raspó el interior del tarro sobre la olla hasta
cuando se desprendieron las últimas raspaduras del polvo de café
revueltas con óxido de lata”.
Cien años de soledad, 1967
"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el
coronel Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que
su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de
veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas
diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y
enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que
muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que
señalarlas con el dedo”.
Crónica de una muerte anunciada, 1981
"El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30
de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había
soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna
tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió
por completo salpicado de cagada de pájaros. «Siempre soñaba con
árboles», me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los
pormenores de aquel lunes ingrato. «La semana anterior había soñado
que iba solo en un avión de papel de estaño que volaba sin tropezar por
entre los almendros», me dijo. Tenía una reputación muy bien ganada de
interprete certera de los sueños ajenos, siempre que se los contaran en
ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago en esos dos sueños
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de su hijo, ni en los otros sueños con árboles que él le había contado en las
mañanas que precedieron a su muerte”.
El amor en los tiempos del cólera, 1985
"Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba
siempre el destino de los amores contrariados. El doctor Juvenal Urbino lo
percibió desde que entró en la casa todavía en penumbras, adonde había
acudido de urgencia a ocuparse de un caso que para él había dejado de ser
urgente desde hacía muchos años. El refugiado antillano Jeremiah de
Saint-Amour, inválido de guerra, fotógrafo de niños y su adversario de
ajedrez más compasivo, se había puesto a salvo de los tormentos de la
memoria con un sahumerio de cianuro de oro”.

FINALES
Cien años de soledad
Macondo era ya un pavoroso remolino de polvo y escombros
centrifugado por la cólera del huracán bíblico, cuando Aureliano saltó once
páginas para no perder el tiempo en hechos demasiado conocidos, y
empezó a descifrar el instante que estaba viviendo, descifrándolo a
medida que lo vivía, profetizándose a sí mismos en el acto de descifrar la
última página de los pergaminos, como si estuviera viendo en un espejo
hablado. Entonces dio otro salto para anticiparse a las predicciones y
averiguar la fecha y las circunstancias de su muerte. Sin embargo, antes de
llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese
cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los
espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los
hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los
pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y
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para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no


tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.

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