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Olvídate de las características, olvídate de los puntos, los modificadores y las armas. Piensa en
su historia, en su pasado, en los problemas que tuvo, ¿fue su vida fácil?¿tiene família? La historia
del personaje, bien desarrollada, te dirá exactamente las características y armas que, por lógica
debería tener.
Existen dos formas de crear el pasado del personaje. La primera radica en crear al personaje tal
y como te gustaría que fuera en la actualidad y, a continuación, empezar a preguntarte cosas
sobre él que comiencen a desentrañar su pasado. Es lo que suele hacer la mayoría. La segunda,
trata de situar al personaje en el contexto histórico en el que se mueve; sitúa su nacimiento y ve
imaginando como fue su crecimiento y su evolución a tenor de los sucesos que tuvo que vivir en
su infancia, adolescencia, etc…
De este modo, el personaje va creciendo de forma coherente con el pasado que lo acompaña.
Según lo vas desarrollando, te vas dando cuenta del siguiente paso que, por lógica, debería
tomar en su vida. Vas descubriendo sus odios, sus deseos, sus virtudes y, lo más importante, el
porqué de todos ellos. Su vida te dirá qué habilidades debes escoger, qué armas es más lógico
que utilice, qué lugares geográficos y lenguas conoce.
Un personaje real
Y no nos referimos a un ser humano necesariamente. En la realidad, la nuestra o cualquier otra,
no existen los seres perfectos, la perfección es aburrida. No intentes conseguir un personaje con
todas las características elevadísimas, sin ninguna debilidad. Esos personajes que todos
conocemos y que lanzan una bola de fuego mientras portan un escudo pavés y se defienden con
furia con un hacha divina +50 mientras esperan la oportunidad para cargar su ballesta con la
que, evidentemente, son unos fenómenos... Eso es aburrido.
Un personaje debe tener debilidades además de puntos fuertes. Un personaje normal, además de
ser un reto a la hora de cumplir objetivos, estimula más tu imaginación a la hora de buscar
soluciones a los problemas. No todo podrá resolverse entrando a espadazo limpio en cualquier
situación.
Además, un personaje normal permite al Dungeon master iniciar una aventura con una trama
lógica, centrada en un caso sencillo para después ir mejorando sus rivales hasta que aquel
sencillo campesino se convierta en un poderoso guerrero y tus enemigos pasen de simples lobos
a temibles dragones. En la evolución del personaje está el orgullo de aquel que lo interpreta, que
sabe que, para llegar a donde está, ha tenido que utilizar todas sus dotes y todo su ingenio.