Sunteți pe pagina 1din 1

11.4 La torre de Babel fue un gran logro humano, una maravilla del mundo.

Pero era un
monumento dedicado a la gente misma y no a Dios. A veces construimos monumentos
a nosotros mismos (ropas caras, una gran casa, un automóvil lujoso, un trabajo
importante) para llamar la atención. Esto puede no ser malo en sí, pero cuando los
usamos para jactarnos y gloriarnos, toman el lugar de Dios en nuestras vidas. Somos
libres para desarrollarnos, pero no para pensar que hemos reemplazado a Dios. ¿Qué
torres ha construido usted en su vida?

Babel…confundió el SEÑOR. La palabra Babel significa “puerta de Dios” y eso es


aparentemente lo que el pueblo quería hacer, una puerta que llegara hasta los cielos
(vers. 4). La palabra confundió (heb., balal) forma un juego de palabras con Babel.
Babel fue el primer lugar donde una rebelión organizada se llevó a cabo contra Dios, y
llegó a representar la impiedad, la inmoralidad y la rebelión (Ap 14:8; 16:19; 17:5; 18:1–
5).

4. "Para perpetuar nuestro nombre": esta es una expresión del orgullo humano, que
pretende darse a sí mismo el honor y la gloria que corresponden al nombre de Dios (
Sal_115:1). En contraposición con el capítulo anterior, la "parábola" de la torre de Babel
presenta la variedad de las lenguas y la dispersión de los pueblos con una visión
pesimista; ellas son el castigo divino a la pretensión de eregir una civilización fundada
en la autoexaltación del hombre y en el olvido de Dios. El milagro de las lenguas en
Pentecostés ( Hec_2:5-12) es el reverso de la confusión provocada en Babel.

11 . 5 - 8 Los descendientes de Noé retornaron rápidamente a sus costumbres paganas,


por lo tanto, Jehová decidió confundir su lengua y entonces los esparció . . . sobre
la faz de toda la tierra. Lo que ellos pretendieron convertir en un monumento a los
esfuerzos humanos se transformó en un símbolo del castigo divino al orgullo y a la
autosuficiencia.

Gén 11:1-9 Los pueblos se dispersan y hablan distintas lenguas. En la perspectiva del
relato, este fenómeno cultural aparece como un nuevo intento de la humanidad de
construirse un mundo al margen de Dios y, en cierto modo, de superar sus límites y ser
como Dios. Tal proyecto, grandioso a los ojos de los hombres pero insignificante a los
ojos de Dios, muestra cómo no se puede construir el mundo sin contar con Dios; y
menos aún en rebelión con su plan, pues se viene abajo. El afán desmesurado de
grandeza y la prepotencia de los imperios lleva a la destrucción de la humanidad y de
sus valores. El castigo divino no es eterno (Is 2,2-4), y la división de las lenguas será
superada en Pentecostés (He 2).

S-ar putea să vă placă și