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ANÁLISIS DE LOS REGÍMENES POLÍTICOS HÍBRIDOS

TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA: CASO CHILENO 1.973 - 1990

Vicente Menza Vallejo


Maestría en Administración Pública
Esap - Pasto

Chile un país situado en el suroeste de América del Sur, el presidente es jefe de Gobierno y jefe
de Estado, las elecciones presidenciales y Cámaras del Parlamento se realizan cada cuatro años, las
últimas se celebraron en noviembre de 2017 (Chile, 2019). El régimen militar chileno se instaló en 1973
con la llegada al poder del general Pinochet, quien representó un modelo particular de autoritarismo
sustentado en una alianza entre las fuerzas armadas y una tecnocracia moderna y eficiente (Universidad
de Chile, 1992), después de derrocar al gobierno democrático y socialista de Salvador Allende Gossens,
acción catalogada por sus autores como un “pronunciamiento militar”. Tanto los militares, como los
partidos políticos proclives a la usurpación del poder por las vías de hecho, adujeron actuar de tal modo,
en virtud del supuesto caos en que el gobierno de la Unidad Popular (UP) había sumido al país
(Velásquez Rivera, 2009).
Entre 1982 y 1983 tras la crisis financiera y económica de Chile se originó un movimiento político
y social a nivel nacional con fuertes protestas y movilizaciones de desobediencia civil y desafío a la
autoridad militar, en 1985 inicia un proceso político entre líderes y representantes de diferentes sectores
quienes comenzaron a buscar medios y mecanismos para avanzar en forma pacífica hacia la democracia
a través de un plebiscito y dejar atrás, si se quiere la autonomía política de las fuerzas militares en cabeza
de Pinochet y las intenciones de prolongar su gobierno por ocho años más, este actuaba como jefe de
Estado y de las fuerzas militares. El plebiscito de 1988 no permitió prolongar el periodo presidencial y
dio paso al proceso de transición a través de un gobierno civil para lo cual habría que llamar a elecciones
presidenciales y parlamentarias en 1989 (Universidad de Chile, 1992), conllevando incluso al Arresto
de Augusto Pinochet en Londres y la reforma a la constitución de 1980, entre otros aspectos importantes.
Tras las protestas sociales ocurridas desde el año 1983 contra la dictadura militar y las
consecuencias del modelo económico impuesto por ésta, sectores civiles de fuera y dentro del régimen
de facto, empezaron a discutir la posibilidad de fundar un partido que aglutinara las distintas fuerzas de
derecha, a efectos de enfrentar, en el ámbito ideológico y político, un eventual reagrupamiento de la UP,
organismo político sindicado por la dictadura militar y la derecha en general, de estar promoviendo las
manifestaciones populares. Fue así como el partido político Renovación Nacional (RN), surgió de la
unión de tres agrupaciones políticas: el Frente Nacional del Trabajo (FNT), encabezado por Sergio
Onofre Jarpa; la Unión Nacional, dirigido por Andrés Allamand; y la UDI (Velásquez Rivera, 2009).
El proceso hacia a la democracia en Chile implicó romper con el orden constitucional vigente
para hacer posible la transición, además de cuestionar la legitimidad del régimen militar, exigir la
renuncia de Pinochet y proponer un gobierno provisional que convocara a una Asamblea Nacional
Constituyente y allí se produjera una nueva constitución política tras la convocatoria a un plebiscito en
1985, que permitiera elegir un nuevo Parlamento, la recuperación del ejercicio de los derechos políticos
fundamentales, el fin del exilio, el término de la intervención de las universidades, el alzamiento de los
estados legales de excepción, la legalización de los partidos políticos y la formación de registros
electorales, la negociación con las Fuerzas Armadas, para la transición conducente a una democracia de
tipo occidental en Chile, el reemplazo de la norma que establece que el próximo Presidente sería
designado por los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas y ratificado por un plebiscito, por otra
norma que permita una elección presidencial libre, competitiva y rodeada de efectivas garantías y la
modificación de los actuales mecanismos que regulan la manera en que puede reformarse la Constitución
y si se quiere el aislamiento del Partido Comunista (Velásquez Rivera, 2009).
Para el escritor chileno Carlos Franz la transición a la democracia en Chile “ha sido un proceso
lento y doloroso, aún incompleto, pero que se ha acelerado últimamente, pero la transición chilena en
un sentido más amplio, no termina todavía, e incluso es deseable que dure mucho más” (El País, 2005).
Franz sugiere que “la transición ha significado un progreso en Chile precisamente porque ha obligado
a muchos a reconocer el error y la violencia propios, y no sólo los ajenos. Pocas cosas pueden madurar
más a una nación que este re-conocimiento de sí misma” (El País, 2005).
En la publicación de The Economist, se expone que 2018 fue un gran año electoral en América
Latina, y una gran prueba del proceso electoral y el pluralismo, con un cambio de gobierno en ocho
países, que representan a la mayoría de la población de la región: Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica,
Cuba, México. Paraguay y Venezuela. En general, estas transferencias de poder ocurrieron
pacíficamente y sin incidentes (The Economist, 2018).
El caso chileno ha sido analizado a través de diferentes estudios, publicaciones, indicadores y
variables, que permiten concluir que este país presenta importantes avances en los índices de
crecimiento, desarrollo humano, transparencia y democracia, sin embargo, aunque en las mediaciones
aún se considera que Chile puede mejorar sus índices de democracia, por cuanto aún se tiene como una
democracia limitada, pero que igual se acerca mucho a ser una democracia plena que permite la
consolidación de sus instituciones políticas, así como los principios de limitación y rotación del poder
sin mayores contratiempos, tal como lo indica Freedom House, Transparencia Internacional, The
Economist, PNUD, Clacso y CELAG, entre otras entidades que permiten concluir que Chile es una
democracia estable que ha experimentado una importante expansión de los derechos políticos y las
libertades civiles desde el retorno del gobierno civil en 1990, aunque aún se pueden ver aspectos
relacionados con la baja participación y atención a las minorías, la baja injerencia de las mujeres en la
toma de decisiones en el legislativo, una mínima presión aún de algunos grupos de presión y algunos
escándalos de corrupción.
De Chile, también se da cuenta de las fortalezas relacionadas con el respeto de las libertades civiles
y derechos políticos, un bajo nivel de corrupción, responsabilidad institucional, la libertad económica,
el buen nivel del PIB per cápita, y los buenos indicadores en salud, educación y disminución de la
pobreza, los cuales van de la mano de los avances de la transición a la democracia, también llamada
retorno a la democracia y/o restablecimiento democrático de Chile luego de la última dictadura militar
liderada por el general Augusto Pinochet, siendo este el punto de Inflexión marcado por el traspaso del
poder político desde las Fuerzas Armadas de Chile en cabeza del comandante en jefe del Ejército hacia
un presidente elegido democráticamente, finalizando de este modo la dictadura militar iniciada tras el
golpe de estado de 1973.

PRETENSIÓN (CLAIM) – TESIS: ¿Hasta qué punto el fin de la Dictadura Militar liderada por
el general Augusto Pinochet permitió el fortalecimiento de la democracia chilena y los indicadores
sociales y económicos de Chile?
En Chile, el 11 de septiembre de 1973, el Presidente Salvador Allende Gossens fue derrocado por
las fuerzas armadas de su país, acción catalogada por sus autores como un “pronunciamiento militar”.
Tanto los militares, como los partidos políticos proclives a la usurpación del poder por las vías de hecho,
adujeron actuar de tal modo, en virtud del supuesto caos en que el gobierno de la Unidad Popular (UP)
había sumido al país. Tras cerca de dos décadas de dictadura militar a cargo del general Pinochet, el 11
de marzo de 1990 el poder fue transferido a los civiles a través de la Alianza por Chile de la cual hacen
parte la Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN), que dio paso si se quiere
a la recuperación del ejercicio de los derechos políticos fundamentales y fortalecimiento de la
democracia a través de una transición bien concebida debe evitar que revivan los conflictos que indujeron
a la intervención militar, promover la creación de alternativas al régimen autoritario, estimular acuerdos
sólidos sobre el orden político y económico futuro, buscar una grado de desarrollo que modere las
tensiones sociales y promover mecanismos de traspaso del poder que sean aceptables desde el punto de
vista de democrático (Universidad Nacional de Cuyo - Velásquez Rivera, Edgar de Jesús, 2009).
Basado en lo anterior en marzo de 1990, asumió como presidente de la República por un período
de cuatro años, quien tenía cuatro principios fundamentales: continuar el modelo económico; poner en
marcha las instituciones democráticas; promover la justicia social y lograr la reconciliación nacional.
Chile ostenta puntuaciones importantes que lo catalogan como un país libre en los últimos 10
años, con una democracia estable que ha experimentado una importante expansión de los derechos
políticos y las libertades civiles desde el retorno del gobierno civil en 1990 (Freedom House, 2019). Tal
condición es respaldada por los estudios de The Economist que califica a Chile con una puntuación
general de 7,97 sobre 10, situación que lo ubica en los rangos de un Régimen de Democracia Defectuosa
o Imperfecta, aunque porcentualmente está cerca de ser una democracia plena (The Economist, 2018).
Sin embargo, el debate sobre la democracia en Chile no escapa a estas tendencias globales, hoy se busca
entender cuán extendidos están los principios y mecanismos democráticos en el funcionamiento de la
sociedad, cuáles son las expectativas y demandas ciudadanas hacia la democracia y cómo se responde
ante dichos intereses y demandas (PNUD - Programa de las naciones unidas para el desarrollo, 2014).
Para Leonardo Morlino, regímenes híbridos son, por consiguiente, todos aquellos regímenes
precedidos por una experiencia autoritaria o tradicional, que experimenta un inicio de apertura,
liberalización y parcial ruptura de la limitación del pluralismo. Esto significa que, junto a viejos actores
del régimen democrático anterior, pertenecientes a una coalición que ya no es dominante ni está
cohesionada, ha surgido claramente las oposiciones, gracias también a una parcial y relativo respeto de
los derechos civiles, esas oposiciones son admitidas a participar en el proceso político, pero están
sustancialmente excluidas de cualquier posibilidad de acceso al gobierno. Por lo tanto, existe más de un
partido, uno de los cuales sigue siendo dominante –hegemónico en elecciones semicompetitivas y a la
vez se da un cierto grado de competición real entre los candidatos en el interior de aquel partido
(Morlino, 2009).
Collier y Levitsky (1998) plantean la posibilidad de innovar conceptualmente a partir de atributos
ausentes, dando lugar a un nuevo subtipo que denominan “disminuidos”, al tener un atributo menos que
el concepto pleno, que para el caso sería Democracia, que tienen definidos claramente un alto nivel de
precisión y diferenciación a partir de adjetivar el concepto con el atributo ausente (Lucca, 2017).

DATOS (GROUNDS): Los indicadores dan cuenta del régimen político que ostenta por el
momento Chile corresponde a un Régimen Político de Hegemonía Cerrada, ubicado en la celda C3 – un
régimen híbrido que reconoce el pluralismo, tanto por lo que respecta a partidos como a grupos sociales,
se produce una competencia política no absoluta. De este modo, pueden existir ciertos grupos a los que
se excluye del proceso político o que, aunque participando, no posean capacidad real de acceso al poder.
Igualmente, las fuerzas políticas cercanas al régimen suelen verse favorecidas por el mismo en los
procesos políticos (Smolka, 2010).
PNUD en su informe sobre el Desarrollo Humano en Chile 2015, plantea en la primera parte de
su publicación que “La sociedad chilena se encuentra en un proceso de debate: ¿qué país queremos?,
¿qué debemos cambiar y qué deseamos mantener?, ¿quiénes deben participar en la toma de decisiones?
Las interrogantes son múltiples y se dan en distintos niveles. Abarcan tanto los temas a discutir como
los criterios y formas de las discusiones”. Hoy se pone en cuestión asuntos que antes se daban por
sentados, y lo que antes resultaba inviable hoy parece plausible. Aparecen nuevos actores que tensionan
la configuración y el ejercicio del poder en la sociedad (PNUD - Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo, 2015), lo cual evidencia a un país que piensa en su futuro a través del fortalecimiento de
sus instituciones y su democracia, pero que a la vez en consciente que existen algunos rezagos y vestigios
del régimen autoritario de Pinochet, aunque en mínimas proporciones.

GARANTÍA (WARRANT): Las valoraciones dadas a los diferentes conceptos de análisis, en lo


social, económico, social y político, dan cuenta de la estabilidad que en la actualidad tiene Chile, un país
que ha mejorado sus índices de salud, educación, infraestructura, inversión extranjera, los cuales
necesariamente mejoran la calidad de vida de sus habitantes y generan confianza al interior y exterior
del país, que junto a Uruguay, Costa Rica y Panamá son los países con un nivel de calidad democrática
más elevado, esta clasificación resulta bastante coincidente con la de otros estudios sobre el tema, aunque
existen también algunas disidencias u opiniones contrarias que dan cuenta que en Chile existe aún un
cierto grado de desprestigio de la política, la cual se encuentra alejada de los ciudadanos, tal vez ayer
más que hoy, lo cual conlleva a generar inequidad y abandonó estatal hacia los sectores más
desfavorecidos.
La participación ciudadana es fundamental para la democracia y el control de la actividad de sus
autoridades y representantes, se considera esencial para una democracia sólida e inclusiva. Así, el
funcionamiento de la democracia requiere necesariamente del ejercicio de derechos, en la medida en que
estos sustentan tanto los mecanismos de representación y competencia por el poder - elecciones como
los mecanismos de deliberación y participación en la toma de decisiones. La participación electoral
permite dotar de legitimidad y estabilidad al sistema político. Sin embargo, no existe un parámetro fijo
que defina cuánta participación es necesaria para asegurar dicho funcionamiento, ni cuánta abstención
puede mermar la legitimidad del sistema. Mientras en algunos países el voto es entendido como una
obligación y un elemento esencial de la vida en comunidad, en la gran mayoría de los países la
posibilidad de votar se considera un derecho que las personas pueden ejercer voluntariamente (PNUD -
Programa de las naciones unidas para el desarrollo, 2017). En tal sentido Chile muestra altibajos en la
participación ciudadana.
PNUD visibiliza que la disminución en la participación electoral ha sido sistemática desde
principios de la década de 1990. Por ejemplo, si se analiza el resultado de las elecciones de diputados,
en las que se ha pasado de una participación en elecciones del 87% en 1989 al 51% en 2013, situación
asociada si se quiere, a la aprobación del voto voluntario. En las elecciones de diputados y presidencial
(primera vuelta) de 2013 el número de votos disminuyó respecto de la elección de 2010, pero no tan
drásticamente como en el caso de las elecciones municipales. Los resultados de las últimas elecciones
municipales muestran que la tendencia a la baja se mantiene: en octubre de 2016 la proporción de
votantes cayó a su mínimo histórico, situándose en el 36% en relación con la población en edad de votar
(PNUD - Programa de las naciones unidas para el desarrollo, 2017).

RESPALDO (BACKING): Son varios los estudios que dan cuenta que Chile ha dado pasos
importantes en beneficio de la democracia, tal como lo muestran los indicadores de The Economist,
Freedom House, latinobarometro, Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica – CELAG ,
PNUD, Índice de desarrollo democrático de américa latina IDD-LAT, Corporación Latinobarómetro,
Transparencia Internacional y Foro Económico Mundial - FEM, entre otros, los cuales a pesar de tener
realizar valoraciones y calificaciones a criterios propios coinciden en determinar a Chile como un Estado
que respeta la libertad, valora la democracia y los derechos de la ciudadanía.
También es importante tener en cuenta los criterios plasmados por Inmaculada Szmolka (2010),
en el sentido que el régimen político defectuoso se caracteriza por no haber culminado su proceso de
consolidación democrática o que, efectuando procesos electorales competitivos que cumplen las
funciones de representación y producción de gobierno, pueden verse limitados en su desarrollo
democrático por distintos factores: un funcionamiento inadecuado en los frenos y contrapesos de las
instituciones representativas, la hegemonía de una fuerza política que debilita el papel de la oposición,
fenómenos de corrupción y clientelismo, la amenaza de algún actor ajeno a las instituciones
representativas, la presencia externa de una potencia que supervise el desarrollo democrático del país,
garantías parciales de los derechos y libertades, la falta de igualdad plena en el ejercicio de los derechos
de los grupos sociales, étnicos o religiosos, etc (Smolka, 2010).

CONCLUSIONES

En Chile al igual que en otros países de Centro y Latinoamérica es necesario una serie de reformas
que contribuyan a la solución de problemas sociales, económicos y políticos, que claramente tienen
inconformes a los habitantes, las instituciones y las empresas privadas, aunque Chile según los estudios
e indicadores analizados presenta indicadores importantes y satisfactorios, la sociedad que habita en ese
país exige cada día más, y de tal manera convertirse en líder de la región.
Chile presenta fortalezas que han caracterizado a la democracia durante las últimas décadas,
reflejadas en la estabilidad de sus instituciones, el bienestar de la población y el reconocimiento como
modelo de éxito, no solo regional, sino también internacional. Sin embargo, el sistema político ha sido
menos exitoso en promover el involucramiento y participación de la ciudadanía en la vida pública, y en
asegurar la adecuada representación de todos los sectores de la sociedad en las esferas formales de la
democracia.
Es importante mencionar que, para llegar a la clasificación de los países en los índices de
democracia, las entidades consultoras y los investigadores a cargo de estos procesos, no solo tienen en
cuenta las elecciones y el acceso a las urnas, son las libertades civiles, la funcionalidad y efectividad del
gobierno, la cultura política de la población, la participación política y con ello el ambiente que se tiene
del país, que invita a creer e invertir en él, así lo demuestra Chile y en particular lo respalda el foro
económico mundial en el reporte global de competitividad.
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