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Breve reseña histórica de la globalización:

Pues bien, para una mejor comprensión de este importante fenómeno de la globalización, es de
suma importancia conocer algo sobre el proceso y la historia que ha tenido desde su surgimiento.
La globalización como fenómeno histórico es para muchos (aquellos que se sorprenden por el
acelerado desarrollo) un suceso de la época contemporánea o del mundo actual. Sin embrago, hay
otros que opinan que, aún aceptando el creciente desarrollo, la globalización ha formado parte de
un proceso que ha estado presente en diferentes momentos históricos. Esta concepción, como un
proceso largo en el tiempo, deriva del conocimiento que se tiene, sobre la interacción y el
intercambio entre las diferentes comunidades que han estado presentes desde el comienzo de la
historia.

Aun así, esta visión es procedente no entrar a desarrollarla, ya que se requiere más tiempo para
analizar, con detalle, el proceso de la globalización durante la etapa moderna y posmoderna, ya
que para estas fechas, trajo consigo sucesos y cambios importantes de resaltar. En un comienzo,
podría afirmarse que esta consecución viene ligada al desarrollo del capitalismo, como un modo
expansivo de territorios, poblaciones, experiencias culturales y factores relacionados. “Desde el
siglo XVI, la dinámica expansiva del naciente capitalismo europeo, asociada al nuevo espíritu
intelectual y político de la época, impulsó la apertura de nuevas fronteras”[1]. Por ende, el
desarrollo de las ciencias y su aplicación a la producción favoreció la conquista de materias primas
nuevas y de nuevos mercados, así como la supremacía militar y política a territorios y poblaciones
que fueron sometidas por ciertas potencias europeas.

Algunos autores plantean la aparición de la economía global en Europa en el siglo XIV con la
aparición de ciudades dedicadas al comercio, que se extendían hacia tierras lejanas. Esta
tendencia hacia el comercio globalizado fue la que a su vez generó en el siglo XV las expediciones
hacia otras lugares del planeta, sin embargo este intercambio tenía características unilaterales y se
daba entre regiones claramente definidas[2].

Luego, finalizando la época Moderna y comenzando la Posmoderna, se dio una expansión entre
los años 1850 y 1914. Esto llevó a un crecimiento particular de los salarios reales y convergieron la
renta del suelo, la tasa de ganancias y se dio un crecimiento económico y de los niveles de vida.
Por su parte, la industrialización inglesa se difundió por varios países europeos y Estados Unidos, y
se descubrieron nuevos potenciales en los recursos del nuevo mundo, a su vez, mejoraron los
medios de transporte. También se redujeron las barreras arancelarias, lo que llevó a que creciera
el comercio. Todo eso, desencadenó en un desplazamiento de capital por todo el mundo,
aumentando la inversión en infraestructura, ferrocarriles y puertos[3].
Sin embargo, América Latina entró un poco tarde al contexto global, con crecimientos económicos
en países como Argentina, que alcanzó un PIB per cápita tres veces mayor que el usual, lo que se
reflejó en los salarios reales, que fueron en su momento mayores que los de países ricos como
Italia. Junto con esto, Chile y Costa Rica dieron paso al comercio internacional y a la inversión
extranjera.

Siguiendo con la secuencia histórica, la mitad del siglo XX llegó con el fin de la Segunda Guerra
Mundial, y acompañada de sistemas económicos sólidos y de más instituciones financieras y
multilaterales. El plan de ayuda de Estados Unidos a Europa para salir del duro golpe propiciado
por la guerra, hizo que se redujeran los aranceles y hubiera un libre flujo de capital.

Y por último, en su progresivo avance, es viable decir que la llamada Segunda Revolución
Industrial, impulsada por el desarrollo a escala global de nuevos y modernos medios de transporte
naval y terrestre, el surgimiento y expansión de nuevas vías tecnológicas de comunicación, y
muchos otros factores, multiplicaron las relaciones económicas internacionales. A su vez, dio
impulso al dominio imperial europeo, al cual se le sumó luego Estados Unidos. En síntesis, el
proceso de la globalización ha sido constante en el transcurrir de las dos últimas eras históricas,
pese a esto, no hay que descartar que este fenómeno, tuvo severas contracciones y retrocesos en
los periodos comprendidos entre la mitad de la década de los 20 y principios de la década de los
40[4]. Bloqueos que fueron superados tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.

La globalización es un proceso histórico de múltiples facetas, políticas, económicas,


culturales y medioambientales, que ofrece grandes oportunidades para avanzar en el desarrollo
mundial. El comercio, los flujos financieros y la modernización de las comunicaciones electrónicas
han permitido una creciente integración de las economías de todo el mundo.

Pero la globalización no avanza de manera uniforme. Según un estudio del Fondo Monetario
Internacional, algunos países se han integrado a la economía mundial con mayor rapidez que
otros; los que lo han hecho han registrado un crecimiento económico más rápido y han logrado
disminuir la pobreza. El FMI sostiene que la mayor parte de los países de Asia Oriental, que se
contaban entre los más pobres del mundo hace 40 años, se han convertido en países dinámicos y
prósperos gracias a la aplicación de políticas de apertura al exterior. Además, a medida que
mejoraron las condiciones de vida, avanzaron en su proceso democrático; en el plano económico,
lograron progresos en cuestiones como el medio ambiente y las condiciones de trabajo.

Las oportunidades que ofrece la globalización tienen, sin embargo, como contrapartida el riesgo
de la volatilidad de los flujos de capital y el riesgo de deterioro de la situación social, económica y
ambiental. Según el FMI, para que todos los países se beneficien de la globalización, la comunidad
internacional debería esforzarse por ayudar a los países más pobres a integrarse en la economía
mundial, respaldando reformas que fortalezcan las economías y el sistema financiero mundial para
lograr un crecimiento más rápido y garantizar la reducción de la pobreza.

Los riesgos de la globalización


Los riesgos de la globalización tienen que ver con cambios tecnológicos que pueden

desplazar la producción de muchos países, proceso que conocemos ampliamente desde el

siglo XIX con la quina, el añil y que experimentamos con las fibras artificiales y el azúcar

sintético durante el siglo pasado. En la medida en que aumente el ritmo de cambio

tecnológico existirán riesgos para la planta existente basada en la antigua tecnología. Por lo

demás, los países industrializados imponen restricciones en áreas que deberían favorecer las

exportaciones de los países en desarrollo. Según Ocampo, “los mercados mundiales de

manufacturas son mucho más libres, pero los mercados agrícolas están más distorsionados, la

migración laboral es más controlada y las normas de propiedad intelectual son más

restrictivas”. (Ocampo) Lo que se deduce es que los países más abiertos al cambio

tecnológico y los que desarrollen capacidades de diseño son los que mejor podrán sortear el

riesgo del cambio técnico que acrecienta el proceso de globalización.

Quizás un riesgo más importante esté constituido por la inestabilidad de los flujos de

capital que tanto en su llegada a los países como en su salida pueden causar estragos. La

entrada de capital en la forma de inversiones y crédito, especialmente si es excesiva con


relación a la capacidad de la economía para absorberlas, revalúa la moneda lo que conduce

a frenar la dinámica de las exportaciones y propicia el disparo de las importaciones,

contribuyendo así a crear un déficit en cuenta corriente que no será fácil de corregir en

poco tiempo. Inversiones extranjeras y endeudamiento externo financian una ampliación

de la capacidad productiva, reducen las tasas de interés nacionales, inducen al


sobreendeudamiento

de las empresas y los individuos, generan inflación en el valor de las

acciones y de la propiedad raíz lo que deberá corregirse más temprano que tarde,

generando la posibilidad de una crisis financiera. La baja tasa de interés conduce a

inversiones de todo tipo, incluyendo la finca raíz, que aparecen como rentables en ese

momento pero dejarán de serlo cuando se desinfle el valor de los activos. Los deudores en

dólares deberán enfrentar un servicio de la deuda encarecida por la devaluación que se

genera cuando el capital comienza a abandonar el país en cuestión. Muchas inversiones

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simplemente ampliarán ramas tradicionales o en servicios que no pueden exportar y crearán

una sobrecapacidad productiva, por un lado, y una escasez de divisas, por el otro conque

servir las deudas contraídas.

En el caso de Asia se argumenta que mientras la inversión era financiada

mayoritariamente con altísimas tasas de ahorro nacionales, las economías obtuvieron

tasas de crecimiento del 10% durante dos o tres décadas, manteniendo un nivel de

precios bastante estable. Cuando estas economías se abrieron abruptamente a los

inversionistas y bancos internacionales, se disparó la inversión todavía más y se creó la

capacidad sobrante que redujo radicalmente la rentabilidad de los negocios y propició el

desinfle de sus activos, la salida de capital y la crisis que conocemos. Esta contagió a

los países del este europeo y en especial a Rusia, la que a su vez detonó la crisis en

América Latina y estuvo a punto de precipitar una crisis financiera también en los
Estados Unidos. Según Ocampo de nuevo, “hoy en día existe consenso en cuanto a que

esta volatilidad es la causa básica de la frecuencia de las crisis bancarias y cambiarias que ha

caracterizado a la economía mundial en las últimas décadas y, por lo tanto, la fuente más

importante de riesgo para los países en desarrollo” (FMI, 1998).

Pero el hecho de que el capital internacional puede ser excesivo en determinadas

coyunturas no debe precipitar la conclusión de que es mejor prohibirlo y contentarse con el

ahorro interno que puede ser muy bajo en los países latinoamericanos, porque equivaldría a

limitar seriamente el crecimiento de la economía. Algunos países como Chile y Colombia

han implementados regímenes que penalizan la entrada de capital mediante encajes que

acercan la tasa internacional de interés a la tasa nacional. Sin embargo, no tuvieron

suficiente garra como para frenar los excesos de capital que de todos modos llovieron

sobre sus economías, en particular fue el caso de Colombia, y que al salir precipitadamente

contribuyeron a crear las crisis conocidas de 1998 y 1999. Pero lo cierto es que se debe

propiciar la entrada de capital bajo tasas de interés que reflejen la escasez de capital

histórico y que preferentemente lo asignen a actividades productivas y de exportación,

cuidar de que no sea excesivo y asegurar su mayor permanencia posible en la economía.

Más importante aún es que el país que pretenda aprovechar los flujos internacionales de

capital debe, antes que todo, practicar una severa disciplina macroeconómica. Uno de los

principios básicos que permitió resguardar a la economía asiática de crisis durante 25 años

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fue mantener superávit fiscales. Mientras las economías crecían al 8-10% anual, el gasto

público crecía 4-5% anual. Es apenas lógico que si la economía está funcionando a todo

vapor por la llegada de capital y el gobierno gasta en exceso sobre sus ingresos, o crece

igual o más que la economía privada, entonces es seguro que se producirá una brecha

externa grande por la expansión del gasto (privado + público) y a que la inflación se

mantenga en cotas relativamente altas. Ocampo pasa por alto esta condición que no fue
suficiente para contrarrestar la apertura de la cuenta de capital de los países asiáticos pero

que permitió una recuperación muy rápida, una vez ajustado su gasto y el valor de los

activos a sus realidades.

No es posible participar en los mercados internacionales de capital con déficit fiscales por

encima del 3% del PIB que fue el límite que consideraron como el umbral de menor

peligro los países de la Comunidad Europea. Por el contrario, los países que reciban flujos

importantes de capital deben producir no sólo déficit sino superávit fiscales y aumentos de

su ahorro privado para poder así de alguna manera neutralizar el impacto expansionista que

ellos producen sobre la actividad económica y sobre la balanza cambiaria.

Oportunidades de la Globalización
http://www.eumed.net/libros/2006a/mdll/8.htm

¿Quiénes tienen y pueden aprovechar las oportunidades que brinda la Globalización?

La Globalización brinda a la humanidad oportunidades, las que se pueden ver en dos momentos,
las de hoy, y las del mañana.

La oportunidad de hoy es para aquel reducido número de países que pueden moverse en favor del
desarrollo, porque cuentan con suficientes recursos; estos países son cada vez menos y se ven más
amenazados, por la crisis económica global.

El crecimiento económico global no se está traduciendo en nuevos y mejores empleos que


conduzcan a una reducción de la pobreza, se indicó en un nuevo informe emitido el 9 de
diciembre de 2005 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

"El mensaje principal es que hasta ahora, mejores empleos e ingresos para los trabajadores del
mundo no ha sido una prioridad en la elaboración de políticas", dijo el director general de la OIT,
Juan Somavia, en la IV edición de Indicadores Claves del Mercado Laboral (ICML).

El informe señala que en la actualidad, la mitad de los trabajadores del mundo todavía no ganan lo
suficiente como para que tanto ellos como sus familias superen la línea de la pobreza de dos
dólares diarios.

"Hasta ahora, la globalización no ha conducido a la creación de oportunidades laborales


decorosas suficientes y sostenibles en todo el mundo. Esto tiene que cambiar y como ya lo han
indicado muchos líderes, tenemos que hacer del trabajo decoroso un objetivo central de todas las
políticas económicas y sociales. Este informe puede ser una herramienta útil para fomentar este
objetivo", dijo Somavia.
El informe indica que dentro de esta tendencia global, diferentes regiones muestran resultados
mixtos en términos de creación de empleos, resultados de productividad, mejoras salariales y
reducción de la pobreza.

En partes de Asia la expansión económica está alentando un sólido crecimiento en el empleo y


mejores condiciones de vida, mientras que en África y en partes de América Latina un número
creciente de personas están trabajando en condiciones menos favorable, sobre todo en el sector
agrícola.

El número total de hombres y mujeres que trabajan que viven con menos de dos dólares diarios
no se ha reducido mucho en la última década con poco menos del 50 por ciento en comparación
con el 57 por ciento de 1994, se indicó en el informe.

En muchas economías en desarrollo el problema es principalmente la falta de oportunidades de


trabajo decorosas y productivas más que un franco desempleo. Las mujeres y los hombres están
trabajando mucho tiempo y arduamente por muy poco dinero porque su otra alternativa es no
tener ningún ingreso.

Si se puede hablar de las oportunidades del mañana está en que ineludiblemente se debe producir
un nuevo orden económico internacional, donde algunos países serán más favorecidos. Aquí se
encuentran la inmensa mayoría de los países de bajo y medio desarrollo.

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