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Validación
Marco explicativo del
abuso sexual infantil
Dinámicas de la interacción abusiva: Sgroi,
Summit, Furniss
Cuando ocurre un abuso sexual infantil, los terceros tienen la responsabilidad de ser los
involucrados muchas veces no son sólo el protectores, puesto que ellos pueden romper
abusador y la víctima. También son todos el círculo abusivo.
aquellos que vieron o debieron ver, escucharon Como en la mayor parte de las veces el abuso
o debieron escuchar, supieron pero prefirieron sexual no es cometido con fuerza física,
hacerse los ciegos. Ellos, los terceros son sino con manipulación, engaño, amenazas,
parte de la dinámica abusiva. A veces los la víctima siente generalmente culpa por no
terceros son también víctimas, por amenazas, haberse negado, no haber luchado contra el
maltratos o imposibilidad de actuar. Pero abusador, y eso es lo que el abusar va a buscar,
casi siempre son parte del abuso, por su que la víctima se sienta culpable.
indiferencia, complicidad, ignorancia. Los
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No necesariamente tiene personalidad extraña
No es la norma de que un posible violador deje fuerte evidencia de que lo es debido a su forma
de ser precavido, a veces pasa, pero no es lo más común. En la mayoría de las ocasiones,
los agresores sexuales ejecutadas por sujetos que parecen ¨normales¨ y que tienen relaciones
afectivas comunes y una vida normal. Muchos de ellos tienen incluso una pareja e hijos incluso,
una vida muy común.
Se muestra amistoso
Suele estableces vínculos de confianza con sus posibles víctimas. Eso favorece a que pueda
conocer las debilidades de su potencial objetivo, se muestra como alguien indefenso. Y trata
de pasar mucho tiempo junto a su víctima para ganarse su confianza.
Infancia difícil
Buscan vengarse o llenar muchos vacíos que en su infancia fueron provocados, el haber pasado
momentos dolorosos en su niñez, como abusos sexuales o psicológicos. También sienten placer
al hacer daño y ver sufrir a las personas.
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Edad de los agresores
La mayoría de los agresores son adultos de edades de 20 a 45 años de edad. Pero la edad del
agresor es variable como para que no se pueda hablar de una edad exacta. Ya que muchas veces
el agresor ha sido un adolescente.
Clase social
Los agresores se producen en todos los grupos sociales, pero lo cierto es que los agresores en
su mayoría son de bajo nivel sociocultural.
No se puede categorizar de una manera efectiva ya que los abusadores sexuales puede ser
cualquier persona con diferentes perfiles.
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manera orientativa. sino que puede incluso angustiar al niño.
Existe también la posibilidad de que el niño/ Es posible entonces encontrar niños en
niña re experimente el trauma a través del juego. constante estado de alerta, o cuya reacción
Esto se conoce como juego postraumático. de alerta se active frente a determinados
A diferencia del juego libre, este presenta estímulos, como la voz de una persona, el
las características de ser literal, es decir que acercamiento de alguien, el sonido de la
puede expresar partes del trauma vivido; es puerta, etc.
un juego rígido monótono, poco flexible y sin Las secuelas más comunes a lo largo de la
resolución, que no produce placer al jugarlo vida de una persona abusa en la infancia son:
• Insomnio temprano
• Sueño liviano
• Pesadillas
• Insomnio terminal
• Pérdida de peso
• Sentirse aislada de otros
• Soledad
• Poco deseo sexual
• Tristeza
• Memorias y recuerdos intrusivos
• Desconectarse
• Dolores de cabeza
• Problemas gástricos
• Llanto incontrolable
• Ataques de ansiedad
• Problema con el control del temperamento
• Problema de intimidad con otras personas
• Mareos
• Desmayos
• Deseo de hacerse daño físico
• Deseo de hacerle daño físico a otras personas
• Problemas sexuales
• Sobreactividad sexual
• Miedo a los hombres
• Miedo a las mujeres
• Lavarse en forma innecesaria o inadecuada
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• Sentimientos de inferioridad
• Sentimientos de culpa
• Sentimientos de que las cosas son irreales
• Problemas de la memoria
• Sentimientos de no estar siempre en el cuerpo
• Sentirse tensa todo el tiempo
Muchas de las familias en las que ocurren los las niñas y los niños y son recurrentes los
abusos sexuales intrafamiliares tienen ciertas casos donde el padre abusa de su propia hija
características definitorias. Los roles familiares biológica para satisfacer sus deseos sexuales,
y sus límites no son claros, y esto se expresa desobedeciendo el tabú o la prohibición del
también en los límites entre los afectos y la incesto, la regla que supuestamente nos hace
sexualidad. Los ofensores sexuales confunden humanos.
a la víctima ofreciéndole sexualidad como una Después de atender a varias mujeres como
manifestación de cariño. Si la niña o niño acepta pacientes, Sigmund Freud llegó a la
una manifestación cariñosa del ofensor, este conclusión de que los abusos sexuales de
interpretará que está aceptando la iniciativa parte del propio padre eran muy comunes en la
sexual. Los niños entonces incurren en esta Viena del siglo XIX y constituían la principal
misma distorsión cognitiva para manejarse en causa de la supuesta histeria femenina. Sin
sus vínculos intrafamiliares o extrafamiliares. embargo, a la sociedad de ese momento no le
Como consecuencia de esta ausencia de gustó escuchar esta verdad y, años más tarde,
fronteras en los roles familiares, aparece una el propio Freud (1905/2007) se retractó de lo
falta de límite entre las jerarquías familiares que había descubierto y elaboró una nueva
y una confusa idea de los sentimientos y las teoría sugiriendo que las niñas y las mujeres
acciones consecuentes. Así es como el afecto tenían la fantasía de ser abusadas sexualmente
es interpretado por el ofensor como una señal por sus padres, porque lo deseaban. Como
de que puede continuar en la escalada de podemos imaginar, esta retractación de Freud
intrusividad con la niña o niño. En general, ha tenido un gran impacto en la psicología y
las cifras de diferentes países revelan que la justicia hasta nuestros días. (SOTO, 2016,
justamente en las familias o en el entorno págs. 1-16)
familiar cercano sucede la mayor cantidad
de abusos sexuales incestuosos en contra de
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es que cuando finalmente las victimas logran En Ecuador hay más de 2’609.876
tomar valor para contarlo a sus padres lo sobrevivientes adultos de abuso sexual. Una
ocurrido, la verdad es tan dolorosa que de cada cuatro víctimas de abuso sexual
prefieren ponerse en un estado de negación y nunca se denunció, lo calló por temor a las
prefieren no admitir. consecuencias.
Este tipo de abuso se puede producir por un Los casos de abusos sexuales por parte de
largo tiempo puede llegar a durar años. La familiares se pueden evitar si fueran capaces de
seducción, las caricias tiernas, el asegurar detectar y denunciar a sus posibles abusadores.
un amor especial, hacen que las niñas y los Y si las personas que son responsables de
niños confíen en esa persona que, además de cuidar y proteger a los niños/niñas, creen en
cuidarlas, los ama. Y aunque las caricias no su palabra. Hay que tomar muy en cuenta que
sean tan ´´agradables´´ se convierten en una los niños y niñas más pequeños no mienten, no
forma de relación ´´normal´´. inventan sobre abusos sexuales, simplemente
Las cifras son alarmantes y fácilmente se puede porque sus conocimientos y su comprensión
sospechar que son registros incompletos. Que es nula en estos aspectos. Su sexualidad está
la verdad se oculta detrás de la vergüenza y el en desarrollo y no logran relacionar lo que les
silencio. pasa con algo prohibido, aunque se sientan
Según Unicef en América Latina y el Caribe mal y confundidos, ellos no saben lo que está
entre el 70% y el 80% de las víctimas de abuso pasando.
sexual son niñas, que en la mitad de los casos La educación sexual dentro de las familias, es
los agresores viven con las víctimas y en tres muy deficiente, por no decir inexistente. Solo
cuartas partes son familiares directos. Entre hay que ver los resultados: miles de niñas
el 20% y el 40% de los abusos sexuales son menores de 14 años embarazadas cada año, la
cometidos por niños mayores, adolescentes mayoría resultado del abuso sexual por parte
y personas con menos de 21 años. Y en su de familiares.
informe del año 2015 estima que más de 2 de Muchos de los casos de abuso sexual por parte
cada 10 niños/niñas a nivel mundial sufrieron de hermanos terminan en depresiones que
abuso sexual en su infancia. tiene que ser tratados con medicamentos, no
En Ecuador, de cada 10 víctima de violación, poder dormir, así haya pasado mucho tiempo
6 corresponden a niñas/niños y adolescentes. del abuso las secuelas de ese abuso aún se
Sin embargo, la gran mayoría de casos no se evidencian. Aunque en muchos casos existe
denuncian. De hecho, solo el 10,8% de todas un bloqueo sobre esos sucesos de la infancia
mujeres víctimas de violencia sexual logran que no les permite recordar con detalles los
efectuar la denuncia y el 40% de niñas/niños momentos de la violación, es como una forma
y adolescentes abusados no dieron a conocer de protegerse, en los mejores casos se llega
el hecho a ninguna persona; esto debido a que a denunciar, en otros las víctimas se llegan a
el 28% de las que avisaron no les creyeron, y suicidar, ya que no cuentan con ningún apoyo
el 16,3% le pidieron que no digan nada de lo y no encuentran una luz para poder seguir
sucedido y las amenazaron y de todos estos adelante y olvidar lo sucedido en su infancia.
datos la mayoría de los abusos sexuales fueron
por parte de familiares.
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Testimonios de abuso sexual
entre hermanos.
Caso 1
- ¿Tenía amigos?
- No, además me sentía diferente a ellos porque, mirándolo con la mentalidad que tengo ahora,
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de ser un niño me convirtieron de repente en un adulto. Desde que comencé a sufrir los abusos,
me veía diferente al resto de los niños. No podía disfrutar de juegos típicos. Me aburrían.
Siempre buscaba estar solo. Me volví muy introvertido. Me afectó bastante. Incluso hoy no me
sé relacionar. Si alguien viene y me habla, no hay problema, pero es difícil que yo me acerque
a hablar con nadie.
- ¿Piensa en denunciarlo?
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- Sí. Lo que me ocurrió es denunciable ante la Justicia, porque estos casos prescriben doce años
después de que la víctima cumpla la mayoría de edad. Yo me he dado cuenta bastante joven de
lo que me pasó y tengo por delante un tiempo para hacerme fuerte y enfrentarme a un juicio.
Caso 2
Mis papás se separaron cuando yo era chica. Quedé viviendo con mi mamá y mis dos hermanos
en un departamento de dos ambientes, en Floresta. Mi mamá dormía en el living y nosotros
tres en la habitación”, comienza Andrea Mila, de 32 años, que es diseñadora de indumentaria,
estudiante de Psicología social y militante por los derechos de las mujeres, niñas y niños.
“No sé específicamente cuando empezaron los abusos, pero tendría 6 o 7 años. Mi abusador
era mi hermano mayor, que ya era adolescente. Mi mamá trabajaba todo el día, estaba muy
ausente y en mi casa no se hablaba, ni siquiera de la menstruación”.
Sucedió todo lo que suele repetirse en el abuso sexual infantil. Su hermano le pedía que se tocara
la vagina mientras se bañaba. Que mirara pornografía a su lado mientras él se masturbaba.
Hasta que empezaron los tocamientos.
“Me decía que era un juego, que otros también lo hacían, y que era un secreto entre nosotros
dos. También me decía que él me quería. Yo era una nena, no podía pensar que alguien que me
quería era capaz de dañarme”, cuenta. A esa edad, además, no tenía ningún tipo de conocimiento
sobre sexualidad y era incapaz de distinguir entre lo que estaba bien y lo que estaba mal.
Un año después de que comenzaron los abusos, su hermano del medio se fue a vivir con el
padre. “Quedó un vacío mayor, ya no había otras miradas. Había quedado sola con él”. Poco
tiempo después, sucedió la violación. “Yo tenía 9 años. No sé bien hasta dónde llegó porque
tengo un bloqueo enorme. Tampoco recuerdo si fue la única vez o si pasó otras veces. Creo que
tu cabeza niega el recuerdo por una cuestión de supervivencia”.
En la escuela, Andrea no dibujaba hombres con penes erectos ni se levantaba la remera: ningún
indicio específico de una nena sexualizada. Sin embargo, era incapaz de prestar atención. “En
esa época empecé a tener un flujo vaginal raro, que es un indicador específico de abuso, y mi
tía me llevó al hospital. Recuerdo el miedo, rogaba ‘que no se den cuenta lo que está pasando’.
Eso es lo que te impone un abusador: sos el guardián de un secreto que nunca puede salir a la
luz”.
No hizo falta que su hermano mayor la amenazara: la había manipulado tanto que la había
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convencido. No era cualquier hombre, era “la mesa chica” de la familia: se supone que de las
puertas para afuera está el peligro y adentro de casa, la protección.
Así se fueron gestando el terror y la culpa: “Yo seguía en silencio. Y me culpaba. Pensaba ¿qué
hice yo para evitarlo?”. Los abusos terminaron cuando él se fue a vivir solo. Técnicamente,
duraron 6 años, eso sin contar el alcance que iba a tener después la onda expansiva.
Andrea pasó 10 años sin poder ponerlo en palabras. En su omertá particular, hablar era
quedarse sin familia. Recién a los 17, cuando empezó a tener los primeros acercamientos
sexuales, algunos recuerdos borrosos aparecieron y la ayudaron a hablar. “Él se había puesto
en pareja y se había ido a vivir a otro país. Recién ahí sentí una posibilidad de liberación. Poder
hablar o no poder hacerlo no es una elección consciente, son mecanismos de defensa que las
sobrevivientes adquieren”.
“Me pasaba algo durante esos acercamientos sexuales. No sentía placer. Y en cada acercamiento
revivía los abusos. Se lo terminé contando a él pero sin sentimientos. No tenía angustia ni
enojo. Después supe que, para poder seguir viviendo, me había disociado. Parecía que estaba
contando la historia de otra persona”.
El joven con el que estaba saliendo no le dio demasiada importancia: “Él quería tener sexo, no
contenerme a mí. Eso pasó varias veces a lo largo de mi vida. Yo pensaba: ‘¿Cómo hago para
explicarle a un hombre que para mí no es tan simple y que necesito tiempo, una contención
mínima?’. Es difícil para un varón entender lo que le pasa a una mujer porque nunca les
pasó. Ellos no viven con el miedo de que alguien te pueda violar o de que te manoseen en el
colectivo”.
Hasta que se lo dijo a su mamá: ¨Había empezado el CBC, pero no iba. Estábamos peleando
por eso y yo exploté: ‘¡Vos no sabes lo que me pasa a mí, yo fui abusada por tu hijo ¨!
Lamentablemente, no hubo contención. Me quiso llevar a terapia pero yo le pedí que ella
también hiciera terapia para poder acompañarme. No lo hizo. No se volvió a hablar del tema”.
A los 19 años, entró en una depresión profunda y abandonó los estudios. Y terminó contándoselo
a su papá. Sin embargo, la palabra “abusos” sonó como un eufemismo débil funcional al
silencio. “Sentía que era tremendo lo que le estaba diciendo pero del otro lado no fue recibido
así”. Cuando los padres de Andrea increparon a su propio hijo, el abusador minimizó los
hechos.
En 2015, sin embargo, ocurrió algo que la empujó a cambiar el curso de la historia. Por un
lado, comenzó a encontrarse con otras mujeres a las que les había pasado lo mismo y estaban
luchando para pasar de ser víctimas a sobrevivientes. “Con ellas, el deseo de sanación conjunta
era posible”, recuerda.
En ese contexto, Andrea se enteró de que su hermano iba a ser padre de una nena. “Pensé: ‘No
quiero que esta historia se repita’, ‘no quiero que esa nena viva algo así’”. Andrea tenía 29
años cuando lo denunció: habían pasado 22 años desde el primer abuso.
Recién cuando hice la denuncia todo tomó un carácter más serio. Es como que, si sufriste una
violación, hasta que no denuncias no te creen”, reflexiona. “No es fácil atravesar un proceso
judicial. Tenés que prepararte psicológicamente, recuperar los recuerdos. Yo tuve suerte porque
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me respetaron pero hay otras mujeres a las que les preguntan si ellas lo disfrutaban”. Andrea
denunció a su hermano por corrupción de menores con acceso carnal agravado por el vínculo.
Había tomado coraje porque ya existía la Ley Piazza (impulsada por el diseñador, también
abusado por su hermano) centrada, precisamente, en el tiempo que necesitan las víctimas de
abuso sexual infantil. La ley permitía que el tiempo de prescripción del delito comenzara a
correr recién cuando la víctima cumpliera la mayoría de edad. Andrea tenía 29 y el delito que
denunciaba iba a prescribir cuando cumpliera 30.
Pero no sirvió, porque la ley penal no es retroactiva y la norma que estaba vigente cuando ella
fue abusada decía que el delito prescribía 12 años después del último abuso: es decir, tendría
que haberlo denunciado antes de cumplir los 25, en el epicentro de la depresión.
“Cuando sufrís una situación tan grave y no tenés acompañamiento familiar, lo único que
te queda para reparar tu historia, es la Justicia. También poder unirte a otras mujeres para
concientizar sobre este tabú. La denuncia no sirvió a nivel judicial aunque sí a nivel personal
y social. Consideraron que el delito había prescripto”.
Hay otras madres -las llamadas “madres protectoras”- que sí acompañan a sus hijos abusados
aún a pesar de que las suelen señalar (incluso desde la Justicia) como mujeres resentidas que
quieren vengarse de sus maridos o sacar algún rédito económico. “No sabés lo importante que
es que te acompañen y, especialmente, que te crean. Esto puede ser determinante en la manera
de enfrentar el trauma”.
Andrea es parte del grupo de mujeres que llevan adelante una campaña contra la prescripción
de los delitos sexuales. Además forma parte de “La Red” donde acompaña, junto a otras
organizaciones, a cualquier persona que esté viviendo lo que vivió ella.
“Pude sacar la voz, darle importancia a lo que estaba sintiendo, hacer visible lo que se quería
esconder bajo la alfombra. Una tarda en hablar porque genera mucho dolor. No es fácil asumir
que el que te abusó y te violó es tu hermano”, cierra. “Pero cada vez que hablo es un progreso.
Sé que hay un montón de chicas y chicos a los que hoy les está pasando lo mismo y no saben
qué hacer. Creo que hablar es una manera de darles voz”.
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Validación del abuso sexual
infantil
Detección del ASI
La detección puede comenzar antes de que se inicie la intervención: una madre, una abuela o
una persona que cuide al niño/niña pueden ser las primeras personas que detecten lo que está
sucediendo. La detección involucra tres tipos de signos:
1. Signos físicos que llamen la atención.
2. Signos conductuales que llamen la atención; usualmente este lugar lo encabezan las
conductas sexualizadas del niño/niña.
3. Un relato concreto de la víctima.
Cuando se habla de sospecha de abuso sexual se presentan indicios poco claros e inespecíficos
de una posible situación de AS que por sí solos no son suficientes para descartar la posibilidad
de que el Abuso sexual haya ocurrido. La persona que empieza a sospechar siempre es una
persona externa o también puede ser un miembro de la familia, pero la sospecha parte de algo
que ve, cree, considera, piensa, supone.
Cuando más infundada parezca la sospecha, mayor será el trabajo del profesional interviniente
para determinar su solidez y la posibilidad de que el AS haya ocurrido. Las sospechas de AS
suelen presentarse de dos maneras:
1. Un adulto muestra preocupación por ciertos dichos del niño/niña, como en el siguiente
ejemplo. La abuela de dos hermanitos de tres y cinco años sospecha que su yerno podría
estar tocándolos. Dice que les enseña a decir bolas y que el hermano más grande le pide
todo el tiempo al menor que le muestre el pito y se enoja si no lo hace.
2. La preocupación se genera por determinadas conductas o situaciones que el adulto ve,
como en el ejemplo siguiente: la madre de un niño de 9 años plantea una sospecha de abuso
sexual por una conducta que había descubierto en su hijo, que consistía en meterse el dedo
en el ano mientras se bañaba.
Frente a este tipo de sospechas se debe proceder a hacer una entrevista con el niño/niña, que
conste en lo que se denomina evaluación de la sospecha. Se indaga con mucho detalle en
costumbres de higiene, personas que cuidan al niño/niña, momentos claves, como momentos
de irse a dormir o de tomar el baño y si hay otras historias de abusos sexuales en la familia,
ya sean actuales o históricas. Es importante hacer una cronología de los datos obtenidos en la
entrevista respecto de la sospecha, así como de los síntomas que fueron apareciendo, e indagar
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también la posibilidad de que estos últimos pudieran estar relacionados con otros eventos
traumáticos. Evaluando la sospecha se puede evitar sobreexponer a los niños a entrevistas
innecesarias.
Pero además es importante tener en cuenta otras consideraciones, inherentes a la persona que
trae la sospecha y obtener información que permita responder estas incógnitas a la persona que
va llevando el caso:
• La persona que sospecha ¿tiene algún motivo para no estar diciendo la verdad? Se indaga
entonces el tipo de relación que la persona que trae la sospecha podría tener con la persona
objeto de esta y su eventual nivel de conflictividad. También puede ser importante saber si
esta persona hizo otras consultas previas por el mismo motivo y cuál fue el resultado.
• ¿Cómo reacciona esta persona si se le anticipa que una posibilidad es que no haya
habido AS? ¿Con alivio? ¿O, por el contrario, se enoja con el entrevistador y reafirma su
convicción de que hubo AS?
• La información que aporta, ¿En qué medida se corresponde con una dinámica
conductual, relacional y comunicacional del AS? En parte, la respuesta a esta pregunta
ayuda al profesional a diseñar las preguntas que necesitará hacer para sustentar o refutar
esa sospecha.
• ¿Es posible que haya elementos propios de la persona que trae la sospecha que pudiera
estar nublando su percepción actual? Es importante indagar en la historia de la vida de la
persona que sospecha, básicamente sobre la posibilidad de que haya habido abuso sexuales
en su infancia, de que tipo fueron, quien los perpetró y cuál fue la respuesta o falta de
respuesta de su entorno.
• ¿Es posible para el técnico que lleva a cabo las entrevistas presentar explicaciones
alternativas debidamente fundamentadas a la sospecha que la persona trae? Esto implica
poder explicarle a la persona que trae la sospecha por qué esta no corresponde a un posible
AS, si este fuera el caso, o qué pasos sería necesario llevar a cabo para investigar con mayor
profundidad.
Al igual que un síntoma, un indicador es una señal o signo de algo. En el tema de ASI cualquier
de las dos palabras, síntomas o indicador, suelen ser utilizadas de la misma forma. Sin embargo,
hay una diferencia entre las palabras síntoma y signo. Mientras que la primera consiste en los¨
datos percibidos y descritos por los pacientes¨ ligados a sensaciones corporales, sentimientos
y pensamientos¨, la segunda abarca todos los fenómenos que pueden ser apreciados por el
observador.
En el campo del así ocurre algo similar. Muchos de los indicadores psicológicos, conductuales
y físicos no son específicos de as. De hecho, los indicadores específicos son muchos menos que
aquellos que revisten menor especificidad, y varios de estos últimos se encuentran presentes
en otras diversas situaciones. Sin embargo, como surgen o son puestos en evidencia ante
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la sospecha o la denuncia del abuso sexual, requieren que se les preste atención aunque no
sean específicos. La única forma de determinar cuán asociado al AS está dicho indicador será
establecer el momento de su aparición.
Es importante que quienes realicen las evaluaciones diagnósticas de as informen, toda vez que
sea posible, acerca de la probabilidad de que un indicador inespecífico esté ligado a la situación
de as denunciada. Los síntomas también pueden diferir en su presentación, dependiendo del
período evolutivo del niño, niña o adolescente que esté siendo evaluado.
En cuanto a los indicadores psicológicos específicos son:
• Actitudes sometimiento
• Conductas agresivas que externalicen conflictos
• Indicios de actividades sexuales
• Juegos sexuales inadecuados con otros niños, con juguetes o con su propio cuerpo, o
conductas sexuales agresivas hacia terceros
• Comprensión detallada de conductas sexuales no acorde a la edad
• Permanencia prolongada en la escuela
• Mala relación con los pares y dificultades para establecer amistades
• Desconfianza en especial hacia las figuras significativas
• Disminución brusca del rendimiento escolar
• Falta de participación en actividades escolares y sociales
• Dificultades para concentrarse en la escuela
• Temor exacerbado al género del violador
• Conducta seductora con adultos
• Conductas regresivas
• Retraimiento
• Depresión
• Ideación suicida
• Trastornos del sueño
• Fugas del hogar
En cuanto a los indicadores físicos, la primera regla a considerar es que el mayor porcentaje de
los abusos sexuales no causa lesiones físicas permanentes y observables; según las estadísticas,
solamente entre un 30 y un 50% de los casos reportados presentan hallazgos físicos compatibles
con AS.
El examen físico por abuso sexual suele ser normal, incluso en los casos en que se probó la
violación. La ausencia de signos físicos de trauma no significa que el abuso no ocurrió.
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Muchos tipos de abuso, tales como la masturbación o el contacto oral-genital, no causan
trauma anal, genital ni ora, pero si el trauma grosero en el tracto genital o anal no es difícil de
diagnosticar.
Algunos indicadores físicos pueden ser:
• Embarazo
• Lesiones en zonas genitales o anales que no pueden ser explicadas por otras causas
• Enfermedades de transmisión sexual
• Contusión o sangrado anal o vaginal que no se puede justificar
• Semen en la ropa o el cuerpo
• Sangre en la ropa íntima del niño/niña
• No control de los esfínteres.
Otras conductas que requieren atención y que el operador indague en su posible origen son:
• Masturbación compulsiva, con objetos y/o con la mano, que puede llegar a dañar al
niño/a y no se detiene fácilmente cuando se le llama la atención.
• Tocar los genitales de adultos de manera intempestiva, repetitiva, insistente.
• Imitar con pares, con muñecos o con mascotas los movimientos del acto sexual.
• Utilizar palabras que describen actos o conductas sexuales.
• Tratar de desvestir a otra persona —par o adulto— por la fuerza.
• Hacer sonidos propios del acto sexual (por ejemplo, gemir).
• Intentar que otros realicen actos sexuales con él/ella.
En algunas ocasiones los niños pueden desplegar algunas conductas en presencia del
entrevistador. En este caso:
• Es necesario tener en cuenta que se estaba hablando o qué estaba haciendo el niño en el
momento de iniciarse la conducta.
• Si el niño no la menciona de forma espontánea, el entrevistador debe llevar gentilmente
la atención del niño al movimiento o la conducta que está llevando a cabo: ¨Veo que
estábamos hablando de la casa de tu abuelo y de repente empezaste a moverte en la silla,
¿quisieras contarme algo? ¨
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Existe un porcentaje de niños que no presentan síntomas en el momento de la intervención.
Muchas veces los indicadores no están manifestados de forma temporal, como si se encontraran
latentes, pero aun así exista una alta probabilidad de que se desarrollen más adelante. El
profesional interviniente debe considerar todas las variables posibles que determinen la
ausencia de síntomas psicológicos, físicos, conductuales en un niño cuyo relato de AS es claro
y creíble, o que presente hallazgos físicos.
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Por eso, se considera imprescindible proporcionar unas pautas generales sobre cómo se debe y
no se debe reaccionar ante la revelación del abuso por parte de los niños/niñas. A continuación
se relacionan algunos ejemplos de respuestas que se deben dar o no dar a los niños/niñas.
Respuestas adecuadas:
• Creer al niño/niña diciendo; Siento que te haya pasado. Gracias por decirme la verdad
sobre lo que te ha pasado.
• El responsable es el adulto o persona de más edad; Él o ella sabía que estaba haciendo
algo inadecuado. No es culpa tuya. Tú no tienes nada de qué avergonzarte.
• Mantener la calma; Continuar con las rutinas de la vida diaria, buscar ayuda profesional.
• Poner el acento en que es posible una solución, una salida; Has sido muy valiente al
decírmelo y vamos a conseguir que esto no vuelva a pasar nunca más. Ofrecer un modelo
positivo.
• Asegurarse que no tienen heridas; Tus heridas y tus sentimientos dañados desaparecerán
con el tiempo. Buscar un profesional que examine al niño/niña.
• Proteger a la víctima. Pedir ayuda y comunicarlo; Vamos a decir a alguien lo ha ocurrido,
para que no vuelva a pasar. Comunicarlo a las autoridades. Impedir que el agresor pueda
acceder de nuevo al niño/niña.
• Sentir orgullo porque el niño lo haya comunicado, haya tenido confianza. Alabarle por
ello; Diciendo haz hecho lo correcto, no va a pasar nada malo porque lo hayas hecho.
• Aceptar los sentimientos del niño/niña; Te ayudaré a que te sientas mejor después.
Animarle a que hable de lo que paso.
• Expresarle afecto; Te quiero como eres y te seguiré queriendo aún más ahora. Darle
muestras de afecto que le puedan consolar. Dejar en manos del niño el control sobre el tipo
y frecuencia del contacto afectivo.
Respuestas inadecuadas:
• Negar que el abuso sucedió; No es verdad lo que dices. ¿Estás seguro? Ha de ser un
malentendido. Estás inventando está historia.
• Culpar al niño/niña del abuso; ¿Por qué dejaste que te hiciera eso? ¿Por qué no te
fuiste? ¿Por qué no dijiste que no?
• Reacción de alarma; Casi volverse la víctima. Expresar angustia por el niño/niña o el
agresor.
• Poner el acento en el nuevo estado del niño/niña; Referirse como las víctimas. Evitar
tocarlo o acariciarlo.
• Sobreprotección; Restringirle actividades habituales.
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Intervención con niñas, niños
estrategias y procedimientos.
La evaluación diagnostica de ASI tiene sus características propias. No se parece a ninguna otra
evaluación psicológica, porque lo que se debe determinar a través de ella es:
Siempre se habla de guías para entrevistas, que apelan a establecer de manera consensuada
cuál es la mejor forma de llevar a cabo una entrevista a un niño/niña que ha sido víctima de
AS o se sospecha. Algunas recomendaciones generales que están contempladas en los diversos
modelos de entrevista que son:
Entender cómo deben llevarse a cabo las entrevistas diagnósticas de ASI es uno de los 3
componentes básicos de toda intervención en el tema. El primer paso es orientar las acciones
de intervención de acuerdo a una jerarquía de importancia, esta jerarquía está basada en la
valoración de los factores de riesgo.
Incluso las guías de entrevistas pueden tener sus limitaciones. En general están diseñadas
para entrevistar a niños que ya han hecho algún tipo de develamiento para niños/niñas que
se muestran dispuestos a hablar. Por otro lado los niños no funcionan de manera predecible,
el entrevistador no sabe de ante mano cómo va a reaccionar ante algún tipo de pregunta en
especial, por lo cual allí radica la importancia de que quien lo entreviste tenga la capacidad de
ser flexible sin perder de vista el objetivo final de la entrevista, a la vez que sea respetuoso de
las posibilidades infantiles.
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En los Estados Unidos el Memorandum of Good Practice, propone una estructura para las
entrevistas que se desarrollen con el fin de obtener la declaración de un niño/niña, que costa
de 4 partes:
1. Construcción de la relación
2. Narrativa libre
3. Recolección de detalles
4. Cierre
Los pasos 2 y 3 contienen la información clave para la intervención, pero el paso 1 facilita
las condiciones para que los subsiguientes pasos puedan llevar a cabo, mientras que el paso
4 es una invitación a recordar de manera permanente que trabajar con niños/niñas también es
trabajar con seres humanos, y que, si les han pedido que busquen en su memoria los recuerdos
de una situación dolorosa, bien vale la pena hacer un cierre que tenga en consideración, de
manera respetuosa, el gran esfuerzo que las pequeñas víctimas han llevado adelante.
Este modelo se basa en la entrevista al niño víctima de AS; la mayoría de las veces se trata
de una entrevista única, y se entrevista al adulto no ofensor para obtener información acerca
del niño y de la sospecha de AS o su denuncia. En este modelo no se entrevista al adulto
sospechoso en mismo lugar que el niño, porque se considera que la víctima puede sentirse
intimidada y sentir que es no es un ¨lugar seguro¨ para hablar.
La posibilidad de que se haga tan solo una entrevista con el niño/niña víctima puede tener
varias desventajas, que superan a las ventajas:
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Evaluación de factores de riesgo del NNA;
factores de riesgo familiares.
Se ha realizado numerosos estudios tratando de determinar cuáles pueden ser los factores de riesgo social que
interfieren en el desarrollo normalizado del niño. Aunque existen diversas teorías, se ha alcanzado, actualmente
un consenso en considerar que los factores de riesgo interactúan conjuntamente, siendo, por lo general, la
conjunción de varios de ellos, como individuales, familiares y sociales, los desencadenantes de situaciones de
dificultad.
Teniendo en cuenta lo anterior, cabe señalar una serie de factores de riesgo:
• Familias desestructuradas por una separación, abandono o muerte de alguno de los padres
• Familias monoparentales con cargas económicas y responsabilidades familiares no compartidas.
• Conflictividad permanente en hogar con, violencia física, psicológicas.
• Conducta anómala en algunos miembros de la familia como alcoholismo, drogadicción, delincuencia,
prostitución.
• Presencia de enfermedades, mentales o crónicas en la familia
• Inestabilidad de la familia
• Falta de competencia y habilidades sociales de los padres para crianza y educación de sus hijos
• Excesivo número de hijos, o hijos no deseados
• Inmadurez, familias jóvenes
• Historia personal de maltrato y abusos
• Historial de abusos dentro de la familia y no haberlos denunciado
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Factores de riesgo de la sociedad
Seria aquellas contingencias desfavorables del medio que hacen aumentar la probabilidad de que se produzca
una situación de desprotección en aquellos niños que se encuentran inmersos en dicho contexto. Estos
indicadores reflejan situaciones y condiciones que un niño, niña, adolescente experimenta en sus principales
espacios de desarrollo. Podrían destacarse:
• Falta de vivienda
• Hacinamiento y falta de condiciones de habitabilidad
• Inmigración o cambios de residencia
• Internamientos prolongados o repetitivos.
• Falta de educación sexual en el entorno del niño/niña
• Falta de confianza en el entorno donde se desarrolla
• Alta tolerancia a la violencia sexual en la comunidad en que se habita.
• Políticas y leyes débiles relacionadas con la igualdad de género.
• Altos niveles de tolerancia al delito en general.
• Normas y comportamientos sociales que apoyan la violencia sexual, la superioridad masculina y su
derecho al ejercicio irrestricto de su sexualidad, y la sumisión sexual femenina.
• Aplicación de penas mínimas a los agresores sexuales.
• Fracaso en los programas de sensibilización social relacionados conel tema.
• Involucramiento de las fuerzas de orden y control en actividades delictivas, o pasividad excesiva ante
estas, que favorece la circulación de niños, niñas y adolescentes por circuitos locales de explotación sexual
con fines comerciales.
Frente a una sospecha de abuso sexual o una situación de abuso sexual ya descubierta, la evaluación de factores
de riesgo aporta más que nada a una comprensión retrospectiva de la problemática, pero poco a la prevención.
De hecho muchos factores de riesgo para el abuso sexual han sido retrospectivos en su naturaleza. Tanto
en el abuso sexual como en cualquier otra forma de maltrato, es importante evitar la sobrevaloración y la
subvaloración de los factores de riesgo. La sobrevaloración se da cuando el profesional que entrevista o quien
debe tomar decisiones importantes en el plano de la intervención interpreta que la ausencia de uno o varios
factores de riesgo implica que el abuso no ha ocurrido.
Encontramos como factor de riesgo para el así la falta de cercanía en la relación madre-hija. Esto no significa
que en todas las situaciones en que se evalúa una falta de cercanía en la relación madre-hija haya así, como
tampoco significa que, si la relación madre-hija de la situación evaluada es cercana y afectuosa, entonces es
poco probable que el así haya ocurrido.
• Presencia de un padrastro, en algunos países la prevalencia de ASI por parte de padrastros es mayor que
la prevalencia de ASI por parte de padres biológicos.
• Falta de cercanía en la relación materno-filial, cuando la madre es el progenitor no ofensor.
• Padres poco afectivos físicamente.
• Insatisfacción en el matrimonio.
• Falta de educación formal en la madre.
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• Impulsividad y tendencias antisociales por parte del ofensor.
• Relaciones familiares con un marcado funcionamiento patriarcal.
• Fácil acceso a las víctimas, por ejemplo, un niño de 8 años fue abusado sexualmente por 2 vecinos de 15
años en su propia casa y amenazado para que no diga nada con videos que los violadores tomaron mientras
introducían diferente objetos en su ano, la madre lo lleva al hospital por el desgarre tan fuerte que tenia que
no paraba de sangrar; entre otros abusadores pueden estar familiares, maestros, cuidadores, etc.
Procedimientos y estrategias
de la denuncia
La denuncia de un caso de abuso sexual consiste en poner conocimiento de órgano jurisdiccional correspondiente
una conducta que puede ser constitutiva de delito. Esta función es responsabilidad prioritaria de los servicios
de protección a la infancia y de los servicios sociales. La persona que denuncia no es la responsable de decidir
si el contenido de la misma constituye como delito o no. Pero si tiene las siguientes obligaciones:
• Realizar un informe escrito. El contenido de ese informe contiene datos de la intimidad del menor,
extraídos del relato del abuso, que no deberían proporcionarse ni siquiera a la familia y que ha de manejarse
con una privacidad absoluta, por el daño que puedan ocasionar, perjuicios que además serian inútiles.
• Ratificar el informe ante el juez.
Es importante que los profesionales entiendan que si tienen conocimiento de una sospecha de abuso sexual
y no lo denuncian incurren en una responsabilidad penal. En cambio, si lo denuncian y resulta ser falso,
no incurrirán en ella. Comunicar los indicios de un maltrato no significa probarlos. Saber si los hechos se
encuentran tipificados en el código penal, como ya se anunció en el apartado de consideraciones legales en la
definición de abuso, es responsabilidad de la instancia judicial correspondiente.
El procedimiento varía según los partidos judiciales, pero existen protocolos unificados en algunas comunidades
autónomas.
El circuito de denuncia sigue básicamente la misma estructura. El hospital contacta con el juzgado de guardia
para que envíe un forense, al objeto de que realice la explotación conjuntamente con el ginecólogo del hospital.
Una vez finalizada la exploración, la victima prestará la declaración ante la policía y el juez. Dependiendo de
las ciudades, a veces se intenta unificar las dos declaraciones realizando una sola ante el juez para no obligar a
la víctima a repetir la historia tantas veces.
Es importante recordar que en el abuso no sólo influye la edad del agresor sino también el método empleado:
abuso de superioridad, coerción, engaño.
Los principios que deberían guiar la actuación de cualquier profesional en un caso de abuso sexual son los
siguientes:
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• La calidad de las intervenciones
• La prevención
• El tratamiento de la información y la obligación de la pertinente comunicación.
• Trabajo en equipo.
• Los médicos pueden enfrentarse a un caso de ASI infantil en dos circunstancias diferentes: cuando la
consulta está directamente motivada por una sospecha de abuso sexual o cuando, aun no siendo éste el
motivo de consulta, se encuentran indicios del mismo. Los indicios de sospecha de un caso de ASI pueden
ser los siguientes:
• Enfermedades de transmisión o de origen sexual
• Cuando en una exploración por otro motivo de consulta se encuentran signos de abuso sexual.
• Determinar cuál ha sido la situación sufrida por el menor y especificarla lo más ampliamente posible.
• Valorar cuáles son las medidas de protección y tratamiento que requiere.
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Referencias
• Soto, i. P. (2016). El incesto como tabú y la liberacion de la victima .
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