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Año 177 - Nro.

60727 - Domingo 7 de marzo de 2004

"Poemas para separarse"

Subversivo aparato literario


Editorial Cáfila lanzó libro del joven escritor porteño Alejandro Banda.

GABRIEL CASTRO RODRIGUEZ

La Editorial La Cáfila me otorgó la no menos inusual circunstancia de conocer el texto de


Alejandro Banda (Valparaíso, 1976) “Poemas para separarse” –no recuerdo que tuviera ya ese
título- antes de hacerse público.
De esa privilegiada preoficial experiencia lectora dije esto y lo otro. De todo aquello el editor
seleccionó imprimir en las solapas del flamante libro: “Esta ceremonia verbal reflexiva de la vida
suya, mía, tuya. Esta separación ulterior entre la vida y la poesía (...), intenta pegarlo todo
infructuosamente, recuperando lo irrecuperable”.
Actualmente en mi paulatino, personal, parcial y secuencial acabose –como somos chicos
postmodernos- también se caotizaron mis discos duros conteniendo el comentario aquel, del cual
el editor editó lo transcrito.
Extraviose aquel total, espero no para siempre. Me queda el recuerdo vago de aquella primera
lectura y su registro –salvo lo de la solapa-, más el libro de Banda finalmente fue publicado y me
ha llegado hace unos días.
Hablamos de una temporada en términos cronológicos. Hablamos de una eternidad en tiempos
humanos. ¿Qué ocurre entre un texto inédito y un libro hecho y derecho? ¿Qué le ocurre al
lector? Todo y nada.
No me desdigo, sino que complemento lo extraviado: “Poemas para separarse”, libro con título
envenenado en el velador de cualquier pareja. Dispositivo explosivo en todo hogar regularmente
constituido. Subversivo aparato literario para las débiles vidas en común. Grieta donde ya hay
grietas. Y vamos sólo en las tapas.
Hojeemos. “Habías dejado la luz prendida / chorreaba el jadeo / e impulsabas al dolor
/ otra medalla en la hoja planchada / otras semanas despiertos, / mientras los jackers ríen ante
tus tesoros bien plásticos. / Cierro la boca al recordar lo mío. / Más allá nos veremos”. (Prólogo).
Para qué estamos con cuentos. Uno lee lo que quiere leer. Pero algunos libros simplemente se
niegan a escribirnos lo que queremos leer. El de Alejandro Banda me escribe lo que yo quiero
leer, lo que hubiese querido escribir. Así es como se cumple la premisa secreta de la hermandad
de los seres humanos con los libros. Así es como armamos nuestra biblioteca mental o física.
Con la palabras, o los versos que fueron o serán las palabras que salieron o saldrán de nuestras
bocas. Por todo lo anterior la lectura es asunto tan íntimo y por lo tanto tan intransferible. Sobre
todo con los libros bien hechos, bien nacidos, bien publicados. La lectura y la reacción es asunto
personal.
La recomendación, la intuición, la certeza de que este libro de Alejandro Banda es cosa seria, y
puede que conmueva y diga lo que yo dije o diré, sentí o sentiré. Es asunto posiblemente más
que entre yo y él. Bendiciones a “Poemas para separarse”: su veneno puede curar o por lo
menos acompañar más que a unas de sus pocas malditas heridas de compromiso vital.
¿Se le puede pedir menos a un libro que conocí antes que lo fuera? Consiga, amigo lector, este
libro hoy reseñado y lea lo que tiene que leer usted. Después me lo agradece o reprocha.

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