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TERAPÉUTICO EN LAS
DIFERENTES ETAPAS DEL CICLO VITAL I.
Unidad Nº 06
II. EL AT EN LA NIÑEZ:
Características del trabajo terapéutico con niños. Función específica del at con niños,
modalidad, intervenciones, estrategias
III. EL AT EN LA ADOLESCENCIA:
Características del trabajo terapéutico con adolescentes. Función específica del at con
adolescentes, modalidad, intervenciones, estrategias.
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INTERVENCIÓN DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO EN LAS
DIFERENTES ETAPAS DEL CICLO VITAL I.
Unidad Nº 06
INTERVENCIÓN
1. ROL Y FUNCIÓN DEL ACOMPAÑANTE
DEL ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO EN
TERAPÉUTICO
LAS DIFERENTES ETAPAS DEL CICLO VITAL I.
Introducción.
PROCESOS
FUNDAMENTALES
DE LAS
DIMENSIONES DEL
DESARROLLO
En la presente unidad, se abordará de manera breve y sintética una descripción por las diferentes
etapas que vive el niño y el adolescente, que pueden servir como una aproximación a cada uno
de sus mundos, posibilitando así una reflexión acerca de las intervenciones que como
acompañantes terapéuticos pueden realizarse.
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DIFERENTES ETAPAS DEL CICLO VITAL I.
Unidad Nº 06
II. EL AT EN LA NIÑEZ.
El desarrollo infantil suele subdividirse en diferentes períodos, que si bien pueden presentarse de
manera universal, adoptan características particulares a partir de las condiciones contextuales en
las que se desarrollan los niños, como así también de las singularidades propias de la
personalidad.
Sin embargo, podemos nombrar las siguientes: período prenatal (desde la concepción hasta el
nacimiento), infancia (los dos primeros años) y niñez. Diversos autores denominan de diferentes
maneras los momentos en la niñez. En el siguiente cuadro se presentan de manera sintética las
diferentes etapas planteadas por distintos autores.
(Cabe aclarar que se presentan de manera sintética, el alumno podrá profundizar los contenidos
recurriendo a las fuentes de los autores)
Etapas del
Etapas
desarrollo del niño El desarrollo en Estadios de la
El psicosex Etapas del desarrollo
en los dos los primeros epistemología
niño uales de las relaciones
primeros años de meses según genética
según objétales de Mahler
vida según Spitz según Piaget
Freud
Winnicott
Etapa Oral 0-1 mes Autismo normal (Sin Período de Madre e 0-3 meses Etapa Estadio I
(El placer se respuesta a estímulos hijo inseparables Sin objeto (no hay 0- 2 años
centra en la externos) dependencia total (0- diferenciación entre Sensoriomotor
boca como 2-3 meses Simbiosis Normal 6 meses): precepción, actividad (Patrones
chupar, (Yo y no Yo indiferenciados; y funciones) organizados de
morder, fusión con la madre) 0-2 meses Fase 3-7 meses Etapa comportamiento
masticar) 4-8 meses Diferenciación Funcional (Madre e hijo precursor del utilizados para
(Intentos iniciales de inseparables) Objeto (Primer representar y
separación; exploración 2-6 meses Fase de organizador: la responder ante
sensorial del ambiente integración Sonrisa y el objeto objetos y
externo; frecuente (Diferenciación precursor: el rostro experiencias.
0–2 comprobación de la presencia progresiva) humano) Juego motor o de
de la madre): 7 – 12 meses ejercicio).
años
9-15/18 meses Ejercitación Período de Etapa del objeto
de (La locomoción permite dependencia relativa real
vida mayor exploración del (6-24 meses): (Segundo
mundo; creciente separación 6-15 meses Fase de organizador:
temporal de la madre) Personalización Angustia ante el
15/18 meses-18/24 (Comienzo de la extraño en el 8º mes
meses Reacercamiento o existencia psicosomática y el tercer
Aproximación (Conflicto entre Individual) organizador es el
la independencia y la 15-24 meses Fase de “No” en el 15º mes).
dependencia; la criatura objeto o realización
desea estar con la madre, (El niño se relaciona con
pero teme ser absorbida por la madre de forma
ella.). separada).
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Se tomarán los aportes realizados por Juan Luque Martos, en uno de sus artículos en las que
presenta de manera sintética las principales características de los niños en las diferentes
etapas.
ETAPA DE 0 a 3 años:
El nivel de los 0-3 años conforma la primera de las
llamadas fases objetivas de la persona, que son aquellas en las
que se da un predominio del sentido de la realidad y del interés
por lo que le rodea. Es un periodo tranquilo y de una sociabilidad
serena.
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1) Aferrar
2) Manipular
3) Presentar el objeto.
ETAPA DE 3 A 6 AÑOS.
Nos encontramos ante un momento de maduración
psicológica del niño a partir de la cual adquiere
habilidades que van requiriendo mayor complejidad.
ETAPA DE 6 A 9 AÑOS:
En esta etapa, conocida como la edad del uso de razón, suele
tener lugar el despertar de la conciencia. A partir de ahora cobrará
un nuevo protagonismo el medio escolar, pues su influencia se
extenderá a todos los ámbitos.
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En su trato familiar sigue siendo muy afectivo, aunque ahora los compañeros ocupan un
lugar preponderante. Sus sentimientos se muestran muy cambiantes, pues se siente muy
influido por las situaciones por las que atraviesa.
Vive con gusto las virtudes humanas: generosidad, compañerismo, sinceridad… Le gusta
agradar a los adultos y que aprueben su conducta.
Es capaz de elaborar escalas de principios morales, al tiempo que ya posee conciencia
clara de lo que debe regular en su comportamiento: es un momento ideal para la formación
de hábitos.
ETAPA 9 A 12 AÑOS
Antes de que concluya esta etapa, ya se pueden
establecer ciertas diferencias entre las niñas y los
niños, toda vez que aquellas entran en el periodo de
la preadolescencia casi dos años antes.
Se puede afirmar que, en torno a los diez años, el
niño toma conciencia de sí mismo en los
principales aspectos de su vida. El entorno familiar
continúa influyendo, pero cada vez pesa más el
entorno social.
Al concluir estos años, el niño deja de ser niño para
adentrarse en la etapa de la preadolescencia.
Los rasgos psicológicos de este nivel nos dicen
que:
El niño toma conciencia por sí mismo de lo que le conviene y de lo que puede
perjudicarle (lo que no significa que siempre acierte en sus apreciaciones); aun manteniendo
planteamientos intuitivos, cada vez se vuelve más reflexivo, pasando del método intuitivo
al deductivo.
Es el momento del pensamiento operacional concreto. La imaginación dejará paso a lo
racional, pues ya se encuentra en condiciones de sintetizar y estructurar sus conocimientos.
Busca conocer el porqué y el para qué de las cosas.
Se desarrolla su capacidad de atención, al tiempo que la memoria se planifica. Su
capacidad de trabajo le lleva a ganar en laboriosidad, sobre todo si ya tiene hábitos
adquiridos en la anterior etapa.
Se plantea muchos objetivos, preferentemente si están vinculados con el grupo. Sus
relaciones sociales se ensanchan, siendo firme en sus compromisos.
Aunque puede mostrarse desobediente aún no ha llegado el momento de la rebeldía, pues
su relación con los adultos continúa siendo muy positiva.
Poco a poco irá desarrollando su propia individualidad e independencia. Le gusta
sobresalir, al tiempo que se muestra muy sensible al aplauso o a la crítica.
Construye con naturalidad su propia escala de valores. Muchas situaciones intentará
resolverlas por sí mismo, sin dejarlas traslucir a los adultos. Los padres han de ser
conscientes de que se acerca el momento en el que el hijo aprenda a volar solo.
Periodo muy importante para que la conciencia se forme con criterios rectos, para
aprender a valorar lo bueno y lo bello.
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III. EL AT EN LA ADOLESCENCIA.
Aberastury y Knobel (1995) definieron el duelo como el conjunto de procesos psicológicos y que
se producen normalmente ante la perdida de un objeto amado y que llevan a su renuncia. Los
tres duelos fundamentales son por el cuerpo infantil, por el rol y la identidad infantil y por los
padres de la infancia, aunque también se une a ellos el duelo por la bisexualidad infantil perdida.
Tradicionalmente, la adolescencia ha sido subdividida en tres etapas: pubertad o adolescencia
temprana, adolescencia media y adolescencia tardía.
Fernandez Moujan, las caracteriza según los duelos que el adolescente vivencia.
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La adolescencia tardía: abarca de los 18 a los 25 años. Esta etapa coincide con la tercera etapa
del duelo: el desplazamiento hacia nuevos objetos diferentes a los de la infancia. Hay una
elección más libre de las relaciones con los objetos externos y supone el logro de una identidad
básica que capacita al sujeto para estar solo, imprescindible para el logro de la identidad
(Gutiérrez López, 2002).
Desde una visión constructiva del self, la tarea propia del desarrollo en la adolescencia es la
elaboración de un guión personal. (Fernández –Alvarez, 1992)Se desarrollan también procesos de
autonomía e independencia.
La búsqueda de la propia identidad, del sí mismo, es una tarea propia de la adolescencia. La
pregunta que quizás caracteriza a esta etapa de la vida es : ¿Quién soy?. En el intento por
responder esta pregunta el adolescente suele
comenzar con el proceso de identificación. “La La búsqueda de la propia
identificación se inicia con el moldeamiento del yo
por parte de otras personas, pero la información
identidad, del sí mismo,
de la identidad implica ser uno mismo, en tanto el es una tarea propia de la
adolescente sintetiza más temprano las adolescencia.
identificaciones dentro de una nueva estructura
psicológica”.
Tienen que construir su autoconcepto y una
identidad nuevos, que incluyan como se ven a si mismos y como les ves los demás.
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El aspecto lúdico constituye un aspecto importante en los AT con adolescentes, ya que posibilita
la vinculación entre at y acompañado, como así también brinda la posibilidad de expresar de
manera simbólica las emociones, preocupaciones, temores, ansiedades.
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CASO “S”
Internada en una clínica de la Ciudad de Buenos Aires.15 años,1, 57m. 39 kg. Dos días en terapia
intensiva por una descompensación cardiaca, ya que había dejado de ingerir alimentos casi por
completo. Al momento de pasarla a una sala común, donde le fue colocada una sonda, la
psicóloga y la nutricionista, recomendaron que realice sus comidas en presencia de una
acompañante terapéutica, nunca frente a sus padres, con quienes tenía grandes discusiones.
Familia de "S": padres y dos hermanos, clase media alta. Empleada doméstica, quien advirtió
sobre la posibilidad de un problema en la alimentación de "S".
Medicada con un antipsicótico, para "tranquilizarla" según palabras de la madre, además tomaba
distintos suplementos dietarios y vitamínicos.
Equipo de tratamiento conformado por una psicóloga, una nutricionista, un psiquiatra y dos
acompañantes terapéuticas, quienes realizan turnos para compartir todas las comidas del día.
En principio las A.T. acompañaban en las comidas en la sala común de la clínica, debiéndose
retirar las visitas. Quedaban solas "S" y la A.T., por recomendación de la nutricionista y la
psicóloga. En ese momento la paciente cambiaba su humor por completo: pasaba de un estado
relativamente calmo, a enfurecerse, llorar y gritar. Se negaba a comer lo que ofrecían en la
clínica, diciendo que la querían engordar, que todos querían convertirla en una "cerda". Por ese
motivo la A.T. debía estar atenta a que no arrojara la comida al piso ni que la escondiese, ya que
cualquier descuido era propicio para ello. En medio de toda esta situación, debía intentar un
diálogo, persuadirla para que comiera, por lo menos, una cuarta parte de lo que se encontraba en
el plato. Tardaba mucho tiempo en terminar de comer los tres platos, enseguida alegaba un dolor
de panza, debía descansar un buen momento y volver sobre el siguiente. Esta rutina se repetía
en cada una de las comidas del día. Después de comer, se sentaba en una silla para hacer la
digestión durante una hora y, estando allí, realizaba un movimiento continuo chocando sus
piernas flexionadas, como si hiciese algún tipo de ejercicio físico. La tarea de las acompañantes
terapéuticas era evitar, también, que realizara cualquier tipo de movimiento voluntario, con el fin
de quemar las calorías que había ingerido. Cuando comenzaba a mover sistemáticamente las
piernas, le preguntaba si se sentía bien, si sentía frío y por qué movía sus piernas de esa forma.
De esta manera interrumpía el ejercicio por un rato.
El acompañamiento en la clínica se extendió por 15 días. Durante ese transcurso "S", fue
aceptando poco a poco la presencia de las A.T., y fue comiendo cada vez un poco más. En más de
una ocasión dijo a la A.T. que la "vigilaba", entonces se hizo necesario hablar con ella sobre su
rol, le explica que no estaba ahí para vigilarla, sino para acompañarla en sus comidas.
La nutricionista decía que "S", "cueste lo que cueste, debía terminar todos los platos". Esto la
enfurecía, por lo que se trataba de apaciguar un poco esta situación "negociando" la cantidad de
comida que debía ingerir de cada plato. Esta "negociación" fue planeada por su psicóloga, quien
prefería que no terminara su plato a cambio de que fuera cediendo en otros aspectos: su
intención era que la paciente tomara conciencia de la situación que estaba atravesando. Para ello
pedía que sus acompañantes terapéuticas hablen acerca de la muerte y de lo que le pudo haber
pasado si no hubiera salido de terapia intensiva. Pero "S" era muy reticente a hablar de esos
temas, decía que no le importaba nada, y que si se moría "mala suerte". Evidentemente la
muerte no era un punto de inflexión, no le interesaba hablar de ello y se mostraba indiferente.
También sugirió hablar de la "felicidad". Como vemos, las intervenciones propuestas apuntaban
a un fortalecimiento del yo. Un nuevo problema surgió cuando "S" se enteró que sería dada de
alta en la clínica. Su psicóloga le avisó que el acompañamiento terapéutico debía continuar en su
casa, como una internación domiciliaria. Ella lloraba diciendo que no quería, que quería volver al
colegio. Finalmente, aceptó.
Sólo podía permanecer en la planta alta de la casa, pero le habían permitido ir, una vez al día, a
la planta baja. Estas restricciones se tenían que cumplir al pie de la letra, ya que aprovechaba
cualquier situación para ponerse en movimiento. Era necesario, también, controlar el tiempo que
tardaba en el baño, ya que era el único momento en que se encontraba sola, y aprovechaba esa
ocasión para saltar o hacer abdominales.
Entre comida y comida miraba televisión. En ocasiones hablaba del colegio y de las materias que
estaba cursando hasta el momento de la internación. Apareció la idea de volver pronto al colegio.
Entonces, abandonó el hábito de mirar televisión y comenzó a estudiar para recuperar las
materias que había perdido.
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Se le hablaba de comidas que pudieran llegar a gustarle, pero para todo tenía un gesto de
rechazo. "S" evitaba hablar de ello.
A la hora de comer se quejaba de su entorno: repetía que no quería ser una "gorda cerda" y que
todos estaban en su contra. En medio de todo el llanto la A.T. trataba de preguntarle qué era ser
una "gorda cerda" y qué pensaba sobre lo que pretendían los demás. Cuando se calmaba trataba
de comer, pero lo hacía con suma dificultad, siempre diciendo que se sentía "llena". Ensayaba
todo tipo de trampas con la comida: escondía pedazos de carne debajo de la servilleta, dejaba
chorrear la sopa sobre la bandeja, esparcía el yogur sobre la tapa, disimulaba la cantidad de
comida esparciéndola contra los bordes del plato, entre muchas otras artimañas.
Tanto sus padres como la nutricionista pedían que se la amenazase con una posible internación
en Aluba si no comía lo que debía. Cuando se le comunicó esto a la paciente respondió, como
siempre, con indiferencia.
Después de algunos intentos comenzó a hablar, dijo que se veía muy gorda, que toda la ropa le
quedaba fea, que si seguía engordando no iba a querer salir más a la calle. Dijo que todos
querían que ella fuese una "cerda".
Pudo llegar a una conclusión con la A.T.: que ambas no percibían lo mismo con respecto a la
imagen corporal, pero de ninguna manera se impone desde un lugar de correcta percepción de la
realidad. Dijo que no entendía por qué todos la veían muy flaca si ella se sentía muy gorda. Pedía
que se le explicase qué le estaba ocurriendo. Se le dijo que era muy importante que se haya
podido formular una pregunta, que haya tenido un interrogante, pero que era necesario que lo
hablara con su psicóloga, que quizás con ella pudieran encontrar alguna respuesta.
A medida que fue subiendo de peso pudo volver al colegio pero un a solo turno. Primero empezó
a concurrir por la mañana, por lo tanto, llegaba a su casa a la hora del almuerzo. La
reincorporación al colegio le permitió a "S" encontrarse con algunas amigas, a quienes había
rechazado durante todo el momento de la internación, tanto dentro del sanatorio como en su
casa.
El acompañamiento terapéutico implica no sólo vivir la cotidianidad del paciente, sino también la
de su familia. Cuando estaban solas podían dialogar con mayor tranquilidad y la hora de la
comida, si bien siempre fue conflictiva, era más sencilla sin la intervención de sus padres. Por ello
fue necesaria la intervención de acompañantes terapéuticas, a fin de ofrecerle un espacio distinto,
no persecutorio, donde pudiese desplegar sus palabras, sin la intervención del significante
"comida". De todas maneras, a medida que fue evolucionando el tratamiento, los padres debieron
ser quienes acompañaran a su hija a la hora de comer. Comenzaron con el desayuno y luego con
la cena, de manera que las A.T., sobre el final, concurrían sólo durante la tarde. Cuando llegó al
peso esperado, retomó el colegio por completo. De modo que el trabajo de las acompañantes
terapéuticas fue espaciándose cada vez más, y sólo concurrían cuando los padres lo creían
necesario.
Así, el acompañamiento terapéutico fue llegando a su fin, aunque el tratamiento psicológico y
nutricional siguió su curso. (Extraído del relato completo de la Lic. Carla Battista)
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estos gestos claramente incentivan el ánimo del menor, mostrándose complacidos y receptivos
ante la interacción.
La demanda de acompañamientos terapéuticos en el ámbito escolar ha aumentado en los últimos
años, diferenciándose en su función de otros roles en el espacio educativo, como pueden ser de
maestros integradores, de apoyo, maestros especiales, etc.
El AT escolar se constituye entonces con sus propias particularidades y características. En
ocasiones se puede incluir un at en el ámbito escolar en una estrategia de tratamiento con
múltiples funciones. Una de ellas es se relaciona con la posibilidad del at de acompañar al niño o
adolescente en su ámbito escolar, en días y horarios pautados por el terapeuta o equipo tratante,
sosteniéndolo emocional y afectivamente para que pueda funcionar en las relaciones
interpersonales, como así también en ocasiones favorecer el control de los impulsos, la tolerancia
a la frustración entre otros. Dichas funciones dependerán de cada caso en particular.
El siguiente fragmento del artículo “El AT en la escuela “ nos permite observar una de las
funciones del at en el ámbito escolar.
En todos los casos la primera tarea del a.t. es el desarrollo de un vínculo de reconocimiento
mutuo y cierta confianza con el niño.
En pocas situaciones se observa con tanta claridad la función intermediaria del a.t. como en el
acompañamiento escolar. Para ejemplificar caso de Lucía, una niña de 9 años de edad que había
desarrollado síntomas fóbicos con una intensa angustia ante la situación de separarse de su
madre. La niña no toleraba estar lejos de ella ni siquiera durante unos minutos, aferrándose
literalmente al cuerpo de su madre. Esta situación había tornado imposible la asistencia de la niña
a clase ya que el desborde de angustia devenía en escenas de llanto incontenible ante cada
intento de la niña permaneciera en la escuela. Habiéndose agotado las inasistencias previstas en
el reglamento escolar se corría el riesgo de que la niña perdiera el año educativo. La psicoanalista
convoca a una a.t. con la finalidad de intentar una contención in situ que haga posible la
asistencia a clase de Lucía. Desgarradoras escenas de llanto desesperado, súplicas y promesas se
sucedían ante cada intento de llevar a Lucía a clase. La angustia materna completaba la escena y
hacía que cada vez que la niña lograba hacer un movimiento hacia la separación, este era
frenado, desalentado, de manera sutil e inconsciente. La captura de las figuras significativas en la
trama sintomática requiere de la intervención de un tercero que pueda analizar, interpretar,
contener y acompañar concretamente en la separación de la madre y la inclusión en el grupo
social Compañeros-Escuela.
En la mayor parte de los casos que llegan a psicoterapia, esa función es cumplida por el
psicoterapeuta de niños que habilita un espacio para que el niño pueda desplegar su conflictiva,
sus miedos, sus deseos. No obstante, hay casos en los que, ya sea por la gravedad de los
síntomas o por los daños asociados a los mismos (en este caso la pérdida del año escolar) se
hace necesario que alguien cumpla con esa función en el aquí y ahora concreto de la escuela.
Para ayudar a Lucía se incorporó al equipo a una a.t. quien intentaría contener y acompañar a la
niña y posibilitar el desprendimiento de la mano materna. Así ambas (niña y madre) podrían
experimentar el reencuentro al final del día escolar.
La a.t. hace de objeto transicional, tranquilizador, contenedor, para la niña. Participa de todos los
sistemas involucrados pero no pertenece totalmente a ninguno de ellos (familia, escuela) excepto
al sistema equipo terapéutico, pero este de por si ya cumple una función tercera respecto de los
otros. Esa ubicación le permite adecuarse y moldearse a las ansiedades y deseos de la niña,
sosteniéndola en ese pasaje necesario para luego soltarla gradualmente. Posibilita una
experiencia que de otra manera no tendría lugar. Posibilita sin protagonizar. Acompaña hasta el
borde del escenario.
En el caso de Lucía se trabajó con una a.t. que concurría diariamente a la escuela antes del
horario de ingreso. Recibía a la niña en la puerta de la escuela. En un primer momento las
escenas eran dramáticas: madre e hija aferradas llorando en el taxi que las traía. La a.t. no
forzaba la situación pero insistía y contenía a la niña. Llamativamente la angustia de la niña
disminuía cuando el taxi, con la madre en su interior, se perdía de vista. Durante las primeras
semanas la a.t. acompañaba a la niña dentro del aula. Al principio sentándose a su lado, luego
más lejos. Al cabo de unas semanas ya no entraba al aula sino que la esperaba en el patio. La
niña de tanto en tanto salía a decirle algo o se asomaba a la ventana a verificar que aún estuviera
allí. Fueron muy pocas las situaciones en las que fue necesario llamar a la madre a la escuela.
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Durante el último mes de acompañamiento se acordó que la a.t. recibiría a la niña en la puerta, la
acompañaría al aula y luego saldría del establecimiento para pasar la mañana en un bar aledaño
y con el teléfono celular encendido, en una especie de guardia pasiva. Si lucía lo necesitaba,
llamaba y la a.t. se presentaba en la escuela. Este esquema le permitió a la niña no perder el año
escolar y enfrentar las situaciones que desencadenaban el acceso de angustia pudiendo
transcurrir la misma más allá del momento que anteriormente no podía trascender. Ni la madre ni
los docentes podían realizar esa tarea y no por falta de tiempo o voluntad, sino por el lugar que
ocupaban en la conflictiva de la niña. Al año siguiente la niña concurrió normalmente a la escuela.
(Extraído de http://acompaniamientoterapeutico.blogspot.com.ar/)
El juego.
Una de las tareas propias de la infancia es el juego, asimismo en la adolescencia también está
presente la actividad lúdica. Nos preguntamos entonces, ¿Qué es el juego? ¿Cuál es su función?,
¿Por qué puede ser una intervención en el campo de lo terapéutico?.
Plantearemos sólo algunos aspectos del mismo para vislumbrar su importancia en la tarea de
acompañar a niños y adolescentes.
En relación a la definición de “juego”, podemos encontrar varias según la corriente teórica en la
que se sustente. Ahora, tomaremos algunas definiciones más generales que nos permitan tener
una mirada amplia al respecto.
”El juego es una conducta innata, con funciones evolutivas de adaptación y supervivencia. Tiene
propiedades terapéuticas que favorecen cambios cognitivos y conductuales. Así el juego no es
solamente un medio para aplicar otros procedimientos terapéuticos, sino que es terapéutico en
si mismo”… (G.Aguilar y Espada del valle 2002)
Desde diferentes corrientes teóricas y terapéuticas se sostiene que el juego constituye un medio
por el cual se puede construir un vínculo terapéutico. Un camino posible en la tarea de
encontrar- encontrase con el otro. Es con los niños, que de manera especial, se utilizan las
actividades de juego para comunicarse y se concibe el ambiente terapéutico como un lugar
seguro. Según cada enfoque terapéutico es que se diferencia la teoría que sustenta su
interpretación, el tipo de actividades promovidas, así como el establecimiento de metas
terapéuticas, estrategias para lograrlas y el posicionamiento por parte del terapeuta.
a) El juego estructurado:
Se caracteriza por sus reglas, normas, instrucciones y excepciones preestablecidas con
claridad. Puede incluir juegos de mesa diseñados con fines terapéuticos (orientados al
desarrollo de las habilidades sociales, el control de la ira, etc.).
También se pueden incluir juegos de mesa no diseñados con fines terapéuticos, como
ajedrez, damas, domino, naipes. Estos pueden utilizarse terapéuticamente con propósitos
muy diversos. Pueden servir para iniciar una actividad cualquiera con un niño poco verbal,
resistente o desmotivado. Puede ser un distractor o una actividad reforzante, placentera,
que permita al niño bajar las defensas. En el contexto de un juego resulta más fácil hablar de
cualquier cosa. El juego llega a ser solo una excusa, una actividad mientras se analizan los
problemas y sus posibles soluciones.
Dependiendo del contexto, pueden utilizarse deportes como el futbol, que exige ciertas reglas
e instrucciones a seguir, de esfuerzo, constancia, estrategia. También puede servir para
modelar en el niño conductas de cooperación, tolerancia a la frustración, etc.
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b) El juego no estructurado:
Se incluye en esta categoría, en primer lugar, el juego no estructurado y no directivo.
Requiere un ambiente con muchos juguetes, de manera que el niño pueda escoger tanto el
tipo de juguete como el juego que desea realizar. Proporciona las condiciones para que se
presenten las conductas de mayor
probabilidad en el repertorio del niño.
En el ámbito de un consultorio psicológico,
una vez que el niño manifiesta temas de Mas utilizado es el juego
conflicto, el terapeuta puede reorientar el no estructurado y
juego en una dirección terapéutica. Puede directivo.
tomar el muñeco que representa a la figura
materna y proporcionarle una explicación,
confrontación o elementos racionales que
permitan una restructuración cognitiva, o
introducir un personaje adicional, de fantasía, y de ayuda terapéutica como un mago, un
amigo, o un héroe que le ayude a entender los hechos, relaciones o aspectos de su
pensamiento y desarrollar actividades sociales o de afrontamiento.
El acompañante terapéutico al trabajar en la cotidianidad del paciente debe conocer la
realidad propia del paciente, es decir, deberá contemplar sus intereses, actividades, deseos,
es decir, deberá prestar especial atención a la subjetividad del paciente para que sea ésta la
que se despliegue en el espacio del
acompañamiento terapéutico. De modo
particular en los niños el at habrá de La creatividad en el
alternar cuidadosamente entre mayor o acompañante terapéutico es
menor estructura y directividad de acuerdo a fundamental tanto en el
la disposición del niño y al momento trabajo con niños y
particular que atraviesa el vínculo. adolescentes.
Tomaremos los aportes de Donald Winnicott,
para vislumbrar algunos aspectos del juego
en los niños.
En estas condiciones tan especializadas, el individuo puede integrarse y actuar como una unidad,
no en defensa contra la ansiedad, sino como expresión del YO –SOY, estoy vivo, soy yo mismo. A
partir de esta posición todo es creador.
Experimentamos la vida en la zona intermedia entre la realidad interna del individuo y la realidad
compartida del mundo, que es exterior a los individuos
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Imach en relación a las funciones que se posibilitan al niño a partir del dibujo en los primeros
años de su vida.
Cohen Imach, profundiza sobre dichas funciones del dibujo, planteando que:
3. Expresa el mundo interno del sujeto: supone un medio para expresar las fantasías y la
creatividad. El dibujo constituye un complejo proceso a través del cual el niño reúne
elementos diversos de su experiencia en una unidad distinta y con un nuevo significado.
Sophie Morgestern (1948) afirma que el niño se permite ser él mismo y representar, algunas
veces, situaciones complicadas utilizando símbolos más o menos trasparentes.
Diferentes autores señalan la importancia del desarrollo del grafismo en los niños a partir del
desarrollo de la motricidad fina que se presenta entre el primer y cuarto año de vida. Es a partir
de dicho desarrollo que se posibilitan otras tareas y habilidades que requieren mayor complejidad
como lo es el dibujo.
Según Piaget (1972), el dibujo, o la imagen gráfica que produce, representa un esfuerzo en el
niño por acercarse e imitar la realidad y es considerado como un intermediario entre el juego y la
imagen mental, que se manifiesta alrededor de los 2 años.
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Lea atentamente cada pregunta y marque la única opción correcta con un círculo:
c) Infancia y niñez.
c) Por el cuerpo infantil, por el rol y la identidad infantil y por los padres de la infancia
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Lea atentamente cada pregunta y marque la única opción correcta con un círculo:
7) Entre las funciones del dibujo en los niños, podemos destacar que:
a) Es sólo una actividad que permite el desarrollo lúdico del niño.
b) Domina el movimiento, y posibilita la expresión del mundo interno y la elaboración de conflictos.
c) Es parte del desarrollo de los niños.
8) En el trabajo terapéutico con niños y adolescentes es importante que la actitud del terapéuta
se sostenga en:
a) La teoría que se utilice.
b) Las directivas e indicaciones.
c) La creatividad y la espontaneidad.
10) Entre las funciones primordiales que un at escolar puede tener, se destaca:
a) Ayudar al paciente en las tareas y exigencias escolares.
b) Desarrollar un vínculo basado en el reconocimiento mutuo y la confianza.
c) Mejorar el rendimiento académico del niño.
Nota importante:
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