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Los mexicas salieron de A tlan en busca de un lugar dondefundarsuciudad. At lanera, camo elsito busce 4o, un ugar rodead por el 2gua,Paradasabreunareus toquesabresalede un islte, eve aun avequemediante scantoindicaalsmsicas, ntoncesaztecas,quedeben Losmexicas pererinaronal rededordelaCuencadeMe- vic hasta encontrar el luge ue les habia indicado Hut Zilopechtl, su deidad tu- tela Ena imagen seven en un ambiente lacustre. Tres hombres mexicas observan unnopalquecreceenelcer- rodecuatolineasyuna me jercontempla una atadura deahoso fuego nuevo.Mapa ie Sigdenan (etal Iago de Texcoco, ugar en el que se asen- Es Ja ciudad lacustre de los tenocheas, [desde el momento de su ocupacién por este pueblo fue motivo, porun lado, de aspectos, ‘benéficos, como eran los productos que se apro- vvechaban del lugar: peces, camaroncillos, ranas, etc. ademas delas aves migratorias quellegaban. periddicamente. Las espadaias tules y carriza- les que crecian en las riveras del lago proporcio- naban plantas para la construccién y otros me- nesteres. En el sentido positivo debemos afadir lamanera en que se ganaba espacio al lago en la Dosier parte sur,para adecuar el terreno paralasiembra con el sistema de chinampas. Sin embargo, tam- bién se sabe de problemas, va que las aguas del Jago no eran mansasy en ocasiones sus embates ocasionaban dafosalas obras efectuadas. Erala otra cara dela moneda. A esto nos referiremos a continuacién. Desde que los mexicas Hegaton a fundar su ciu- dad de Tenochtitlan, y poco después la de Tlate- Joleo, se encontraron con un medio lacustre que fue necesario controlat Relata fray Diego Duran Ja manera en que empezaron a hacer "poco 4 poco planchaysitiodeciudad, haciendocimien- to encima del agua con tierra y piedra que entre aquellas estacas echaban, para después fundar sobre aquella plancha y trazarsu ciudad...” (Du- r4n, 1951, p. 42). Rellenar las partes del lago en donde se pensaba construir edificaciones, para darles solidez, fue una técnica importante que utiliz6 mucha mano de obra. Un caso que nos habla de las marejadas que se creaban la tene- ‘mos cuando, atin bajo la tiranfa de Azcapotzal- co, los mexicas solicitaron permiso para hacer unacueductoparatraeragua potableclesdeCha- pultepec. Este se hizo con carrizos y otros mate- riales,lo que no fue suficiente para contenerlos embates de las olas. Asi lo relata Durén: "..tru- jeron el agua a México, aunque con trabajo, por estar todo fundado sobre agua y desvarataseles por momentos, por ser el golpe de agua que ve- nfa grande y el cafto ser todo de barro..."(Durén, 1951, p.63). Las inundaciones de la ciudad también eran cconstantes,lo que obligaba alos tenochcasare- enar el terreno para elevar el nivel de las cons- truceiones, Esto ocurria principalmente por el hundimiento que sufrian los edificios de gran- des dimensiones asentados sobre tun subsuclo lodoso en medio de un lago. Fl geélogo Manuel Reyes Cortés, del entonces Departamento de Prehistoria del tax, realizé trabajos de corre- lacién estratigréfica en varios puntos del area del ‘Templo Mayor y la Catedral Metropolitana, yobtuvo datos de enorme interés. Sefiala que por lo menos pudieron ocurrir cuatro grandes inundaciones en Tenochtitlan, sin contarlas de menores dimensiones. Asi lo relata el gedlogo: “Delas columnas estratigraficas obtenidasenla

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