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CUANDO LA GENTE “SE UNO-ACONEJO” LA GRAN SEQUIA DE 1454 EN LA CUENCA DE MEXICO Las a ciones desesperadas de los seres humanos ante los efectos devastadores de la naturaleza quedan en ocasiones registradas en los contextos arqueolégicos. Un depdsito ritual excavado en las ruinas del recinto sagrado de Tenochtitlan nos remite a un holocausto que se realizé a mediados del siglo xv para aplacar la furia de los dioses de la lluvia, El andlisis de dicho contexto ala luz de los datos de la arqueologia, la antropo- logia fisica, la historia y la meteorologta nos ayuda a dilucidar con inusual detalle cémo y por qué se realiz6 esta ceremonia sangrienta. UN DESCUBRIMIENTO EXCEPCIONAL Enel verano de 1980, a escasos dias de mi ingre- soal Proyecto Templo Mayor en la Ciudad de Mé- xico, el profesor Eduardo Matos Moctezuma me encomendé explorar un érea que hasta hacia poco habfa sido ocupada por un edificio moder- node cinco niveles.Bajo suscimientos deconcre- to, segiin consta en mi diario de campo, comen- zaban a emerger vestigios de la época colonial, El pequeio altar con escal nata dela etapa Na ylacala dela Oftenda 48 fueron dee cublertas en el sector nor oeste del Templo Mayer, de dicado alcultode Tlaloe entre eos el fuste de una columna, el estribo de una silla de montar, una pulserita de perlas y abundante cerdmica vidriada. También se adivi- naban, a escaso metro y medio del nivel de la ca llede Argentina,losmaitrechosmurosdeunacaja cuadrangularde piedra, los cuales prontonos re- vyelaron que encerraban un espectacular depési- toritual de tiempos mexicas. Alconfirmar su presencia e128 de ulio,1obau- ‘tizamos con el poco roméntico nombre de “Often- ‘da48" e integramos un equipo de trabajo con el cexperimentado oficial Maximiliano Acevedo, el jovial restaurador Ezequiel Pérez, el joven fots- sgrafo Salvador Guilliem y el autor de estas lineas. Por instrucciones expresas del profesor Matos, se-iamos supervisados por el pasante de arqueo- logia Francisco Hinojosa y por el pasante de an- tropologia fisica Juan Alberto Romén, quienes f- jarian las estrategias de excavacién y registro de Ininformacién. A partir de ese momento y hasta €17 de enero del siguiente afio en que extrajimos eliiltimo objeto de la caja, nuestres actividades, fueron tan intensas como apasionantes, La anQueoLosia La Ofrenda 48 se localizaba en el sector noroes- tedel Templo Mayor de Tenochtitlan, es decir, dentro de la mitad de la pirdmide consagrada al cultodeTlilocy susasistentes,losdiminutosla- logue (L6pez. Lujan, 1982, 1993). Estaba conteni- deen unacaja desillares, cuyos muros fueron le- vantados de manera improvisada sobre un pequefio altar de la etapa IVa, la cual se remon- taal reinado de Motecuhzoma IIhuicamina (1440-1469 d.C.). El espacio interno de este am- plio receptaculo cuadrangular estaba estucado ymedia 170.cm de norte a sur, 111 em de este a ‘este yal menos 54 cm de profundidad. Por des- ‘gracia, tanto la caja como buena parte descon- tenido més superficial habfan sido severamente akerados por los fundamentos de un inmueble dl virreinato, ‘Tomando como base de andlisis nuestros in- foemes de campo es posible reconstruic de prin- civio a fin los pasos seguidos a mediados del si- glo xv enel ritual que dio origen ala Ofrenda 48. Puede decirse de manera sucinta que los ofician- tes de la ceremonia comenzaron la oblaciGn de- positando en el fondo de la caja una capa homo- génea de arena gris oscura de origen marino. A centinuacién, acomodaron sobre ella varios ca- DOSIER dveres de nifios, la mayoria en dectibito dorsal flexionado, es decis, recostados boca arribay con las extremidades contrafdas. Debieron de haber- los sepultado con ricos atavios, pues algunos de los esqueletos que exhumamosatin conservaban sus collares elaborados con diminutos chalchi- huites, en tanto que otros dos luctan sobre el pe- cho discos de madera ~de 27 y 32 em de diéme- tro, respectivamente- recubiertos con mosaico decerilea turquesa, Resulta interesante que cin- coesqueletos tuvieran todavia una cuenta de pie- dra verde en el interior de la cavidad bucal. ‘Como parte de un tercer nivel, los oficiantes dispusieron muchos més cadaveres infantiles, aunque en esta ocasién salpicados con pigmen- to azul, y mancharon del mismo color las esqui- nas noroeste, suroeste y sureste del depésito ri- tual. Por encima de estos cuerpos inertes, distribuyeron después varias calabazas ~en el norte, el centro y el sur dela caja, asi como ca- racolitos marinos, una concha tallada en forma de flor pequefias aves, una navajilla de obsidiana y copal. Finalmente, en Io que parece haber sido Ja capa més elevada de la ofrenda, colocaron al ‘menos 11 esculturas de tezontle policromado de ‘unos 30 cm de altura, las cuales imitan jarras con el rostro de Tléloc. De manera significativa, las recostaron deliberadamente sobre uno de sus flancos, orienténdolas en sentido este-oeste. En- treverados con las esculturas recuperamos ahi numerosos huesos humanos rotos y sin relacién. anatémica, pedacerfa de estuco ~quizé de la ta- padera original de la caja—y muchos fragmentos de alfareria espaftola y novohispana. La anTRoPoLoe(a FISICA. ‘Tras el detallado estudio de los esqueletos inhu- ‘mados en la Ofrenda 48, Roman (1991) contabi- liz6 entre miles de huesos 42 créneos, 40 hiime- 10s derechos, 41 fémures derechos, 41 fémures izquierdos y 40 peronés izquierdos, lo que arroja ‘un ntimero minimo de 42 individuos. Concluyé asimismo, a partir de la longitud de los huesos argos y el desarrollo de las denticiones, que uno dc ellos tendria alrededor de 2 afios de edad en el momento desu muerte, otro 3 afios, trece 4 afios, ‘once Saios, once més 6afiosy cinco 7 afios. Aun- {que en nifios tan pequefios no hay un marcado dimorfismosexual, Roménestiméatravésdeme- diciones del créneo yla pelvis que cuando menos 22 de ellos serfan masculinos y 6 femeninos. Lipids racaenlaachds otal (Sean been ican asetapast ya 4d ed decent ‘ i Eseturasde basotoenfome de consular ae daa ysl" Jara Tloequfrmabanpate leevoenfera deo) cod oe. delniel sea ena

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