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TEMA RELEVANTE
MARCO NORMATIVO
I. Planteamiento
La decisión recoge el caso de un matrimonio (doña D.F.P.Q y don G.S) que encargó a
una mujer (I.Z.C.M) la gestación de un niño, quien debía ser entregado a los esposos
tras su nacimiento. A cambio del niño, la pareja comitente pagó una alta suma de
dinero a la gestante ($18 900 dólares americanos).
La fecundación del bebé se realizó con el gameto del esposo (G.S), por lo que,
biológicamente, la niña alumbrada era hija del comitente y de la madre de alquiler. Tras
el nacimiento de la menor, la filiación materna se inscribió a favor de la gestante y, la
paterna, a favor de su conviviente (P.F.P.C), quien realizó un reconocimiento de
complacencia. Por lo tanto, el padre de sangre (G.S) no figuraba como padre formal o
legal. Para complicar más la situación, el esposo comitente no solo era el padre
biológico de la niña, sino que, además, por el parentesco que le unía a la mujer que
alquiló su vientre, resultaba ser, al mismo tiempo, el tío abuelo de la menor por
afinidad2.
La Corte Suprema determinó que todas las causales carecían de sustento. Entendió
que sí procedía la adopción porque la paternidad que figuraba en la partida de
nacimiento era la de P.F.P.C. Por lo tanto, este era el padre legal de la niña y, en
consecuencia, la comitente demandante, la tía de la menor. Asimismo, estableció que
existía un conflicto entre el interés superior de la niña a tener una familia y el derecho
de los padres recurrentes a ejercer la patria potestad. Ante este dilema, y basado en el
comportamiento de la gestante y su pareja, dispuestos en un principio a renunciar a su
hija a cambio de dinero, resolvió que había de primar el interés superior de la niña a
que continúe viviendo con los demandantes, quienes, sostuvo el Tribunal, le
proporcionaban un ambiente adecuado. Por lo que, concluyó, “arrancarla de su seno
familiar a su corta edad resultaría gravemente perjudicial”. Por estos motivos, declaró
infundado el recurso de casación.
A todas luces esta sentencia plantea temas de interesante actualidad, que en este
artículo se pretende analizar son: las técnicas de fecundación artificial, incidiendo
principalmente en la gestación por sustitución, y los problemas que dichos métodos
generan, en especial, en la determinación de la filiación del menor y en el interés
superior de este.
II. La filiación por fecundación artificial y el supuesto derecho a la procreación
La normativa jurídica de la filiación, desde el Derecho Romano, parte del hecho natural
del nacimiento, producto de la cópula sexual entre hombre y mujer. Al mismo tiempo,
para los casos en que la pareja no puede concebir un niño, los ordenamientos han
previsto la institución de la adopción, para asegurar al menor la posibilidad de crecer
dentro de una familia.
Hoy en día, las denominadas técnicas de fecundación asistida han venido a romper el
molde clásico de la filiación, al originar un vínculo paternofilial sin recurso a la cópula
natural, llegando, en varios casos, a “conseguir” un hijo en un laboratorio humano3.
Nuestro país no ha regulado este tipo de técnicas. Solo encontramos una norma que
hace referencia a ellas en la Ley General de Salud (en adelante, LGS), Ley Nº 26842:
“Toda persona tiene derecho a recurrir al tratamiento de su infertilidad, así como a
procrear mediante el uso de técnicas de reproducción asistida, siempre que la
condición de madre genética y de madre gestante recaiga sobre la misma persona.
Para la aplicación de técnicas de reproducción asistida, se requiere del consentimiento
previo y por escrito de los padres biológicos. Está prohibida la fecundación de óvulos
humanos con fines distintos a la procreación, así como la clonación de seres humanos”
(art. 7).
En el ámbito europeo, varios países cuentan con una legislación sobre fecundación
artificial. Puede distinguirse dos corrientes. En la primera destacan, principalmente, las
legislaciones de Alemania, Italia, Suecia, Suiza, Noruega y Austria y, en la segunda, las
de España y Reino Unido. Las legislaciones del primer modelo permiten la aplicación
de estas técnicas solo si se respeta la dignidad de la persona y, concretamente, el
interés del hijo de tener una familia biparental compuesta, en la medida de lo posible,
por su madre y su padre por naturaleza. Se tiende a reconocer al hijo el derecho a una
maternidad no disociada y a la propia identidad, de forma que si en algunos casos se
admite la donación de esperma, se reconoce siempre al hijo el derecho a conocer la
identidad de su padre biológico. La preocupación fundamental es la de evitar el recurso
a procedimientos artificiales excesivos, y el intento de hacer coincidir los vínculos
biológicos con los sociales. Las legislaciones del segundo modelo tienden a suprimir
cualquier obstáculo jurídico susceptible de impedir la aplicación de las técnicas
aludidas, sin dar al nacido, a excepción de Reino Unido, la posibilidad de conocer la
identidad de sus progenitores y, por lo tanto, con garantía de anonimato para el
donante de material genético.
Por otra parte, el hecho de que estas técnicas se perciban como un derecho, ha dado
lugar a que los ordenamientos permitan ser usuaria a la mujer mayor de 18 años, sin
imponer un límite de edad12 y sin tomar en cuenta su estado civil: casada, soltera e,
incluso, a la mujer sola13, y con independencia de su orientación sexual, siempre que
haya prestado su consentimiento de manera libre, consciente y expresa. Es decir,
incluso le está permitido a parejas homosexuales, obviamente, de mujeres14, que son
las únicas que pueden procrear y ser receptoras de los gametos y de los
preembriones. Más aún, se amplía el ámbito de actuación de estas técnicas para evitar
la aparición de enfermedades, sobre todo, en las personas nacidas que carecen de
tratamiento preventivo15.
Por último, en pro de satisfacer intereses de las personas, en varios países, como
España, se permite la concepción de un hijo huérfano de padre antes de nacer, a
través de la fecundación post mórtem16. Método que en nuestro ordenamiento
resultaría contrario al artículo 6, párrafo tercero de la Constitución peruana (en
adelante, CP): “Es deber y derecho de los padres alimentar, educar, y dar
seguridad a sus hijos”.
En síntesis, las técnicas de reproducción asistida generan una nueva realidad no
contemplada en las normas civiles. Se aleja, pues, de la filiación tradicional que en
nada se plantea ni regula los problemas de doble paternidad o doble maternidad.
Llama la atención que la Corte Suprema, en la sentencia bajo análisis, resuelva el caso
únicamente desde el punto de vista de la adopción. Pierde la oportunidad de
manifestarse sobre el vientre de alquiler o de cesión de útero y las consecuencias que
esta técnica conlleva.
Todos estos supuestos reflejan que la maternidad por suposición conlleva algo
impensado en la fecundación por cópula natural: la disociación de la maternidad.
Además, al atribuirse siempre la maternidad jurídica a la madre contratante, quedando
oculta la de la madre gestante, se deja de lado el principio mater semper certa est y el
de verdad biológica, y con la única finalidad de satisfacer el deseo de los comitentes
de tener un hijo a toda costa18. Por esta, y por otras razones de peso, la figura bajo
análisis es ilegal en la mayoría de los países. Solo está regulado en Estados Unidos19
(y en algunos Estados como California), Rusia, Ucrania, Israel, India. En otros países,
pese a estar prohibida, se practica; entre ellos destaca China. En Europa, solo Reino
Unido y Grecia lo permiten, pero con ciertas restricciones: ser residente, ser familiar
directo y sin ánimo de lucro.
En España, el contrato de alquiler de vientre no es posible porque la Ley 14/2006, del
26 de mayo, sobre Ley de Técnicas de Reproducción Humana Asistida (así como su
predecesora, la Ley Nº 35/1988), ha mantenido a toda costa la determinación de la
maternidad, por el hecho del parto en las técnicas de reproducción asistida, debido a la
estrecha relación psicofísica de la gestante con el futuro descendiente durante los
nueve meses de embarazo. La Ley es tajante al prohibir la técnica de maternidad por
subrogación, a título gratuito o a cambio de una prestación, calificando de nulo el
contrato por la que se lleve a cabo (cfr. art. 10 incisos 1 y 2), disponiendo que la
filiación que se origine de ellos se determinará por el hecho del parto. Es decir, a favor
de la madre que alquiló su vientre.
Por otra parte, el contrato bajo análisis también es contrario a la dignidad de la mujer y
del niño. Supone una explotación y manipulación de la madre21, a la que se le
considera una simple incubadora22, y se produce al margen de los intereses del hijo,
quien tampoco puede ser objeto de comercio, no puede ser transferible. A ello ha de
agregarse la manipulación de la que es objeto el niño en el uso de esta técnica –y, en
general en las técnicas de fecundación asistida23– llegándose, incluso, a poner en
riesgo su vida. Así lo demuestra el caso que recoge la sentencia del 6 de enero de
2009, del Juzgado Especializado de Familia de Lima. El galeno que lleva a cabo la
técnica de maternidad subrogada, compara al menor concebido con un animal: “Que al
preguntarle si la sangre con la que se alimenta el concebido contribuye con la
formación y el desarrollo del embrión, dijo ‘sí contribuye con la formación y con el
crecimiento, mas no con la transformación de los cromosomas o genes que fue
procreada, a modo de ejemplo cuando se insertan embriones de vacas Holteins en
vacas criollas (chuscas) nacen terneritos cien por ciento Holteins porque la sangre
solamente contribuye a su alimento igual que la leche materna’” (considerando un
décimo). Asimismo, el citado médico, para lograr la gestación de la madre que cede su
útero, fecunda ocho óvulos, de los que sobreviven seis embriones. De estos, solo tres
se implantan en la mujer que cede su útero y los otros tres quedan congelados. El
tribunal, en defensa de la vida de estos tres niños, ordena que sean utilizados por la
pareja comitente en el plazo de dos años, de lo contrario ordena su donación a otra
pareja24.
Ahora bien, la nulidad constituye una sanción civil al contrato de gestación por
sustitución. No obstante, creemos que es una medida insuficiente para evitar la
celebración de estos contratos. Es imperativo que las conductas de las partes
contratantes, así como la de los centros médicos que actúan como intermediarios en la
realización de la técnica sean castigadas con otro tipo de penas, por ejemplo,
administrativas27.
Por otro lado, a pesar de que no existe ninguna sanción penal para las personas que
participan en un contrato de maternidad subrogada (tanto en la celebración como en el
cumplimiento), consideramos que se incurre en los delitos contra el estado civil de las
personas28. Delitos en los que participan la madre gestante, los comitentes, así como
los galenos que cooperen en el desarrollo de esta técnica.
El artículo 144 del Código Penal pretende evitar la alteración del estado civil de una
persona derivado de la filiación. Establece que: “la mujer que finge embarazo o parto,
para dar a un supuesto hijo derechos que no le corresponden, será reprimida con pena
privativa de la libertad no menor de uno ni mayor de cinco años”. Podría aplicarse a la
madre comitente que, ante la imposibilidad de lograr la determinación de la maternidad
a su favor, realiza la suposición del parto. Asimismo, el párrafo segundo permite aplicar
la misma pena privativa de libertad, más la inhabilitación de uno a tres años, al médico
u obstetra que cooperen en la ejecución del delito.
De igual forma, el artículo 145 del Código Penal es aplicable a la madre gestante, a la
comitente y a los que cooperen en la gestación por sustitución: “el que exponga u
oculte a un menor, lo sustituya por otro, le atribuya falsa filiación o emplee cualquier
otro medio para alterar o suprimir su filiación será reprimido con pena privativa de la
libertad no menor de uno ni mayor de cinco años”.
Son dos figuras totalmente distantes. La gestación por sustitución implica dar
prevalencia al supuesto derecho a tener un hijo, tratándose a este como un objeto de
derecho. La adopción, por el contrario, por esencia, busca el interés superior del niño.
Protege a niños abandonados insertándolos en familias idóneas donde puedan
desarrollarse armoniosamente.
Conclusiones
Por otro lado, el contrato de gestación por sustitución, pese a ser regulado por algunos
ordenamientos, es nulo por varias razones: se opone al principio de indisponibilidad del
cuerpo humano, al recaer sobre las facultades reproductivas de la mujer, que no
pueden ser objeto del tráfico jurídico; transgrede el principio de indisponibilidad del
estado civil, norma imperativa y de orden público, y se opone a la dignidad de la mujer
y del nacido, que tampoco puede ser tratado como objeto de derecho. Pese a la
ilegalidad de esta técnica, existen empresas intermediarias que se prestan a ayudar a
parejas, homosexuales o heterosexuales, a viajar al extranjero para alquilar un vientre.
Motivo por el cual el legislador está llamado a establecer sanciones administrativas y
penales a todas las personas o empresas que colaboren en la realización de dicha
técnica.
___________________________
2 La niña era hija legal del conviviente de la gestante (P.F.P.C), quien a su vez
era hijo de J.P.Q., hermano de la mujer comitente, D.F.P.Q. (cfr. considerando tercero
de la sentencia bajo comentario).
11 Las variaciones que se pueden producir son muchas: esposa que gesta su
propio óvulo fecundado con esperma de su marido o de donante; esposa que gesta un
óvulo ajeno fecundado con esperma de su marido o de donante; mujer soltera o viuda
que gesta su propio óvulo fecundado con semen de donante o con semen de su
marido fallecido; mujer soltera o viuda que gesta un óvulo donado con semen de
donante o de su marido fallecido y mujer casada con otra mujer que gesta un óvulo
propio o ajeno con semen de donante.
13 Como sostiene Siverino Bavio, “en el Perú, al igual que en la Argentina, no hay
una ley de reproducción asistida. Sin embrago, existen numerosos centros privados
que ofrecen tratamientos de reproducción asistida (…). Se atiende a parejas casadas,
unidad de hecho o a mujeres solas” (“¿Quién llamó a la cigüeña? Maternidad
impugnada e identidad genética. Reflexiones a propósito de dos sentencias peruanas”.
En: Diálogo con la Jurisprudencia. Gaceta Jurídica, Lima, junio 2010, p. 18).
20 Así lo precisa literalmente el artículo 16.1 del CC francés: “El cuerpo humano,
sus elementos y sus productos no pueden ser objeto de un derecho patrimonial”.
21 La típica madre de alquiler india es una mujer del campo, pobre, que recurre a
alquilar su vientre como último recurso para obtener dinero con el que criar a sus
propios hijos. No pocas veces se trata de mujeres analfabetas, que ignoran lo que
supone el procedimiento. Este perfil evoca, inmediatamente, la idea de explotación de
una mujer utilizada como útero de alquiler.
22 Cierto médico que practicó una gestación por sustitución calificó “como madre
genética de la menor XXX a XXX, padre genético a XXX, y a doña XXX ‘incubadora de
la niña’” (considerando un décimo de la sentencia de 6 de enero de 2009, del 15º
Juzgado Especializado de Familia de Lima).
Otro caso mucho más reciente es el de la pareja australiana que contrató una
madre de alquiler tailandesa para poder tener descendencia. La madre de alquiler dio
a luz a mellizos en diciembre de 2014 y uno de ellos nació con síndrome de Down. La
pareja se lleva al niño sano y abandona al niño enfermo. Una caso que ha causado la
indignación en Australia y en todo el mundo.
25 En este punto cabe traer a colación un famoso caso francés resuelto por la
Sentencia de la Corte de Apelación de Rennes, de 4 de julio de 2002. Esta sentencia
anuló el reconocimiento de un hijo, hecho por una unión more uxorio heterosexual, que
había suscrito en California un contrato de útero de alquiler con una mujer
estadounidense, por la que esta, a cambio de veinte mil dólares, se comprometía a
consentir la implantación en su útero de los embriones, obtenidos en una fecundación
in vitro realizada con los gametos de la pareja. La razón de celebrar este contrato era
que la mujer francesa, por una enfermedad congénita, no podía llevar adelante un
embarazo. La mujer estadounidense tuvo dos gemelos, que fueron inscritos en el
registro de nacimientos de California, como hijos de ambos convivientes, a pesar de
que la conviviente no era la madre gestante de los niños, sino, tan solo, su madre
biológica.