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Writings > Escritos de nivel popular

¿Existen Verdades Objetivas acerca de Dios?

SUMMARY

Crítica de tres intentos modernos/posmodernos para negar la existencia de hechos objetivos acerca de
Dios.

Pilato volvió a entrar en el palacio y llamó a Jesús. ¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó. ¿Eso
lo dices tú —le respondió Jesús—, o es que otros te han hablado de mí? ¿Acaso soy judío? —
Replicó Pilato—. Han sido tu propio pueblo y los jefes de los sacerdotes los que te entregaron a mí.
¿Qué has hecho? Mi reino no es de este mundo—contestó Jesús—. Si lo fuera, mis propios guardias
pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo. ¡Así que
eres rey! —le dijo Pilato. Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al
mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz. ¿Y
qué es la verdad? —preguntó Pilato. Dicho esto, salió otra vez a ver a los judíos. Yo no encuentro
que éste sea culpable de nada, declaró (Juan 18.33-38).

A lo largo de los siglos, hombres han hecho la pregunta de Pilato: ¿Cuál es la naturaleza de la
verdad?, ¿cómo puedo saber la verdad?, ¿hay una sola verdad? Como filósofo cristiano, éstas son
algunas de las preguntas que me gustaría explorar con ustedes.

La concepción bíblica de la verdad es muy polifacética. Típicamente, la Biblia utiliza las palabras
"verdadero" o "verdad" en sentidos no filosóficos para indicar algunos atributos como la fidelidad,
rectitud moral, realidad, etc. Sin embargo, en ocasión las [Sagradas] Escrituras hablan de la verdad
en el sentido más filosófico de la veracidad, y, por supuesto, en todo lugar los escritores bíblicos
presuponen que de lo que ellos estaban escribiendo era verdadero en ese mismo sentido. Es decir,
que no estaban escribiendo falsedades. Así que ciertamente la teología cristiana tiene un interés en la
concepción filosófica de la verdad.
Siendo eso así, no obstante, permanece siendo el caso de que no existe una teoría peculiarmente
cristiana de la verdad. Esa es precisamente la manera que debería ser, ya que si el cristianismo
presentara una definición y algunos estándares distintivos de la verdad, entonces su afirmación de
ser verdadero sería circular o un sistema dependiente y, por lo tanto, sería trivial. Pero la fe cristiana
quiere recomendarse a sí misma en el mercado de ideas. La fe cristiana afirma ser verdadera en el
sentido común, ordinario de la palabra y les deja a los filósofos la enunciación de una definición más
cuidadosa. Por lo tanto, cuando los filósofos formulan varias teorías de la verdad, como la Teoría
Correspondentista de la Verdad (o Teoría de la Verdad como Correspondencia), la Teoría
Coherentista de la Verdad (o Teoría de la Verdad como Coherencia), o la Teoría de la Existencia de
la Verdad, ninguna de ellas puede ser bautizada como la Teoría Cristiana de la Verdad, y se han
encontrado filósofos cristianos entre los defensores de cada una de ellas.
Por mi parte, encuentro que alguna versión minimalista de la Teoría Correspondentista es la más
satisfactoria. Esta teoría se remonta a Aristóteles y aún más atrás. Según Aristóteles, “Decir de lo
que es que no es, o de lo que no es que es, es falso, mientras que decir de lo que es que es, o de lo
que no es que no es, es verdadero”. Aristóteles está aquí proporcionando las condiciones bajo las
cuales algo está verdaderamente afirmado, en lugar de dar una definición de la verdad misma y me
parece que su caracterización enormemente influyente está muy correcta. Durante la Edad Media,
los filósofos abordaron la cuestión de la verdad de una manera más directa. Tomás de Aquino
caracterizaba la verdad como la correlación del intelecto y la realidad. En otras palabras, si la
realidad es como el intelecto la juzga ser, entonces la verdad es una característica que es inherente
tanto en el juicio como en el intelecto mismo. Entre los teóricos contemporáneos correspondentistas,
la verdad se concibe por igual como una propiedad o de las oraciones o de las proposiciones que
corresponden al mundo tal como realmente es. Así que, por ejemplo, la oración "La nieve es blanca"
es verdadera si y sólo si la nieve es blanca. Aunque yo no pretendería que la Biblia enseña la verdad
como correspondencia, dicha teoría me parece totalmente compatible con las ideas bíblicas acerca de
la verdad y muy plausible, si no obvia, en su propio derecho.
Pero entonces, ¿qué contribución tiene que hacer la teología cristiana a una discusión acerca de la
verdad? Bueno, ella nos dice específicamente que existen verdades acerca de Dios, y que esto no es
trivial, ya que ciertas escuelas contemporáneas del pensamiento moderno y post-moderno niegan que
existan verdades teológicas objetivas. Los ateos y teístas podrían estar en desacuerdo en cuanto a
cuales proposiciones acerca de Dios son verdaderas o falsas—el teísta que sostiene que la
proposición "Dios existe", tiene el valor "verdadero" y el ateo sostiene que esta proposición tiene el
valor "falso", pero al menos los dos están de acuerdo en que hay proposiciones acerca de Dios y que
ellas no son verdad sin valor. Algunas escuelas de pensamiento moderno y post-moderno, sin
embargo, no están de acuerdo.

Consideremos, por ejemplo, el desafío que presenta el Verificacionismo. Para entender el desafío
verificacionista, primero se necesita entender la diferencia entre una oración y una proposición. Una
oración es una entidad lingüística, compuesta de palabras. Una proposición es el contenido de
información expresada por una oración declarativa. Así que, por ejemplo, la oración "la nieve es
blanca" es, obviamente, una oración diferente a la oración "Der Schnee ist weiss”. Una tiene tres
palabras y la otra tiene cuatro, y no tienen palabras en común. Sin embargo, las dos tienen el mismo
contenido de información, es decir que la nieve es blanca y de esa manera expresan la misma
proposición.

Ahora bien, durante el apogeo del positivismo lógico en las décadas del 1930 y 1940, por lo general
se creía entre los filósofos de que, literalmente, no existían proposiciones acerca de Dios, de que las
oraciones que incluían la palabra "Dios" en efecto no tenían sentido, de modo que decir, por
ejemplo, "Dios creó el mundo” era tan absurdo como decir," ’era brilig; y la eslitey tuvo gure y
gimblo en el wabe” (algo sin sentido). Esta exhibición de arrogancia filosófica hacia el lenguaje
religioso y ordinario fue el resultado del cacareado Principio de la Verificación del Significado de
los Positivistas. Según este principio, el cual pasó por un sinnúmero de revisiones, para que una
oración sea significativa, debe ser capaz, en principio, de ser verificada empíricamente. Como los
enunciados teológicos no se podían verificar empíricamente, eran considerados no tener sentido.
Bajo la presión del Verificacionismo, algunos teólogos comenzaron a proponer teorías emotivistas
del lenguaje teológico. En la visión de ellos, los enunciados teológicos no son para nada enunciados
de hecho, sino que expresan meramente las emociones y actitudes del usuario. Por ejemplo, el
enunciado “Dios creó el mundo” no pretende hacer ninguna declaración fáctica en lo absoluto, sino
que simplemente es una manera de expresar, por así decir, el asombro y lo maravillado de uno ante
la grandeza del universo. Ahora bien, no hay casi necesidad de decir que esa interpretación del
discurso teológico no representa ni el punto de vista de los escritores bíblicos ni del creyente
religioso común. Típicamente, por sus declaraciones religiosas precisamente ellos quieren decir lo
que esas declaraciones parecen afirmar, por ejemplo, que Dios creó el mundo. Afortunadamente,
pronto se descubrió que el Principio de Verificación no sólo nos obligaría a descartar las
declaraciones teológicas como sin sentido, sino también a descartar un gran número declaraciones
científicas—juntamente con declaraciones éticas, estéticas, y metafísicas—, de manera que el
Principio era totalmente irrazonable. Pero aún más fundamental, se entendió que el Principio se auto-
refutaba. Simplemente pregúntate, ¿es la oración "Una oración significativa debe ser capaz, en
principio, de ser verificada empíricamente" en sí misma capaz de ser verificada empíricamente?
Obviamente no; ninguna cantidad de evidencia empírica serviría para verificar su verdad. Por tanto,
el Principio de Verificación es, por su propio criterio, una combinación de palabras sin sentido, las
cuales no necesitan detener al teísta. O como más, es una definición arbitraria, la cual el teísta tiene
la libertad de rechazar. Por lo tanto, el Positivismo Lógico y su Principio de Verificación han sido
casi totalmente abandonados por los filósofos. Pero es triste de ver cómo esa actitud positivista
persiste en algunos campos no filosóficos, en particular entre los científicos que fueron educados
durante la era positivista.
Una segunda negación de la verdad teológica proviene del bando del Misticismo Oriental y su
peculiar hijastro en el Occidente, el movimiento Nueva Era. Según esa perspectiva, a la cual llamaré
“Anti-Realismo místico”, hay proposiciones acerca de Dios que están bien, pero que no son ni
verdaderas ni falsas; son todas una verdad sin valor. Así que las proposiciones expresadas por
oraciones como "Dios existe", "Dios es bueno", o "El mundo fue creado por Dios" no son ni
verdaderas ni falsas, no tienen ningún valor de verdad. Se considera a Dios trascender todas las
categorías del pensamiento y del lenguaje humano, de manera que es completamente imposible
afirmar algunas verdades acerca de Dios, como la teología cristiana pretende hacer.

Desafortunadamente, ni siquiera está claro qué se quiere decir con la afirmación Mística
Antirrealista de que Dios está “por encima del pensamiento y del lenguaje humano”. Esta es una
expresión metafórica; pero ¿qué significa? El mejor sentido que puedo hacer de esa afirmación es
que lo que los lógicos llaman el Principio de Bivalencia no es válido para las proposiciones acerca
de Dios. El Principio de Bivalencia dice que para cualquier proposición p, p es verdadera o es falsa.
El Principio está muy estrechamente relacionado con la Ley del Medio Excluido, una de las tres
famosas "leyes del pensamiento", que declara que para cualquier proposición p y su negación no-p,
o p es verdadera o no-p es verdadera. La afirmación en consideración es que las proposiciones
aparentemente que se refieren a Dios no son ni verdaderas ni falsas.
Ahora, al parecer tal posición aparenta ser incomprensible, ya que parece absurdo decir que una
contradicción lógica no es falsa. Pero en esta visión, una proposición que se exprese en una oración
como "Dios tanto existe y no existe" no es falsa. ¡Esa proposición parece ser necesariamente falsa!
Tampoco es verdadero que "Dios o existe o no existe." Pero esa declaración parece ser
necesariamente verdadera, ¿qué otra alternativa hay?

Pero la posición implica una incoherencia aún más profunda. Consideremos la proposición
expresada por la oración: "Dios puede ser descrito por las proposiciones bivalentes". Como esa
proposición es en sí misma una proposición acerca de Dios, el Principio de Bivalencia no debería ser
válido para ello. Por lo tanto, no puede tener un valor de verdad; en particular, no puede ser falso.
Pero si no es falso, entonces ¿cómo puede ser el caso, como afirma el Anti-realista, de que el
Principio de Bivalencia falla para las proposiciones acerca de Dios? Si el Principio de Bivalencia
falla para las proposiciones acerca de Dios, entonces ¿no es falso que Dios pueda ser descrito por las
proposiciones bivalentes? Por tanto, la afirmación se refuta a sí misma: uno no puede afirmar
coherentemente que las proposiciones acerca de Dios no son ni verdaderas ni falsas.

El Anti-Realista podría contra-argumentar diciendo que lo se dice anteriormente sólo muestra que la
paradoja racional es inevitable cuando tratamos de hablar acerca de Dios. Pero ese no es el caso.
Siempre y cuando respetemos el Principio de Bivalencia, podemos disertar de una manera
perfectamente racional y coherente acerca de Dios. Lo que es incoherente es la negación del Anti-
Realista de la validez del principio de las proposiciones acerca de Dios. El que niega que el Principio
de Bivalencia sea válido para las proposiciones acerca de Dios está en la misma negación, afirmando
una proposición bivalente acerca de Dios. No es Dios quien es la fuente de la incoherencia, sino
simplemente la propia visión Anti-Realista Mística.

En cualquier caso, está claro que no hay razones que se pueden ofrecer para adoptar la visión de que
el Principio de Bivalencia no sea válido para las proposiciones acerca de Dios, ya que cualquier
razón pretendida para adoptar esa visión implicaría afirmar ciertas verdades acerca de Dios, lo cual
la posición prohíbe. Por ejemplo, si se dice que el principio fracasa porque "Dios es demasiado
grande para ser entendido por las categorías humanas del pensamiento" o que "Dios es totalmente
otro", o "Dios es omnipotente", entonces todos éstas son proposiciones bivalentes acerca de Dios.
Pero la posición sostiene que no hay proposiciones bivalentes acerca de Dios. Por lo tanto, ninguna
de estas declaraciones puede ser verdadera, de modo que ellas no pueden proporcionar fundamentos
para adoptar la posición que está en cuestionamiento. La posición sólo puede ser adoptada por un
salto irracional de fe. Pero, sin duda, como hombres y mujeres racionales, deberíamos ser
extremadamente reluctantes o reacios a cometer suicidio intelectual sin ninguna razón en absoluto en
lo que trata con la teología. En ausencia de alguna razón para abandonar el pensamiento racional en
este ámbito, deberíamos continuar empleando los cánones racionales de pensamiento que se han
demostrado ser tan fructíferos en otras disciplinas.
Un ataque contemporáneo final sobre la verdad teológica de la manera que el cristiano la entiende es
el más extraño de todos: lo que yo llamaré el “Pluralismo Radical”. Con raíces en el Misticismo
Oriental y radicalmente individualizado a través de la influencia de la Filosofía Crítica de Kant, esta
visión sostiene que cada individuo constituye la realidad en sí mismo, de modo que no hay verdad
trans-subjetiva acerca de la forma que el mundo es. En esta visión, la frase popular "Podría ser
verdadero para ti, pero no es verdadero para mí" está literalmente muy correcta. Como tal, esa
actitud podría parecer patentemente absurda: no importa si creemos que la hornilla de la estufa está
encendida o no, si ponemos nuestra mano sobre ella y está encendida, nos vamos a quemar. Es
objetivamente verdadero que la hornilla está caliente, independientemente de nuestra actitud
subjetiva hacia ello. Del mismo modo, seguramente había acontecimientos sucediendo antes de que
yo naciera, los cuales son totalmente independientes de mí: el Big Bang, la época de la formación de
las galaxias, la época de los dinosaurios, etc. Pero esas absurdidades resultan porque todavía estamos
pensando en una realidad objetiva y estamos tratando de “casar” al subjetivismo con ella. Según el
pluralismo radical, no existe una realidad objetiva; no hay una manera general que el mundo es. El
mundo se ha quebrantado y ha sido sustituido por el “mundo para mí”.
Este Pluralismo Radical es la antítesis de la cosmovisión cristiana porque el cristianismo le atribuye
a Dios una posición privilegiada como el conocedor de toda verdad. Él se para, por así decirlo, en la
cúspide de la pirámide de las diversas perspectivas acerca del mundo y en la unidad de Su intelecto
comprende el mundo tal como es. Por lo tanto, en la perspectiva cristiana hay una unidad de la
verdad y de la realidad que es conocida por Dios. De modo que, con frecuencia, los pluralistas
radicales ven su tarea como abiertamente anti-teológica en carácter. Por ejemplo, el crítico literario
Roland Barthes escribe,

Darle a un texto un Autor es imponerle un seguro, proveerlo de un significado último, cerrar la


escritura […]Por eso mismo, la literatura, al rehusar la asignación al texto (y al mundo como texto)
[…] un sentido último, se entrega a una actividad que se podría llamar contra-teología,
revolucionaria en sentido propio, pues rehusar la detención del sentido, es, en definitiva, rechazar a
Dios y a sus hipóstasis, la razón, la ciencia, la ley.

Lo encuentro algo especialmente intrigante que la razón, la ciencia y la ley sean consideradas por los
Pluralistas Radicales como que tienen que ser rechazadas juntamente con Dios.

El Pluralismo Radical es atendido por el relativismo. Por ejemplo, el filósofo estadounidense,


Richard Rorty, dice que la verdad es cualquier cosa que mis colegas me permitan a mí salirme con la
mía. Dado que tú y yo tenemos diferentes colegas, la verdad es pluralista porque tus colegas no
podrían dejar que te salgas con las mismas cosas que mis colegas me permiten a mí. Reaccionando a
la visión de Rorty, el filósofo Alvin Plantinga escribe,

A pesar de que esta visión está au courant (a la moda) y es muy chic en el mundo intelectual
contemporáneo, ella tiene consecuencias que son peculiares, por no decir absurdas. Por ejemplo, la
mayoría de nosotros pensamos que las autoridades chinas hicieron algo monstruoso al asesinar
cientos de jóvenes en la Plaza de Tiananmen, y luego agravaron su maldad al negar que lo hubieran
hecho. En la visión de Rorty, sin embargo, este es un malentendido poco caritativo. Lo que las
autoridades estaban realmente haciendo al negar que habían asesinado a los estudiantes, era algo
totalmente digno de elogio: ellos estaban tratando de lograr de que la supuesta masacre nunca
ocurrió, ya que estaban tratando de asegurarse de que sus colegas les dejaran salir con las suyas al
decir que la masacre nunca sucedió; es decir, que estaban tratando de hacerlo verdadero el que
nunca ocurrió; y ¿quién puede culparlos por eso? Lo mismo va para los neo-nazis contemporáneos
que afirman que no hubo holocausto; desde una visión Rortiana, sólo están tratando de asegurarse de
que esa cosa terrible nunca ocurrió; y ¿qué podría ser más encomiable que eso? Esta forma de pensar
tiene posibilidades reales para lidiar con la pobreza y con la enfermedad: si sólo dejamos que cada
uno de nosotros nos salgamos con la nuestra al decir que no hay ninguna pobreza y enfermedad—
ningún cáncer o SIDA, por así decir—, entonces sería verdadero que no hay ninguna; y si fuese
verdadero que no hay ninguna, entonces, por supuesto, no habría ninguna.
El punto serio de la crítica satírica de Plantinga es que ella expone la naturaleza verdaderamente
siniestra del Pluralismo Radical. Dado que no hay verdad objetiva, la realidad es lo que las personas
en autoridad quieren que sea. A falta de la verdad, no hay nada para comprobar la voluntad
desenfrenada al poder.

Como si esto no fuera suficientemente malo, me parece que el Pluralismo Radical también se auto-
refuta. Sólo necesitamos preguntarnos: "¿Es el Pluralismo Radical objetivamente verdadero?" Este
afirma que "no hay verdad objetiva acerca del mundo;" pero esa declaración se afirma a sí misma
como una verdad objetiva acerca del mundo. Este dice que "cada individuo constituye una realidad",
de modo que no existe una realidad objetiva; sino que es en sí misma una declaración acerca de la
realidad objetiva. Dice que la proposición "La verdad es pluralista" es objetivamente verdadera, lo
cual se auto-refuta.

El Pluralista Radical no puede escapar de esta incoherencia diciendo que es sólo desde su
perspectiva que no existe una verdad objetiva acerca el mundo, ya que si eso es verdadero solamente
desde su perspectiva, eso no excluye el que exista la verdad objetiva acerca del mundo, en cuyo caso
su perspectiva es objetivamente falsa. Si él o ella responde diciendo que es solamente desde la
perspectiva de alguna persona más de que no existe la verdad objetiva acerca del mundo, entonces se
deduce de que toda verdad es algo perspectivo, o que el Pluralismo Radical es objetivamente
verdadero, lo cual es incoherente.
¿Por qué sucede, entonces, que en nuestra época hay tantas personas que parecen estar atraídas a una
visión pluralista y relativista de la verdad, a pesar del hecho de que las dos visiones son absurdas y
se auto-refutan? Yo creo que esa atracción se debe a un malentendido del concepto de la tolerancia.
En nuestra sociedad democrática, tenemos un profundo compromiso con el valor de la tolerancia de
los diferentes puntos de vista (visiones). Muchas personas tienen la impresión de que la tolerancia
requiere de un pluralismo radical con respecto a la verdad. Ellos parecen pensar que la afirmación de
que existe una verdad objetiva es incompatible con la tolerancia de otras visiones, ya que esas
visiones deben ser consideradas como falsas. Así que para mantener una tolerancia de todas las
visiones, uno no debe considerar ninguna de ellas como falsa. Ellas todasdeben ser verdaderas. Pero
como son mutualmente contradictorias, no pueden todas ser objetivamenteverdaderas. Por lo tanto,
la verdad debe ser relativa y pluralista.
Pero me parece muy obvio que dicha visión se base en un entendimiento erróneo de la tolerancia. El
concepto mismo de tolerancia insinúa que estás en desacuerdo con la cosa que toleras. De lo
contrario, no lo tolerarías; ¡estarías de acuerdo con ella! Por lo tanto, uno sólo puede tolerar una
visión, si uno considera que esa visión es falsa. No puedes tolerar una visión que creas ser verdadera.
Por lo tanto, el concepto mismo de la tolerancia presupone que uno cree que la visión tolerada es
falsa. Así que la verdad objetiva no es incompatible con la tolerancia; por el contrario, la tolerancia
presupone la objetividad de la verdad.
La base correcta de la tolerancia no es el pluralismo, sino el valor inherente de todos los seres
humanos, que son creados a imagen de Dios y, por tanto, están dotados de ciertos derechos que les
dio Dios, incluyendo la libertad de pensar y expresarse. Es por eso que Jesús dijo: “Ustedes han oído
que se dijo: “Ama a tu prójimoy odia a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren
por quienes los persiguen” La base de la tolerancia no es el relativismo, sino el amor.

En resumen, me parece que mientras la teología cristiana no propone una teoría particular de la
verdad, ella es totalmente compatible con la noción tradicional de la verdad como correspondencia.
La cosmovisión cristiana pretende describir la realidad tal como es y, por tanto, es verdadera. Los
desafíos que el Verificacionismo, el Anti-realismo Místico y el Pluralismo Radical plantean para la
verdad teológica son todos, en última instancia, contraproducentes e incoherentes. Por supuesto, no
he tratado de mostrar que las proposiciones que constituyen la cosmovisión cristiana, de hecho, sean
verdaderas. Esa es una conversación para otro día.

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