Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Matías OSTA
Introducción
En este proceso analizaremos, entre otras cosas, qué es lo que Husserl llamó
el “telos” de Europa, la explicación que da el filósofo sobre cómo Galileo
transformó las ciencias a través de la llamada matematización de la naturaleza,
el aporte de Descartes a este proceso, y el advenimiento (en los siglos XIX y
XX) de las corrientes intelectuales denominadas naturalismo, positivismo y
objetivismo, que fueron, para Husserl, uno de los modos en los que más
claramente se expresó la crisis.
Una crisis que afectará todas las caras de Europa, una crisis política, social y
cultural, pero en especial, una crisis científica y filosófica. Tal fue su gravedad,
que un asombroso número de filósofos, artistas, políticos e intelectuales en
general se ocuparon, en un mismo y breve período de tiempo, de alarmar a
Europa de la oscuridad que se cernía sobre ella. En muchos casos, con un
denominador común en el contenido de sus discursos: alarmar a los europeos
del creciente riesgo de perder el dominio e influencia de su región sobre las
demás regiones del mundo. i
La crisis en cuestión no era tan solo de las ciencias europeas, sino que estas
eran sólo una dimensión en la que se expresaba una crisis mucho mayor, era
la crisis de las ciencias como expresión de la radical crisis vital de la
humanidad europea. Con esto Husserl nos advertía que la dimensión de la
crisis trascendía el ámbito de las ciencias, la crisis estaba esparcida en todos
los ámbitos de la vida del pueblo europeo, de manera radical, es decir,
alcanzando los lugares más profundos, los cimientos de la civilización europea
como tal.
Según Husserl, es una crisis de sentido, una crisis de fundamentos, crisis que
arrebataba de orientación al hombre europeo en toda su actividad que lo
caracterizaba como hombre civilizado (seguramente para Husserl, “civilización
europea” sea una redundancia). Para Husserl, que Europa estuviera en crisis
implicaba que la humanidad lo estuviera. Cuando escribía “crisis de las ciencias
europeas” no especificaba un conflicto de aquellas ciencias que se
desarrollaban en Europa, sino una crisis de la ciencia en general, pues esta era
esencialmente europea.
Si bien la idea de una “entelequia innata” que domina los cambios culturales de
Europa puede resultar bastante oscura, podemos entender estas afirmaciones
refiriéndolas a fenómenos más tangibles a los que el filósofo, aunque sea
fugazmente, hace mención. El concepto base que trabaja Husserl aquí no es
otro que el de la cultura como elemento identitario y diferenciador de una
determinada sociedad. Husserl sabe que el legado cultural de un pueblo
descansa principalmente en los individuos particulares que forman parte del
mismo y las distintas instituciones que se entrelazan de maneras complejas
para trascender ciertos órdenes a través de las generaciones. Básicamente,
son ellos mismos quienes “materializan” la cultura a la vez que la portan
históricamente.
El punto clave que necesitamos marcar ahora es que para Husserl la Filosofía
y las Ciencias son determinantes para Europa porque son su más exclusivo y
preciado patrimonio, para Husserl, el más grande aporte a la identidad
Europea. En este sentido hablaremos ahora sobre algunos argumentos que
Husserl desarrolla en Philosophy and the Crisis of European Man relativos a la
condición de Europa como civilización central, cultura elegida que porta la clave
de la emancipación humana.
En el mundo del espíritu, lo esencial no viene dado por las relaciones exterior-
causales que se dan entre los objetos, sino por la significatividad humana en la
que se ve conformado nuestro primordial contacto con la realidad. El mundo del
espíritu es el mundo del significado, es el mundo que da sentido a toda
actividad humana y que heredamos de nuestros antepasados. El mundo del
espíritu es el producto de la constante interrelación del yo y su vida de
conciencia con los demás “yoes” (términos husserlianos); es decir, surge de la
vida en comunidad, de las relaciones intersubjetivas que sustentan todo “valer”
y luego de la cultura en general.
Antes de la actitud teorética, Husserl cree que regía una actitud ingenua, que
se aceptaba el mundo-circundante (Umwelt) acríticamente, como una realidad
aproblemática. De manera análoga a lo que cree Comte y otros tantos autores,
Husserl sostuvo que antes del surgimiento de una cultura filosófica y teorética
al estilo greco-occidental, ese "mundo" es básicamente de carácter mítico-
mágico.
Términos como “espíritu”, “identidad” o “telos” (de una cultura) no son usados
ingenuamente por Husserl. Así es que en la conferencia de Viena Husserl se
refiere a que el “espíritu” o “identidad” de una cultura es un concepto que es
llenado con estructuras culturales determinadas que se desarrollan
históricamente en procesos complejos de interacción social entre grupos.
Esta idea afecta la concepción sobre el avance de las ciencias, para Husserl
las teorías científicas (y toda nueva propuesta teórica en el sistema) son una
etapa de transición dentro de un proceso infinito dirigido hacia el cumplimiento
total y definitivo de la episteme.
Galileo es conocido, entre muchas otras cosas, por desatar la lucha contra el
ideal de conocimiento de los escolásticos, que ataba a la ciencia a un tipo de
especulación abstractiva alejándola de la experiencia y la observación, y por
ser uno de los principales promotores del método experimental. Para Husserl,
Galileo no luchaba por desterrar la abstracción en las ciencias, sino que
intentaba resignificarla, llevándola al dominio estricto de las matemáticas. El
científico italiano promovía una idea de las matemáticas como “el alfabeto con
el cual Dios ha escrito el universo”, abogaba con esto por dar el paso hacia la
instauración de un lenguaje único, preciso y objetivo para la ciencia: las
matemáticas.
En esta línea, Galileo escribía: "La filosofía está escrita en ese grandísimo libro
que continuamente está abierto ante nuestros ojos (a saber, el universo), pero
no puede entenderse si antes no se procura entender su lenguaje y conocer los
caracteres en que está escrito. Este libro está escrito en lenguaje matemático,
y sus caracteres son triángulos, círculos..." (Galileo: 1981). Para Galileo, las
matemáticas nos permitirían “leer la naturaleza”, incluso, cómo Husserl afirma,
para Galileo (y al igual que Descartes, Newton, o Huygens) las matemáticas
poseían aún más importancia que la propia experimentación.
Esta no era tan solo una nueva manera de ver la matemática, era una
expresión de la función que Galileo estaba dando al lenguaje matemático en
las ciencias, era la construcción de un nuevo método, denominado por Husserl:
"matematización de la naturaleza”.
Husserl entiende que Galileo, que empieza siendo un fuerte promotor del
método experimental, se convierte en el principal defensor y usuario de la
abstracción científica.
La “matematización” de la naturaleza
Husserl escribe sobre esto: “Para el platonismo lo real tenía una métexis más o
menos acabada en lo ideal. Esto brindaba a la geometría antigua posibilidades
de una primera aplicación a la realidad. En la matematización galileana de la
naturaleza, es la naturaleza misma la que es idealizada bajo la dirección de la
nueva matemática, ella misma se transforma –expresándolo modernamente-
en una multiplicidad matemática”
Husserl cree que el impulso de los fuertes intereses prácticos, combinado con
las nuevas tendencias filosófico-científicas orientadas al desarrollo del
conocimiento puramente teórico y objetivo, y las tendencias a objetivar lo
empírico en el arte de la medida hacen que este último se idealice, se desligue
de su anclaje empírico y se convierta en un modo de pensar puramente
geométrico. De este modo, “el arte de la medida se vuelve así precursor de la
geometría finalmente universal y de su mundo de formas-límites.” (Ibid., p.32)
Como dijimos antes, con la matematización viene un nuevo método, a la vez
que un nuevo sentido para el término “científico”. El geómetra será ahora aquel
que se ocupe de definir, construir y encontrar propiedades en el dominio de las
formas ideales, en lo que corresponde a la esfera de lo relativo a lo espacial.
En tanto que, de manera más general, será “matemático” aquel que se ocupe
también de la esfera que contiene a la dimensión del tiempo. La matemática,
que antiguamente tenía la forma de una praxis real que se ocupaba de las
formas empíricas, reales o posibles, se entiende ahora como una praxis ideal
inmersa en el dominio de las estructuras puras, las formas idealizadas espacio-
tiempo.
Sin embargo, el gran proyecto galileano, que Husserl entiende como una
“hipótesis científico-natural fundamental”, no está completo aún. Bajo la
creencia de que el mundo guarda una estructura matemática, la hipótesis de
Galileo lleva en su seno a la matemática como maestra, y si bien la
observación y la experimentación también tendrán un lugar privilegiado, serán
solo el punto de partida para reconstruir el mundo en un discurso científico
objetivo. A esto se refiere Husserl: “Conocer el mundo “filosóficamente”, de una
manera seriamente científica, sólo puede tener sentido y ser posible si se
encuentra un método para construir el y la infinidad de sus causalidades,
sistemáticamente y en cierto modo de antemano, a partir del reducido
contingente de lo comprobable en cada caso y sólo relativamente en la
experiencia directa, y comprobar irrecusablemente esta construcción a pesar
de su infinitud” (Husserl:1976, p.36, subrayado mío)
Como se explicó antes, el proyecto galileano apuesta a la matemática como
guía hacia el ideal de la episteme, pero la matematización del dominio de las
formas dadas en la experiencia no es suficiente en el proyecto de
matematización de la naturaleza. Tal como lo pone Husserl, para desarrollar su
proyecto, Galileo debe insertar en dominio matemático (objetivar, según
Husserl) las cualidades sensibles (o “plenitudes”) de los cuerpos, y aún más,
construir matemáticamente el mundo y la infinitud de sus causalidades. Este es
en realidad el gran nuevo rumbo de la ciencia natural, construir a partir del
mundo (cuerpos, cualidades, y sus innumerables relaciones causales) modelos
matemáticos que nos permitan conocerlo en el dominio de lo objetivo, para
poder realizar predicciones, inducciones, y cálculos rigurosos.
Un clásico ejemplo puede clarificar este asunto: los pitagóricos, siglos antes,
habían descubierto la dependencia entre el tono de un sonido y la longitud de
la cuerda vibrante que lo producía; de este modo obtenían índices matemáticos
del plano de las formas ideales (longitud de una cuerda) para cualidades
sensibles (las variaciones tonales de un sonido), la relación “1/2” refería al
intervalo musical que conocemos como octava; “2/3” refería al intervalo de
quinta; “4/5” al intervalo de tercera mayor; etc.
El otro paso que, según Husserl, era necesario dar para consolidar el nuevo
método científico galileano consistía en dar cuenta de la multiplicidad de las
relaciones causales entre los fenómenos.
Nos queda por mencionar un elemento que también contribuyó a hacer posible
la matematización indirecta de las plenitudes sensibles, y que es también
mérito de Galileo: la experimentación.
Los fenómenos subjetivos sirven en tanto son medibles, esto quiere decir que
deben ser sometidos a procesos de estabilización e idealización en los que el
científico los manipula para generar ciertas situaciones específicas, las
condiciones experimentales. De estos, se obtendrán de los fenómenos
subjetivos índices que develarán su función en la gran estructura matemática
del mundo.
Retomando ideas cartesianas, Husserl cree que la ciencia debe poseer dos
características esenciales (en sentido fuerte del término): debe ser sólida y
definitivamente fundamentada, característica que puede poseer, solo en tanto
se desarrolle anclada a una evidencia fundamental; y debe ser sistemática y
justificada, en un sentido que permita ensamblar con naturalidad y en un mismo
lenguaje a todas las disciplinas científicas con el fin de tender hacia el ideal de
conocimiento total, la unidad del saber.
Hay un tercer aspecto de sumo interés y que está presente a lo largo de
muchos de los escritos de Husserl, la empresa científica debe incorporar un
discurso crítico sobre sí misma, uno que, encarnado en los individuos que la
llevan a cabo, la oriente según sus fines más profundos, aquellos que
constituyen su identidad y su telos.
Por otro lado la crítica de Husserl no debe ser malentendida como una crítica
hacia el creciente uso de la matemática en las ciencias, sino que, como afirma
Patrick Heelan: “What Husserl criticized about science was not that it used
mathematical models but that, (generally) led by a false metaphysics, it
(generally) mistook them for reality” (Heelan:1986, p.369).
Existen dos puntos en los que Husserl se centra para criticar al naturalismo. El
primero consiste en la naturalización de la conciencia, ya que hacer esto es
despojar a la conciencia de su actividad primordial y distintiva: proveer al sujeto
de la subjetividad y fundar negativamente la objetividad y las ciencias.
Con respecto a estos dos puntos creemos que está cita a Husserl puede ser
esclarecedora: “Todo lo que existe (para el naturalista) es físico, y como tal
pertenece al complejo unitario de la naturaleza física, o bien, aunque sea
psíquico, no es más que una variante que depende de lo físico, a lo sumo un
fenómeno concomitante paralelo secundario. Todo ser es de naturaleza psico-
física, es decir, está inequívocamente determinado por una legalidad rígida”
(Husserl: 1984: p.15).
En este punto del análisis, podemos ver que los fenómenos analizados por
Husserl presentan una particularidad, que a primera vista hasta puede ser
extraña. La física, desde su tradición galileana, se convierte en una ciencia
productora de teoría que debido a su dependencia de los modelos
matemáticos, se vuelve hiper-formalizada y se maneja en un grado de
abstracción tal, que se separa de todo concepto común de la naturaleza
mundana, es decir, su naturaleza está matematizada. Sin embargo, el impacto
cultural que tiene la nueva imagen de la física y sus logros, hace que se genere
una tendencia a entender que la legitimidad de toda ciencia (y aún más: de
todo conocimiento) dependa de si se puede reducir su objeto a fenómenos
físicos. Esto hace, por ejemplo, que se someta a disciplinas como la psicología
y la sociología a críticas constantes para acercar su método de las ciencias
físicas.
El positivismo no solo hace esto, sino que además relega cada vez más a la
filosofía a tareas de menor relevancia que las que antes poseía, y la
desprestigia cultural e institucionalmente. Esta tendencia se cristaliza y cobra
fuerza con la conocida postura de los neopositivistas (y muchos filósofos
analíticos) respecto de que la filosofía solo debe ocuparse de tareas
elucidatorias a nivel lingüístico, y evitar tratar temas metafísicos y
especulativos.
Husserl se refiere a esto del siguiente modo: “La forma final hacia la que tiende
este modo específicamente humano o racional de existencia, ¿no es acaso un
grado universal de autorreflexión, una autorreflexión que por sus
consecuencias incide sobre el ser en tanto que hombre, y se sitúa en el plano
de la humanidad universal? ¿Y la forma cumplida de esta autorreflexión es
acaso la filosofía misma, que persigue al infinito su obra formadora? La
Filosofía como función de humanización del hombre, como humanización ‘del
hombre en la escala de la humanidad´ como existencia humana en su forma
final, que es al mismo tiempo la forma inicial de donde ha partido la humanidad,
tiene su primer estadio de desenvolvimiento, es su marcha hacia la razón de la
humanidad; de ahí procede de nuevo un estadio de desenvolvimiento en que la
existencia humana es el ser; en que ser es ser así para sí, es querer ser sí, es
poder querer ser así según su naturaleza y su manera propia; por consiguiente,
donde el ser reside en el esfuerzo infinito para realizar tal poder. El instrumento
de esta conquista es la ciencia filosófica cuyos portadores son los filósofos, los
verdaderos sabios.” (Husserl: 1992, p.96)
En este pasaje queda podemos ver lo que en Husserl significa la filosofía para
la civilización occidental. Anteriormente explicamos por qué la cultura griega
fue determinante para lo que Husserl entiende como la “civilización” en sentido
fuerte. Un modo de ser que nace en los griegos y es legado a Europa, la
expresión máxima de la humanidad en lo que para el filósofo alemán es su
rasgo más alto, la razón.
Apenas más adelante, Husserl agrega: “Hay una única ciencia que abarca
todo, una única ciencia filosófica, un único conocimiento universal: es la
autorreflexión universal, la comprensión actuante de sí misma; en ella, la razón
hundida, replegada sobre sí misma, accede al rango de razón que se
comprende y se regula a sí misma” (Husserl:1992, p.97)
Con la crisis, este ideal se quiebra, otorgándole a las ciencias naturales una
hegemonía en el sistema de conocimiento que no pueden sostener, la filosofía
pierde su rol orientador y Europa se ve sumida en la confusión y desorientación
general.
Por esto dice Husserl, “la crisis de la filosofía significa la crisis de todas las
ciencias modernas como miembros de la universalidad filosófica, una crisis
primero latente pero luego cada vez más manifiesta como crisis de la
humanidad europea misma en toda su significación de su vida cultural y en su
total “existencia”. (Husserl: 1984, p.18).
BIBLIOGRAFÍA
VALERY, P.: 1940: Política del Espíritu, trad. Battistessa, J., Buenos Aires:
Losada.
Entre los años 1589 y 1592 Galileo escribe el libro De motu, no publicado hasta
un siglo más tarde, en el que expresa que el método aristotélico es inútil para
hacer física. En el texto ya se vislumbra un deslizamiento hacia la
matematización de la naturaleza, idea que terminará siendo expuesta
abiertamente en Il Saggiatore (1623), al afirmar que la naturaleza está escrita
con caracteres matemáticos y que su correcta interpretación escapa a las
posibilidades de la filosofía escolástica. Según Galileo:
«La filosofía se halla escrita en este grandioso libro que continuamente está
abierto delante de nuestros ojos (el universo, digo), pero no puede ser leído si
antes no se aprende la lengua y se conocen los caracteres en que está escrito.
Está escrito en lenguaje matemático, y los caracteres son triángulos, círculos, y
otras figuras geométricas, sin las cuales es humanamente imposible entender
ni una palabra; sin ellos es un revolverse vanamente en un oscuro laberinto».
En el año 1610, con el uso del recién inventado telescopio, Galileo descubrió
cuatro satélites que giraban alrededor de Júpiter (Ío, Europa, Ganimedes y
Calisto) y fases en el planeta Venus. Estos descubrimientos constituirían un
golpe significativo a la concepción geocéntrica que Aristóteles tenía del
cosmos, al demostrar que no todos los astros orbitaban alrededor de la Tierra.
Otras observaciones contribuyeron a desmontar definitivamente la tesis
aristotélica de la perfección de los cielos, al constatar la existencia de manchas
en la superficie del sol que cambiaban de lugar, así como de irregularidades en
forma de montañas y cráteres en la superficie de la Luna.
Aristóteles nunca elaboró conclusiones del tipo que hoy conocemos como leyes
físicas, puesto que sus principios eran más bien reglas de proporcionalidad sin
la proyección de universalidad de las leyes científicas. El método de hacer
ciencia de Aristóteles se contentaba con observar y anotar cuidadosamente los
fenómenos del mundo físico. Los científicos modernos irían más allá, al
incorporar la experimentación en su metodología de trabajo. En el año 1638
Galileo publica Discursos y demostraciones en torno a dos nuevas ciencias,
una de sus obras fundamentales para entender la nueva forma de estudiar la
naturaleza. En ella ya se puede vislumbrar lo que podemos considerar las
raíces del método hipotético-deductivo de hacer ciencia: 1) formulación de una
hipótesis a partir de la experiencia sensible; 2) en base a esta hipótesis
deducción de un enunciado susceptible de resolución experimental; y 3)
contrastación del enunciado para confirmar o refutar la hipótesis. Cinco
décadas después, el nuevo método experimental tomará definitivamente carta
de naturaleza con la publicación de Principios matemáticos de la filosofía
natural, la obra magna de Isaac Newton.