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21/5/2019 Plaza Bolívar de la ciudad de Mérida - IAM Venezuela

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Nombre: plaza Bolívar / plaza Mayor.

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Año: 1559.

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Tipo de patrimonio cultural: tangible / inmueble.
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Descripción
Valores patrimoniales Etiquetas más frecuentes
Situación actual
Ubicación siglo xx sospatrimonio
Fuentes consultadas arquitectura caracas alerta
siglo xix patrimonio cultural
Historia
mérida escultura maracaibo
La antigua plaza mayor de Mérida, denominada luego como Bolívar, corazón y raíz de la ciudad, siglo xviii barinas municipio libertador
tiene su origen en el proceso de fundación (1558 – 1559) y asentamiento definitivo de la urbe en la
mafia del bronce patrimonio
meseta de Los Tatuy el 6 de mayo de 1559, la cual será el centro funcional y dinámico en cuyos
espacios tendrá lugar los hechos que marcaron la vida y la cotidianidad de quienes, procedentes patrimonio cultural en peligro distrito capital

de la península Ibérica, establecieron como suyos un territorio ya habitado por comunidades


patrimonio cultural en riesgo estado zulia
aborígenes.
siglo xvii

Primera etapa: plaza libre (1559 – 1895). El modelo de plaza implementado en la ciudad de
Mérida desde 1559, cuyas características permanecerán hasta finales del siglo XIX, es el de plaza Lo más visto
libre o seca, definida por el arquitecto Christian Páez Rivadeneira,como un lugar de arribo y
“escenario de las más variadas manifestaciones de la cultura” en el tiempo. Es decir, es un espacio Por qué el “Alma llanera” es el
multifuncional, adaptado a las diversas necesidades de los pobladores emeritenses, segundo himno de Venezuela
convirtiéndose, como en toda ciudad hispanoamericana, en el epicentro de las actividades
económicas, políticas, religiosas y sociales. Francisco Narváez hizo del «estudio
anatómico» una obra de arte

Alrededor de la plaza se instaurarán las distintas instituciones representantes del poder religioso,
público y administrativo. Así, encontramos en la esquina este la iglesia parroquial de San José La Casa de la Capitulación de
Maracaibo no capitula
(1591 – 1603), elevada luego a catedral (1785); en la esquina sur, el templo de San Felipe y la
Casa Consistorial (1600), posteriormente sede del Palacio Municipal, cárcel pública y cuartel; y en
la esquina norte, el convento de San Juan Bautista de Santa Clara (1651), primera institución de Con «Positivo – Negativo» Víctor
Vasarely invita al juego en la UCV
mujeres en la región.

En la plaza, durante el primer día feriado, el pregonero “a son de caja de guerra” anunciaba las Alejandro Chataing, pieza clave de la
arquitectura en la Venezuela de
diferentes normativas que a través de los bandos de buen gobierno eran promovidas por el entresiglos
ayuntamiento merideño con la finalidad de garantizar el “buen vivir” entre los pobladores. Muchas
veces a los vecinos “estantes y habitantes” se les ordenaba mantener limpias sus pertenencias de
calle y solar, que “por ningún caso” se realizaran bailes de noche “por las muchas ofensas que se
siguen contra la Magestad Divina y otros perjuicios que de ello se siguen”; o se les invitaba a
participar en alguna actividad festiva, como la proclamación del rey don Carlos IV, el 9 de diciembre
de 1789, etc.

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La esquina norte de la plaza será asiento del mercado público, autorizado para funcionar
legalmente a partir de 1620. Allí, cada domingo los vecinos procedían a vender sus frutos y
mercaderías, que salvo algunos imprevistos como los suscitados en 1799 por el cobro de
alcabalas, se mantendrá en pleno funcionamiento hasta el 9 de febrero de 1895, cuando es
inaugurado un edificio para tal fin, ubicado en la antigua sede del Convento de San Juan Bautista
de Santa Clara.

Mercado en la plaza Bolívar a mediados de 1869. Dibujo de Antón Goering. Digitalización: Samuel Hurtado
Camargo.

Una acuarela del naturalista alemán Christian Antón Goering (1836 -1905), nos ilustra el panorama
a mediados del siglo decimonónico, en la que se aprecian las pequeñas tiendas en la plaza
principal, acompañadas de un concurrido número de vecinos vestidos a la usanza. Asimismo, en
sus escritos nos señala que los lunes tenía lugar el “gran mercado”, considerado por él como “el
más interesante de Venezuela”, ya que se traficaba “con productos de los climas más diversos” y
se ofrecían a la venta helados de fruta “preparados con hielo natural traído de la Sierra Nevada”.
Los días de mercado, subrayaba Goering, ofrecían la “oportunidad de conocer las gentes
circunvecinas”, que sobre el lomo de mula, bueyes y asnos, llevaban sus mercancías hasta la
ciudad andina.

Preparativos para la Fiesta de Corpus Christi a mediados de 1869. Dibujo de Antón Goering. Digitalización
Samuel Hurtado Camargo

A la plaza mayor concurrirán los merideños para asistir a las liturgias efectuadas en el templo
Mayor, -dedicado en un principio a San José y después a la Inmaculada Concepción-,
especialmente durante los días de las fiestas anuales, de Semana Santa o de Corpus Christi, y
acompañarán al cuerpo clerical en las diversas procesiones religiosas que partían de la iglesia,
siendo adornadas las esquinas de la plaza con distintos arcos y altares. Actividades religiosas a las
que muchas veces le seguían las fiestas “populares”, como bien se desprende de un acta del
cabildo emeritense fechada el 16 de enero de 1797, en donde se comisionaba a un grupo de
“sujetos” para la realización de dos comedias y tres días de toros en el día de la “Purísima
Concepción”.

En los años 60 del siglo XIX, la “fiesta de toros” se seguía realizando en la plaza principal. Según
Antón Goering, dichas actividades rompían en algo “la monotonía de la vida” en la ciudad, en
donde, “bajo los estridentes acordes de una música” que aturdían a los oídos era conducido el toro
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al ruedo, se le hacía correr de un lado para el otro de la plaza, a la que “consentía” con “bastante
buena voluntad”. Pero si al animal se le ocurría quedarse parado o hacer frente a la persecución,
“para gozo de los espectadores, los esforzados campeones emprenden la huida”.

Pero no todo era fiesta y alegría, la plaza fue también el escenario idóneo para administrar justicia
y castigo a quienes infringían las leyes y atentaban contra el cabal funcionamiento de la vida en la
urbe. Por eso, desde el mismo momento de definición de la plaza, se instaló en su centro el rollo u
horca de piedra, de forma redonda o de columna, en donde eran ajusticiados los “malhechores”. Un
hecho singular fue recogido por Eduardo Picón Lares en sus Revelaciones de antaño (1938), quien
de forma anecdótica relata el alboroto que causó en 1805 el enjuiciamiento por la horca a un
forajido a quien se le “habían cerrado todas las puertas del perdón”, pues, el “macabro” suceso
había ocasionado cierto “terror” entre las monjas del convento de “Las Clarisas”, quienes
presenciaron dicho suceso.

La plaza servía igualmente como lugar de distribución de agua a los vecinos. Así, desde 1804,
según información de don Tulio Febres Cordero registradas en su Clave histórica de Mérida, se
construyó en el centro de aquel lugar una pila o fuente de agua, la cual dejó de funcionar en 1859,
cuando sus tubos fueron utilizados para hacer balas, entrando nuevamente en funcionamiento en
1875, hasta que en 1895 fue destruida con el objeto de erigir “otra mejor”, pero como es señalado
en una nota de El Centavo, del 24 de marzo de 1900, para la fecha no se había construido otra
pila.

Mercado en la plaza Bolívar en 1873. Colección Biblioteca Nacional de Venezuela.

Segunda etapa: plaza de paseo o jardín (1895 hasta el presente). Por más de tres siglos la
plaza mayor de Mérida conservó su carácter multifuncional que había sido aplicado durante la
Colonia y las primeras décadas de la República. Posteriormente, a finales del siglo XIX, se
implantará el modelo francés utilizado en la plaza Bolívar de Caracas (1874), conocido como plaza
de paseo o jardín, concebida como un espacio para embellecer la ciudad, escenario de las
conmemoraciones cívicas y culto a los héroes, en la que el monumento centralizado es el elemento
jerarquizante. En fin, la plaza deja de ser un lugar de arribo y pierde su carácter polifuncional,
transformándose en un espacio limitado orientado a la contemplación y al paseo momentáneo.
Dicho proceso fue ejecutándose de manera paulatina, con altibajos y retrocesos, en un período de
varios años, aproximadamente entre 1884 y 1930.

Para el mes de octubre de 1884, de acuerdo a una publicación de la Gaceta Oficial del Estado
Mérida, fue conformada la Junta de Fomento de la plaza Bolívar, que se encargaría de los trabajos
de embellecimiento de la ahora denominada plaza Bolívar, que comprendía la nivelación y arreglo
del área de la plaza, de las calles y avenidas adyacentes, en la que se construiría un enlosado de
21 centímetros de alto y un metro 20 centímetros de ancho, quedando el “resto de la faja” de las
calles y avenidas compuestas de un “empedrado fino y firme con un declive del 3 %. Por su parte,
se disponía levantar en el área de la plaza una faja de empedrado de 2,25 metros de ancho y 21
centímetros de altura, “y ocho avenidas que converjan en la pila actual, cuatro en las diagonales y
cuatro en los intermedios”. Para dicha labor, el ejecutivo regional asignó la cantidad de 8000
bolívares y estableció como director de la obra al ingeniero Jacinto García Pérez.

Un año después, el 20 de diciembre de 1885, el presidente del entonces estado Los Andes,
general José F. Arria, motivado a la paralización de los trabajos de embellecimiento de la plaza
Bolívar, emitió un decreto autorizando a la junta respectiva para que procedieran a vender los
“materiales a depósito” que iban a ser utilizados en la remodelación de la plaza. Tal disposición
demuestra que poco o nada se hizo de lo estipulado en la propuesta formulada.

Posteriormente, en diciembre de 1894, la Junta del centenario de Antonio José de Sucre promovió
una suscripción pública con el objeto de “atender” el embellecimiento de la plaza Bolívar y erección
de un busto del Libertador. Sin embargo, como lo señala José Ignacio Lares, lo “angustiado” del
tiempo impidió terminar los citados trabajos para el día de la apoteosis al Gran Mariscal de
Ayacucho, celebrada en febrero de 1895.

Según una nota de prensa publicada en el diario El Comercial, el 25 de marzo de 1895, “muy
pronto” iban a empezar las labores de embellecimiento de la plaza, para lo cual fue conformada
una junta constituida por “ciudadanos progresistas y patriotas”, quienes de seguro harían todo “con
gusto, propio de nuestra principal plaza y del monumento que va a erigirse”. Lamentablemente, no
fue así; en el mismo rotativo, en su edición del 25 de abril, se afirmaba que la plaza se encontraba
en total estado de desidia: “sucia, muy sucia y cubierta de matorrales”. Denuncia que fue reiterada

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el 10 de agosto, en donde enfatizaban que los “matorrales, basura y dejo” eran los adornos
principales de la plaza.

Ante tal situación, el presidente provisional del estado Los Andes, doctor Jesús María Rivas
Mundaráin, como “demostración de la cultura” del pueblo merideño y “homenaje cariñoso al Padre
de la Patria”, decretó nuevamente los trabajos de remodelación de la plaza que incluía, en términos
generales, el relleno, terraplén y construcción de las avenidas y paseo circular; colocación en su
centro de un “hermoso” surtidor de bronce, en cuyo alrededor se instalarían cuatro columnas de
hierro con cinco faroles cada una. Asimismo, se tenía previsto distribuir alrededor de la plaza 40
faroles; 8 escaños de hierro y 16 de madera, y 32 maceteros “engalanados de parásitas y flores”.

Para ello, se invirtieron 72 000 bolívares y se asignó al ingeniero peruano Pedro Dávalos y Lissón
(1863 – 1942) la dirección de las obras. Por su parte, el mobiliario y adornos para la plaza como
ranas, patos, surtidores de agua, columnas, bancos de hierro, lámparas, etc., fueron solicitados a la
casa J. W. Fiske de Nueva York, y los 16 bancos de madera y maceteros se le encargaron al
ebanista y carpintero José Tadeo Morales.

Las obras iniciaron el 2 de septiembre de 1895, así lo informaba a la colectividad merideña de


manera entusiasmada El Comercial, el día 8 del referido mes. Ya para el 26 de octubre, notificaba
el aludido periódico, se había echado “la última carretilla de tierra en el paseo circular, y con ella se
dio término a la penosa labor de terraplenación de las avenidas”, que comprendió “la contribución
de todas las cepas, de todos los sardineles, de la base para la pila y el enladrillado de más de dos
cuadras de avenida”. Trabajos a los que se le incorporó el día 28 de octubre, onomástico del
Libertador, una cripta contentiva de una caja con documentos históricos alusivos a sucesos
importantes vinculados con la ciudad de Mérida.

Plaza Bolívar a finales del siglo XIX. Digitalización Samuel L. Hurtado Camargo.

De acuerdo a una publicación El Pueblo, del 12 de enero de 1896, la inauguración de la plaza


Bolívar se realizó según el programa correspondiente, con una “numerosa concurrencia”, el 31 de
diciembre de 1895. Al poco tiempo, el abandono volvía a reinar en plaza. Así, El Cangrejo, en su
edición del 24 de junio de 1896, señalaba que se veían burros y vacas “rascándose en los
escaños” de la plaza, y los “maceteros que no son” sufrían también con tales animales, y los
enlosados llevaban “a más y mejor, los excrementos”. Posteriormente, el 10 de septiembre, el
mismo impreso volvía a denunciar la presencia de animales en la plaza, esta vez, en tono burlesco
preguntaba a sus lectores: “¿Cuál es el potrero, donde se la pasan las vacas y los burros?”. A lo
que respondía: “La plaza Bolívar con un pastoreador que lo paga el Concejo. Estamos en grande”.

Aunque el 10 de abril de 1897 el presidente del estado, Atilano Vizcarrondo, emitió un decreto
disponiendo la continuación de los trabajos de la plaza Bolívar hasta dejarlos “de un todo
terminados”, la presencia de animales y abandono de la plaza será un tema recurrente en la prensa
regional. Efectivamente, el 31 de julio de 1897 se decía en El Comercial que los vecinos de la plaza
se encontraban “alarmadísimos”, ya que algunos creían que en los “grandes matorrales” podía
haber tigres y “otros fieros animales”. Incluso, había personas que aseguraban haberlos visto. Los
transeúntes, afirmaba el rotativo, “temen también, y los que por allí se ven precisados a pasar para
ir a la Iglesia, lo hacen con el mayor terror, creyendo que pueden ser presa de tan temidos
cuadrúpedos, pero lo más sensible es que alguno de esos animales pueda entrarse a la Jefatura
Municipal y meterles un susto de á folio a los empleados, pero creemos que viendo el riesgo tan
inminente, el ciudadano Jefe Municipal haga un empeñato y mande rosar el monte, y solamente
con esta medida tan poco costosa, quedan de todo peligro los que hoy se atreven a pasar por la
principal plaza de Mérida”.

Entrado el siglo XX la plaza continuaba siendo un potrero, recinto de vacas y burros. El Observador
hacía un llamado de atención al Concejo Municipal el 4 de octubre de 1900, precisándoles que la
plaza Bolívar reclamaba “un recuerdo” y que se le administrara una “dosis de patriotismo”, para que
fuera transformada en una “famosa alameda, con sus pilas, asientos que han desaparecido
milagrosamente, pilastre [sic] y cadenas”. Transcurrido un año, el 15 de octubre de 1901, El
Sufragio, enfatizaba que la plaza Bolívar y las calles adyacentes estaban convertidas en potreros, a
tal punto que las aceras producían “náuseas” por las mañanas, razón por la cual se preguntaba:
“¿No tendrán los dueños de vacas un sirviente que les traiga a casa y las conduzca de nuevo al
potrero?”

Ante las sucesivas denuncias, un halo de luz volvía a “alumbrar” la plaza. Esta vez, por iniciativa de
los merideños Miguel Castillo y Marcial Hernández S., general Manuel A. García F., y el coronel

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Juan de Dios Calderón, quienes, a “esfuerzos propios e impulsados por un gran espíritu de
progreso” lograron el apoyo de los demás vecinos y procedieron a las mejoras del jardín de plaza.
Para el 23 de agosto de 1902, El Billete anunciaba que el jardín iba “viento en popa”.

Por su parte, El Cronista, en su publicación del 20 de septiembre de ese año, afirmaba que ya se
podían contemplar en la plaza Bolívar “bellísimos jardines”. En ese mismo día El Semanario
precisaba las “buenas nuevas”, diciendo que la plaza ya no era el antiguo potrero de vacas y burros
que “antes pastaban en ella a todas sus anchas”, y su “aspecto triste” se había cambiado por otro
“alegre y agradable”, en donde, “varias familias ayudaron con todo desinterés en la obra, enviando
pequeñas plantas y ayudando a la siembra de éstas”.

Al parecer, los trabajos de jardinería de la plaza quedaron muy buenos, ganándose los elogios
durante cierto tiempo. El Colaborador Andino, en su edición número 78 del 3 de abril de 1903, no
dudó en apuntar que la plaza Bolívar estaba convertida en un hermoso jardín, “gracias a los
esfuerzos y constancia de todos los que con cuidado” se habían dedicado a embellecer “la
simpática plaza donde se dio en Mérida el primer grito de Independencia”. Asimismo, en un tono
vivaz El Cronista decía el 5 de junio que los “bellísimos” jardines de la plaza “deleitan a todo el que
los admira, infinidad de flores varias se encuentran allí para todos los gustos. ¿Cuánto valdrá un
ángulo de esta plaza así como está, en París?”.

Dos años después, el jardín de la plaza Bolívar “reclamaba” la mano de un jardinero competente.
Así fue hecho saber en la sección “notas ligeras” de La Voz del Estado, el 28 de septiembre de
1905. Quizás el llamado de atención llegó a las autoridades competentes, ya que no se recoge en
la prensa regional alguna evidencia sobre el abandono de la plaza en los años siguientes. Por el
contrario, el 9 de diciembre de 1907 le fue incorporado un nuevo elemento de “utilidad y ornato”,
como lo era la fuente de agua que había sido desincorporada en 1895.

La única referencia sobre la situación de desidia de la plaza la ubicamos un lustro después, cuando
el 20 de julio de 1912 el periódico El Pueblo, decía que se necesitaba una verja de hierro para la
plaza Bolívar, por considerar “doloroso” para el patriotismo regional “la pobreza del alambre” que
defendía el parque de las “intromisiones bárbaras de animales y retrógrados”.

La segunda transformación de la plaza Bolívar que la va a consolidar como plaza-jardín se inició el


26 de agosto de 1926, a raíz de un decreto del presidente del estado Mérida que contemplaba un
conjunto de obras destinadas a servir de “cónsono marco” a la estatua que del Padre de la Patria
se tenía prevista erigir allí. En este sentido, se procedió a la pavimentación de la plaza,
construcción de un área central en forma circular, colocación de cuatro fuentes ornamentales
distribuidas entre los costados noreste y suroeste, instalación de 18 faroles de hierro forjado y
“construcción del parque, siembra de árboles y demás plantas”. Según reseña el periódico Patria,
en su edición del 26 de febrero de 1927, las obras estaban próximas a terminarse, e indicaba que
el gobernador del Distrito Capital en persona había “vigilado los trabajos ya hecho” y el técnico
agrónomo Luciano Cendreiner tenía la responsabilidad de las labores de jardinería.

El 19 de diciembre de 1927 las obras fueron inauguradas solemnemente por el entonces secretario
general de gobierno, Florencio Ramírez. Pero hubo que esperar tres años para que finalmente se
erigiera el monumento ecuestre al Libertador Simón Bolívar, específicamente durante la
conmemoración del centenario de su muerte, el 17 de diciembre de 1930.

Otra vista de la Plaza Bolívar desde la esquina este … Vista de la plaza Bolívar de Mérida desde la e…

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Posteriormente, a casi una década, el jardín de


la plaza presentaba “ausencia de selección de Plaza Bolívar a principios de 1940. Foto Carmona.
plantas, descuido y pésima distribución”, razón Digitalización Samuel Hurtado C.

por la cual, según el periódico Idea, en sus ediciones del 24 de septiembre y 5 de octubre de 1939,
el jardín fue sometido a una completa transformación artística “a base del nivelado del terreno” por
sus notables irregularidades, cuyas labores estaban bajo responsabilidad del director de las
escuelas agrícolas del estado, señor Rafael Herrera Valero, y el señor Samuel Roldán, técnico
agrícola al servicio del ejecutivo regional. Dichas obras se ejecutaron a cabalidad e incluyeron la
modificación del área central de forma circular por una cuadrangular, siendo hasta ahora uno de los
mejores trabajos de jardinería y paisajismo realizados en la plaza Bolívar, cuya estructura, a pesar
de ciertas intervenciones en el tiempo, aún se conservan.

Plaza Bolívar a mediados de 1940. Foto Revista Es Venezuela. Digitalización Samuel Hurtado Camargo

Trascurrida más de una década, en el marco de las obras de “embellecimiento” y “modernización”


que se realizaban en la ciudad y considerando que la plaza Bolívar requería una “oportuna
reparación y embellecimiento”, el gobernador del estado Mérida, Vicente Tálamo, a través del
decreto número 235 de fecha 5 de noviembre de 1953, ordenó la reconstrucción por el sistema de
granito de las avenidas y del área central de la plaza, sustitución de postes ornamentales de hierro,
refacción del pedestal donde se levantaba la estatua del Libertador, mejoras de la jardinería y
sustitución de los 24 bancos de concreto por unos de hierro, que estaban distribuidos en cuatro de
las ocho avenidas internas. Los trabajos iniciaron en el 1954 y culminaron para el mes de mayo de
1955, invirtiéndose la cantidad de 325 254,06 bolívares.

Plaza Bolívar luego de las modificaciones de su pavimento, 1955. Fot… Plaza Bolívar desde el costado sur…

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21/5/2019 Plaza Bolívar de la ciudad de Mérida - IAM Venezuela

Desde entonces la plaza Bolívar no sufrirá


mayores transformaciones, hasta que durante Jardineras del lado suroeste de la plaza Bolívar
los primeros años de la década de los ochenta incorporadas en los años 80. Foto Archivo Histórico de la
Universidad de Los Andes
del siglo XX el pavimento de granito que
engalanaba las avenidas de este espacio fueron remplazados por uno de cemento martillado, de
menor calidad estética y estilo. De la misma forma, los costados noreste y suroeste fueron
transformados en avenidas peatonales, se le incorporaron 4 fuentes de agua y 20 jardineras, las
cuales posteriormente, en los años noventa, fueron reducidas a 12.

Las respectivas intervenciones fueron duramente criticadas. Al respecto, Christian Paéz


Rivadeneira, en su estudio sobre la plaza de ciudad de Mérida, ha precisado que “concebir los
espacios libres -ya sean éstos los de las calles o de las plazas- como lugares que para
embellecerse deban ser rellenados ofensivamente con toda clase de fuentes y jardineras absurdas,
es un tristeza”. Según el arquitecto, con tal concepción se rechazaba con “arrogante ignorancia” el
valor social de los espacios públicos.

A partir del año 2009, la desidia y el vandalismo vuelven a retomar los espacios de la plaza Bolívar;
esta vez, producto de la insensata e inexorable disputa entre las autoridades del ejecutivo regional
y el poder municipal, quienes hasta ahora no han logrado ponerse de acuerdo sobre sus
competencias, ocasionando que la plaza no muestre su mejor “cara” en los últimos tiempos. Un
artículo de Carlos Guillermo Cárdenas publicado en Frontera el 12 de septiembre de 2016, nos
ilustra la situación cuando señala que la plaza Bolívar le generaba sentimientos de “dolor y tristeza”
al observar que se había convertido en un “vulgar mercader”, expresado en los diversos
“tarantines” de vendedores de la economía informal ubicados en todo el perímetro de la plaza. “Con
frecuencia, -apuntaba el articulista- cornetas gigantescas generan un ruido estruendoso en la
esquina frente al palacio arzobispal, en un espectáculo realmente dantesco. Mérida y sus
pobladores no se merecen esa escena que desdice mucho de la otrora ciudad más bonita de
Venezuela”

Descripción

Morfológicamente, la plaza Bolívar ocupa un área cuadrangular de 380,24 metros cuadrados


aproximadamente, constituida por ocho caminerías internas que conducen al área central,
construidas en concreto y adornadas con granito de color negro y blanco. En su perímetro se
levantan 30 farolas de hierro forjado con dos lámparas cada una, distribuidas de cuatro en cuatro
en cada una de las ocho áreas en que se subdivide la plaza. Igualmente, en las esquinas y parte
central de los costados de la plaza se hallan postes con luminarias Leds dirigidas hacia el interior
del lugar y edificaciones adyacentes. En las cuatro avenidas internas que parten de los constados
de la plaza se encuentran 24 bancos de hierro forjado y madera, localizados en un área de forma
semicircular. Asimismo, la plaza se encuentra dotada de ocho cestas de basura y tres elementos
informativos.

Avenida central del costado noroeste …

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Avenida central del costado suroeste … Avenida de la esquina este vista desd… Avenida de la esquina norte vista des…

Avenida de la esquina sur de la plaz…

Costado sureste de la plaza Bolívar. … Costado suroeste de la plaza Bolívar. Foto Samuel Hurtado Camarg…

Otra vista del costado sureste de la plaza Bolívar.… Esquina sur de la plaza Bolívar. Foto Samuel Hur…

Costado noroeste de la plaza Bolívar. …

Avenida de la esquina oeste vista desde el área central de la plaza… Costado noreste de la plaza Bolívar. F…

El área central donde se levanta el monumento ecuestre al Libertador Simón Bolívar, es de forma
cuadrangular de 33,64 metros cuadrados. Alrededor se encuentran ocho farolas de hierro forjado
de una lámpara cada una, cuatro postes de hierro con lámparas Leds y 16 jardineras diseñadas a
base de concreto y granito, de las cuales, en las ubicadas en el costado noreste se erigen siete
astas de hierro.

Lateral derecho del monumento al Libertador en la plaza Bolívar de Mérida. Foto Samuel Hurtado C. mayo de 2017

El jardín se compone de un césped de grama verde, en cuyo espacio crecen plantas ornamentales
como cayena (Hibiscus rosa-sinensis) y pinos. Alrededor del área central se hallan cinco arecas
(Areca catechu L.), palmeras monoicas de 7 a 8 metros de altura. Existe una variada
representación de árboles entre los que destaca una amplio número de ceibos y el araguaney
(Tabebuia chrysantha Jacq.) bendecido por el Papa Juan Pablo II durante su visita a la ciudad el 28
de enero de 1985, localizado en el costado sureste al frente de la Catedral Metropolitana. En cada
una de las avenidas peatonales de los costados noreste y suroeste se encuentran 6 jardineras
delimitadas en sus extremos por una fuente de agua.

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21/5/2019 Plaza Bolívar de la ciudad de Mérida - IAM Venezuela

Jardín de la plaza Bolívar. Foto Samuel Hurtado…

Placa alusiva al araguaney bendecido por el pa… Araguaney bendecido por el papa Juan Pablo II. F…

Valores patrimoniales

La plaza Bolívar ha sido a lo largo de la historia un espacio dinámico, cambiante, escenario de


múltiples acontecimientos, reflejo de la vida misma y de la cotidianidad en la ciudad de Mérida,
constituyéndose en el lugar por excelencia para la sociabilidad y para el encuentro entre sus
pobladores o de quienes la visitan, pues aun con sus variaciones, sigue siendo el corazón de la
ciudad en cuyos alrededores permanecen las sedes de los poderes religioso, político, cultural y
educativo.

Vista aérea de la plaza Bolívar de Mérida en… Vista aérea de la plaza Bolívar en horas nocturnas. Fo…

Desde el punto de vista arquitectónico, la plaza Bolívar ha sido definida por Beatriz Febres-
Cordero, como un espacio de mucha calidad estética por la riqueza de texturas y superposición de
referencias estilísticas expresadas en las edificaciones monumentales que se localizan en su
perímetro, especialmente el palacio arzobispal (1933 – 1951), la Catedral Metropolitana (1945-
1959), el Palacio de Gobierno (1956-1958) y el Palacio de la Universidad de Los Andes (1955-
1956), obras que a excepción de la primera, fueron realizadas por el reconocido arquitecto Manuel
Mujica Millán (1897 – 1963), las cuales se convirtieron en el “signo y símbolo de la modernidad en
Mérida”. Edificaciones que, a su vez, fueron declaradas Monumentos Históricos Nacionales según
publicación hecha en la Gaceta Oficial número 32 039 del 4 de agosto de 1980.

La plaza rinde homenaje al Padre de la Patria, por ello, en su centro se levanta el monumento
ecuestre a Simón Bolívar (1783 – 1830), quien el 23 de mayo de 1813 fue aclamado por el pueblo
merideño como Libertador en aquel mismo lugar, acontecimiento con el cual Mérida se exalta como
la ciudad más bolivariana de Venezuela. De esta forma, y por sus diversos valores socioculturales
e históricos, la plaza Bolívar es Patrimonio Histórico Cultural del Municipio Libertador (2004), y bien
de interés cultural de la nación (2007) incluida en las categorías Lo construido y La creación
individual, del Catálogo del patrimonio cultural venezolano.

Situación actual

La plaza Bolívar posee buen estado de conservación, aunque el jardín requiere un mantenimiento
continuo que garantice la perdurabilidad de las plantas ornamentales. Se observa presencia de
abundante basura en las entradas de las esquinas norte y este. Algunos bancos exhiben oxidación

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en las superficies de hierro, producto de factores físicos-ambientales y necesitan sustitución de la
madera.

Presencia de basura en avenida de la esquina norte de … Algunos bancos exhiben óxido por los facto…

Ubicación

Plaza Bolívar, entre avenidas 3 Independencia y 4 Bolívar, y calles 22 Uzcátegui y 23 Vargas.


Sector Sagrario, parroquia Sagrario, municipio Libertador, estado Mérida, Venezuela.

Fuentes consultadas

Cárdenas D., Guillermo. La plaza Bolívar de Mérida, en fronteradigital.com.ve, 16 de septiembre de


2016. https://goo.gl/nyjdus. Consultado el 10 de junio de 2017.

Celis Parra, Bernardo. Mérida: ciudad de águilas. Edición del autor, Mérida, 1997, tomo I; 336 pp.

Febres-Cordero, Beatriz. La arquitectura moderna en Mérida (1950 – 1959). Universidad de Los


Andes, Mérida, 2003; 154 pp.

Goering, Christian Antón. Venezuela, el más bello país tropical, Traducción de María Luisa de Blay,
Universidad de Los Andes, Mérida, 1962, pp. 115-122. Edición original Leipzig, 1893.

Hurtado Camargo, Samuel Leonardo. La estatuaria pública conmemorativa de la ciudad de Mérida


(1842 – 2006): análisis histórico. Universidad de Los Andes, Escuela de Historia (Memoria de
Grado), junio 2007, 500 pp.

Catálogo del patrimonio cultural venezolano. Municipio Libertador, estado Mérida. Instituto del
Patrimonio Cultural. Región Los Andes: ME-12, 2007.

Memoria que el secretario general de gobierno del estado Mérida, presenta a la Asamblea
Legislativa en sus sesiones ordinarias de 1955. Imprenta del Estado, Mérida, 1955; 300 pp.

https://iamvenezuela.com/2017/06/plaza-bolivar-de-la-ciudad-de-merida/ 10/12
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Páez Rivadeneira, Christian. La plaza mayor de Mérida: historia de un tema urbano. El Libro Menor,
Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1992; pp. 223.

Picón Lares, Eduardo. Revelaciones de antaño. Universidad de Los Andes, Mérida, 2da. Edición
2008, tomo I; pp. 317-323. Primera edición, Caracas 1938.

Samudio A., Edda O., y Robinson, David J. A son de caja de guerra y voz de pregonero: los bandos
de buen gobierno de Mérida, Venezuela 1770-1810. Academia Nacional de la Historia, 228,
Caracas, 2009; pp. 410

Ramírez Méndez, Luis Alberto. De la piedad a la riqueza: Convento de Santa Clara de Mérida,
1651 – 1874. Archivo Arquidiocesano de Mérida, Mérida, 2005; pp. 538.

Resolución y decreto sobre la continuación de los trabajos de la plaza Bolívar de ciudad de Mérida.
Biblioteca Nacional de Venezuela-Biblioteca Febres Cordero. Sección manuscritos: Documentos
históricos. Mérida, 10 de abril de 1897.

Investigación: Samuel Leonardo Hurtado Camargo.

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Siglo XVI

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