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El discurso capitalista sobre la globalización la presenta como una idealizada

sociedad mundial de democracia y consumo, que permitirá la libre expansión


de la tecnología y del bienestar. Para el autor esto es un fetiche, es decir que el
uso del término en verdad sirve para ocultar su verdadero sentido, que no sería
otra cosa que su contrario: una nueva estrategia del capital, dentro de la lucha
de clases, para reforzar su dominación a escala mundial. Lejos de traer la paz y
la democracia, la globalización ha incrementado los conflictos bélicos, ha
reforzado las identidades nacionales, ha fragmentado las sociedades y ha
aumentado la pobreza en todos los países del mundo. Lo que hay en el fondo
es una contradicción real entre el triunfo mundial del capitalismo y el
agotamiento de sus bases sociales y naturales.
Para caracterizar la globalización, Hirsch analiza cuatro dimensiones: 1) en lo
técnico, la revolución en la informática y las comunicaciones que transforma el
planeta en una aldea global on line. 2) en lo político, el fin de la guerra fría y la
configuración de un mundo unipolar. 3) En lo Cultural, la universalización de los
derechos humanos y el consumo alentados por los monopolios
comunicacionales. 4) En lo económico, la definitiva mundialización del mercado
capitalista.
Pero ¿qué hay de nuevo en la globalización? Lo importante, lo que permanece
solapado, que es la dominación capitalista, no es algo nuevo, sino que tiene
una continuidad con los períodos de capitalismo liberal y de capitalismo
fordista. Lo nuevo es la decisiva estrategia del capital como solución a la crisis
del fordismo, es decir, la liberalización radical del tránsito de mercancías,
servicios, dinero y capital…” Digamos: lo permanente es la dominación
capitalista, y lo nuevo es el modo en que ésta se lleva a cabo.
Para llegar a esta conclusión, hace una sucinta pero interesante
caracterización de lo que él llama “capitalismo fordista” al que considera un
modo de dominación capitalista centrado en la producción taylorista masiva, el
consumo de las clases subalternas, la centralidad estatal en la economía, el
reconocimiento del rol de los sindicatos, el bienestar social y en definitiva la
integración y conciliación de clases.
Los contenidos profundos de la estrategia global del capital están entonces
centrados en: la revolución tecnológica, la reprivatización regresiva de le
economía, la liberalización de la circulación de capital, y la destrucción
sistemática de las instituciones sociales y políticas del fordismo. Como
resultado de este proceso, los estados nacionales, que durante el siglo XX
fueran el eje de la política económica y social, se ven ahora reducidos a “una
incapacidad total para llevar adelante una regulación social y una política de
bienestar en la forma tradicional…”
Al contrario de la noción de unidad que el término “globalización” trasunta, ésta
unificación no es más que económica, dado que conjuntamente con ella
subsisten marcadas tendencias a la fragmentación y el conflicto:
a) La pluralización del centro capitalista, que deja de ser exclusivamente
Estados Unidos, para formar una tríada en torno a Norteamérica, Japón y
Europa, que compiten entre si. Aunque aclarando que mantienen su unidad al
momento de actuar militarmente. Un ámbito en el que por su extraordinario
poder se reconoce a EEUU como “policía rentada” mundial.
b) Diferenciación de la periferia capitalista: El desarrollo capitalista no solo
sigue siendo desigual, sino que genera amplias franjas de pobreza en el seno
mismo de los países centrales, complejizando así la relación centro/ periferia.
c) Crecientes desigualdades internacionales: no solo aumenta la brecha entre
pobres y ricos, sino también la diferencia entre países pobres y países ricos.
Esto hace que las poblaciones de los países pobres pugnen por migrar hacia el
interior de los países ricos. Pero este movimiento es bloqueado y reprimido: la
globalización del capital requiere de la fijación territorial de la mano de obra,
único factor de la producción cuya circulación no se liberaliza.
d) Renacionalización de la política internacional: el poder de decisión mundial
lejos de quedar en manos de órganos mundiales, permanece en cabeza de los
países más poderosos, que solo permite actuar a los órganos internacionales
cuando coinciden con sus intereses.
e) Guerras: se han incrementado la cantidad de guerras entre países, las
guerras civiles, el nacionalismo, el racismo y el chauvinismo.

Vista de esta manera, la globalización no es el ideal de armonía y desarrollo de


que se hablara, sino más bien un proceso contradictorio y complejo de luchas
por la dominación. Los movimientos democráticos y sociales de oposición se
han visto potenciados en esta nueva etapa, notándose claramente esto en el
Zapatismo mexicano, una revuelta que hubiera sido aplastada militarmente en
la época anterior, pero que en las condiciones globales ha logrado subsistir y
desarrollarse.
Esta mirada compleja y problematizadora de qué es la globalización, nos
permite poner un signo de interrogación sobre las posibilidades de éxito de esta
estrategia de dominación.

El autor logra una notable síntesis crítica del proceso de globalización. Aunque
leído desde el presente corresponde acotar que las tendencias marcadas en el
artículo no solo se han mantenido y acentuado, sino que se ha desarrollado un
movimiento alternativo global que ha tenido un punto de inflexión a partir del
foro social mundial de Enero del 2001[2], que hoy día pone en cuestión la
legitimidad de la estrategia neoliberal y que ha motivado, en muchos países, el
relanzamiento de políticas neokeynesianas de contención de la protesta social.

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