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Resumen Historia de América siglo XIX

1) Las convenciones contra la cultura. Ensayos sobre la historiografía


hispanoamericana del siglo XIX. Germán Colmenares.

2) Modernidad e Independencias. Ensayos sobre las revoluciones


hispánicas. Francois Xavier Guerra.

3) Los espacios públicos en Iberoamérica. Francois Xavier Guerra y Annik


Lampérière

4) Las revoluciones Hispanoamericanas, 1808 - 1826. John Lynch.

5) La herencia colonial de América Latina. J. Santley y B. Stein.

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1) Las convenciones contra la cultura. Ensayos sobre la historiografía


hispanoamericana del siglo XIX. Germán Colmenares.

Se comienza citando a J.H. Plumb: “el pasado es siempre una ideología creada con un
propósito. Nada ha sido usado de manera tan corrupta como los conceptos del pasado. El
futuro de los historiadores es limpiar la historia de la humanidad de estas visiones
engañosas de un pasado con finalidad”.

Prólogo:

El quehacer de los historiadores es parte de la actualidad intelectual de su propio


momento. Por eso su visión del pasado deprimente u optimista, su elección de temas,
ejemplifican sus corrientes de un momento dado.

De esta manera al estudiar el siglo XIX no podemos evitar el vernos reflejado en ella. La
historia no es una simple deconstrucción, consiste más bien en el exámen de ideología y
de valores implícitos en un texto y en su confrontación con nuestras presunciones
ideológicas y valores. Por esto debe resistirse la tentación de derogar sumariamente los
resultados de la tarea historiográfica del siglo XIX.
La historiografía del XIX sigue influyendo, en los acontecimiento de ese entonces sigue
estando la individualidad de la nación. Casi nunca se las asocia a un autor, la fuerza de
esas imágenes historiográficas del siglo XIX reside en su carácter aparentemente anónimo,
como si se tratara de la elaboración espontánea de un inconsciente colectivo.

América Latina ha mantenido un monólogo cuyo tema invariable ha sido el pensamiento


europeo.

Introducción.

La historiografía del siglo XIX se dedicó en su mayor parte al estudio de la Independencia,


ello ha traído juicio que parecen tan definitivos como una lápida sepulcral. Para el
profesor Woodrow Borah, esto no constituye sino una serie de “historias patrias”, con
esto señala que hay una ausencia de una disciplina académica, sujeta a normas críticas de
recibo internacional que regulen la actividad de sus cultores, sugiere además que gran
parte del conocimiento impartido como enseñanza escolar proviene de elaboraciones del
siglo XIX.

Parece que hay una brecha insalvable entre nuestra propia manera de concebir la historia
y la tradición historiográfica del siglo XIX.

La insatisfacción con respecto a la historiografía tradicional latinoamericana ha invadido la


literatura de ficción. Las historias patrias, con su seriedad acartonada, fácilmente pueden
ser blanco de la ironía.

En una trama novelesca, una contracción violenta del tiempo histórico reduce a éste a su
esencia mítica y despoja la violencia pura de todo pretexto. La ficción filtra en la
conciencia una realidad oscura y despótica, tornando en caricatura los rasgos de un
cuadro a menudo brillante y optimista.

Aunque ninguna historiografía puede estar libre de la sospecha de que estuvo inspirada
por el deseo de pronunciarse en un torbellino de circunstancias locales y pasajeras, la
acusación de un marcado subjetivismo parece ajustarse de manera más protuberante a la
historiografía hispanoamericana. Algunos ven ella la expresión de los puntos de vista de
una élite restringida. Otros creen que los historiadores habrían abogado por ideologías
política, si es que n habían justificaciones más mezquinas de tipo familiar o personal.

Otros creen que los historiadores no veían otra cosa en la historia americana que una
prolongación de la historia europea. Habrían habido influencias de la Ilustración, del
utilitarismo, el positivismo o el empirismo, pero la historia europea debía restringir
originalidad al quehacer de los historiadores hispanoamericanos.
Los reparos de los académicos norteamericanos contra la historiografía hispanoamericana
es más bien una requisitoria contra los hábitos intelectuales y los sesgos morales de las
clases dirigentes de estos países.

Todas las objeciones ven la historiografía del XIX con patrones contemporáneos, pero
debe verse las condiciones intelectuales en las que se la produjo:
1) elección de la Independencia como tema central.
2) los conflictos culturales con los que debía tropezar toda elaboración historiográfica
de las premisas impuestas por un proceso de revolución política.
3) la disimulación de los conflictos por las convenciones historiográficas adoptadas.

Primero: Muchos historiadores se sentían herederos de una revolución que parecía


ponerlos en posesión de la historia, su preferencia por la revolución señala hasta qué
punto debían aprovechar esa ventaja, podían sentirse como dueños de los orígenes
mismos de la historia, la historia era familiar en las medias en que se conocieran sus
secretos, y por lo tanto se debía realizar con el ejercicio mismo del poder. Por esto la
historiografía era una nueva visión de mundo.

Muchos historiadores querían combatir los prejuicios de Europa, había en ellos un ánimo
publicitario. La brecha entre las expectativas grandilocuentes y el destino posterior de
cada uno de los países se presenta como una de las grandes debilidades de las “historias
patrias”.
Leopolodo Zea señala que en Latinoamerica no existe un pasado, en cuanto el pasado está
siempre presente, la historia ha transcurrido por caminos 4343equivocados y debe
retornarse una y otra vez al punto de partida. Para los historiadores del siglo XIX el punto
de retorno era la Independencia, su labor era un reificación contante del momento de la
epifanía.

Los historiadores se veían a sí mismo como guardianes o portadores de un mensaje.


Bartolomé Mitre escribía al chileno Diego Barros Arana sobre:

“la cooperación moral recíproca que nos debemos los historiadores de este continente
que estamos comprometidos en una obra común, que somos todos solidarios y cuya
unidad se ha de revelar en la posteridad”.

Benjamín Vicuña Mackenna reconocía que Barros Arana había prestado servicios
invaluables a la historia patria. El historiador tenía la función publica de restaurar
elementos que se hubieran perdido. No era solo una labor academica, sino la de ser
guardian de un campo de creencias.

En esta concepción acechaba un peligro que se verá más adelante, pero no se puede
considerar que las “historias patrias” sean producto de un práctica profesional descuidada
e irresponsable. Su concepción era la solución en un plano ideológico de conflictos
culturale profundos. Crearon una conciencia histórica que probablemente siga actuando;
en este sentido es lícito preguntarse si guerrilleros adolescentes sin más bagaje cultural
que las historias patrias están siguiendo esos pasos. La pose histórica también ha sido
deliberada en políticos e historiadores liberales. El presente hispanoamericano no es
heredera del pasado sin más, sino de las imagenes construidas en este pasado.

Segundo: Los historiadores del XIX recogieron una tradición intelectual que postulaba una
ruptura absoluta con el pasado colonial, se debía contrastar el opaco período colonial con
la luminosidad de la nueva realidad. Sin emabargo, los rastros de un pasado que se creía
abolido se iban multiplicando con solo desplazar la atención de las hazañas luminosas a lo
simplemente cotidiano. Era tal vez una mera apariencia de cambio (SERÁ LO QUE DIJO EL
PROFE DE POSTCOLONIALISMO)

Desde la Independencia, las élites hispanoamericanas se dejaron influir por las influencias
europeas. Las teorías europeas más avanzadas debían adaptarse al complejo social
existente. Para los criollos los valores del pasado habían perdido el prestigio, se atribuía a
la política colonial española el haber mantenido estas colonias la margen de la vida
civilizada europea. JUan García Carrasco escribía en el Repertorio Americano que mientras
en Europa se repudiaban creencias irracionales, y se avanzaba por la ciencia a partir de la
duda metódica, a los hispanoamericanos se los había tenido atados a una escolástica sin
contenidos. Había una tensión entre el fervor con que se adoptaban instituciones
republicanas y las condiciones objetivas del atraso. El progreso venía con las nuevas ideas,
pero estas sólo podían pertenecer a una minoría capaz de participar en la vida política.

El concepto revolución en un principio fue muy positivo en cuanto a su significación de


abolición del pasado, pero frente a conflictos repetidos e incontrolables la confianza se
fue esfumando y la palabra revolución perdió su prestigio. Era o un círculo que se cerraba
para volver a su punto de partida, o un movimiento pendular que jamás tendría reposo.
No se podía liquidar el pasado o fijarlo.

Las “historias patrias” no responden las preguntas, preocupaciones y tensiones internas


de la historiografía del siglo XIX. En la versión de que las investigaciones precedentes eran
una mera secuencia de acontecimientos sujeta a una camisa de fuerza cronológica. A tal
fijación contribuyó el establecimiento de un cuerpo sacerdotal, de guardianes de un orden
ritual del relato, que podían transformarse en censores.

Tercero: La forma misma de los relatos históricos escolares explicaron su mitologización.


Dotados de una trama y expresados en forma narrativa, el argumento tiende a asumir una
forma canónica inalterable, se presume que hay una explicación en la continuidad
cronológica de los eventos. Sin embargo las obras más importantes del XIX no se
propusieron siempre una narrativa lineal, algunas giraban en torno a un tema central y
rompían deliberadamente la continuidad cronológica, otras tenías un sentido alegórico,
osea buscaban ilustrar verdades generales o tesis políticas del tipo: ”todo nuevo estado
que aparezca, todo pueblo que se emancipe, ha de ser necesariamente republicano”
Pero en términos generales podemos decir que las historias patrias tomaban solamente
de este discurso el encadenamiento de sucesos, a los que se ha despojado de su
incongruencia y su dramatismo. Las historias patrias han suprimido la incertidumbre al
convertir el presente en una especie de culminación triunfal.

Los historiadores de ese entonces utilizaron las convenciones que dominaban en la


historiografía europea. Estas convenciones se originaban en una renovación de las formas
de representación frente a la Ilustración y al neoclacicismo y traducían como retorica un
contexto ideologico y cultural europeo. Por esto, esta recpción europea tiene dos
problemas:

1)Su análisis como formas particulares de figuración de la realidad.


2)El de un posible conflicto entre convenciones destinadas a representar una realidad
cultural extraña, de la cual hacían parte, y la realidad cultural específica de
Hispanoamérica.

Podía ser que las convenciones que representaban fuesen más fuertes que la realidad que
debían transmitir.

Algunos podían buscar hacer encajar los resultados de experiencias complejas en moldes
de inteligibilidad. Un autor, por ejemplo, podía representar la revolución americana como
el resultado de la acción consciente de grupos reconocibles en una logia masónica o en
clubes urbanos de tipo jacobino, y desdeñar como irracional la presencia de bandas
armadas de mestizos y mulatos en los campos. Los modelos de la Revolución Francesa
imponían patrones de interpretación a la luz de una trama y un inventario reconocible de
actores históricos.

En el caso americano, la codificación misma de los esquemas culturales propios se


elaboraba mediante esquemas valorativos que bloqueaban toda confrontación directa.

En Europa hubo en el XIX un desarrollo de la novela en paralelo con la historiografía. En


ambos había una reducción de la realidad, el mundo de la representación histórica debía
enriquecerse no sólo con la exploración sistemática de las emociones y modelos fictivos
de sus acciones y reacciones, sino también con la representación de situaciones posibles
en muchos desplazamientos temporales.

Roland Barthes señala: “el texto era en la una y en la otra, la construcción de un universo
autarquico, que frabicaban sus dimensiones y sus límites, y distribuía ahí su tiempo, su
espacio, su población, su colección de objetos y sus mitos”

En América la representación fictiva de limitó al costumbrismo. La observación


costumbrista busca moldearse a yb mundo tradicional, casi inmóvil, donde la novedad que
debía permitir el libre juego de las emociones era casi inexistente.
En Francia la experiencia de la revolución hizo que los historiadores aceptaran las
posibilidades infinitas de cambio (revisar). Pero acá produjo el efecto contrario. El pasado
reciente se convirtió en un libro sellado, en una masa inmóvil que debía esconder en sus
entrañas todos aquellos temores inconscientes que acechaban las expectativas más
optimistas. La liquidación del régimen colonial debía completarse ideológicamente para
liberar energías que habían permanecido encadenadas por la opresión y la rutina. La
supresión de la colonia creaba una sensación de juventud. La idea contraria, de
envejecimiento y preocupaciones se atribuía a las masas iletradas que se aferraban
servilmente a los hábitos de sumisión creadas por el principio dinástico. Con las
instituciones republicanas se establecía un principio de diferenciación. El republicanismo
se veía como el camino a una comunidad imaginada en la participación política que el
principio dinástico había negado a los americanos.

Las teorías y la Historiografía.

La mayoría de los historiadores se resiste a la formalización de una teoría sobre el trabajo


histórico. La noción de teoría evoca para algunos cuando no a una dudosa filosofía de la
historia, a una batería intolerante y excluyente. Lo que para algunos es un síntoma claro
del dudoso carácter científico de la historia, para otros es condición de innovaciones
permanentes.

Arte o Ciencia. La profesionalización de las disciplinas históricas ha contribuido a erosionar


los usos ilegítimos del pasado. Un pasado mítico podía servir para sancionar aquellos
poderes que querían perpetuarse, cobijados por el prestigio del linaje de todo tipo. desde
el parentesco con los dioses hasta los privilegios de los primeros pobladores. Servía
también para descifrar en él las señales manifiestas de un destino colectivo o nacional.

El trabajo histórico rechaza así la formalización de un lenguaje, para adoptar todos quellos
lenguajes que convengan a objetos de investigación permanentemente renovados. Pero si
rechaza la teoría, o la Gran Teoría, debido a su tendencia a imponer un tratamiento del
lenguaje que hace sospechoso todo contenido, en cambio comienza a tomar cuerpo una
reflexión sobre el lenguaje de las obras históricas.

La historia de la historiografía en Hispanoamérica ha adoptado el molde de los trabajos


clásicos, en especial el de Fueter, que establecen una morfología antes que una teoría de
los trabajos históricos. Usualmente las morfologías historiográficas se ajustan a una
periodización para la cual caben diferentes hábitos. Por ejemplo una crónica primitiva,
que pase a una historiografía heroica, hasta llegar a una historiografía científica. Otro tipo
es el de los períodos definidos para Europa, aquí hay influencias de la Ilustración,
Romanticismo, del Positivismo.

Desde 1960 las morfologías se han proliferado en América con el nombre de historiografía
liberal-conservadora, historiografía revisionista, burguesa, nueva historia, etc. O se han
tomado posiciones generacionales de grupos de historiadores frente al complejo
problema político y social. Sin embargo su contenido analítico ha sido bastante pobre, a
veces son reflexiones muy personales y transparentan el malestar de un confinamiento
académico que mantiene a distancia tentaciones de figuración política.

Hasta ahora la historiografía ha tenido un tratamiento paralelo, cuando no subsidiario, al


de la historia literaria. La historia es un fragmento de períodos culturales que sirven para
colocar en casilleros o moldes preestablecidos a las figuras literarias. De igual manera que
la literaria, la obra histórica se como como ejemplo de una sensibilidad o visión de mundo.
Aun cuando cada obra y autor pueden contemplarse en su individualidad, existe un fondo
común de influencias que los adscriben a un período definido, como a un mismo suelo
nutricio.

Este tratamiento ha sido común en las humanidades, la historia del arte y la historia
literaria más o menos recientemente se ha concebido sin referencias a un contexto social,
político y económico que les imponga el marco de una periodización ajena al hecho
estilístico, se apoya en reflexiones teóricas sobre el lenguaje de las figuraciones artísticas.

Hoy es concebible, para algunos deseable y hasta necesario, una Historia temáticamente
unificada de Hispanoamérica. En el XIX eso era remota, sino en modo alguno deseable.
Cada fragmento del imperio español que enfrentaba un destino como nación rechazaba la
idea de que tuviera algo que ver con los demás. SUrgía así una Historia única, con acentos
providenciales y a veces con ribetes trágicos. Pero si prescindimos del dramatismo ¿no son
estas historias una experiencia común latinoamericana? ¿no hablan un mismo lenguaje? Si
la diversidad de “historias” se toma como un texto único para mostrar las convenciones
con las cuales se construyen, se revela que este procedimiento no constituye un artificio
de tipo estructuralista, sino una posibilidad de reflexionar teóricamente sobre el
fenómeno de las “historias patrias”. La estructura verbal del discurso histórico no puede
divorciarse de su función figurativa o de representación de la realidad. La preocupación
por el contenido desdeña la forma, y por eso no se percibe la familiaridad ilusoria del siglo
XIX con los relatos íntimos de los personajes, o sus diarios de vida. La revisión de los
sistemas de representación condujeron hasta la invención de la fotografía. El realismo
histórico obedece a formas de representación. Las convenciones históricas con la que se
construye la representación histórica no están constituidas por el mensaje explícitamente
ideológico del relato. La calidad depende de la riqueza de las convenciones, del
refinamiento del lenguaje.

La historiografía del siglo XIX es tributaria de una historiografía clásica.

Se debe buscar una intelección, y no una pintura o una reproducción de la realidad, el


acceso a lo inteligible según Barthes no son las cronologías, sino las estructuras. Aunque
colocar la historia trae otro problema: el de la calidad ilusoria de la representación
temporal.
En este texto se seleccionarán autores de ensayos en los que el esfuerzo debe recaer en
hacer evidentes las raíces de una tradición historiográfica común.

Los historiadores americanos se referían casi siempre a los europeos, pero entre ellos
también había mucha relación y nexos. El general Bartolomé Mitre mantenía
correspondencia con Benjamín Vicuña Mackenna, y con Diego Barros Arana, quien le
enviaba la obra del colombiano José Manuel Restrepo. Restrepo a su vez seguía la obra del
historiador venezolano Rafael María Baralt al ampliar su historia de la revolución
colombiana. Gabriel René Moreno en su obra de Bolivia sigue ciertos pasos del chileno
Miguel Luis Amunátegui.

La élite intelectual de hispanoamérica sentía como algo común el epos patriótico de la


Independencia, sin embargo, una frontera intangible se iba sumando a las fronteras
geográficas de comunidades imaginadas.

Los historiadores del XIX tenían la convicción de que una biografía o trabajo monográfico
constituían apenas las piedras de un edificio futuro. Confiaban en que una narrativa
detallada, completa, desplegaría la significación global de la Historia. La magnitud de la
obra de los autores que se mencionan y su carácter acabado les otorgaron a estos el
reconocimiento por parte de sus contemporáneos. A pesar de los que claman conta el
sacrilegio, esta tarea puede y debe ser rehecha, obras como la de Miguel Luis Amunategui
es ejemplos de obras en el que todavía podemos sumergirnos.

Sin duda y este es el tema central de este ensayo, puede reprochárseles el haber
divorciado muy a menudo su interpretación de los hechos de la red de significaciones
originales de su propia cultura. Por tal razón sus análisis políticos tenían casi siempre una
análisis puramente formal. En vez de incorporar la cultura a la política, la historiografía del
siglo XIX se contentaba con operar la unificación o la compresión del campo histórico en el
momento elegido como origen. La gesta, el momento único de la virtud histórica, sustituía
el resto del pasado.

Capítulo II: la temporalidad del siglo XIX.


La figuración del tiempo en la obra es convencional, y se acorta o expande según
necesidades dramáticas o de intensidades de la acción. Paul Ricoeur señala que la
percepción íntima del tiempo es inconmensurable con un tiempo objetivo. El tiempo de la
narración se inserta dentro de estas dos realidades temporales.

Un tiempo histórico utiliza tres herramientas:


1) Calenadario.
2) Perspectiva de las generaciones.
3) Trazas del pasado.

El calendario:
Como redactor del “Periódico Americano”, que publicaba en Londres con Andrés Bello en
1826, don Juan García del Río publicaba las efemérides americanas, combates,
promulgación de leyes, muerte de un prócer, etc. Se buscaban celebrar los orígenes
republicanos, que además de hacer olvidar la colonia, debían reificar como presente los
acontecimientos de la Independencia.

La Independencia es un momento axial que debía afectar las vidas de las generaciones por
venir, ubicandolas como sucesiones de un nuevo comienzo; este momento axial nos
llevaría a un espectador futuro. La gesta el momento único de la virtud heroica sustituía el
resto del pasado. Baralt en su “Resumen de la Historia de Venezuela” era consciente de
que lo separaban solo 30 años de la colonia, por eso señalaba que toda la vida social y
política tenía una novedad trascendental, el pueblo soberano e independiente surgía a
partir de cero. Uno de los esfuerzos más notables de la historiografía del XIX por llenar el
vacío colonial lo constituye la “HIstoria Jeneral de Chile” (1884-1902) de don Diego Barros
Arana. Aunque Barros Arana había seguido en la idea de su amigo Amunátegui de que la
Colonia era un episodio pálido y sombrío donde el hombre había sido avasallado por el
despotismo de sus reyes, acarició toda su vida la idea de escribir una historia”seguida y
ordenada” de los acontecimientos. Esto respondía a los cánones de la historiografía del
XIX, para Barros Arana habría una historia verdadera mientras se viera respaldada por la
prolijidad de los detalles. En este libro le dedica pocas páginas y significancia a la Colonia,
el tiempo axial de la revolución se nos manifiesta de un modo evidente. (revisar página
35).

La Historia General de la República del Ecuador del arzobispo Fernando González Suárez
sigue influencias de Barros Arana, en ambos se pretenden colmar todos los resquicios
temporales de un largo período, sin embargo González no usa el tiempo axial, el arzobispo
defendía un universalismo cristiano, en el que cada época está próxima a Dios y por eso
posee un valor en sí misma. La existencia de la COlonia no quedaba subordinada al
nacimiento de la Independencia, entre el periodo colonial y el republicano había una
continuidad.

Las generaciones

Una obra clásica de esta historiografía es “Resumen de la historia de Venezuela” de Rafael


María Baralt, él con su ayudante Díaz se fueron a París a terminar la obra, en lo que
significaba un gran esfuerzo. Tuvo algunas críticas por parte del general Codazzi (no viene
al caso explicar). Estas críticas nos señalan que la historiografía del XIX tenía un sentido de
declaración y no meramente asertivo, es decir, que su enunciado estaba hecho para
afectar la realidad y no simplemente para describirla. El punto central de la polémica era
sin duda, la reacción de los personajes involucrados en la Historia de Baralt, muchos de los
cuales se cobraban una reparación directa al no aprobar en el Congreso los gastos de los
historiadores. Tuvo muchos problemas por querer juzgar a una generación que no era la
suya y que ejercía una influencia preponderante en la nueva República.
José Manuel Restrepo publicó su “Historia de la Revolución de la NUeva Granada”
también en París, en 1827. Restrepo fue un testigo excepcional de los hechos que narraba,
los llevaba anotados en su diario de apuntes, además había sido Ministro del Interior, el
historiador había visto desenvolverse la trama ante sus ojos. La elección misma de la
materia misma significaba una valoración de la trascendencia de acontecimientos y
personajes contemporáneos, pero haber vivido estos acontecimientos no tiene porque
significarle un sentido especial de finalidad; historia vivida - historia construida; son dos
cosas muy diferentes. El mismo prefería identificar sus relatos con el uso de los
documentos, sin embargo él era testigo, la conciencia del historiador iba moldeando los
hechos dispersos de acuerdo con expectativas, los principios políticos de un hombre
público de la época. Por su clase social y ser un alto dignatario tenía lo que en esa època
se denominaba una sólida conciencia moral, por eso que mostrara una ansiedad sobre
juicios eventuales acerca de su eventualidad. Pero lo interesante de este libro no es su
imparcialidad, sino que una masa importante de hechos haya calzado con tanta justeza en
un molde interpretativo capaz de conferirles unidad, es sorprendente que luego de 150
años este molde no se haya modificado en la consciencia de sus compatriotas. Sin
embargo entre el historiador y los padres de la Historia había una complicidad, y se nos
entrega con mucha fidelidad la visión que los actores tenían de sus propios actos,
valiéndose de la obra de Restrepo, los padres de la Patria parecen haber construido su
propio mito.

La diferencia generacional con respecto a este momento axial de la Independencia podía


conferir un tono particular al tono de cada historiador. Para los historiadores nacidos
entre 1805 y 1815, o entre 1825 y 1835 se perciben gradaciones de la memoria. En José
Manuel Restrepo (1781-1863) había una memoria activa. En Rafael María Baralt (1810-
1860), en Juan Vicente González (1808-1866) y una generación más tarde como el de
Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886) el recuerdo estaba filtrado por referencias a la
familia. Por ejemplo Benjamín Vicuña Mackenna se empecinó a cambiar la fecha de la
Independencia chilena, 1811 y no 1810 le parecía ser el verdadero año inicial, el comienzo
legítimo de nuestra edad. El primero de abril de 1811 el coronel Tomás de Figueroa
intentó cambiar el curso revolucionario, pero fracasó, a Vicula Mackenna le parecía
conveniente esta fecha porque había comprometido sin retorno una revolución timorata.
La fecha no solo evocaba a la revolución francesa como el “arcano impenetrable” que
toda redención humana comienza y acaba en la sangre, sino que evocaba a la familia del
historiador, el coronel Figueroa al dirigirse a la revolución había saludado galantemente a
la abuela de Vicuña.

Don Diego Barros Arana (1830-1907) comenzó su publicación de “Historia Jeneral de


Chile” de 16 volúmenes en 1881. El propósito de escribir un relato regular y ordenado lo
había acompañado desde que publicó sus primeros trabajos. Escribía en 1865 al general
Mitre:
“he acopiado un verdadero caudal de noticias y documentos para escribir la Historia de
CHile, pero me temo que nunca podré emprender este trabajo” La vida casi entera del
historiador se confundía con este desarrollo y la obra monumental aparecía como su
culminación.

Miguel Luis Amunátegui y Vicuña Mackenna apenas pudieron conocer los inicios de la
“HIstoria Jeneral”. Amunategui seguía manteniendo reservas frente a los descuidos y la
animación colorista de Vicuña. Señalaba que no se puede producir tanta cantidad sin
perder calidad como lo hace Vicuña Mackenna. (revisar si era BA o Amu)

Barros Arana con su obra hacía un eslabón vivo con respecto a la generación de la
Independencia. A diferencia de Amunátegui que señalaba que la Colonia fue un régimen
pálido, mezquino y sombrío. Las revaloración de la Colonia se operaba al hacer énfasis en
las labores pacíficas de los conquistadores. El “drama” de la conquista de Chile era menor
que el del Perú. La influencia del del modelo romántico de Prescott es evidente. El drama
histórico debía estar revestido de la “magnificencia y grandeza” de los reinos, escenario
adecuado para que un choque de caracteres (Cortés y Moctezuma, Atahualpa y Pizarro)
pudiera atribuirse una significación. Barros observaba que la ausencia de choque
dramático había preservado en Chile una forma de individualismo, pero hablaba sin
mucha convicción, era solo un individualismo metáforico.

Barros Arana aún en 1879 encontraba válida la idea de Amunategui de que la Colonia
había anulado toda iniciativa individual, y que había sido sombría y triste. Para Barros
Arana no había duda en torno a la “epifanía” de la Independencia, retener ese instante y
hacerlo contemporaneo era el cometido del historiador del arte y su tarea más imperiosa.

Las Fuentes

El período de la Independencia estuvo marcado por periódicos, diarios de operaciones


militares, correspondencias y papeles privados. Se tendía a ligar la empresa del XIX al
recuerdo, a la memoria viva, antes que al monumento o al documento como tales. El
acceso a los archivos suponía el trato con personajes que habían conservado papeles
privados o podían dar algún testimonio de algún episodio oscuro. Se señala el caso del
historiador peruano Mariano Felipe Paz Soldán, que tenía la confianza de algunos proceres
y sus familias, recibió cajones de cartas y escuchó confidencias de la boca de algunos
personajes importantes. A veces la narrativa se ceñía tan estrictamente a los personajes
que la fuente hablaba por ellos. En el testigo de acontecimientos extraordinarios debía
encontrarse el clima de las emociones que los habían rodeado. Los precursores de la
Independencia de Chile es un libro donde Amunátegui no se presentaba bajo la forma de
un discurso filosófico, sino que quería ser una demostración documentada. El mismo
señalaba “mi propósito al escribir esta Historia es que los personajes sean retratados no
por mí, sino por los documentos contemporáneos”. La lectura de ellos, sin embargo,
revela hoy hasta qué punto Amunátegui había escogido deliberadamente las piezas que
servían para ilustrar sus puntos de vista.
Durante la década del 50, el exilio político sirvió para Barros Arana y a Vicuña Mackenna
para recoger crónicas y archivos en Francia, Argentina o España.

En 1873, en un artículo de enseñanza, Barros Arana le atribuía a los documentos casi una
vida autónoma. Señalaba que aislados no tenían mucho valor, pero que reunidos y
comparados, unos a otros se completan.

Los historiadores del XIX tenían dos creencias básicas con respecto a los documentos:

1) Que solo los documentos garantizaban una continuidad narrativa, la continuidad


narrativa era la reproducción de la continuidad temporal o la sucesión de los hechos en la
realidad. De allí la preocupación por la bibliografía y el archivo personal. El seguimiento sin
vacíos de la vida de un personaje excepcional conduciría a los aconteciminetos notables
en los que se había visto envuelto.

2) Los documentos debían hablar por sí mismos, por medio de ellos se expresaba una
emoción auténtica, ellos eran el único medio que transmitían las pulsaciones de una vida
pretérita. La materialidad de los documentos, el polvo que los cubría, el hecho de que se
deshicieran en las manos era parte de la presencia del pasado. La reflexión del valor de las
fuentes tenía así una valoración romántica. ¿de donde procedía la emoción y el color que
el historiador debía impartirles? Del documento mismo, sin duda. En esto estaban de
acuerdo Vicente Fidel López, el argentino que desvalorizaba el documento como fuente
de información, y el chileno Barros Arana, para quien la información era lo esencial.

Para López el historiador no puede perder su tiempo en copiar o en transcribir


documentos, como si se tratase de un pleito, lo que necesita de ellos es su colorido y el
movimiento de los sucesos a narrar.

Para López el verdadero conocimiento histórico procedía de la familiaridad con el partido


y los intereses. Los hechos debían subordinarse a la coherencia de una lucha política
global, no sustanciarse aisladamente. Cada hecho tenía un elemento específicamente
humano, la emoción que el historiador debía extraer de las fuentes, aunque desdeñara el
resto. Para Barros Arana estas circunstancias debían consignarse para dar cuenta de la
integridad de los hechos. Hasta las emociones debían estar documentadas.

El resultado de los debates de 1881 y 1882 entre el general Mitre y Vicente Fidel López
suele presentarse como triunfo del espíritu científico del primero en el uso riguroso de la
documentación. Mitre aparece como el historiador que no adelantará jamás una
afirmación sin el respaldo de una documentación exhaustiva. En una carta de 1875 a
Barros Arana, prevenía contra Vicente Fidel López como historiador que escribe la historia
sin documento.

La insistencia de respaldar cada afirmación con un documento lo hacían caer en una


posición extrema, no era preciso conocer unos cuantos documentos, era preciso
conocerlos todos. La laboriosidad de los historiadores iría aclarando cada vez más
documentos hasta aclarar las dudas que un episodio misterioso hubiese producido. Esta
postura derivaba de una posición ante la Historia que Mitre compartía con Barros Arana,
ambos pensaban que los lineamientos de la Historia quedaban establecidos al consignar
el cuerpo general de una sucesión narrativa.

La riqueza documental aportada de un historiador garantizaba la perdurabilidad de su


obra, lo que aportaba era la realidad, siendo menor el riesgo de las modificaciones de
detalle. Por ejemplo, Barros Arana aceptaba que su obra podría quedar superada, pero
solo con el conocimiento de nuevos documentos. Los documentos configuraban un
protoplasma, eran un esbozo en el cual los historiadores se limitaban a precisar el dibujo y
añadir el colorido.

La caracterización de la historia en Mitre se expresa en metáforas que se contradicen, las


metáforas se nutrían en vulgarizaciones de la ciencia del siglo XIX, y giraban siempre en
torno al problema de la organización documental. Aún en los detalles más accesorios el
uso de los documentos estaba concebido en pos de alguna idea general. Nos cuenta por
ejemplo, que el sueño infantil de San Martín “era con frecuencia turbado por la alarma de
los indios salvajes que asolaban las cercanías”. Efectivamente en 1777 había ocurrido una
revuelta indígena, solo que San Martín había nacido un año más tarde. Ya adulto san
MArtín, señala Mitre que él “estudió fríamente”, “pudo cerciorarse”. Señala que no se
supone lo que San Martín pensó, sino lo que realmente pensó y dijo, según lo que
históricamente se deduce de su puño y letra, en este caso se trataba de saber que pensó
cuando desembarcó en Buenos Aires en 1812. Más allá de la accidentalidad de la
ocurrencia del testimonio, debe subrayarse la coincidencia forzosa entre el dato biográfico
del héroe y la totalidad del acontecer que lo rodea.

El reproche de Vicente Fidel López de que Mitre carece de “espíritu filosófico” en sus
interpretaciones, en el sentido de una ausencia de ideas generales, adquiere un aspecto
incongruente al examinar las obras de Mitre. Otro tanto ocurre con el reproche de este
último de no atenerse sino a los documentos. En la lectura de “Historia de Belgrano” y de
“Historia de San Martín” convence rápidamente de que la infinidad de documentos
gustaba exhibir era más bien un pretexto para su imaginación; Mitre iba inscribiendo
acontecimientos y personajes de una trama en la que únicamente él podía tener el
secreto, de leyes que por alguna razón sólo él conocía.

Mitre no construía una historia independiente de sus propios deseos o de sus personales
proyectos políticos. La convención narrativa de que el autor disimule su presencia y haga
hablar a los documentos por sí mismos desaparece totalmente, pues en ningún momento
las figuras históricas poseen un discurso propio, sino aquel que les acomoda el esquema
de Mitre.

Conclusiones.
Los historiadores del XIX buscaron construir una imagen del pasado reciente para fijar con
ella los rasgos de una identidad colectiva. Según W. Burrow uno de los medios por los
cuales una sociedad se revela a sí misma es mediante sus actitudes hacia el pasado y su
uso.

Las imágenes no estaban destinadas a definir una realidad sino a prefigurarla, muchas de
estas imágenes procedían de un fondo común europeo, o sea eran prestadas. Esto explica
que nos hayamos aferrado a la epifanía de la Independencia. El problema central de la
historiografía del siglo XIX era un problema de cómo figurar la realidad americana. Las
dificultades de la figuración americana nacían de la ausencia de modelos adecuados de
discurso y de la pobreza de otras formas de representación. El recurso del costumbrismo
fue un pobre sustituto.

¿Es posible recobrar el sentido de una tradición historiográfica en la interpretación de


estos lenguajes? “Historias patrias”

2) Modernidad e Independencias. Ensayos sobre las revoluciones


hispánicas. Francois Xavier Guerra.

Introducción: Un proceso revolucionario único

· El autor comienza con que en 1808 se abre una época de profundas


transformaciones, sobre todo en el mundo hispánico. En España comienza la
revolución liberal y en América el proceso que va a llevar a la independencia. Estos son
fenómenos que plantean varios problemas explicativos (parte hablando de España):

· En primer lugar, la relación recíproca. Para los ojos de los historiadores del siglo
XIX, el marco de referencia era el Estado-Nación. Para los americanos a través de las
revoluciones de independencia se trataba de legitimar la emancipación de las nuevas
“naciones” hispanoamericanas y la formación de regímenes políticos modernos. Para
los segundos, la revolución liberal era el tema central y suficiente para una España
desgarrada por un paso traumatizante a la Modernidad. Todos olvidaron muy pronto
la estructura que precedía su existencia como Estados Separados, esa estructura del
antiguo régimen que era la monarquía española, con dos pilares, el español y el
americano.

· Existían referencias en los estudios sobre América a los acontecimientos


peninsulares y en los españoles a los problemas americanos, en ambos casos se
trataba de una referencia contextual. Era ciertamente importante saber cuál era la
política española con respecto a América, pues esto determinaba en parte la lucha
emancipadora, también los era recordar la existencia de la insurgencia americana para
situar los problemas militares y financieros.

· Sin embargo, esta óptica parece insuficiente. Puesto que los dos fenómenos, la
revolución liberal española y las independencias hispanoamericanas aparecen
continuamente imbricadas en todas las fuentes. Se trata de hecho de un proceso
único que comienza con la irrupción de la Modernidad, que desemboca en la
formación de muchos estados soberanos. En estas páginas se intenta mostrarlo como
un hecho único que comienza con la irrupción de la modernidad en una monarquía del
antiguo régimen y desemboca en la desintegración de ese conjunto política en
múltiples estados soberanos. Hace una analogía con la URSS.

· El segundo problemas atañe a la naturaleza de ese proceso, o sea, de un proceso


revolucionario. Para los americanos se trata de la época revolucionaria por excelencia.
Para los españoles, su carácter revolucionario nos ofrece la menor duda. Sn embargo,
el consenso terminológico sobre este fenómeno esconde diferencias considerables
que dependen de lo que se entiende o se ha entendido por revolución. Puesto que, el
carácter revolucionario de nuestro periodo tiende a difuminarse y llega incluso a ser
problemático la verse como una radical transformación de las estructuras sociales y
económicas o como el acceso al poder de una nueva clase social.

· En América se ha tendido a infravalorar el carácter revolucionario de la


independencia, ha pasado a ser considerado por muchos autores como un fenómeno
puramente político, y por tanto de referencia secundaria con respecto a las
permanencias estructurales. Lo puramente político refiere aquí tanto a la ruptura del
vínculo con la metrópoli, como la sustitución en el poder político de los peninsulares
criollos. En España, el carácter revolucionario sigue siendo normalmente aceptado,
pero el adjetivo liberal viene a disminuir en cierta medida la fuerza de la palabra
revolución, indicando el tránsito del antiguo régimen a la sociedad burguesa. En
ambos casos se habla como mucho de una revolución burguesa, realizada por la
burguesía revolucionaria o en América por una burguesía criolla.

· Reducir estas revoluciones a una serie de cambios institucionales, sociales o


económicos deja el rasgo más evidente de aquella época que es la conciencia que
tienen los actores de abordar una nueva era, de estar fundando un hombre nuevo,
una nueva sociedad y una nueva política. Es importante mencionar que en este
aspecto casi todas las revoluciones tienen precedentes en la época de la Ilustración. Lo
radicalmente nuevo de este proceso radica es la creación de una escena pública para
irrumpir en plena luz, es entonces que triunfa una nueva legitimidad, la de la nación o
el pueblo soberano.
· La victoria de todas estas mutaciones que se engloban bajo el término
modernidad, son las que crean esa ruptura profunda de la que nos han dejado
constancia los propios actores. Esta ruptura es patente e irreversible.

· El grupo social que lleva a cabo este proceso es un conjunto de hombres cuyo
rasgo no es su identidad socio económica, sino su común es su pertenencia al mismo
mundo cultural, una burguesía introuvable. Sin embargo, se debe constatar que la
marcha hacia un sistema social centrado en el individuo y hacia la democracia
representativa no está ligada a una hipotética burguesía, sino a mutaciones culturales
y políticas de los grupos dirigentes, y de la sociedad.

· Es por ello que el autor ha adoptado una óptica voluntariamente política y


cultural. política en el sentido de las relaciones de alianza y de oposición, de autoridad
y de subordinación entre actores sociales. Respecto a esta relación entre actores
sociales es importante mencionar sobre todo por códigos culturales de un grupo o de
un conjunto de grupos sociales, en un momento dado.

· Toda unidad social, toda relación social fundamental posee un contenido cultural
fundamental. Toda organización social lleva consigo un modelo de sociedad ideal que
puede situarse tanto en el pasado como en el futuro.

· En nuestra época ocupa un lugar privilegiado el campo de los modelos o proyectos


de sociedad íntimamente unidos a los principios de legitimidad y a los valores. Pues es
precisamente entonces cuando se produjeron cuando se produjeron esas radicales
mutaciones que hacen de él la época revolucionaria por excelencia en el mundo
hispánico.

· El tercer problema se refiere a la relación entre la revolución hispánica y la


revolución francesa que solo separan 20 años. Es inevitable referirse al parentesco o
filiación entre estas dos revoluciones. Puesto que, la revolución francesa no solo
trastoco el equilibrio político europeo, sino que fue un fenómeno social, político y
cultural que dominó el debate político de aquella época. En el debate, el fondo de la
polémica ha sido oponer los francés, identificado con lo moderno, a lo español,
identificado con lo tradicional. Está vinculación con la Revolución FRancesa es
evidentemente cultural política, el autor dedica extensas líneas a señalarlas, cabe
señalar que Lynch no deja del todo fuera esto.

· En España el tema llega a ser importante en la época revolucionaria. El modelo


francés proporcionaba a sus adversarios un argumento muy eficaz dado el carácter
nacional de la guerra. De ahí la invocación ritual de los precedentes españoles y el
acento puesto en la especificidad. En América el debate fue más tardío y de signo
contrario al español. Puesto que en España habían sido los antiliberales los que
acusaron a sus adversarios de afrancesamiento, en América fueron los liberales de la
segunda mitad del siglo XIX quienes reivindicaron su filiación con Francia
revolucionaria, se construye entonces una interpretación de la independencia
hispanoamericana. La independencia hispano americana es hija de la revolución
francesa y consecuencia de la difusión en América de sus principios.

· Es conceptualmente imposible el identificar una posición ideológica a un supuesto


nacional: ni todo los francés es moderno, ni todo lo español tradicional, ni
inversamente. La tarea del historiador respecto a esto sería intentar, para una época
determinada, el captar y medir la inevitable heterogeneidad cultural.

· Es posible intentar una comparación entre los procesos revolucionarios como una
exigencia de mayor inteligibilidad que permitirá ponderar las diferentes variables
explicativas. Esta óptica comparativa puede entonces intentar explicar un conjunto de
fenómenos análogos, el porqué de un caso particular

· Por último es importante mencionar que estos ensayos son una primera
aproximación a otra experiencia de las independencias americanas. Es relevante no
dejar de lado la perspectiva global, pues ni lo económico social, ni lo local son
completamente satisfactorias; lo que explica de manera satisfactoria la característica
esencial de las independencias: su simultaneidad y la semejanza de los procesos, la
pluralidad y la diversidad no pueden explicar la unicidad de un fenómeno, ni las
estructuras explicar las bruscas rupturas

· Lo que todas las regiones de América tienen entonces en común es su pertenencia


a un mismo conjunto político y cultural. Por tanto es en el campo de lo político y de lo
cultural donde habrá que buscar las causalidades primeras. De ahí la importancia
fundamental de la cronología.

La época que se va a estudiar de este libro empieza desde las abdicaciones reales de
Bayona que abren la crisis de la monarquía hispánica. El libro se centra en el periodo clave
de 1808-1810. No vuelve más atrás. Estos acontecimiento fueron importantes cuanto que
provocaron en 1810 una ruptura que era potencialmente irreversible.

Revolución francesa y Revoluciones hispánicas: Una Relación Compleja

● Las relaciones entre la Revolución Francesa e Hispanoamérica son uno de los


lugares comunes de la historiografía. Sin embargo, es importante entender
respecto a esta relación que las “ideas francesas” están muy lejos de ser las únicas
ideas de la independencia, y son muchos los historiadores que han puesto de
manifiesto el papel que desempeñó el pensamiento político clásico español en
estos acontecimientos. por otro lado, una explicación solamente ideológica de la
independencia no basta.

● Se deben separar dos fenómenos que se producen al mismo tiempo y están muy
imbricados, pero que no pueden confundirse como lo muestra el caso de Brasil: la
independencia de la metrópolis y la revolución.

● la independencia es: una crisis política que afecta a una unidad política hasta
entonces de extraordinaria coherencia. ¿Yo me pregunto y lo económico, y lo
social?

● por otra parte, para explicar la revolución hay que utilizar tanto una historia
cultural, que capte la especificidad de la ilustracion iberica, como una historia
política y social que analice, en el “tiempo largo”, las relaciones entre el estado y la
sociedad en el mundo ibérico. este último examen es importante en cuanto la
ilustración - modernidad- no implica necesariamente la revolución

● Para su análisis es preciso adoptar una perspectiva global que no separe la


Península Ibérica de Hispanoamérica, ya que lo característico de ambos procesos
es su simultaneidad y su semejanza. También es necesario partir de lo que las
diferentes regiones tienen en común, es decir, la pertenencia a un único conjunto
cultural y político.

● Hay una relación directa entre Independencia y Revolución.

● Por parte de los españoles es necesario un estudio imparcial acerca de la relación


entre la revolución francesa y la revolución liberal española. los
hispanoamericanos, por su lado, han de asumir su pertenencia pasada al conjunto
político y cultural de que se desgajan, sin acentuar filiaciones con Francia.
Reflexionar sobre la Revolución Francesa equivale a reflexionar sobre los orígenes
de la modernidad de toda un área cultural

Las Mutaciones del siglo XVIII

● Para comprender la causa por la cual los países europeos han seguido vías tan
diferentes en su marcha hacia la modernidad, es necesario examinar
esquemáticamente las relaciones entre el régimen político, la sociedad y la cultura
en el siglo XVIII.
● la victoria del absolutismo y sus consecuencias es, sin duda, el fenómeno clave del
siglo XVII francés e ibérico. Esta victoria es una de las salidas posibles de una vieja
pugna que viene de la europa medieval: la del Estado moderno en formación con
las instituciones representativas de la sociedad.

● la presión del Estado sobre la sociedad y sobre sus instituciones representativas se


acrecienta en los siglos XVI y XVII en todas partes. Como consecuencia, a
mediados del XVII se producen graves crisis políticas en todas las grandes
monarquías. Al concluir estas crisis, las relaciones entre el poder real y las
instituciones representativas del reno son de tres tipos: victoria del poder del rey
en Francia, victoria definitiva del Parlamento después de la segunda revolución en
Inglaterra; empate provisional, statu quo, en la monarquía hispánica de las
Austrias.

● Al principio del siglo XVIII, con la instalación de los Borbones en el trono. Las cortes
de los reino de Aragón son suprimidas. se establecen nuevas cortes unitarias de la
monarquía hispánica que no tienen ni representatividad ni funciones que les
permitan ser un freno al crecimiento del poder real.

● la monarquía hispánica tiende a asemejarse cada vez más al modelo político


francés. De ahora en adelante, las dos áreas políticas del siglo XVIII están
claramente determinadas: la primera, la inglesa en que las instituciones
representativas del reino han triunfado sobre el poder el rey; la segunda,
constituida por Francia, España y Portugal, en la que tiende a imponerse el
absolutismo real.

● El absolutismo condiciona en gran parte la ruptura revolucionaria del siglo. el


crecimiento del Estado va desplazando cada vez más las funciones y las
competencias de los cuerpos en las que estaba organizada la sociedad. El Estado
tiende a pensar su relación con la sociedad como la relación binaria, y más
abstracta, soberano-súbditos. el Estado lleva a cabo una ofensiva contra los
privilegios y con ello a una empresa de homogeneización de la sociedad.

● Paralelamente se produce en el siglo XVIII la gran mutación cultural designada


como la ilustración que marca el centro del nuevo sistema de referencias: la
victoria del individuo, este triunfo del individuo e inseparable de la extensión de
formas de sociabilidad de un nuevo tipo que se caracterizan por la asociación de
individuos de orígenes diversos para discutir en común. Nace la opinión pública
producto de la discusión y del consenso de sus miembros, estas sociedades son
igualitarias, se establecen con la finalidad de una simple discusión en la que solo
cuenta la razón. la autoridad sale de ellas de la voluntad de los asociados. estos
grupos se pueden calificar de “democráticos”.
● Estas mutaciones son comunes a toda el área europea, pero sus consecuencias
divergen en función de su relación con el régimen político. el en caso de Inglaterra
difiere de lo que sucede en Francia y España en cuanto a la participación de las
elites en el poder. En el primero, las elites participan en el ejercicio del poder.
mientras que en el segundo se abstienen

● Aparece la imagen de una sociedad contractual e iguaitaria. Sin embargo, en


comparación con este ideal, la sociedad realmente existente aparece como un
conjunto de absurdos. El contraste entre el ideal y la realidad es tan grande que las
reformas parecen inadecuadas.

Absolutismo, Ilustracion y Revolucion

● Existe en muchos campos un parentesco entre el imaginario del absolutismo y el


de las élites modernas. Ambos comparten una misma hostilidad hacia los cuerpos
y sus privilegios, un concepto unitario de soberanía, el ideal de una relación binaria
y sin intermediarios entre el poder y los individuos. Estos elementos comunes
explican la alianza entre las élites modernas y el despotismo ilustrado durante una
buena parte del siglo XVIII. Ambos tenían que afrontar dos enemigos comunes: el
tradicionalismo y la inercia de la sociedad.

● las élites modernas prefirieron durante una buena parte del siglo XVIII, escudarse
en la autoridad del rey para realizar sus proyectos de reforma . por ello en el
campo social hay una continuidad evidente entre el reformismo de la monarquía
absoluta y el del liberalismo posrevolucionario. Los fines son a veces tan claros y el
lenguaje tan moderno, incluso en el campo político, que la ilustración aparece
como un verdadero pre-liberalismo.

● Por tanto, es ilusorio buscar, como se hace a veces, los prolegómenos de la


revolución en la modernidad de las ideas o de las medidas de reforma social de la
época de la ilustración. Una buena parte de la leites modernas era a la vez
ilustrada y profundamente adicta a un absolutismo que constituía para ella el
instrumento fundamental de las reformas. Los altos funcionarios reales son a
menudo en el mundo hispánico los principales agentes , no solo de la
modernización administrativa, sino también de las nuevas ideas. En
Hispanoamérica se hace más evidente el desfase entre las referencias de la élite
administrativa y las de la mayoría de la sociedad.

● A medida que las ”luces” se iban difundiendo, que crecían las élites modernas y se
fortalecía el poder del Estado, la alianza empezó a quebrarse. Esto se da
principalmente porque buena parte de la legitimidad del Estado absolutista
pertenecía al registro tradicional. Los vínculos que unían al monarca con sus
súbditos eran pesados y la relación entre ellos era algo más personal y tradicional.
la visión jerárquica y religiosa de la monarquía era poco compatible con el
igualitarismo del nuevo imaginario

● en un momento, la monarquía, para las élites modernas, dejó de ser “ilustrada”, es


decir, de constituir el motor para la construcción de la nueva sociedad.
Progresivamente el poder omnímodo del rey y sus ministros empezó a verse como
“poder arbitrario”. Las aspiraciones de las élites modernas y la de los grupos
privilegiados coinciden provisionalmente en su deseo de poner coto a los poderes
del rey y del Estado moderno.

● De esta manera se desarrolla el “constitucionalismo histórico”, en la medida en


que la aspiración al gobierno libre se ampara en una reivindicación de las viejas
libertades y de la antigua representación del reino. Los radicales de la constitución
de Cádiz encubren su adhesión al modelo revolucionario francés con las
referencias a las “leyes fundamentales del reino”.

Dos lógicas diferentes

● En vísperas del principio del proceso revolucionario, la aspiración al “gobierno


libre” toma la forma de una nostalgia de las antiguas instituciones representativas.
Esta nostalgia es para algunos una máscara destinada a legitimar la conquista de
una nueva libertad, para otros tiene un carácter utópico: la vuelta a la edad de oro
en la que reinaba la armonía entre el rey y el reino. la convergencia entre ambos
grupos está fundada en buena parte sobre la ambigüedad de un lenguaje político
común que remite a imaginarios diferentes.

● Al hablar de libertad, Nación o Constitución. Ambos entienden cosas distintas. en


lo que ambos stan de acuerdo es, si queremos emplear términos modernos, en la
necesidad de una representación en la sociedad ante el Estado. En lo que difieren
es en la imagen de la sociedad representada.

● la aspiración a la restauración de las instituciones representativas es común a


ambos grupos. las posiciones políticas radican en los modernos, los absolutistas y
los constitucionalistas históricos. Cada uno de estos dos grupos comparte con los
otros dos un cierto número de visiones, conceptos y aspiraciones. Esta tripolaridad
de las posiciones puede explicar una buena parte de los diferentes tipos de
regímenes del periodo revolucionario y posrevolucionario.

● la pugna entre la lógica representativa y la lógica de la construcción de un modelo


ideal se encuentra en el centro mismo de la modernidad del tipo francés y explica
tanto la influencia universal como el tipo de problemas que genera. Sin embargo,
esta pugna duró muy poco. Casi inmediatamente el modelo ideal del hombre y la
sociedad irrumpe en la escena pública. el hombre se concibe ante todo como
individuo y ciudadano; la Nación, como un pacto voluntario entre estos hombres.
La constitución, resulta de un nuevo pacto social.

● La revolución francesa va a consistir en una revolución cultural que hace posible la


creación de la política y la aparición de estos actores.. la política moderna nace de
la necesidad de obtener la opinión o la voluntad del nuevo soberano: la nación.

● la revolución francesa es una mutación cultural, es una pedagogía porque la


sociedad no es todavía un pueblo ideal. Dado que existe una sociedad que está
formada por un conjunto de grupos heterogéneos de una complejidad aún
irreductible a una unidad pensada

● Se da lugar a regímenes híbridos, una combinación imprevista en la que el imperio


mezclaba la herencia del Estado absolutista con los nuevos ppios. el modelo de la
sociedad ideal seguía presente, pero se confiaba en otros medios y en el tiempo
para que se convirtieran en realidad.

Francia y el mundo hispánico: Semejanzas y diferencias

● Es importante atender a que aunque hay un parentesco entre la revolución


francesa y la revolución hispánica, parentesco no es identidad y las diferencias
entre Francia y el mundo hispánico son tan evidentes como sus semejanzas.

● las semejanzas se manifiestan en: patrimonio romano y germano semejante,


instituciones parecidas, un universo cultural análogo y en la evolución política
similar, aunque desfasada en el tiempo.

● la diferencias más importante está relacionada con el campo religioso. También


otra diferencia importante radica en la estructura plural de la Monarquía. Falta
también en España dieron a la Revolución Francesa un mayor radicalismo. Así
también difieren las circunstancias políticas. Es el desfase cronológico el que
provoca diferencias suplementarias. Es importante mencionar también que La
Revolución Francesa modifica las revoluciones posteriores en cuanto estas
quieren evitar llegar al jacobinismo. es en la ausencia de una movilización popular
moderna y de fenómenos de tipo jacobino, donde reside la especificidad mayor
de las revoluciones hispánicas.

Ecos de la Revolución Francesa

● En este capítulo se intenta una rápida exposición que combine el impacto directo
de la Revolución Francesa con la preparación y el comienzo de las revoluciones
hispánicas
● En España peninsular y en América el impacto fue inmediato y muy grande. La
ejecución de Luis XVI y la persecución religiosa desempeñaron un papel
fundamental en la evolución de este proceso. En América, hubo una especial
insistencia en la anarquía y la disolución social. Los simpatizantes de la Revolución
en el mundo hispánico muy poco numerosos. En España hubo con carácter
excepcional, adhesiones fervientes a la revolución. En América ocurre parecido. La
política de “cordón sanitario” del Estado español y el tradicionalismo de la
sociedad fueron obstáculos eficaces para la propagación masiva de las nuevas
referencias

● las nuevas formas de sociabilidad en que se agrupan se multiplican a finales del


siglo XVIII y ppios del XIX y con ellas progresan, como en Francia
prerrevolucionaria, el nuevo imaginario y las nuevas prácticas políticas.

● La revolución no comenzará en el mundo hispánico por maduración interna, sino


por la crisis de la monarquía provocada por la invasión de España por Napoleón.

Revolución española y Revoluciones americanas

● La abdicación forzada de Fernando VII es aceptada realmente por una parte de las
elites, el resto de las elites y sobre todo el resto de la sociedad la rechazan
unánimemente. El carácter masivo del levantamiento español y el apoyo
unánime que le presta América muestran bien la comunidad política de los dos
pilares de la Monarquía

● Problema de la representación: al desaparecer la legitimidad real y al rechazar la


del intruso, no quedaba a la resistencia española y a la lealtad america mas camino
para justificar su acción que apelar a la soberanía del reino, del pueblo o de la
Nación

+ la suprema junta central tenía una legitimidad precaria

● la gran mutación del sist. de referencias de las élites hispánicas se produce a


través del debate sobre la representación: ¿que es la Nación?, ¿Cual es su seno,
la relación entre la España peninsular y América?. El primer tema ocupa el lugar
central en el nuevo imaginario político. El segundo tema, se refiere al lugar que
debía concederse en la representación nacional a la España peninsular y a América,
que planteaba el peligroso problema de la igualdad entre españoles y americanos
que venía de la época de la conquista

+ el rechazo práctico por parte de los peninsulares de la igualdad proclamada será la


causa esencial de la independencia de América. Con el temor de ser dejado de lado
en la reforma monárquica, América participa en el debate de la península y es
entonces cuando la mutación cultural de la Francia revolucionaria llega
masivamente a ella, pero en español y públicamente, por intermedio de España

+ los miembros más jóvenes de las elites culturales serán el motor de la revolución
+ la difusión de las nuevas referencias es inseparable de las nuevas formas de
sociabilidad

● en la búsqueda de ppios y simbolismos que les otorguen especificidad se adopta


de una manera más franca el nuevo sist. de referencias .

● En la mutación cultural, las elites americanas siguen al principo a España, y luego


las tensiones por la igualdad conducen a la guerra civil.

● la necesidad de crear unidades políticas inéditas refuerza la aspiración a crear una


sociedad nueva. Se produce la incorporación cultural de Hispanoamérica a
Francia.

Especificidades y Problemas Americanos


● Cuando toda Europa había vuelto a regímenes monárquicos e incluso absolutistas,
sólo los países hispanoamericanos continuaban siendo repúblicas y poseyendo
constituciones y libertades modernas. Al romper el vínculo con la Península
también se rompía el vínculo con el rey, es decir, con la legitimidad histórica. Sin
embargo, la modernidad legal en hispanoamérica coexiste con un tradicionalismo
mayor que el de Europa latina

● De esta situación surgen una serie de problemas: La desintegración territorial, la


nueva legitimidad está basada en la soberanía del pueblo, pero la sociedad sigue
siendo tradicional. No hay más pueblo, los hombres que han experimentado esa
mutación cultural que es la modernidad son aquella parte de las elites que ha
hecho suyas las referencias modernas y se agrupa en las nuevas formas de
sociabilidad, las “ficciones democráticas”, etc.

Una modernidad alternativa

● En el siglo XVIII se produce la gran mutación cultural. Un término más amplio de


modernidad, que de hecho se trata un conjunto de mutaciones múltiples, el
individuo y los valores individuales se fueron imponiendo. Progresivamente el
individuo va ocupando el centro de todo el sistema de referencias. Este fenómeno
no es separable del triunfo de una imagen de la sociedad presente en la estructura
y en el funcionamiento de la formas de sociabilidad moderna. Es en esta nueva
etapa donde nace un nuevo modelo de sociedad.
● en toda mutación, los cambio no afectan mas que a un nuemro reducido de
individuos y en cada lugar presenta ciertas especificidades que ofrecen una
distinción respecto de las otras. las mas importantes, son las que atañen a la
relación de los grupos modernos con el Estado absolutista y con la sociedad
tradicional que ambos intentan transformar.

● En cuanto al fenómeno de la ilustración, el autor se limita a considerar los aspectos


que más directamente permiten explicar la aparición de la política moderna. Poco
a poco a medida que se difunde un nuevo tipo de sociabilidades con un imaginario
que las acompaña, la sociedad entera empieza a ser pensada con los mismos
conceptos que la nueva sociabilidad: Una vasta asociación de individuos unidos
voluntariamente cuyo conjunto constituye la Nación o el Pueblo.

● Es solo en la expansión de los actores sociales modernos, en la difusión de las


nuevas formas de sociabilidad y en los imaginarios que estas transmiten donde
están reunidas las condiciones para acceder a la política moderna.

+ la transmutación de la sociedad en pueblo es la que explica el papel central de los


hombres de la palabra o de la pluma en la política moderna: los únicos capaces de
decir lo que el pueblo o la Nación quieren o piensan.
+ las nuevas formas de sociabilidad son el principal medio de difusión de la
modernidad

● rasgos comunes de la evolución hispánica respecto a la evolución general: Estas


mutaciones afectan primero a las elites intelectuales y la variedad de formas que
van tomando los tipos de sociabilidades a medida que avanza el siglo

● rasgos distintivos: Menor diversidad de formas que toman estas sociabilidades


modernas. ej: las tertulias, las sociedades científicas y literarias, etc. La tertulia
tendrá predomino respecto a las otras form,as de tertulia en hispanoamérica,
preponderancia de las sociedades de amigos del país y la ausencia casi total de la
masonería hasta los primeros años del siglo XIX.

+ el crecimiento de las sociabilidades modernas va aparejado al crecimiento de la


esfera privada

+ el papel del Estado es predominante y muestra el papel que las élites modernas
juegan en el Estado absolutista. la modernidad se propaga casi siempre desde
arriba.

+ Existe igualdad entre los miembros de las sociabilidades modernas. maraca la


aparición de una nueva sociedad formada de individuos desgajados de las
preocupaciones de su condición, y asociados libremente en la búsqueda del
interés gral
+ las sociedades modernas más importantes se encuentran esencialmente en el
mundo de las elites

+ poco a poco las nuevas sociabilidades y las nuevas referencias culturales irán
difundiendo de manera descendente en otros grupos sociales.

+ del conocimiento de estos nuevos lugares públicos de la nueva sociabilidad y de


sus articulaciones con el mundo de las elites depende la comprensión de muchos
movimientos de esas épocas

+ estas sociabilidades modernas nos remiten a un medio cultural unido por densas
redes de intercambios epistolares y humanos.

● por último, el autor hace una comparación entre los elementos que son como
signos de las progresiones en curso de acuerdo a su geografia y coyuntura en un
área cultural: las formas de sociabilidad, la imprenta y lo que condiciona su
difusión, la alfabetización.

+ Es importante constatar que existía un desequilibrio importante entre la cantidad


que habia en la Peninsula comparada con la cantidad y calidad que había en
hispanoamérica. es destacable el desfase cronológico que había entre los dos
continentes que muestran las fechas de fundación de las sociedades patrióticas.

● Construir una geografía histórica de la modernidad que incluya el tipo, la


densidad y la implantación de los grupos modernos; el número y la tirada de los
periódicos, etc. Va a permitir captar con precisión cuáles fueron los centros
motores de la mutación cultural.

● el avance de la modernidad ha sido constante durante todo el siglo XVIII aunque


con coyunturas diversas.

El Pueblo soberano: Incertidumbres y Coyunturas del siglo XIX

● La omnipresencia del término “Pueblo” es extraordinaria tanto en los textos


como en la vida política de los países hispánicos de la época contemporánea.

● El conocimiento de las coyunturas económicas es ciertamente necesario para


comprender una serie de fenómenos importantes. Sin embargo, cabe preguntarse
hasta qué punto es suficiente para entender la globalidad de los procesos
históricos, y , sobre todo, los grandes periodos de ruptura como la Revolución
Francesa, la revolución hispánica y la Independencias americanas. O más cerca
de nosotros la desintegración del imperio soviético.

● Se pueden considerar las revoluciones hispánicas y las de las independencias


como una oscilación de superficie de un movimiento más vasto y esencial. En
este tipo de interpretaciones los aspectos ´políticos y culturales desaparecen o
quedan relegados a un rango secundario.

● Todas las fuentes de aquella época nos muestran, al contrario, que por lo político
se libraron las batallas, se soportaron tantos sacrificios y, en muchos casos, se
sacrificaron riquezas e intereses, y hasta la prosperidad misma

● lo político en el sentido más fuerte de la palabra se refiere a las relaciones entre


los hombres que constituyen la sociedad y a sus códigos culturales. Respecto a
esto de debe constatar que toda relación social posee un contenido cultural
fundamental.

● Dentro de ese marco es donde se coloca la reflexión sobre el “pueblo soberano”,


es decir, sobre el ppio que legitima todos los regímenes modernos y cuya
adopción representa la etapa fundamental del paso a la modernidad

● En función de los imaginarios políticos diversos este concepto presenta contenidos


diferentes, su significado no es el mismo para todos los grupos sociales y políticos
y su definición es uno de los principales objetos de las pugnas políticas
● en la política moderna se utiliza el concepto de Pueblo como principio de
legitimidad, el titular de la soberanía

● Con la victoria de los liberales se impone el concepto de Nación como conjunto de


individuos. La constitución de Cádiz señala que la nación española es la “reunión
de los españoles de ambos hemisferios”Los fundamentos de la legitimidad se
hallan en un ente abstracto que debería identificarse con el “pueblo-población”.
Sin embargo, el pueblo político no es este,, el pueblo político hace referencia al
ciudadano, a la independencia del individuo y su dignidad. el ciudadano es el que
ejerce la soberanía. En la república, la ciudadanía es el atributo más glorioso y más
respetable. Posteriormente se impone una concepción amplia de pueblo-población
paradójicamente por la fuerza de la tradición.

+ existe la intención de ligar en el futuro el derecho de ciudadanía con la propiedad,


es excluye a los que no tiene dinero, a los menores de edad y a los que tienen
condenas.
+ Cuando los españoles rompen con la legitimidad del rey, no les quedaba otra que
la legitimidad del pueblo.
+ la cultura también será deseable para aquella parte del pueblo que debe ostentar
la ciudadanía

● Existen regímenes fundados en individuos libremente asociados, mientras que la


sociedad sigue estando estructurada esencialmente por vínculos de tipo antiguo.
esto explica que sociedades tan tradicionales hayan podido fundar regímenes
políticos tan modernos. La articulación entre el mundo de la política moderna y
una sociedad regida por valores y vínculos de tipo antiguo.

+ la mutación intelectual de las elites no impide en absoluto que la sociedad siga


viendo en ellas a sus autoridades tradicionales. Cuanto más universal es el
sufragio, más fácil es la elección de las autoridades sociales tradicionales

● la soberanía del pueblo entendida como ppio de legitimidad conduce


inevitablemente una “ficción democrática”. Es por esto que el único camino para
acceder al poder se constituye en asumir de manera simbólica la representación
del pueblo por medio de una simbología doble: la de acción y la palabra. Esta
simbología pone en evidencia los dos componentes esenciales de la clase política:
los hombres de armas y los de pluma y palabra: los militares y los abogados. Esta
representación tiene por objeto legitimar la toma de poder por vías no previstas en
las leyes.

+ los problemas que plantea la nueva legitimidad cambian con el tiempo

● Es importante entender que la Constitución no se trata sólo de reflejar la voluntad


de los asociados, sino también de construir un edifico legal que recopila múltiples
experiencias

+ En sus constituciones la mayor parte de los países hispánicos sufrieron accesos de


radicalización, que los contemporáneos calificaron de “jacobinismo”

● Para escapar de los peligros que implica el sufragio universal es necesario redefinir
el pueblo y fijar unos límites prácticos y, sobre todo, teóricos a la soberanía de un
pueblo indiferenciado

+ se considera normal que las coyunturas culturales afectan por igual a las diferentes
revoluciones y que los problemas políticos y las soluciones que se intenta darles se
difundan del centro a la periferia. Esto se trata fundamentalmente de una misma
lógica surgida de un común nacimiento a la política moderna.

● Es importante poner en evidencia el cambio que se produjo en la problemática


de las elites americanas al tomar contacto con las mutaciones intelectuales
francesas
● la soberanía racional proporcionó las bases teóricas a lo que las élites modernas
practicaban y sabían sin atreverse a expresarlo claramente: Esa mutación cultural
que es la modernidad se circunscribe a ellas mismas.

+ En hispanoamérica particularmente no se trata tanto de “administrar una sociedad


posrevolucionaria”, como de poner fin al proceso de disgregación iniciado por la
revolución.

● La controversia acerca de la soberanía del pueblo de esta primera etapa


terminaba así en la tentativa de reestablecer una estructura política del antiguo
régimen

● Toda definición de ciudadano estaba en permanente contradicción con el ppio


fundamental del concepto de ciudadano.

● Señala que hay un paso de los ideales a Francia, después a España y después a
América.

● Luego de la revolución de 1848 en Francia. en Hispanoamérica como consecuencia


que se le da un nuevo impulso a los mecanismos de oposición a los regímenes
liberales fundados sobre un pueblo restringido. la soberanía del pueblo aparece
en adelante íntimamente ligada a la democracia y al sufragio universal. En Chile,
por ejemplo, aparece la Sociedad de la Igualdad.

● Respecto a la democracia, se debe mencionar que aparece como uno de los


objetivos de la revolución, pero esta democracia no puede interpretarse como
destinada a adoptar un gobierno popular.

+ surge el positivismo venido desde Francia

● la concordancia de las coyunturas políticas de este periodo solo se pueden explicar


por: la brusca instauración, en unas sociedades tradicionales, del imaginario, las
instituciones y las prácticas de la política moderna.

4) Las revoluciones Hispanoamericanas, 1808 - 1826. John Lynch.

Como se mencionó en la ayudantía, John Lynch es un autor estructuralista, por lo que, a


diferencia de Guerra, se fija en los factores socio políticos internos, son importantes la
sociedad de castas y las reformas impositivas borbónicas.
Ya en el prefacio Lynch nos menciona que abordará el carácter amplio de las revoluciones
desde los grupos sociales que se opusieron y los que se beneficiaron, y el contexto
económico en el que se desarrollaron.

Era un imperio desde California hasta el Cabo de Hornos, que alberga 17.000.000 de
personas. Señala que la Independencia aunque precipitada por un hecho externo fue la
culminación de un largo proceso de enajenación, en el cual hispanoamérica se dio cuenta
de su propia identidad, tomó conciencia de su cultura, se hizo celosa de sus recursos. Cita
a Alex von Humboldt señalando “los criollos prefieren que se les llame americanos”.

Hispanoamérica se sujetó a un nuevo imperialismo a fines del siglo XVIII que hacía más
pesada su carga y la dependencia. La reforma imperial plantaba semillas de su propia
destrucción, si creciente imperialismo realizaba un ataque directo a los intereses locales y
perturbaba el frágil equilibrio de poder en la sociedad colonial.

En el siglo XVII Hispanoamérica ya había logrado una cierta independencia, y que ahora
venía un segundo imperialismo. Se había formado una élite criolla, que tenía ciertos
intereses distintos a los españoles.

LOs criollos no tenían poder político, pero no se podía ignorar su relevancia. Las colonias
habían comenzado a adquirir cierta autosuficiencia económica con respecto a Europa.

Se cuestiona si no estaba Hispanoamérica en un estado de emancipación informal a fines


del siglo XVII y principios del XVIII. Pese a que es cierto que el poder imperial seguía
teniendo influencias y que las colonial no declararon aun su Independencia en las guerras
de sucesión. Pero argumenta que los hispanoamericanos tenían poca necesidad de
declarar la independencia formal, porque tenían un considerable grado de independencia
de facto. Un siglo más tarde era diferente, por el peso del imperialismo. La provocación se
dio no cuando la metrópoli estaba inerte, sino que cuando estaba en actividad.

Esta autosuficiencia criolla era percibida por los españoles, querían aumentar la
dependencia económica, como condición de unión política. Como señalaba el virrey Gil de
Taboada, virrey del Perú: “el día que contenga en sí todo lo necesario, su dependencia
será voluntaria”.

Detener la primera emancipación criolla era el objetivo de Carlos III. Se hizo un esfuerzo
por dar a España un renacer político, económico y cultural. El principal objetivo del
programa era controlar a los criollos.

Eran claves en este control el rol de los intendentes. El gobierno español dejó de pagarles
a los intendentes, de aquí comenzó el repartimiento de indios para financiarse, lo que
genera rebeliones (Túpac Amaru) y una serie de abusos que podemos señalar que
generaron problemas internos.
en 1786 y 1784 se hizo reformas, y se estableció la paga a los intendentes, y se señaló que
los indios podrían trabajar libremente, esto generó molestia en la élite criolla. La política
de los borbones fue saboteada dentro de las propias colonias.

Otro caso fue la expulsión de los jesuitas en 1767, quienes tenían una gran libertad e
influencia en América. Los americanos consideraron la expulsión como un acto de
despotismo contra sus compatriotas. Generó resentimiento.

La Iglesia fue coninuuamente objeto de reforma por lo borbones, querían someter al bajo
clero a los tribunales seculares.

Otro objeto de ataque era el ejército, pero aquí tuvo que actuar con cuidado ya que no
tuvo dinero ni hombres para mantener uno propio. Relevante es el caso del ejército en el
virreynato de la plata cuando huye el virrey Sobremonte.

También fue relevante el impuesto de la alcabala que era un impuesto español que había
sido aumentado sostenidamente. Antes no habían habido problemas para recaudar
fondos públicos porque eran para América, pero ahora había habido mayores problemas
ya que se gastan en España.

En 1778 se declaró el comercio libre, que no fue para nada de libre, siguió siendo
controlado por España, esto generó mucho odio de parte de los criollos.

Para los exportadores criollos era bueno porque podían vender, pero para los
manufactureros era malo porque traía mucha competencia, Lynch no señala el caso de los
ponchos gauchos en Argentina venidos de Inglaterra.

gachupines y chapetones eran los despectivos nombres de los criollos a los españoles,
había aumentado mucho la inmigración española. Muchos eran duros y despiadados, y
venían a hacer la América. España no se fiaba de los americanos para los cargos de
responabilidad política.

La revolución americana puede interpretarse como una reacción americana contra una
nueva colonización.

Humboldt nos señala “el europeo más miserable se cree superior a los blancos nacidos en
el nuevo continente”.

En México Alamán sostenía que esta era la causa principal de la Independencia. Pero los
españoles tenían un problema, la superioridad numerica de los criollos.

La primera conquista fue de los indios, la segunda un intento de controlar a los criollos.
Además de esto había problemas raciales, los peninsulares eran blancos puros, los
americanos eran más o menos blancos de piel aspera y labios gruesos. Se llegaban incluso
a litigios, y tenían que quedar satisfechas con la declaración de los tribunales a que raza
pertenecían.

Las castas estaban determinadas por diferencias raciales, económicas y sociales. Era
estratificada: era una sociedad de castas.

Se sobornaba a los curas para los registros eclesiásticos.

Hubo algunas leyes que habilita a mestizos y pardos ser aceptados en estratos superiores,
pero esto produjo mayor odio interno. Los criollos perdieron la confianza y empezaron a
dudar de que España quisiere defenderlos.

Los criollos se vieron afectados por estas reformas borbónicas.


Los criollos se comienzan a dar cuenta que no son ni españoles, ni indios, sino que son
algo distinto. También comienzan las diferencias entre los países de los criollos, por
razones administrativas, naturales o económicas.

Los criollos se veían mejor representado en los Cabildos.


El cabildo de México declara en 1871 que los mexicanos están preparados para tener
cargos públicos representar a su país.

Señala que hay ciertas influencias de la Ilustración, pero era poco importante. Suponer
que la Ilustración es causa de la revolución es confundir causa y efecto, algunos eran ya
disidentes, y por eso buscaban en esa filosofía una justificación. A medida que se
radicaliza menos atraía a los criollos.

Señala que la gran masa de los americanos tenían objeciones, pero que eran más
pragmáticas que ideológicas.

Es relevante la literatura de los jesuitas expulsados y otra literatura hiperbólica de los


criollos antes de la Independencia. Se buscaba señalar en ellos que México o esos países
poseían ya recursos independientes. También sirven los trabajos de Von Humboldt que
renovaron la confianza mexicana.

Señala también que para que el lealismo disminuyera y aumentara el americanismo se


necesitaba una oportunidad, y esta llegó en 1808. EL FINAL FUE RÁPIDO, AUNQUE LA
AGONÍA PRECEDENTE PROLONGADA.

Esto fue cuando Carlos IV asume luego de Carlos III, abdica en favor de Fernando VII y es
tomado preso por Napoleón. Se instauran las cortes de Sevilla, y luego la de Cádiz, que
declaraba que España y América eran una sola nación. Pero pese a eso se la deberían ver
solos los americanos. La revolución del Sur fue más rápida, la revolución del Norte más
lenta ya que fue hostigada más de cerca por España.
Río de la Plata:

Llegó fácilmente, era un virreinato muy reciente, de 1776.

El incremento de las castas en el curso del siglo XVIII alarmó a los blancos y despertó en
ellos una nueva conciencia de raza. Era altamente estratificada al punto de ser azotada un
mulato por descubrirse que sabía leer y escribir.

El sistema colonial descansaba en un equilibrio de grupo de poder. En 1770 la


liberalización del comercio provocó una oleada de inmigrantes. El patronato, exequátur y
expulsión de los jesuitas dio más poder al estado por sobre el de la Iglesia.

En 1806 un fuerza expedicionaria británica de Cabo verde ocupó Buenos Aires. El virrey
marqués de SObremonte escapó al interior, los criollos salieron a defenderse. Dirigidos
por Santiago Liniers atacaron a los británicos, las derrotaron y los cogieron prisioneros.
Fueron sus habitantes, no España quienes lo defendieron. Les dio a los americanos una
conciencia de fuerzas que ignoraban. El poder una vez adquirido no iba a ser abandonado.
Hubo una cierta oportunidad con el desorden español producto de la toma de Napoleón,
pero no era lo más importante. Los realistas argentinos guiados por Alzaga quisieron
deponer a Liniers.

La economía del Río de la Plata estaba lista a expandirse más allá de sus restricciones
imperiales. Principalmente con la plata y el cuero, desarrolló un gran comercio exterior.
Pero se veían complicados por la guerra española y el bloqueo británico; los criollos
querían reformas económicas.

Se dió un choque de intereses entre el litoral y el interior que sería heredado por la
República Independiente.

Luego del caótico traslado de la Junta a Cádiz se congregó un congreso, se intaló el


principio de la retroversión de la soberanía del poder al pueblo. Este principio no era
nuevo ni exclusivo de un movimiento político, había sido invocada por los españoles en
1809, pero para una colonia era revolucionario.

El 25 de mayo el cabildo constituyó la junta patriótica y se le aconsejó al virrey Cisneros


irse. Era un movimiento de la élite.
La máquina de Fernando fue quitada rápidamente cuando él volvió al poder, luego de la
derrota de Napoleón, y al despotismo.

La revolución de Mayo fue más que una propuesta de autogobierno bajo la corona, fue
una rebelión de la colonia, dirigida por revolucionarios violentos y radicales, cuya lealtad
al rey no podía ser tomada en serio. En resumen, el cambio de facto fue tan revolucionario
que tiene relativamente poca importancia que los insurgentes se engañaran a sí mismos o
a los demás con la “máscara de Fernando”.

Había divisiones dentro de las provincias, lo hecho por la junta no era asimilado por las
regiones de la Banda Oriental, Paraguay o para el Alto Perú.

También hubo problemas dentro de lo que hoy es Argentina, el conservadurismo colonial


quería mantener una estructura proteccionista de los productos locales, contra la política
de libre comercio de Buenor Aires.

Vino un período de reconquista a cargo de Gerardo Posadas, luego fue echado y luego un
período de anarquía.

Los intereses de Buenos Aires y de las regiones interiores era irreconciliable, para Buenos
Aires la revolución cumplió sus esperanzas, pero las del interior sufrieron una grave
recesión. La protección que estas últimas querían entraba en conflicto con los intereses
librecambistas de Buenos Aires.

Esto llevó a la lucha federal-unitario: los federales eran los que querían preservar los
intereses del comercio exterior para Buenos Aires, los unitarios querían un plan de
desarrollo para todo el país.

Rivadavia era seguidor de la Ilustración, tenía contactos con Jeremy Bentham. Promovió la
educación, tuvo campañas contra el alcoholismo y vagabundeo. El plan económico de
Rivadavia reestableció la fe británica en Argentina. Pero su problema fue que intentó
hacer demasiado, demasiado pronto, parecía ignorar las limitaciones de su patria y su
regionalismo.

Lynch nos cuenta que la Independencia argentina hizo cambiar el poder español de los
peninsulares a los británicos.

Con la Independencia creció mucho el latifundio, especialmente en la Patagonia, surgió la


clase terrateniente argentina, la nueva clase dominante eran los estancieros.

Mientras el Estado se fue debilitando por la guerra civil y resistencia militar, los
estancieros se hicieron más fuertes.

Lynch nos señala que el gaucho tuvo limitaciones, la ley atacaba al nomadismo, debían
portar identidicaciones de empleos o sufrir el cambio colonial. La política india de la
revolución fue ilustrada. La condición de los indios no mejoró con la independencia.

5) La herencia colonial de América Latina. J. Santley y B. Stein.


Introducción.

América Latina como un continente que preserva todas las secuelas que dejó el periodo
colonial y que en consecuencia ha dejado la gran brecha que dentro de ella existe.

Dentro de esta idea el autor expresa que a lo largo del proceso colonial que sufrieron
diversos territorios de América Latina, esta ha preservado procesos e ideales tanto
políticos, económicos y algunos sociales que han hecho que exista una gran disparidad
dentro de ellos y que les impida la integración de una región común.

Capítulo I, Europa y las Estructuras de Dependencia, 1500-1700:

El surgimiento de Inglaterra, entre 1500 y 1700, como una de las grandes naciones
europeas debido a sus crecimiento tanto en la rama mercantil como manufacturera, cosa
que le permitió avances en América, Asia y África.

Tras las grandes reformas internas que se realizaron en Inglaterra, estas le permitieron
lograr posicionarse dentro de las naciones que comenzaron a forjarse un mayor desarrollo
tanto comercial como económico, que les hizo tener una expansión en los dominios de
ultramar de otras naciones europeas y así obtener el título de la mayor flota marina tanto
para efectos bélicos y mercantiles.

Francia como nación europea fue una de las más atrasadas en cuanto a la modernización
e incursión en la rama del comercio con el mundo ibérico, debido a que dentro de ella
seguían predominando los ideales aristocráticos.

Francia presentó este atraso debido a que para ella era más importante mantener los
estatus nobiliarios que la incursión en el comercio, aunado a que presentaba un sistema
interno que era obsoleto y que no contaba con las instituciones necesarias para
desarrollarse como potencia de ultramar hasta la llegada de Colbert al poder.

Los franceses, bajo Colbert, comenzaron un proceso de modernización económica,


dotando a todo su sistema interno de instituciones que permitieran el desarrollo de la
industria y el comercio de ultramar.
Tras la llegada de Colbert, el sistema francés pasó a tener un reforma interna, que le
permitió abrirse camino en el comercio de ultramar junto con el desarrollo de su industria.
Esto le permitió colocarse dentro de una las potencias que más importaba a las colonias
españolas, pero nunca dejando desprotegida a sus industria, ni descuidando sus intereses.

“En 1624, Francis Bacon había examinado “el frágil estado de la grandeza de España” y
concluía que su grandeza consiste en su tesoro; su tesoro en sus Indias; y sus Indias… en
no más que el acceso por quienes tiene acceso.”

El poco avance de España, siempre se debió a las colonias que tenían en América, dado
que eran su principal fuente de recursos y las que les permitieron que el comercio, en sus
bases, se propulsara. Pero España nunca fue abastecedora de recursos para sus colonias y
dejo que las demás potencias Europeas, explotaran dicho recurso hasta que llegaran en
ciertas ocasiones a subordinarla.

“El comercio (español) con las colonias, fue organizado desde el principio con el fin de
asegurar un monopolio de beneficios a la Corona, los súbditos y los residentes de Castilla.”

El comercio español, se desarrolló siempre de una forma atrasada, debido a que nunca
hubo dentro de ella, una verdadera reforma que le permitiera aprovechar a sus distintas
colonias en gran proporción. Su sistema comercial siempre tuvo la clásica visión medieval
que se manejaba a fines del siglo XVI, siempre manteniendo una jerarquía y beneficiando
a la Corona.

El comercio español, siempre confiaba en el parentesco para garantizar la lealtad y la


reserva entre los socios y dependientes, extendiéndose por largo tiempo a través de la
vida económica y política española.

Dentro del comercio español, esta característica fue clave para su dominio, debido al
desarrollo de las otras grandes naciones europeas que estaba en post de la conquista de la
colonias tanto españolas como europeas. Creando de esta forma cadenas jerárquicas que
permitieran establecer un sistema comercial casi irrompible tanto dentro de las colonias
como dentro de los distintos puertos comerciales.

Portugal, fue una de los naciones europeas que logró explotar el océano indico para el
comercio de tanto de especias como de artículos lujosos y porcelanas de plata.
Portugal, al igual que España, fue una de las naciones que contaba con muy poco
desarrollo interno, pero eso no fue impedimento para que dedicara sus recursos a la
exploración de África y Asia, logrando así el establecimiento de colonias que le
permitieron dar sus primeros pasos dentro del comercio y la dominación del océano
índico.

El establecimiento de una colonia en América Latina por parte de Portugal como defensa
de las otras naciones europeas que buscaban su establecimiento y quitarle el monopolio
de ciertos productos.

Portugal, nunca tuvo la intención de tener una colonia dentro de América Latina, pero
tuvo que establecerla para no perder el monopolio de sus productos frente a las otras
naciones europeas que buscaban su establecimiento y dominio del comercio en esa área,
conjuntando de manera fortuita su tecnología marítima y su posición geográfica.

Capítulo II, La Economía Colonial:

El gobierno español no fue un país acaudalado a pesar de tener varias colonias ricas en
recursos minerales.

Esto fue debido a que España en esa época, había sido financiada por la iglesia católica en
sus viajes, así que España debía de pagar ese préstamo que se le había realizado; además,
España debía pagar a otros países como Francia o Inglaterra por diversas situaciones.

Los indígenas comenzaron a adoptar paulatinamente la cultura y organización laboral


española.

En el momento en que los españoles comenzaron a colonizar el “Nuevo Continente”, los


indígenas se sublevaron a ellos, de tal forma que la iglesia pudo ejercer dominio sobre los
mismos, además de que sirvieron como siervos a los colonos que no buscaban otra cosa,
sino la explotación de la tierra descubierta.

Esto hizo que se adoptara la religión católica y la manera de trabajar en haciendas, tal y
como los españoles lo tenían previsto.

La iglesia era la dueña de la mayoría de los bienes ya que había financiado a España, y era
la que acaparaba el mercado económico.
De esta manera, y a medida en que la religión católica pasaba a formar parte de la
mentalidad de los indígenas, esta, comenzó a cobrar a los españoles sobre los préstamos
que le había hecho financiando su viaje a la Nueva tierra, además, el capital español no
era suficiente para crear nuevas obras, lo cual hacía que la iglesia prestara nuevamente
dinero y así, se creaba un círculo vicioso en el que la iglesias católica española crecía sin
medida, mientras que los indígenas fallecían por enfermedades contraídas de los
españoles colonos.

Los españoles se sorprendieron al ver el sistema de irrigación y de chinampas de los


Aztecas (México) y de los Incas (Perú). La evolución que tuvieron estas dos culturas en el
ámbito agrícola fue muy notable, esto debido a que se buscaba el bienestar de su
comunidad, además de poder tener recursos disponibles en cualquier momento por si
llegase a ocurrir alguna eventualidad (guerra entre culturas). La cultura Azteca invadía
territorios y los anexaba a su imperio mediante el uso de la fuerza, esto para tener control
sobre ellos; por otro lado, los Incas alejaba a las comunidades dificultosas del territorio
para evitar algún peligro y poder controlarlas dejándolas en minoría. Estas dos técnicas de
expansión y dominio fueron importantes, de aquí podemos ver como ambos fueron
buenos estrategas militares, además de tácticos en cuanto a recursos alimentarios nos
referimos. Ambas culturas fueron lo bastante avanzadas como para lograr mantener una
excelente organización político- militar hasta antes de la llegada de los españoles.

Los españoles crearon la hacienda con el fin de obtener ganancias para su nación en
Europa. Los hidalgos españoles, quienes eran la gente aristócrata de ese entonces,
crearon estas haciendas con el fin de someter a la gente bajo su paraguas “protector”,
además de explotarlos para el beneficio del mismo “hidalgo español”, con el fin de
obtener la mayor ganancia, una mayor extensión territorial y ser reconocidos por el Rey
de España para que se les otorgaran mayores concesiones.
Todo lo que España logró en sus próximos años fue gracias a sus colonias.España al
encontrar estas nuevas tierras, se enfocó en extraer la riqueza de las mismas; mientras
que en España mismo, la producción bajó demasiado, debido a que la dependencia de
vivir de la riqueza de las colonias aumentó, de tal forma que cuando las colonias pasaron a
independizarse, España no vio en sí un crecimiento de infraestructura, ni de nivel de vida.

Tanto las haciendas como las iglesias, tuvieron una doble función para el Reino de España,
ya que ambas acaparaban la riqueza. Al ser creadas las haciendas, los hacendados ofrecían
protección, alimentos, casa y salud a los indígenas que estuvieran dispuestos a trabajar
para ellos durante todos los días, estos recibían una modesta remuneración; por otro
lado, la iglesias, comenzaron a hacer uso del diezmo, con el engaño de que era para su
protección de los indígenas y para el crecimiento del país y el bienestar social. Ambas
creaciones favorecen de cierta manera al reino de España.

Capítulo III, Sociedad y Forma de Gobierno:

La condición de conquistadores sobre un suelo conquistado hace de ellos los habitantes


primeros, los predilectos y los privilegiados de toda América.
El desdichado indio era considerado un animal inmundo, borracho, agresivo, y muchas
otras cualidades negativas.

Los blancos que se llaman españoles-americanos mostraban la superioridad sobre los


indios, y esto por sus riquezas heredadas, por su carrera, por sus lujos, modales y por su
refinamiento en los vicios.

La herencia social de la América Latina colonial no fue simplemente una rígida estructura
de una aristocracia, sino que fue una estructura social estratificada por color y fisonomía,
existe una elite de blancos o casi blancos y una masa de gente de color que incluye a
indios, negros, mulatos, mestizos y la gama de mezclas de blanco, indio y negro
denominada castas. En la base de la pirámide se encuentra la masa de gente
empobrecida, marginal, impotente y subordinada.

Los peninsulares lograron reproducir en las tierras altas de México y los Andes y a lo largo
de la costa del Brasil, una réplica de su sociedad del viejo mundo (Europa): una estructura
social de dos clases o estratos-una élite de terratenientes, mineros, alta burocracia y clero
(masa de pobladores rurales en comunidades indoamericanas o en haciendas o
plantaciones tropicales y entre dos estratos un pequeño grupo de comerciantes,
burócratas y bajo clero). En resumen, en las colonias iberoamericanas el color, el status y
el poder, determinaba la posicion social.

Capítulo IV, El Siglo XVIII:

El nacionalismo en España surgió como una forma de sostener un sistema político,


económico y social en decadencia.

Después de la muerte de Carlos II España se encontraba en una situación de caos, no


había gobierno y todos se disputaban ese lugar. Los grupos nacionalistas se unificaron en
2 grandes corrientes, Los constitucionalistas en Cádiz y los conservadores a favor de la
entrada al trono de Carlos III, los 2 modelos demostraron sus ventajas y desventajas
durante los acontecimientos que pasaron en el Nuevo Mundo.

La estrecha relación familiar entre los reinos de España y Francia daba pauta para poner
en marcha estrategias comerciales por parte del rey de Francia.

Las coronas tanto de España como de Francia estaban siendo ocupadas por miembros de
la familia Bourbon en el siglo XVIII, y esto hacia que el rey Felipe V de Francia pensara en
las colonias españolas como un aliado comercial para Francia.

El tratado de Utrecht le dio una nueva visión al comercio español del siglo XVIII.

Este es un tratado firmado entre España e Inglaterra, donde España cedía el control total
que tenia en el estrecho de Gibraltar a cambio de un control total de su imperio en
América. Con el cual se aseguraba que Inglaterra no comerciaría con sus colonias
principales (México, La Habana y Caracas).

El retraso tecnológico de la península ibérica pronto dejo a sus países a merced de las
flotillas comerciales de Inglaterra y Holanda.

Tanto España como Portugal, que poseían los terrenos mas grandes en el Nuevo Mundo,
se vieron en problemas a la hora de llevar mercancías de América a Europa, por lo que
tuvieron que recurrir a las modernas flotas comerciantes de Inglaterra y Holanda, que
cobraban altas comisiones por mercancías de bajo peso.

Las posesiones de ultramar de Inglaterra demostraban ser mejores que las españolas.

Jamaica fue tomada a través del corso en el siglo XVIII, esta funciono como punto de
enlace entre las mercancías salidas de colonias españolas e Inglaterra. Cuando La Habana
fue tomada por los ingleses en 1762, demostró una gran mejora administrativa, ya que
durante el poder español no llegaban más de 15 buques conmercancías al año, en cambio
bajo poder inglés ese número llego a 700 por año.

La administración de Carlos III marco un cambio en la navegación.

Cuando Carlos III toma la corona en 1759, promueve diversas políticas sobre materia
marítima, entre ellas la más notable seria la restructuración de una flotilla militar y
comercial española.
El comercio marítimo era limitado por los recursos de transporte en tierra.

Muchas veces los puertos se encontraban vacíos debido a la incomunicación entre las
zonas productivas muy adentradas en los territorios coloniales y estos. Este problema hizo
más atractiva la explotación isleña que la continental.

La independencia se dio por el descontento de los criollos.

En la Nueva España los ibéricos mandaban, mientras que los criollos veían que no podían
tomar decisiones en su tierra natal, al ver la falta de concesión con ellos por parte de la
metrópoli, tomaron el liderazgo de las castas inferiores y empezaron los movimientos
independentistas.

Capítulo V, Las Bases Económicas del Neocolonialismo:

Capítulo VI, Política y Sociedad:

Los Criollos lograron su principal aspiración al no modificar las estructuras principales.

Si se supone que las independencias de los países latinoamericanos fueron orquestadas


desde la clase criolla, entonces es ella la más beneficiada de los resultados pues, se
convirtió en la clase que tenía el poder y al no cambiar el sistema político ni social, quedó
a la cabeza de la nueva sociedad y sin ninguna amenaza a su posición, siempre que tuviese
controladas a las demás clases, lo cual consiguió.

Durante esa época, se dan las condiciones para que surja, con más fuerza de la que tenía,
el dirigente político rural.

Por los lazos que se habían formado en el campo, entre las dos clases sociales existentes y
los problemas que de ello podían surgir, aparece lo que fue conocido como: caudillo,
cacique, coronel, entre otros; que se convirtió en la figura local de autoridad ya que era
reconocido por el gobierno y contaba con el apoyo del pueblo. Esa era una de las formas
de que las clases inferiores se integraran en la sociedad.

Alrededor de 1820, las élites de las sociedades latinoamericanas fueron divididas, según
sus intereses y formas de pensar.
Los intereses habían variado y surgieron 3 principales grupos: los tradicionalistas, siempre
conservadores y aferrados a las viejas costumbres; los realistas, algunos conservadores y
otros liberales, que querían a las viejas instituciones, pero con algunos ajustes y los
llamados “insurgentes” que querían cambios más radicales, debido a su tendencia liberal.

Existía influencia de dos grupos de modelos de gobierno disponibles, provenientes,


principalmente de Europa: La primera influencia era el despotismo ilustrado, también
expresado en su forma de monarquía constitucional, proveniente de la vieja Europa y que
fue rechazado, en la mayor parte de la región, por la herencia colonial. El segundo modelo
combinaba las necesidades de unidad territorial y autonomía regional, provenía de E.U. y
de Francia, y suponía una forma diferente de gobernar a la que conocían.

La estructura constitucional tenía que permitir la participación de los elementos


burgueses y de la clase media que el crecimiento de la región requería.

Al elegir la forma de gobierno y las leyes que los regirían, la clase en el poder debía fijarse
en que las leyes le favorecieran, pero que no propiciaran el descontento de las clases
inferiores. Por otra parte, es en esta época cuando surge la clase media en la región, que
ayudaba al desarrollo del país, lo que obligaba a crear condiciones legales óptimas, para
que su desenvolvimiento fuese productivo.

Las estructuras políticas posteriores a la independencia compartían elementos básicos


hacia 1850.

Sin importar que las formas de gobierno elegidas por cada país eran distintas y debido a su
pasado común, existían múltiples aspectos en los que coincidían la mayor parte de las
naciones como, por ejemplo: fuertes poderes ejecutivos, demanda de una posición
económica alta para votar y para la participación política, gobiernos centrales que
también decidían sobre los locales y sobre los demás poderes, etc.

Se presentó un crecimiento económico en la mayoría de América Latina que, sin embargo,


carecía de cambios sociales importantes.

Durante este periodo, las economías latinoamericanas presentaron crecimientos


económicos importantes, ya que contaban con una cierta estabilidad en sus naciones, sin
embargo, la situación que se vivía en su sociedad no variaba mucho y las estructuras no se
modificaron, salvo algunos casos, como el de México, con la revolución de 1910.
En el último cuarto del siglo, la herencia colonial del racismo se volvió a diseminar por
toda la región.

Sin importar que la escala social existiera en la mayor parte del siglo, al finalizar este se
volvió al racismo extremo pues la élite comenzó a asociar el retraso del país a la presencia
de razas inferiores a la blanca, pues en los países más desarrollados del mundo en ese
momento, sólo existía la raza blanca, lo que propició una nueva ola de racismo en
Latinoamérica y ahora con una aparente buena razón.

Conclusión:

América Latina, diferentes países, una región.

A pesar de que cada país de la región tiene sus propios rasgos característicos y ha
experimentado situaciones diferentes a las del resto, América Latina es, debido a los
legados coloniales y culturales que comparte, además de a distintos factores, tanto
internos como externos, que los han unificado a lo largo de la historia, una región, con
formas similares de enfrentarse a la coyuntura que la rodea.

Neoconstitucionalismo; las colonias no pueden deshacerse fácilmente del legado


económico de siglos del colonialismo, no pueden salvar fácilmente la brecha entre atraso
y modernidad. Américo Latina no comienza a industrializar su economía hasta un siglo
después de la independencia. Bajo este presupuesto se llegó al neocolonialismo, el
crecimiento económico de América Latina a través de la diversificación y la
industrialización no podía tener lugar mientras sobrevivieran las pautas coloniales de
producción y acumulación del capital.

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