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I. ASPECTOS GENERALES
1. Definición.
Los principios son ideas fundamentales, directrices que establecen las grandes líneas
u orientaciones generales sobre las cuales discurre determinado ordenamiento jurídico
procesal; son instituidas expresa o implícitamente como acto de producción legislativa
según las concepciones jurídico-políticas predominantes, pero a la vez se convierten
en presupuestos o bases previas que permiten al legislador diseñar las instituciones
del proceso en una u otra orientación y como verdades guías de interpretación.
1
Alvarado Velloso, Adolfo: Introducción al Estudio del Derecho Procesal. Rubinzal Culzoni Editores,
Buenos Aires 2004. p.255
2
Enrique Palacio Lino: Manual de Derecho Procesal Civil. Lexis Nexos. Abeledo Perrot. Buenos Aires,
2004. pp.62-63.
3
Peyrano Jorge: Proceso civil. Principios y fundamentos. P.49
dentro del cual debe desenvolverse la autoridad procesal. 4 Acota luego que los
principios procesales son verdaderas notas lógicas constitutivas del proceso civil que
deben considerarse como las directivas teóricas necesarias en todo ordenamiento
procesal. Que no puede emprenderse ninguna tarea reformadora sin que se defina de
antemano su orientación en base a tales principios. Similar es la definición del profesor
Jorge Carrión Lugo: “Los principios procesales son aquellas condiciones,
orientaciones, fundamentos indispensables para la operancia del proceso civil (…) y
que asimismo nos servirá para determinar hasta qué punto recibe la influencia de uno
y otro sistema procesal”5
Sobre su naturaleza jurídica la discusión es muy antigua entre los juristas, sobre si son
normas o simples reglas o ideas generales. Nos inclinamos por la primera opción y
siguiendo a Norberto Bobbio6 decimos que los principios generales son normas
fundamentales o generalísimas del sistema; los fundamentos son los siguientes: 1) Si
son normas aquellas que se deducen de los principios generales por medio de un
procedimiento de generalización sucesiva, no existe argumento válido por qué estos
no deban ser normas también (de las especies animales obtengo siempre animales y
no flores o estrellas); 2) La función para la cual se deducen y se adoptan es la misma
que se lleva a cabo para todas las normas, o sea la función de regular un caso, si
sirven para el mismo fin que sirven las normas expresas ¿por qué no deberían ser
normas también?
2. Problemática
4
Mario Alzamora Valdez: Derecho Procesal Civil: Teoría General del Proceso",p.274
5
Carrón Lugo, Jorge: Tratado de Derecho Procesal Civil I. Editora Jurídica GRIJLEY Lima 2000, p. 35.
6
Bobbio Norberto: Teoría General del Derecho. Editorial Temis S.A. Bogotá 2002, pp.238-239.
7
Ramos Méndez Francisco: Derecho y proceso. Librería Bosch Barcelona 1979, p. 263.
proceso; entre la tarifa legal y la libre valoración de las pruebas, etc. El resultado de
esta pugna es favorable, ha permitido el fortalecimiento de conjunto de derechos
integradores del debido proceso y la restitución paulatina de los poderes del juez
convirtiéndolo en auténtico director del proceso, siempre en consonancia y respeto de
aquellos. Así tenemos que hoy la abolición del sistema de tarifa legal en la valoración
de los medios de prueba, es casi universalmente admitida, del mismo modo es
predominante la tendencia hacia la inmediación (que apareja la oralidad o el proceso
por audiencias) y la abreviación.8
3. Caracteres
3.1. Dualidad.
8
Cfr. Véscovi Enrique en Teoría General del Proceso. Editorial Temis. Bogotá 1994 p.54
9
Alvarado Velloso Adolfo: Introducción al estudio del derecho procesal. Primera parte. Rubinzal Culzoni
Editores, Buenos Aires 2004. pp.255-256.
10
Ver Montero Aroca Juan, en Derecho Procesal Civil T.I. p. 75.
11
Peyrano Jorge: Ob. Cit. P. 36.
3.2. Dinamismo.
El dinamismo como atributo de los principios procesales significa que estos no son
categorías absolutas, inmutables y eternas; por el contrario, para tener utilidad y servir
a la función jurisdiccional, a la actividad de las partes y terceros, deben ser guías o
pensamientos rectores que respondan a las exigencias de los nuevos fenómenos
socio-jurídicos, de otro modo pierden eficacia y pasan a formar parte del repertorio de
categorías e instituciones jurídicas fosilizadas.
3.3. Practicidad.-
Sobre esta característica, Goldschmidt, citado por Jorge Peyrano12, señala que el
análisis de los principios sólo es oportuno si reúnen tres condiciones: 1º) no saltar a la
vista, y por consiguiente, no resultar su esbozo superfluo, 2º) no ser tan numerosos
que su enumeración no constituya una verdadera economía intelectual, como suele
suceder en el derecho civil, y 3) no ser tan abstracto que sean inidóneos para servir a
la solución de dudas interpretativas, como acontece igualmente en derecho civil".
La practicidad es la característica por la cual los principios deben ser guías para
enseñar a aplicar adecuadamente la normatividad procesal civil y su adecuada
interpretación para resolver situaciones no previstas o reguladas deficientemente por
el legislador.
3.4. Complementariedad
Cada principio procesal, por lo general, está complementado o perfeccionado por otro
u otros principios que le son coincidentes y consecuentes. Así tenemos que el
principio de oralidad va de la mano con los principios de publicidad e inmediación. Un
sistema procesal en el que predomine la oralidad debe estar rodeado necesariamente
por estos principios complementarios. En suma, ningún principio logra realización por
sí mismo; esta característica no debe ser confundida con la dualidad o bifrontalidad
según la cual todo principio supone la existencia del correspondiente principio adverso.
4. Funciones
12
Peyrano Jorge: Ob. Cit. P.39.
13
Gimeno Sendra, José Vicente: Fundamentos del Derecho Procesal. Editorial Civitas S.A. Madrid,
1981. p.177.
Porque describen el sistema procesal de un país en espacios relativamente breves,
por lo general están contenidos en los títulos preliminares de los cuerpos normativos o
en las secciones específicas de cada materia. Sirven como bases o presupuestos de
la función legislativa a efectos de estructurar las instituciones del proceso en uno u
otro sentido. Del mismo modo, facilitan el estudio comparativo de los diversos
ordenamientos procesales actualmente vigentes, así como el de los que rigieron en
otras épocas.
En tal sentido una proyecto de ley que dispusiera la aplicación preferente de los
precedentes judiciales (propio del common law) en los procesos de divorcio por
causal, en lugar de las normas previstas en el Código Civil y normas especiales, no
podría obtener la aprobación del Congreso de la República, por colisionar con el
sistema jurídico al cual pertenecemos.
5. Clasificación
Los criterios taxonómicos para el estudio de los principios procesales son diversos; por
un lado están aquellos que orientan e inspiran el desarrollo de la actividad de las
partes y terceros; por el otro, aquellos que rigen la actividad jurisdiccional; y los que
llamándose también principios, no son sino las formas externas de realización de
actividad procesal, seleccionadas con criterios de oportunidad por la ley procesal en
atención a su idoneidad para el buen fin del proceso14.
14
Ramos Méndez Francisco: Derecho y proceso. Librería Bosch Barcelona 1979, p. 263.
Este criterio taxonómico está referido a la posición asumida por el legislador en
el tratamiento de los principios generales. Es decir, si adopta la alternativa de
regularlos de modo manifiesto ya sea en el título preliminar de su ley procesal, en los
capítulos o secciones sobre la temática específica, o de otro modo, atribuirles una
existencia implícita, una presencia invisible pero perceptible a través de todo el cuerpo
normativo. Según esta variables los principios pueden ser:
Entre los códigos adjetivos que rigieron en el país sólo el Código Procesal Civil de
1993 regula a los principios procesales en su Título Preliminar, además de incluir otros
principios en temas específicos como los que regulan las nulidades procesales y la
prueba.
Son aquellos que se pueden obtener por deducción de normas específicas; como es el
caso del principio de preclusión que no está normado expresamente en el título
preliminar del Código Procesal Civil, cuya existencia, sin embargo, se desprende del
espíritu del sistema a partir de normas específicas que regulan el desarrollo
secuencial, ordenado y progresivo del proceso. Tienen presencia invisible pero
perceptible a través de todo el cuerpo normativo.
Son aquellos que rigen la actividad de los órganos jurisdiccionales y los que definen la
conformación del Tribunal así como el conjunto de principios reguladores del debido
proceso, están regulados en la Constitución Política, ampliados y desarrollados en la
Ley Orgánica del Poder Judicial y algunos en el Título Preliminar de los códigos
procesales y sustantivos.
Los procesos judiciales por responsabilidad de funcionarios públicos, y por los delitos
cometidos por medio de la prensa y los que se refieren a derechos fundamentales
garantizados por la Constitución, son siempre públicos.
6. La pluralidad de la instancia.
7. La indemnización, en la forma que determine la ley, por los errores judiciales en los
procesos penales y por las detenciones arbitrarias, sin perjuicio de la responsabilidad
a que hubiere lugar.
En tal caso, deben aplicarse los principios generales del derecho y el derecho
consuetudinario.
15. El principio de que toda persona debe ser informada, inmediatamente y por escrito,
de las causas o razones de su detención.
18. La obligación del Poder Ejecutivo de prestar la colaboración que en los procesos le
sea requerida.
20. El principio del derecho de toda persona de formular análisis y críticas de las
resoluciones y sentencias judiciales, con las limitaciones de ley.
El profesor Juan Monroy Gálvez afirma que los principios procesales acogidos en un
código son expresiones de una determinada tendencia y que su aplicación exige una
interpretación reflexiva que trascienda su sentido literal o histórico cada vez que sean
utilizados, privilegiándose los valores vigentes en una sociedad al momento de su
aplicación por lo que es indispensable que el juez advierta que los principios son
pautas orientadoras de su decisión, en tanto éste los someta a cotejo con las
necesidades y los intereses sociales al tiempo de su uso15.
Toda persona tiene derecho a la tutela jurisdiccional efectiva para el ejercicio o defensa de
sus derechos o intereses, con sujeción a un debido proceso.”
Tutela según el Diccionario de la Lengua Española, deriva de la voz latina tutela, que
significa dirección, defensa o amparo de una persona (3ª acepción).
Los diversos medios que el Estado ha previsto para reaccionar a titulo personal o a
petición de un particular, contra la inobservancia del derecho objetivo, constituyen la
garantía jurisdiccional de las normas jurídicas. Para indicar estos medios la doctrina ha
empleado otras expresiones como medios de tutela jurídica o de tutela jurisdiccional,
medios de actuación del derecho, sanciones, entre otras.
15
Monroy Galvez Juan: Introducción al proceso civil. T.I p.80.
se hubiese producido, habría hecho inútil la garantía.16
Por su parte Jesús Gonzales Pérez considera que “El derecho a la tutela jurisdiccional
es el derecho de toda persona a que se le “haga justicia”; a que cuando pretenda algo
de otra, esta pretensión sea atendida por un órgano jurisdiccional, a través de un
proceso con unas garantías mínimas.”17
En esa perspectiva, la vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva puede tener
lugar, entre otras situaciones, cuando se produce el rechazo liminar de una demanda
invocándose una causal de improcedencia; con la inadmisión de un recurso ordinario o
extraordinario; con la aplicación de la reformatio in peius; y con la ejecución de la
sentencia modificándose sus propios términos, o con su inejecutabilidad, esto es, el
incumplimiento de lo establecido en una sentencia con carácter de cosa juzgada.
La efectividad de la tutela tiene intima relación con la función instrumental del proceso
y el mayor acercamiento de los procedimientos a la naturaleza diversa de las
pretensiones que se discute en el proceso, mas ello no nos puede conducir a la
fantasiosa aspiración de crear tantas vías procedimentales como pretensiones existan.
Debe tenerse presente que la violación del derecho a la tutela judicial efectiva implica
la violación, lesión o disminución antijurídica de un derecho fundamental.
La dirección del proceso está a cargo del Juez, quien la ejerce de acuerdo a lo dispuesto en
este Código. El Juez debe impulsar el proceso por sí mismo, siendo responsable de cualquier
demora ocasionada por su negligencia.
Están exceptuados del impulso de oficio los casos expresamente señalados en este Código.
Al lado de los principios que regulan la actividad de las partes están los principios que
sustentan el desenvolvimiento de la actividad jurisdiccional. Los poderes
jurisdiccionales relativos al objeto del proceso y a la aportación y prueba del material
de hecho se agrupan bajo la denominación de poderes de dirección material del
proceso18, estos están orientados a medir la interacción del juez y partes. Así, entre los
principios que guían la actividad jurisdiccional figura e. principio de impulso oficial, el
principio de inmediación y el principio de congruencia procesal.
16
Piero Calamandrei: Ob. cit. pp.54-55
17
Gonzales Pérez, Jesús: El derecho a la tutela jurisdiccional. Segunda edición. Editorial Civitas S.A.
Madrid 1989. p.27..
18
Ortells Ramos, Manuel: Derecho Procesal. Introducción. EDISOFER S.L. Madrid 2006, p.297.
El juez en aplicación del principio de dirección oficial se convierte en el Director del
proceso, no está supeditado a la voluntad de las partes, le corresponde disponer los
actos de impulso procesal e incluso disponer medidas de naturaleza probatoria; fueron
superados de este modo los parámetros impuestos por el principio dispositivo en los
que el juez estaba sometido a la voluntad de las partes. Por esta razón este principio
es también conocido como principio de autoridad. Sobre el particular el profesor
nacional Juan Monroy Gálvez19 acota que este principio es la expresión del sistema
procesal publicístico, surgido con el auge de los estudios científicos del proceso,
caracterizado por privilegiar el análisis de éste desde la perspectiva de su función
pública, es decir, como medio a través del cual el Estado hace efectivo el derecho
objetivo vigente, concretando simultáneamente la paz social en justicia.
El juez, verdadero director del proceso, como lo señala Niceto Alcalá Zamora y
Castillo, citado por Véscovi20, representa una solución intermedia entre la posición del
espectador y la del director.
El impulso procesal es aquella actividad que debe cumplirse luego de haberse puesto
en marcha el proceso con la interposición de la demanda y su admisión a trámite,
hasta llegar a la decisión final. El tema está en determinar a quien se atribuye, por la
ley, tal actividad, si a la parte o al juez, pues teóricamente solo caben estas dos
posibilidades: “o el proceso se mueve y adelante a expensas de la voluntad de las
particular o se mueve a expensas de la actividad de los órganos de Estado”21.
La adopción del principio de impulso oficial, bajo rigor lógico, excluye toda posibilidad
de declaración de abandono del proceso; empero si ocurriese, la responsabilidad no
podría recaer en otros sujetos procesales, sino exclusivamente en el Juez. Como
19
Monroy Gálvez Juan: Los Principios Procesales en el Código Procesal Civil, publicado en “Análisis del
Código Procesal Civil T.I. p.9.
20
Véscovi Enrique: Ob. Cit. P.54.
21
Couture Eduardo: Estudios de Derecho Procesal Civil. T.1. Ediciones Depalma Buenos Aires 1979,
p.317.
22
Ver Mario Alzamora Valdez. ob.cit. p. 285.
sabemos, el abandono, conocido también como caducidad o perención de la instancia,
constituye un modo de extinción del proceso y se produce cuando no se cumple el
acto de impulso procesal en los plazos establecidos por la ley: el artículo 346º del
CPC fija este plazo en cuatro meses.
De conformidad con lo normado por el artículo II del Título Preliminar del CPC es
deber del Juez impulsar el proceso por sí mismo porque los imperativos referidos a él
son de naturaleza constitucional y no únicamente procesal; desde este punto de vista,
por ejemplo, el proceso no podría caer en abandono bajo ninguna circunstancia. La
carga procesal inherente al actor, pasa a un segundo plano.
El impulso procesal impuesto al juez como deber funcional, está al margen de todo
tipo de carga, la teoría de la situación jurídica es ajena a la responsabilidad judicial.
Por consiguiente carece de fundamento aquella afirmación que pretende atribuir la
responsabilidad exclusiva del abandono a la parte que no realizó tal o cual acto
dispuesto por el juez. En el supuesto que examinamos, la morosidad u omisión de la
parte debe dar lugar al requerimiento judicial a efectos de que cumpla con lo ordenado
bajo apercibimiento de disponerse el abandono de la causa, sólo de este modo la
subsiguiente declaración de abandono resulta coherente e incuestionable legalmente,
en caso contrario, tal declaración debería implicar la imposición de una sanción para el
propio juzgador, precisamente por abdicar de su responsabilidad legal.
Finalmente, el hecho que estén exceptuados del impulso de oficio sólo los casos
expresamente señalados en el Código Procesal Civil nos lleva a concluir que el
abandono sólo podría operar sobre las pretensiones siguientes: separación de cuerpos
y divorcio por causal (Art. 480º), título supletorio, prescripción adquisitiva y rectificación
o delimitación de áreas o linderos (Art. 504º); responsabilidad civil de los jueces (Art.
509º). Las normas mencionadas disponen que estos procesos sean impulsados a
petición de parte, por ser de interés predominantemente privado; el juez es
absolutamente ajeno a su impulso.
El Juez deberá atender a que la finalidad concreta del `proceso es resolver un conflicto de
intereses o eliminar una incertidumbre, ambas con relevancia jurídica, haciendo efectivos
los derechos sustanciales, y que su finalidad abstracta es lograr la paz social en justicia.
En caso de vacío o defecto en las disposiciones de este Código, se deberá recurrir a los
principios generales del derecho procesal y a la doctrina y jurisprudencia correspondientes,
En la conferencia pronunciada en la Universidad de Catania el 4 de abril de 1949, y
titulada “El misterio del proceso”, Salvatore Satta se preguntaba ¿Tiene el proceso una
finalidad?23; y respondía que la finalidad de un acto es algo que necesariamente está
fuera del acto. No puede afirmarse que la finalidad es la actuación de la ley o la
defensa el derecho subjetivo o el castigo del reo, y tampoco la justicia o la
investigación de la verdad; que todo lo dicho no es sino la finalidad del legislador que
organiza el proceso, de la parte y del ministerio público que en concreto lo promueve
por lo que si se quiere asignar al proceso una finalidad, esta no puede ser mas que el
juicio y el proceso judicial. Concluía su importante razonamiento sosteniendo que
proceso y juicio son actos sin finalidad, los únicos actos de la vida que no tienen una
finalidad.
En efecto, las finalidades asignadas por el legislador al proceso sólo pueden ser
admitidas bajo una visión pedagógica y didáctica, porque tal como lo señalara el
profesor Salvatore Satta, los fines del proceso no son sino fines de los sujetos del
proceso: del juez , de las partes, del Ministerio Público y eventualmente de los
terceros. Asumiendo dicho tratamiento a continuación efectuaremos las precisiones
pertinentes.
23
Conferencia incluida en el Volumen III de Derecho Procesal Civil del mismo autor, pp.11 a 19
lógico jurídico asignado por la ley al juez ante los vacíos o defectos de las
disposiciones legales contenidas en el Código Procesal Civil.
Todo ordenamiento prevé los medios o los remedios aptos para extender la esfera de
lo regulado a la de lo no regulado. Desde una visión estática puede admitirse que un
ordenamiento jurídico no es completo; empero desde una perspectiva dinámica se
considera que el ordenamiento puede integrarse; esta función integradora de la ley en
el proceso ha sido atribuida al juez. Los métodos de la heterointegración y de la
autointegracíon24.son las maneras como un ordenamiento jurídico puede completarse,
La primera consiste en la integración llevada a cabo acudiendo a ordenamientos
diversos; o recurriendo a fuentes distintas de la dominante o norma incompleta. La
autointegración, por su parte, consiste en la integración llevada a cabo por el mismo
ordenamiento, en el ámbito de la misma fuente dominante, sin recurrir a otros
ordenamientos, o recurriendo mínimamente a fuentes distintas de la dominante.
El artículo III del Título Preliminar del CPC al establecer que en caso de vacío o
defecto en las disposiciones de este Código, se deberá recurrir a los principios
generales del derecho procesal y a la doctrina y jurisprudencia correspondientes, en
atención a las circunstancias del caso, se ubica dentro de los mecanismos de la
autointegración. En consecuencia, es deber del juez decidir el conflicto de intereses o
incertidumbre jurídica, incluso en los casos de vacío o defecto de la ley, situación en la
cual aplicarán los principios generales del derecho, la doctrina y la jurisprudencia, así
lo señala el inciso 4 del artículo 50º del CPC.
24
Bobbio Norberto: Teoría General del Derecho. Editorial Temis Bogotá 2002, pp.231-232.
Artículo IV.- Principios de Iniciativa de parte y de Conducta procesal.-
El proceso se promueve sólo a iniciativa de parte, la que invocará interés y legitimidad para
obrar. No requieren invocarlos el Ministerio Público, el procurador oficioso ni quien
defiende intereses difusos.
Las partes, sus representantes, sus Abogados y, en general, todos los partícipes en el
proceso, adecuan su conducta a los deberes de veracidad, probidad, lealtad y buena fe.
El aforismo romano nemo iudex sine actore que aún continúa vigente es el que
sustenta este principio por el cual el proceso por regla comienza por iniciativa de parte;
el juez no puede hacerlo de oficio. Desde este punto de vista se convierte en un sub-
principio del principio dispositivo.
En el proceso civil, este principio se halla consagrado en casi todas las legislaciones
del mundo. Sólo por excepción en algún proceso, se admite la promoción de oficio. En
nuestra legislación uno de estos casos es el dictado de medida cautelar innovativa en
el caso de la interdicción.: “Artículo 683.- Interdicción.- El Juez, a petición de parte, o
excepcionalmente de oficio, puede dictar en el proceso de interdicción la medida
cautelar que exija la naturaleza y alcances de la situación presentada.”
En virtud de este principio las partes y terceros están obligados a decir la verdad en
todos los actos procesales y en general en todo el decurso procesal; por este principio
se recusan las pruebas fraudulentas, los recursos temerarios, en suma, toda trampa
procesal; por ello y como muy bien lo advierte Devis Echandía, dentro de un proceso
inquisitivo y de una libre apreciación de la prueba, el juez está en mejor capacidad
para vigilar la actuación de las partes y hacer efectivo este principio de la buena fe, la
veracidad y la lealtad procesales26.
Desde que se proclamó la finalidad pública del proceso civil, se comienza a reclamar
de las partes una conducta adecuada a ese fin y a atribuir al juzgador mayores
facultades para imponer las reglas del juego limpio previstas en la ley: Los artículos
25
Reimundín Ricardo: "Derecho Procesal Civil. T.I, p..7, 1958
26
Devis Echandía, Hernando: Ob. Cit. 124.
52º y 53º del CPC contienen, respectivamente, las facultades disciplinarias y
coercitivas que permiten al juez hacer realidad el principio de conducta procesal.
El artículo 109º del CPC contiene el desarrollo normativo de los dos últimos párrafos
del artículo IV que comentamos. El mencionado artículo regula las conductas de las
partes, terceros, abogados y apoderados, exigiéndoles proceder con veracidad,
probidad, lealtad y buena fe en todos sus actos e intervenciones en el proceso
prohibiéndoles: a) la promoción de actos procesales sin fundamento, razón o motivo;
b) el empleo de expresiones ofensivas o imprudentes y en general, c) exigiéndoles
guardar el debido respeto al Juez, a las partes, terceros, abogados y a los auxiliares
de justicia. La trasgresión de estas reglas faculta al juez como director del proceso a
imponer al infractor una sanción patrimonial expresada en una multa no menor de
cinco ni mayor de veinte Unidades de Referencia Procesal, tal como lo dispone el
artículo 110º del mismo cuerpo normativo.
Como reflexión final, sin embargo, debemos admitir que un proceso contencioso;
pretensión y resistencia son posiciones sustentadas en fundamentos fácticos y
jurídicos, cada una respaldada por su correspondiente caudal probatorio. Demandante
y demandado, ejecutante y ejecutado cada uno sustenta su verdad, sin embargo, entre
ellos sólo uno está actuando con verdad; se afirma por ello que el derecho a la
defensa permite incluso la alegación de hechos falsos, presentados al proceso con
una indumentaria o revestimiento de veracidad, dejando al juez la responsabilidad de
decir su palabra oportunamente. El principio de moralidad no se agota con el deber de
veracidad, proscribe además otras conductas perniciosas como la temeridad, la mala
fe, debe tenerse en cuenta que el principio que comentamos trata de impedir que
aquellas conductas perjudiquen al justiciable o la justicia misma. Asegura al juez
contra el engaño y a la contraparte contra el perjuicio27.
27
Quintero Beatriz y Prieto Eugenio: Teoría General del Proceso. T. I. p. 107
Artículo V.- Principios de Inmediación, Concentración, Economía y Celeridad Procesales.-
El Juez dirige el proceso tendiendo a una reducción de los actos procesales, sin afectar el
carácter imperativo de las actuaciones que lo requieran.
Principio de inmediación.
Por el principio de inmediación el juez que pronuncia la sentencia debe ser la misma
persona física, o el mismo grupo de personas físicas (tribunal colegiado) que ha
recogido los elementos de su convencimiento, es decir, que ha oído a las partes, a los
testigos, a los peritos y examinado los lugares y objetos de controversia28. Por ello un
principio básico para la eficacia de este principio, su presupuesto, es el principio de la
identidad física del juez durante toda la actuación procesal probatoria. En el artículo
50º del Código Procesal Civil se ha tratado de preservar el cumplimiento de este
principio al establecer que “El Juez que inicia la audiencia de pruebas concluirá el
proceso, salvo que fuera promovido o separado. El Juez sustituto continuará el
proceso, pero puede ordenar, en resolución debidamente motivada, que se repitan las
audiencias, si lo considera indispensable.”
28
Chiovenda Giuseppe: Instituciones de Derecho Procesal Civil. Volumen 1. p.54.
29
Goldschmidt James: Derecho procesal Civil, p. 95.
Mario Alzamora Valdez30, por el principio de inmediación el juez no puede ingresar al
proceso sólo cuando hayan terminado las actuaciones y se halle en estado de
sentencia, es decir, cuando haya perdido su dinamismo. He aquí la importancia del
principio de inmediación que traduce la exigencia del mayor contacto del Juez con las
partes y con los hechos del proceso.
Principio de concentración
30
Alzamora Valdez Mario: Ob. Cit. P.289.
31
Devis Echandía Hernando: Teoría General del Proceso T.I. Editorial Temis. Pp 114
32
Ramos Méndez Francisco: Ob. Cit. p. 267.
33
Devis Echandía Hernando: Ob. Cit. pp. 114-115.
34
Véscovi Enrique: Teoría General del Proceso. p.60
legislación que consagra este principio exige: 1) Que las partes aporten todo el
material probatorio en un solo momento (los actos postulatorios como regla) 2º Deber
del Juzgador de interrogar a las partes sobre hechos aportados; 3º Deber de las partes
de presentar sus alegaciones en la misma oportunidad; 4º Deber del Tribunal de
recabar todas las cuestiones planteadas; 5º Deber del Tribunal de rechazar las
alegaciones extemporáneas e impertinentes; 6º Deber del Tribunal de sancionar las
dilaciones maliciosas; 7º Deber del Tribunal de impulsar el proceso de oficio; y 8º
Deber del Tribunal de no paralizar el proceso.35
Este principio surge del principio de economía procesal y tiende a evitar la dispersión
de los actos procesales propugnando que el proceso se realice en el menor tiempo
posible. Para esto la relación jurídico-procesal debe desenvolverse de modo
continuado, evitando como ya se dijo cuestiones accidentales que entorpezcan la
resolución del tema de fondo, limitando, con este fin, la posibilidad de interponer
recursos o promover incidentes.
En virtud de este principio debe tratarse de obtener el mayor resultado con el mínimo
de empleo de actividad procesal. La plasmación de este principio exige el rechazo
liminar de la demanda que no reúna los requisitos de ley; así se evita la pérdida
innecesaria de tiempo al proscribir actuaciones inútiles. Otra evidencia de este
principio es la acumulación de pretensiones para que en un mismo proceso se
resuelvan todas, se evita de este modo el inicio de procesos diversos para cada
pretensión.
35
Mario Alzamora Valdez Ob. Cit. P.289
36
Gimeno Sendra Vicente: Fundamentos del Derecho Procesal. Editorial Civitas S.A. Madrid 1981 p.232
plazos, el impulso de oficio con el consiguiente aumento de poderes del juez; la
supresión de incidencias y recursos que sólo tienen como fin dilatar el proceso.
El Juez debe evitar que la desigualdad entre las personas por razones de sexo, raza,
religión, idioma o condición social, política o económica, afecte el desarrollo o resultado
del proceso.
Principio de socialización
El principio de igualdad no sólo requiere que las normas, en abstracto, traten a todas
las personas por igual, sin discriminación injustificada, sino que los casos concretos
iguales reciban soluciones jurídicas iguales. Este principio implica en primer término
que toda persona tenga las mismas posibilidades de acceso a los órganos
jurisdiccionales, para disponer de una igual oportunidad de reconocimiento y tutela de
los derechos e intereses que haga valer. Es decir igualdad de trato en cuando a la
concesión de los derechos de acción y defensa en juicio37. En este sentido, explica
Alvarado Velloso38, que en el campo del proceso, igualdad significa paridad de
37
Ortells Ramos, Manuel: Derecho Procesal . Introducción. EDISOFER S.L.Madrid 2005, p.262.
38
Alvarado Velloso, Adolfo: Ob. Cit. p. 260.
oportunidades y de audiencia; de tal modo que las normas reguladoras de la actividad
de una de las partes antagónicas no pueden constituir, respecto de la otra, una
situación de ventaja o de privilegio, ni el juez puede dejar de dar un tratamiento
absolutamente similar a ambos contendientes. El principio de igualdad o socialización
del proceso no significa que en un proceso las partes sean iguales. Existe una
desigualdad intrínseca y funcional de las partes, y en general de los sujetos del
proceso.
Vicente Gimeno Sendra39, con muy acertado criterio puntualiza que ello no significa
que en todo proceso se instaure el contradictorio e igualdad de modo real, en estas
situaciones el séquito del proceso se produce en rebeldía, en otros casos con el
reconocimiento o allanamiento del demandado.
El Juez debe aplicar el derecho que corresponda al proceso, aunque no haya sido invocado
por las partes o lo haya sido erróneamente. Sin embargo, no puede ir más allá del petitorio
ni fundar su decisión en hechos diversos de los que han sido alegados por las partes.
Es una aforismo latino, que significa "el juez conoce el derecho"; como principio
procesal significa que el juez conoce el derecho aplicable por lo que resulta
innecesario que las partes prueben el contenido de las normas.
39
Gimeno Sendra Vicente: Ob. Cit. p.183.
40
Silva Vallejo, José Antonio: El artículo VII del Tìtulo Preliminar del Nuevo Código Civil: llave
maestra de la Teoría General del Derecho Civil y Procesal. Estudio incluido en La Ciencia del Derecho
Procesal del mismo autor pp 699-700.
Este principio proveniente del derecho romano, propugna que las partes se
limiten a probar los hechos, y no los fundamentos de derecho aplicables por ser el juez
quien debe aplicar el derecho que corresponda al proceso aunque no haya sido
invocado por las partes o lo haya sido erróneamente.
El profesor Adolfo Alvarado Velloso41 sostiene que el iura novit curia admite
tres matices: a) aplicar el derecho no alegado por las partes, si es que corresponde a
la relación litigiosa; b) aplicar el derecho correcto cuando fue erróneamente invocado
por las partes; y c) contrariar la calificación jurídica de los hechos efectuados por los
propios interesados. El principio iura novit curia no rige cuando los hechos no están
expuestos con claridad y el actor ha invocado norma jurídica fundante de su
pretensión. En tal caso el juez debe necesariamente estar a la calificación que el
propio accionante efectúa respecto de lo que pretende.
Es común afirmar que este artículo colisiona con el inciso 7 del artículo 424º del CPC,
en el que se establece que la demanda debe contener la fundamentación jurídica del
petitorio, en caso contrario aquella es declarada inadmisible y de no subsanarse la
omisión advertida la demanda es rechazada y archivada. Pues bien, el artículo VII del
TP al disponer que “El Juez debe aplicar el derecho que corresponda al proceso,
aunque no haya sido invocado por las partes o lo haya sido erróneamente” no
representa un caso de antinomia porque esta responsabilidad judicial es ejercida en el
momento de la formación del juicio jurisdiccional para el pronunciamiento de la
sentencia. Las responsabilidades o cargas de las partes deben ser asumidas por ellas
máxime tratándose de los actos postulatorios por lo que la fundamentación jurídica de
la demanda, en modo alguno podría ser asumida por el juez. Sobre el particular, el
Tribunal Constitucional ha establecido que el juez como director del proceso, identifica
la norma legal aplicable antes de emitir sentencia, lo que no implica, en ningún caso, la
modificación del objeto de la pretensión o de los términos de la demanda; es decir que
ello no puede suponer que funda su decisión en hechos distintos de los que han sido
alegados por las partes.42.
El acceso al servicio de justicia es gratuito, sin perjuicio del pago de costos, costas y multas
establecida en este Código y disposiciones administrativas del Poder Judicial."
41
Alvarado Velloso, Adolfo citado por José Antonio Silva Vallejo en la Ciencia del Derecho Procesal, p.
725.
42
Tal es el fundamento 2 contenido en la Sentencia del Tribunal Constitucional , expediente N.° 2094-2005-
PA/TC
Principio de gratuidad en el acceso a la justicia
En este primer momento, una las manifestaciones concretas está dada por el deber de
los jueces de facilitar el acceso de las partes al proceso, sin restricciones y de
interpretar con amplitud las leyes procesales en cuanto a la legitimación; el rechazo de
la pretensión postulada a partir de una interpretación restrictiva o formalista implica
una vulneración al derecho a la tutela judicial efectiva.
Las normas procesales contenidas en este Código son de carácter imperativo, salvo
regulación permisiva en contrario.
Las formalidades previstas en este Código son imperativas. Sin embargo, el Juez adecuará
su exigencia al logro de los fines del proceso. Cuando no se señale una formalidad
Principios de vinculación
En virtud de este principio los sujetos (juez, fiscal, partes, terceros y en general
todos cuantos tienen presencia en el proceso) del proceso deben someterse y actuar
con arreglo a las normas del Código Procesal Civil. La garantía de aplicación del CPC
tiene como sustento precisamente el principio de legalidad regulado en el inciso 3) del
artículo 139 de la Constitución Política del Perú, conforme al cual “Ninguna persona
puede ser desviada de la jurisdicción predeterminada por la ley, ni sometida a
procedimiento distinto de los previamente establecidos, ni juzgada por órganos
jurisdiccionales de excepción ni por comisiones especiales creadas al efecto,
cualquiera sea su denominación.”
Principio de formalidad
Significa que el conjunto de actos que integran el proceso debe realizarse no mediante
formas libres sino a través de las formalidades prescritas por la ley de acuerdo con
determinadas condiciones de tiempo y de lugar y de conformidad con cierto modo y
orden.
Los actos procesales están sometidos a reglas; unas generales y otras especiales
para cada acto en particular. Constituyen una garantía para la mejor administración de
la justicia y la aplicación del derecho, especialmente para la obtención de ciertos
valores que éste se propone, tales como la seguridad y la certeza.44
Si bien la regla es que las formalidades previstas en el Código Procesal Civil son
imperativas, ello no significa que el juez quede convertido en esclavo de aquellas, ni
mucho menos las formalidades pueden significar un obstáculo para el logro de
objetivos mayores, por lo cual corresponde al Juez adecuar su exigencia al logro de
los fines del proceso; efectivamente, la norma otorga al juez determinado margen de
discrecionalidad al disponer que “Sin embargo, el Juez adecuará su exigencia al logro
de los fines del proceso.”
De otro lado, debe tenerse en cuenta que ninguna ley regula el fenómeno socio-
jurídico de modo integral, entonces deben saber los sujetos del proceso que no todas
las formalidades procesales han sido previstas por el legislador, por ello, cuando no se
señale una formalidad específica para la realización de un acto procesal, éste se
reputará válido cualquiera sea la forma empleada, así lo señala el párrafo final del
artículo examinado. Como ya se indicó, esta parte del artículo nos remite al principio
de integración de la norma procesal (Art. III) que parte del reconocimiento de que el
ordenamiento jurídico en general y el procesal, en particular, no son íntegros; situación
que permite al justiciable y al juez emplear la forma que consideren adecuada para la
materialización de determinado acto procesal.
Sin embargo, el error existe desde que existe el hombre por lo que no puede
eliminarse esta posibilidad no deseada en el ejercicio de la función jurisdiccional. Aún
el más versado en derecho, comete errores que otro está llamado a corregir. Hay
mayor garantía de certeza cuando intervienen dos criterios distintos. Este principio de
las dos instancias fue consagrado definitivamente por la revolución francesa. Sus
orígenes se remontan a la última fase del procesalismo romano (cognitia
extroardinem) en la que se instituye el derecho a apelar las decisiones del iudex.
El inciso 6 de la Constitución Política del Perú preceptúa que la pluralidad de
instancias es un principio de la función jurisdiccional; del mismo modo el artículo 11º
de la Ley Orgánica del Poder Judicial señala que lo resuelto en segunda instancia
constituye cosa juzgada se infiere que los procesos deben verse sólo en dos
instancias.
CAPITULO 3: PRINCIPIOS SOBRE LA NULIDAD DE ACTOS PROCESALES
1. Principio de Legalidad.-
El primer párrafo del artículo 171 del CPC establece que “La nulidad se sanciona sólo
por causa establecida en la ley. Sin embargo, puede declararse cuando el acto
procesal careciera de los requisitos indispensables para la obtención de su finalidad.”
La regla es que la causa para sancionar la nulidad debe estar prevista en la ley; sin
embargo, en determinadas circunstancias y excepcionalmente, aun cuando la causal
no estuviera prevista en la ley puede declararse la nulidad cuando el acto procesal no
estuviera dotado de los requisitos necesarios para el logro de su finalidad.
.
2. Principio de trascendencia
Lo afirmado significa que la magnitud de la nulidad debe ser tal que no admita
convalidación o subsanación alguna, de otro modo la nulidad no debe prosperar.
Sobre el particular el artículo 171º del CPC establece que “Cuando la ley prescribe
formalidad determinada sin sanción de nulidad para la realización de un acto procesal,
éste será válido si habiéndose realizado de otro modo, ha cumplido su propósito.”
El maestro Jorge Carrión Lugo45 afirma que “este principio preconiza que no hay
nulidad si no hay perjuicio o daño. No basta la infracción de la formalidad, que sirve
para garantizar los derechos de las partes, sino que debe existir perjuicio de donde se
deduce que la nulidad sirve para corregir o remediar ese menoscabo.”
En efecto, el artículo 174º del CPC exige que quien formula nulidad tiene que
acreditar estar perjudicado con el acto procesal viciado y, en su caso, precisar la
defensa que no pudo realizar como consecuencia directa del acto procesal
cuestionado. Asimismo, acreditará interés propio y específico con relación a su pedido.
3. Principios de convalidación.
45
Carrión Lugo, Jorge: Tratado de Derecho Procesal Civil I. GRIJLEY, Lima 2000, p.392.
La directriz o fundamento en esencia no es otro que la necesidad de evitar la
declaración de nulidad de un acto procesal si este puede ser salvado mediante
ratificación.
La nulidad es una salida gravosa de la dificultad del vicio del acto procesal, situación
que conlleva a optar por su adopción sólo cuando el problema no admita una mejor
solución. Por ello es importante dejar establecido que no todos los requisitos de un
acto procesal tienen la misma importancia, se habla por ello de requisitos necesarios y
requisitos útiles.
Este principio está regulado en el artículo 172º del CPC, en los siguientes términos:
4. Principio de subsanación
5. Principio de integración
El problema está en determinar los tiempos en que el juez puede efectuar su labor de
integración. Sobre este tema la norma contempla dos supuestos: el primero está
referido al juez emisor de la resolución incompleta; el segundo, al juez superior.
Veamos cada uno de estos casos:
Primer caso:
Como resulta evidente, el plazo para recurrir la resolución integrada se computa desde
la notificación de la resolución que la integra.
Segundo caso:
Si el error no hubiere sido advertido por el juez de primera instancia o hubiere sido
advertido tardíamente, el Juez superior podrá integrar la resolución sólo si aquella
hubiere sido recurrida y siempre que concurran los supuestos previstos en la norma,
es decir, cuando se haya omitido pronunciamiento sobre algún punto principal o
accesorio y si la fundamentación aparece en la parte considerativa.
Esta facultad que la ley otorga al juez superior no es sino la aplicación complementaria
del principio de subsanación. El principio de integración importa, por ello un modo de
subsanación de los vicios contenidos en las resoluciones y por consiguiente una
manera de convalidarlas46.
46
Carrión Lugo, Jorge: ob. Cit. p.396
CAPITUL0 4: PRINCIPIOS PROBATORIOS
El núcleo de este principio radica en que la certeza no nace de una valoración parcial,
unilateral, fragmentaria o aislada de los elementos probatorios incorporados al
proceso, sino de una valoración conjunta.
En el artículo 197º del Código Procesal Civil se ha regulado que “Todos los medios
probatorios son valorados por el Juez en forma conjunta, utilizando su apreciación
razonada. Sin embargo, en la resolución sólo serán expresadas las valoraciones
esenciales y determinantes que sustentan su decisión.”
La formación del denominado juicio jurisdiccional a cargo del juez a efectos de emitir
su sentencia tiene como sustento el caudal probatorio aportado por las partes o
dispuestas de oficio. Esta operación de razonamiento lógico jurídico con la finalidad de
reencarnar el derecho exige del juez la aprehensión cognitiva del contenido probatorio
de modo congruente, lógico e integral.
Todos los medios probatorios admitidos al proceso conforman una unidad para su
valoración final; sin embargo, ello no importa la atribución de idéntico valor probatorio
a cada uno de ellos, por tal razón en el artículo 197º del CPC se ha subrayado que en
la resolución final sólo serán expresadas las valoraciones esenciales y determinantes
que sustentan su decisión.
Tal como lo refiere Juan Montero Aroca, fue Chiovenda el primero que se refirió al
principio de adquisición procesal, según el cual las actividades procesales son
comunes entre las partes. Se mantenga o no la teoría de la relación jurídica sobre la
naturaleza del proceso, no puede negarse que éste es una única relación y, por lo
mismo, los efectos de los actos procesales, independientemente de la parte que los
realiza, se refieren al conjunto del proceso.
De acuerdo con este principio el juez puede fundar su fallo en las pruebas aportadas
por cualquiera de las partes, sin importar quien la ofreció, actuó o produjo. Del mismo
modo, las partes pueden sustentar sus posiciones y defensas en los medios
probatorios existentes en el proceso, aunque estos hubieren sido aportados por la
parte contraria.
47
Montero Aroca Juan: La prueba en el proceso civil. Editorial Civitas S.A Madrid 1998. p.55.
Luego de producirse el emplazamiento del demandado con la demanda y sus
correspondientes medios probatorios así como la notificación de la contestación de la
demanda con sus respectivos medios de prueba; en aplicación del principio de
comunidad de prueba, no puede admitirse el desistimiento sobre los medios
probatorios, de formularse este pedido, debe ser declarado improcedente.
La prueba para ser válida o eficaz debe ser producida con audiencia o intervención de
de la parte contraria, para posibilitar el ofrecimiento de la prueba de descargo (derecho
a contraprobar) y garantizar así el derecho de defensa.
No hay proceso sin debate luego no hay prueba válida sin contradictorio. Toda prueba
se produce con injerencia y posible oposición de la parte a la que podría perjudicar;
por ello se sostiene que la actividad probatoria debe responder a la más amplia
audiencia y contradicción. Como lo dijimos antes, el principio de audiencia y
contradicción tiene por finalidad garantizar el irrestricto derecho de defensa.
Sobre el particular Devis Echandía48 sostiene que la parte contra quien se opone una
prueba debe gozar de oportunidad procesal para conocerla y discutirla, es decir, que
debe llevarse la causa con conocimiento y audiencia de todas las partes
48
Devis Echandía, Hernando: Compendio de la prueba judicial. T.1, p.49.
Tratándose de medios probatorios documentales obtenido ilícitamente la
cuestión probatoria a plantear es una tacha por nulidad, así lo establece el artículo
243º del CPC al disponer que “Cuando en un documento resulte manifiesta la
ausencia de una formalidad esencial que la ley prescribe bajo sanción de nulidad,
aquel carece de eficacia probatoria. Esta declaración de ineficacia podrá ser de oficio
o como consecuencia de una tacha fundada.”
49
Couture Eduardo: Ob. Cit. P.321.
CAPITULO 4: PRINCIPIOS PROCESALES NO REGULADOS
EXPRESAMENTE EN EL CODIGO PROCESAL CIVIL
1. Principio dispositivo
Son expresiones del principio dispositivo los siguientes aspectos del proceso civil: a) El
establecimiento de la relación procesal a instancia de parte; b) El objeto del proceso es
determinado por las partes, c) Los fundamentos fácticos y jurídicos de la demanda y la
contestación son propuestos por las partes, d) Corresponde igualmente a éstas
aportar los medios de prueba e) Las partes disponen libremente del litigio y tienen la
potestad de transigir el pleito, el demandado puede allanarse o reconocer la demanda,
ambos litigantes pueden desistirse de un recurso o de un medio de defensa pendiente
o abandonar instancias y sus recursos.
Dijimos que el proceso sólo puede iniciarse a instancia de parte; dos aforismos
romanos grafican esta peculiaridad del principio dispositivo: nemo iudex sine actore y
ne procedad iudex ex officio, es decir, no hay juez sin actor y el juez no procede de
oficio. El principio dispositivo encuentra plasmado implícitamente en el principio de
iniciativa de parte regulado por el artículo IV del título preliminar del CPC.
Finalmente en virtud de este principio son las partes las que determinan el thema
decidendum respecto del cual el juez limita su pronunciamiento a las alegaciones
formuladas por las partes en los actos de constitución del proceso (demanda,
contestación, excepciones, reconvención, y las respectivas absoluciones)50
2. Principio de publicidad
El principio de publicidad del proceso civil significa que las audiencias señaladas en el
proceso civil sean públicas, es decir, se permita el libre acceso de los ciudadanos a la
sala de audiencia, como ya se dijo se busca que los ciudadanos, en suma, el pueblo y
los medios de comunicación controlen la actuación de los órganos jurisdiccionales.
Textualmente el artículo 206 del CPC dispone que la audiencia de pruebas es única y
pública; en similar sentido y mediante regulación supletoria, el artículo 472 del CPC
50
Enrique Palacio Lino: ob. Cit. P. 65.
establece que para todos los efectos de su actuación, la audiencia conciliatoria se
regula por lo establecido para la audiencia de pruebas, en lo que fuese aplicable.
Sin embargo, las buenas intenciones de este principio encuentran una seria
restricción en la falta de condiciones adecuadas para el acceso del público a las
audiencias.
3. Principio de contradicción.
Según este principio todos los actos procesales deben ser de conocimiento de las
partes y éstas deben tener la oportunidad de pronunciarse sobre los mismos.
Subráyese que el núcleo de este principio es el derecho de las partes a tener
conocimiento de los actos acaecidos en el proceso, el mismo que es formalizado
mediante actos de comunicación (notificación); resulta irrelevante que las partes luego
de tomar conocimiento del acto, adopten una posición activa o pasiva.
4. Principio de preclusión
Con respecto al orden en que deben cumplirse los actos procesales existen, en la
legislación comparada, dos principios básicos: el de unidad de vista o de indivisibilidad
y el de preclusión52.
Por el principio de unidad de vista los distintos actos que integran el proceso no están
sometidos a un orden consecutivo estricto, de modo que las partes pueden formular
peticiones, defensas y proponer medios de prueba que no se hicieron valer en un
periodo anterior incluso hasta el momento en que el proceso está expedido para
sentenciar. En tanto que por el principio de preclusión53, que tiene su raíz histórica en
el proceso romano canónico, el proceso se está articulado en diversos periodos o
fases dentro de cada uno de los cuales deben cumplirse uno o más actos
51
Couture Eduardo: ob. Cit. P. 311.
52
Enrique Palacio Lino: Manual de Derecho Procesal Civil. Lexis Nexis, Abeledo Perrot Buenos Aires
2004, p.71
53
Enrique Palacio Lino: Ob. Cit. P. 71
determinados, con la consecuencia de que carecen de eficacia aquellos actos que se
cumplen fuera de la unidad de tiempo que les está asignada. De acuerdo con este
principio el proceso se divide en etapas cada una de las cuales cierra la anterior sin
posibilidad de replantear lo ya decidido
En el Código Procesal Civil este principio no está normado de modo expreso, sino a
través del conjunto de artículos que disciplinan la dinámica del proceso. Así tenemos
que: a) Las pretensiones sólo pueden ser planteadas en la demanda, en la
reconvención o sucesivamente a través de la inserción de pretensiones postuladas por
terceros (intervención excluyente principal, aseguramiento de pretensión futura); b)
Los medios de prueba sólo pueden ser ofrecidos con la presentación de la demanda,
las cuestiones probatorias, las excepciones y con sus respectivas absoluciones, y no
en cualquier momento como sucedía con el Código de Procedimiento Civil ya
derogado, tratándose de medios probatorios privilegiados.
5. Principio de eventualidad
Este principio tiene por finalidad, eliminar todo hecho incierto o contingente, evitar
acontecimientos imprevistos al exigir a las partes a ofrecer sus medios probatorios en
los actos postulatorios. Está vinculado al principio de buena fe procesal. El deber de
decir la verdad determina el deber de acreditarla oportunamente. En la evolución del
Derecho Procesal, este principio cobró auge a partir del momento en que dejó de
concebirse el proceso como un derecho privado, exclusivo de las partes, en el cual el
Juez era sólo el árbitro y las partes podían hacer gala de todas sus argucias,
artimañas, argucias y “destrezas” contra el adversario para confundirlo; y desde que
se proclamó la finalidad pública del proceso civil, comienza a exigirse en los litigios
una conducta adecuada a ese fin y atribuir al juzgador mayores facultades para
imponer el juego limpio55.
6. El principio de inmaculación
Este principio está contenido en diversos artículos del Código Procesal Civil,
particularmente en los incisos 1 y 2 del artículo 51 de acotado código en los que se
establece que los Jueces están facultados para: 1. Adaptar la demanda a la vía
54
Goldschmidt James: Ob. Cit. p.85.
55
Vèscovi Enrique: Teoría General del Procesal, p. 64.
procedimental que considere apropiada, siempre que sea factible su adaptación y 2.
Ordenar los actos procesales necesarios al esclarecimiento de los hechos
controvertidos, respetando el derecho de defensa de las partes.