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Análisis de película “7 años”

Autores:
Liveshka Aliaga
Franchesca Arroyo
Fernanda Hueichapán

Profesor:
Ernesto Enrique Morgado

Fecha:
19 de abril, 2019
El conflicto es un fenómeno que cuenta con una comprensión dual en el mundo: por un lado, es
considerado como una oportunidad de crecimiento, por otro, como un mal que se debe erradicar.
Considerando ambas posturas, no hay que dejar de evaluar la capacidad que tienen hoy en día
ciertas disciplinas y/o métodos que ayudan a sobrellevar estos conflictos desde una perspectiva
que busca evitar la violencia. Uno de los procesos que tiene como función principal la resolución
de conflictos es la mediación: “Etimológicamente, mediar es interceder o rogar por alguien;
también significa interponerse entre dos o más que riñen procurando reconciliarlos y unirlos en
amistad” (Gozaini, O citado por Alliende, L., 2002, p. 11). Es aquí en donde aterrizan
profesionales provenientes de diversas disciplinas, como lo puede ser el trabajo social, el
derecho y la psicología. Esta última se destaca en el trabajo por su capacidad dentro de la
disciplina misma al manejo de emociones facilitando la comunicación y la gestión de un
conflicto, permitiendo entonces generar el espacio, las condiciones y las oportunidades para
llevar a cabo una pacífica negociación de intereses.
Los principios que tienen este proceso se basan en promover la colaboración de las partes
participantes, manteniendo siempre una postura imparcial, neutral y confidencial, teniendo
como pilar fundamental del método la lealtad, el respeto y la buena fe. Estos principios se ven
reflejados en José Veiga quien es el mediador dentro de la película ‘’7 años’’ cuya trama se basa
en el proceso de mediación realizado a un grupo de 4 personas quienes trabajan en conjunto en
una empresa y se ven envueltos en una problemática legal por la evasión de impuestos y lavado
de dinero, este delito tendría como consecuencia 7 años de cárcel, por lo que le solicitan a José
que logre intermediar entre ellos para decidir cuál de los cuatro pagará con prisión. Durante el
largometraje logramos identificar diversas técnicas que utiliza José a lo largo de este proceso,
las cuales se especificarán en el presente ensayo, sin embargo, nos detendremos principalmente
en la intervención del ajedrez, metáfora que utilizaremos para referirnos a cada uno de los
personajes en esta problemática, pues, cada pieza representa la propia identidad de las partes
involucradas.
José solicita situar el tablero de ajedrez en el medio de la mesa, con la finalidad de obtener
información implícita de los participantes, quienes se identificaron con la función de cada pieza
en el juego estratégico, haciendo alusión al cargo que realmente representaban en su propia
empresa. Resulta entonces que Verónica, quien es la contadora de la empresa corresponde a la
pieza del caballo blanco; Marcel, el director general corresponde a la torre blanca; Luis
encargado de la tecnología, corresponde al alfil negro y Carlos jefe de cuentas a la torre negra.
Desarrollando la idea de las piezas en el juego de ajedrez, el inicio de la partida comienza con
el movimiento de una figura blanca que en este caso corresponde al caballo elegido por
Verónica. El caballo blanco pertenece a una pieza menor que tiene un movimiento semejante a
una “L” y que, a diferencia de otras, puede saltar piezas intermedias; estas características las
podemos relacionar con la iniciativa que tuvo Verónica de crear una forma de saltarse las leyes
evadiendo los impuestos para no perder los ingresos que ganaba en la empresa. El alfil negro es
otra pieza menor el cual se mueve en diagonal, sin poder saltar figuras intervinientes y
capturando el lugar ocupado por la pieza adversaria, lo cual también se relaciona con la expertiz
de Luis en tecnología logrando capturar el alza de la empresa con su invención de un software
innovador y limitando su labor, al igual que el movimiento del alfil, a solo encargarse de esa
área. Sin embargo, este juego de mesa tiene dos piezas mayores, las cuales se observa que
corresponden a las figuras elegidas por dos integrantes de la empresa, la torre blanca (Marcel)
y la torre negra (Carlos). La torre se caracteriza por su alto valor estratégico y táctico, el cual se
refleja en el rol que ambos cumplen dentro de la compañía, siendo los personajes encargados de
conseguir y mantener una red de contacto con los clientes teniendo como virtud el poder de
convencimiento o “don de la palabra’’.
Al mediador se le asignará el rol de peón dentro del juego de ajedrez, debido a que ésta se
encarga de facilitar la jugada entre las piezas participantes, y a final de cuentas es el alma del
ajedrez, pues si bien no está facultado para tomar decisiones durante el proceso, las otras piezas
acuden a él porque asumen que sin su participación la resolución en el juego se complicaría aún
más.
El rol del peón consiste en ayudar a identificar y distinguir las posiciones de intereses que tiene
el caballo blanco, el alfil negro, la torre blanca y la torre negra, promoviendo la movilización de
las figuras dentro del juego, generando nuevas opciones que los lleven a encontrar la jugada que
les permita llegar a la solución de su problemática. El perfil de esta figura no debe favorecer a
ninguna de las partes en especial, siendo imparcial, neutral y objetivo. Con respecto a este punto,
consideramos que el peón no fue claro en su principio ético, dado a que no expresó el hecho de
que aceptar el contrato para trabajar dentro de la empresa no influiría en el compromiso durante
el proceso de mediación. Otra característica necesaria con la que cuenta el peón es la creatividad
para enfrentarse a distintas situaciones, utilizando además la flexibilidad para moverse de una
idea a otra, facilitando el proceso de cambio. Esto se ve reflejado en sus habilidades
comunicacionales, como se observa en la metáfora de la naranja, donde el peón aclara que no
todas las piezas quieren lo mismo o al menos, no tienen los mismos motivos para elegir un sorteo
como jugada, puesto que “no hay perdedores, pues todas las partes ganan, ya que ellos acuerdan
lo que más beneficios les aporta”. (Área de Psicología y Mediación del Colegio Oficial de
Psicología de Andalucía Occidental, s.f., p.2). Una última habilidad que apreciamos dentro del
proceso consiste en la capacidad del peón para focalizar, conducir y reconducir las jugadas que
le permiten observar el equilibrio de las piezas, mantener su interés y motivación ante el timming
que desarrolla el peón, el cual posibilita que la jugada ganadora se pueda resolver en una sesión.
El proceso que se desarrolla en el largometraje pasa por distintas etapas, “estas etapas o fases se
llevan a cabo de manera incierta a lo largo del transcurso de la mediación, este proceso varía
con respecto a la duración y el tiempo. Puede ir desde un encuentro hasta un aproximado de tres
a cinco encuentros” Llona, S. (2003). Hay que tener en cuenta que cada proceso de mediación
es distinto, pues tanto el contexto como sus participantes y necesidades varían, es por ello que
a lo largo de esta película nos enfrentamos ante una circunstancia donde muchas etapas son
difíciles de evidenciar, debido al carácter urgente y poco tiempo con que estas piezas contaban,
ciertas etapas se ven interrumpidas u omitidas.
El primer momento que se logra apreciar es la contextualización que realiza la torre blanca
indicando al peón la problemática en la que se encuentran las piezas, el cual corresponde a la
premediación debido a que todas las piezas tenían claro el proceso y cómo este se llevaría a
cabo. Iniciando este proceso (primera etapa) se puede evidenciar que el peón comienza su
discurso indicando cuales son las condiciones para desarrollar de manera óptima el transcurso
del juego, clarificando su rol dentro de este como mero facilitador de una comunicación efectiva
que debe caracterizarse por la escucha respetuosa y evidenciando el carácter voluntario que
posee el proceso. Ante la consigna del deseo de continuar en esta jugada, el peón procede a la
etapa dos, caracterizada por la comprensión de las perspectivas de las partes , para ello decide
utilizar el mismo tablero de ajedrez en donde cada pieza da a conocer el rol que cumple el
compañero en la jugada, lo cual permite clarificar la historia; aquí el peón cumple un papel
fundamental, pues a través de un rol más activo se encarga de motivar a cada pieza a defender
su posición, impidiendo que reserven opiniones propias o respecto del otro, permitiendo avanzar
sobre temas principales y dar paso a una tercera etapa denominada clarificación de intereses y
necesidades. En esta instancia el peón con la intención de identificar la posición que tiene cada
pieza, otorga un espacio de diálogo para que ellos mismos indiquen sus argumentos y de esta
forma logren evaluar la figura que no es indispensable dentro del tablero. A continuación, se da
inicio a la votación que corresponde a la cuarta etapa, caracterizada por la generación de
opciones en donde ocurre un empate entre el alfil negro y la torre blanca obteniendo dos votos
cada uno, en consecuencia, las piezas involucradas comienzan a proponer alternativas,
iniciándose una negociación interna. Esto produce una disputa entre el alfil negro, el caballo
blanco y la torre negra contra la torre blanca, y es en este momento donde interviene el peón
recalcando que todas las piezas deben estar de acuerdo para continuar con la mediación.
Finalmente, las piezas acceden al acuerdo, el cual se define como “aquel que satisface los
intereses legítimos de ambas partes dentro de lo posible, que resuelve los conflictos con interés
de equidad, que es durable, y que tiene en cuenta los intereses de la comunidad” (Entelman, R.,
2002, p. 25), reflejándose así la quinta y última etapa del proceso de mediación.
Si bien existen diversos manuales que indican cómo llevar a cabo una resolución de conflictos,
es fundamental destacar que no cualquiera puede ejercer este rol, pues además de necesitar
diversas habilidades como lo es el manejo de las emociones, la escucha activa, el mantener una
comunicación efectiva, entre otros, también la persona debe saber cómo adecuarse a diversos
contextos, pues cada proceso es distinto y posee una problemática única con personalidades
propias. En la película “7 años”, si bien finalmente se llega a un consenso, Marcel recibe una
llamada final donde le informan que ya no era necesario tomar el acuerdo de “sacrificio” entre
cada pieza, lo que lleva a suponer que quizás el trabajo del peón fue en vano, sin embargo, una
de las últimas imágenes mostradas en el largometraje evidencia que esto no es así. Un tablero
de ajedrez sobre la mesa y cuatro piezas en disputa, con sus “1 y 0” planteados a través del
sistema binario en cada esquina de este; a su vez cuatro personas, quienes a lo largo del proceso
de mediación lograron conocer el real valor que cada uno tenía tanto en la empresa como
también en la percepción misma de sus compañeros. Se les solicita retomar sus actividades con
normalidad el día lunes, fingiendo que todas las jugadas llevadas a cabo durante el ejercicio
realmente no afectarían en sus relaciones. Sin embargo, luego de una mediación, si bien nadie
debe perder y todos deben ganar, es un proceso de cambio y evolución, que impide que el
sistema funcione como antes.
Referencias

Alliende, L. (2002). El proceso de Mediación. Santiago de Chile: Editorial Jurídica de


Chile.

Área de Psicología y Mediación del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía


Occidental. (s.f.). Psicología y Mediación. Rescatado de:
http://copao.cop.es/files/contenidos/documentos_interes/area_mediacion/Documento_Psicolog
ia_y_Mediacion_docx.pdf

Entelman, R. (2002). Teoría del conflicto: hacia un nuevo paradigma. España:


Editorial Gedisa.

Llona, S. (2003). Manual de Mediación Familiar. Santiago de Chile: Universidad


Católica Silva Henríquez, Capítulo 5.

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