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Universidad de Oriente. Núcleo Sucre. Depto. Filosofía y Letras. Centro de Estudios Caribeños.
Esta tríada constitutiva de la subjetividad se encuentra presente en la obra de Poreda por cuanto su
narrativa va configurando metáforas y registros de voces plurales en torno a una misma experiencia.
Asimismo, el yo se narrativiza como una memoria activa que va articulando percepciones, recuerdos
y sentimientos.
En cuanto a la construcción de las identidades a través de las diferencias, tenemos como
ejemplo los relatos sobre los otros en “Dioses marinos, sirenas y piratas. Largo viaje desde
München”, relato contenido en El paraíso prestado (2013). (Leer fragmento, pág. 186).
Otra articulación posible de la subjetividad en la narrativa de Poreda se manifiesta en ese intento del
personaje Dorly, de comprender al otro, en la reapropiación de la voz ajena en un plano de
valoraciones, de acentuaciones ideológicas propias, quizás distintas a las previstas por quien las
enuncia. (Ver pá. 145) en Voces de agua. Lo que dice Mutti.) Aquí, se describe la hora azul como
una metáfora del Caribe.
La pluralidad de voces es clave en esta narrativa porque la voz es una noción relevante para
comprender su perspectiva subjetiva puesto que es portadora de sentidos de la existencia.
El tejido narrativo de El paraíso prestado da cuenta del oficio creador de la escritora como
dadora de vida de las muchas palabras que le acontecen y sirven para articular la subjetividad en
escenarios caribeños: la voz narrativa que artiucla las experiencias es una colmada de encuentros y
desencuentros con eso que llaman: “vivir”, y que yo no quisiera reducir a las cuatros paredes del
sustantivo, es decir, a la vida. Esto es: vivir a vida, una sutil diferencia de convocatoria existencial.
Vivir es acción coraje y la vida aquello que resignadamente ocurre.
La lectura del vivir, de la palabra coraje contiene lo que DinaPiera Di Donato en el prólogo de
Divago Mundi (2009), de Poreda ya advertía de la presencia de “miradas que se disparan desde un
personaje central amenazado y liberador […] que se disemina entre narradores que padecen, vacían
y rellenan identidades”(5). Esta es la Anna Blume de Divago Mundi.
Así pues, ante El paraíso perdido. WORTER,vuelvo a encontrarme, mucho más personal e
insospechada, esta palabra coraje que atiza la hoguera de las memorias perdidas y hace resonar el
eco perdido de las voces que le han contado, la han contado y desde las cuales buscará contarse.
Decía Di Donato que leer a Poreda, la situaba en el diálogo con otras épocas y consigo misma, en el
sitio del arte que cumple con un acto reflexivo necesario para configurar un imaginario como punto
de expansión. Este imaginario es la suma de las metáforas del Caribe, la cotidianidad hecha palabra
para significar el mar, el trópico, a los otros y , desde luego, entablar ese diálogo literario con la vida
en el que algún momento ha de responder a la eterna interrogante humana: ¿Quién soy? Creo que
El paraíso prestado WÖRTER, fue en este caso, fue la respuesta.
Hablar de préstamos y paraísos es convocar los muchos sentidos de la palabra viva, esa que se
concreta en los relatos. Es conjurar la multiplicidad de vidas, de historias como la de Dorly, la de Elli,
la de Mutti con el deseo de sentar una arquitectura de lo vivido. Desde la primera lectura, quizá el
lector pueda pensar que “El paraíso prestado. WÖRTER”es un viaje al pasado de Dorly, y de cierta
manera lo es pero, también es un encuentro con un universo íntimo de palabras y texturas, una
polifonía de voces que van conformando la memoria de Dorly. Podríamos hablar del personaje
memoria, que no es singular sino plural. Un pluralismo de voces desarraigadas del que emerge
encendido el verbo: “amandoescribiéndote” (57) y que deja colar a ratos una suerte de alquimia de
las palabras para poder nombrar lo vivido.
En el paraíso perdido. WÖRTER, la palabra escrita abre y cierra ciclos de vida, de entrada y
salida de personajes, de lugares e historias de vida. Por ejemplo, la historia de Bert, una oda a los
sueños no realizados, la reticencia ante las preguntas de Dorly era también la firme convicción de
que remover el pasado era un gesto vano y estéril. Otro ejemplo, la historia de Elli, signada por lo
fatídico pero también por la perenne esperanza de que la próxima vez sea la mejor y definitiva
oportunidad de ser feliz.
Decía al inicio de estas palabras que la literatura y la vida dialogan en la búsqueda de una
respuesta. Así, dejemos a Dorly responder: ¿Quién soy?“Soy las palabras perdidas de la niñez.
Soy Elli.SoyMutti. Soy Bert. Soy Dorly. Soy aquella que habla por todos. Soy todos los que
hablan por mí. Soy el cochero de mis caballos alados. Los caballos de mi carro soy. Dorly.”
(161).
En El paraíso prestado, en el que también está presente una metáfora del mar que culmina
con una sentencia: “El mar tiene sus propias reglas y ningún mortal, ni unos dioses menores como
nosotros, podía preservarse de ellas” (190).
Sobre la metáfora como posible articulación de la subjetividad, hay autores que reivindican el
poder de la metáfora de decir algo sobre la realidad como Ricoeur quien en su tratado sobre la
metáfora viva destaca que el potencial operativo va más allá del plano lingüístico y esto se revela su
capacidad de re-ordenar la realidad para producir otros sentidos.
“La metáfora “pone ante los ojos” porque “significa cosas en acción”; y continúa:
[…] La Poética se hace eco: “se puede imitar narrando o presentando todos los
personajes como actuando […] como en acción…Presentar a los hombres
<<como actuando>> y todas las cosas <<como en acción>>, puede muy bien ser
la función ontológica del discurso metafórico. En él, cualquier dormida
potencialidad de existencia aparece como manifiesta, cualquier capacidad latente
de acción como efectiva […] La expresión viva es lo que dice la existencia viva”
(66).
IV.-HOSPITALIDAD
“Pues eres mi antiguo huésped paterno, porque el divino Eneo hospedó en su palacio al
eximio Belerofonte, le tuvo consigo 20 días y ambos se obsequiaron con magníficos presentes de
hospitalidad […] Soy por consiguiente tu caro huésped en el centro de Argos y tú lo serás mío en la
Licia cuando vaya a tu pueblo. En adelante no nos acometamos con la lanza entre la turba […] Y
ahora troquemos la armadura a fin de que sepan todos que de ser huéspedes paternos nos
gloriamos” (154).
BIBLIOGRAFÍA
POREDA, Doris (2009) Divago Mundi. Cumaná: Publicaciones de la Universidad de Oriente. Núcleo Sucre.