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La corrección del texto científico Clase 7

LA CORRECCIÓN DEL TEXTO CIENTÍFICO

7.1. La corrección de textos


Como dijimos en la clase 2, el texto (del latín textus, tejido) es un entramado que se percibe como un
todo y suele ser descripto de acuerdo con tres características: la cohesión, la coherencia y la adecuación.
La cohesión es un fenómeno de la superficie del texto que se manifiesta en el nivel gramatical o
morfosintáctico, pero también en el nivel léxico, por medio de, por ejemplo, repeticiones de palabras o
correferencias, como se ve en:
Las enfermedades lisosomales son trastornos hereditarios que se producen por la incapacidad
de degradar las macromoléculas por un defecto funcional específico. Esta disfunción provoca la
acumulación de macromoléculas en el lisosoma y ella es la causa de la enfermedad.
En este texto, el término disfunción remite claramente a defecto funcional específico, en tanto el pronombre ella refiere a la
disfunción.
La coherencia es un fenómeno más profundo que se manifiesta sobre todo en el nivel de las relaciones internas entre las ideas
y entre las partes. Como se ve en el siguiente texto, la coherencia viene dada, por ejemplo, por el uso de conectores
apropiados:
Los lisosomas fueron descubiertos por De Duve, pero la relación que existe entre los lisosomas y las
enfermedades de almacenamiento fue establecida por Hers (1965) cuando demostró que el déficit de la
enzima maltasa ácida (á-glucosidasa) provocaba la acumulación de glucógeno en el interior de los lisosomas
en los pacientes que padecían la enfermedad de Pompe (Glucogenosis Tipo II).
La adecuación, finalmente, es un fenómeno que se manifiesta en la relación del texto con su entorno, tanto textuales (los
otros textos del mismo tipo, la historia y la tradición de esos textos) como no textuales (la relación de ese texto con los
lectores, la pertinencia de ese texto en determinado ámbito, la relación de ese texto con la realidad histórica y social).
De manera que corregir un texto, cualquiera sea, requiere de quien lo corrige distinto tipo de competencias: gramaticales,
textuales y culturales.
Las competencias gramaticales se refieren, básicamente a la normativa. En principio, la ortografía de las palabras puede
buscarse en la Ortografía de la lengua española de la RAE y en el propio DRAE en línea (www.rae.es).

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Como puede verse en la imagen 1, el óvalo verde enmarca el campo en el que debe escribirse la palabra cuya definición se
busca o de cuya ortografía se duda. En caso de haber escrito incorrectamente la palabra, aparecerá una leyenda que dice “X no
está registrada en el Diccionario”, y se ofrecerá un listado de palabras cercanas desde el punto de vista ortográfico (ver imagen
2).

Imagen 1. Sitio de la RAE (rae.es)

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Imagen 2. Lo que muestra el sitio cuando la palabra está mal escrita

El óvalo rojo de la imagen 1, por su parte, muestra la herramienta que ofrece la RAE para informarse acerca de cuestiones más
gramaticales: el Diccionario panhispánico de dudas. Por ejemplo, puede buscarse en la entrada correspondiente a plural cómo
se pluralizan las construcciones formadas por dos sustantivos, como en caso de hora clave (ver imagen 3).

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Imagen 3. Diccionario panhispánico de dudas

Con respecto a las competencias textuales, el investigador que escribe, por el solo hecho de estar expuesto a textos similares
a los que escribe en su disciplina, debe tener un conocimiento profundo de las reglas textuales. En otras palabras, debe manejar
los formatos o géneros correspondientes en términos de su organización, sus requisitos y también sus restricciones. Por eso,
deberá atenerse a los usos definidos por la tradición académica en el ámbito lingüístico (para nosotros, el español), en el ámbito
cultural (América Latina, España) y en el ámbito de la especificidad (la sociología, la física, la medicina, la historia, la ciencia
política, la literatura) de que se trate.

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Finalmente, las competencias culturales restringirán la selección de opciones disponibles, desde el reemplazo de una palabra
por otra para conseguir univocidad o porque es el término seleccionado por una determinada teoría para nombrar el fenómeno,
hasta la selección de una forma activa o de una pasiva en términos de los usos propios de esa doxa o colectivo disciplinar. Esto
implica que, para corregir de manera eficiente, deberá sumergirse en el universo discursivo y temático instaurado por el texto:
un universo disciplinar determinado.

7.2. Errores e inapropiaciones en los distintos niveles y dimensiones de los textos


Si utilizamos un criterio de corrección que se fundamente en el uso y el consenso de la mayoría de los hablantes, podríamos
analizar casos en todos los niveles del discurso escrito:

7.2.1. Ortográfico
Se han suprimido las tildes en monosílabos como ‘fue’ o ‘dio’ o en el caso de los demostrativos como “este” y “aquellas”.
Por el contrario, propuestas de reformas ortográficas amplias, como la que en algún momento elaboró
el escritor colombiano Gabriel García Márquez, son rechazadas de plano por la mayoría de los
estudiosos. Parece claro que un cambio de ese calibre dejaría analfabetas a dos generaciones y da la
impresión de que solo se lograría generar una situación de caos. En efecto, cambios como los que se
exponen más arriba (las tildes de dio, fue, vio, fe) todavía hoy, a cincuenta y cinco años de haberse
promulgado, no están definitivamente establecidos.
En todo caso, se percibe hoy una actitud cauta y razonable de las academias de la lengua, que van aceptando cambios de
manera paulatina.

7.2.2. Morfosintáctico
Han de observarse los usos de las formas desagentivadas con se: corresponde que el verbo aparezca concordado con el sujeto
cuando hay sujeto, como ocurre en Se pueden ver los nuevos resultados (donde los resultados es sujeto), pero no cuando el
sujeto no existe, como en Se cuenta con los resultados (donde los resultados es término de complemento preposicional y no
sujeto).

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7.2.3. Léxico
Hay algunas comunidades que parecen más lábiles para el ingreso de términos extranjeros y otras que resultan más
resistentes, aunque todas tienden a utilizarlos en caso de que no tengan un signo con significado
equivalente en su propia lengua. En general, los términos de la ciencia son bastante específicos y
deben utilizarse de manera precisa. De cualquier manera, si un término existe en español no es
necesario crear un neologismo para reemplazarlo.
Ahora bien, cuando es necesario crear un término para rotular un nuevo fenómeno o una nueva
tecnología, el universo científico suele seleccionar palabras en latín o en griego para generar el
neologismo.

7.2.4. Pragmático
En términos pragmáticos, el concepto fundamental de corrección se relaciona, como planteamos más arriba, con la adecuación.
Ahora bien, para completar el concepto de adecuación, es necesario hacer referencia a la variación diatípica, es decir, a la
variación o tipo de lenguaje que se usa en cada circunstancia particular, de acuerdo con las condiciones de esa circunstancia.
Las tres dimensiones fundamentales de esta variación son: el campo del discurso, el modo del discurso y el tenor o tono del
discurso1.
El campo del discurso es el resultado de los objetivos del hablante, de qué se trata ese intercambio, lo que está pasando con el
lenguaje. Esto incluye el tema, el tópico y un objetivo inteligible. Los ámbitos de la especialización –es decir, el científico, el
técnico– están relacionados con los campos y, en ese caso, tendremos una variedad de español técnico. Cada autor considerará
si es oportuno incluir una frase más coloquial en su discurso científico o no. Como vimos en la clase 6, algunos textos
académicos eligen introducir frases muy conocidas socialmente para conseguir un título impactante y atractivo.
El modo del discurso refleja la relación lingüística existente entre el hablante y el medio por el que
produce el discurso: oral o escrito. Pero no se acaban aquí las especificaciones: puede hablarse de
discurso espontáneo o preparado, como podría ser la conferencia, discurso escrito para ser leído (sobre
esto hablamos en la clase 3).
La relación entre el hablante y su audiencia es lo que se llama tono o tenor del discurso. En este sentido,
podemos describir un eje personal, desde el más formal hasta el más informal o familiar. Pero también

1
Halliday (1982) lo llama tenor y no discrimina entre distintos tenores. Gregory y Carroll (1978) lo llaman tono y reconocen el interpersonal y el funcional.

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podemos describir un eje funcional, lo que se intenta producir mediante el discurso: enseñar, convencer, entretener, controlar,
etcétera.

RECREO

Un dato sobre el lenguaje: http://www.fundeu.es/recomendacion/porque-porque-por-que-y-por-que-935/

7.3. Opciones en la escritura


7.3.1. La paráfrasis

La paráfrasis es una forma de reescritura de un texto que lo transcribe de manera más clara
y tal vez más didáctica. En sentido estricto, paráfrasis es la explicación del contenido de un
texto, para aclararlo en todos sus aspectos, y facilitar su comprensión. De hecho, la
etimología griega del término lo sugiere: παρά, junto, al lado de, y φράσις, locución.

En el discurso académico, la paráfrasis suele usarse para reformular lo que se ha dicho de


alguna manera más comprensible para el lector, que puede ampliar explicando o reducir
definiendo. Como vimos en el módulo ocho, algunos marcadores son básicamente
parafrásticos: tal es el caso de algunos reformuladores. En efecto, los autores usan es decir
o esto es, por ejemplo, para introducir una paráfrasis de lo que se acaba de postular:

(1) Uno de los conceptos básicos que sostiene Pustejovsky es el de infraespecificación, o sea, la falta de información
específica con que cuentan las entradas léxicas y que les permite componer su sentido en contexto.

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(2) Adverbios como súbitamente son sólo compatibles con verbos puntuales, es decir, con los logros.

Como se ve, en el ejemplo 1 hay una expansión explicativa, mientras que, en el 2, se le da nombre a lo expuesto en el primer
segmento.

Ahora bien, la paráfrasis puede consistir en la sustitución de algunas palabras por sinónimos; pero también puede consistir en el
cambio de las construcciones o estructuras y, desde luego, en ambos cambios.

Así, algunos términos pueden ser reemplazados por sinónimos o por hiperónimos (palabras cuyo significado encierra el
significado de otras, tal cual ocurre en la relación entre flor y amapola), como en 3:

(3) En definitiva, la Revolución Francesa no es sino un conflicto social y político que convulsionó Francia a fines del siglo
XVIII.

donde conflicto es, sin dudas, un hiperónimo para revolución.

En otros casos, se hace un cambio de construcción verbal a construcción nominal, por medio de una nominalización, como en 5,

(4) La Revolución Francesa convulsionó Francia y otras naciones y produjo un cambio de paradigma.

(5) Esta convulsión de Francia y de otras naciones produjo un cambio de paradigma.

donde el verbo convulsionó de 4 se transforma en el sustantivo convulsión. Pero también se podría dar:

(6) El ámbito convulsionado no se restringe a Francia

donde el adjetivo convulsionado remite a ideas expuestas antes en el texto.

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7.3.2. Las nominalizaciones

Definidas como sustantivos deverbales, las nominalizaciones son descriptas por Halliday y Martin (1993)
“como ‘compactos’ o ‘condensados’ lingüísticos, en los que procesos verbales son recategorizados como
objetos mediante su transformación en sintagmas nominales complejos”. O bien, en los términos de
Halliday y Martin (1993), como metáforas gramaticales, desde el momento en que las situaciones que son
típicamente representadas por medio de los verbos pasan a ser representadas por los sustantivos y, en
consecuencia, los procesos que no son objetos pasan a ser metafóricamente objetivados. Así, de una
oración como 7

(7) El clínico determinó el flujo inspiratorio.

se obtiene la frase de 8

(8) La determinación del flujo inspiratorio por el clínico.

Desde luego, las nominalizaciones pueden heredar los argumentos del verbo, o sea, el sujeto y el objeto directo –que, por
razones gramaticales, se convertirá en un sintagma dominado por una preposición–, como queda claro en 9,

(9) Determinación del flujo inspiratorio por el clínico

En 9, el clínico es el sujeto realizado por medio de una construcción o sintagma de preposición. Sin embargo, es sumamente
frecuente que tal complemento aparezca elidido, sin que esa elipsis afecte la gramaticalidad del enunciado (Di Tullio 1997,
García Negroni et al. 2005), como sucede en 10.

(10) Determinación del flujo inspiratorio

Para decirlo de otro modo, la nominalización suele concentrar ideas expuestas anteriormente en el texto y presentarlas sin
demasiados datos, como se ve en el siguiente caso 11.

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(11) El viaje no resultó fácil para nadie, de hecho hubo conatos de amotinamiento, pero gracias a la
presencia y las dotes de mando de Martín Alonso Pinzón se consiguió resolver estas situaciones. Cuando ya
se habían agotado todos los cálculos y previsiones realizadas por Colón, se oyó desde la Pinta el famoso
grito de Rodrigo de Triana «¡Tierra a la vista!», dos horas después de la medianoche del 12 de octubre.
Ese avistaje marca un hito en la historia de la humanidad.

En 11, avistaje concentra la idea de que Rodrigo de Triana logró ver tierra americana cuando ya todas las
expectativas estaban agonizando.

Sea como fuere, la lectura de los sintagmas nominalizados resulta ambigua por diversas razones. En particular, si se trata de un
verbo transitivo, la nominalización permite tanto una lectura de proceso o activa, como en el caso de 12,

(12) La determinación del flujo inspiratorio suele tomar mucho tiempo.

(es decir, el proceso de determinar el flujo inspiratorio), cuanto una lectura de resultado o pasiva, como en 13,

(13) La determinación del flujo inspiratorio es estudiada en esta cátedra.

(es decir, el resultado de determinar el flujo inspiratorio).

Debe tenerse en cuenta, de todos modos, que esto se complica todavía más por el hecho de que la recuperación de los sujetos
o los objetos implicados en las situaciones denotadas por las nominalizaciones requiere de una alta experticia en la lectura de
este tipo de textos, cuando no parece definitivamente imposible.

Sin embargo, la investigación (Ramírez Gelbes 2005a, 2005b, 2006) demuestra que los lectores expertos de discurso académico
son capaces de recuperar con eficacia esos contenidos elididos. Eso sí, el autor tendrá que tener en cuenta que, si el receptor de
su texto no es un par, el uso de nominalizaciones puede exigir un esfuerzo extra de comprensión.

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7.4. Las distintas opciones

En definitiva, la lengua en tanto producción concreta nos permite realizar una serie de elecciones que tienen que ver con
variaciones estilísticas. En este sentido, las selecciones estarán determinadas no solo por los gustos personales del enunciador,
sino también por ciertas exigencias que establecen los textos y también por la búsqueda de romper la monotonía.

Así, la presentación de sintagmas desagentivados nos permiten distintas opciones que pueden resultar relativamente
equivalentes en términos de concepto:

(14) Se consideran los resultados para demostrar la hipótesis.


(15) Los resultados son considerados para demostrar la hipótesis.
(16) Se consideraron los resultados para demostrar la hipótesis.
(17) Los resultados demuestran la hipótesis.

Por otro lado, puede hablarse de la modalización, de la distancia que toma el enunciador con lo que dice, por ejemplo:

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(18) “Hay una unidad en la institución total de la sociedad” (Castoriadis, 1995: 68).
(19) Castoriadis (1995) afirma: “Hay una unidad en la institución total de la sociedad” (p.68).
(20) Según Castoriadis (1995: 68), toda sociedad presenta, como institución, una unidad.
(21) Puede decirse que, en la institución total de la sociedad, siempre hay una unidad intrínseca (Castoriadis, 1995:
68).

Lo que resulta evidente en todos estos casos es el hecho de que el enunciador toma menos o más distancia de lo que dice el
autor –en este caso, Castoriadis–, integrando las palabras de ese autor al propio texto o señalando claramente que son las
palabras de otro por medio de las comillas.

7.4.1. Los cambios de sintagma

En segundo lugar, es claro que un adjetivo o un adverbio pueden reemplazarse por una construcción con preposición. De hecho,
diremos que el contenido no cambia en los siguientes pares de frases:

a. Un producto colorido - Un producto con colores


b. Comunican personalmente – Comunican en forma personal

Del mismo modo, muchos adjetivos y los participios pueden ser reemplazados por una proposición subordinada, como en c y d.

c. La casa natal – La casa en que nació


d. El lugar fijado – El lugar que se fijó

Los gerundios también pueden ser reemplazados por proposiciones subordinadas:

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e. Teniendo en cuenta la dificultad, esta investigación produjo un avance notorio. – Si tenemos en cuenta la
dificultad, esta investigación produjo un avance notorio.

f. Cambiando los valores, obtuvimos otro resultado. – Cuando cambiamos los valores, obtuvimos otro resultado.

g. Habiendo introducido una nueva variable, descubrimos que el ratio se modificaba. – Descubrimos que el ratio se
modificaba porque introdujimos una nueva variable.

h. Teniendo los resultados a la vista, este autor no acierta a leer correctamente. – Aunque tiene los
resultados a la vista, este autor no acierta a leer correctamente.

7.4.2. Las opciones léxicas

Con respecto al léxico, uno de los temores más marcados de los enunciadores es el de la repetición de palabras. Para ello, por
supuesto, es conveniente siempre disponer de un diccionario de sinónimos. Una opción muy sencilla para quien trabaja en
formato Word es, evidentemente, el diccionario que está en el propio programa.2
Al mismo tiempo, como se dijo, debe recordarse que la presencia de los deícticos (del tipo ello o eso),
el uso de hiperónimos o palabras generalizadoras (como la enfermedad o el fenómeno para referirse a
rinitis, por ejemplo) ayudan a evitar la repetición aunque, en algunos casos, las repeticiones no deben
temerse porque son el único recurso que permiten mantener la claridad del texto.
En último lugar, no debe olvidarse que muchos marcadores tienen sentidos muy cercanos. Por ello, si
ya hemos usado sin embargo, podremos usar no obstante o cambiar el orden para introducir aunque.

2
Para acceder a él, solo hace falta hacer clic sobre la palabra y se desplegará una lista en la cual se encontrará “Sinónimos”. Al cliquear en “Sinónimos”
aparecerá la lista de sinónimos y, si no es suficiente, nuevamente se cliquea al final de esa lista en sinónimos y aparecerá un cuadro a la derecha con una serie
de opciones. Desde luego, también hay cantidades de sinónimos gratuitos en línea que se pueden hallar en cualquier buscador.

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En definitiva, dado que siempre conviene que la lectura del texto sea lineal y fluida, se sabe que cierta variación en las
estructuras –sin ningún interés de producir literatura, se entiende– colabora en la ruptura de la monotonía y mantiene cautivada
la atención del lector.

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PARA SEGUIR INFORMÁNDOSE


Agencia EFE (1995). Manual de español urgente. Madrid, Cátedra.
ALVAR EZQUERRA, M. (1999). Manual de redacción y estilo. Madrid, Istmo.
ARAGÓ, M. R. (1995). Diccionario de dudas y problemas. Buenos Aires: El Ateneo.
CLARÍN (1997). Manual de Estilo. [Dpto. de Corrección. Síntesis gramatical, pautas y convenciones]. Buenos Aires.
DI TULLIO, A. (1997), Manual de gramática del español. Buenos Aires: Edicial.
GARCÍA NEGRONI, M., B. HALL y M.MARÍN. (2005), “Ambigüedad, abstracción y polifonía del discurso académico: Interpretación de las
nominalizaciones” en Rev. Signos, vol.38, no.57, p.49-60.
GARCÍA NEGRONI, M.M. (2011). Escribir en español. Buenos Aires: Santiago Arcos.
HALLIDAY, M.A.K. & J.R. MARTIN (1993). Writing science: Literacy and discursive power. Pittsburgh: Pittsburgh University Press.
MOLINER, M. (1984). Diccionario de uso del español. Madrid: Gredos.
RAMÍREZ GELBES, S. (2005a) “Sintagmas desagentivados: qué se lee cuando se lee el agente” en Actas de las Segundas Jornadas
Internacionales de Educación Lingüística, Universidad Nacional de Entre Ríos. Concordia. Entre Ríos.
RAMÍREZ GELBES, S. (2005b). “Los títulos en los artículos científicos: por dónde andan los agentes” en el 1º Congreso de Lecturas Múltiples,
Universidad Nacional de Entre Ríos. Paraná. Entre Ríos, [http://www.fcedu.uner.edu.ar/clm/gelbes.html]
RAMÍREZ GELBES, S. (2006). “La lectura del agente: pasivas con se e impersonales con se”, en Flawiá de Fernández, N. y S. Israilev (comp.),
Hispanismo: discursos culturales, identidad y memoria, Vol. III, Tucumán, FFyL-UNT, pp. 479-487.
Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española (2010). Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe
(disponible en: http://www.rae.es/obras-academicas/ortografia/ortografia-2010#sthash.1ANWNdLr.dpuf)
SECO, M. (1986). Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe.
SWALES, J. (1990). Genre Analysis. English in academic and research settings. Cambridge: CUP.

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

Restrepo-Baena E. A. (2012) “Errores comunes en la elaboración de artículos científicos”, Rev CES Med 26(1): 131-134 (disponible en:
http://www.scielo.org.co/pdf/cesm/v26n1/v26n1a12).
Amador Domínguez, Nidia (2007). “Diez errores usuales en la traducción de artículos científicos”, Panace@ vol. IX, N° 26, segundo semestre,
pp. 121-123.

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EJERCITACIÓN

Escriba las conclusiones de su artículo, sin superar las 500 palabras. El archivo debe ser un Word con márgenes por defecto,
interlineado doble y fuente Times New Roman 12.

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