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Profesor: Bachilleres:
Dr. Serris Kaid Bay Abache Ariannis (24.186.734)
Amaya Luis (25.755.819)
Basanta Kennia (19.126.306)
Brown Samanta (25.936.864)
Castañeda Leidy (21.236.615)
De Giusti Beniamino(26.542.018)
Falini Gabriela (24.037.888)
Graterol Bárbara (25.087.340)
Jaspe Andrés (25.393.945)
López Brandon (24.125.819)
Marcano Fátima (24.437.211)
Mendoza José (25.595.709)
Ospina Aura (18.623.868)
Ramírez Johnnatan (22.717.695)
Rivera Jesika (24.412.348)
Rodríguez Karlaxi (25.416.632)
Ruiz Milagros (17.046.964)
Sofía Adriana (19.871.505)
Contenido
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................. 3
JURAMENTO MÉDICO ...................................................................................................................... 5
JURAMENTOS Y CÓDIGOS MÉDICOS ........................................................................................... 5
TEXTO DEL JURAMENTO: ............................................................................................................. 14
VERSIÓN DEL JURAMENTO HIPOCRÁTICO DE LA CONVENCIÓN DE GINEBRA ............. 18
VERSIÓN DE JURAMENTO HIPOCRÁTICO DE LOUIS LASAGNA (1964) .............................. 19
JURAMENTO DE MAIMÓNIDES .................................................................................................... 21
JURAMENTO MÉDICO OBLIGATORIO EN VENEZUELA ......................................................... 22
JURAMENTO ..................................................................................................................................... 23
DEFINICION DE TERMINOS ........................................................................................................... 24
CONCLUSIÓN……………………………………………………………………………………….28
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………………………..29
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INTRODUCCIÓN
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JURAMENTO MÉDICO
Juramento hipocrático
Juramento de Maimónides
Juramento médico venezolano (Luis Razetti)
Declaración De Ginebra
Código De Nuremberg
Código De Montpellier
El Médico debe ser modesto, virtuoso, misericordioso, y no adicto al licor. Debería vestir ropas
limpias, ir dignamente, y tener bien aseados barba y pelo. No debería unirse a profano o
descreído, ni sentarse siquiera a 5
su mesa.. Seleccionará su compañía entre personas de buena
reputación Cuidará muy bien de lo que dice y no debería dudar en pedir perdón si comete un
error. Por el contrario, él siempre perdonará y nunca buscará la revancha. Debería ser amistoso
y pacífico. Procurará no hacer bromas o reír en lugar o tiempo inadecuados.
El médico debería hablar bien siempre de sus conocidos y colegas. No se honrará él mismo a
costa de difamar a los otros. En caso de que hayan llamado a otro médico para tratar a su
paciente, los familiares del médico no criticarán al colega aun cuando el diagnóstico y las
prescripciones difieran de las suyas propias. Sin embargo, tiene la obligación de explicar las
consecuencias de asumir uno u otro punto de vistan al paciente lo mejor que pueda. Deberá
advertir de las combinaciones de6diferentes tipos de terapia que puedan ser peligrosas porque
pueda resultar lesiva o incompatible la mezcla de diferentes sustancias.
CODIGO DE NUREMBERG
Son abrumadoras las pruebas que demuestran que algunos tipos de experimentos médicos en
seres humanos, cuando se mantienen dentro de límites bien definidos, satisfacen
(generalmente) la ética de la profesión médica. Los protagonistas de la práctica de
experimentos en humanos justifican sus puntos de vista basándose en que tales experimentos
dan resultados provechosos para la sociedad, que no pueden ser procurados mediante otros
métodos de estudio.
Todos están de acuerdo, sin embargo, en que deben conservarse ciertos principios básicos para
poder satisfacer conceptos morales, éticos y legales:
2. El experimento debería ser tal que prometiera dar resultados beneficiosos para el
bienestar de la sociedad, y que no pudieran ser obtenidos por otros medios de estudio. No
podrán ser de naturaleza caprichosa o innecesaria.
4. El experimento deberá llevarse a cabo de modo que evite todo sufrimiento o daño físico
o mental innecesario.
5. No se podrán realizar experimentos de los que haya razones a priori para creer que
puedan producir la muerte o daños incapacitantes graves; excepto, quizás, en aquellos
experimentos en los que los mismos experimentadores sirvan como sujetos.
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6. El grado de riesgo que se corre nunca podrá exceder el determinado por la importancia
humanitaria del problema que el experimento pretende resolver.
10. En el curso del experimento el científico responsable debe estar dispuesto a ponerle fin
en cualquier momento, si tiene razones para creer, en el ejercicio de su buena fe, de su
habilidad comprobada y de su juicio clínico, que la continuación del experimento puede
probablemente dar por resultado la lesión, la incapacidad o la muerte del sujeto experimental.
CODIGO DE MONTPELLIER
Fue adoptado por el consejo de la Federación de los Sindicatos médicos de L’Herault, creado
por el Dr. Arnaldo de Vilanova que lo realizó en Montpellier, de ahí su nombre.
I. Si el médico tiene el derecho de pretender la estimación de sus colegas y la efectiva gratitud
de sus clientes, él debe, para ser digno, inspirar todos sus actos en los principios que
constituyen la esencia de la deontología. Es de la incumbencia de los sindicatos médicos,
guardianes de las tradiciones que es el honor de la profesión, formular las reglas generales, y
vigilar, en los casos necesarios, su estricta aplicación.
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II. Antes de todo, el médico se debe a sí mismo, como debe a la corporación de que forma
parte, la obligación de ser un perfecto honesto hombre. A este título, debe abstenerse de toda
forma, misma indirecta, de charlatanismo, que en el fondo, tiene por objeto la explotación de
la credulidad pública: usurpar títulos o engañar al público con el valor de los que se posee,
recurrir para llamar la clientela, a una publicidad extra médica y cuyo valor el enfermo no
puede conocer, son gestos esencialmente incorrectos.
III. Son igualmente condenables todos los medios que tienden a la edificación de una situación
profesional por otros procedimientos que no sean la ciencia y la abnegación, solas bases de
toda notoriedad legítima y durable. Así, son prohibidos todos los actos de regateo o de
connivencia, comisiones o gratificaciones a los buscadores de enfermos, hoteleros,
comadronas; asociación o repartición de beneficios con las mismas personas; aceptación de
una comisión por la prescripción de medicamentos o aparatos, por el envío a un sanatorio o a
un balneario. El carácter clandestino de tales procedimientos demuestra suficientemente que
los mismos autores los consideran inconfesables.
IV. El acuerdo con los empíricos, bajo forma de prescripción de remedios secretos, o la
colaboración con los curanderos o los sonámbulos, constituye más que una incorrección, pues
es castigado por el Código Penal como delito de complicidad de estafa.
VI. El enfermo espera los mejores cuidados, razón por la cual, el médico tiene la obligación
de estar al corriente del movimiento científico; toda negligencia de su parte puede ser
considerada como una falta.
Cualquiera que sea la posición social del cliente, la frecuencia de las visitas, salvo demanda
expresa de los interesados, será función relativa a la gravedad del caso. Es tan criticable el
espaciar o acortar los exámenes, como multiplicar visitas y prescripciones, o inducir a
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consultas o intervenciones evitables. El médico debe ser sumamente escrupuloso sobre este
punto, tanto más, que la mayoría de las veces no tiene otro contralor que el de su conciencia.
VII. Confidente obligado del enfermo, el médico está obligado a guardar el secreto de todo lo
que él ha visto, entendido o comprendido del hecho de su profesión. Esta discreción debe ser
observada hasta en los libros de cuentas, en la redacción de las observaciones científicas o de
los certificados de defunción.
IX. Públicas o privadas, diversas colectividades requieren el concurso del médico. Solicitado
para entrar en relaciones con ellas, debe dirigir su interlocutor al sindicato del cual forma parte,
que es el solo autorizado y que tiene la independencia necesaria para defender, en un caso
particular, los intereses profesionales colectivos.
X. La dignidad del Cuerpo Médico, la buena confraternidad y el interés bien comprendido del
enfermo, exigen que no sea discutido el derecho de éste, a la libre elección del médico con
tarifa a la vista y con una cuota que se aproxime lo más posible a la de la clientela ordinaria.
Toda tarifa a destajo debe ser rechazada como inmoral.
XI. Para las funciones públicas, el sindicato debe esforzarse por obtener el principio de
nombramiento por concurso, o por lo menos, por el valor de los títulos, lo que constituye una
garantía para los enfermos, equidad para los competidores, independencia y estabilidad para
los titulares.
En el caso de revocación de estos, nadie podrá aceptar la sucesión sin previa autorización del
sindicato. Esta autorización sólo será dada cuando la revocación haya sido pronunciada por
falta grave.
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XII. Los médicos de las colectividades están obligados, por lo que concierne a sus clientes, a
las reglas ordinarias del secreto profesional. Deben por consiguiente negar a las colectividades
toda declaración que constituya una violación de este secreto.
XIII. Por lo contrario, el médico experto, inspector o verificador, tiene el derecho de comunicar
a sus comitentes el resultado completo de su examen, puesto que él ha sido designado
expresamente para este efecto y que el enfermo se ha dejado examinar en pleno conocimiento
de causa.
De este resulta, que las funciones del médico que asiste al enfermo, y las del médico experto,
son incompatibles.
XIV. Adoptar, para con los otros, la misma actitud que se desearía, por reciprocidad, fuese
tomada para con uno mismo, tal debe ser el principio que regle las relaciones del médico con
sus colegas.
XV. Desde su instalación en una localidad ya provista de médicos, el recién venido irá a
saludar a sus colegas anteriores; esta visita debe ser retribuida. En las relaciones ulteriores, si
el mismo diploma confiere las mismas prerrogativas a sus poseedores, el más joven
manifestará ciertas deferencias a sus mayores; en compensación, la actitud de estos será
siempre cordial para con aquellos.
XVI. Es conveniente abstenerse en una forma absoluta de todo propósito o de una actitud
susceptible de desacreditar un colega, sobre todo en los medios extra médicos y todavía más
en una familia a la cual éste haya prestado sus cuidados. No deben tampoco tomarse en
consideración, sin haberse asegurado de la realidad de su existencia, los propósitos descorteses
que un tercero, frecuentemente interesado, dice han sido tenidos por otro colega.
XVIII. Si un enfermo tiene el derecho de dar o retirar su confianza a quien le conviene, ningún
médico puede permitirse la práctica de suplantar a un colega en el tratamiento de un enfermo.
XIX. Fuera del consultorio, que es un terreno neutro en donde cada uno es libre de recibir a
los que vengan, el médico no puede ir junto a un enfermo incógnito sin haber obtenido la
prueba de que el colega que le ha precedido, ha sido desinteresado de los cuidados
anteriormente dados.
XX. No obstante, si él es llamado cerca de un enfermo en curso de tratamiento, en caso de
extrema urgencia o en ausencia del médico que lo asiste, por humanidad queda obligado el
médico a visitar este enfermo. Al regreso de su colega, debe informarlo del tratamiento
instituido y cesar sus visitas. Tampoco puede continuarse una asistencia comenzada en
carácter de reemplazante de otro colega.
XXI. Instalarse sin su consentimiento formal, en la localidad en que ejerce un colega a quien
se ha reemplazado anteriormente o ejercer en el radio de acción de una clientela cedida a título
oneroso, son gestos igualmente condenables.
XXII. Constituye igualmente un acto de concurrencia desleal el hecho de consentir una tasa
de honorarios inferior a la que se aplica en la localidad o en la región, y que ha sido fijada por
el sindicato en proporción al precio medio de la vida. La medicina con rebaja deprime siempre
al médico y no tiene nada de común con el ejercicio de una beneficencia discreta y bien
pensada.
XXIII. Toda colaboración entre colegas, provocada generalmente por el médico que asiste o,
más raramente, aceptada por éste conforme al deseo del enfermo, debe únicamente inspirarse
en el interés del cliente, trátese de consulta o de operación.
XXIV. La consulta con un colega, no debe exigirse sino en caso de necesidad. Por otra parte,
ella no debe jamás ser negada, salvo el caso de indignidad profesional del consultante, sobre
todo si esta indignidad ha sido1 sancionada previas formalidades regulares. En caso de
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desacuerdo grave en el curso de la consulta, la familia debe ser avisada, a fin de que un tercero
venga a arbitrar el debate. El médico de cabecera, por su dignidad personal, debe retirarse, en
el caso que su opinión no haya prevalecido acerca del cliente.
XXV. Designados por el enfermo o por el médico de cabecera, los consultantes o los
especialistas deben inmediatamente informarlo por escrito del resultado del examen. Su
misión especial terminada, ellos no deben en ningún caso continuar en relaciones directas con
el enfermo, al menos para otros cuidados que los que dependan de su especialidad.
XXVI. En caso de intervención, el cirujano, solo responsable, distribuye el cometido de sus
colaboradores. Pero él se esforzará en que el médico de cabecera esté presente, y le reservará
un cometido honorable.
XXVII. La experiencia ha demostrado que para evitar más tarde conflictos, las transacciones
de honorarios deben hacerse al contado. Estas se efectuarán exclusivamente con el enfermo o
con la familia del enfermo, beneficiarios de los cuidados y directamente con los médicos y sus
ayudantes, dispensadores de los cuidados.
XXVIII. Toda retribución directa de colega a colega, vulgarmente designada bajo el nombre
de dicotomía, es incorrecta, prestándose por su carácter clandestino a la suposición degradante
de connivencia. Es el enfermo, solo beneficiario del servicio prestado, quien debe honrar a
cada uno de los médicos que han colaborado acerca de él. Es de la incumbencia del médico
que ha desempeñado la función más importante, consultor o cirujano, el fijar francamente en
su nota el quantum debido a cada uno. El especificará por la consulta los honorarios que deben
ser abonados, además de los suyos, al médico de cabecera. Lo mismo por una operación, la
cuota de cada uno de sus colaboradores debe de ser fijada a la familia, por el cirujano que
cuidará para que los intereses del médico de cabecera, de los cuales él es solidario, sean
enteramente respetados, conforme a la tarifa sindical vigente.
XXIX. En el caso que el médico de cabecera prefiera entenderse directamente con la familia,
por lo que respecta a sus honorarios, toda remuneración hecha por el consultor o el cirujano
1 de ser solicitada.
sería ilícita y en ningún caso debe
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XXX. Los sindicatos regularmente constituidos están calificados para juzgar las infracciones
a las reglas de deontología cometidas por todo médico, mismo no sindicado. Abstenerse
equivaldría, en ciertos casos, a una tácita aprobación dada a las faltas individuales susceptibles
de comprometer por consecuencia la buena reputación o los intereses del cuerpo médico de la
región. Después de haber hecho al infractor supuesto, el proceso previsto por los estatutos y
que es destinado a permitir al colega incriminado explicarse sobre los hechos que le son
reprochados, ellos pueden, en formas adecuadas, usar para con él, sanciones tales como la
advertencia, el reproche, la censura o la descalificación.
XXXI. Además de esta acción disciplinaria, el sindicato constituye para los colegas de la
misma región un lazo sólido que les permite tratar de igual a igual con las colectividades. Bien
estudiadas, apoyadas por la voluntad de todos, sus decisiones tendrán mucha más fuerza que
las de un colega aislado. Es por lo tanto de sumo interés para todo médico, afiliarse a ellos
desde el comienzo de su vida profesional.
Juro por Apolo médico, por Esculapio, Higia y Panacea, Juro por todos los Dioses
y todas las Diosas, tomándolos como testigos, cumplir fielmente, según mi leal saber y
entender, este juramento y compromiso
Venerar como a mi padre a quien me enseñó este arte, compartir con él mis bienes
y asistirle en sus necesidades; considerar a sus hijos como hermanos míos, enseñarles
este arte gratuitamente si quieren aprenderlo; comunicar los preceptos vulgares y las
enseñanzas secretas y todo lo demás de la doctrina a mis hijos, y a los hijos de mi
maestro ya todos los alumnos comprometidos y que han prestado juramento según
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costumbre, pero a nadie más.
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En cuanto pueda y sepa, usaré de las reglas dietéticas en provecho y apartaré de
ellos todo daño e injusticia. Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que
me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a
mujer alguna. Por el contrario, viviré y practicaré mi arte de forma sana y pura.
No tallaré cálculos, sino que dejaré esto a los cirujanos especialistas. En cualquier
cosa que entre, lo haré para bien de los enfermos, apartándome de toda injusticia
voluntaria y de toda corrupción, principalmente de toda relación vergonzosa con
mujeres y muchachos, ya sean libres o esclavos.
Todo lo que vea y oiga en el ejercicio de mi profesión, y todo lo que supiere
acerca de la vida de alguien, si es cosa que no debe ser divulgada, lo callaré y lo
guardaré con secreto inviolable. Si este juramento cumpliere íntegro, viva yo feliz y
recoja los frutos de mi arte y sea honrado por todos los hombres y por la más remota
posteridad. Pero si soy transgresor y perjuro, avéngame lo contrario.
Hipócrates, 400 a.C.
JURAMENTO ORIGINAL
El juramento hipocrático es realizado ante los dioses griegos, en él, el que se está
juramentando se compromete a velar por los enfermos, sin ánimos de lucro; a transmitir
sus conocimientos a hijos y discípulos, y a ser noble en el arte y ciencia de la medicina.
Se establece el principio del respeto a la persona humana a través de normas de
conducta que deben regir al médico, cuya actuación estará demarcada por la justicia y
dignidad. Se prohíben la eutanasia, el aborto, el intrusismo médico y académico. Se
establece el concepto de “secreto médico”, y la obligación de preservarlo en todo
momento. El Juramento Hipocrático es un símbolo de la moral colectiva y la promesa
ética de los médicos unidos por un único propósito de curar y aliviar a sus pacientes.
El juramento recibe su nombre de Hipócrates, un médico griego que nació en el año
460 A.C.
"Juro por Apolo, médico, por Esculapio, Higías y Panacea y pongo por testigos
a todos los dioses y diosas, de que he de observar el siguiente juramento, que me obligo
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a cumplir en cuanto ofrezco, poniendo en tal empeño todas mis fuerzas y mi
inteligencia.
Tributaré a mi maestro de Medicina el mismo respeto que a los autores de mis
días, partiré con ellos mi fortuna y los socorreré si lo necesitaren; trataré a sus hijos
como a mis hermanos y si quieren aprender la ciencia, se la enseñaré
desinteresadamente y sin ningún género de recompensa.
Instruiré con preceptos, lecciones orales y demás modos de enseñanza a mis
hijos, a los de mi maestro y a los discípulos que se me unan bajo el convenio y
juramento que determine la ley médica, y a nadie más.
Estableceré el régimen de los enfermos de la manera que les sea más provechosa
según mis facultades y a mí entender, evitando todo mal y toda injusticia. No accederé
a pretensiones que busquen la administración de venenos, ni sugeriré a nadie cosa
semejante; me abstendré de aplicar a las mujeres pesarios abortivos. Pasaré mi vida
y ejerceré mi profesión con inocencia y pureza. No ejecutaré la talla, dejando tal
operación a los que se dedican a practicarla.
En cualquier casa donde entre, no llevaré otro objetivo que el bien de los
enfermos; me libraré de cometer voluntariamente faltas injuriosas o acciones
corruptoras y evitaré sobre todo la seducción de mujeres u hombres, libres o esclavos.
Guardaré secreto sobre lo que oiga y vea en la sociedad por razón de mi ejercicio y
que no sea indispensable divulgar, sea o no del dominio de mi profesión, considerando
como un deber el ser discreto en tales casos.
Si observo con fidelidad este juramento, séame concedido gozar felizmente mi
vida y mi profesión, honrado siempre entre los hombres; si lo quebranto y soy perjuro,
caiga sobre mí la suerte contraria.".
Hipócrates, 400 a.C.
Esta versión fue redactada por el Doctor Louis Lasagna, decano de la Facultad
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de Medicina de la Universidad
9 de Tufts, en las cercanías de Boston, Massachusetts,
EEUU. El cual dicta lo siguiente. "Prometo cumplir, en la medida de mis capacidades
y de mi juicio, este pacto. Respetaré los logros científicos que con tanto esfuerzo han
conseguido los médicos sobre cuyos pasos camino, y compartiré gustoso ese
conocimiento con aquellos que vengan detrás. Aplicaré todas las medidas necesarias
para el beneficio del enfermo, buscando el equilibrio entre las trampas del sobre
tratamiento y del nihilismo terapéutico.
Recordaré que la medicina no sólo es ciencia, sino también arte, y que la calidez
humana, la compasión y la comprensión pueden ser más valiosas que el bisturí del
cirujano o el medicamento del químico. No me avergonzaré de decir "no lo sé", ni
dudaré en consultar a mis colegas de profesión cuando sean necesarias las habilidades
de otro para la recuperación del paciente.
Respetaré la privacidad de mis pacientes, pues no me confían sus problemas para
que yo los desvele. Debo tener especial cuidado en los asuntos sobre la vida y la muerte.
Si tengo la oportunidad de salvar una vida, me sentiré agradecido. Pero es también
posible que esté en mi mano asistir a una vida que termina; debo enfrentarme a esta
enorme responsabilidad con gran humildad y conciencia de mi propia fragilidad. Por
encima de todo, no debo jugar a ser Dios.
Recordaré que no trato una gráfica de fiebre o un crecimiento canceroso, sino a
un ser humano enfermo cuya enfermedad puede afectar a su familia y a su estabilidad
económica. Si voy a cuidar de manera adecuada a los enfermos, mi responsabilidad
incluye estos problemas relacionados. Intentaré prevenir la enfermedad siempre que
pueda, pues la prevención es preferible a la curación. Recordaré que soy un miembro
de la sociedad con obligaciones especiales hacia mis congéneres, los sanos de cuerpo
y mente así como los enfermos. Si no violo este juramento, pueda yo disfrutar de la
vida y del arte, ser respetado mientras viva y recordado con afecto después. Actúe yo
siempre para conservar las mejores tradiciones de mi profesión, y ojalá pueda
experimentar la dicho de curar a aquellos que busquen mi ayuda."
De esta redacción es posible resaltar varios aspectos de suma importancia moral
en el ejercicio de la medicina. Primeramente el reconocer logros y descubrimientos de
pasados, que han sido de importancia en las prácticas del ahora, así como el compartir
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los conocimientos y experiencias del ahora para futuros, comportamiento escencial
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para el avance médico. Este recalca que la calidad humana del médico siempre debe
estar presente, respetando siempre el pudor y la confianza que éste le confiere.
El salvar una vida siempre es motivo de agradecimiento para el médico, el cual
también debe tener presente la posibilidad de atender a una persona en sus momentos
finales, asumiendo tal responsabilidad con respeto y humildad. Recordar que se trata a
un ser humano al cual se arraigan otros aspectos como el bienestar de su familia. El
prevenir la enfermedad es preferible al tratamiento, por lo que en la mano del médico
siempre debe ser esta la prioridad.
JURAMENTO DE MAIMÓNIDES
Maimónides, también conocido como Moishé ben Maimón, fue el médico rabino
y teólogo judío más famoso del mundo de la Edad Media, su concepto integral del ser
humano y el criterio racionalista y amplio de su filosofía hacen que su obra mantenga
vigencia y siga siendo admirada.
Sus diez tratados médicos muestran su humanismo como médico, su énfasis en
la medicina preventiva y su visión del paciente como un todo, incluyendo la mente y
el cuerpo. Hizo descripciones extraordinarias de hepatitis, neumonía, diabetes, asma y
otras enfermedades, así como recomendaciones a las personas de edad avanzada de
meriendas pequeñas y más frecuentes, dio importancia a la intolerancia a los lácteos y
a la necesidad de alimentarse con fibra. Insistió en la necesidad de actividad física, en
especial al caminar, que semeja la recomendación actual de ejercicio de bajo impacto.
El Juramento Médico de Maimónides es reconocido por muchos como lo más cercano
al ideal de la profesión médica. En varias universidades del mundo y en todo Israel, los
médicos hacen su juramento profesional con este, en reemplazo del
tradicional Juramento de Hipócrates:
“Ahora me dispongo a cumplir la tarea de mi profesión. Asísteme,
Todopoderoso, para que tenga éxito en esta gran empresa. Que siempre me inspire el
amor a la ciencia y a sus criaturas. Que en mi afán no se mezcle la ansiedad de dinero
y el anhelo de gloria o fama, pues estos son enemigos de la verdad y del amor al
hombre, y me podrían también llevar a errar en mi tarea de hacer el bien a mis
semejantes.
Conserva las fuerzas 2de mi cuerpo y de mi alma para que siempre y sin desmayo
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este dispuesto a auxiliar y asistir al rico y al pobre, al bueno y al malo, al enemigo y al
amigo. En el que sufre, hazme ver solamente al hombre. Alumbra mi inteligencia para
que perciba lo existente y palpe lo escondido e invisible.
Que yo no descienda y entienda mal lo visible y que tampoco me envanezca,
porque entonces podría ver lo que en verdad no existe. Haz que mi espíritu esté siempre
alerta, que junto a la cama del enfermo ninguna cosa extraña turbe mi atención, que
nada me altere durante los trabajos silenciosos.
Que mis pacientes confíen en mí y en mi arte; que obedezcan mis prescripciones
e indicaciones. Arroja de su lecho a todos los curanderos y la multitud de parientes
aconsejadores y sabios enfermos, porque se trata de personas crueles que con su
palabrerío anulan los mejores propósitos de la ciencia y a menudo traen la muerte a tus
criaturas.
Cuando médicos más inteligentes y sabios quieran aconsejarme, perfeccionarme
y enseñarme, haz que mi espíritu les agradezca y obedezca, pero cuando tontos
pretenciosos me acusen, haz que el amor fortifique plenamente mi espíritu para
que con obstinación sirva a la verdad sin atender a los años, a la gloria y la fama, porque
el hacer concesiones traería perjuicio a tus criaturas.
Que mi espíritu sea benigno y suave cuando camaradas más viejos, haciendo
mérito a su mayor edad, me desplacen y befen, ofendiéndome, me hagan mejor. Haz
que también esto se convierta en mi beneficio, para que conozca algo que no sé, pero
que no me hiera su engreimiento: son viejos y la vejez no es un freno para las pasiones.
Hazme humilde en todo, pero no en el gran arte. No dejes despertar en mí el
pensamiento de que ya sé lo suficiente, sino dame fuerza, tiempo y voluntad para
ensanchar siempre mis conocimientos y adquirir otros nuevos. La ciencia es grande y
la inteligencia del hombre cada vez cava más hondo”
JURAMENTO
DEFINICION DE TERMINOS
cuyo objeto consiste en hacer en cada ocasión lo que es recto y apropiado, este término
fue introducido por Jeremy Bentham en su Deontology or the Science of
Morality/Deontologia o la ciencia de la moralidad, en 1889).
Ética Médica: Es una disciplina que se ocupa del estudio de los actos médicos
en el campo de la atención al hombre enfermo, desde el punto de vista moral y que lo
califica como buenos o malos, a condición que sean voluntarios y conscientes.
Norma: Este vocabulario en su etimología procede del latín “norma” que quiere
decir “escuadra”. Bajo el concepto de norma se denomina a toda aquella ley o regla
que se establece para ser cumplida por un sujeto especifico en un espacio y lugar
específico. Las normas son las pautas del ordenamiento social que se establece en una
comunidad humana para organizar el comportamiento, las actitudes y las diferentes
formas de actuar de modo de no entorpecer el bien común, las normas deontológicas
son las que se ocupan de regular el deber, dejando fuera de su ámbito concreto de
intereses otros aspectos de la moral, constituyen los deberes mínimamente exigibles a
los profesionales en ejercicio de su actividad profesional.
Ley: Proviene del latín “lex” y deriva del verbo latino “ligare” cuyo significado
es “ligar, unir, obligar”. Es una norma jurídica dictada por una autoridad pública
competente, en general, es una función que recae sobre los legisladores de los
congresos nacionales de los países, previo debate de los alcances y del texto que
impulsa la misma. Las leyes son la fuente principal del derecho y pueden destacarse las
siguientes características:
Generalidad: Deben ser cumplidas por todos sin excepción, de esto dependerá que
un país no termine en anarquía o en caos.
Carácter imperativo-atributivo: Indica que por un lado otorga deberes jurídicos y
por el otro derecho.
Permanencia: su duración esta indefinida en el tiempo, hasta que un órgano
competente determine su derogación por alguna causa verdadera y previamente
convenida.
Abstracta e impersonal: Implica que la ley no está concebida para resolver un caso
en particular. Sino que la mueve la generalidad de casos que puede abarcar.
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Divulgación y conocimiento: Nadie podrá argumentar que no la cumplió
por desconocimiento.
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CONCLUSION
Dr. Eloy Vásquez Ortiz. Médico residente del Curso de Especialidad Postgrado en
Cirugía de Columna Vertebral. “Ética medica y aspectos legales” Articulo.
http://www.medigraphic.com/pdfs/ortope/or-2005/or053i.pdf