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Maltrato infantil.

Un problema de todos

María Elena Francia Reyes1

Resumen

Se realizó un trabajo descriptivo, retrospectivo y transversal de los alumnos caracterizados con


factores de riesgo, así como de sus familiares durante el curso escolar 2000-2001 en la Escuela
Primaria "Patria Nueva", en el Vedado, con el objetivo de determinar cómo se comporta el
maltrato infantil, y específicamente identificar aquellos niños que pueden ser objeto de maltrato.
Se determinó el nivel socioeconómico y el sociocultural de las familias objeto de nuestra
investigación, así como la identificación de los miembros de la familia que fueron objeto de
maltrato en su niñez. Como metodología investigativa se aplicó la técnica cualitativa de grupos
focales por constituir un método idóneo para obtener información acerca de conocimientos,
actitudes y prácticas sobre un tema determinado en una población en cuestión. Se obtuvieron
resultados y se arribó a conclusiones como que el nivel sociocultural y el socioeconómico no
determinan que se produzca el maltrato infantil, sino el aprendizaje que tuvieron los padres en su
niñez, y estos a su vez, no tienen conciencia de que están maltratando a sus hijos.

DeCS: MALTRATO A LOS NIÑOS; FAMILIA; CLASE SOCIAL; VIOLENCIA FAMILIAR; PROBLEMAS
SOCIALES.

El maltrato infantil es un fenómeno que surge con el hombre, por lo que es tan antiguo como la
humanidad.1,2 El maltrato infantil no se presenta de forma aislada, sino que involucra una gran
variedad de factores biopsicosociales.3,4

Durante siglos la agresión al menor ha sido justificada de diversas formas. Se les ha sacrificado para
agradar a los dioses, o para mejorar la especie, o bien como una forma de imponer
disciplina. 5,6 En la historia encontramos mitos, leyendas y descripciones literarias referentes a la
actitud de exterminio y maltrato hacia los menores. 7,8

El síndrome del niño golpeado fue descrito por primera vez en 1868 por Ambrosie
Tardieu.9 Posteriormente, en 1946 Caffey describió la presencia de hematomas subdurales
asociados con alteraciones radiológicas de los huesos largos en los pequeños.10 Henry
Kempe y Silverman8 en 1962, crearon la expresión síndrome del niño golpeado, concepto este que
fue ampliado por Fontana6 al indicar que estos niños podían ser agredidos no solo en forma física,
sino también emocionalmente o por negligencia, de modo que sustituyó el término golpeado por
el de maltratado.

Los estudios realizados en varios países señalan que el maltrato infantil es un problema
multicausal, en el que intervienen las características del agresor, el agredido, el medio ambiente
que les rodea y un estímulo disparador de la agresión11 (Ramírez Amador V. La poca fuerza
familiar como factores de riesgo para el maltrato infantil. Tesis de Terminación de la Maestría en
Psiquiatría Social. 1999.).

Desde hace varias décadas se han manejado cifras verdaderamente alarmantes de niños que son
objeto de la violencia de sus padres, lo que proporciona una idea general de la dimensión del
problema. Por ejemplo, los estudios realizados en E.U. por Kempe y Kempe en 1985 indicaron que
en 6 de cada 1 000 nacimientos se pueden presentar malos tratos, lo que daría un número total de
30 mil a 50 mil niños maltratados por año en aquel país. Más recientemente aún se sabe que los
casos de maltrato infantil han alcanzado la cifra de 24 millones al año.12

En América Latina y el Caribe hay 185 millones de personas menores de 18 años, de ellos el 50 %
son niños y adolescentes. Cerca de 6 millones de niños y niñas adolescentes sufren agresiones
físicas severas, y 80 000 mueren al año.13

Cuba no escapa al crecimiento mundial del maltrato infantil, aunque las estadísticas muestran
valores inferiores, pero su presencia está demostrada en estudios realizados. Nuestro país, a pesar
de ser pequeño y con grandes dificultades económicas, invierte cuantiosos recursos en la atención
educacional y médico-sanitaria de la población, alcanzando en este sentido buenos indicadores en
los aspectos esenciales para el desarrollo y la calidad de vida, por encima de muchos países, aun
altamente industrializados.14

Los hechos esbozados nos dan una idea de la severidad del problema y la necesidad de rescatar los
datos estadísticos y cualitativos que den respuesta al problema de nuestra investigación:

¿Cuál es la relación que existe entre el maltrato infantil y el nivel sociocultural en la Escuela
Primaria "Patria Nueva" del municipio Plaza de la Revolución, durante el curso escolar 2000-2001?

Teniendo en cuenta los esfuerzos que realiza el gobierno para que nuestros infantes tengan una
mejor calidad de vida, nos motivamos a realizar esta investigación, previo consentimiento de
padres, alumnos y maestros de la referida escuela primaria, perteneciente al Consejo Popular El
Carmelo, en el municipio Plaza de la Revolución.

Métodos

Se realizó un estudio descriptivo, retrospectivo y transversal de los alumnos caracterizados con


factores de riesgo, así como de sus familias, durante el curso escolar 2000-2001 en la Escuela
Primaria "Patria Nueva", del Consejo Popular El Carmelo, en el Vedado, municipio Plaza de la
Revolución. El universo quedó constituido por los 165 alumnos de dicha escuela y la muestra por
20 alumnos caracterizados por sus maestras con factores de riesgo.

Se realizaron 9 grupos focales integrados de la forma siguiente:

1. Grupos 1, 2 y 3: niños con factores de riesgo.

2. Grupos 1, 2 y 3: padres de los niños con factores de riesgo.

3. Grupo control niños.

4. Grupo control padres.

5. Grupo maestras.

Se aplicó la técnica cualitativa de grupos focales por constituir un método idóneo para obtener
información acerca de los conocimientos, actitudes, y prácticas sobre un tema determinado en una
población en cuestión. Igualmente, se visitaron las viviendas de los niños objeto de nuestra
investigación para la aplicación de un pequeño cuestionario validado a criterio de jueces, el cual
nos fue de gran utilidad en la determinación del nivel socioeconómico y sociocultural, así como la
observación en compañía de la subdirectora de la escuela para unificar criterios.

Resultados y Discusión

Al analizar nuestros resultados vemos cómo todos los niños estudiados identifican el maltrato
físico como única expresión de maltrato infantil. El grupo control no se comporta así, pues fueron
capaces de reconocer además del físico, el psicológico y el emocional. En la bibliografía consultada
no encontramos ningún estudio que se refiera a este acápite.

Cuando nos referimos a la actitud de las maestras ante las indisciplinas que cometen sus alumnos,
los niños estudiados expresaron manifestaciones de maltrato físico y psicológico por parte de sus
educadoras. El grupo control no se comporta así por tratarse de los mejores alumnos de la escuela,
supuestamente sanos, sin factores de riesgo. Los niños del grupo estudio (68), por tratarse de
niños con factores de riesgo que presentaron dificultades en el aprendizaje, hiperactividad,
divorcios mal manejados, desatención, carencia afectiva, violencia familiar, sobreprotección,
ambiente emocional inadecuado, madre psiquiátrica, etc., hace que sean de un difícil manejo, y su
repercusión irremediablemente es que sean maltratados. Estos resultados coinciden con los de
autores como la doctora Crespo y otros.12,15

Investigando qué actitud asumen los padres ante sus indisciplinas, el grupo estudio respondió con
expresiones que pusieron en evidencia la presencia de maltrato físico y psicológico en los grupos 1
y 2, así como maltrato físico, psicológico y emocional en el grupo 3. En el grupo control no hubo
manifestaciones de maltrato por parte de sus padres. Nosotros consideramos que la presencia de
los diferentes tipos de maltratos guardan relación con la severidad de la indisciplina cometida.
Estudios similares dan fe de nuestros hallazgos como los de Gustavo A. y otros, quien demostró
que los padres que estuvieron expuestos a algún tipo de peligro en su infancia emplean castigos
físicos con sus hijos en la actualidad (Martínez Gómez C. Temas de las reuniones mensuales de
psiquiatría infantojuvenil. Hospital "Pedro Borrás", 1999.).16-18

Ante las indisciplinas cometidas por sus hijos todos los padres del grupo estudio maltratan según la
severidad de la indisciplina, y todos afirmaron hacerlo, ya sea física, psicológica, o
emocionalmente. En nuestro estudio encontramos que los padres del grupo 1 fueron los más
maltratados en su niñez, por lo tanto, aplican esa misma medida con sus hijos. Sin embargo, los
padres de los grupos 2 y 3 aprendieron otro tipo de medidas disciplinarias, por lo que utilizan más
el maltrato psicológico. En el grupo control, el maltrato hacia sus hijos no se evidenció en ninguna
de sus formas, y estos resultados son similares a los encontrados por otros autores como Gustavo
A y otros en su trabajo "Maltrato infantil y violencia intrafamiliar: estudio realizado con padres de
niños preescolares." México, 1997.16

Al analizar qué padres fueron maltratados en su niñez encontramos que en el grupo estudio todos
lo sufrieron, ya sea física, psicológica, o emocionalmente. En cambio, en el grupo control el
maltrato infantil no estuvo presente en la niñez de ninguno, resultados similares a los hallados
por Gustavo A. y otros.19,20

Se hicieron varios planteamientos para ver cómo se puede solucionar este problema, como
pudiera ser mejorando las relaciones padres/hijos, teniendo la debida paciencia con ellos,
dedicarles su tiempo, proporcionarles paseos agradables, amándolos, estableciendo patrones
adecuados y muchas iniciativas más; pero por unanimidad todos plantearon la erradicación del
estrés, lo que hallamos muy adecuado, pues de acuerdo con la vida moderna, estamos todos muy
tensionados, y de forma consciente o inconsciente descargamos contra nuestros hijos. Autores
como Santana T., hacen referencia a este tratamiento.16

Al indagar con los maestros cómo detectan en sus alumnos la presencia del maltrato en el hogar,
se refirieron a varias características como la intranquilidad, la falta de atención, las dificultades en
el aprendizaje, la timidez, la búsqueda de afecto, el hurto, etc.; pero entre todas estas
características prevaleció como denominador común la violencia, pues todas las maestras sin
excepción indicaron este síntoma. Llama la atención que las situaciones que presentan estos niños
en sus casas son matizadas por la agresividad, o divorcios mal manejados, y algo curioso fue la
presencia de niños cuyos padres los obligan a realizar prácticas religiosas. En el grupo control no
existen estas dificultades. Estos mismos resultados se ven en trabajos de autores como Muñiz
Ferrer y Santana T. 16,19

El nivel socioeconómico se comportó de la manera siguiente: en el grupo estudio 3, las familias


tienen un nivel bajo, lo que representa el 15 % del total; 6 familias son promedio para un 30 % y 11
fueron consideradas con un nivel alto, lo que representa el 55 % del total. Aquí puede apreciarse
una prevalencia del nivel socioeconómico alto, situación que no coincide con los estudios
realizados por otros autores.21 Este comportamiento tal vez se deba a que en nuestro país
tenemos dificultades económicas, pero no la pobreza extrema que se aprecia en los países del
Tercer Mundo. Para respaldar nuestro criterio, nos podemos referir a las palabras de Carlos
Lage en su discurso pronunciado en la Asamblea General de las Naciones Unidas: "La historia
comprobará que la dignidad de un pueblo es más poderosa que toda la fuerza de un imperio.
Doscientos millones de niños hay en la calle. Ninguno de ellos es cubano. Cien millones de niños
menores de 13 años están obligados a trabajar para vivir. Ninguno de ellos es cubano". (Lage C.
Discurso pronunciado en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Granma. Cuba. No. 228: 4-5,
14 de noviembre de 1996). En el grupo control las 6 familias visitadas tienen un nivel
socioeconómico alto.

En cuanto al nivel sociocultural, tenemos que de un total de 20 familias en el grupo estudio, 6


tienen un nivel sociocultural bajo para un 30 %, 7 fueron consideradas promedio para un 35 %, y
las 7 restantes tienen un nivel sociocultural alto lo que representa el 35 % del total. Aquí podemos
apreciar cómo no hay un predominio de determinado nivel cultural. En la literatura revisada
encontramos varios autores que se refieren al nivel sociocultural como factor a tener en cuenta
para que se desarrolle el maltrato infantil, pero no consideran sus diferentes niveles; por ejemplo,
la Declaración Médica Mundial18,21 plantea que la definición de maltrato del niño varía de una
cultura a otra. Desafortunadamente los razonamientos culturales por la conducta dañina hacia los
niños pueden ser aceptados, con demasiada ligereza, como prueba de que el tratamiento
conferido a los niños no es abusivo ni dañino.

Barreto P. L., plantea que las raíces históricas, culturales y sociales constituyen un reto a vencer al
enfrentar el maltrato infantil. Almenares Aleaga y otros15 consideran que los diferentes grados,
niveles, y concepciones de la violencia están en correspondencia con los valores, normas y
creencias de cada país, época y clase social. Xavier de Souza refiere, por su parte, que el factor
cultural se convierte en una fuerte influencia en la causalidad del maltrato por negligencia.

Como se puede apreciar, todos ellos se refieren al factor cultural como una de las condicionantes
para que se produzca el maltrato infantil. Por nuestra parte consideramos que este efectivamente
tiene una fuerte base sociocultural, como quedó demostrado en nuestra investigación, pero
discrepamos en cuanto a la idea de que solo en las clases sociales con más bajo nivel cultural se
produce el maltrato infantil, ya que pudimos constatar que esto puede aparecer en todos los
niveles socioculturales con similares patrones. En el grupo control las 6 familias visitadas tienen un
nivel sociocultural alto.

Conclusiones

Después de analizar los resultados obtenidos podemos concluir que tanto en el grupo estudio,
como en el control, predominó el nivel socioeconómico alto. Desde el punto de vista sociocultural
encontramos que no existió diferencia alguna en el grupo estudio, mientras, que en el grupo
control predominó el nivel alto.

Quedó demostrado también que los padres del grupo estudio fueron maltratados en su niñez y los
padres del grupo control no. Igualmente, los niños del primer grupo identifican el maltrato físico
como única expresión de maltrato infantil, mientras que el segundo reconoce las formas restantes.

Los padres del grupo estudio identifican el maltrato físico, psicológico y emocional, y el grupo
control reconoce todas las formas de maltrato infantil. Igualmente, las maestras las reconocen
todas, excepto el maltrato sexual.

Es evidente que el grupo estudio es maltratado por sus maestras de forma física y psicológica,
mientras que en el grupo control no aparece ninguna forma de maltrato. Los padres del grupo
estudio maltratan de manera física, psicológica y emocional, mientras que los padres del grupo
control no maltratan a sus hijos.

Recomendaciones

Capacitar al equipo de Atención Primaria de Salud, para que las familias que castigan a sus hijos
frecuentemente aprendan técnicas como la disciplina positiva y las conductas del desarrollo
infantil para el control no aversivo del niño.

Este trabajo puede derivar estudios posteriores con el fin de determinar cómo se comporta este
problema en la comunidad, para así prevenir y promover estilos de vida más saludables que
garanticen una mejor calidad de vida a nuestra población infantil.
Atención a niños y adolescentes víctimas de violencia: sentimientos de profesionales de un
centro de atención psicosocial

Atención a las víctimas de violencia infantojuvenil: sentimientos de profesionales de un centro


de atención psicosocial

Manoella Souza da Silva 1 http://orcid.org/0000-0002-3533-054X

Viviane Marten Milbrath 1 http://orcid.org/0000-0001-5523-3803

Vera Lucia Freitag 2 http://orcid.org/0000-0002-5897-7012

Ruth Irmgard Bärtschi Gabatz 1 http://orcid.org/0000-0001-6075-8516

Jéssica Stragliotto Bazzan 1 http://orcid.org/0000-0002-8457-134X

Karine Lemes Maciel 1 http://orcid.org/0000-0002-6302-9519

1
Universidade Federal de Pelotas. Pelotas, RS, Brasil
2
Universidade Federal de Rio Grande do Sul. Porto Alegre, RS, Brasil

RESUMEN

Objetivo:

para revelar los sentimientos experimentados por los profesionales de la salud que trabajan en
un Centro de Atención Psicosocial para Niños y Adolescentes ( Centro de Atención Psicosocial
Infanto-Juvenil ) en el cuidado de niños y adolescentes víctimas de violencia.

Metodología:

Investigación cualitativa, descriptiva y exploratoria, llevada a cabo en un Centro de


Atención Psicosocial Infantil y Adolescente ( Centro de Atención Psicosocial Infantil-Juvenil ). Los
datos se recopilaron a través de una entrevista semiestructurada con diez profesionales del equipo
multidisciplinario entre mayo y junio de 2017. La interpretación de los datos se basó en el análisis
temático.

Resultados:

Había dos temas: el contacto con la violencia: los sentimientos que emergen ; y Entre razón y
emoción: contacto con el perpetrador de la violencia . Se evidenció una multiplicidad de
sentimientos que afectan a los profesionales involucrados en el cuidado de niños / adolescentes
víctimas.

Conclusión e implicaciones para la práctica:


a partir de los resultados, se identifica que los profesionales tienen dificultades para atender a los
niños / adolescentes víctimas de violencia, con la necesidad de diseñar estrategias para enfrentar
la gama de sentimientos que surgen al realizar esto. Para hacerlo, se cree que es necesario mejorar
la atención en la red de atención para reducir la sobrecarga de los niveles emocionales y mejorar la
calidad de vida de las víctimas y los profesionales, a fin de resolver problemas para un proceso de
trabajo más saludable.

Palabras clave: violencia; Abuso infantil; Adolescente; Personal sanitario; Cuidado

RESUMEN

Objetivo:

Desvelar los sentimientos vivenciados por los profesionales de la salud, actuar en un Centro de
Atención Infanto de Psicosocial ( Centro de Atención Psicosocial Infanto-Infantil-Juvenil ) en el
cuidado de niños y adolescentes víctimas de violencia.

Metodología:

Cualitativa pesquera, descriptiva y exploratoria, realizada en el Centro de Atención Infantojuvenil


Psicosocial ( Centro de Atención Psicosocial Infanto-Juvenil ). Los datos fueron recolectados en el
medio de una entrevista semiestructurada con los profesionales del equipo multidisciplinario,
entre mayo y junio de 2017. La interpretación de los datos con base en el análisis temático.

Resultados:

Se incluye en dos temas: El contacto con la violencia: sentimientos que emergen ; Y Entre la Razón
y la emoción: el contacto con el autor de la violencia . Se evidenció una multiplicidad de
sentimientos que acompañan a los profesionales involucrados en el cuidado de niños /
adolescentes victimizados.

Conclusión e implicaciones para la práctica:

a partir de los resultados, se identifican que los profesionales tienen dificultades en la asistencia a
los niños / adolescentes las víctimas de la violencia, que necesitan estrategias para lidiar con la
gama de sentimientos que surgen durante su realización. Para ello, es necesario mejorar la
atención en la red de asistencia con el fin de disminuir los niveles de sobrecarga emocional y
mejorar la calidad de vida de las víctimas y los profesionales, a favor de la resolución de los casos y
el proceso de trabajo más sano

Palabras clave: Violencia; Maltrato a los Niños; Adolescente Personal de Salud; Cuidado

INTRODUCCIÓN

La violencia contra niños y adolescentes se define como cualquier conducta de acción u omisión,
agresión o coerción que cause daño, vergüenza, limitación, sufrimiento físico, sexual, moral,
psicológico o social. Se entiende que ninguna forma de violencia contra los niños y adolescentes es
justificable y que todo se puede prevenir. Sin embargo, este tipo de problema aún prevalece en
todos los países del mundo, independientemente de la raza, la cultura, la clase social y el nivel de
escolaridad, caracterizándose a sí mismo como un grave problema de salud pública mundial. 1
Según el Sistema de Información de Sistemas de Notificación (SINAN - Sistema de Notificación de
Información sobre Lesiones), en 2011, se registraron 39,281 casos, en el grupo de edad de 0 a 19
años, por el Sistema Único de Salud de Brasil ( Sistema Único de Saúde ), en casos de violencia. En
Brasil, el grupo de edad con el mayor índice de asistencia es el de niños menores de un año, con
118.9 a 100 mil niños. El grupo de edad de 15 a 19 años cuenta con 84.6 visitas por cada 100 mil
adolescentes. 2En 2014, hubo 62,645 casos de violencia contra niños y adolescentes. De estos,
5,648 en niños menores de un año; 8.546 en niños de uno a cuatro años; 8.212 en niños de cinco a
nueve años; 15.963 en adolescentes de 10 a 14 años; y 24.276 contra adolescentes de 15 a 19
años. 3

Dada la magnitud de las estadísticas y la complejidad de las situaciones de violencia, es necesario


tener una visión ampliada de todo el contexto involucrado, profesionales de la salud, niños /
adolescentes y la familia en general. Sin embargo, los profesionales de la salud deben estar
calificados para recibir atención, de modo que las acciones sean adecuadas y resueltas, teniendo
en cuenta toda la red involucrada en intervenciones prácticas, buscando hacer que la experiencia
de violencia sea menos dolorosa y traumática para niños y adolescentes.

Sin embargo, la mayoría de los profesionales de la salud no se sienten capaces de atender estos
casos, ya que muchos sentimientos están involucrados en el proceso de atención de niños y
adolescentes víctimas de violencia, un hecho que afecta el enfoque de los casos por parte de los
profesionales involucrados. Además, estos profesionales están expuestos a sufrir represalias del
autor de la violencia, que a menudo ya tiene un historial de violencia perpetrada. 4 El miedo surge
como un sentimiento recurrente en los profesionales involucrados en la atención, al exponerlos a
situaciones de riesgo, cuando el autor de la violencia es un miembro de la familia del niño. Sin
embargo, algunos profesionales no guardan silencio sobre los casos de violencia y se enfrentan a
los peligros para ayudar a la víctima a abandonar el ciclo de agresión. 5

Estudios 6 - 7 se han centrado en temas de violencia, especialmente las destinadas a la familia de los
niños y adolescentes, con el fin de reflexionar sobre el mundo de la vida de los profesionales de la
salud, sobre todo enfermeras. Este mundo está compuesto por varias dimensiones que generan un
estado constante de atención y reacciones que imponen una gama de sentimientos, como la
revuelta, la inquietud, la tristeza y el sentimiento de impotencia, que deben manejarse
internamente en el curso de su cuidado. Sin embargo, los profesionales se relacionan con los
actores en este contexto, en preguntas desafiantes que involucran el manejo de las emociones, a
menudo sin apoyo, sintiéndose afectados en sus habilidades, lo que dificulta la protección de la
víctima de la violencia. 6 - 7

Por lo tanto, los profesionales involucrados en el cuidado de niños y adolescentes expuestos a la


violencia deben conocer la situación en la que viven estas personas y sus familias para que puedan
contribuir con cuidado en un intento de ayudar a mejorar esta condición. Para lograr esto, un
diálogo armonioso y saludable es esencial para promover actitudes y comportamientos sin
violencia. 8

Por lo tanto, es evidente la necesidad de una mirada dirigida a los profesionales que actúan en
casos de violencia, considerando la intensa carga emocional a la que están
sometidos, 9 - 10 desarrollando sentimientos que los impactan profundamente. Los profesionales
necesitan preparación para enfrentar problemas altamente complejos para que esta atención
pueda abarcar la individualidad y el sufrimiento emocional de cada niño y adolescente en su vida y
contexto familiar. Además, los profesionales deben estar capacitados en la detección de maltrato,
notificación y derivación a redes de protección y apoyo; Con el fin de garantizar a los niños y niñas
sus derechos, una decisión digna y más decidida.

Entre los lugares que acogen a niños víctimas de violencia, se encuentra el Centro de
Atención Psicosocial para Niños y Adolescentes (CAPSI - Centro de Atención Psicosocial Infantil-
juvenil ), que forma parte de la Red Municipal de Atención de Salud Mental y atiende a niños con
diagnóstico de trastorno mental Antes o después de la situación de abuso. Los niños son remitidos
por el Centro de Atención Escolar (CASE - School Health Care Center), Consejo de Tutela, Escuelas,
Fiscalía y Unidades Básicas de Salud.

Los Centros de Atención Psicosocial (CAPS - Centros de Atención Psicosocial ) son puntos
estratégicos de atención de la Red de Atención Psicosocial (RAPS - Rede de Ateneo Psicosocial ),
que comprenden servicios de salud abiertos y comunitarios que operan desde un punto de vista
interdisciplinario. Se componen de un equipo multiprofesional que realiza, principalmente,
atención a personas con trastornos o trastornos mentales, con el objetivo de garantizar el ejercicio
de la ciudadanía y la inclusión social de la familia. Este equipo trabaja en conjunto con los equipos
de salud familiar y los agentes de salud comunitarios. 11

Desde esta perspectiva, el presente estudio tiene como objetivo revelar los sentimientos
experimentados por los profesionales de la salud que trabajan en un CAPSI, al cuidar a niños y
adolescentes víctimas de violencia.

METODOLOGÍA

Esta es una investigación descriptiva y exploratoria, con un enfoque cualitativo, realizada entre
mayo y julio de 2017. Los datos se recopilaron en un CAPSI ubicado en una ciudad en el estado
sureño de Rio Grande do Sul (RS). Este servicio tiene, en promedio, 200 usuarios regulares, y la
entrada en el CAPSI se produce a través de la remisión por parte de CASE, el Consejo de Tutela, las
Escuelas, la Oficina del Fiscal Público, las Unidades Básicas de Salud o las personas que llegan al
servicio en busca de atención sin una referencia previa. Cabe señalar que este servicio es parte de
la Red de Atención de Salud Mental de dicho municipio. El enfoque de los investigadores en el
campo se produjo durante la etapa curricular final de la facultad de enfermería de uno de los
autores.

Los profesionales que trabajaban en la unidad eran un psiquiatra, un médico general, un pediatra,
dos enfermeras, un técnico de enfermería, dos trabajadores sociales, cinco psicólogos, un
educador físico y dos profesores de educación artística. De ellos, diez profesionales participaron en
el estudio, siendo psiquiatra, dos enfermeras, un trabajador social, tres psicólogos, un educador
físico, un técnico superior en artes y un técnico en música. El enfoque de estos fue a través del
contacto directo del investigador principal que, a través de la aceptación verbal y la firma del
Término de consentimiento libre e informado (FICT), llevó a cabo la recopilación de información a
través de una entrevista semiestructurada.

Como criterios de inclusión se respetaron: ser un profesional que integra el equipo


multiprofesional del servicio; estar activo en el servicio durante el periodo de
investigación; permitir que la entrevista sea grabada; y acepta participar en la investigación,
firmando el FICT, autorizando así el uso y publicación de los datos. Se excluyó a los profesionales
que se encontraban en licencia de salud o de vacaciones durante el período de recolección.

Para responder al objetivo de la investigación, se utilizó la siguiente pregunta guía durante las
entrevistas: ¿cómo se siente con respecto al cuidado de niños / adolescentes en primer lugar de las
víctimas de la violencia? Todas las entrevistas fueron grabadas y luego transcritas en su totalidad
para el análisis. Ocurrieron individualmente, en una sala privada de la institución, y tuvieron una
duración promedio de 30 minutos.

Para delimitar el número de participantes, se siguió el criterio de saturación de datos 12 . Para ello,
primero transcribimos las entrevistas, extrayendo los códigos iniciales. Después de este paso, los
códigos fueron categorizados por prevalencia y tipo. Luego, se identificó que cada código obtuvo la
profundidad y la complejidad suficientes para comprender la pregunta estudiada. Por lo tanto, la
saturación debe considerar la riqueza de datos derivada de cada pregunta, lo que contribuye a la
comprensión, no solo la presencia o la frecuencia de un problema 12 . Por lo tanto, en este estudio,
la saturación se logró con 10 entrevistas, con el entendimiento de que los datos proporcionaron
suficiente profundidad y complejidad para comprender el fenómeno de interés.

Para la interpretación de los datos, se utilizó el análisis temático de Braun y Clarke, que es un
método para identificar, analizar e informar patrones (temas) dentro de los datos, organizar y
describir todo el conjunto de datos en detalle, además de interpretar aspectos de El tema de
investigación. La investigación se estructura en seis fases: 1ª fase: familiarizarse con sus
datos; 2 nd fase: generar códigos iniciales; 3 ª fase: la búsqueda de temas; 4 º de fase: la revisión de
los temas; 5 º fase: definir y nombrar temas; 6 ª fase: la elaboración del informe 13 .

La siguiente es una tabla que ilustra los pasos seguidos en el análisis:

Temas
Texto Codigos iniciales Tema final
Intermedios

Miedo, miedo de tomar alguna acción,


porque todo esto implica que no solo en Sentimientos al
El contacto con la
mi actuación [...] implica lo que harán cuidar niños /
Sentimientos violencia:
otras instituciones y tenemos miedo de adolescentes
experimentados sentimientos que
exponer al niño y a nosotros mismos víctimas de
emergen.
también. Así que eso es, miedo, violencia.
ansiedad, frustración [...] (P1)

Entre la razón y la
emoción: el
Hay momentos en que nos enojamos Sentirse Sentimientos
contacto con el
mucho [...] (P6). experimentado sobre el agresor.
perpetrador de la
violencia.

Se destaca que los códigos y temas fueron validados por dos investigadores.

La investigación se realizó respetando los preceptos éticos definidos por la Resolución 466/1214 de
la Junta Nacional de Salud ( Conselho Nacional de Saúde ) del Ministerio de Salud, aprobada por el
Comité de Ética en Investigación de la Facultad de Medicina de la Universidade Federal de Pelotas .
bajo la Opinión 2.014.644 y el Certificado de Aprobación para Aprendizaje Ética (CAAE - Certificado
de Presentación para Consideración Ética) número 67048217.4.0000.5317, el 12 de abril de 2017.

RESULTADOS

Los resultados del análisis de los datos, relacionados con los sentimientos experimentados por los
profesionales de la salud en el cuidado de niños / adolescentes víctimas de violencia, se
organizaron en dos temas: a) Contacto con la violencia: sentimientos que emergen ; y b) Entre la
razón y la emoción: contacto con el autor de la violencia .

El contacto con la violencia: sentimientos que emergen.

Este tema se refiere a los sentimientos de los profesionales sobre la violencia en relación con los
niños, los adolescentes y sus familias. De esta forma, al dar voz a los participantes, fue posible
percibir una multiplicidad de sentimientos que rodean el proceso de atención por parte de los
profesionales directamente relacionados con las víctimas de la violencia. Entre ellos, se destaca la
impotencia en relación con la resolución de casos de violencia, como se evidencia en las siguientes
declaraciones.

Podemos resolver algunas cosas aquí, pero son pocos, por lo [...] me siento impotente sobre la
violencia de todo tipo [...] este sentimiento [...] es muy fuerte. [...] porque tenemos este conjunto de
herramientas personales, equipo, red y todo, pero no podemos olvidar que estamos tratando con
personas, con niños, con adolescentes. [...] estás escuchando a la madre hablar, "ah, ya pedí
protección, él ya salió de la casa", pero están aquí, ella me dice que pasó en auto, que estaba en la
escuela [.. .]. Me siento impotente, en el sentido de resolución [...] (P5).

Me siento impotente, porque no estamos realmente allí, él regresará a casa. (P8).

Me siento muy mal, porque vas a tomar medidas para ayudar y verás que no ayudó en absoluto,
incluso peor. [...] a menudo me siento impotente para no poder ayudarlos porque, de hecho,
ellos(refiriéndose a la familia) necesitan un tratamiento. [...] No podré estar dentro de su casa para
hablar, "mira, pensemos, veamos cómo resolveremos esto" (P9).

Otro punto identificado en los discursos fue el temor con respecto a la exposición del niño y el
adolescente, así como de sí mismo como profesional involucrado en el cuidado de estos.

El miedo, el miedo de tomar alguna acción, porque todo esto implica que no solo
actuar [...] implica lo que otras instituciones van a hacer, y tenemos miedo de exponer al niño, de
exponernos a nosotros mismos, eso es todo. , miedo, ansiedad [...]. Ha habido casos en los que
pasamos la información y el anonimato de la persona que presenta la queja no se
mantiene, [...] luego, finalizan algunas situaciones que llegan al conocimiento de la familia que
presentó la queja (P1).

[...] sabiendo que tiene que tomar una decisión y que esa decisión la afectará (a su hija) y que a
menudo le hará daño [...]. Por lo tanto, tengo mucho miedo de estas cosas para involucrar consejos
tutelares, y el envío a otros servicios es preocupante, porque no sé cómo es esa cosa de la
atención(en referencia a las instituciones de refugio) [...]. A veces, las decisiones que toma para
obtener consejos y buscar una mejor solución, [...] son cosas que no ayudarán en absoluto e
incluso [...] perjudican (P9).

Otro punto destacado por los profesionales se refiere a su preocupación por las consecuencias de
la violencia en la vida de los niños y adolescentes.

[...] dependiendo del tipo de sintomatología que tengan el niño y el adolescente, la agresión puede
agravar la imagen. [...] la agresión no ayuda a nadie, mucho menos a quien la levanta y tampoco
ayuda a quien toca porque no se sentirá mejor porque golpeó al niño. El niño no mejorará, no
tendrá sus problemas resueltos [...] al golpearlos (P3).

La frustración, dado el resultado de los casos después de la identificación y el desempeño del


equipo, aparece como un sentimiento señalado por los participantes.

Frustración a veces, porque las cosas a veces no salen como queremos, no tienen el resultado que
esperamos (P1).

Frustración, a veces, vemos lo difícil que es cambiar, porque hay poca violencia, si puedo decir ese
término, que ocurre dentro de la familia, esa agresión, ese tirón del oído, que a veces tratamos de
hablar con el padre. , trate de hablar con su madre, pero es difícil cambiar eso (P2).

Además, los profesionales también informaron haber sentido una sobrecarga emocional al lidiar
diariamente con situaciones de violencia contra niños y adolescentes.

Tenemos que lidiar con eso e intentar hacer nuestro mejor esfuerzo, pero es una carga muy pesada
trabajar con niños y adolescentes que son víctimas de violencia (P2).

A veces lloramos, yo lloro a veces, en el día de ese niño fui al baño a llorar [...]. Hubo una situación
en la que la niña llegó y estaba muy agitada, por lo que se acercó a mí con esa marquinha en la
camisa, un poco de la marca y luego sospeché. Les pedí que fueran a una habitación, le pedí que lo
examinara y le pedí que se quitara la túnica y eso, con el consentimiento de su madre, y tenía
marcas en la espalda, flancos, piernas, cerca de las nalgas, en el muslo, estaba todo marcado (P5).

Los discursos se refieren a la sobrecarga emocional del profesional en casos de violencia infantil,
dada la dificultad de manejar al niño y al adolescente y a la familia, así como a la preocupación por
brindar atención integral que garantice la seguridad y el bienestar de los niños. El niño y el
adolescente, sacando a la víctima del ciclo violento. Algunos entrevistados informaron sentirse
enojados y, a veces, asombrados ante situaciones de violencia, ya que consideran que la violencia
contra los niños y adolescentes es inaceptable, especialmente cuando los cometen miembros de la
familia.

Sabiendo que un niño, que un usuario nuestro a menudo es azotado porque está enfermo. Es muy
complicado escuchar, o los niños que están enfermos porque se contagian, por lo mucho que están
pegados, es muy difícil escuchar [...]. Me siento realmente enojado por eso (P4).

Además de la revuelta ante los casos de violencia contra niños y adolescentes, se percibe que
algunos tipos de violencia acentúan este sentimiento, ya que movilizan preguntas personales que
se refieren al juicio de valor antes de las experiencias del ser humano, como se expresa en lo
siguiente hablas:
Me ocupo mejor de los problemas de violencia física que de la violencia sexual, pero es algo que
me sorprende mucho. Me parece muy difícil, no es una cosa fácil para trabajar. Los informes son
muy duros; Son cuestiones de agresión, mucha experiencia de estos niños, que me impresionan
mucho. [...] la violencia física también es difícil, pero para mí ya es más fácil tratar, hablar, más que
la violencia sexual (P2).

[...] nos cuesta entender por qué, especialmente el abuso sexual, creo que lo peor es lo peor,
¿sabes? Desde el peor de los tipos de violencia para mí, es el trabajo más difícil (P5).

Sí, creo que depende del tipo de violencia, algunas personas nos enojan más (P6).

Se percibe que, independientemente del tipo de violencia sufrida por el niño o el adolescente, los
profesionales se sienten abrumados cuando se cuidan, una vez que se ven impotentes y frustrados
debido a la falta de resolución de la mayoría de las acciones adoptadas.

Entre la razón y la emoción: el contacto con el perpetrador de la violencia.

Este tema buscó traer los informes que reflejaban los sentimientos de los profesionales sobre el
autor de la violencia. Se identificó que la mayoría de los participantes reportaron sentimientos de
ira y malentendidos. Sin embargo, se dan cuenta de que no pueden dejar que estos sentimientos
interfieran con el cuidado del niño, el adolescente y su familia.

A veces es inevitable que te sientas enojado, [...] algunos momentos nos quedamos así, no sé si se
siente, pero es el malentendido de la persona (P1).

Hay momentos en que nos enojamos mucho [...] (P6).

Ah, es complicado porque [...] no estás de acuerdo con sus acciones e incluso entiendes lo que está
detrás de toda una realidad, pero no nos gustan estas personas. Trato de entender lo que
pasó. Bien, ese es el contexto en el que hiciste lo que ella hizo, pero no te gusta la persona porque
lo hizo. Entonces no estoy con la persona ... [...] (P8).

El abusador ya es más complicado, usted está ahí frente al abusador y él negará toda vida, el
abusador nunca es, él es el perfecto, no sabe nada, no vio nada. Entonces, hay horas en las que
creo que tengo ganas de saltar, pero no podemos, porque va a responder todo por la justicia (P10).

Los discursos se refieren a sentimientos negativos con respecto al autor de la violencia,


considerando la incomprensión de los profesionales con respecto a los actos de violencia física y
psicológica a los que están sometidas las víctimas. A pesar de esto, los entrevistados entienden que
sus sentimientos no pueden interferir en la asistencia a estos casos, porque desde el momento en
que lo emocional comienza a actuar, "la razón pierde espacio", lo que dificulta la asistencia
adecuada a las víctimas y sus familias, de acuerdo con lo siguiente líneas:

[...] no podemos mostrar esto porque sabemos que el miembro de la familia se cerrará de una
manera que nunca podremos escuchar de ellos la información que necesitan. [...] la gente trata de
no aparecer e intenta escuchar de una manera que no mostramos el asombro y la repulsión que
nos causa [...]. Entonces, debemos tratar de mostrar serenidad e informar esto y transcribir en sus
registros sin nuestro juicio de valor, tratar de transcribir el hecho sin interpretación (P4).
Nosotros hacemos la administración, tratamos de lidiar con eso, ayudamos a la familia en la
confrontación y lo intentamos, porque, ¿verdad? [...] La ayudaré a enfrentar la violencia que está
cometiendo [...] . No puedo simplemente juzgarla y decir que es culpable y que ha resuelto el
problema [...] No soy Dios, que descendió a la tierra y hace justicia. Así que creo que tenemos que
ser imparciales, a veces incluso debemos distanciarnos de algunos juicios de valor (P5).

[...] a nadie le gusta ver las miserias del mundo, pero en ese momento el mecanismo psíquico, por
lo tanto, puede desactivarse, porque si entro, "el padre ah, golpea al niño, es un monstruo".
Sentirse mal, El enojo, el enojo o la pena no dan, el cuidado no funcionará [...] . Intento no hacer
juicios de valor como este, entonces es otra cosa, entonces puedo tener mi revuelta, pero en ese
momento creo que puedo separado (P7).

En este contexto, hay una falta de comprensión con respecto a la violencia contra los niños y
adolescentes, considerando que, en la mayoría de los casos experimentados dentro del servicio, la
violencia es parte de un miembro de la familia.

Pero es incomprensión de esa persona (autor de violencia) . Porque esa persona lo hace,
¿sabes? No encuentras una respuesta (P1).

Por mucho que el niño y el adolescente hayan hecho algo mal, nada justifica que lo ataquen debido
al error. Entonces, en el momento en que veo una agresión, la agresión suele ser una reacción a
algo que sucedió, y luego ya no tienes una, tienes dos errores, una agresión conduce a otra, lleva a
otra y se convierte en una bola de nieve (P3) .

Debido a que todos los niños tienen que correr hacia la madre, corre hacia el padre. Si no pueden
correr hacia ellos, ¿correrán hacia quién? (P4).

Los discursos se refieren a la falta de comprensión de los entrevistados sobre la violencia


intrafamiliar, especialmente cuando la violencia se aparta de un miembro con un alto grado de
cercanía con el niño y el adolescente, como la madre y el padre. Por lo tanto, los profesionales no
pueden asimilar las razones que pueden conducir a la violencia, considerando que esta situación es
inaceptable, ya que se espera que los padres protejan culturalmente a sus hijos.

La mayoría de los profesionales entrevistados no se permitieron emitir juicios sobre el autor de la


violencia, aunque este contacto se refiere a sentimientos, como la ira y la incomprensión, y
consideran que juzgar solo perturba el cuidado que reciben los niños, adolescentes y sus
familias. Por otro lado, uno de los entrevistados mencionó sentir el dolor de los perpetradores de
violencia, considerando que la familia está sobrecargada de problemas de vulnerabilidad
económica y social, a veces sin entender el daño que causan a las víctimas.

[...] Lo siento por estas personas porque no saben, no tienen idea de lo que están haciendo. Son
personas muy vulnerables y también tienen problemas que deben resolverse. Así que mi
sentimiento por ellos es un sentimiento de lástima porque están perdiendo una buena parte de sus
vidas convirtiendo [...] todo en un caos, no tienen idea del mal que hacen a las personas (P9).

En este discurso, se observa que el participante entiende la violencia como parte de un contexto
de adversidad, en el que la familia sufre altos niveles de sobrecarga en la atención de niños y
adolescentes, con condiciones limitadas para ambos.
DISCUSIÓN

La impotencia que sienten los profesionales se relaciona en gran medida con la falta de resolución
de los casos, considerando que después de la identificación de la violencia, el niño y el adolescente
regresan al entorno en el que ocurre. De esta manera, es posible intervenir significativamente en el
entorno familiar y social de las víctimas. Los profesionales a menudo se sienten impotentes ante la
precariedad de la red de salud dentro del SUS debido a los retrasos en las referencias y al enfoque
ineficaz de las agencias de protección de niños y adolescentes, en casos de violencia contra esta
población. 15

Para el estudio 8 , también hay dificultades relacionadas con la falta de articulación de la red de
protección y la atención de los niños y adolescentes. Esta sensación también se refiere a la
incapacidad del profesional para detener completamente el dolor de las víctimas, pero no solo el
dolor físico, sino también el que excede los límites físicos del cuerpo y alcanza la esencia del ser
humano. 6 Los profesionales que experimentan este sentido de impotencia terminan subestimando
su conocimiento y su competencia para actuar ante los casos, un hecho que puede dañar la
atención brindada. dieciséis

En este punto, es difícil para los practicantes encontrar resultados significativos para que se sientan
realmente ayudando a los niños y adolescentes a superar las consecuencias de la violencia. A esto
se suma el sentimiento de impunidad del agresor frente a los casos, un hecho que hace que los
profesionales no puedan entender su asistencia como efectiva. 5 Complementariamente, las
barreras legales del país acentúan este sentimiento, ya que, a menudo, los niños y adolescentes,
víctimas de la violencia, regresan al entorno en el que se produjo la violencia, sin ser responsables
del autor de la violencia. 17

Los profesionales también temen que sus acciones puedan tener un impacto negativo en la vida
diaria de estos niños y adolescentes, ya que la notificación puede aumentar la exposición de los
niños a situaciones de riesgo cuando el autor es un miembro de su familia y, a veces, vive en el
mismo lugar que la víctima. . 5 Por lo tanto, la notificación a menudo no funciona de manera
positiva para el bienestar de los niños y adolescentes. 5 , porque regresan al entorno en el que se
produce la violencia y, por lo tanto, pueden sufrir algún tipo de represión por parte de la familia,
después de exponer las situaciones de violencia a los profesionales del servicio.

Para otro estudio 18 , el temor y la inseguridad de los profesionales también están relacionados con
la falta de confidencialidad del Consejo de Tutela, que a veces expone al autor de la queja a la
familia, dejándolo susceptible a alguna forma de represión. De esta manera, el flujo no secreto de
la notificación causa temor a quienes la llevan a cabo, exponiendo a las víctimas y también a los
profesionales que están en contacto con el caso.

En este sentido, se entiende que los sentimientos de impotencia, frustración, miedo, impotencia e
inseguridad de los profesionales de la salud son parte de un contexto que a menudo va más allá de
sus posibilidades. Sin embargo, es necesario que los profesionales mantengan un compromiso
ético, estableciendo relaciones de cuidado con la víctima y la familia en el sentido de cooperación,
especialmente con el cuidador principal del niño o adolescente.

Otro punto destacado en las entrevistas se relaciona con la comprensión de los profesionales de
las consecuencias que la violencia trae a la vida del niño y del adolescente. Esto está relacionado
con la prevalencia de trastornos mentales graves debidos a la violencia infantil. Un
estudio 19 relaciona la violencia infantil con la aparición de enfermedades psíquicas. Por lo tanto, la
violencia contra los niños y adolescentes es un factor de riesgo importante para la aparición y el
empeoramiento de los trastornos mentales. 20En este contexto, es necesario que las personas
involucradas cuenten con el apoyo de una red interdisciplinaria que permita condiciones de
prevención y ajuste psicosocial y cultural dentro del contexto familiar, fortaleciendo las relaciones
entre los miembros de la familia y creando conciencia sobre las formas de educar, sin diferenciar
entre adultos y adultos. Niño, con respecto a la fuerza física. 21

Los discursos también resaltan la frustración de los entrevistados ante la falta de resolución de sus
acciones en situaciones de violencia, considerando la dificultad de promover cambios en los
hábitos culturales y sociales de las familias de los niños victimizados, un hecho que lo hace
imposible. Para que actúen con eficacia en los casos. Desde esta perspectiva, corresponde al
profesional de la salud no solo encargarse de las consecuencias que la violencia tiene para el niño y
el adolescente, sino también su papel ético y profesional ante la protección de las víctimas y sus
familias. Por lo tanto, el enfoque no es buscar culpabilidad en la situación, sino buscar alternativas
para la resolución de casos.

La atención a los niños y adolescentes víctimas de violencia genera una sobrecarga emocional para
el profesional, ya que tiene que lidiar con estos casos, no estigmatizando a los involucrados, incluso
repugnando las situaciones experimentadas. El trabajo de salud se considera, por su complejidad,
un factor importante para la aparición de una sobrecarga emocional en los profesionales de la
salud, en vista de su sentido de responsabilidad para el bienestar de los niños y adolescentes que,
aunque están satisfechos, también los cargan, causando estrés en los profesionales. . 7

En este estudio, los profesionales enfatizaron la mayor dificultad para tratar ciertos tipos de
violencia, como la violencia sexual. Esto puede estar relacionado con la revuelta y la
incomprensión que causan las situaciones de violencia sexual. Este sentimiento es más
pronunciado cuando se trata de violencia contra niños y adolescentes, ya que son personas que no
tienen el poder de defenderse contra la condición que se les impone. Algunos profesionales sufren
más cuando se enfrentan a casos de violencia sexual contra niños y adolescentes, ya que se
encuentran en medio de conflictos culturales y éticos, considerando la oscuridad que impregna la
violación de los derechos de todas las víctimas, en estos casos, especialmente el derecho al propio
cuerpo. . 22Por lo tanto, al enfrentar la violencia sexual contra niños y adolescentes, los
profesionales no pueden lidiar con la complejidad que requieren los casos, ya que incluyen
problemas morales y culturales que, si no se abordan, pueden dificultar el cuidado de las víctimas y
las familias. 23

Estudios 6 - 18 de informe que el cuidado de los niños y adolescentes que son víctimas de la violencia
genera una variedad de sentimientos negativos entre los profesionales de la salud, dada la
complejidad de los casos y la vulnerabilidad emocional de las víctimas. Por lo tanto, muchos
profesionales tienen dificultades para controlar sus propios sentimientos, lo que resulta en una
sobrecarga emocional. 6 - 18 Además, se cree que esta sobrecarga puede comprometer la atención a
las víctimas en el contexto de CAPSI, dificultando la atención de los niños o adolescentes y sus
familias, causando daños a la salud de los profesionales que se someten a esta demanda expresiva.
complejidad.
El hecho de que la familia esté involucrada en el cuidado y, a menudo, se aparte de la violencia
requiere que los profesionales se encarguen de su incomprensión y de su juicio, brindando así una
asistencia completa a la víctima y a su familia, lo que puede aumentar los niveles de estrés y la
sobrecarga emocional. 22 El malentendido, el juicio y la sobrecarga son desafíos que enfrentan los
profesionales. Por lo tanto, se entiende que además de la preparación técnica / científica que
necesita el profesional, también es fundamental la educación continua y el acompañamiento
psicológico para atender estos casos complejos, favoreciendo la elaboración de estrategias de
atención más efectivas.

El juicio a los perpetradores de violencia es uno de los principales obstáculos para atender a las
víctimas de violencia infantil, dada la incapacidad de los profesionales para despojarse de sus
prejuicios. 6 Por lo tanto, los profesionales de la salud deben poder trabajar con las familias, con el
objetivo de reducir los niveles de sobrecarga de los cuidadores y, en consecuencia, ayudar a
mantener la calidad de vida de los niños y adolescentes, así como su ciclo familiar. 24

Aún así, se puede observar en las entrevistas el sentimiento de tristeza que los profesionales
tienen de las familias en las que ocurren los casos de violencia. Entienden que estas situaciones a
menudo son generadas por una condición de vulnerabilidad socioeconómica en la que los
perpetradores no comprenden el alcance de los impactos negativos causados por la violencia tanto
en niños como en adolescentes.

En estas situaciones de violencia, los profesionales de la salud deben desarrollar estrategias para
actuar para comprender el historial de vida de las personas a las que asisten, así como sus redes
sociales y familiares, y las vulnerabilidades relacionadas con cada caso. De esta manera, es
necesario crear espacios para la reflexión sobre la práctica, en función de las situaciones
experimentadas, proporcionando una acción multiprofesional con decisiones compartidas y
redes. 25

Además, un estudio indica el establecimiento del vínculo como una estrategia esencial para brindar
una asistencia más adecuada a las necesidades de los niños y adolescentes y sus familias, ya que
favorece una conexión más humana y singular. 8

CONCLUSIÓN E IMPLICACIONES PARA LA PRÁCTICA

Teniendo en cuenta el objetivo propuesto, la investigación reveló varios factores que pueden
interferir directamente con la calidad de la atención brindada, identificando los sentimientos que
surgen en los profesionales de la salud cuando brindan atención a niños víctimas de violencia,
incluida la impotencia, el miedo, la frustración, la revuelta y la violencia. enfado. Además, la
sobrecarga emocional a la que están expuestos debido a conflictos éticos, culturales y legales
también es evidente. Sin embargo, también se han revelado sentimientos positivos y satisfacción
personal y profesional, en los que los profesionales se perciben a sí mismos como promotores de
cambios en las vidas de niños, niñas y adolescentes y sus familias.

Como implicaciones para la práctica, se puede considerar que este estudio apunta a la necesidad
de diseñar estrategias que califiquen a los profesionales para enfrentar las dificultades para ayudar
a las víctimas de la violencia y sus familias. En particular, para la enfermera, que, al igual que otros
profesionales de la salud, tiene un papel importante en la prevención, el reporte y el manejo de
casos. En este contexto, es necesario aumentar la inversión en acciones que favorezcan la
prevención y el reconocimiento de la violencia de niños y adolescentes, especialmente a partir de
estrategias articuladas en una red, entre los sectores de salud y educación. Es necesario insertar el
tema, tanto en el proceso de educación continua como en la formación académica, a partir de la
inclusión de la materia en el currículo mínimo de pregrado.

En este estudio también se evidenció la falta de apoyo legal a los profesionales por parte de las
agencias de protección, así como el desmantelamiento de la red de atención de niños y
adolescentes víctimas de violencia, que se presentó como obstáculos en la atención integral a estas
personas. Por lo tanto, la multiplicidad de sentimientos producidos por los profesionales frente a
situaciones expuestas pasa a primer plano, lo que dificulta su proceso de trabajo y contribución
emocional.

El estudio presenta limitaciones con respecto a las peculiaridades regionales, ya que representa
una realidad específica, que abarca solo un servicio de salud. Se cree que una mayor investigación
con profesionales que trabajan en otros servicios de red, como el consejo de tutelares, los servicios
sociales y las escuelas, puede contribuir a aumentar la visibilidad sobre el tema, lo que apunta a
posibles articulaciones en la red de atención de niños y adolescentes.

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