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¿Qué sucede cuando un texto cae en sus manos y sus ojos pasan, como una
escoba del Mercadona, por cada una de las palabras del mismo? Hay muchos
procesos mentales que interceden ante la lectura de un texto concreto, no
solo podemos hablar de decodificación, sino también de un aspecto que se
llama coherencia.
En la hoja hay una pequeña referencia a una supuesta realidad que, a priori,
desconocemos y que se escapa de la perspectiva de nosotros, desde la visión
del alumnado. Una tal empresa Homo Velamine Consulting S.L.
S.L
–Esa es la empresa que confecciona los toldos– añade una alumna sentada
en primera fila, ávida de saber.
En primer lugar, esta alumna, tanto como los demás, ha procurado dotar al
texto de coherencia
coherencia. Es un discurso bien redactado, tiene sentido, en su
pequeño universo DINA4. Está cohesionado (todos sus elementos lingüísticos
están bien conectados dentro del texto). Los lectores, sin saberlo, abrazamos
algo llamado presunción de coherencia, descrito del modo siguiente por
lingüistas de renombre en el campo de la Filología:
Por último, para que un texto sea ideal, 100% perfecto, debemos hablar de las
máximas de cooperación, siguiendo la teoría de Grice: máxima de calidad (no
sea falso), cantidad (diga la información necesaria), manera (sea claro, evite
la ambigüedad, la oscuridad) y de relación (sea relevante). Aunque nunca se
cumplen todas. O casi nunca.
La chica, el objetivo del beodo, ha evitado decir un “no” por lo que sea, conoce
al amigo del muchacho o le da un poco de lástima. O por cortesía
cortesía. Lo que viene
a explicarse aquí no son sus motivos, sino que ha incumplido la máxima de
calidad. Ha sido falsa, insincera, no verdadera. Y así continuamente un sinfín
de ejemplos donde el uno oculta algo y rompe la máxima de calidad de manera
más o menos sutil.
1 ¿Quieres sexo?
.2 Ahora me iba a abrir una pizza.
.
Un ejemplo más. En este caso, B está rompiendo tantas máximas que el móvil
va a estallar. De calidad (su razón verdadera quizá sea la ardua construcción
de una bomba atómica con piezas de lego), de cantidad (ha hablado
demasiado, A solo espera un SÍ o un NO) y la de relación (a A sinceramente le
da igual que tenga una pizza entre manos o un pollo de plástico que no pita).
A.¿Quieres sexo?
La respuesta del alumnado fue la misma que se generó en los vecindarios que
recibieron el texto pegado en sus portales. Pero es que, idealmente
idealmente, si se
comprende el contexto,
contexto se accederá al humor (aunque capítulo aparte
merecería considerar que a la persona le haga o no gracia). Esto, por
supuesto, es la utopía que se querría conseguir cuando un emisor escribe un
texto humorístico: que se acepte como humor, sencillamente, algo irrealizable
(como la instalación de Toldos Verdes a la que estamos aludiendo aquí) y
burlesco. Sin más vuelta de hoja que la pura gamberrada simpática. Pero
algunos están todavía a años luz de hacer las paces con el humor.