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ABRIL 26, 2018 POR LA OPINIÓN

La pampa de Hanan: el espejo de la Ica


colonial, origen de nuestra idiosincrasia Una
mirada nueva al mundo viejo.
Louis Pauwels. Jacques Bergier

Mirando con otros ojos el mundo viejo

Avanza el tiempo y retroceden los recuerdos. Por ejemplo, casi nadie se acuerda, de la
pampa de Hanan, ni de las tradiciones y mitos de ese lugar iqueño, del siglo XVII; ubicado
en la zona en que se sitúa actualmente la Plaza Barranca, con el sabio Sebastián, al centro,
con ceño adusto y piedra en mano, amenazando a los jueces de la Corte Superior de Ica,
para que administren justicia correctamente.

Ese fue un lugar que generó temor; la superstición y la exagerada postura religiosa
sembraron en el imaginario popular de la época un universo mágico, que perduró hasta
mediados del siglo XX.
Estimo necesario rescatar ese momento, auxiliándome en el trabajo del historiador
iqueño Gilberto Vásquez Ángulo, reconociendo plenamente su aporte y siguiendo el
derrotero histórico que el trazó en la búsqueda insaciable de la identidad cultural iqueña.
Esto se explica mejor si recordamos aquella frase que plasmé en el primer artículo de esta
columna: En La mirilla del tiempo: analizaré mis experiencias (que incluyen a la de los
otros). Apelo ahora a la de él como un gesto de homenaje y reconocimiento. De esa
manera cumpliré con otro postulado: estas memorias realmente no tendrán fronteras.

Salto atrás en la historia iqueña

“En 1688 el Curato de Hanan fue dividido en dos: Parroquia de la Purísima Concepción de
Hanan (Plaza Barranca), para los indígenas originarios de Ica; y la de nuestra Señora de
Santa Ana (Plaza Bolognesi), donde se agruparon los forasteros indios llegados de la
sierra durante el coloniaje.

Frente al área destinada por el templo de Hanan quedó trazado el terreno para la plaza
respectiva, el cual durante muchos años fue un cuadrilátero desierto, por lo que el pueblo
lo llamaba: pampa de Hanan, pues, recién en 1903 (que pasa a llamarse Plaza Barranca)
plantaron los cus que aún existen.”

Dos precisiones: 1) Fueron dos plazas contiguas, como hasta ahora. De ellas, en Semana
Santa salían sendas procesiones que competían con la del Señor de Luren. Tomaremos
para este artículo solo la Plaza Hanan por ser ésta sabrosísima en relatos fantásticos.
Posteriormente escribiremos sobre la plaza de Santa Ana, por ser ella riquísima en relatos
de tradiciones que ya están casi perdidas. Ya nos ocuparemos de este lón de nuestra
idiosincrasia. 2) El trabajo del historiador iqueño Gilberto Vásquez Ángulo es inédito.
¿Cómo llegó a mí? En marzo del año de 1989, CEDINCA Ica, dirigida por el recordado
sacerdote y economista Elmer Reyes y FRAGUA, Revista Cultural dirigida por el poeta
Enrique Bollet Ramírez, organizaron un concurso y en el género Cuento participó él,
obteniendo por su trabajo titulado: Pampas de Hanan y Santa Ana, una mención honrosa.
Como uno de los miembros del Jurado tuve acceso al trabajo que aún atesoro en mi
biblioteca.

El universo legendario-mítico de la Pampa de Hanan

Intercalaré sólo algunas notas breves, si fuera necesario, entre cada una de los textos
(leyendas, mitos) que anotamos seguidamente, cuya redacción le corresponde,
íntegramente, a nuestro historiador.
La viuda

A mitad de la calle “Siete pecados”, hoy segunda cuadra de Huancavelica, a un costado del
desaparecido Templo de Hanan, existieron cuartos habitacionales muy humildes. De allí,
de uno de esos cuartos, en horas de la noche salía “la Viuda”, de luto riguroso, alta y
esbelta. Inmediatamente se dirigía por la calle Malambo (hoy La Mar), La Unión, Ayacucho
e ingresaba a la Pampa de Hanan y pasando frente a la fachada principal del templo
regresaba al cuarto de donde había salido. Algunos a rmaban que “La Viuda” desaparecía
al llegar a la puerta principal del templo.

Según la tradición, si algún valentón se decidía a molestar a “La viuda”, recibía terrible
lluvia de piedrecitas infernales.

Carretón de Ánimas

En noches sin luna, frente a la puerta principal de lo que fue el templo de Hanan, de la
pampa, salía el tétrico “Carretón de Ánimas”, seguía por Ayacucho, El Silencio, Malambo,
Pisco, Junín, nuevamente a la pampa de Hanan, para ingresar a las ruinas del templo.

Se cuenta que el paso del “Carretón de Ánimas” por la calle del Silencio era muy fúnebre,
pues aquella calle (hoy segunda cuadra de Urubamba), recibió ese nombre porque fue un
barrio muy silencioso, inclusive de poco trá co de bestias y carretas. Los vecinos se
abstenían de caminar por ese sector, particularmente en horas de la noche, porque el
extremado silencio infundía temor.

Aparición del diablo

En la esquina Manzano, formada por las calles El Silencio-Piura, existió un bar de


propiedad de un español de apellido Manzano, prestamista y jugador, quien fue asesinado
en el mismo bar. Se dijo que fue a raíz de acalorada discusión en el juego; otros decían que
el móvil fue el robo. El local. a media cuadra de la Plaza Hanan. fue demolido para
ensanchar la calle Urubamba hasta La Mar.

Después del asesinato en determinados días y en noches de luna, en esa esquina aparecía
un hombre viejo y feo, con larga y ganchuda nariz, boca grande y desdentada; ojos
redondos, pequeñísimos y destellantes; y un largo rabo que lo chicoteaba por detrás.
Se cuenta que el diablo se paraba al local de lo que fue el bar Manzano, en posición de
espera o resguardo, mirando hacia la Pampa de Hanan.

Padre salía a la pampa

El silencio y la tenebrosa oscuridad de la noche era el fondo especial de un Padre por la


pampa de Hanan.

Se dice que a avanzadas hora de la noche, por la calle Siete Pecados, un Padre con paso
pausado salía del derruido templo de Hanan y se dirigía a la pampa que entonces no
contaba con cus; después de pasear por el cuadrilátero interior de la hoy Plaza Barranca,
regresaba a las ruinas del templo, pero, entre las esquinas Ayacucho-Unión y la puerta
principal desaparecía misteriosamente.

Los textos anotados explican fehacientemente la idiosincrasia del hombre iqueño. Si nos
atenemos a la de nición que ofrece la RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española) nuestra forma de ser está constituida por los rasgos, temperamento, carácter,
etc., distintivos y propios de un individuo o de una colectividad. Aplicado este concepto a
nuestra realidad, entenderemos dónde se origina la religiosidad y la naturaleza
extremadamente creyente de nuestro pueblo; más aún, si comprendemos que desde
1688 hasta la hora actual, la práctica religiosa tuvo su correlato en la existencia de
diversos templos, destruidos por los sismos ocurridos en nuestra historia. Este espíritu
religioso de los iqueños, formado a través del tiempo, en forma paralela ha ido
construyendo un mundo mágico religioso, un imaginario popular que aún nos acompaña.

Fuente: Gilberto Vásquez Ángulo Pampas de Hanan y Santa Ana. Texto inédito.

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