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Revista Paralaje Nº 10/ Dossier Mariana Alvarado y Natalia Fischetti

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DE CARTOGRAFÍAS Y DESFONDAMIENTOS. UNA MIRADA DE


PRÁCTICAS ACADÉMICAS Y CIENTÍFICAS EN EL SUR

Mariana Alvarado y Natalia Fischetti∗

RESUMEN
La propuesta de estas líneas es la de inaugurar una práctica de escritura
que emerge de un migrar del texto a los hechos, de la teoría a la acción,
del pensamiento a la experiencia, de la filosofía a la literatura, de la
palabra escrita a la oral y viceversa. Un encuentro entre cientistas es el
pretexto para re-pensar las prácticas de producción del conocimiento
científico. Sobre esa reflexión, surgida en aquel encuentro, embrionamos
el gesto de traducir nuestros propios espacios de producción del
conocimiento a propósito de ciertas prácticas que reproducen la lógica
totalizadora en matriz colonial.
Descriptores: epistemicidio – desfondamiento – traducción –
interdisciplina – epistemología del sur


Mariana Alvarado es Doctora en Filosofía de la UNCuyo y becaria posdoctoral de CONICET, Argentina; e-
mail: marianaalvarado@yahoo.com. Natalia Fischetti es Doctora en Filosofía UNCórdoba y becaria
posdoctoral de CONICET, Argentina; e-mail: nataliafischetti@hotmail.com

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CIENCIA EN EL AIRE
“…no es simplemente un conocimiento nuevo lo que
necesitamos; necesitamos un nuevo modo de producción de
conocimiento. No necesitamos alternativas, necesitamos un
pensamiento alternativo de las alternativas.”1

Nos reunimos un grupo de científicos y gestores de la ciencia de variadas disciplinas:


químicos, ingenieros, arquitectos, biólogos, sociólogos, comunicadores, etc. para
reflexionar acerca de los modos con los que producimos conocimiento en una institución
dependiente de la universidad. La propuesta de la reunión consistía en pensar las
posibilidades concretas de la multi y la interdisciplina. Entre los organizadores del
encuentro habíamos conversado sobre que queríamos romper el modelo tradicional de
ciencia que funciona en instituciones jerarquizadas y rígidas, al comenzar por nosotros
mismos en una indagación de esta índole. No quisimos organizar una reunión científica en
la que convocáramos algún experto en trabajo multidisciplinario que nos dijera cómo se
debe organizar la tarea. Queríamos pensar la ciencia y su vinculación social y política.
Queríamos pensar en formas creativas y críticas de hacer ciencia. Queríamos poner en
cuestión los modos de producción de conocimiento científico: el modelo lineal de
innovación, fundado en la investigación básica y también los modelos de innovación
actuales, ambos copias importadas. Queríamos cuestionar la ciencia-empresa guiada por las
líneas de financiamiento internacional.
Queríamos otra cartografía para el mismo territorio. ¿Otro mapa, el mismo territorio?
Queríamos visibilizar el mapa hegemónico de la ciencia, intervenirlo para generar
modificaciones en el mismo. Sobre el indefinido mundo real se produce la trama del
discurso. Sólo podemos comprender la realidad a través del principio clasificatorio que
introduce el código lingüístico. “La realidad”, el territorio, se nos escapa; de ellos sólo
tenemos aproximaciones. Descubrimos que estábamos desorientados, sin los mapas de una
ciencia que parece desarrollarse en el aire. Aspectos, escorzos, cuadros, sistemas, esquemas
mediante los cuales sostenemos la ilusión de haber captado la realidad. La muy preciada
objetividad es apenas un constructo, un mapa, que para nosotros vale como realidad. “Es
sin embargo pretensión de la objetivad ser una especie de reproducción de la ´realidad´ a tal
extremo que para una actitud ingenua la primera sería un calco de la segunda.”2
Como en una puesta en escena teatral nos animamos a preguntar: “¿quién es actor de

1
DE SOUSA SANTOS, Boaventura, Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social, Clacso,
Buenos Aires, 2006, p. 16.
2
ROIG, Arturo Andrés, El cuento del cuento, Conferencia CRICyT, 1995, p. 1.

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qué obra, y en qué escenario?”3 La puesta en escena, la escena teatral, el teatro es un
dispositivo conceptual que nos permite poner en acto la precariedad de los discursos, no
como simulacro, sino como construcción. El teatro y nosotros con nuestras máscaras-
lenguajes-mapas como el espacio posible para hacer una dilucidación histórica colectiva
sobre los actores, la obra y el escenario, es decir, el cuento propio, el cuento del cuento.
Nuestras decisiones pujando en el entramado de un juego de fuerzas que nos desborda más
allá del escenario en el que montamos la obra. Porque también podemos pensar el teatro, en
tanto arte de la máscara, como espacio de construcción de verdades, en la medida en que
podamos tomar distancia y poner en evidencia, en la actuación misma, la brecha que nos
separa de una realidad que se pretende totalizante.
En una conferencia titulada “El cuento del cuento" que Arturo Andrés Roig ofreció en
CONICET Mendoza, hacia 1995, se reflexiona a propósito de un texto de Jorge Luis
Borges. La historia del emperador chino que pidió a los cartógrafos del reino que
confeccionen un mapa de la China que fuese exactamente la China, patentizaba la utopía de
la coincidencia plena y perfecta entre mapa y territorio, de la objetividad con la realidad. En
el imperio, el manto inútil de la exacta concomitancia no fue más que una ilusión quitada
por los menos ilusos, los que pudieron señalar la precariedad y provisoriedad de toda
objetividad, de toda cartografía, de todo lenguaje.
“En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el Mapa de
una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el Mapa del Imperio, toda una
Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los
Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el Tamaño
del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la
Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era
Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los
Inviernos.”4

El lenguaje, la máscara, el mapa con el que construimos la objetividad, el


conocimiento sobre las cosas, no es más que una metáfora de las cosas y no las cosas
mismas. Así, contamos con “metáforas” para acceder a las cosas y sólo estamos entre las
cosas por y con el lenguaje. De modo que, la realidad, no es más que “nuestra” realidad.
Para nosotros, los humanos y las humanas, la realidad no existe sino mediada por el
lenguaje. La cuestión está en afirmar esa vulnerabilidad que habilita a des-centrar-se del
saber totalizador y de las voluntades totalitarias.

3
BADIOU, Alain, El Siglo, Manantial, Buenos Aires, 2011, p.61.
4
BORGES, Jorge Luis, “El rigor de la ciencia” en: El hacedor. Obras completas, Tomo II, Emecé, Buenos
Aires, 2007, p. 265.

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DESFONDAMIENTOS - DECODIFICACIÓN - DESMONTAJE


En las palabras del historiador de las ideas Roig, a propósito del emperador, el mapa
y el territorio, escuchamos los ecos de la reflexión de Michel Foucault (1984) sobre “El
idioma analítico de John Wilkins” con el que, el francés, inaugura la problemática que
articula en Las palabras y las cosas.
“John Wilkins, hacia 1664, acometió esa empresa. Dividió el universo en
cuarenta categorías o géneros, subdivisibles luego en diferencias, subdivisibles a
su vez en especies. Asignó a cada género un monosílabo de dos letras; a cada
diferencia, una consonante; a cada especie, una vocal (…) Ya definido el
procedimiento de Wilkins, falta examinar un problema de imposible o difícil
postergación: el valor de la tabla cuadragesimal que es base del idioma.
Consideremos la octava categoría, la de las piedras. Wilkins las divide en
comunes (pedernal, cascajo, pizarra), módicas (mármol, ámbar, coral), preciosas
(perla, ópalo), transparentes (amatista, zafiro) e insolubles (hulla, greda y
arsénico). Casi tan alarmante como la octava, es la novena categoría. Ésta nos
revela que los metales pueden ser imperfectos (bermellón, azogue), artificiales
(bronce, latón), recrementicios (limaduras, herrumbre) y naturales (oro, estaño,
cobre). La ballena figura en la categoría decimosexta; es un pez vivíparo,
oblongo.”5

En aquel encuentro multidisciplinario con científicos, nos sentamos en ronda. Nos


miramos las caras. Comenzamos por presentar a la persona que teníamos al lado. Poco
sabíamos del trabajo de nuestros compañeros. Poco sabíamos de sus investigaciones y de
qué relaciones podían tener con las nuestras. Se puso en evidencia la falta de comunicación
e interconexión entre los quehaceres aislados, la ausencia de trabajo en equipo y hasta la
imposibilidad de nombrar el trabajo de otra disciplina –la precariedad de los mapas–. Una
arquitecta comenzó por decir: “yo no soy de las ciencias humanas, yo no sé qué es la
multidisciplina y no tengo mucho para aportar en ese sentido”. A lo que los cientistas
sociales respondieron casi al unísono: “nosotros tampoco…” El lenguaje específico de las
distintas disciplinas se constituyó en la primera barrera –las palabras no dicen lo que las
cosas son–. Incluso entre investigadores de la misma disciplina reconocían la dificultad de
comprender la especialidad del otro. El lenguaje se ha vuelto fragmentario y parcial.
Saberes en islotes. Retazos de una ciencia definida en términos totalitarios, cuya
clasificación intentábamos visibilizar. Poco o nada de aquel lenguaje totalizador y
representativo de la realidad que la ciencia pretende explicar. Cada uno de nosotros, cada
especialidad dentro de cada disciplina, un vocabulario específico, un objeto particular, una
categoría dentro del idioma analítico de John Wilkins. Pero la clasificación no está a la vista

5
BORGES, Jorge Luis, “El idioma analítico de John Wilkins“ en Otras inquisiones, Obras Completas, Tomo
II, Emecé, Buenos Aires, 2007b, p.102.

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y se ha vuelto tan prescindible como imposible. “El” mapa se hizo puzzle de puzzles6.
Arturo Andrés Roig se aparta de aquellas posiciones que sugieren la posibilidad de
una aprehensión directa de las cosas y parte de la radical precariedad de los “mapas”. Las
cosas son el producto de un recorte y una organización que los sujetos introducen en el
proceso de producción y reproducción de la sociedad. De este modo, con Roig se opera más
de un “desfondamiento” 7.
Desde Parménides hasta Hegel se ha querido dar cuenta de lo real desde un único
principio llamado Ser, Logos, Progreso, Orden, Ciencia. Incluso allí, donde parecía emerger
la diferencia terminó siendo asimilada en la dicotomía ser-no ser, cosmos-caos, sujeto-
objeto, placer-displacer. El primer “desfondamiento” al que se suma Roig con el giro
lingüístico atañe al mito de La Ciencia que opera todavía en nuestras academias y que hace
la historia de las ideas aún un saber revulsivo y peligroso. El desfondamiento de ese logos
científico explicitado como logos revulsivo precisa del desfondamiento de los sustentadores
–los sujetos, los discursos y las prácticas– del logos mítico y, para ello, se operan otros
desfondamientos.
El segundo “desfondamiento” hace frente a la consideración del lenguaje como
transparencia a través de la cual se ha privilegiado una noción de verdad oculta, cuyo
sentido es unívoco y absoluto. Un mapa hegemónico. Se vitaliza la verdad en plural.
Verdades históricas, precarias, humanas. Mapas.
El tercer “desfondamiento” denuncia como ilusoria la posibilidad de construir
enunciados que designen directamente la realidad. Ilusión desde la que se ha tendido a
pensar la ambigüedad del lenguaje como un obstáculo a ser superado necesariamente con el
fin de no incurrir en equívocos, ni imprecisiones, ni vaguedades, como si fuese posible
acceder a una verdad irrefutable en todo momento, para todo sujeto, en todo lugar.
Así como no hay El mapa, no hay El Hombre, ni La Mujer, ni El Método, ni La
Ciencia. Sólo sujetos, discursos y prácticas socialmente situados en un relato. Esa ubicación
del sujeto humano concreto configura un contexto discursivo; particularidad desde la cual
el sujeto codifica, significa y resignifica la realidad. La existencia de diversos lugares
sociales y la presencia del contexto en el lenguaje determinan la posibilidad de que se
manifiesten discursivamente diversos puntos de vista sobre la misma realidad, y diversos

6
Cuando el mapa se impone como único, universal, totaliza las posibilidades para todo saber. En ese caso el
mapa que hegemoniza lo real en una única explicación posible no da lugar a otros saberes, se ha vuelto “El”
mapa. De allí el uso de comillas. Puesto que no habría un único mapa sino tantos como seamos capaces de
construir. Insistir en su precariedad es afirmar el perspectivismo.
7
Cfr. ROIG, Arturo Andrés, “¿Qué hacer con los relatos, la mañana, la sospecha y la historia? Respuestas a
los post-modernos” en: Rostro y filosofía de América Latina, EDIUNC, Mendoza, 1993 y “Propuestas
metodológicas para la lectura de un texto” en: Revista del Idis. Universidad de Cuenca, Cuenca, 1984, nº 11,
pp. 131-138.

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modos de apropiación y construcción de “la” verdad.8
En aquel encuentro entre científicos, al que aludíamos líneas arriba, los
desfondamientos se operan como efecto en las prácticas. La clasificación, el orden del
lenguaje, el mapa no está en la escena. Nadie está muy seguro de que subyace y de que
alguien lo tenga. En términos borgianos, mediados por la interpretación roigiana, no hay un
mapa de la China, menos de sus regiones. Si no hay mapa, cómo saber dónde estamos. La
desorientación parece la regla general en territorios inexplorados. La discusión central giró
alrededor de la falta de una única visión hacia la cual se orientaran las investigaciones, la
falta de encuadres, marcos regulatorios, líneas y posiciones claras y definidas que
orientaran la tarea diaria, la falta de conducción y dirección de los equipos. En fin, la falta
de un mapa o de mapas. Casi la única propuesta fue la de armar un organigrama de la
institución a la vista de todos que les permitiera ubicarse y orientarse para comprender su
tarea diaria en algún marco más amplio, menos fragmentario y parcial. Habíamos querido
romper con las estructuras y los moldes impuestos por un modelo de ciencia totalizante que
buscábamos deconstruir y nos encontramos en la fractura, con los pedazos sueltos de algo
que ya está roto y que nadie recuerda qué forma tenía.
La reflexión roigiana, que señala el carácter mediador del lenguaje sobre el que se
montan las relaciones humanas –para justificar relaciones de superioridad, de poder y hasta
de explotación, en otros, para levantarnos desde “el cuento”, “el mapa”, “el constructo” en
actitudes de emergencia y de liberación–, no sólo conlleva “quitar el fondo”, “sacar el
sustrato”, sino, además, un quehacer atento a la “decodificación” y el “desmontaje” de lo
que permanece oculto en el “universo discursivo”. La vigilancia epistemológica de la que
habla Gastón Bachelard.
Decodificación y desmontaje de las propias prácticas de producción de conocimiento
para resituar la producción. No hay una visión de la totalidad sino fragmentos. Pensamos en
esto como un síntoma posmoderno de despolitización. No podemos deconstruir lo que no
tiene forma de construcción social o, dicho en los términos de Boaventura de Sousa Santos,
no puede haber justicia social sin justicia entre conocimientos.
Funcionamos como individuos aislados, aparentemente libres en nuestras decisiones,
dentro de las universidades o de los centros de investigación o de los centros de gestión de
la ciencia. Formamos parte de equipos sí, pero también aparentemente autónomos. La
autogestión es el lema de individuos o equipos-individuos que van haciendo su propio
camino sin horizonte, ni bordes, ni mapas claros. Si no hay mapas ¿cómo reconocer el
horizonte, los bordes, los adentros, los abajo? ¿Dónde está el sur? Estamos quizá en la
fisura, en la grieta; de qué, para qué, jugando qué juego cínico, siendo funcionales a

8
Cfr. CIRIZA, Alejandra y FERNÁNDEZ, Estela. “Cuestiones metodológicas: los fenómenos de mediación en el
discurso”, en: Roig, A. A. Filósofo e historiador de las ideas, Universidad de Guadalajara, México, 1989, p.
9.

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quiénes. “Al final nos convertimos en hombres de hojalata: pura chapa”, dijo una de las
chicas de profesión química. El juego de juntar antecedentes y credenciales y avales sin
proyectos científicos, sociales y políticos colectivos, tal como denunciara Oscar
Varsavsky9. Para el pensador argentino la problemática del sistema de ciencia se manifiesta
en su doble cara: el cientificismo y academicismo que impiden y fagocitan otras formas
posibles de trabajo al interior del sistema científico y la imposibilidad de que esa ciencia
sea transformadora de la realidad social. La ciencia se caracteriza por ser estandarizada,
normatizada, controlada, eficiente, cuantitativa, super-especializada. Para Varsavsky esta
ciencia sigue la ideología propia del capitalismo administrado y burocratizado, asume los
intereses del mercado y se guía por la ética de la competitividad.
Mientras no haya proyecto social y político, el mercado dirá qué hacer. Una manera
de desarmar la hojalata, desenmascarar la ciencia-mercado hacia una ciencia-política,
implicaría gestar otras relaciones que descentren la relación Norte-Sur10. Situarse en el
borde para ver la estructura supone el mapa ya armado en el que el Norte es localizable.
Pero, si de lo que se trata es de gestar nuevos proyectos, entonces habría que des-centrar y
centrar, de otro modo, des-enfocar y enfocar. El centro está en los márgenes.
Boaventura de Sousa Santos11 presenta su crítica poscolonial a la “razón indolente y
perezosa” en su manifestación proléptica y metonímica, con ello hace operar los procesos
de desfondamiento a los que ya aludimos con Roig y amplía la mirada con su “ecología de
los saberes” y los “procesos de traducción”. Sugiere “aprender que existe el Sur, aprender a
ir hacia el Sur, aprender a partir del Sur con el Sur”12. Frente a la razón metonímica –que
toma la parte por el todo– De Sousa Santos instala un procedimiento transgresivo: una
Sociología de las Ausencias para visibilizar lo invisibilizado, para mostrar lo que ha sido
producido como no existente. La razón metonímica contrae, disminuye, sustrae el presente
cada vez que afirma la totalidad como homogénea dejando fuera de ella experiencias,
saberes, prácticas, sujetos. Son cinco los modos de producción de ausencia, propios de la
racionalidad occidental que atraviesa nuestras ciencias sociales, desde donde continuamos
produciendo conocimiento sosteniendo dicotomías supuestamente simétricas.
La subsunción de los saberes al rigor y validez del conocimiento científico reduce la
realidad dejando fuera prácticas sociales basadas en conocimientos populares, indígenas,
campesinos. Puesto que éstos saberes no han sido valorados como importantes o rigurosos,

9
VARSAVSKY, Oscar, Ciencia, Política y Cientificismo, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1989.
10
Con la expresión Norte-Sur, aludimos a la crítica emprendida en el marco del Proyecto Modernidad-
Colonialidad-Decolonialidad (MCD), también denominado Colectivo Modernidad-Colonialidad o
Decolonialidad. Entre ellos cuentan los recorridos de Aníbal Quijano, Arturo Escobar, Enrique Dussel, Zulma
Palermo, Catherine Walsh, Alejandro de Oto, entre otros.
11
DE SOUSA SANTOS, Boaventura, Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social, ed.cit., y
Una epistemología del sur: la reinvención del conocimiento y la emancipación social, Clacso, Siglo XXI,
México, 2009.
12
Ibíd., 2009, p. 11

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han sido descredibilizados y, en ello, invisibilizadas. Desde la “monocultura del saber” se
produce, por un lado el “epistemicidio” que mata saberes y prácticas alternativas y, por otro
se invalida a grupos sociales y pueblos generando ausencia, inexistencia: la ignorancia.
La segunda “monocultura” de la razón metonímica es aquella referida al tiempo lineal
y, en este sentido, a esa idea de historia vinculada a nociones como dirección, desarrollo,
evolución, progreso, modernización, globalización. Una idea de historia que asigna lugares:
los avanzados adelante, los demorados atrás. Una idea de tiempo que coloca a algunos en el
retraso, en el residuo, en la involución, en lo pre-moderno para los que no habría
posibilidades de desarrollo, adelanto, progreso en otros aspectos que no sean los
funcionales al Norte. Segunda formación de producción de ausencias desde la
“monocultura del tiempo lineal” es “el residuo”.
La “naturalización de las diferencias” que ocultan jerarquías y clasificaciones
(étnicas, raciales, sexuales, de castas, etc.) coloca a la jerarquía como consecuencia de las
diferencias puesto a cuento de la naturalización de “lo inferior”. La razón metonímica
piensa las diferencias desde la desigualdad y su producción es “inferiorizar”. Lo
“universal” y lo “global” cuando valen independientemente del contexto que se expande de
modo tal que nombra como local realidades rivales. La “monocultura de la escala
dominante” instala como global una identidad expandida. No hay globalización sin
localización ni universalismo sin particularismo. Deslegitima lo particular, lo local. La
“monocultura del productivismo capitalista” sostiene que el crecimiento económico y la
productividad determinan la productividad del trabajo humano y de la naturaleza. Esa
forma de organización de la productividad invalida otras lógicas de producción como las de
los indígenas o de los campesinos. En ese contexto lo que no es productivo es infértil,
improductivo.
Si fuese deseable invertir este modo de producción del conocimiento científico para
crear realidad en vez de producir ausencia, sería preciso tornar visible lo invisible. No es
tarea fácil, advierte De Sousa Santos, puesto que acostumbramos a trabajar con objetos
presentes. Entonces ¿cómo hacer presente lo que está ausente, lo que falta, lo que “es”
desperdicio? ¿Cabría el uso de las mismas herramientas metodológicas para lo que “es”
invisible para lo que no “es” accesible? En principio se trataría de un proceso de
sustitución. Una “ecología de los saberes” frente a las “monoculturas”, es decir, hacer un
uso contra-hegemónico de la ciencia hegemónica de modo tal que el saber científico pueda
dialogar con el saber laico, el popular, el de los indígenas, el de las poblaciones urbanas
marginales, el del campesino.
“…lo importante no es ver cómo el conocimiento representa lo real, sino
conocer lo que un determinado conocimiento produce en la realidad; la
intervención en lo real. Estamos intentando una concepción pragmática del
saber. ¿Por qué? Porque es importante saber cuál es el tipo de intervención que

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el saber produce.”13

Existen otros tiempos distintos al lineal: los estacionales, el tiempo de los


antepasados, tiempos simultáneos que pueden ser contemporáneos. Reconocer una
“ecología de las temporalidades” implica dar lugar a que cada forma de sociabilidad
tenga su propia temporalidad que expande, complementa, enriquece a la lineal. Ese
reconocimiento es un procedimiento de descolonización, para poder producir algo que
distinga en una diferencia, lo que es producto de la jerarquía de lo que no lo es. Una
“ecología a trans-escala” coloca a lo local y lo regional como embrionarios de lo
nacional y de lo global. La lógica productivista consiste en la recuperación y valoración
de sistemas alternativos de producción, de las organizaciones populares, obreras,
campesinas, empresas autogestionadas, economías solidarias ocultas, desacreditadas e
invisibilizadas por la producción capitalista.
Desde una “sociología de las emergencias” De Sousa Santos hace frente a la razón
proléptica14. A la búsqueda de señales, pistas, latencias, un ir en busca de “lo que no
existe pero está emergiendo”. Una operación que requiere identificar el pequeño
movimiento social, la diminuta acción colectiva para credibilizar, ampliar
simbólicamente sus posibilidades, producir experiencias posibles.

TRADUCCIÓN - INTERDISCIPLINA - TRANSDISCIPLINA


“…otra manera de entender –dice De Sousa Santos– otra manera de articular
conocimientos, prácticas, acciones colectivas, de articular sujetos colectivos.
Pero no nos podemos quedar con una fragmentación total, porque entonces
¿cómo se produce sentido? (…) Mi propuesta es un procedimiento de traducción
(…) un proceso intercultural, intersocial. Utilizamos una metáfora transgresora
de la traducción lingüística: es traducir saberes en otros saberes, traducir
prácticas y sujetos de unos a otros, es buscar inteligilidad sin ´canibalización´,
sin homogeneización. En este sentido se trata de una traducción al revés de la
traducción lingüística.”15

En la experiencia con los científicos, conversamos con un físico –de importante cargo
jerárquico en el Instituto Balseiro–, sobre la necesidad de que la ciencia responda a nuestros
problemas argentinos y latinoamericanos y sobre la urgencia de que haya un trabajo

13
DE SOUSA SANTOS, Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social, ed.cit., p. 27.
14
Boaventura de Sousa Santos utiliza dos expresiones tomadas de la literatura para referirse a los modos en
los que la razón se presenta: metonímica y proléptica. La metonimia es la figura literaria que toma la parte por
el todo, la razón metonímica análogamente es totalizante y reduccionista. La prolepsis es una figura literaria y
retórica por la cual el narrador sugiere en el escrito que sabe lo que está por venir, la razón proléptica se
anticipa, conoce en el presente, el futuro y reduce las posibilidad del porvenir.
15
DE SOUSA SANTOS, Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social, ed.cit., p. 32.

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interdisciplinario y multidisciplinario para buscar soluciones a nuestras situaciones
concretas y acuciantes. Le pareció algo para discutir, puesto que, opinó, la física y en
general las ciencias naturales “son” universales y trabajan cuestiones que escapaban a
situaciones locales. Los descubrimientos de la física nuclear “son” de todos y no tienen que
ver con cuestiones políticas, sociales o nacionales. A lo que luego agregó un caso como
contraejemplo sobre una colaboración por vínculo de amistad entre una médica pediatra y
un físico que desarrolla micromáquinas para la detección precoz de una enfermedad de la
sangre en los recién nacidos, en un hospital en Bariloche.
Comentábamos que, si atendemos a los programas de las carreras del Balseiro que
están en los avisadores, ninguna materia se vincula a la historia de la ciencia ni a la
epistemología ni a la metodología de la investigación científica. Insistencia en la des-
historización de la ciencia desde la visión positivista que contribuye a la imposibilidad de
trazar algún mapa, social y político. El físico se refirió a la historia del Balseiro y su
vinculación con el peronismo.
“La interdisciplinariedad, de la que tanto se habla, no consiste en confrontar
disciplinas ya constituidas (de las que ninguna, de hecho, consiente en
abandonarse). Para conseguir la interdisciplinariedad no basta con tomar un
“asunto” (un tema) y convocar en torno de él a dos o tres ciencias. La
interdisciplinariedad consiste en crear un objeto nuevo, que no pertenezca a
nadie. A mi entender, el Texto es uno de esos objetos.”16

En la ronda se visibilizó “el lugar” del “empirista ciego”, un espacio de no saber, un


no saber dónde se está, dónde estar, a dónde ir. Ese no saber no es una falta que desalienta.
Por el contrario, esa ausencia incitó a establecer otras relaciones con y en los espacios, los
tiempos, los otros, los mapas. El grupo de gestores de la ciencia reconoció la necesidad de
re-construir la historia que los aloja en la institución resignificando los propios espacios de
producción; trocando prácticas; migrando de un campo a otro, de un lenguaje a otro, de un
género a otro; desde las Agencias hacia fuera pero, y sobre todo, desde el afuera hacia las
Agencias. El problema de los topoi supuso un particular modo de mirar-se –distópico,
isotópico, diatópico– de interpretrar-se. La mayoría desconocía los orígenes y objetivos de
la misma, la historia de ellos en la historia de la misma. ¿Cómo armar un mapa que nos
oriente, cómo trazar un proyecto común en instituciones sin historia?
¿Cómo gestar un mapa kairológico para andar desencuentros, sostener el arte de las
distancias y los acercamientos metodológicos y visibilizar ausencias epistemológicas? De
Sousa Santos sugiere hacer lugar a otras posibilidades que emergen desde la materialidad
de tiempos otros.17 En griego aparece más de un modo para significar “temporalidad”. Nos

16
BARTHES, Roland, “Los jóvenes investigadores” en El Susurro del lenguaje. Mas allá del a palabra y de la
escritura. Paidós, Buenos Aires, 1987, p. 107.
17
Así, por ejemplo, desde una etnohistoria y una antropología cuyana es posible acercarnos a un tiempo, el de

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referimos al tiempo lineal como continuo, sucesivo, cronológico. Así, percibimos el
movimiento, lo numeramos, lo contamos, lo medimos y a esa numeración le damos un
nombre: chrónos, aión18, tiempo cuantificable con un reloj de pulsera. El presente entonces,
se ordena entre un pasado y un futuro, como límite de lo pasado y de lo por venir. El
presente, frontera, determinación entre lo ya no sido y lo que todavía no es. Sin embargo,
ésta no es la única manera de referirnos al tiempo. Kairós es proporción, medida,
temporada, oportunidad, tiempo crítico, se refiere a la temporalidad de la vida, a una
duración, un destino, lo que hay en el tiempo de temporalidad no consecutiva, ni sucesiva
sino más bien con cierto ritmo, determinada intensidad. ¿Qué es lo deseable? Un límite, una
frontera, un instante, una duración, una intensidad, una posibilidad, una fuerza. La historia
vinculada a lo continuo, a la duración, a la sucesión cronológica con condiciones de
posibilidad y efectos contundentes. O bien, la experiencia propia, el devenir, el
acontecimiento que supone un tiempo no histórico sino una disrupción, discontinuidad, una
revolución en la historia para un nuevo inicio, otra historia, una historia alternativa.
Retrospectiva y prospectiva situadas intensivamente para salirse de “su” lugar y situarse en
otros lugares con una intensidad y una dirección propia, tal como plantea Gilles Deleuze19 .
“Chronos representa la sucesión, el transcurrir inevitable del tiempo, con su
cadencia ligada al ritmo homogéneo de los ciclos vitales y de la muerte. Kairós,
por su parte, es el tiempo de la ocasión, un tiempo cualitativamente determinado,
el momento oportuno para obrar. Chronos y Kairós, sin embargo, no se oponen
en términos absolutos, ya que, según comenta Agamben, el Kairós no es sino
Chronos aprehendido, una parcela del Chronos, contraída y abreviada
(Agamben, 2006)”.20

¿Cómo movilizarnos para transformar nuestras instituciones si no podemos


orientarnos en nuestras prácticas investigativas locales actuales? Quizá la cuestión no
radique en permanecer en la institución ni en salir de ella sino en traducir o resignificar los
espacios de producción que provoquen una refundación de las universidades. Así, entonces,
desde dentro de la academia pero también hacia la creación de instituciones paralelas.
Desde la universidad hacia fuera pero además y, sobre todo, acercar saberes a la
universidad. Desde otra forma de investigación-acción, mucho más horizontal, autónoma y
solidaria que implique habitar espacios públicos, no estatales, donde compartir

los que vivieron en el Centro-Oeste argentino en el siglo XVI, los Huarpes. Es probable que la medida del
tiempo para ellos estuviera basada en las fases de la luna, puesto que el mismo término servía para designar a
la luna y al mes.
18
No es nuestra pretensión desarrollar en el presente escrito la amplia discusión en torno al significado que
los griegos le atribuyen a estos términos, sino más bien explicitar el posicionamiento decolonial de
Boaventura De Sousa Santos acerca de la temporalidad.
19
DELEUZE, Gilles, Conversaciones, Pre-textos, Valencia, 1995 y “Los intercesores” en Conversaciones de
Gilles Deleuze, Pretextos, Valencia, 1996.
20
LICEAGA, Gabriel. “Variaciones mesiánicas: reflexiones a partir de Sobre el concepto de historia”, en:
Revista Otros Logos, Universidad Nacional del Comahue, 2012, pp. 174-189.

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conocimientos y hacer trueques de saberes. Quizá, tal vez, los conflictos, las tensiones,
angustias, inquietudes, heridas, afecciones que emerjan en los intersticios de estos tiempos
y espacios en la hibridación de la traducción, puedan ser el territorio para una erótica –otra
racionalidad– que procure, luego de otros desfondamientos, nuevas prácticas de
conocimiento espacio-temporales que intensifiquen la voluntad de transformación de
subjetividades rebeldes. En todo caso, entre el territorio y el mapa, el inconformismo. “No
tenemos otra opción, son nuestros cuerpos que están incorporados en una historia. Es la
materialidad de nuestro cuerpo, a partir de la cual intentamos pensar lo que está fuera del
cuerpo. Sólo ese es el límite de lo que podemos pensar.”21

***

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21
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