Sunteți pe pagina 1din 5

MARÍA Y SU AMOR POR EL CAMPO

Mi nombre es Massiel, mi casa está ubicada en el distrito de San Juan de Lurigancho en la


urbanización Zárate, vivo con mis hermanos y mi madre, donde vivo las personas no cuidan
la naturaleza. Los jóvenes van al parque solo a ensuciarlo con desechos de envolturas y a
pasear a sus mascotas para que defequen y ni siquiera se toman la molestia de recoger los
excrementos. Esto no dice nada de armonioso al contrario, en lugar de cuidar nuestra
naturaleza nos peleamos siempre con ella, todo lo contrario de lo que pasaré a contarles a
continuación.

En un lugar de Lima vivía una niña llamada María, ella nació en el distrito de Tres de
diciembre, provincia de Huancayo del departamento de Junín, su pueblito es un lugar muy
bonito, lleno de muchas flores y muchos árboles de eucalipto, guindas, tuna y otras frutas,
también está rodeado de puquios de agua cristalina, riachuelos y el río Mantaro.

María tenía tres hermanas, Luisa, Clara y Tume, todas se levantaban muy temprano para
organizarse y ayudar en los quehaceres de la casa, ya que como eran cuatro podían hacer
las coas rápidamente para así ayudar a su mamá. Ellas desde que se levantaban se
distribuían las tareas sin pelear, Luisa se encargaba de ordeñar la leche muy temprano,
Tume se iba corriendo a la casa de Don Pascual para traer el pancito fresco y recién
horneado como le gustaba a su mamá. Clara y yo íbamos dando de comer a los animales
más pequeños como el cuy, los conejos y las gallinas, a su madre le gustaba mucho criar
gallinas, sobre todos las negras, les dábamos mucha verdura picada, porque su madre
siempre les decía que además de los granos que comen es bueno darles verdura para que
cuando pongan huevos, sean más agradables y la carne más sabrosa.

Todos los días se acostaban a las ocho de la noche y se levantaban a las cuatro y media de
la madrugada, ya era en una costumbre porque en la sierra oscurece y amanece temprano.
Después de terminar sus labores, desayunaban se alistaban y recién se iban a la escuela
como todos los niños de su edad. María era la última de las hermanas y por eso era la más
engreída de su padre y también la más responsable, siempre era alegre y participaba en
todas las actividades de la escuela, igual sus hermanas pero ella era la más activa de todas,
por esa razón siempre recibía diplomas de honor. Sus compañeros la querían mucho, ella
siempre los ayudaba incluso aun no estando en la escuela si veía personas ancianitas o
necesitadas veía la manera de apoyarlos.
Las labores del campo por ser más fuertes las hacía su padre, él se llamaba Demetrio. Don
Demetrio se internaba en sus chacras que estaban alejadas del pueblo, mientras la madre
de María, doña Natividad se quedaba con ellas en el pueblo, un día doña Natividad cayó
enferma, pues ella sufría de los bronquios y las medicinas que tomaba eran muy caras, así
que ella decidió curarse solo con medicina natural o sea hierbas, ella no quería nada de
pastillas ni inyecciones, como sabrán esto no hizo mucho efecto en ella, al contrario su
enfermedad empeoró tanto que tenía que tomar reposo por largos días, mientras esto
sucedía María y sus hermanas continuaban con su vida normal entre la escuela, los
quehaceres de la casa y cuidando a su mamá.

Don Demetrio regresaba de sus chacras cada quince días a ver sus hijas y los domingos
llevaba a la ciudad productos de su cosecha entre ellos: choclo, papa, maíz, mashca,
guindas y tuna. Si era sábado llevaba sus mejores gallinas, cuyes, conejos y una que otra
oveja para venderlos, al atardecer regresaba muy contento con dinero para así poder
comprar a su familia lo que les hiciera falta, tal vez no era mucho porque no era el único que
vendía sus animales o productos y se veía obligado muchas veces por necesidad a rebajar
el precio para no regresarse a casa de nuevo con ellos. De vuelta a casa sus hijas y su
esposa lo recibían muy contentas con regalos que les compraba.

Un día en que estaban todos reunidos en casa, recibieron la visita de los padrinos de María,
ellos fueron a contarles que como la situación estaba difícil, habían decidido vender su casa,
sus animales y sus chacras para irse a vivir a Lima y poder así de alguna manera estar mejor
económicamente y poderles dar una mejor educación a sus hijos. Esta visita tenía un fin,
como ellos querían mucho a su ahijada, entonces pensaron en que ella también merecía
una oportunidad y pidieron a sus compadres llevársela con ellos. Sus hermanas se
opusieron, porque ella era la menor de todas pero a la vez la más despierta y más inteligente,
la alegría y la más activa de todas. Sus padres al inicio también se opusieron, estaban tristes
pero de igual forma preguntaron a María si ella quería irse con sus padrinos, María pensó
mucho, pero mucho más en su madre ¿quién la cuidaría como ella? ¿Cómo se organizarían
sus hermanas? y la escuela, tenía tantos amigos allí estaba su maestra a quien quería
mucho, extrañaría también lo que más amaba aparte de su familia, el campo, sus animalitos,
los puquios, los riachuelos, el aire puro que allí se respiraba, el despertar y levantarse con
el canto de los pajaritos, sentir el olor del pan recién horneado, tomar la leche recién
ordeñada, ver comer a sus animalitos, la tranquilidad del atardecer y poder contar las
estrellas en la noche, todo eso que la hacía muy feliz ya no lo tendría, pensó y pensó hasta
que vino a su mente la imagen de su madre, de su madre enferma y se dijo a sí misma, si
voy a Lima con mis padrinos podré continuar mis estudios luego trabajar para poder traer a
mamá a Lima y que los médicos la curen, entonces decidida se lo comunicó a sus padres y
decidió viajar. Sus padres y sus hermanas entendieron las razones de María, aunque
estaban igual de tristes, trataron en lo posible de disimular para que ella viajase tranquila.
Prepararon sus cosas, que en realidad no eran muchas y a la siguiente se fue con sus
padrinos, con la promesa de poner mucho esfuerzo y empeño, para regresar y traer a su
madre.

A la semana siguiente se vino a Lima con sus padrinos, fue un viaje lleno de sentimientos
entre tristeza de dejar su pueblo con todo lo hermoso que había en él, alejarse de sus seres
queridos, su familia y la alegría de poder salir adelante para traer a su madre enferma y
conocer la capital.

Una vez en Lima sus padrinos se instalaron en una casa en el Agustino y buscaron un
empleo, consiguieron en un edificio, donde su padrino estaría como guardián y su madrina
como empleada de limpieza. Sus padrinos se encargaron de matricularla a ella y a sus hijos
en la misma escuela, no había diferencia con ninguno, ella era una hija más para ellos, pues
recibía el mismo trato y era tratada con el mismo amor que se le da a una hija.

En uno de esos días, mientras limpiaba la madrina de María se cayó de las escaleras del
edificio y tuvo descanso por un mes. En casa la ayudaban a movilizarse su padrino cuando
estaba y María, pues sus hijos no se preocupaban mucho por estar más con sus amigos y
en sus cosas. María se vio en la necesidad no solo de apoyar en las labores de casa, sino
que además de ello debía preparar los alimentos para toda la familia, ella no tenía problema
en ello y lo hacía de buena gana y desinteresadamente por cariño a sus padrinos y a los
hijos de ellos a quienes quería como si fueran sus propios hermanos.

Llegó el día en que la madrina de María debía regresar al trabajo, pues se cumplía un mes
de su descanso, para esto su madrina ya se había acostumbrado a estar en casa tranquila
y no quería regresar al trabajo, entonces le comentó a su esposo que le dijera al
administrador del edificio si en su lugar podía ir María. María aceptó con tal de apoyar a su
madrina, pero a los quince días de estar trabajando, ya se sentía cansada y no le alcanzaba
el tiempo ni siquiera para hacer sus tareas del colegio, es más el pago semanal de esas dos
semanas lo cobraba su padrino y no le daban nada a ella. Ella comunicó a sus padrinos que
el trabajo le estaba quitando tiempo para sus estudios, también les pidió el dinero de esas
dos semanas para enviar encomienda a sus padres y ellos se molestaron y le dijeron, cómo
es posible María eres una mal agradecida, aquí tienes comida, ropa, te damos estudio y un
techo donde dormir, encima quieres dinero para enviar, tú tienes la obligación de trabajar
para apoyarnos. María entonces se dio cuenta de cuanto habían cambiado sus tíos con ella,
solo por reclamar lo justo, pues ella quería seguir adelante, trabajar y ayudar a su familia.

María triste, preguntaba a sus compañeras si conocían a alguien que quisiera que limpie su
casa pero solo fines de semana, así ganaría un dinero extra, tendría más tiempo, no
descuidaría sus estudios y apoyaría a familia y a sus padrinos también. Una de sus
compañeras le dijo que tenía una tía que vivía en San Isidro y que le había dicho a su mamá
que necesitaba una persona para que hiciera la limpieza en su casa solo los fines de
semana, entonces María pidió comunicarse con ella y aceptó. Sus padrinos no le molestaban
porque igual los seguía apoyando, ella así terminó sus estudios secundarios, y al cumplir la
mayoría de edad dejó la casa de sus padrinos y decidió independizarse. Se mudó a Lince y
encontró un empleo en una lavandería, pues era la encargada y su pago era mejor, así pudo
ahorrar un poco más, trajo a una de sus hermanas para que apoyara y a su madre a Lima
para que le hicieran todos los chequeos para su tratamiento, esto duró un año y con los
cuidados de su hermana y ella mientras trabajaba, su madre logró restablecerse por
completo, pero ellas extrañaban a su familia, pues una parte estaba en Lima y otra en Tres
de diciembre.

María como ellas, también extrañaba su pueblo, decide entonces renunciar al trabajo
después de estar allí como tres años de encargada de la lavandería, la dueña con mucha
pena acepta su renuncia y comprende los motivos, en agradecimiento le dio una buena
liquidación por el tiempo trabajado y le dijo a María que si decide regresar ella la estaría
esperando con los brazos abiertos, porque siempre fue buena, puntual, responsable y muy
trabajadora.

Es así que María regresó a su pueblo con su hermana y su madre recuperada, con el dinero
que tuvo puso un negocio, así se ayudó para continuar con sus estudios superiores y apoyar
a su familia. Y todos los días continúa disfrutando de su bello Tres de diciembre, su aire
puro, la tranquilidad, el despertar con el canto de las aves, ver el anochecer y poder contar
las estrellas, pero ahora junto a los seres que más ama, su familia.

AUTORA: MATUCHITA

MASSIEL CLAUDIA VASQUEZ SEDANO 1° “B”

S-ar putea să vă placă și