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Estudio 753 – No soy señor de mi camino – Jeremías 10:23

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Estudio 753

Estudio 753

IGLESIA CRISTIANA MEGA ZOE EST. BIBLICO #753- IGLESIAS EN LAS CASAS
PASTORA EDITH CRUZ MARTES 18 @ 24 DICIEMBRE DE 2012
Tema: “No Soy Señor De Mi Camino” Jeremías 10:23
Si algo debemos reconocer cuando nos convertimos es la soberanía y el dominio de la
providencia divina sobre lo creado, especialmente sobre nuestras vidas. Entender, aceptar y
vivir reconociendo que hay alguien mayor que tú y que yo, alguien que es Señor y Rey
nuestro y de todo lo creado. No podemos estar viviendo para nuestra disposición y gusto.
¡No es lo que yo quiero hacer! No tenemos la capacidad de disponer de nuestras vidas y de
nuestro mover como si fuéramos nosotros más que el Creador. No puedo hacer con mi vida
lo que se me antoje o lo que me de la gana. ¡Pobre de uno cuando tal actitud nos arropa!
Nuestras vidas deben estar bajo la dirección de Dios. Hay que fijarse que los
acontecimientos que nos ocurren en nuestras vidas se desarrollan con mucha frecuencia de
forma extraña, sucesos que casi siempre son contrarios a todas nuestras expectaciones.
Debemos reconocer cuánta es nuestra debilidad ante la vida y sus acontecimientos. Porque
casi nunca se posee la fuerza necesaria como para enfrentarnos a las tantas y variadas
circunstancias de la vida. Mucho menos a poder vencer la tentación y dirigir nuestros pasos
rectamente. Reconozcamos y conozcamos que somos para Dios. Veamos cuánta es nuestra
dependencia de Dios y vivamos amarrados a Él.
Juan 3:27 “Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del
cielo.” No somos dueños de lo que somos o de lo que tenemos porque lo que viene para
nosotros es del Dueño verdadero, así que no puedo disponer de nada de lo que es o tengo
en mi vida como si fuera yo quien lo originé. Tengo que aprender a disponerme y decidir
quien en verdad debe guiar mis pasos; mi vida entera debo ponerla a la disposición y
dirección de Sus manos. Vemos a Juan el Bautista que le vienen con un chisme o queja de
que Jesús estaba bautizando y que la gente venía a Él. Juan les dice: “No puede el hombre
recibir nada si no le fuere dado del cielo.” Juan estaba muy claro para él en lo que se refiere
a nuestro Señor. Sabía que nada se podía tener si de Dios no viene, así que el que le cree a
Dios y es entendido sabe que ningún humano es señor de sus propios pasos. Juan entendía
que todo éxito que tuviese el Salvador era una indicación de la aprobación de Dios. Nunca
Juan el Bautista había pretendido ser nadie grande ni importante. Nunca había pretendido
que su bautismo fuese superior al de Jesús. Sencillamente dijo que no tenía nada más de lo
que había recibido del cielo. Deja ver claro que el que deja guiar sus pasos por Dios recoge
en su vida la dirección del Espíritu; así de fácil es esto. No hay nada que discutir, no hay
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nada que rebuscar. Así que no hay nada de lo que podríamos enaltecernos delante de los
hombres en la tierra. ¡Separados de Él nada podemos hacer!
El Señor Jesús dijo en Juan 15:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en
mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; PORQUE SEPARADOS DE MÍ NADA PODÉIS HACER.” El
pámpano es el brote tierno de las uvas de la vid. Está el pámpano en una ramita que
depende de la vid, de su tronco. Esa vid recoge las vitaminas, el agua, los nutrientes de la
tierra para favorecer al pámpano y alimentarlo para que pueda mantenerse en ella y crecer.
¡Sin la vid el pámpano no existiría jamás! ¡Así que su existencia y valor es por la vid! Cuando
el pámpano se arranca se seca, así que se puede ver la dependencia total que tiene de la
vid. Jesús nos compara como pámpanos y a Él mismo como la vid, la fuente de nuestra
existencia, de nuestra vida diaria, de nuestros dones y habilidades. Él nos limpia para que
llevemos más fruto porque en el pámpano se deja ver el fruto, las uvas. No se trata de que
el pámpano tenga que vivir su vida para la vid sino que sencillamente deja que la vida de la
vid fluya por él. Dependiendo a diario de la fuente de la vida que es Dios y dejando que su
poder y guía fluya en nosotros será como único podremos vivir la plenitud de nuestra vida.
Todo esto es lo mismo que decirle al Señor Jesús: ¡Vive tu vida por medio de mí! Separados
de Él nada podemos hacer. Un pámpano de la vid tiene un solo y gran propósito, dar fruto.
No sirve para hacer muebles ni casas, ni siquiera sirve para leña. Pero, es bueno y propio
para dar fruto… ¡siempre que permanezca en la vid!
El apóstol Pablo decía en 2 Corintios 3:5 “…no que seamos competentes por nosotros
mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia
proviene de Dios.” De aquí también vemos que el poder del ministerio de Juan el Bautista no
procedía de dentro de sí sino de lo Alto. Muchas veces si escuchas voces como ésta: “Tú si
puedes ser un Pastor, por lo mucho que tu trabajas en la Iglesia.” O algo como: “Tú si
puedes ser un diácono” o “¿Por qué no se te ha dado esto o aquello?, pues tú te lo
mereces.” Estos son razonamientos humanos. Solo de Dios le viene al hombre lo que le
corresponde. Pablo niega cualquier competencia de sí mismo que lo pudiera capacitar para
considerarse como un apóstol de Jesucristo. El apóstol no busca nunca ningún crédito para
sí mismo. Uno no es suficiente para hacer nada para Dios porque Él es el Perfecto, es quien
puede darnos y usarnos aún con todas nuestras limitaciones. Nada se puede buscar, ni
esforzar, ni obligar sino tiene que venir de la fuente máxima: de Dios. Debo dejar que Cristo
viva su vida en mi vida, pues yo no sé llevarla, pero Jesús sí. Amén.

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