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Para este aspecto se han tomado diversos teóricos que permiten corroborar el valor que
posee esta obra, en donde se logra observar cómo se intersectan lo cultural, lo histórico y lo
literario en su conformación, plasmando de gran manera las costumbres, creencias e
idiosincrasia de una civilización de gran riqueza cultural, como es la cultura andina
prehispánica, y como fue el impacto que trajo consigo la llegada de los colonizadores
españoles, lo que provoco que se fueran perdiendo muchos aspectos de la identidad
indígena. Por medio de lo cual, esta obra se alza con un mayor valor al constituirse como
un vestigio de aquellos elementos conformadores de la cultura quechua que se han perdido
por diversas circunstancias.
Junto a destacar la importancia de este libro, se tiene como uno principales objetivos el
manifestar la necesidad de que este compendio sea considerado como una obra de lectura
universal, en especial para las nuevas generaciones. Esto debido a que dentro de la obra se
logra evidenciar la presencia de una particular narrativa, la cual tiene temáticas muy
variadas y llamativas, que pueden vincularse con otras obras similares, en donde se plasma,
por medio de dioses y personajes con características bien constituidas, el origen del mundo,
las relaciones del hombre con los dioses y los elementos del entorno natural, en conjunto
con aspectos descriptivos que permiten contextualizar aspectos relacionados a la cultura y a
la época, por medio de la evocación de estos relatos propios de la tradición oral quechua.
Estos relatos, que se hallan impregnados de magia y misticismo, pueden ser de gran manera
interesantes para jóvenes y niños.
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ORÍGENES DE LA OBRA DIOSES Y HOMBRES DE HUAROCHIRÍ
Dioses y hombres de Huarochirí es un importante registro de una cultura que poseía una
idiosincrasia definida y conformada por una serie de deidades. Esta obra, cuyo registró data
del siglo XVI-XVII, se puede considerar como el testimonio de una cultura que hasta el día
de hoy sigue en constante misterio, desentrañándose poco a poco aquellos elementos que la
dificultad lingüística, la influencia colonizadora y el paso del tiempo han ido borrando de
esta sociedad.
En este sentido, el antropólogo y escritor José María Arguedas llevó a cabo una importante
labor al producir una de las ediciones más popularizadas de este compendio de relatos. En
su edición de 1975 no solo permite un mayor acercamiento con su traducción al castellano
de la compleja lengua de la cual está compuesta, sino que permite entrever una narrativa
que permite al lector introducirse y entender la riqueza de una cultura indígena que se
desarrolló en las inmediaciones del Cuzco, la del pueblo de Huarochirí.
Aquí aparece otro personaje de suma importancia en el desarrollo de este libro, el que llevó
a cabo la obra original por medio de la recopilación de diversos relatos, los que
probablemente le fueron compartidos por el mismo pueblo, Francisco de Ávila o el
extirpador de las idolatrías, padre encomendado para el pueblo, cuyo propósito que lo guió
para la creación de esta obra fue plasmar la visión de que estas creencias debían ser
erradicadas y que sus dioses debían ser sustituidos por el Dios cristiano. Por lo tanto, su
mensaje es de censura y de eliminación hacia las creencias religiosas que poseían los
habitantes de la región.
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obra que debería ser leída de manera universal, argumentando que sus impresiones, aparte
de ser provocadas por la dificultad de la lengua, también tiene como fin el uso de un
lenguaje menos formal, de modo que la obra se acerque más al lector común y no al
erudito.
Esta dualidad se ve aclarada si consideramos que el objetivo del padre Francisco de Ávila
fue dejar testimonio acerca del error en el cual se hallaba la sociedad de la región, por ende,
parte con una serie de relatos que explican el origen de las deidades que conformaban las
creencias de los habitantes y como estas se traducían en una serie de costumbres.
Tiempo después, apareció otro huaca que llevaba el nombre de Pariacaca. Entonces,
el, a los hombres de todas partes los arrojo. De esos hechos posteriores y del mismo
Pariacaca vamos a hablar ahora. En aquel tiempo existió un huaca llamado
Curinaya, existió entonces. No sabemos bien si Curinaya fue antes o después de
Pariacaca, o si ese Curinaya existió al mismo tiempo o junto con Viracocha, el
creador del hombre; porque la gente para adorar decía así: “Curinaya Viracocha,
hacedor del hombre, tú tienes cuanto es posible tener, tuya son las chacras, tuyo es
el hombre: yo” (Arguedas, 1975, pp. 24-25)
Posteriormente sigue con una serie de relatos que manifiestan las aventuras de estas
deidades y como sus distintas andanzas dieron origen a los rituales de la población, cuya
visión estaba muy ligada a aspectos de su entorno geográfico, a la explicación de distintos
fenómenos de la naturaleza y al estilo de vida campesino que esta sociedad llevaba.
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Cuando se había concluido de limpiar la acequia, los hombres convidaban unos a
otros, maíz, porotos, toda cosa buena. Y como crecían en esas costumbres, todos los
hombres: “Ya está limpio el acueducto de Chuquisiso”diciendo, iban de Huarochirí
y de todos los pueblos a ver la acequia. Del mismo modo, aun ahora, cuando han
concluido de limpiar la acequia, todo cuanto presienten que deben hacer, hacen,
adoran a la acequia. (Arguedas, 1975, p.50)
Luego de esto, Ávila sigue el desarrollo de la obra por medio del testimonio de diversos
clérigos y hombres católicos que manifestaban la connotación pagana e incluso diabólica
que poseían estas deidades, las que se manifestaron, supuestamente, con una serie de
acontecimientos, que si bien buscan acercarse a la realidad, parecen estar, al igual que la
primera parte de la obra, rodeados de fantasía y misticismo.
Para entender y poder establecer ambas aristas, la literaria y la histórica, que se desarrollan
de manera homogénea en la constitución del obra, podemos separar ambos caminos,
estableciendo a la vez el modo en que estas se intersectan en el desarrollo del relato, cuyo
eje conformador parece girar en torno al propósito extirpador del padre Francisco de Ávila
y su deseo de asentar la ideología cristiana en la región de Huarochirí.
En este sentido, es importante evidenciar que en esta obra prevalece el carácter regional,
puesto que los relatos se reducen a un cierto territorio, comprendido en la provincia de
Huarochirí, lo que permite, según Espino (2001) considerar a esta obra como parte de un
fenómeno de aldea letrada quechua cuya producción discursiva logra configurar polos de
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desarrollo e iniciativas regionales que utópicamente dinamizan la producción textual de la
región al construir representaciones virtuales de la cultura quechua, alimentando por
consiguiente el desarrollo de una rica tradición literaria. Cuyos orígenes están ligados a una
tradición oral, la que con la llegada de los colonizadores y la ilustración, comenzó a ser
trascrita al papel gracias al afán con que diversos clérigos comenzaron a estudiar las
creencias de los indígenas.
Las estructuras que aparecen como sus principios organizadores son los siguientes:
el tiempo, el espacio, la persona, las categorías epistemológicas y la ideología
sociocultural y se pueden distinguir dos niveles de análisis (macro/micro) que se
refuerzan con relación a la situación de enunciación, el contexto social, geográfico,
temporal e interpersonal en el cual se desenvuelve el evento de la narración.
(Espino, s.f, p. 113)
Por otra parte, podemos hallar un héroe que moviliza los acontecimientos narrados, lo cual
se puede extrapolar a la épica perteneciente a literatura griega, la cual también tuvo la
particularidad de tener un origen ligado a la representación oral previa al desarrollo de la
escritura. Este héroe está representado por la figura de Curinaya Viracocha, el que es el
protagonista de gran parte de la obra.
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El texto plantea una coincidencia entre manejo del tiempo y el posicionamiento del
héroe cultural en la trama discusiva. (..) Así, el relato en términos temporales crea
su verdad mítica como temporalidad remota, no inmediata. (…) Su condición
dadora está documentada en el manuscrito de Huarochirí como héroe que posibilita
chacras y andenes, acequias y fuentes. (…) Curinaya se sabe a si mismo héroe que
desplaza al resto de los dioses para imponerse en el espacio andino. Así compite con
el resto de las huacas y huillcas, a quienes, ciertamente por sus hazañas las
avergüenza. (Espino, s.f, pp. 113-114)
Así, a lo largo del relato, por medio de una tradición literaria oral quecha, que
posteriormente se transcribió por medio de la mano de Francisco Ávila, quien se encargó
de buscar y recopilar estos relatos y testimonios orales, se puede plasmar una serie de
acontecimientos que narran las distintas hazañas y peripecias de distintas deidades e
individuos pertenecientes al espacio andino, cuya estructura se puede establecer de valor
literario al tener un conjunto de personajes, una construcción temporal y una trama que
desenvuelve a las diferentes acciones.
Junto a estos aspectos narrativos que configuran una temática determinada dentro de lo
narrado, también se puede evidenciar un carácter didáctico moral en la formulación de estos
relatos, en donde la cultura del lugar, aparte de otorgar una determinada construcción a las
expresiones y dimensiones del conflicto, también logra plasmar por medio de estas
narraciones, ideas y creencias en torno a un mensaje para los sujetos que conformaban al
pueblo de Huarochirí. Dentro de estos acciones cuyos mensajes guardan una enseñanza con
respecto a las deidades y su relación con la población, podemos destacar, de acuerdo a
Lagos y Galdames (2007) la ayuda a los pobres, la relación autoritaria entre dioses y
humanos, la capacidad de engañar y fingir pobreza por parte de los dioses con el fin de
probar a las personas, la capacidad de sanar enfermos por parte de las divinidades, la
capacidad de los dioses de castigar a personas y animales, el hecho de que los habitantes
deben respetar ciertos principios de reciprocidad para evitar castigos y finalmente, que las
divinidades de Huarochirí son seres que pueden desencadenar el caos cuando no se respeta
el orden establecido.
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Otro aspectos a destacar en relación a la narrativa de estos relatos las señala Cesar Itier
(2007) quien señala que existen relaciones contextuales de las cuales depende la
compresión de los textos, que está en estrecha relación con la creación literaria oral, puesto
que estos relatos se han conformado por medio de la expansión, combinación y
transformación de textos previos, que hace que toda narración remita a su auditorio o a
otros relatos que le son más o menos conocidos y en relación con los cuales una narración
adquiere su especificidad y señalan una intención. Esto manifiesta que los relatos
desbordan en contenido intertextual en conjunto con relaciones referenciales, puesto que
contribuyen a configurar la experiencia social y son para sus destinatarios una guía para
comprender y afrontar ciertas situaciones. Finalmente, se puede vislumbrar que se puede
evidenciar un narrador que modela su relato de acuerdo a una relación especifica con el
destinatario y lo que quiere manifestarle.
Arguedas (1966) (como se cita en León, 2012) afirma que en el los relatos de Huarochirí es
posible hallar un mensaje casi incontaminado de la antigüedad, puro y limpio de retórica,
de preocupaciones y lleno de intenciones literarias, que permiten remitir a diversos cuentos
quechuas que se continúan relatando en la actualidad y donde posiblemente también se
halle el origen de muchas leyendas y cuentos folklóricos, cuyo nacimiento puede estar
detrás de las narraciones plasmadas en Dioses y hombres de Huarochirí.
Por medio de lo anterior, es posible inferir que la literatura quechua posee un valor que
permite recrear experiencias vividas y expresar una intención cultural ligada a la
producción literaria, en donde por medio de este sistema de ideas se lleva a cabo la
conformación de una intriga que otorga coherencia y un acercamiento adecuado a la
idiosincrasia de la cultura andina, lo que se ve plasmado en la obra Dioses y hombres de
Huarochirí.
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fuente de riqueza literaria, sino que, además, sea fuente de diversos aspectos que permiten
reconstruir aspectos de la historia de la población de la región de Huarochirí.
En este sentido Itier (2007) plantea que la literatura quechua logra dejar testimonio del
desarrollo de una cultura, manifestándose en sus narraciones el reflejo de la realidad que los
afectaba, la literatura oral quechua hace a menudo referencia a como las condiciones
propias de su geografía andina fue modificando su agricultura y sus medios de obtención de
recursos, como el agua y el desarrollo de los acueductos, que hasta el día de hoy persisten
en la región. Además, estos relatos hacen mención de cómo estaba conformada su
organización social y económica, la que se configuraba en una relación de simbiosis entre
su entorno y sus deidades, que para mantener la productividad en un nivel de equilibrio,
debía existir una mentalidad unificadora dentro del pueblo, en donde la posesión y la
gestión comunitaria de una parte de los recursos favorecían el espíritu de cuerpo de la
comunidad.
Otro sentido histórico que es plasmado en la obra es el contexto colonial en el que fue
elaborado este compendio de relatos, que, según señala Arguedas (1966) (como se cita en
León, 2012) es posible hallar en el lenguaje que se emplea en las narraciones, el que
transmite el conjunto de perturbaciones que trajo consigo la inmersión y dominación de la
cultura española en la zona. De acuerdo a esto, Arguedas (1966) (como se cita en León,
2012) señala que estos relatos pudieron haber sido compartidos por informantes que
habitaban en los pueblos, por ende el carácter de los relatos es predominantemente oral y
que muchas de estas narraciones manifiestan la visión de los indígenas convertidos al
cristianismo, otorgándole un lenguaje que fue producido para darle una experiencia mítica a
los acontecimientos, por sobre lo intelectual.
Este impacto que trajo para la comunidad la llegada de los colonizadores españoles se
puede vislumbrar en como el clérigo Francisco de Ávila logra manifestar ciertos
comentarios y relatar anécdotas en relación con lo que lograba vislumbrar en las
costumbres del pueblo de Huarochirí, manifestando una visión personal critica, basada en
su ideología católica.
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Esta visión se puede acompañar de elementos comparativos, los cuales se pueden encontrar
a lo largo de varios relatos dentro de la obra, en donde Francisco de Ávila, amén de dar a
conocer aspectos forjadores de la historicidad de la cultura andina, la compara con aspectos
pertenecientes a las sagradas escrituras, por ejemplo, en el capítulo 3 “Como pasó
antiguamente los indios cuando reventó la mar” se puede observar en el relato una
semejanza con el episodio del diluvio universal, en donde el clérigo afirma:
Y nosotros bendecimos esta narración ahora; los cristianos bendecimos ese tiempo
del diluvio, tal como ellos narran y bendicen la forma en que pudiesen salvarse, en
la montaña Huillcacoto. (Arguedas, 1975, p. 33)
Este tipo de comentarios reflejan, en un principio, una visión más positiva y comparativa
con respecto a la mirada dada por los españoles cristianos hacia los relatos y creencias de
los indígenas de la zona, mirada que posteriormente se va volviendo critica lo largo del
relato, dando paso finalmente al total rechazo de las costumbres indígenas. En donde Ávila
nos narra cómo se fue gestando una misión extirpadora de las creencias y ritos presentes en
la región, otorgando una presión y un abuso ejercido a los indígenas, tales como la quema y
destrucción de las huacas, para que estos dejaran de lado sus hábitos y de esta manera se
volvieran al buen camino, es decir, al cristianismo.
Después, ahora, con la predicción del señor doctor Ávila, una parte de esta gente
está regresando a Dios, y rechazando esas cosas antiguas. Como no pudo volver el
corazón de los hombres hacia el Dios hombre, dice de los huacas: “Son el diablo”, y
así, se van convirtiendo, si no, no sabemos cuánto tiempo hubieran continuado
como eran. (Arguedas, 1975, p.91)
Posteriormente, el Padre Ávila relata una serie de situaciones que buscan confirmar el
carácter diabólico y negativo de estos huacas. Cuenta la historia de don Cristóbal, un
hombre que mantenía una vida de rectitud según los normas cristianos pero que fue tentado
por un huaca llamado Llocllayhuancu, enviado por su padre a defender a su pueblo, sin
embargo, logro comprobar que este era un demonio lleno de artimañas y malas intenciones,
tras lo cual lo enfrenta en nombre de la Virgen María y con oraciones. Provocando que el
huaca hiciera retumbar el recinto en el que se hallaban, convirtiéndose en lechuza y
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yéndose, dejando finalmente un ambiente de tranquilidad. Con este acontecimiento se
buscó, probablemente, dejar constancia al pueblo del carácter maligno que poseían los
huacas.
Desde entonces Don Cristóbal adoró más fervorosamente a Dios; y auxilió por toda
la vida a la virgen Santa María. Al día siguiente de aquel suceso que le ocurrió,
reunió a toda la gente y les habló, les conto lo que había ocurrido, dijo “Hermanos
míos, padres míos: el huaca Llocllayhuancu al que tanto teníamos era solo una
lechuza demonio. Anoche, con el auxilio de nuestra madre la Virgen Santa María,
yo lo he vencido. Desde hoy no debéis entrar, ninguno de vosotros, a su casa. Si yo
veo entrar a alguien a esa casa puede que lo acuse ante el Padre; porque lo que les
he dicho deben recibirlo en todo el corazón. (Arguedas, 1975, p.94)
Por medio de esto se logra plasmar como fueron siendo excluidas las costumbres y
creencias de los indígenas, a través de la presión ejercida por parte de los clérigos en darle
la connotación negativa a las deidades en reemplazo de las creencias traídas desde España.
A través del paso del tiempo se fue perdiendo esta conciencia indígena, tras lo cual, solo
quedaron estos relatos como reflejo de la constitución propia de la cultura quechua y de su
historia.
Es importante que esta obra se considere como una obra de carácter trascendental para
nuestra sociedad, debido no solo a que su temática manifiesta aspectos propios de la cultura
quechua, sino porque es el mayor compendio de testimonios orales propios de la literatura
andina, la que posee una riqueza cultural vasta y que puede permitir el estudio de una época
y una cultura que aún guarda un conjunto de enigmas.
Esta obra no es solo el mayor vestigio de la literatura quechua, sino que es la mayor prueba
que demuestra la existencia de producciones propias de una cultura avanzada, cuyo
desarrollo se desenvolvió en estrecha relación con su entorno natural, lo que llevo a que se
buscaran diversos orígenes y explicaciones a los distintos fenómenos que rodeaban su
cotidianeidad.
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Además, dentro de esta obra es posible hallar la respuesta a una serie de ritos, tradiciones y
creencias que conforman la cultura andina, puesto que al día de hoy muchas de las
costumbres narradas se siguen replicando hasta el día de hoy, constituyendo una importante
fuente de estudio para establecer el origen y la explicación de una serie de elementos
constitutivos de la población indígena andina del Perú.
Esta obra propicia, en relación a Bendezú (2003) que el indígena lleve un proceso de
autodescubrimiento, el descubrimiento de su otro yo, del auténtico y ancestral hombre
peruano de la cultura hispánica, puesto que es una literatura que representa al indígena del
pasado, de su vida diaria, de sus emociones, inquietudes, pensamiento y la concepción del
mundo del hombre andino.
Arguedas (1975) por su parte manifiesta en relación a Dioses y hombres de Huarochirí que
esta obra quechua constituye una creación excepcional que se puede comparar con la obra
sagrada perteneciente a la cultura maya el Popol Vuh, un libro que se puede considerar
como una pequeña biblia regional, que permite al lector informarse acerca del pasado
prehispánico y los primeros contactos con los colonizadores españoles, manifestando una
serie de reflexiones que evidencian el encuentro conflictivo de dos mundos distintos y de
tiempos asincrónicos.
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CONCLUSIÓN
En el desarrollo presente se han podido realizar diversos hallazgos que permiten considerar
a esta obra como de suma importancia, en primer lugar, se ha evidenciado que en el
desarrollo de Dioses y hombres de Huarochirí se pueden encontrar diversos elementos a
destacar, los cuales están vinculados a la serie de relatos que la constituyen, testimonios que
pertenecen a una tradición oral fuertemente ligada a la cultura andina, por ende, estos
relatos permiten plasmar las características, tanto relacionadas a las costumbres como las
creencias, de una cultura particular.
Por otra parte, Dioses y hombres de Huarochirí permite rellenar aquellos vacíos que
explican el porqué de diversas tradiciones y ritos que componen la identidad indígena, la
que se vio catapultada por las dificultades de la lengua, la llegada y el dominio del
colonizador hispánico y el ineludible paso del tiempo. Aspectos que provocaron que esta
obra fuera por mucho tiempo relegada al olvido, y que gracias al despertar de un interés por
el estudio de diversos autores y antropólogos de la cultura quechua, fuera retomada,
promoviendo su resurgiendo y adquiriendo la importancia y la atención merecidas.
Dioses y hombres de Huarochirí posee no solo un valor literario, por medio del cual
desarrolla una serie de acciones y presenta personajes de gran valor folclórico y cultural,
junto con una narrativa llena de elementos que componen aspectos de la cosmogonía, de la
ideología y la forma de vida de una comunidad. Sino que, además, posee un importante
valor histórico, puesto que manifiesta acontecimientos que dan a entender el desarrollo
cultural del indígena y la relación que existió con respecto a sus colonizadores, quienes,
como Francisco de Ávila, plasmaron una intención extirpadora de la religión andina con el
propósito de introducir la ideología cristiana occidental.
Finalmente, gracias a la labor de importantes autores, como José María Arguedas, estos
relatos se han ido recuperando y traduciendo al castellano, permitiendo que exista un mayor
acercamiento del público hacia la lectura de estas narraciones, las que, por otra parte, han
logrado ser plasmadas en la actualidad y dirigida hacia lectores más jóvenes y universales,
mediante su adaptación a géneros contemporáneos, como lo son el cómic.
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BIBLIOGRAFÍA
Arguedas, José María (1975). Dioses y hombres de Huarochirí. México: XXI siglo
veintiuno editores SA.
Itier, César (2007). El hijo del oso. Perú: IEP Instituto de Estudios Peruanos.
Lagos, Jorge & Galdames, Luis (2007). Entimemas y principios andinos en los Mitos de
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https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0071-17132007000100006
León, Laura (2012). José María Arguedas, traductor del Manuscrito de Huarochirí. Enero
11, 2019, de Scielo Sitio web:
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1852-96152012000200006
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