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Tornaviaje

LA NAO DE CHINA
Y EL BARROCO
EN MÉXICO 1565-1815

GOBIERNO DEL ESTADO DE PUEBLA


MÉXICO

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Tornaviaje
LA NAO DE CHINA
Y EL BARROCO
EN MÉXICO 1565-1815

EXPOSICIÓN TEMPORAL

Museo Internacional del Barroco, Puebla, México

Museo Franz Mayer, Ciudad de México

2016

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w

El Gobierno del Estado de Puebla, Primera edición, 2016 DR. © Los autores por sus textos
a través del Consejo Estatal para la Cultura
y las Artes de Puebla y del Museo Internacional DR © Consejo Estatal para la Cultura Textos:
del Barroco, agradece el generoso apoyo de todas y las Artes de Puebla © Marina Alfonso Mola
las instituciones y personas cuya contribución 5 Oriente No. 3, © Gauvin Alexander Bailey
fue indispensable para la realización de este catálogo Centro Histórico © Mariano Bonialian
que acompaña la exposición Tornaviaje: La Nao C.P. 72000 © Juan Fernández del Campo
de China y el barroco en México, 1565-1815. Puebla, Pue. México © José Antonio Cervera
© José Luis Chong
Museo Internacional del Barroco © Arturo Córdova Durana
Vía Atlixcáyotl No. 2501 © Rosa Dopazo
Reserva Territorial Atlixcáyotl, © Ana Paulina Gámez M.
C.P. 72453 © George Kuwayama
Puebla, Pue. México © Carlos Martínez Shaw
© Luis Gerardo Morales
© Manel Ollé Rodríguez
© María Pilar de San Pío Aladrén
© John Kuo Wei Tchen
© Iván Valdez-Bubnov
© Guillermina del Valle Pavón
© Cuauhtémoc Villamar

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Fotografía de obra: Portada: Altar de viaje (japonés) Todos los derechos reservados.
© Daniel Gianonni p. 232 con pinturas de la Virgen de Guadalupe Queda prohibida la reproducción total o parcial,
© Carlos Varillas pp. 139, 169, 171, 174, 250, 263, y sus 4 apariciones [detalle cat. 309] directa o indirecta del contenido de la presente obra,
276, 303, 328, 342-343 Contraportada: Modelo a escala del navío sin contar previamente con la autorización expresa y
© Jorge Vértiz pp. 122, 123, 125, 128, 130, 132-134, San Pedro de Cardeña [detalle cat. 2] por escrito de los editores, en términos de la Ley
137, 140-153, 156-157, 162-166, 172-173, Pp. 2-3: Portus Acapulco [detalle cat. 65] Federal del Derecho de Autor, y en su caso, de los
175-181, 185-231, 233-237, 243-249, 250-254, P. 4: [detalle cat. 169] tratados internacionales aplicables. La persona que
257-259, 262, 264, 267, 270-275, 277-284, Pp. 6-7: [detalle cat. 1] infrinja esta disposición se hará acreedora a las
292-293, 295-302, 304-324, 326, 327, 339-341. P. 8: [detalle cat. 143] sanciones correspondientes.
P. 10: [detalle cat. 2]
P. 14: [detalle cat. 206] ISBN: 978-607-9390-04-4
Pp. 118-119: [detalle cat. 32]
Pp. 182-183: [detalle cat. 170] Impreso en España
Pp. 238-239: [detalle cat. 192]
Pp. 260-261: [detalle cat. 211]
P. 352: [detalle cat. 283]

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Presentaciones

Índice
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17 Introducción. El Pacífico asiático: eslabón perdido de la historia novohispana


LUIS GERARDO MORALES UNIVERSIDAD AU TÓNOMA DEL ESTADO DE MORELOS

20 El Consulado de la Ciudad de México en el comercio con Europa y Asia


GUILLERMINA DEL VALLE PAVÓN INSTITU TO DE INVESTIGACIONES JOSÉ MA. LUIS MORA

26 La formación del poder económico en la Puebla virreinal


JUAN FERNÁNDEZ DEL CAMPO ESPINOSA BIBLIOTECA PALAFOXIANA DE PUEBLA

32 Filipinas en la economía del Imperio español


MARINA ALFONSO MOLA Y CARLOS MARTÍNEZ SHAW UNED-ESPAÑA

38 El Galeón de Manila y el comercio entre Filipinas, México y Perú


en la época colonial
MARIANO BONIALIAN EL COLEGIO DE MÉXICO

44 El Galeón en la región asiática


CUAUHTÉMOC VILLAMAR SERVICIO EXTERIOR, MÉXICO

52 El lado asiático del galeón: los chinos en Manila


MANEL OLLÉ RODRÍGUEZ UNIVERSITAT POMPEU FABRA, BARCELONA

58 Los «indios chinos» del Galeón de Manila


JOSÉ LUIS CHONG UNAM-MÉXICO

64 Catarina de San Juan. La china emblemática de Puebla


ARTURO CÓRDOVA DURANA ARCHIVO GENERAL MUNICIPAL DE PUEBLA

70 La construcción naval en Filipinas entre los siglos xvi-xviii


IVÁN VALDEZ-BUBNOV UNAM-MÉXICO

76 Las expediciones científicas del siglo xviii en Nueva España


PILAR DE SAN PÍO ALADRÉN MUSEO NAVAL, ESPAÑA

84 El proyecto evangelizador y la influencia de las órdenes religiosas


en Filipinas, siglos xvi-xviii
JOSÉ ANTONIO CERVERA EL COLEGIO DE MÉXICO

90 Arte y arquitectura y el mundo católico: entre Asia y América Latina


GAUVIN ALEXANDER BAILEY QUEEN’S UNIVERSITY, CANADÁ

98 Sedas prohibidas y algodones permitidos, los tejidos orientales


en el bando del virrey Acuña
ANA PAULINA GÁMEZ M. IIE/UNAM-MÉXICO

102 Porcelana china en el Nuevo Mundo


GEORGE KUWAYAMA LOS ANGELES COUNTY MUSEUM OF ART

ROSA DOPAZO

108 Escaparates del Nuevo Mundo: Tornaviaje, objetos de deseo y el «otro interior»
JOHN KUO WEI TCHEN NEW YORK UNIVERSITY

CATÁLOGO
119 Navegación
183 Comercio
239 Corsarios
261 Cultura material

348 Semblanzas de los autores


350 Créditos y agradecimientos

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EL GALEÓN
DE MANILA
Y EL COMERCIO
ENTRE FILIPINAS,
MÉXICO Y PERÚ
EN LA ÉPOCA
COLONIAL
MARIANO BONIALIAN
CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS, EL COLEGIO DE MÉXICO

Cat. 133 (detalle)

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Presentar en unas pocas páginas la gravitación que llegó a tener espacios de la América colonial considerados en algunos
el comercio del Galeón de Manila sobre Hispanoamérica y en casos «marginales» y muy alejados de Acapulco y la costa
particular en el Perú no es una tarea sencilla. Habrá que jerar- occidental novohispana.
quizar y priorizar ideas y, sobre todo, problemáticas. En primer Ponderar el rol de Perú y otros espacios de Sudamérica
lugar, habría que reconocer que en los dos siglos y medio de no supone en lo absoluto desmerecer el papel central que
funcionamiento (1565-1815) la famosa Nao de China influ- tuvo México en el comercio asiático. Por el contrario, el
yó no solo en la economía interna de México sino en todos los virreinato novohispano fue el mercado consumidor por ex-
rincones económicos del orbe americano. En regiones como la celencia de los artículos venidos en el galeón. Pero como
Nueva Granada, Guatemala, el virreinato del Perú e incluso una suerte de corazón que bombea y alimenta otros órga-
en ciudades entonces consideradas «periféricas», como nos, desde México se desprendieron otras rutas comerciales
Buenos Aires y Santiago de Chile, se consumieron mercade- hacia el Atlántico y el Pacífico sur por las cuales se distri-
rías orientales inicialmente descargadas en el puerto de buían los productos asiáticos. Uno de estos circuitos tenía
Acapulco. como destino final la propia España. En efecto, luego de
El impacto e influencia del barco oriental sobre toda recorrer gran parte del espacio interno novohispano en
Hispanoamérica no podría comprenderse si no considera- dirección oeste-este, los bienes asiáticos llegados con el
mos el contexto histórico. Nos encontramos ante la llamada galeón filipino alcanzaban el puerto de Veracruz y eran
primera globalización, un fenómeno iniciado en el siglo xvi embarcados en las flotas españolas que regresaban a Sevilla
cuando América se presenta conectada económica, social y o Cádiz desde México. Durante la travesía trasatlántica,
políticamente con otros continentes. En este marco el estas escuadras españolas frecuentemente hacían una esca-
Galeón de Manila resultó una pieza clave para la mundiali- la necesaria en la ciudad de La Habana (Cuba), poniendo
zación comercial de la época moderna y colonial al menos en circulación una porción menor del cargamento de bienes
por dos razones principales. En primer lugar, propició la asiáticos. De dimensiones menores y quizá también con
monetización de los mercados interiores de la economía menos intensidad, existió un segundo flujo de bienes orien-
asiática gracias al flujo de plata de México y del Perú expor- tales operado por el Mar del Norte, que transitaba por las
tada desde Acapulco hacia las islas Filipinas. En segundo aguas del Caribe. En este caso, eran embarcaciones extran-
lugar, posibilitó que la cultura material hispanoamericana se jeras o locales las que adquirían los productos asiáticos en
enriqueciera y se diversificara al permitir que sus mercados Veracruz o en algún surgidero menor del Golfo de México
consumidores contaran con una multifacética canasta de para llevarlos a San Juan de Puerto Rico, Portobelo,
bienes orientales. Cartagena de Indias, y desde allí distribuirlos por vía terres-
Al considerar estas premisas generales nos vemos obli- tre en Nueva Granada y especialmente en la ciudad de
gados a cuestionar una idea tradicional y aún arraigada que Caracas. Cabe decir que desde San Juan de Puerto Rico
concibe al Galeón de Manila como una suerte de decorado podía desprenderse un segundo derrotero hasta el puerto
exótico y marginal del mapa comercial del Pacífico; como un de Buenaventura en la actual Colombia, desde donde las
hilo fino cuyo radio de acción se habría reducido únicamen- mercancías asiáticas partían por tierra hacia Cali y de allí a
te al virreinato de la Nueva España y a su costa occidental. su destino final en Santa Fe, Tunja o Vélez. Estas rutas que
En otros términos, si bien desde 1593 y hasta finales del si- se tejieron entre México y Nueva Granada no alcanzaron
glo xviii la corona española ordenó que fuera México el único una intensidad significativa puesto que los mercados de la
espacio autorizado para los intercambios con Oriente, apar- costa atlántica y el oriente sudamericano se abastecían ma-
tando de esa manera a Centroamérica y al Perú de la llamada yormente de bienes asiáticos a través de los navíos portu-
«contratación de China», existen contundentes evidencias gueses procedentes de Europa o incluso de África.
históricas que manifiestan la sistemática re-exportación En lo que se refiere al Pacífico sur o lo que en el perio-
desde Acapulco de productos orientales por contrabando do colonial se conoció con el nombre de Mar del Sur, los
hacia otras ciudades o centros de intercambio hispanoame- artículos del Oriente fluyeron como una suerte de cascada
ricanos ubicados más al sur. Aunque cueste creerlo, algunos desde Acapulco, Zihuatanejo o Huatulco hacia los puntos
productos importados por la Nao de China ingresados a costeros centroamericanos de Sonsonate, Acajutla y Realejo,
América por el puerto de Acapulco tuvieron la posibilidad buscando, en una primera instancia, responder a la demanda
de circular por Caracas, Perú, Chile e incluso Buenos Aires, de la capital de Guatemala. Como una puerta de tránsito

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también podían recalar en Panamá, en los puertos ecuato- reexpedición de los excedentes a otras plazas mercantiles
rianos de Guayaquil, Esmeralda, Puerto Viejo o Manta, para como la Audiencia de Charcas (La Plata, Potosí, La Paz y
luego internarse hasta alcanzar la ciudad de Quito, gran con- Oruro) y la gobernación de Tucumán ( Jujuy, Salta, Tucumán,
sumidor de las mercaderías asiáticas. Continuando con el La Rioja y Córdoba). En estas instancias, el derrotero de los
derrotero por el Pacífico, el circuito de bienes orientales se bienes asiáticos podía tomar dos direcciones. Por un lado,
extendía hacia los puertos peruanos de Paita, Pisco y El continuar su travesía marítima hasta los puertos de Arica y
Callao, con el propósito de abastecer a la ciudad de Lima, Coquimbo con la intención de adentrarse hasta la propia
Piura y otras plazas internas del virreinato del Perú. La liga- ciudad de Santiago o Mendoza. Una segunda vía movilizaba
zón entre Acapulco y El Callao resultó el contacto más im- las mercancías desde la ciudad de Córdoba hasta el puerto
portante dentro del tejido de rutas que se constituyó a lo atlántico de Buenos Aires. Esta suerte de enorme eje geo-
largo del Mar del Sur. histórico por el Pacífico, que se iniciaba desde Filipinas con
Sin embargo, hay que reconocer que desde las costas del el Galeón de Manila, pasando por México y Lima y contan-
Perú se logró establecer un comercio directo con China y do como puntos terminales con el puerto de Valparaíso en
Filipinas durante dos coyunturas particulares. La primera se Chile o el puerto de Buenos Aires en el Atlántico, podría
extendió entre 1580 y 1610, y un segundo periodo, promo- caracterizarse como una verdadera «ruta hispanoamericana
vido por asociaciones entre franceses y peruanos, entre 1700 de la seda China» durante el periodo colonial, ya que el tex-
y 1720. Sin desconocer estas dos coyunturas, no cabe duda til fue el rubro que dominó en el intercambio y consumo
que la ruta con escala en Acapulco constituyó la principal vía americano de bienes asiáticos.
comercial para que los comerciantes del Perú dispusieran de Ahora bien, esta esquemática presentación no debería
productos orientales en sus mercados, a pesar de la prohibi- hacernos creer que el comercio y la circulación de bienes
ción establecida en 1593 para este flujo de mercancías. orientales fue un simple y sencillo acontecimiento histórico.
Insistimos: si nos referimos a grados de importancia y gra- Valdría la pena enriquecer la exposición complejizando con
vitación, podría decirse que la extensión comercial por nuevos elementos y ubicando en una perspectiva más amplia
contrabando hacia el virreinato del Perú por el Mar del Sur el fenómeno. En primer lugar, la «contratación de la China»
representó el circuito más importante de la red general de por toda la América colonial fue posible porque México,
distribución que movía bienes orientales por toda la América gracias al tráfico del Galeón de Manila, permitió ingresar
española. más bienes del Oriente de lo que su mercado interno virrei-
Si bien a una escala menor a la función centralizadora nal consumía. En otros términos, los grandes comerciantes
de la Ciudad de México, es importante recordar que Lima de la Ciudad de México que integraban el Consulado adqui-
también se erigió como un punto de almacenaje y redistri- rían en la feria de Acapulco un mayor número de merca-
bución de los productos del Oriente, en particular de tejidos, derías que lo requerido por las familias novohispanas. La
sedas y loza de China. Desde muy temprano, Perú mostró legislación peninsular había establecido limitaciones al co-
interés por la seda, un artículo que no se producía localmente. mercio del Galeón de Manila para frenar la distribución y
Al principio de la época colonial, importaba seda que se ela- venta de bienes asiáticos en otros puntos de Hispanoamérica.
boraba en México, pero desde las primeras décadas del si- Pero las evidencias demuestran que esos topes comerciales
glo xvi, cuando España prohibió la producción y cría del fueron frecuentemente superados. El objetivo de los merca-
gusano de seda en la Nueva España, la dependencia de la deres de México era almacenar parte de los productos im-
importación de sedas chinas en México y el Perú se intensi- portados y reexportarlos posteriormente hacia mercados
ficó. En 1745, el apoderado de la ciudad de Buenos Aires, externos al virreinato, tanto europeos como americanos.
Domingo Marcoleta, no dudó en calificar a la ciudad andina Pero vale señalar que esta forma de proceder no resul-
como una «feria de Pekín». taba un hecho excepcional acotado a los objetos orientales.
Esta llamativa calificación sugiere el gran intercambio También ocurría en la feria atlántica de Veracruz, al ad-
y consumo de bienes orientales en Lima, pero también de- quirir las mercaderías castellanas y europeas que ofrecían
nota un hecho quizá más importante: que esas importacio- los comerciantes peninsulares que viajaban en las flotas
nes superaban los niveles de consumo interno de la ciudad españolas. De tal manera, los depósitos y las tiendas per-
andina con el propósito de ser distribuidas hacia otras regio- tenecientes a los grandes mercaderes de la Ciudad de
nes y mercados del virreinato peruano. Se alentaba así la México se encontraban colmados de todo tipo de artículos

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extranjeros, ya sean orientales o producidos en el Viejo al Galeón de Manila como una vía indispensable para el
Continente. La mayoría de los excedentes ––los productos funcionamiento del comercio en la América colonial, ya fue-
que sobraban luego de responder a los pedidos del merca- ra por modos legales o ilegales.
do interno consumidor–– se reexportaron por las aguas ¿Quiénes promovieron la circulación comercial de bie-
del Pacífico desde Acapulco hacia Guatemala, Panamá y el nes orientales por el Pacífico y por el Atlántico? ¿Qué acto-
virreinato del Perú. res o grupos sociales se vieron comprometidos en extender
Existe abundante evidencia documental que confirma el tráfico impulsado por el Galeón de Manila desde Acapulco
el fenómeno de los  reenvíos. Una de las comprobaciones hacia el Perú? Estamos en presencia de un mundo marítimo
más contundentes aparece en los registros de embargos que dominado por los más importantes mercaderes de la Ciudad
se efectuaban sobre la carga de los barcos que arribaban a de México y de Lima que integraban sus respectivos consu-
los puertos del Pacífico peruano. Allí se demuestra que los lados. La disponibilidad de capitales en Manila a través de la
bienes que se traían ilegalmente al Perú eran de China y de fundación de obras pías, el control de las boletas de derecho
Europa, procedentes de México. A pesar de que la ley pe- para el embarque de mercancías en la Nao de China, la ubi-
ninsular disponía que la mercadería que circulara por vías cación de agentes o comisionistas en el archipiélago oriental,
prohibidas debían enviarse para su quema a la Casa de así como la monopolización de los intercambios realizados
Contratación, en la práctica ingresaba cómodamente al en las ferias de Acapulco para la distribución de los bienes
mercado peruano a través de subastas públicas que eran del Oriente, fueron las herramientas fundamentales de los
monitoreadas por los mismos comerciantes que estimula- comerciantes del Consulado de la Ciudad de México para
ban el contrabando. Estas sistemáticas importaciones al alcanzar un dominio casi absoluto en el comercio transpací-
Perú de bienes orientales y europeos procedentes de fico del Galeón de Manila.
México ejercieron un papel clave para la crisis y el defini- Por su parte, los principales mercaderes de Lima envia-
tivo colapso en 1740 de las ferias de Portobelo (Panamá), ban sus barcos a Acapulco y a otros puertos menores del
motorizadas por los galeones procedentes de España. En occidente novohispano para adquirir bienes chinos y euro-
otras palabras, los mercaderes del Perú, más que dirigirse a peos. Como medio de cambio, los comisionistas limeños
intercambiar su moneda de plata por bienes europeos en el ofrecían a los novohispanos, en primer lugar, plata en pasta,
bastión oficial del monopolio sudamericano de Portobelo, en barra o acuñada. También se pueden ver importantes en-
optaron por abastecerse a través de la relación con México víos de azogue de Huancavelica, vino, aceite, aceitunas y
por el Mar del Sur. cacao de Guayaquil. Estos bienes representaban en su con-
De lo dicho hasta aquí, podemos desprender dos nuevas junto excedentes exportables del espacio sudamericano que
interpretaciones sobre el estudio del comercio oriental y el no podían volcarse hacia el Atlántico. En algunas ocasiones,
Galeón de Manila. Primero, el tráfico transpacífico fue una también recalaban en Acapulco naves de Centroamérica y
pieza clave para colocar a México como un corazón mercantil de otras regiones del occidente hispanoamericano, pero en
del imperio ultramarino, desplazando a España y a su ideado su mayoría fueron los agentes limeños los que impusieron
monopolio de aquella función centralizadora atribuida por un control sobre las aguas del Mar del Sur.
la Carrera de Indias. El control de los que quizá fueron los En las primeras décadas coloniales, los limeños llegaron
dos circuitos interoceánicos más importantes del imperio (el a participar de manera legal en las ferias de Acapulco, el
Galeón de Manila y la flota de Veracruz) recayó en México, centro oficial de intercambios entre bienes chinos y plata
espacio que al mismo tiempo rivalizaba con España por ver peruana. Inclusive se los puede encontrar viajando en el
quién lograba predominar en la relación mercantil con el Galeón de Manila e inmiscuidos en el parián filipino, el ba-
espacio del Perú. La segunda conclusión sería que el Galeón rrio chino ubicado en las islas Filipinas cuya función radica-
de Manila constituyó un engranaje necesario y clave para ba en abastecer la carga de la nao en su viaje a la Nueva
poner en marcha un gran tejido mercantil integrado por cir- España. Sin embargo, al prohibirse el trato oriental con el
cuitos comerciales del Atlántico y del Pacífico plenamente Perú en el año 1593, los limeños comenzaron a depender de
articulado. Habría que revisar esa tradicional idea que mues- manera más frecuente de las ventas ilegales: de los sobrantes
tra a la relación transpacífica como marginal, complementa- de mercaderías orientales y europeas, que sus pares novohis-
ria o casi accesoria de un régimen comercial monopólico, panos se disponían a vender en el puerto de Acapulco o
español y predominantemente atlántico. Aquí presentamos zonas aledañas.

EL GALEÓN DE MANILA Y EL COMERCIO ENTRE FILIPINAS, MÉXICO Y PERÚ EN LA ÉPOCA COLONIAL 41

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Decíamos que la plata del Perú fue uno de los medios fueron tan decisivos que llegaron a alterar el comercio tras-
de cambio fundamentales para que los limeños pudieran ac- atlántico europeo.
ceder a los bienes orientales. Hacia finales del siglo xvi y en No podemos concluir sin hacer unas breves reflexiones
la primera mitad de la centuria siguiente una significativa sobre la cultura consumidora que se configuró en torno a los
porción de plata del cerro de Potosí fluyó hacia Acapulco. bienes movilizados por el Galeón de Manila. Cuesta creer
Desde el puerto novohispano el metálico andino podía to- que la notable circulación de bienes orientales por toda la
mar dos caminos: embarcarse en el Galeón de Manila junto América hispana se redujera exclusivamente al comercio de
con la moneda novohispana como pago de los productos del bienes suntuosos y exquisitos, destinados a un reducido gru-
Oriente, o ingresar a Nueva España con destino hacia la po social privilegiado. De hecho, aún hoy en día se piensa
península ibérica, a condición de los pagos hechos por los que la relación entre Oriente y México se sustentó en un
limeños en el puerto de Acapulco de las mercaderías euro- comercio de lujo. Esto resulta indiscutible si se considera el
peas importadas previamente por Veracruz. rico mobiliario, los vestidos suntuosos y la refinada cerámica
Con auténtico rigor, puede decirse que el Pacífico, más oriental expuestos en los museos. Pero deberíamos reconocer
que un «lago español» o «Spanish Lake», como lo ha deno- que el consumo de elite fue tan solo una parte, quizás la
minado la historiografía especializada, fue un verdadero menor porción, de una demanda hispanoamericana más
«lago indiano». Fue un área marítima plenamente americana elástica, amplia y masiva de artículos orientales. Es decir, no
porque eran los comerciantes hispanoamericanos quienes, eran solamente mercaderías elaboradas o con alto valor agre-
amparados por el guiño cómplice de las autoridades reli- gado. Los tejidos se producían en México ante el arribo de
giosas y políticas (hasta de los propios virreyes), estimula- sedas y telas brutas o en rollo desde Filipinas, que resultaban
ron y desviaron hacia el Pacífico capitales monetarios y muy baratas y listas para ser confeccionadas en los propios
bienes, condicionando los flujos trasatlánticos de la Carrera obrajes del virreinato novohispano.
de Indias. En definitiva, pese a la prohibición y sanciones Si revisamos el listado de artículos que aparecen en los
contra su circulación y consumo, los artículos asiáticos registros de los galeones y los inventarios post-mortem, en
circularon por Centro y Sudamérica porque los más reco- donde figura el patrimonio de bienes de las familias que
nocidos comerciantes locales obtenían grandes beneficios vivieron en la América colonial, podremos notar que conta-
con sus ventas. ban con textiles y loza oriental de primera, segunda y tercera
Si aceptamos estos efectos (en principio insospechados) calidad, accesibles a las diferentes capas sociales. Los precios
provocados por el Galeón de Manila en toda la América de aquellos artículos no solo eran menores a los de origen
hispana y hacemos el ejercicio de ubicarlo como una pieza europeo, sino que estaban al alcance de sectores sociales de
central de un Pacífico amplio y con escaso o nulo control bajos recursos como españoles y criollos pobres, trabajadores
peninsular, la economía colonial comprendida desde una vi- mineros y agrícolas, mestizos, indígenas y aun de los escla-
sión eurocéntrica comienza a desvanecerse. Vale la pena em- vos. De tal manera, la cultura de consumo que giró en torno
prender una crítica a la razón nor-atlántica que sostiene, a a las mercaderías orientales también tuvo un carácter coti-
partir de las interpretaciones del historiador Pierre Chaunu, diano y masivo, no solo de elite.
que el Galeón de Manila fue solo un desprendimiento del Atender a la cultura consumidora que se gestó en
tráfico trasatlántico español, una simple prolongación del co- Hispanoamérica gracias a los bienes ingresados por el Galeón
mercio de flotas españolas que mostraba un Pacífico carente de Manila resulta un aspecto sumamente importante para
de una dinámica propia. Es más, Chaunu sostiene que el comprender dos fenómenos. Por un lado, la significativa
Pacífico y su Galeón de Manila no tuvieron la capacidad de expansión en la circulación e intercambio de los bienes orien-
influenciar los destinos del comercio atlántico europeo. Aquí tales por toda Hispanoamérica, desde México hasta las tierras
quisiéramos ofrecer una renovada imagen del Galeón de australes americanas, pasando por el Perú colonial. Sería difí-
Manila; se trata de la pieza clave que, más dinámica, contri- cil sostener la idea de que solo contados centros de consumo
buyó a que el Pacífico adquiriera una vida propia, autónoma de lujo hubieran logrado configurar un derrotero de dimen-
e independiente, promovida por los mercaderes hispanoa- siones continentales. En segundo lugar, si consideramos que
mericanos. Si aceptamos estos postulados, arribaremos a una algunos artículos del Oriente venidos en el galeón filipino
conclusión sorprendente: los actores económicos, los capita- respondieron a un consumo social más amplio y diversificado
les y los bienes que se movieron por el Galeón de Manila tendríamos que comenzar a desacreditar otra de las ideas

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sostenida por la historiografía que supone que el comercio del ciales mexicanas, mientras que la mayoría de los artículos que
Galeón de Manila se ubicó como un serio competidor de las ingresaba la Nao de China alimentaban, en gran medida, las
flotas españolas del Atlántico por el mercado consumidor no- necesidades del vestir de sectores populares. Podría suponerse
vohispano. Aquí nos inclinamos por una interpretación alter- que, en definitiva, ambos flujos interoceánicos, más que com-
nativa: proponemos que los bienes europeos importados por petir, vinieron a complementarse para responder al consumo
el Atlántico respondieron a la demanda de las altas clases so- no solo de Nueva España sino del Perú.

bibliografía
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Filipinas y Nueva España (1736). Carmen Yuste (comp.), 2 tomos. México: en la ruta transpacífica (1590-1610)», en O’Phelan Godoy y Salazar Soler
Instituto Mexicano de Comercio Exterior. (eds.), Passeurs, mediadores culturales y agentes de la primera globalización en el
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colonial de la carrera de Indias», en Leoncio Cabrero (coord.), España y el pp. 377-409.
Pacífico, Legazpi, tomo i. Madrid: Sociedad Estatal de Conmemoraciones Iwasaki Cauti, Fernando (1992). Extremo Oriente y Perú en el siglo xvi. Madrid: Mapfre.
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