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DEDERECHO INTERNACIONAL

DEFINICIÓN
El derecho internacional está formado por las normas jurídicas internacionales que
regulan las leyes de los Estados y los acuerdos y tratados internacionales, las notas
diplomáticas, las enmiendas y los protocolos forman parte de esta rama del derecho.
En lo que respecta a los citados tratados internacionales es importante que
tengamos en cuenta que los mismos tienen que realizarse por escrito como regla
general, aunque es cierto que también existen algunos que se sustentan
básicamente en lo que ha sido un acuerdo verbal entre los estados.
Además de todo ello tenemos que subrayar que existen diversos tipos de tratados
internacionales. Así, podemos realizar clasificaciones de los mismos en base a la
materia sobre la que versen, a la duración de los mismos, al tipo de obligaciones
que imponen para ambas partes o al hecho de que permitan la adhesión de nuevos
miembros a ellos. De esta manera, nos encontraríamos con tratados internacionales
políticos, de duración determinada, tratados ley, tratados abiertos, tratados
comerciales.
De la misma forma tampoco podemos pasar por alto que a la hora de llevar a cabo
el establecimiento de un tratado internacional se hace necesario cumplir las
siguientes fases: la negociación, la consabida adopción del texto, la correspondiente
autenticación y, por último, la prestación del consentimiento. Una prestación esta
que puede ser de forma simplificada o bien de forma solemne.
Entre los tratados internacionales más recientes y de mayor valor e importancia
destacaríamos, por ejemplo, el Tratado de Seguridad del Pacífico que data del año
1951, el Tratado sobre Misiles Anti-Balísticos del año 1972, el Tratado de
Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares de 1996 o el famoso Protocolo de
Kioto que se firmó en el año 1997 y que gira en torno a lo que es el cambio climático.
Las normas pertenecientes al derecho internacional pueden ser bilaterales (entre
dos partes) o multilaterales (más de dos partes). Los Estados suelen
comprometerse a aplicar dichas normas en sus propios territorios y con un status
superior a las normas nacionales.
El antecedente más remoto de un acuerdo de derecho internacional tuvo lugar en
el 3.200 a.C, cuando las ciudades caldeas de Lagash y Umma acordaron la
delimitación de sus fronteras después de una guerra. A nivel general, el derecho
internacional siempre ha estado enfocado a la preservación de la paz y a evitar el
estallido de conflictos bélicos.
TERMINOLOGIA
Prescindiendo de otros antecedentes, en la Edad Media esta normativa era
denominada ius gentium, lo que dio lugar al «derecho de Gentes» de los tiempos
modernos hasta que, a partir de finales del siglo XVIII, se empezó a extender la
expresión de «Derecho Internacional» que, implícitamente, se refiere a la más
concreta del Derecho Internacional Público (puesto que cuando se habla del
Derecho Internacional Privado, siempre se usa la expresión completa). A pesar de
que esta denominación ha sido criticada e incluso se ha intentado sustituirla por
otras, es lo cierto que hoy ha adquirido carta de naturaleza y aparece como
insustituible y clara.
Lo que se ha discutido ha sido, precisamente, la naturaleza jurídica de esta
normativa y esto ha dado lugar a una específica «filosofía del Derecho
Internacional», que ha fijado tanto su existencia como su fundamentación. En
relación con lo primero, ni el derecho como normativa obligatoria específica, es
incompatible con la realidad social internacional, ni los argumentos de los negadores
de esta naturaleza, tienen consistencia, por lo que no se puede negar al Derecho
Internacional Público una existencia, comprobada por otra parte por la realidad. En
punto a lo segundo, los iusnaturalistas y los positivistas han fracasado en su intento
de dotar a esta normativa de una base sólida, no queda otra solución que volver al
iusnaturalismo, con todas las matizaciones necesarias y a pesar de todas sus
indefiniciones concretas en muchos casos.
Se ha dicho que el Derecho Internacional es indirecto e incompleto; lo primero por
relación a los individuos, que sólo aparecen como sujetos mediatos a través de los
sujetos directos que son los Estados, y lo segundo, por referencia a la necesidad
que tiene que valerse de los Estados y del ordenamiento jurídico de éstos. Hoy,
estas críticas van dejando de tener fundamento, porque los individuos están
adquiriendo una personalidad internacional propia y directa y el ordenamiento
internacional, por otra parte, va creando sus propios órganos internacionales, por
rudimentarios que todavía sean.

El problema que, tal vez, se ha planteado con más trascendencia, ha sido el de si


las normas del Derecho Internacional Público tienen todas ellas carácter dispositivo
o si hay algunas al menos que tienen naturaleza impositiva o de ius cogens, es
decir, si hay normas que tienen que ser cumplidas por los obligados a ello, sin que
puedan ser dejadas sin efecto por su voluntad. Hoy, después de los artículos 53, 64
y 71 del Convenio de Viena sobre los tratados, nadie pone en duda que el Derecho
Internacional tiene normas de este carácter, aunque la discusión se haya trasladado
ahora a la concreción de cuáles son éstas (V. ius cogens).
Otra cuestión que se plantea es la de las relaciones entre esta normativa
internacional y los ordenamientos internos de los Estados, en cuanto los sujetos
principales del Derecho Internacional son estos Estados que, a su vez, tienen un
ordenamiento jurídico propio. Tanto la doctrina, como los textos positivos, han dado
soluciones muy dispares a estas relaciones. Para unos autores se trata de
ordenamientos jurídicos distintos, en tanto que, para otros, son manifestaciones
diversas de un mismo y sólo orden jurídico, lo que se traduce en diferentes sistemas
para situar a las normas internacionales en los ordenamientos internos estatales.
Las soluciones positivas varían mucho, según de qué normas internacionales se
trate -consuetudinarias, convencionales, etc.- y según la actitud abierta o más
restrictiva que cada ordenamiento estatal adopte al efecto.
Uno de los problemas más debatidos en el Derecho Internacional Público es el de
sus fuentes de producción normativa (V. fuentes del Derecho espacial).
La historia del Derecho Internacional es tan plural en su naturaleza como antigua
en su origen. La realidad es que, en este campo, aparecen normalmente mezclados
tres planos distintos: el de la historia de las relaciones internacionales, el de las
instituciones internacionales y el de la doctrina iusinternacional.
Las relaciones internacionales comienzan con la aparición de las diferentes
civilizaciones y las luchas de los pueblos entre sí, para ir centrándose en torno a las
relaciones de los Estados Europeos, que dominan el mundo durante largos años, y
terminar con unas relaciones a escala universal no sin que el protagonismo real
pertenezca sólo a ciertas potencias. Estas relaciones son el entramado del cuál
nace el Derecho Internacional, mediante la aparición de una serie de instituciones
internacionales que han ido tejiendo el complejo sistema actual.
Por otra parte, la doctrina de los autores ha contribuido de manera decisiva a la
elaboración del Derecho Internacional vigente; aquí cabe destacar la obra de la
Escuela Clásica Española de Derecho Internacional, del siglo XVI, que sentó los
fundamentos modernos de esta normativa jurídica.
Estructuralmente, el Derecho Internacional determina quiénes son los sujetos a los
que se dirige, cuáles son sus competencias y cómo son los instrumentos jurídicos
que utilizan.
Los sujetos fundamentales del ordenamiento internacional son los Estados,
personas jurídicas dotadas del elemento característico de la soberanía y sometidas
a este ordenamiento jurídico; lo distintivo del Derecho Internacional es que se dirige
a sujetos soberanos -dotados de poder de decisión propio-, de manera tal que la
soberanía aparece, al mismo tiempo, como el «obstáculo» y el «fundamento» de su
propia existencia. Sin sujetos «soberanos», el Derecho Internacional no existe, sería
otro, pero con sujetos «absolutamente» soberanos tampoco puede existir, porque
éstos no estarían sujetos a sus normas, precisamente por ser soberanos; esta
«contradicción» se ha resuelto, como no podía menos de suceder, por el
sometimiento de los Estados soberanos al Derecho Internacional. También las
Organizaciones Internacionales son hoy sujetos del orden jurídico internacional. Y
los individuos, como tales, van ganando día a día su propia personalidad directa en
relación con este orden internacional.
El Derecho Internacional, por otra parte, delimita y define cuáles son las
competencias de los sujetos internacionales, es decir, el campo propio de sus
facultades, de acuerdo con este orden internacional. Así lo hace con las
competencias estatales, distinguiendo las de carácter espacial -terrestres,
marítimas y aéreas- y las de carácter personal fundamentalmente sobre sus
nacionales; en unos casos, estas competencias tienen naturaleza de exclusivas de
cada Estado, y en otros, son competencias concurrentes -de todos los Estados en
un mismo espacio o competencias conjuntas como ocurre con el espacio
ultraterrestre-. Por otra parte, las Organizaciones Internacionales también tienen
sus competencias que, por su naturaleza fundamental, son denominadas
competencias funcionales.
En cuanto a los instrumentos jurídicos de que se valen los sujetos para su actividad
internacional, el Derecho Internacional, y para los tratados entre Estados, ha llegado
a formular una normativa específica de validez virtualmente universal (V. tratados).
Los Estados, que son los sujetos básicos del orden internacional, se pueden
encontrar en tres situaciones distintas, en sus mutuas relaciones, que son las de
paz y cooperación, conflicto no armado y conflicto armado o guerra.
Actualmente, el Derecho Internacional que regula las relaciones pacíficas y de
amistad entre los Estados, ha alcanzado un gran desarrollo, llegando a tener cauces
institucionales a través de las Organizaciones Internacionales fundamentales.
Cuando los Estados tienen algún conflicto entre ellos, el Derecho Internacional
arbitra unos procedimientos de solución pacífica de tales conflictos, los cuales se
encuentran recogidos en la Carta de las Naciones Unidas.
Finalmente, también el Derecho Internacional ha llegado a disponer de una serie de
normas específicas para la situación bélica, tratando, con ello, de aminorar los
sufrimientos de los hombres que se ven envueltos en estas situaciones de violencia.

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