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Así que Henry Hazlitt merece un elogio especial por traer lógica y claridad a esta
materia. Su libro, The Foundations of Morality, fue publicado por primera vez en
1964. Después de haber estado sin publicarse durante muchos años, está de
nuevo disponible gracias a Nash y al Instituto de Estudios Humanos. [El Instituto
Mises ofrece una edición publicada por la Fundación para la Educación
Económica (FEE) en 2007]
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La postura de Hazlitt es que “los intereses del individuo y los intereses de la
sociedad”, cuando se “entienden correctamente” están en armonía, sin conflictos.
Su objetivo al escribir este libro era “presentar una ‘teoría unificada’ de la ley, la
moral y los modales” que pudiera explicarse y defenderse lógicamente a la luz de
la economía moderna y los principios de la jurisprudencia.
Este crítico cree que la mayoría de los lectores estará de acuerdo en que Hazlitt lo
consigue. Ha reunido las ideas de muchos filósofos y las ha analizado con una
lógica cuidadosa. Ha explicado muchas de sus contradicciones, eliminando así
mucha confusión. Ha formulado una filosofía moral consistente, basada en una
comprensión de los principios éticos, tan frecuentemente ignorados en el actual
clima “permisivo”, lo que promueve una cooperación social pacífica y una
producción de libre empresa.
Sin embargo, Hazlitt prefiere una palabra más corta, “utilismo”, o quizá “utilismo
reglado” para destacar la importancia de seguir consistentemente las reglas
generales. Sugiere también otros dos nombres posibles (“mutualismo” o
“cooperacionismo”) que piensa que reflejan más apropiadamente el papel central
de la cooperación social en el sistema ético descrito.
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El criterio para juzgar la consistencia o inconsistencia de una regla o acción
específica con su sistema ético es siempre si promueve o no la cooperación
social. Hazlitt razona desde la idea de que la cooperación social beneficia a todos.
Incluso quienes a veces les gusta mentir, engañar, robar o matar por ganancias
personales a corto plazo pueden ser normalmente persuadidos de las ventajas a
largo plazo de la cooperación social, es decir, de evitar mentir, engañar o robar.
¿Dicen que qué pasa con la religión? ¿No tiene que sustentarse un código moral
en la religión? La tesis fundamental de este libro, como se ha dicho, es que la
razón y la lógica son suficientes para explicar y defender el código ético que anima
y protege la cooperación social.
Aún así, el autor no ignora a la religión. Llama la atención sobre similitudes entre
las grandes religiones del mundo y las contradicciones en algunas de ellas.
Religión y moralidad se refuerzan entre sí muy a menudo, dice, aunque no
siempre y no necesariamente. He aquí su descripción de su relación.
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En la historia humana, la religión y la moral son como dos arroyos que a
veces discurren paralelos, a veces se mezclan, a veces se separan, a
veces parecen independientes y a veces interdependientes. Pero la moral
es más antigua que cualquier religión actual y probablemente más que
cualquier religión. Aunque la fe religiosa no es indispensable [para el código
moral] (…), debe reconocerse en el actual estado de la civilización como
una fuerza poderosa para garantizar que se produce su observación.
Aún así, no es función del filósofo moral como tal, proclamar la verdad de
su fe religiosa o tratar de justificarla. Su función es más bien insistir en la
base racional de toda moralidad, en apuntar que no se necesita ninguna
creencia sobrenatural y en demostrar que las reglas de la moralidad son o
tendrían que ser aquellas reglas de conducta que tienden más a aumentar
la cooperación humana, la felicidad y el bienestar en esta vida presente.
A medida que sigan la línea de pensamiento del autor, descubrirán que la razón y
la lógica vienen en defensa de la moralidad: el orden y un código ético de sentido
común evolucionan a partir del caos filosófico.
Hace mucho que Hazlitt ha sido un notable economista del libre mercado, uno de
los mejores. Su introducción La economía en una lección es un superventas desde
hace mucho tiempo. The Failure of the “New Economics”, una cuidadosa crítica de
Keynes, es una contribución real a la teoría económica. Con la publicación de The
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Foundations of Morality en 1964 añadió otra pluma a su penacho como filósofo
moral. Es buena tenerla reimpresa de nuevo.
Para resumir, el autor explica una y otra vez, en el curso del libro objeto de crítica,
que las reglas de la ética no son arbitrarias ni ilógicas. No son simples asuntos de
opinión. Son reglas morales, trabajables, aceptables, desarrolladas en largos
periodos de tiempo. Deben aceptarse consistentemente y no pueden violarse
voluntariamente sin perjudicar a la cooperación social.
Tal vez sea un economista del libre mercado cuyo campo de estudio abarca el
papel de la cooperación social, la persona más apropiada para explicar la lógica
de esta postura. Este libro debería sobrevivir a los siglos.