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¿SERÁ LA TEORÍA O LA PRÁCTICA?

Juan Richar Villacorta Guzmán


EMI – Cochabamba

En base a una revisión de distintas propuestas y posturas teóricas, las cuales parten en
una primera instancia de la tensión entre teoría y práctica, hice como se llama “un
acercamiento de primera aproximación”, dónde encontré una serie de postulados
expresados en las ciencias, ellas van planteando derroteros en el quehacer de la
ciencia cotidiana, la cual intenta marcar la propuesta desde una tensión entre
universales con relación a hechos particulares y particulares que son unversalizados.
Eso no es otra cosa que el afán de poseer la “razón pura”, en una síntesis obligada de
Kant, que nos permite ver la primera instancia del “pienso luego existo” de Descartes,
el cuál fue tomando una serie de variaciones, entre las cuales se puede citar:
“consumo luego existo”, “juego luego existo”, estudio, luego existo”, “destruyo, luego
existo”,…
Todas esas variaciones parten del hecho de cómo se toma al punto inicial, así por
ejemplo, si nos vamos por el ámbito de la economía, encontraremos que “en última
instancia lo que determina es lo económico”, o que “la mano invisible del mercado” es
la que regula la vida de los seres vivos, también podemos encontrarnos con el pseudo
universal de que el “libre mercado es la solución” pues será a partir de las ventajas
“comparativas y competitivas” que el ser humano podrá alcanzar sus logros.
En el ámbito de las ciencias duras, se intentó mostrar cuál era la capacidad del cerebro
humano, con índice como el IQ, para tratar de medir el tamaño de la cavidad craneal
de genios de la muerte y de la vida, así como de grandes científicos, eso implicó
grandes saltos hasta llegar en la actualidad a posturas de las neurociencias, las cuales
nos muestran su incidencia en cualquier proceso del ser humano.
Si seguimos el desarrollo, podemos encontrarnos con elementos precisos de intentos
de explicación, que van desde el estudio de otros seres vivos los cuales inciden en el
ser humano, ya sea por su inherente ligazón con lo vivo, como por su presencia en
determinadas aptitudes y actitudes.
Ya en el ámbito de la educación, nos encontramos con grandes verdades valorizadas y
desvalorizadas, que pasan desde autores que hablan de la importancia del orden y la
rigurosidad, hasta aquellos que dejan en aparente plena libertad.
Pero esto creo que nos lleva a cuestionarnos sobre la cuéntica de la ciencia, para
preguntarnos cuál la crisis del momento actual, dónde y por qué ella se manifiesta, en
ese sentido, podremos intentar entender, que la llamada crisis económica, crisis social,
crisis de los valores, crisis de la educación, …
Esos elementos por lo tanto, considero que tienen un asidero común, la crisis es
antropológica, es decir, somos nosotros seres humanos que le damos un montón de
nombres para no asimilar nuestra inoperancia en la cotidianidad, pues simplemente
nos cuesta encontrar “archipiélagos de esperanza”, porque lo más fácil es aceptar las
seudo certezas de comodidad y explotación para a partir de ellas justificar en nuestras
propias teorías nuestra propia inoperancia.
Es necesario considero, mirar que los seres humanos somos los únicos responsables y
dentro esos seres humanos personas concretas acostumbradas a la prebenda del
“mínimo esfuerzo y máximo rendimiento” el cual no tiene ni clase social, ni poder
económico, sino que es la forma de autojustificación de nuestras mediocridades
cotidianas.
Lo más interesante de la crisis antropológica, se da en las distintas manifestaciones de
“identidades asesinas” las cuales predican la diversidad, pero no admiten al disidente,
mucho más si ellos llegan a contradecir, verdades tomadas de lo particular y que las
convirtieron en universal.
En síntesis, el problema no es la teoría o la práctica, pues con esa pregunta llegamos al
huevo o la gallina, sino, considero, que la base se halla en la coherencia y en el asumir
la responsabilidad de determinadas posturas teóricas o prácticas, el asumir las
implicancias de dichos postulados nos llevan también pedir que los otros lo hagan y no
solamente lo enuncien, bajo la falsa percepción de un “libre albedrío” amorfo y poco
responsable.

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