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Caso Alberto
Quimper. Prueba prohibida y libertad
de expresión
9 diciembre, 2010
En efecto, la demanda de habeas corpus interpuesta por la esposa del favorecido Alberto Quimper,
parte de la base del cuestionamiento del auto de apertura de instrucción en el proceso 107-2008,
Tercer Juzgado Penal Especial de Lima, sobre patrocinio ilegal, cohecho pasivo propio y tráfico de
influencias, así como por negociación incompatible.
La demanda se funda en que el auto de apertura de instrucción viola el debido proceso del beneficiario
en tanto la calificación de los ilícitos penales que se le atribuyen se fundamenta en pruebas obtenidas
con afectación de su derecho al secreto y a la inviolabilidad de las comunicaciones. Refiere que un
programa de televisión difundió 4 audios y días después, un diario presentó 9 audios, referidos a
conversaciones interceptadas.
El debate ha sido definido por el supremo intérprete de la Constitución con una decisión inhibitoria,
esto es, de improcedencia de la acción y el argumento central reside en que como el proceso penal de
la referencia no ha concluido, la demanda ha sido presentada en forma prematura. Para sustentar
esta premisa, el Tribunal argumenta el criterio de análisis global para evaluar la relación entre prueba
prohibida y debido proceso penal, el cual es utilizado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos
en el caso Schenk v. Suiza, sentencia de fecha de 12 de julio de
1988, http://cmiskp.echr.coe.int/tkp197/view.asp?
item=1&portal=hbkm&action=html&highlight=schenk%20%7C%20v%20%7C
%20switzerland&sessionid=63323888&skin=hudoc-en ( en inglés).
Sin embargo, estimamos que cuanto queda incontestado en mayor grado es lo referido al derecho
fundamental a la libertad de expresión, fundamentalmente en cuanto se refiere al criterio de
responsabilidad ulterior asumido por la Corte IDH a través de numerosos fallos( VID en este mismo
blog https://edwinfigueroag.wordpress.com/2010/07/30/pluralismo-tolerancia-y-apertura-como-
valores-base-en-la-libertad-de-expresion/) en tanto las restricciones a la libertad de expresión deben
ser puntuales, concretas y manifiestas[3], y bajo las reglas de pluralismo, tolerancia y apertura, todo
otra manifestación que pudiera eventualmente vulnerar el derecho al honor o a la intimidad de los
afectados, deberá sujetarse al sistema de responsabilidad ulterior, a través del cual tendrán lugar las
demandas indemnizatorias de resarcimiento por los daños generados a bienes jurídicos de entidad
personal. Lo contrario a estos estándares de la libertad de expresión, significa una forma de censura
previa, situación plenamente contraria a los principios que identifican un Estado Constitucional. En
estos lineamientos, si un medio periodístico ejerciera en forma irresponsable su derecho a difundir
determinada situación, es principio del sistema inteamericano que en el contexto de responsabilidad
ulterior, los medios de comunicación afronten las demandas indemnizatorias respectivas. En tanto,
debemos asumir una dimensión tuitiva de la libertad de expresión, principio- emblema de los Estados
respetuosos de los valores matrices de los ordenamientos jurídicos contemporáneos.
Más aún, resulta un detalle muy particular en la sentencia sujeta a comento que 4 de los magistrados
del Tribunal[4] (con lo cual ya no hay mayoría en este extremo), se apartan del argumento de
restricción de información en cuanto a los medios de comunicación, contenido en el fundamento
jurídico 23 de la decisión, precisamente por cuanto la regla impuesta a la prensa se refiere a la
prohibición de divulgar las conversaciones interceptadas.
Sin perjuicio de ello ¿y si los contenidos de dichas conversaciones aluden a posibles actos de
corrupción, se seguiría justificando su impedimento con el soporte jurídico del caso Escher v. Brasil?
Resulta complejo responder esta interrogante mas en nuestra opinión, dos herramientas
interpretativas constitucionales resultan contextualmente útiles: la ponderación de intereses entre el
interés público que revisten los actos de corrupción y el derecho al honor, o como se argumenta en el
caso en comento, el derecho al debido proceso y la interdicción de la prueba prohibida, y de otro lado,
el criterio común ya asumido por la Corte IDH respecto al estándar de responsabilidad ulterior.
En suma, resulta necesario ir fortaleciendo los estándares de decisión de casos, más aún si ellos
aluden a cuestiones tan delicadas como el interés público, los actos de corrupción y su interrelación
con la interdicción de la prueba prohibida y el debido proceso. La construcción de dichos estándares es
de suyo compleja, laboriosa y progresiva.
[1] F.J. 23