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“AÑO DE LA CONSOLIDACIÓN DEL MAR DE GRAU”

ESTUDIANTE: ALEIXIS PAYBA BENITES

DOCENTE: LIC. LEONOR LOPÉZ MURILLO

TEMA: EL TAWANTINSUYO

CURSO: HISTORIA DEL PERÚ ANTIGUO

ESPECIALIDAD: HISTORIA Y GEOGRAFÍA

FACULTAD: CIENCIAS SOCIALES Y EDUCACIÓN

UNP 2016
EL TAWANTINSUYO: LA HISTORIA DE LOS INCAS

Hablar de los Incas es referirse para unos a un Imperio, para otros a un gran estado, pero
ante todo se debe hacer mención de una gran sociedad que supo organizarse, obtener
el mejor beneficio de las culturas anteriores a ella, organizar una economía para muchos
perfecta y equitativa, comprender los distintos tipos de pisos ecológicos para expandirse
y aprovechar sus riquezas. María Rostorowski (1988) denomina a la sociedad Inca el
Tawantinsuyo.

La diversidad ecológica de la zona andina debido a la presencia de la cordillera de los


Andes hace de esta un lugar difícil para sobrevivir. Sin embargo, las distintas sociedades
que se desarrollaron y que aún existen, supieron dominar el medio geográfico. Uno de
ellos fue el Tawantinsuyo (los Incas) que ocupó una vasta superficie de su área,
extendiéndose a lo largo del territorio de las actuales repúblicas del Perú, Ecuador,
Bolivia, Argentina, Chile y el sur de Colombia.

Los incas supieron diferenciar, utilizar y sacar provecho de la producción agropecuaria y


distribución del espacio etnopolítico, gracias a que entendieron los diferentes tipos de
nicho ecológicos o ecosistemas. Los estudios de John Murra sobre la
complementariedad ecológica en el área andina así lo demuestran. Gracias también a
los estudios de Javier Pulgar Vidal, quien ordeno de occidente a oriente estos
ecosistemas y los denomino de la siquiente manera: Chala, Yunga, Quechua, Suni, Puna,
Janca, Rupa RupA, Omagua.

El Tawantinsuyo tuvo como Capital a la ciudad del cusco, según Rowstoroski lo


conformaron cuatro suyos, Chinchaysuyo al Noroeste del Cusco, Collasuyo al Sureste del
Cusco, Antinsuyo al Este del Cusco y Continsuyo al oeste del Cusco. El origen de los incas
está ligado a la forma mítica según los cronistas, ya que estos preservaron su historia a
través de la tradición oral, y mediante ello impusieron un criterio unificador que
procvoco que la gente tomara estos relatos como verdaderos y dignos. Aquí
encontramos la leyende de los Hermanos Ayar recogida por el cronista Juan de Betanzos
en su obra Suma y narraciones de los Incas. En ella se señala que las cuatro parejas de
hermanos salieron de la cueva de Pacaritampu, pero tres de los hermanos varones
desaparecieron antes de llegar al Cuzco. Ayar Cache, el hermano poseedor de una fuerza
extraordinaria, fue encerrado con engaños en la cueva, mientras que Ayar Ucho y Ayar
Auca se convirtieron en ídolos de piedra, quedando Ayar Manco o Manco Capac como
único jefe encargado de dirigir al grupo hasta el Cuzco y una vez allí dar inicio al
Tahuantinsuyo y también encontramos la leyende de Manco Capác y Mama Ocllo,
hermanos-esposos, salieron del lago Titicaca por mandato de su padre el Sol. La pareja
recibió el encargo divino de dirigirse al norte a buscar una tierra donde asentarse. En
ese lugar debían enseñar a la población los principios de una vida civilizada. Llevaban
una vara de oro que periódicamente debían intentar hundir en la tierra, pues donde la
vara se hundiese sería el lugar indicado para establecerse. Caminando siempre hacia el
norte y después de una escala en Pacaritampu llegaron al valle del Cuzco. Allí, en el cerro
Guanacaure, Manco hundió la vara de oro con mucha facilidad. A partir de ese momento
se inicia la obra civilizadora de los hermanos, quienes convocan a los habitantes de las
comarcas vecinas para enseñarles las artes de la agricultura y el tejido, siendo
reconocidos como señores del valle. Según señala Garcilaso esta versión es una
elaboración tardía, preparada por la elite cuzqueña (Vergara, 1991).

A pesar de las diferentes versiones sobre el origen de los incas, hay algunas constantes
en ellas, como precisa Concepción Bravo, por ejemplo: el señalar el valle del Cuzco como
el lugar donde se originó el Tahuantinsuyo, el recuerdo común de un fundador mítico,
el que éste sea originario de las tierras altas del sur, el ser reconocido como líder por los
pobladores primigenios, y el tener como función principal civilizar a las poblaciones
bárbaras (Vergara, 1991)

Según los cronistas el Tawantinsuyo tuvo 13 Incas, que se diferencian por la expansión
y el dominio que le dieron al Estado. Los Incas que antecedieron a Pachacutec –desde
Manco Capac hasta Wiracocha- solo obtuvieron dominios cerca de la zona e incluso en
el reinado de Wiracocha los chancas lograron posesionarse en el cusco. Es por ello que
se le atribuye al Inca Pachacutec el gran impulsador e iniciador de la expansión Inca,
luego su hijo Tupac Inca Yupanqui siguió la expansión, al igual que Huayna Capac, y
terminaría con el declive del Tawantinsuyo con la llegada de los españoles y el conflicto
entre Huascar y Atahualpa.

Pero para estudiar a los Incas es necesario entender su economía, saber cuál fue su
estructuración, debido a que ello significaba el funcionamiento social, el régimen de
gobierno, su tecnología y sus instituciones mágico – religiosas. Para Riva-Agüero, si
queremos saber sobre la civilización de un país, los más importante es conocer sus
instituciones. La razón porque las instituciones expresan y crean la civilización. La
expresan al producirse, al nacer, porque revelan las necesidades de la nación que las
forma; la crean, porque, una vez establecidas, influyen poderosísimamente, no sólo en
la sociedad, sino en los sentimientos íntimos, en las ideas y costumbres individuales, ya
que es sabido que hay una acción y una reacción constante entre 10 interior y 10
exterior, entre el individuo y la sociedad. De tal manera que todo hecho social tiende a
modelar a semejanza suya al individuo y que todo hecho individual tiende a traducirse
en hecho social. Y las instituciones son los hechos sociales más importantes y
permanentes (Agüero, 1966).

Sin embargo, para Riva-Agüero el Imperio incásico-así lo denominaba- tenía una


teocracia despótica, socialista, inmóvil y en total sumisión e ignorancia al indio. Que
anulaba todo tipo de bien individual para sus pobladores y por ello lo denomina un
imperio social. No obstante, Riva Agüero deja notar su parcialismo europeo resaltando
la conquista y repudiando totalmente el desarrollo de los Incas. ¿Quién era el máximo
gobernante en el Tawantinsuyo? ¿Cómo era su organización política? ¿Existían más
gobernantes?

Los cronistas identifican al Inca como el gobernante supremo, que a diferencia de los
reyes europeos no heredaban su poder simplemente a su primer hijo, sino lo heredaban
a quien estaba preparado y había pasado todas las pruebas impuestas. Además,
participaban en la elección los panacas y los sacerdotes, que veían muy bien las
aptitudes físicas y morales del futuro gobernante.

Las crónicas señalan que el inca tenía como esposa principal (coya) a una mujer de su
propio grupo de parentesco o panaca, considerada por ello su hermana. Pero también
contraía matrimonio con mujeres de los grupos de parentesco cuzqueños y con mujeres
pertenecientes a los diversos grupos étnicos incorporados al Tahuantinsuyo; ésta era
una manera de emparentar con el grupo y generar en consecuencia una relación de
reciprocidad específica (Pease. F, 2000). El Inca tenía la obligación o mejor dicho tenía la
responsabilidad de lograr el bienestar del Tawantinsuyo que debía ser logrado por una
buena redistribución de las riquezas. Para ello también tenía que asumir funciones de
los propios curacas tales como la organización de la población para la obtención de los
recursos, la celebración de los rituales, el establecimiento de alianzas y la declaración de
guerras, sólo que a una escala mayor. ¿Qué era y quien era un Curaca?

Eran los jefes étnicos tradicionales, que el Inca ponía como jefes administrativos para
tener el control de la energía humana empleada con finalidad redistributiva. Además de
los bienes comunales. Su poder se sustentaba se sustentaba en su capacidad para
organizar a la población en una serie de tareas que iban desde la obtención de recursos
en áreas lejanas o ecologías diferentes, hasta la construcción de caminos y limpieza de
las acequias. La población no entregaba de lo que producía para su uso; lo que el curaca
recibía era energía humana para hacer cosas específicas. Los miembros de la comunidad
destinados a trabajar en las colonias proporcionaban al grupo los recursos necesarios
para el consumo ritual, así como un excedente destinado a la redistribución ejercida por
el curaca entre sus sujetos o con los señores vecinos. El mantenimiento de relaciones
favorables entre las mitades y con los grupos étnicos vecinos era también
responsabilidad del curaca. En su capacidad para realizar alianzas, constituir
confederaciones, en fin, aprovechar los recursos del territorio sin entrar en disputas con
los otros grupos, descansaba la tranquilidad de su población, lo que garantizaba el
prestigio y la autoridad del curaca (Vergara, 1991).

Dentro de su organización política podemos encontrar al Apunchic o Trotricu, eran


gobernantes de provincia o huamanies, como autoridad que reemplazaba al inca en las
provincias, dedicándose al control de la paz y la tranquilidad de los mitayos. El Ticuyricuc
(<<el que todo lo ve y todo lo oye>>) era el informante del Inca, es decir, sus ojos y oídos.
Inspeccionaba los lugares que eran conquistados para hacer que se cumpla la palabra
del Inca y sus leyes. Se encargaban de los cobros de los impuestos, la administración de
la justicia y fiscalización del plan de gobierno del Inca.

El Inca era Dios. Ante él desaparecían todos los derechos, todas las libertades de los
súbditos, porque el hombre desaparece ante la divinidad. Su persona y la de sus
representantes eran sagradas; la transgresión de sus mandatos constituía un sacrificio.
Ofrecía estas dos ventajas: En primer lugar, dignificaba y engrandecía la obediencia. No
es servil ni indigno obedecer a Dios. Daba, pues, lagitimidad al poder; y al ascendiente
de la fuerza bruta, propio del salvajismo y la barbarie reemplazaba la sumisión fanática,
pero no irracional ni cobarde. En segundo lu. gar, aseguraba hasta cierto punto la
felicidad de los súbditos, porque no encontrando el Inca ninguna resistencia, viéndose
adorado y contando por rebaño suyo la nación entera, tenía que dedicarse a labrar su
prosperidad, del mismo modo que el dueño de un animal cariñoso y sumiso. Pero por
otra parte ofrecía gravísimos inconvenientes. Destruyó la personalidad del indio; le
acostumbró a obedecer ciegamente; fió su felicidad y sus intereses más queridos al
capricho del Inca, al azar de la herencia dinástica; comprimió su inteligencia; aniquiló su
voluntad; realizó - tanto más seguramente cuanto que le daba el prestigio de lo divino y
permitía dominar hasta en lo más recóndito de la conciencia - el ideal de todo
absolutismo: la substitución del individuo activo y libre por una máquina útil; con lo que
se minaba la estabilidad del Imperio, porque el día en que faltaba el único principio
cahesivo, el único impulso rector ¿qué podía esperarse sino la disolución y la inercia?
(Agüero, 1966).

La sociedad lo era todo para los Incas. El ayllu era la base de la organización social andina.
Su estructura lo conformaban familias nucleares que estaban unidas por lazos de
parentescos, ya se ha por ser descendiente de un antepasado. Asimismo, grupalmente
eran los dueños de la Tierra, el agua y el ganado, las parcelas que se les entregaban a los
miembros del ayllu variaba de acuerdo al trabajo y al sexo de los integrantes del grupo
familiar. Realizaban el trabajo de las tierras comunales. Los bienes eran almacenados y
su repartición estaba encargada por el curaca y lo repartían a quien lo necesitase. En
conclusión, el ayllu fue la célula familiar sobre cual reposaba tos el sistema organizativo
Inca.

Existe algo que se debe resaltar de los Incas. Nunca destruyeron de manera salvaje los
rasgos culturales de las sociedades que conquistaban. El Tawantinsuyo permitió la
permanencia de las divinidades de estas, siempre y cuando aceptan al Dios Sol (INTI)
como la divinidad más importante.

Las crónicas y, sobre todo, la documentación sobre la extirpación de idolatrías en el área


andina informa acerca de las creencias, los cultos y los especialistas religiosos de los
grupos étnicos andinos. En algunos casos se trataba de hombres y mujeres viejos,
eximidos de las prestaciones rotativas, que se encargaban del cuidado de la huaca y de
la organización de los sacrificios y ofrendas en su honor, para asegurar la abundante
producción de los campos, la multiplicación del ganado, la llegada de las lluvias en el
momento preciso y la protección contra la sequía. Había otros especializados en
interpretar los sueños y en el sacrificio de llamas y cuyes a fin de leer en sus entrañas el
futuro. Los pacharicuc utilizaban las arañas para predecir lo que iba a suceder: el número
de patas que éstas poseían al momento de ser capturadas o la posición en la que caían
al ser lanzadas al suelo tenía un significado. La mayoría tenía un profundo conocimiento
sobre las hierbas y las propiedades medicinales de las mismas (Vergara, 1991).

En una sociedad como lo andina todo estaba ligado a actos mágicos-religiosos,


vinculados con cosas cabalísticos y las divinidades. La´unica clase social que podía
ejercer derechos de propiedad sobre el trabajo era la alta nobleza Inca, debido a que la
aristocracia curaccal únicamente la detentaba sobre los yanacona y determinado
servicio de mitayos.

Para Santo Tomás (1560:57v) y Quiroga (1563:163) la prerrogativa de propiedad de la


nobleza imperial y de los señores locales o curacas sobre el trabajo de otros seres
humanos tomaban cinco formas diferentes: 1ª El laboreo de los mitayos por turnos para
generar excedentes agrícolas, ganaderos, mineros, alfareros, textiles, artesanales y en
construcciones. Los mitayos no braceaban gratis, pues el Estado u otro de los señores
les retribuían muy bien con alimentos, bebidas y otras dádivas. 2ª La diligencia asidua
de las acllas para confeccionar hilos y tejidos, también magníficamente sustentadas. 3º
La ocupación de varones y mujeres en los ejércitos en campaña y en guarniciones de
frontera y otros lugares estratégicos del territorio. 4ª La utilización de la energía de los
siervos o yanaconas, tanto en beneficio de los nobles de la etnia inca como de los curacas
de provincias, y en los terrales y pastizales de muchas divinidades controlados por sus
sacerdotes. 5º Y, por último, la laboriosidad de miles de piñas o esclavos recluidos en los
cocales de la selva alta para producir la hoja mágica que tanto necesitaban los reyes para
gratificar los servicios de sus servidores y amigos leales.

Pero como mencione al inicio para entender el funcionamiento social, político y religioso
es necesario entender la estructura económica del Tawantinsuyo. Los incas crearon un
sistema económico muy ordenado, sus recursos humanos y naturales estaban
manejados en forma sostenida y sustentable en conexión con los medios y los fines.
Ligado con el funcionamiento social, con el régimen de gobierno, con su tecnología y
con sus instituciones mágico-religiosas expresadas a través de rituales.

En la economía de los Incas no existía un precio de moneda para los metales preciosos.
Para Waldemar Espinoza Soriano (2010), tampoco se puede hablar de “capital”,
“salario”, “renta” y “ahorro” con mucha frecuencia; debido a que fue una sociedad
precapitalista. Lo que se puede asumir es el conocimiento común tanto de las
condiciones técnicas de las ocupaciones artesanales, como del trasfondo social de la
estructura económica, perspectiva que no podemos alcanzar respecto a la mayoría de
las comunidades distribuidas en ayllus o grupos de parentesco.
Los cronistas mencionan que el éxito de la economía Inca se debe al pago que hacían las
sociedades conquistadas a ellos, sin embargo, se debe a la administración de la mano
de obra que permitía al estado contar con los productos para la redistribución (Pease.
F, 2000). El trabajo permite que el hombre modifica la naturaleza con la meta de
utilizarla para sus fines. Siempre y cuando vayan acorde a sus necesidades, utiliza para
ellos instrumentos producidos gracias a los metales, maderas, piedras y huesos que
recoge en su entorno. Luego convierte estas herramientas, en objetos capaces de
satisfacer las necesidades humanas.

En la sociedad Inca, el trabajo se dividía según la participación de los artesanos


especialistas y de los campesinos. Esta división era indispensable para el funcionamiento
del sistema económico en su totalidad. Por lo tanto, en el Incario el trabajo se
apuntalaba en tres pilares claves: la edad, el sexo y el rango social. Así, existían labores
únicamente para personas jóvenes y otras para adultas, las mismas que resultaban
imposibles de ser ejecutadas por niños y ancianos. Otras ocupaciones estaban en manos
exclusivas de determinadas clases sociales superiores, en contradicción a las labores a
cargo de la nobleza de segundo y tercer orden y de los runas comunes. Por su parte,
había quehaceres propios de los varones y otros de las mujeres, aunque podían existir
labores indistintamente desempeñadas por uno y otro sexo. La clase o rango se
transmitía a los descendientes, ocupando estos un lugar en la pirámide social (Soriano,
2010).

En la economía Inca, como hemos podido deducir, la familia jugo un rol muy importante.
Los miembros de una familia extensa-ayllu- estaban relacionados por múltiples
obligaciones ritualmente establecidas. La reciprocidad asi generadas abarcaban
prácticamente todos los aspectos de la vida diaria, y ello ha hecho común que cuando
se explicara la vida económica de la población andina, se planteara en términos
comunales, entendiéndose la comunidad basada en la propiedad colectiva de los bienes,
básicamente la tierra y los rebaños de camélidos. ¿Pero qué es reciprocidad y
redistribución?

Reciprocidad es de ayuda mutua, que consiste en un proceso de dar-recibir, que fue de


dos tipos. Simétrica; dar tanto como se recibe. Entre personas que era el ayni; entre
personas y comunidad que era la minka; y asimétrica: dar menos de los que se recibe,
que era entre personas y el Estado (mita).

Y la redistribución es la concentración de productos realizados por las familias hacia el


Estado que recibe y redistribuye los bienes y servicios para ser usados como reserva
estratégica social de ayuda a pueblos en desgracia, para mantenimiento del ejército,
para la redistribución para la nobleza, al pueblo si falta alimento; y redistribución en
favor de curacas y señores de provincias.

Esto hizo más poderoso al inca porque permitía mantener en movimiento todo el
aparato económico, político y social, no solo se limitaba a recibir. Devolvía algo y de este
modo continuaba marchando el sistema, creando nuevos circuitos de reciprocidad. No
obstante, el éxito de la economía de los Incas que se basaba en la agricultura y
ganadería, era el manejo de los pisos ecológicos. Los hombres andinos tuvieron mucha
preocupación por mejorar la agricultura, que los llevo a crear nuevas técnicas que le
permitan mejorar las condiciones del suelo. Entre las medidas tomadas fue la
construcción de andenes, que fueron empleados como solución por culturas anteriores
a la Inca. Pero fueron ellos que le dieron mayor importancia a su construcción, debido a
que su construcción necesitaba de mucha mano de obra y solo los Incas poseían la
población, los trabajadores para realizarlo.

Los andenes son terrazas agrícolas artificiales que sirven para obtener tierra útil para la
siembra en las escarpadas laderas andinas. Permitían también aprovechar mejor el
agua, tanto de lluvia como de regadío, haciéndola circular a través de los canales que
comunicaban sus diversos niveles. Con esta medida evitaban al mismo tiempo la erosión
hidráulica del suelo.

Los camellones son otra de las antiguas formas de uso del suelo. Se trata de montículos
artificiales de tierra, destinados a elevar ámbitos cultivables limitados por encima de la
superficie natural del terreno. La idea es que permitan un mejor drenaje en lugares
donde la tierra es poco permeable y está sujeta a frecuentes inundaciones, como en la
región del lago Titicaca. Los camellones hacen posible aprovechar mejor el agua,
evitando su rápida circulación, algo especialmente importante en las zonas altiplánicas
(Pease. F, 2000).

Anteriormente se creía que el Tawantinsuyo era un Estado totalitario, pero benefactor,


sin embargo, esto los hacia comparable con los gobiernos totalitarios que rigen en
algunos países. Esto significaba opacar el verdadero trabajo de la población andina, el
verdadero planteamiento de un sistema económico, que beneficio a toda la población.
Redistribuyendo las riquezas que eran necesarias para mantener un Estado ordenado.

Los Incas desarrollaron tecnologías nunca antes vistas y que hoy no pueden ser igualadas
por las sociedades modernas. La red vial que construyeron fue otra de sus grandes
obras, que fue utilizado como instrumento político del Tawantinsuyo. Esto les permitió
a la vez aprovechar bastamente los recursos naturales de todas las zonas que cubría el
camino. El camino posibilito un control social y demográfico, facilitó el traslado de
poblaciones enteras, mitimaes, de un confín a otro del Imperio. La red vial Inca facilitó
el manejo de los diferentes pisos ecológicos para el aprovechamiento de los recursos
naturales y minerales. Además de ser fundamental para le estructura de su economía y
trabajo.

Todo en el Tawantinsuyo era trabajo colectivo, se basaba en la edad, sexo y habilidades


de los pobladores. También del rango social al que pertenecían, utilizaban métodos y
tecnologías distintas, pero siempre dirigidos a conseguir recursos con eficiencia.
En el Tawantinsuyo la gente tenía aptitud para uno o más tipos de trabajo, pero no para
todos, desde luego; de modo que cualquiera no podía ser sacerdote del Sol, orfebre,
plumajero, platero, tapicero, arquitecto, estratega o adivino puro (Soriano, 2010).

Muchos de los pobladores sentían atracción por una actividad por la cantidad de
ofrendas que este recibía por su realización. Por ejemplo, la clerecía solar, la adivinación
exacta, la metalistería.

No obstante, debemos aclarar que los Incas y la sociedad andina desconocían el


“Capital”. Según Waldemar Espinoza (2010) es posible que parte de sus bienes
almacenados, en situación de sobrantes, fuesen prestados a los parientes y amigos en
ocasiones de emergencia, lo que sucedía con frecuencias.

Los Incas no realizaban ninguna actividad de producción si no lo relacionaban con la


religión. Los rituales era parte fundamental para determinar si se realizaba la actividad.
Además, esto significaba brindar una mayor seguridad y estimulación al trabajador. La
textileria era una actividad relacionada a lo ritual-religioso, incluso más importante que
un fin económico.

En los Andes el tejido desempeñó un papel especial que iba mucho más allá de su uso
meramente utilitario y ornamental En las diversas ocasiones importantes jugaron un rol
especial. Ningún acontecimiento, fuera político, militar, social o religioso estaba
completo sin la presencia de los tejidos, desde aquellos que involucraban al inca y al
estado, hasta los que tenían que ver con la vida cotidiana de la población. De acuerdo
con el acontecimiento los textiles podían ser intercambiados, integrar el ajuar de la
novia o aparecer quemados formando parte de los sacrificios (Vergara, 1991).

Como ya hemos mencionado los Incas crearon para mucho un Imperio, que se erigió de
manera extraordinaria sin comparación alguna, manejando y entendiendo su entorno,
su naturaleza como arma principal. Rescataban los más valioso –como ya lo hemos
mencionado- de las culturas que sometían, en las que ellos no eran muy expertos, por
ejemplo, ellos nunca dominaron muy bien la Orfebrería, es por ello que cuando
conquistaron a los chimú y a los ichmas los trasladaban al cusco y los hacían trabajar en
las obras de artes que ellos les precisaban. Aquí estuvo para mí su verdadero éxito.

Los Incas fueron más que solo una simple sociedad antigua. Son el conjunto y resultado
de todos los procesos culturales que vivió el hoy llamado Perú en ese entonces. Quizás,
el enfrentamiento entre Huáscar y Atahualpa fue una herramienta de ayuda para la
conquista del territorio del Tawantinsuyo. Sin embargo, aun sobrevive a pesar de que
constantemente la “razón colonial” quiso desaparecerlo. Los españoles impusieron su
razón genocidamente, con la dogmática idea de ser ellos la razón verdadera y única.
Escondiendo como bien dice Lumbreras (2007) detrás de una cruz sus verdaderas
intenciones.
Los Incas fueron capaces, luchadores y no un producto improvisado como hoy la cultura
occidental quiere llamarlo. Hicieron del territorio andino no una dificultad, sino una gran
posibilidad de desarrollo. Defendamos nuestra historia.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Agüero, J. d. (1966). Estudios de Historia Peruana: Las civilizaciones Primitivas (Vol. V). Lima:
Pontificia Universidad Católica del Perú.

Canseco, M. R. (1988). Historia del Tawantinsuyo. Lima: IEP.

Mariategui, J. C. (1968 [1928]). 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima:


Bilblioteca Amauta.

Murra, J. V. (1978). La organización económica del Estado Inca. México: Siglo XXI.

Quiroga, P. d. (1922 [1563]). Libro Intitulado Coloquio de la Verdad. (A. Quintero, Ed.) Sevilla.

Soriano, W. E. (2010). Economía política y Doméstica del Tahuantinsuyo. En BCRP, & C.


Contreras (Ed.), Compendio de historia económica del Perú (segunda ed., Vol. 2, págs.
315-427). Lima: IEP.

Tomás, D. d. (1560). Lexicón o vocabulario de la lengua general del Perú. Valladolid.

Vergara, T. (1991). Tahuantinsuyo. Lima: PUCP.

Vidal, J. P. (1946). Historia y Geografía del Perú. Las ocho regiones naturales del Perú. Lima:
Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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