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Estudio bíblico de Mateo 24:3-14

Mateo 24:3-14

Recordemos que en nuestro programa anterior iniciamos este capítulo 24, destacando que los
capítulos 24 y 25, conocidos como Discurso del Monte de los Olivos, constituyen el último de los
3 discursos principales de este Evangelio. (Los otros dos eran el Sermón del Monte y las llamadas
Parábolas del Misterio). Recordemos también que los discípulos le habían formulado las
siguientes 3 preguntas con respecto al futuro: (1) ¿Cuándo serán estas cosas? (refiriéndose a la
destrucción del templo), (2) ¿Cuál será la señal de tu venida? y (3) ¿Cuál será la señal del final de
la época? En el próximo párrafo veremos cómo

Jesús respondió a las preguntas de los discípulos

Leamos el versículo 3:

"Y estando El sentado en el monte de los Olivos, se le acercaron los discípulos en privado,
diciendo: Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y cuál será la señal de tu venida y de la consumación de
este siglo?"

La respuesta a la primera pregunta, relacionada con la destrucción del templo, no se encuentra


en este Evangelio de Mateo, sino en el Evangelio de Lucas, con algunos fragmentos incluidos en
el Evangelio de Marcos. ¿Y por qué no se encuentra aquí en Mateo? Porque este libro constituye
el Evangelio del reino y presenta al Rey. La destrucción de Jerusalén en el año 70 tiene que ver
con esta época en la que vivimos, pero no con un futuro distante en el que vendrá el Rey. Es por
ello que Mateo no incluye esa parte del Discurso de los Olivos.

Escuchemos la respuesta del Señor a la primera pregunta, tal como se encuentra en el Evangelio
de Lucas 21:20-24:

"Pero cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su desolación está
cerca. Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes, y los que estén en medio de la
ciudad, aléjense; y los que estén en los campos, no entren en ella; porque estos son días de
venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. ¡Ay de las que estén encinta y
de las que estén criando en aquellos días! Porque habrá una gran calamidad sobre la tierra, e ira
para este pueblo; y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y
Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan."

Indudablemente, muchos de los que escucharon estas palabras, estarían con vida en el año 70,
cuando los ejércitos romanos rodearon la ciudad sitiándola, aislándola del resto del mundo y
abriendo una brecha en la muralla, entraron. La destrucción que provocaron fue terrible y la
peor de toda su historia, más devastadora que la que provocó el rey Nabucodonosor, de
Babilonia, más de 600 años antes. En esta destrucción de los romanos, en el año 70, se cumplió
la primera parte del Discurso del Monte de los Olivos.
Las otras dos preguntas hechas por los discípulos eran las siguientes: (2) ¿Cuál será la señal de tu
venida? y (3) ¿Cuál será la señal del final de la época?

El Señor iba a responderlas en sus órdenes cronológico y lógico. Contestaría a la última pregunta
en primer lugar y a la segunda, en último lugar. El primer Tema tratado por el Señor fue la señal
del fin del mundo o, más exactamente, como hemos dicho, el final de la época. Porque el mundo
nunca llegará a su fin. Por la acción del Señor, el antiguo mundo desaparecerá y una nueva tierra
aparecerá en su lugar. Y aunque no sea el fin del mundo, será la consumación de una era, como
así lo expresaron los discípulos.

En este discurso, cuando Jesús habló sobre Su venida, se estaba refiriendo a Su regreso a la tierra
para establecer Su reino. En aquellos días finales de la época y de la nación de Israel, la iglesia no
aparece en escena porque habrá sido removida, en un período de guerras, grandes convulsiones
y opresión, con una intensidad nunca experimentada en la historia, período llamado por Jesús
mismo la gran tribulación. Leamos el versículo 4, donde

Jesús describió las características de esta época

"Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe."

Esta frase describe las características de toda la época y constituye una advertencia de
precaución ante el engaño, especialmente durante los días de la tribulación, cuando aparezca en
Anticristo. El apóstol Pedro, en su segunda carta 2:1, advirtió lo siguiente:

Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre
vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al
Señor que los compró, trayendo sobre sí una destrucción repentina.

En nuestro tiempo, un motivo especial de preocupación serían los falsos maestros, cuya
enseñanza debería ser examinada frente a las Sagradas Escrituras. Leamos el versículo 5 de
nuestro pasaje, que añade:

"Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y engañarán a muchos."

Esta proliferación de jefes de sectas es una de las características de estos tiempos hasta que
llegue el fin, aunque cerca del final de la época aparecerá un Anticristo que se opondrá a Cristo,
instituyéndose como única autoridad, hasta que venga el Señor desde el lugar santísimo de los
cielos a la tierra y resuelva los problemas.

Creo que desde el Monte de los Olivos el Señor dirigió su mirada hacia los últimos días de la
historia humana y, concretamente, al período de la gran tribulación. Pero en el principio de Su
discurso, es decir entre los versículos 5 y 8, nos ofreció una imagen de la época actual de la
iglesia. En mi opinión, el Señor no se refirió concretamente a la gran tribulación hasta el
versículo 9 de este capítulo. Continuemos con nuestra lectura con el versículo 6:
Y habréis de oír de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado! No os alarméis, porque es necesario
que todo esto suceda; pero todavía no es el fin.

El Señor estaba describiendo el prolongado período de tiempo que se extendía desde el


momento de la conversación con sus discípulos hasta el final de la historia. Naturalmente, las
guerras y rumores de guerras no constituyen la señal de que nos encontremos ya cerca del fin;
ésta sería una conclusión superficial ya que, desde que el Señor pronunció aquellas palabras, ha
habido innumerables guerras y, aproximadamente, solo unos 200 años de paz. Ha transcurrido
un extenso período desde la segunda guerra mundial, en el pasado siglo, y el final aun no ha
llegado. Debiéramos tomar en consideración las palabras del Señor, antes que las predicciones
apocalípticas de algunos. Además, no tendríamos que dar lugar a la ansiedad ni a una obsesiva
preocupación, al escuchar los rumores o noticias de los conflictos armados que están teniendo
lugar, pues éstos aún no indican la proximidad del fin. Lo que si queda claro es que el ser
humano y organizaciones como, por ejemplo, las Naciones Unidas, no pueden resolver el
problema de las guerras. Realmente, no habrá paz en el mundo hasta que venga el príncipe de
Paz. Y la predicción del Señor continúa en los versículos 7 y 8:

"Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y en diferentes lugares habrá
hambre y terremotos. Pero todo esto es sólo el comienzo de dolores."

Por lo tanto, éstas son las características de toda la época y no señales del fin. Como decía el
versículo 6, "todavía no es el fin". Porque, como es evidente, los falsos Cristos, los rumores de
guerras y los terremotos han caracterizado a toda esta era de la iglesia, aunque se intensificarán
a medida que nos acerquemos al final. En este momento, la explosión demográfica es motivo de
gran preocupación, y con razón, pues millones de personas se están muriendo de hambre. Y esta
situación se va a agravar. Sin embargo, el caballo negro que representa al hambre en el libro del
Apocalipsis 6:5,6, aun no ha aparecido; pero dicho caballo con su jinete se harán presentes
cuando llegue el fin. Lo que vemos hoy, es como el principio de dolores de una mujer encinta.

El párrafo encabezado por el versículo 9 describe

El principio de la tribulación y sus señales

En este pasaje Bíblico, el Señor comienza a hablar de este período llamado la tribulación.
Nosotros estamos viviendo en esta época de la iglesia, que algunos prefieren denominar la "era
del Espíritu Santo". La Biblia clasifica a las personas en tres grupos: los judíos, los Gentiles (o
personas de las demás naciones) y la iglesia de Dios, como destaca el apóstol Pablo en su
primera carta a los Corintios 10:32. En esta época, Dios está llamando a personas de entre los
judíos y de las demás naciones para formar un pueblo que crea en El, que constituye este tercer
grupo, que es la iglesia. Es este tercer grupo el que será removido de este mundo en un
momento determinado. Entonces, yo creo que dará comienzo la llamada gran tribulación. En mi
opinión, el versículo 9, habla de este principio. Leamos este versículo:

"Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por
causa de mi nombre."

¿A quiénes se dirigen estas palabras? Evidentemente, no aluden a la iglesia sino a la nación de


Israel, que experimentará oposición y aflicción a escala mundial. En este punto quisiera referirme
a un hecho importante para los cristianos de nuestro tiempo. Mientras los miembros de la iglesia
verdadera se encuentren en el mundo, no podría existir una actitud de anti-semitismo a nivel
mundial, porque la iglesia la resistiría. Sería imposible que un genuino creyente en el Señor Jesús
odiase a los judíos como seres humanos. Tal sentimiento se intensificará con mayor amplitud
después que la iglesia sea removida de la escena. Los versículos 10 y 11 añaden:

"Muchos tropezarán entonces y caerán, y se traicionarán unos a otros, y unos a otros se odiarán.
Y se levantarán muchos profetas falsos, y a muchos engañarán."

Anteriormente vimos que se le advertía a la iglesia con respecto a los maestros falsos, mientras
que a Israel se le prevenía sobre los profetas falsos. Por ello aquí, después que la iglesia haya
sido removida, la advertencia se refiere nuevamente a los profetas falsos. Y a continuación dice
el versículo 12:

"Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará."

Estas palabras afirman un principio, de los muchos que contiene este discurso de los Olivos, que
podemos aplicar a nuestra propia época. Cuando la maldad aumente, muchos dejarán de sentir
amor hacia los demás. Y esta carencia de sentimientos será una realidad más evidente en los
últimos tiempos.

Leamos el versículo 13, que ha muchos les resulta sorprendente:

"Pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo."

La cuestión es: ¿quiénes permanecerán firmes hasta el fin? En el libro del Apocalipsis leemos
que Dios detendrá a todas las fuerzas de la naturaleza y del mal, e incluso a las fuerzas del bien,
mientras El coloque un sello de protección sobre varias personas. Así que, aquellos que
perseveren hasta el fin serán aquellos que El ha marcado al principio. Porque Jesús, el Buen
Pastor de todos los tiempos, conducirá a Sus ovejas hasta que llegue el fin. Recordando la
ilustración de las 100 ovejas (que encontramos en este Evangelio de Mateo 18), se hará realidad
la experiencia del Buen Pastor que, habiendo comenzado con 100 ovejas, culminará su obra con
esas mismas 100 ovejas.

Algunos me han preguntado sobre cristianos que parecían muy activos militantes de la fe
cristiana y, arrastrados por sus pecados o por otros motivos se han apartado de su testimonio
público. La pregunta era: ¿serán salvos? No lo sabemos, porque no podemos juzgar ni ver el
interior de las personas. Pero me ayuda recordar la historia del hijo pródigo (relatada en el
Evangelio de Lucas 15), en la que el hijo pródigo encontró el camino de regreso a la casa de su
padre. ¿Verdad que sería desconcertante encontrar en ese relato que el hijo terminó en la
pocilga y el cerdo en la casa del padre? El apóstol Pedro, en su segunda carta 2:22 citó el
proverbio que dice: "El perro vuelve a su propio vómito". Además escribió que, "la puerca
lavada, vuelve a revolcarse en el cieno". Supongamos que uno de los cerdos de la citada historia
hubiese regresado con el hijo pródigo a la casa de su padre, y allí hubiese sido lavado y
perfumado. Tarde o temprano, el animal habría regresado a su entorno natural en la pocilga.
Esto nos ilustra la realidad de algunos cristianos que, como el hijo pródigo, habrán llegado a
extremos parecidos a una pocilga pero, siendo en realidad hijos, algún día saldrán de tal
situación, como le sucedió al hijo pródigo. ¿Por qué? Porque tienen un fiel Pastor que les
protege. Por ello, acerca de cada uno de ellos se podrán repetir las palabras que acabamos de
leer en el versículo 13: "ése será salvo".

Terminaremos nuestra exposición de hoy, leyendo el versículo 14:

"Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones,
y entonces vendrá el fin."

El evangelio del reino es aquel que también predicó Juan el Bautista con aquellas palabras
citadas en este libro de Mateo 3:2: "Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado". Y
el Señor Jesús comenzó sus actividades con ese mismo mensaje. En este mismo Evangelio 4:17,
se dijo: "Desde entonces Jesús comenzó a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los
cielos se ha acercado". También se relató en el capítulo 10 que Jesús envió a Sus discípulos a
predicar ese mismo mensaje. Pero en el capítulo 11 el mensaje del Señor fue el siguiente: "Venid
a mí todos los que estáis muy cansados y cargados, y yo os haré descansar" Y en el capítulo
20:28, El dijo que había venido para dar Su vida en rescate por muchos. Pero durante el período
de la tribulación el evangelio con un énfasis en el reino será predicado otra vez. Dicho énfasis no
es apropiado para nuestro tiempo porque nosotros debemos proclamar el evangelio realzando
la gracia de Dios. Alguien podrá preguntarse lo siguiente: ¿es el evangelio del reino, otro
evangelio? No, no lo es. Es el mismo evangelio con un énfasis diferente. Cuando comience el
tiempo de la tribulación, la gente sabrá que se encuentra cerca del fin, aunque no sepan el día ni
la hora de ese fin. Por lo tanto, el mensaje apropiado para ese período será: "Arrepentíos,
porque el reino de los cielos se ha acercado".

Quiero insistir en que, de ninguna manera, existen 2 o más formas de salvarse. Dios nunca ha
tenido más que una base por virtud de la cual El salva a las personas y ésa es la cruz de Cristo.
Cada ofrenda o sacrificio ofrecido antes de la llegada de Cristo al mundo tuvo lugar con la
expectativa de la cruz de Cristo y toda conmemoración desde que El ha venido, mira
retrospectivamente a la cruz de Cristo.

Para ilustrar esta verdad retrocedamos a Génesis 4 para considerar la ofrenda que Abel trajo a
Dios. Le ofreció un cordero. Si hubiéramos estado allí podríamos haberle preguntado: "¿porqué
has traído este cordero? ¿Crees que removerá tus pecados, que te separan de Dios?" Y él habría
respondido: "Por supuesto que no; he traído este pequeño cordero porque Dios me pidió que así
lo hiciese. Lo estoy trayendo por la fe". Entonces podrías haber insistido preguntándole: Bueno,
pero, si no quitará tus pecados, ¿por qué te habrá pedido que lo trajeses? Y él, finalmente,
habría respondido algo así: "Este cordero está señalando a Alguien que vendrá en el futuro, de la
simiente de la mujer, mi madre. Aquel sí, removerá mis pecados. Lo he traído por la fe,
reconociendo que soy un pecador y necesito un sustituto que pague mi deuda, la deuda que soy
incapaz de pagar a Dios. Es que Abel estaba mirando por la fe hacia Aquel que vendría algún día,
en el futuro.

Significativamente, Juan el Bautista, el precursor de Cristo, no solo había dicho: "arrepentíos,


porque el reino de los cielos se ha acercado", sino que también declaró: "He aquí el Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo". Juan le había identificado. Antes de la llegada de Cristo,
todo el que venía a Dios de acuerdo con Sus condiciones, era salvo anticipadamente, (y
utilizando términos económicos) era como si recibiese un crédito respaldado por la certeza de
que Cristo lo saldaría en la cruz. Las personas eran, pues, salvas en base a la muerte de Cristo. En
los tiempos del Antiguo Testamento, Dios nunca salvó a nadie por la Ley. En el centro mismo de
aquel sisTema mosaico se encontraba el sisTema de sacrificios. Las personas traían a Dios un
cordero porque la Ley revelaba que ellas eran infractoras de la ley, que no estaban obedeciendo
a Dios y que necesitaban un sustituto que pudiese pagar el castigo por sus pecados. Como dijo el
apóstol Pablo en su carta a los Romanos 3:19: la Ley fue dada "para que toda boca se calle y todo
el mundo sea hecho responsable ante Dios". Estimado oyente, tú y yo somos infractores de la
ley, somos pecadores que necesitan un Salvador. Lo que hay que hacer es recibir a Cristo como
Salvador antes de que El venga como el Soberano del universo y como Juez.

Mateo 24:14-32

En nuestro programa anterior y en nuestro estudio del capítulo 24, consideramos los alcances de
la respuesta de Jesús a la pregunta de sus discípulos relacionada con el final de la época. En ese
contexto, habíamos llegado al versículo 14, que dice lo siguiente:

"Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones,
y entonces vendrá el fin."

Es así que llegamos a un nuevo párrafo que podríamos titular

La gran tribulación con sus conflictos y aflicciones

En esta sección, Jesús describió las señales que identificarían a ese período de tiempo. Leamos el
versículo 15:

"Por tanto, cuando veáis la abominacion de la desolacion, de que se habló por medio del profeta
Daniel, colocada en el lugar santo (el que lea, que entienda)"

¿Cuál era aquella "abominación de la desolación" o, en otras palabras, el horrible sacrilegio? El


profeta Daniel nos habló de dos de ellos. El primero fue el cometido por Antíoco Epífanes, el
Sirio, que atacó y destruyó Jerusalén. En su libro, en 11:31, Daniel escribió:

"Y de su parte se levantarán tropas, profanarán el santuario-fortaleza, abolirán el sacrificio


perpetuo y establecerán la abominación de la desolación."

La historia ha confirmado que Antíoco Epífanes asoló Jerusalén en al año 170 A.C., ocasión en la
que más de 100.000 judíos fueron asesinados. Interrumpió los sacrificios diarios del ritual del
templo, ofreció sangre y caldo de cerdo sobre el altar y erigió una estatua de Júpiter para que
fuese adorada en el lugar santo.

Sin embargo, en este pasaje que hoy consideramos, el Señor se estaba indudablemente
refiriendo a la segunda profanación a la cual aludió el profeta Daniel en 12:11 que, según creo,
consistirá en una estatua o imagen del Anticristo que será instalada en el templo. Durante el
período de la tribulación, el templo será reedificado y la nación de Israel se encontrará
nuevamente en Palestina. Evidentemente, el Señor estaba hablando del templo y no de la
iglesia, porque la iglesia no tiene un lugar santo. No obstante, no podemos estar seguros de que
ésta sea la tremenda profanación a la que el Señor se refiere en este pasaje Bíblico; se trata,
simplemente, de una conjetura.

Yo no estoy esperando ver esa gran profanación o sacrilegio, pero las personas que vivan en los
últimos tiempos sí, porque ésa será la señal que demostrará que se encuentran en el período de
la gran tribulación. En vez de esperar ver al Anticristo y sus profanaciones, en el Nuevo
Testamento, en la carta de Tito 2:13, a nosotros se nos aconseja esperar el feliz cumplimiento de
la esperanza del regreso de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.

Nuestro Señor dijo: "El que lea, que entienda", lo que significa que la gente que viva en esa
época comprenderá lo que esté sucediendo. Leamos los versículos 16 al 20:

"entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; el que esté en la azotea, no baje a sacar
las cosas de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa. Pero, ¡ay de las
que estén embarazadas y de las que estén criando en aquellos días! Orad para que vuestra huida
no suceda en invierno, ni en día de reposo"

Vemos que las advertencias se refieren a las personas que se encuentren en una zona específica
de Palestina. Hay instrucciones concretas para aquellos que trabajando en la agricultura se
encuentren sembrando, para que no regresen a recoger su ropa y huyan, cuando se enteren de
que se ha producido la profanación del templo. También se ve una preocupación por las
mujeres, en una época poco apropiada para tener hijos. Probablemente en este período habrá
una explosión demográfica; en nuestro tiempo algunas zonas de la tierra ya experimentan una
superpoblación, lo cual podría ser una evidencia de que nos aproximamos al final de la época. Y
otra vez observamos que las advertencias de estos versículos se dirigen a personas que estarán
cumpliendo el día del reposo, o sea, a judíos. Continuemos leyendo el versículo 21:
"porque habrá entonces una gran tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio del
mundo hasta ahora, ni acontecerá jamás."

Con la expresión "gran tribulación" Jesús se refiere, evidentemente, a un período de aflicción


único, más intenso que ninguno en la historia pasada y que tenga lugar en el futuro. Algunos
afirman que la iglesia pasa en la actualidad y en algunos lugares, por aflicciones y persecución. Y
esto es cierto. Pero el período que aquí se describe, es tan grave que no podrá equipararse a
muchos otros períodos de la historia. Y continúa diciendo el versículo 22:

"Y si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos,
aquellos días serán acortados."

Al final del Nuevo Testamento, en el libro del Apocalipsis, leemos que durante la llamada gran
tribulación, será destruida una tercera parte de la población de la tierra. En otro pasaje referido
a la misma época, también se menciona que será destruida una cuarta parte, lo cual nos indica
el carácter único de este período. Usando el símil de Apocalipsis 6, durante este tiempo
aparecerán el caballo rojo de la guerra, el caballo negro del hambre y luego, el caballo
amarillento de la muerte, produciéndose como resultado, una gran mortandad en la tierra.
Algunos estudiosos de la Biblia consideraron que este pasaje contenía un relato exagerado de los
acontecimientos. Desgraciadamente, al considerar la proliferación del armamento nuclear en el
mundo y su tremendo poder destructivo, esta descripción del Apocalipsis ya no parece ser una
exageración.

Sin embargo, hay también una nota de consuelo, ya que se dice que, por causa de los que serán
redimidos, salvados, el período de aflicción se reducirá.

En el próximo párrafo, en los versículos 23 al 25, en que

Jesús les aseguró que vendría otra vez

"Entonces si alguno os dice: Mirad, aquí está el Cristo, o allí está, no le creáis. Porque se
levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así
engañar, de ser posible, aun a los escogidos. Ved que os lo he dicho de anTemano."

Algunos casos de milagros realizados hoy en día deberían ser examinados cuidadosamente,
porque el próximo gran realizador de milagros no será Cristo, sino el Anticristo y su falso profeta.
Ahora bien, aquí se menciona otra vez a los escogidos. ¿Quiénes serán? En la Biblia se
mencionan dos grupos de elegidos: los elegidos de Israel y los de la iglesia. Y tenemos que
utilizar el sentido común para determinar a qué grupo se refería Jesús. ¿Y de quién había estado
hablando nuestro Señor hasta este momento? Evidentemente, de Israel; por lo tanto, a ese
pueblo pertenecen estas personas escogidas. Continuemos leyendo los versículos 26 y 27:

"Por tanto, si os dicen: Mirad, El está en el desierto, no vayáis; o Mirad, El está en las
habitaciones interiores, no les creáis. Porque así como el relámpago sale del oriente y
resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre."
Cuando Jesucristo venga otra vez, no habrá ningún Juan el Bautista que le anuncie, como
sucedió cuando vino por primera vez. Cuando El regrese a la tierra para establecer su reino, su
llegada será tan pública y evidente como un relámpago. No necesitará ninguna presentación y
todos se darán cuenta de su aparición.

Leamos ahora el versículo 28, que dice escuetamente:

"Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres."

Quizás éste sea el versículo más difícil de interpretar en todo el discurso del Monte de los Olivos.
Parece extraño que, después de haber hablado de Su venida gloriosa como un relámpago en el
cielo, se mencione a estas aves que comen carne podrida. De la misma manera que hay muerte
física y corrupción, donde haya corrupción espiritual habrá juicio. En mi opinión, la frase se
refiere a la venida de Cristo para un juicio, teniendo en cuenta que Apocalipsis 19:17 al 19, nos
habla de una invitación a las aves para un banquete. Dice el citado pasaje de Apocalipsis:

"Y vi a un ángel que estaba de pie en el sol. Y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que
vuelan en medio del cielo: Venid, congregaos para la gran cena de Dios, para que comáis carne
de reyes, carne de comandantes y carne de poderosos, carne de caballos y de sus jinetes, y
carne de todos los hombres, libres y esclavos, pequeños y grandes. Entonces vi a la bestia, a los
reyes de la tierra y a sus ejércitos reunidos para hacer guerra contra el que iba montado en el
caballo y contra su ejército."

Las aves parecen ser en este pasaje agentes del juicio divino, ya que cuando el Señor venga otra
vez, vendrá para juzgar. Y así es como la inspirada Palabra de Dios, que tan elocuentemente
describe la gracia de Dios y la salvación que está disponible para todos aquellos que crean, es
igualmente clara cuando habla del juicio de quienes rechacen la gracia de Dios.

Volvamos al pasaje que estudiamos hoy y leamos los versículos 29 y 30:

"Pero inmediatamente después de la tribulación de esos días, el sol se oscurecera, la luna no


dara su luz, las estrellas caeran del cielo y las potencias de los cielos serán sacudidas. Entonces
aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre; y entonces todas las tribus de la tierra harán
duelo, y verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria."

Observemos que esto sucederá "inmediatamente después de la tribulación de aquellos días".


Parece evidente que estos eventos sucederán en la segunda venida de Cristo a la tierra. ¿Y cuál
será esa señal? Nuevamente, habrá que especular en base a datos Bíblicos. Recordemos que en
el Antiguo Testamento, se le dio a Israel la Shekinah, una gloriosa manifestación de la presencia
de Dios que no pudo contemplar ningún otro pueblo ni nación, ni tampoco la iglesia. Esta
manifestación se situó sobre el tabernáculo o tienda que albergó al santuario de los israelitas en
el desierto, y más tarde, en el templo de Jerusalén. Pero, a causa del pecado de Israel, la
Shekinah de gloria abandonó a la nación. Cuando Cristo vino por primera vez, dejó a un lado no
su deidad, pero sí Sus privilegios o facultades de la deidad, Su gloria, aunque, recordemos que
Juan, el Evangelista, en 1:14, dijo: "Vimos su gloria". Porque en algunas ocasiones esta gloria
pudo contemplarse.

Sin embargo, en Su segunda venida, personalmente, creo que esa gloria o esplendor será visible
sobre la tierra antes de que el Señor aparezca, y ésa será la señal que aquí se describe como "la
señal del Hijo del Hombre" que aparecerá sobre la tierra. Y las palabras que siguen describen al
Señor descendiendo a la tierra "sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria". Este será Su
regreso al mundo para establecer su reino. Y el versículo 31 continúa diciendo:

"Y El enviará a sus ángeles con una gran trompeta y reunirán a sus escogidos de los cuatro
puntos cardinales, desde un extremo de los cielos hasta el otro."

Los escogidos citados en este versículo son aún la nación de Israel. Los profetas del Antiguo
Testamento predijeron un milagro que traería a los judíos de nuevo a su tierra. En un breve
paréntesis, recordemos que éstos escogidos no son la iglesia, que será removida de la tierra para
reunirse con el Señor en el aire. Los ángeles no están relacionados con esa reunión. El Señor en
persona vendrá a recibir a la iglesia con el sonido de una trompeta y Su voz sonará como la de un
arcángel. El no necesitará ninguna ayuda para recoger a la iglesia. Murió por ella y la reunirá.
Cuando en este versículo que hemos leído dice que "los ángeles reunirán a sus escogidos de los
cuatro puntos cardinales" podemos estar seguros de que el Señor está hablando de la nación de
Israel. Es interesante que en la Biblia, los ángeles que actúan como servidores, han estado
siempre asociados con Israel.

Leamos el versículo 32, con el que finalizamos nuestra lectura de hoy, nos introduce al siguiente
párrafo, titulado:

La parábola de la higuera como una señal

"Y de la higuera aprended la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, sabéis
que el verano está cerca."

Yo no veo que la higuera pueda representar otra cosa que a la nación de Israel. Como ejemplos
podemos ver los pasajes Bíblicos de los profetas Jeremías 24 y Oseas 9:10. Es verdad que, incluso
en nuestro tiempo, las higueras crecen en abundancia en Israel, a pesar de todo lo que ha
sucedido en esa zona. Me ha impresionado ver huertos de higueras al norte de la ciudad de
Jerusalén y a los viñedos al sur de esa ciudad; especialmente la región que se encuentra al sur de
Belén, está llena de viñas. Es que las higueras y las vides son una marca de identidad de ese país
y creo que el Señor estaba utilizando a la higuera como un símbolo de aquella tierra.

En nuestro próximo programa continuaremos leyendo otra sección del Discurso del Monte de los
Olivos, en la que el relato Bíblico incluye más detalles sobre los sucesos que inmediatamente
precederán al gran acontecimiento de la segunda venida de Jesucristo al mundo.

Pero antes de estos anuncios de juicio, nos llega otra voz. Es la del apóstol Pablo, quien en su
segunda carta a los Corintios 6:2, y haciéndose eco de la voz aun más antigua del profeta Isaías,
nos recuerda que en los tiempos que vivimos opera el amor y la gracia de Dios, quien toma la
iniciativa en la salvación de las personas. Quisiera rogarte, estimado oyente, que consideres esta
invitación de la Palabra de Dios como una apelación estrictamente personal:

"En el tiempo propicio te escuche, y en el día de salvación te socorrí. He aquí, ahora es el tiempo
propicio; he aquí, ahora es el día de salvación."

Mateo 24:32-25:30

Habíamos finalizado nuestro programa anterior al comenzar el párrafo que relata

La parábola de la higuera como una señal

Leamos los versículos 32, 33 y 34:

"Y de la higuera aprended la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, sabéis
que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que El está
cerca, a las puertas. En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto
suceda."

Anteriormente hablamos de que, así como los profetas Isaías y Oseas en el Antiguo Testamento,
en este pasaje el Señor estaba utilizando la higuera como un símbolo de Israel. En cuanto a la
palabra "generación" , en Griego puede significar raza y referirse a la nación de Israel. O podría
también hacer referencia a la generación que esté viviendo en aquel tiempo en que se cumplan
las predicciones. Se calcula que una generación abarca un período de 40 años y realmente, los
eventos predichos en esta sección ocurrirían en un plazo más breve. Mi impresión es que la
palabra "generación" puede referirse a cualquiera de las 2 opciones, aunque yo prefiero la
interpretación relacionada con la conservación de la raza judía. En el Antiguo Testamente puede
verse que ni personajes como Amán (según el libro de Ester) ni el Faraón (como relata el libro del
Exodo) pudieron destruir a los judíos. Tampoco pudo Hitler en el siglo pasado. Ningún dictador
de nuestro tiempo sería capaz de exterminarlos, pues Dios ya se ocuparía de evitar su
eliminación.

Dicen los versículos 35 y 36:

"El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni
siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre."

Aunque el cielo y la tierra pasarán, según Apocalipsis 21:1, habrá un nuevo cielo y una nueva
tierra. Pero El no cambiará Su Palabra, que permanecerá por la eternidad. Y aunque los que
vivan en ese período sepan que estos tiempos se aproximan, no sabrán en qué día ni en qué
hora sucederá lo que se ha predicho. Esta información solo es conocida por el Padre, y Cristo
hablaba desde la condición de su conocimiento humano; no desde la posición de su divina
omnisciencia. En nuestra época, muchos han tratado de averiguar con precisión el tiempo del
retorno de Cristo. También en el futuro, algunos intentarán de conocer el día y la hora. Pero
nadie podrá averiguar ni el día, ni la hora. Continuemos leyendo la comparación con la época de
Noé, en los versículos 37 al 39:

"Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Pues así como en
aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en
matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no comprendieron hasta que vino el
diluvio y se los llevó a todos; así será la venida del Hijo del Hombre."

Aquí se afirma que Cristo vendrá en una época similar a la situación existente en los tiempos de
Noé. Aquellos días se caracterizaron por una gran inmoralidad. El libro del Génesis 6:5 describía
a los seres humanos de aquel tiempo diciendo: "toda intención de los pensamientos de su
corazón era solo hacer siempre el mal". Nuestro Señor solamente menciona que estaban
comiendo y bebiendo. ¿Había algo malo en ello? No. En la primera carta a los Corintios 10:31 se
nos dice que cualquier cosa que hagamos, ya sea que comamos o bebamos, que lo hagamos
todo para la gloria de Dios. Sin embargo, la gente del tiempo de Noé no estaban comiendo y
bebiendo precisamente para la gloria de Dios. De hecho, estaban viviendo como si Dios no
existiese.

En nuestro tiempo hay muchísimas personas que reciben una comida dos o tres veces al día,
provista por Dios, y nunca se les ocurrió expresarle su gratitud, mientras que hay millones que se
están muriendo de hambre. En esos días futuros referidos en este pasaje, la gente estará al
borde de la venida de Cristo, pero estarán viviendo como si tal acontecimiento nunca fuese a
tener lugar.

De la misma manera, las personas del tiempo de Noé se casaban. Naturalmente, el Señor no
estaba diciendo que estaba mal casarse. Lo que aquí se recalca es que rechazaron tan
terminantemente la advertencia de Dios por medio de Noé que continuaron con sus planes de
boda justamente hasta el mismo día en que Noé entró en el arca. Vivían como si Dios no
existiera. No creyeron que El les juzgaría y despreciaron la advertencia de que el diluvio era
inminente. Y no se dieron cuenta hasta que llegó el diluvió, que les arrastró a todos. Así también
sucederá en la venida del Señor.

Leamos los versículos 40 y 41:

"Entonces estarán dos en el campo; uno será llevado y el otro será dejado. Dos mujeres estarán
moliendo en el molino; una será llevada y la otra será dejada."

Acabamos de recordar los días de Noé. ¿Quiénes fueron llevados en aquel tiempo? Los que
perecieron en el diluvio. Estas palabras ilustran la manera en que serán llevados de esta tierra,
por medio de un juicio, aquellos que no van a entrar en el reino. Continuemos con el versículo
42:
"Por tanto, velad, porque no sabéis en qué día vuestro Señor viene."

La palabra clave aquí, es velar, vigilar, y tiene un significado bastante diferente a la actitud de
velar y vigilar que experimenta el hijo de Dios, que esté esperando que el Señor le lleve de esta
tierra, porque en la actualidad nosotros tenemos una esperanza consoladora. Pero en aquel día
futuro, los seres humanos velarán y vigilarán con temor y ansiedad. Hoy, esperamos y deseamos
con ansia que El venga. En el futuro, velarán con inquietud y preocupación ante Su retorno. Hay
muchas formas de esperar, en esta vida. Una cosa es esperar el momento de crisis y el desenlace
de una grave enfermedad de un ser querido. Y otra muy diferente, esperar con impaciencia e
ilusión la llegada del ser querido a quien tanto hemos echado de menos.

Lo que hizo el Señor en este momento del discurso de los Olivos fue presentar parábolas o
alegorías para explicar e ilustrar las actitudes de las personas ante Su venida, y lo que sucederá
cuando El venga. Leamos los versículos 43 al 51:

"Pero comprended esto: si el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora de la noche iba a venir
el ladrón, hubiera estado alerta y no hubiera permitido que entrara en su casa. Por eso, también
vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre. ¿Quién
es, pues, el siervo fiel y prudente a quien su señor puso sobre los de su casa para que les diera la
comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre
haciendo así. De cierto os digo que lo pondrá sobre todos sus bienes. Pero si aquel siervo es
malo, y dice en su corazón: Mi señor tardará; y empieza a golpear a sus consiervos, y come y
bebe con los que se emborrachan, vendrá el señor de aquel siervo el día que no lo espera, y a
una hora que no sabe y lo azotará severamente y le asignará un lugar con los hipócritas; allí será
el llanto y el crujir de dientes."

Aquí encontramos un principio aplicable a todas las épocas. Tu y yo deberíamos vivir a la luz de
la realidad de que algún día nos encontraremos ante la presencia de Cristo. Observa que no he
dicho "ante la venida" de Cristo sino, "ante la presencia" de Cristo. Sea que Cristo venga dentro
de 100 años, o de 1000, tu y yo nos hallaremos algún día ante Su presencia. Tanto si eres salvo o
perdido, te encontrarás frente El. Si eres salvo, tendrás que presentarle un informe de tu vida
para ver si recibes una recompensa. Si estás perdido, estarás ante El para ser juzgado. Por lo
tanto, cada persona debería vivir su vida a la luz de esta realidad; que algún día deberá estar
ante la misma presencia del Señor. Esta verdad constituye el gran énfasis del Discurso del Monte
de los Olivos. En consecuencia, este discurso tiene importantes aplicaciones para nosotros en la
hora actual, aunque haya también una interpretación específica para la gente que viva en el
tiempo de la venida del Señor a la tierra como Rey.

Pasemos, pues, a

Mateo 25:1-30

Tema: Continúa el discurso de los Olivos: la parábola de las diez vírgenes, la parábola de los
talentos y el juicio de las naciones
Este capítulo desarrolla extensamente la respuesta de Jesús a la pregunta: "¿Cuál será la señal de
tu venida?" Está la parábola de las diez vírgenes, que pone a prueba la autenticidad de la fe de
Israel; la parábola de los talentos, que examina la fidelidad de Sus siervos; y el juicio de las
demás naciones, que somete a prueba su derecho de admisión al reino, El capítulo muestra la
importancia de la venida de Cristo en relación con estos grupos que se encontrarán en el mundo
en aquel entonces. Un análisis preciso de cada grupo revelará que todo puede reducirse a una
actitud personal, individual, y a una relación con Jesucristo.

Yo doy gracias a Dios que cuando el Señor recoja a su iglesia, cada creyente se irá con El, no en
base al mérito personal. Todos iremos por la gracia de Dios, ya que nos salvó por Su gracia, nos
guarda por la gracia y nos llevará con El por su gracia. Y cuando hayamos estado en Su presencia
por los siglos de los siglos, habrá sido también a causa de su gracia y misericordia.

Las diez vírgenes de la parábola que vamos a leer, no se refieren a la iglesia sino a la nación de
Israel. Tenemos que tener en cuenta que el Señor estaba respondiendo las preguntas que sus
apóstoles le habían formulado. Si queremos imaginar que nos estaba hablando de algo
totalmente diferente, estaríamos alterando su línea de pensamiento y su respuesta.
Simplemente escuchémosle porque, aunque esté hablando a otro grupo, podemos aplicar estas
maravillosas parábolas a nuestras propias vidas.

Leamos, pues, en el versículo 1, el comienzo de

La parábola de las diez vírgenes

Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas,
salieron a recibir al novio.

Para comprender mejor las costumbres de Israel durante el período del Nuevo Testamento, nos
referiremos a la Peshitta, que es la versión Siríaca de la Biblia. Aunque no haya motivos para
recomendar dicho texto, éste aclara las costumbres de la época. Esta versión traduce el versículo
que acabamos de leer indicando que las vírgenes salieron al novio y a la novia, lo cual confirma
que el novio venía de celebrar su matrimonio y se dirigía hacia la cena o banquete de boda. En
mi opinión, cuando la Biblia ilustra la unión de los cristianos con Cristo con la figura de una boda,
aunque esa boda entre Cristo y su iglesia tenga lugar en el cielo, el banquete se celebrará en la
tierra. Hay un pasaje del Evangelio de Lucas, 12:35 y 36, que avala esta afirmación y dice lo
siguiente:

"Estad siempre preparados y mantened las lámparas encendidas, y sed semejantes a hombres
que esperan a su señor que regresa de las bodas, para abrirle tan pronto como llegue y llame."

Según estas palabras, es evidente que la boda ya ha tenido lugar y la novia está junto a su novio
quien, como es natural, regresa de la boda con su novia.

Así que aquí, en la parábola de las diez vírgenes Cristo, prefigurado como el novio, estará
trayendo a su novia y los creyentes en la tierra estarán esperando su llegada. Los versículos
siguientes, desde el 2 hasta el 4, nos revelan la actitud de los que le esperan:

"Y cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Porque las insensatas, al tomar sus
lámparas, no tomaron aceite consigo, pero las prudentes tomaron aceite en frascos junto con
sus lámparas."

El aceite es un símbolo del Espíritu de Dios. Creo que en aquel tiempo habrá personas falsas,
como en Su primera venida. Jesús les llamó hipócritas. Tendrán lámparas, pero sin aceite.
Continuemos con los versículos 5 al 7:

"Al tardarse el novio, a todas les dio sueño y se durmieron. Pero a medianoche se oyó un clamor:
¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron
sus lámparas."

Observa que tanto las vírgenes prudentes como las insensatas se durmieron. La diferencia entre
ellas, era que algunas tenían el Espíritu Santo (representado por el aceite) y las otras no, porque
no eran creyentes genuinas. Estas tuvieron que ir a buscar aceite y se perdieron la llegada del
esposo. Cuando regresaron se encontraron con que la fiesta de bodas ya se estaba celebrando;
procuraron entrar pero no se les permitió. Y nuestro Señor concluyó la parábola con una
advertencia, que encontramos en el versículo 13:

"Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora."

Porque la actitud de los suyos durante aquel período futuro deberá ser la de velar, lo cual tendrá
gran importancia.

El próximo párrafo contiene otra parábola para aquella generación futura que estará esperando
el regreso del Señor a la tierra. Leamos, en los versículos 14 y 15, el principio de

La parábola de los talentos

"Porque el reino de los cielos es como un hombre que al emprender un viaje, llamó a sus siervos
y les encomendó sus bienes. Y a uno le dio cinco talentos, a otro dos, y a otro uno, a cada uno
conforme a su capacidad; y se fue de viaje."

Hacemos aquí una pausa para tomar nota de que el dueño de casa asignó a sus siervos
responsabilidades acordes con sus capacidades individuales. Continúa el relato en los versículos
16, 17 y 18:

"El que había recibido los cinco talentos, enseguida fue y negoció con ellos y ganó otros cinco
talentos. Asimismo el que había recibido los dos talentos ganó otros dos. Pero el que había
recibido uno, fue y cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor."

Cabe aclarar que los "talentos" eran de plata. Cada talento debía pesar entre 26 y 36 Kilos. Así
que el señor confió a sus siervos considerables cantidades de dinero, pidiéndoles que las
negociasen lucrativamente. Vemos también que el que recibió un talento lo enterró y no fue fiel
a su señor. El relato continúa con la llegada del dueño de casa. Leamos los versículos 19 al 25:

"Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y
llegando el que había recibido los cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, me
entregaste cinco talentos; mira, he ganado otros cinco talentos. Su señor le dijo: Bien, siervo
bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
Llegando también el de los dos talentos, dijo: Señor, me entregaste dos talentos; mira, he
ganado otros dos talentos. Su señor le dijo: Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre
mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un
talento, dijo: Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges
donde no esparciste, y tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; mira, aquí tienes lo que
es tuyo."

Una vez escuchadas las explicaciones y justificaciones del último siervo, veamos la actitud del
señor leyendo los versículos 26 al 30:

"Pero su señor respondió, y le dijo: Siervo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré, y
que recojo donde no esparcí. Debías entonces haber puesto mi dinero en el banco, y al llegar yo
hubiera recibido mi dinero con intereses. Por tanto, quitadle el talento y dádselo al que tiene los
diez talentos. Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no
tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y al siervo inútil, echadlo en las tinieblas de afuera; allí será
el llanto y el crujir de dientes."

En esta parábola se estableció un importante principio para nosotros, teniendo en cuenta que
todos, tú y yo incluidos, tendremos que estar ante la presencia de Dios para informar sobre
cómo hemos utilizado lo que El nos ha entregado. El Señor no nos va a preguntar cuánto
hayamos hecho por El, sino cuán fieles habremos sido en lo que El nos ha encomendado hacer.

Para el hijo de Dios hay aquí dos asuntos importantes para su aplicación en la actualidad: (1)
Averiguar lo que Dios quiere que hagamos; es decir, determinar cuál es el talento que nos ha
dado y luego, (2) ser fieles en el uso que hagamos de él. A algunos, puede que Dios nos haya
concedido el poder realizar una tarea aparentemente pequeña, insignificante, lo cual puede
resultarnos desconcertante. Pero si al final resulta que somos personas de un solo talento, Dios
espera que, aun así, seamos fieles, precisamente en esa labor.

A veces nos preocupan muchísimo las opiniones de los demás; pero, por más respetables que
ellas sean, lo que realmente contará, lo verdaderamente valioso, lo que permanecerá
eternamente, será escuchar la voz del Señor reconociendo la fidelidad, aprobando la labor de
toda una vida. Valdrá la pena, sí, escuchar como aquellos dos siervos de la parábola, aquellas
palabras de la evaluación final del Señor; "Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre
mucho te pondré. Entra, y alégrate conmigo".
Mateo 25:31-26:22

Terminábamos el programa anterior en el párrafo de Mateo 25:16 al 30, con la aplicación


práctica de la parábola de los talentos para nuestro tiempo; concretamente, para los que hemos
creído en Jesucristo, ante la realidad de tener que estar, algún día, frente a Dios, quien
examinará nuestra vida y evaluará hasta que punto habremos sido fieles en las diversas
responsabilidades que nos ha encomendado.

En este capítulo, el Señor estaba alertando a los que formamos parte del pueblo de Dios en
cuanto a prepararnos para Su venida y nuestro encuentro con El, lo cual será evidente en los
próximos versículos.

Durante el período de la tribulación, todas las naciones tendrán la oportunidad de escuchar y


recibir el mensaje de Dios. El evangelio de todos los tiempos, el único evangelio y con un énfasis
en el reino será predicado a todas las naciones. Pero algunos rechazarán a los mensajeros de
Dios, llamados en este pasaje "hermanos de Cristo"; al rechazar a tales mensajeros, estarán
rechazando a Cristo mismo. Leamos el versículo 31, que inicia el párrafo titulado,

El juicio de las naciones

"Pero cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con El, entonces se
sentará en el trono de su gloria;"

En todo el Discurso del monte de los Olivos, la atención se concentra y progresa hacia el
momento de situar a Jesucristo en el trono de este mundo. Este es el mensaje del Evangelio
según Mateo y, en realidad, es también el mensaje de toda la Palabra de Dios.

Vemos que todas las naciones serán juzgadas. Alguien podría preguntar; ¿no se referirá a los
individuos? Si, se refiere a los individuos que forman las naciones. Pero las naciones también son
responsables ante Dios. Leamos los versículos 32 hasta el 40:

"y serán reunidas delante de El todas las naciones; y separará a unos de otros, como el pastor
separa las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino
preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de
comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me
vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le
responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y
te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te
vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Respondiendo el Rey, les
dirá: En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más
pequeños, a mí lo hicisteis."

Como tantos mensajeros a lo largo de la historia, los 144.000 mencionados en el Apocalipsis,


marcados por Dios por un sello de protección, recorrerán todo el mundo para predicar el
mensaje del evangelio con un énfasis en el reino, para que las personas puedan conocer y recibir
a Cristo, aceptando que El, por su muerte en la cruz, realizó el sacrificio por sus pecados y para
que, de esta manera, estén preparadas para Su cercana venida. Algunas naciones rechazarán a
Cristo, el Anticristo hará matar a los mensajeros de Dios; en medio de esa situación de acoso y
persecución, cualquiera que les ofrezca ayuda, incluso un vaso de agua fresca, pondrá en peligro
su vida. Este gesto de dar un vaso de agua tiene poca importancia en nuestro tiempo y
circunstancias, pero en la época de la gran tribulación tendrá un gran valor, porque implicará
adoptar públicamente un compromiso firme con Jesucristo. La base sobre la que serán juzgadas
las naciones consistirá en su aceptación o rechazo de Jesucristo por lo cual, hablando de la ayuda
ofrecida a sus mensajeros, El dijo lo siguiente: "en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos
míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis", porque tales mensajeros estarán
representándole a El. Esta será, pues, la manera en que los individuos demostrarán su fe en el
mensaje que anuncie que el reino de los cielos se ha acercado, y que ellos deberán arrepentirse
y volverse a Cristo para ser salvos.

Para aquellos que rechacen esta invitación, solo quedará el juicio. Leamos los versículos 45 y 46,
con los que finaliza este capítulo 25:

"El entonces les responderá, diciendo: En verdad os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de
los más pequeños de éstos, tampoco a mí lo hicisteis. Y éstos irán al castigo eterno, pero los
justos a la vida eterna."

Mateo 26:1-22

Tema: Acontecimientos finales de la vida de Jesús inmediatamente antes de la cruz; la


conspiración para arrestarle, la actitud de María de Betania al ungir a Jesús, las gestiones de
Judas Iscariote para vender a Jesús, la celebración de la primera cena del Señor, la anunciada
negación de Pedro, la agonía en el jardín de Getsemaní, la traición de Judas, el arresto por parte
de los principales sacerdotes, el juicio ante Caifás y el Sanedrín, y la negación de Pedro.

Este es el capítulo más extenso del Evangelio según Mateo. Existe una interrupción al final del
versículo 30, donde pueden insertarse los sucesos del Evangelio de Juan 15, 16 y 17. Otra
interrupción natural se encuentra al principio del versículo 57. Quizás los que efectuaron las
divisiones de los capítulos incluyeron tantos acontecimientos en un capítulo para hacer ver al
lector algo del alcance y rapidez de estos hechos tan significativos.

Cada incidente y detalle de este capítulo señalaba a la cruz. La sucesión precisa de los eventos
podría dar al lector la impresión de que Jesús estaba atrapado por un torbellino de
circunstancias que no podía controlar. Sin embargo, un análisis cuidadoso revelará que El como
Señor controlaba las situaciones y que nunca se hizo tan evidente su carácter real como cuando
se acercaba a la cruz.

Todo lo registrado en este capítulo 26 y en el 27, debería ser estudiado a la luz de su


determinación, expresada seis meses antes y en Cesarea de Filipos, de ir a Jerusalén a morir.
Decía el relato en 16:21:

"Desde entonces Jesucristo comenzó a declarar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir
muchas cosas de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser
muerto, y resucitar al tercer día."

El estaba actuando de acuerdo con el horario fijado por Dios y, en consecuencia, imponía su
ritmo al desarrollo de los hechos. El no era una víctima impotente atrapada, como el grano que
iba a ser triturado, entre la muela o piedra de molino superior de la intriga religiosa y la muela
de molino inferior del poder romano. Un sentimiento de reverencia debería impregnar nuestros
pensamientos, a medida que vamos considerando los sucesos de este capítulo, porque ellos
están vitalmente relacionados con nuestra salvación.

Leamos ahora los versículos 1 y 2 de este capítulo 26, que inician una breve sección en la que se
revela

El plan para matar a Jesús

"Cuando Jesús terminó todas estas palabras, dijo a sus discípulos: Sabéis que dentro de dos días
se celebra la Pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado."

Cuando aquí se nos dice que Jesús terminó "todas estas palabras", se estaba refiriendo al
Discurso del Monte de los Olivos. Había respondido sus preguntas sobre el final de la época y
ahora, les acababa de hacer un importante anuncio. Continuemos leyendo hasta el versículo 5:

"Entonces los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo
sacerdote llamado Caifás. Y tramaron entre ellos prender a Jesús con engaño y matarle. Pero
decían: No durante la fiesta, para que no haya un tumulto en el pueblo."

Vimos que en el versículo 2 Jesús les dijo a sus discípulos que iba a morir, según el relato, por
sexta vez. Seis meses antes de este incidente, en Cesarea de Filipos, había comenzado a
anunciarles su muerte inminente. En este pasaje que acabamos de leer estaba incluso fijando el
momento de su muerte. Les dijo que moriría durante la fiesta de la pascua. Pero los dirigentes
religiosos tenían otros planes, como hemos leído en el versículo 5, porque temían que se
produjese una reacción en el pueblo. Los mismos que habían determinado matarle decían que
no le crucificarían durante la pascua. Y El dijo que moriría durante la pascua. Al final, ¿cuándo
murió? Pues durante la pascua. Vemos así que fue Jesús y no sus enemigos los que decidieron el
momento de la ejecución. El se encontraba al mando de los acontecimientos. Es que en el
Evangelio de Mateo El es presentado como el Rey, y cuando parecía encontrarse más indefenso y
débil que en cualquier otro instante, estaba realmente a cargo de la situación. El odio profundo
de sus enemigos les había conducido al extremo de planear su asesinato, y lo querían cometer a
su manera. Pero no se les permitiría hacerlo. Por ello hemos afirmado que, cuánto más se
acercaba Jesús a la cruz, más evidente se hacía su carácter real.

Pasemos ahora a examinar un incidente muy instructivo. Leamos los versículos 6 y 7, que nos
describen como

Jesús fue ungido por María en Betania

"Y hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, se le acercó una mujer con un
frasco de alabastro de perfume muy costoso, y lo derramó sobre su cabeza cuando estaba
sentado a la mesa."

Para Jesús, Betania fue un lugar donde recibió amor, mientras que en Jerusalén recibió odio. El
se quedó en Betania durante Sus últimas horas antes de Su muerte. Este incidente tuvo lugar en
la casa de Simón el leproso. ¿Por qué le llamaban Simón el leproso? ¿Estaba enfermo de lepra?
Hubo un tiempo en el que había sufrido de tal enfermedad pero, sin duda, Jesús le había sanado
y ahora podía sentarse y tener una relación estrecha con el Señor Jesús y otros que también se
encontraban cenando en su casa.

Esta fue una maravillosa escena. Los enemigos de Jesús en la actualidad, no le conocen. No
conocen realmente al Señor que sanó, que amó, que lloró y que juzgó. Los intentos actuales de
representarle deforman gravemente su imagen, dan una imagen falsa de su personalidad e
intentan manipular su figura para beneficiar a los más variados intereses.

Cuando alguien se ha acercado al Señor Jesús y ha sido limpiado por El, puede sentarse y tener
una relación personal de compañerismo con El. Esta es, pues, la escena que tenemos delante
nuestro en este pasaje. Mientras cenaban, una mujer (que el Evangelista Juan en su 12:3
identificó con María Magdalena) vino a Jesús con un frasco de alabastro lleno de un perfume
muy caro, y derramó su ungüento fragante sobre Su cabeza y Sus pies. El citado Juan también
nos dijo que fue Judas Iscariote el que promovió la reacción que se produjo contra ella. Aunque
todos los discípulos estuvieron de acuerdo con él. Leamos los versículos 8 y 9:

"Pero al ver esto, los discípulos se indignaron, y decían: ¿Para qué este desperdicio? Porque este
perfume podía haberse vendido a gran precio, y el dinero habérselo dado a los pobres."

Yo me pregunto hasta dónde llegaba su preocupación por los pobres. Tenían razón en que el
perfume se habría podido vender con provecho. Se calcula que su valor equivalía al sueldo anual
de un trabajador rural. Leamos el versículo 10, donde comenzó la respuesta de Jesús:

"Pero Jesús, dándose cuenta, les dijo: ¿Por qué molestáis a la mujer? Pues buena obra ha hecho
conmigo."

En lo que concierne a los cristianos, no deberían hacer nada que no honre al nombre del Señor
Jesucristo. Si una acción no tiene esa motivación, ¿qué bendición puede traer a la gente? Una
obra de ayuda o asistencia social motivada por amor y realizada hoy en el nombre del Señor
Jesús, sería calificada por el Señor como aquel gesto de aquella mujer del incidente bíblico, es
decir, como una buena obra. Continuemos este relato con los versículos 11, 12 y 13:

"Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. Pues
al derramar ella este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la
sepultura. En verdad os digo: Dondequiera que este evangelio se predique, en el mundo entero,
se hablará también de lo que ésta ha hecho, en memoria suya."

Durante aquella semana final, el Señor no pasó ninguna noche en la ciudad de Jerusalén, pero sí
permaneció en Betania, donde encontró una amistosa acogida en casa de quienes le amaban.
También en la actualidad, aquellos que quieren estar con El, y que le aman, son los que pueden
disfrutar de la realidad de estar unidos a el. Estimado oyente, tú también puedes tener esa
relación, si así lo deseas.

Podríamos decir que la historia del frasco de alabastro roto, ha llenado el mundo entero con su
fragancia. Recordemos que el Señor dijo que allí donde el Evangelio se predicare, en el mundo
entero, se hablaría de lo que esa mujer había hecho. De todos los seguidores de Cristo, solo
María comprendió el significado de Su muerte, lo cual no fue el caso de los apóstoles. Aunque
ella estaba al margen de los acontecimientos, captó su significado y se lo expresó a Jesús,
ungiéndole. ¿Desperdició aquel perfume? En el relato de los Evangelios, podemos leer que por la
mañana, en el primer día de la semana, otras mujeres vinieron a la tumba de Jesús para ungir Su
cuerpo en la sepultura. Pero, ¿pudieron derramar su ungüento sobre el cuerpo de Jesús? No.
Porque El ya no estaba en la tumba. Había resucitado. Solo María había tenido el privilegio de
ungirle. Estimado oyente, tú y yo necesitamos romper nuestro vaso de alabastro con su
perfume, en el nombre del Señor Jesús. El mundo no le conoce; así que debiéramos ser muy
cuidadosos, para que todo lo que hagamos traiga honor y gloria, no a nosotros, sino a El.

Nos apartamos de esta escena maravillosa y luminosa, para acercarnos a una escena oscura.
Leamos los versículos 14 al 16, que tratan sobre

La intriga de Judas para vender a Jesús

"Entonces uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y dijo: ¿Qué
estáis dispuestos a darme para que yo os lo entregue? Y ellos le pesaron treinta piezas de plata.
Y desde entonces buscaba una oportunidad para entregarle."

La acción de Judas Iscariote fue sombría y cobarde, en contraste con la actitud de percepción
espiritual de María. Dante Alighieri, el poeta italiano, en su obra Inferno colocó a Judas y a Bruto
(que traicionó a César) en el lugar más bajo, y nadie se ha quejado por ello. Es que aquellos
hombres hicieron lo más vil y despreciable que un ser humano puede hacer, cuando traicionaron
a personas muy ligadas a ellos, a quienes debían lealtad.

El relato aclara que Judas buscó el momento más apropiado para traicionarle. Es que el arresto
debía tener lugar cuando las multitudes ya se hubiesen retirado y Jesús se encontrase solo. Por
ese momento oportuno esperaba Judas.

El siguiente párrafo nos lleva a considerar

La pascua y la última cena


Leamos los versículos 17 al 19:

"El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, se acercaron los discípulos a Jesús, diciendo:
¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua? Y El respondió: Id a la
ciudad, a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; quiero celebrar la
Pascua en tu casa con mis discípulos. Entonces los discípulos hicieron como Jesús les había
mandado, y prepararon la Pascua."

El Señor se dirigió entonces a la casa señalada donde, en el piso alto, se reunió con sus
discípulos. Allí fue donde anunció que alguien le traicionaría. Sigue el relato en los versículos 20
al 22:

"Al atardecer, estaba El sentado a la mesa con los doce discípulos. Y mientras comían, dijo: En
verdad os digo que uno de vosotros me entregará. Y ellos, profundamente entristecidos,
comenzaron a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor?"

Es sorprendente que ningún discípulo haya señalado a otro con dedo acusador. Porque todos
ellos, entristecidos, debieron ser conscientes de que en lo profundo de su corazón existía la
posibilidad de traicionar a Cristo. ¿Has descubierto esa sensación en la parte íntima de tu propia
vida? Estimado oyente, tú y yo podríamos descender tan bajo. Quizás respondas: "¡No, yo jamás
podría hacerlo, ni llegar tan lejos!" ¿Estás seguro? Yo le traicionaría si El no mantuviese su mano
sobre mí y, quizás, tu también.

Terminamos aquí nuestra reflexión de hoy, mientras aun resuenan los ecos de las palabras de
Jesús, y de las preguntas que brotaron de la profunda tristeza de Sus discípulos. Nos quedamos
en esta escena, colocándonos en ella como mudos espectadores a través del tiempo,
compartiendo los sentimientos de aquellos hombres y su angustiosa pregunta. Y, aunque
preferimos no escuchar de los labios de Jesús la respuesta, sentimos la necesidad de acercarnos
a El cada vez más. Tan cerca como para que podamos sentir su mano fiel, que toma la nuestra
con firmeza y la sostiene.

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