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Del relativismo y sus males

Se define el término moral como el conjunto de principios en que un ser se fundamenta para
definir su actuar, otorgando categorías de “bien” para aquello que, según sus raíces morales,
son los modelos de acción cuyo deber de la sociedad seria reproducirlos y difundirlo a las
generaciones, recibiendo denominaciones positivas (altruismo, bondad, solidaridad…); y
“mal” para acciones no permitidas por su percepción negativa cuya realización puede llevar
a rechazo social por quien la imparte.

La moral. Producto de la evolución


Para empezar, nuestro sentido moral está efectivamente enraizado en nuestro pasado
Darwinista. Se sabe que los genes, en su afán colectivo de supervivencia nos llevan a realizar
un trato exorbitantemente altruista con los individuos de nuestro parentesco, o ¿acaso
tratamos a nuestros hijos/hermanos de igual manera que al indigente con mayores
necesidades por satisfacer? También justificado por el claro beneficio darwinista de un
individuo el tener reconocimiento por actos de carácter bondadoso que da una posición de
confianza al resto de la población. Sino ¿porque se desarrollan dádivas caritativas a aquellos
en el otro lado del mundo afectados por un terremoto y que no conocemos y con baja
probabilidad de que algún día nos retornen el favor? Y siempre miramos con admiración al
autor de dicha obra. Y aunque estos no buscan ser afamados por sus conductas caritativas, en
su genética está presente ese deseo intrínseco, que los lleva a ayudar al que necesita. Pues así
como el deseo sexual, cuyo origen se apela a la reproducción, en ocasiones se satisfacen sin
fines procreativos, así pues con el impulso de la amabilidad. Estos sentidos de empatía,
bondad, caridad… residen en el sistema límbico cerebral en el cuerpo amigdalino en el cual
ante ciertas acciones produce patrones eléctricos específicos que el humano interpreta
inocentemente como “emociones”. Esta conducta representa un carácter evolutivo mayor que
no solo presentan los humanos, sino también los vertebrados más complejos.

Diferentes percepciones del bien y mal.


Entonces, somos buenos por naturaleza con los compañeros de la especie, y más aun con el
parentesco (aunque en circunstancias se ve obstruido por la búsqueda de supervivencia
individual). Esto sin embargo, la interpretación de los cimientos morales es directamente
afectada en cada persona por la doctrina ideológica relativa en la que fue formado. Aquí entra
el relativismo moral, compactado en las diferentes percepciones de lo que se tiene del bien y
el mal donde la religión juega una labor principal.
Las creencias religiosas son concepciones personales acerca de la vida, la muerte, y como
dije, definen lo correcto e incorrecto, lo cual son lo menos objetivas. De esta manera, cada
cultura alrededor del mundo es regida bajo sus códigos morales. Esto elimina la existencia
de un “estándar” universal que demuestre los principios morales absolutos, lo cual crea una
incertidumbre si se busca juzgar socialmente a alguien. Antes era el uso de preservativos,
experimentación científica con células madres, consumo animal, relaciones
prematrimoniales; hoy es el aborto, legalización de drogas, eutanasia, cremación de
cadáveres, inseminación artificial… Los dilemas ético-morales nos acompañan como
sociedad, contraponiéndose ideas de cada persona ligada a sus acervos de valores y creencias
personales. En algunos casos no se genera indeterminación frente a ciertos campos pues
como conjunto de seres logramos coincidir en nuestras percepciones del sentido moral. Así
pues actos de robo, tortura, violación, tráfico de estupefacientes y por no mencionar más, son
considerados malos por la inmensa mayoría y no generan desacuerdo.

El estado, efector directo en la moral


Sería perder el tiempo debatir sobre el poder que tiene el Estado. Este al disponer de la fuerza
militar, tiene la fácil capacidad para imponernos ciertos regímenes, que aunque pueden ir en
contra con ideales de una parte de la población, son acordes con el gobernante provisional
que la propuso, y ahí radica su poder y su directa incidencia en el código moral. Una
ciudadana, dentro sus valores y creencias le está permitido abortar, y quiere hacerlo. El
gobernante para ese momento está dentro de sus principios religiosos el aborto como acto
indebido, que no debe ocurrir bajo ninguna circunstancia y para eso decretó una ley que hace
al aborto ilegal, y declara cárcel de 8 meses a quien lo incumpla. Se obliga a la mujer a
someterse a esa ley impidiéndole algo que para su sentido moral no es malo. Esto resulta en
interpretaciones erróneas, puesto que en ningún momento se ve afectada las ideas de la
ciudadana, pero si su actuar. Esta persona vivirá ajustada a la ley impuesta por la subjetividad
del gobernante, eso o recibir la correspondiente carga penal. Cuando se pretende convertir
los prejuicios personales en imperativos categóricos, en decretos, leyes o mandatos estamos
de frente al gran problema del relativismo moral.
Anteriormente se dijo cómo se creaba discusión frente a diferencias de ideas para la moral,
lo que en algunos casos se respetaba. Cuando se usa el poder estatal para imponer la idea
individual a un colectivo que puede no estar de acuerdo, es un problema del relativismo
moral.

Sin Dios, ¿hay que ser buenos?


Es motivante optar por conductas de bondad con la convicción de la existencia de un Dios,
viviendo con el constante hecho en que siendo buenos ganamos su aprobación y recompensa,
y no serlo lleva a su desaprobación o castigo. Esto, aunque más que demostrar que la
moralidad viene de Dios y no por evolución (lo cual en su esencia es falso), me dice que
simplemente vivimos alienados bajo una cámara de vigilancia celestial, en el que nos
llamamos “seres buenos” no por poseer conductas esencialmente solidarias, sino más bien
para nuestro interés de no ser juzgados.
Einstein dijo: “Si la gente es buena solo por temer el castigo y esperar una recompensa, somos
efectivamente un grupo lamentable.” Y Michael Shermer nos ilustraba en La ciencia del bien
y el mal dirigido a los seguidores de la religión: “Si estás de acuerdo en que, en ausencia de
Dios, podrías cometer robo, violación y asesinato, te revelas como una persona inmoral, y
nos deberían advertir para que dejáramos un amplio espacio a tu alrededor. Si, en el otro
extremo, admites que continuarías siendo una buena persona incluso aunque no estuvieras
bajo vigilancia divina, has socavado fatalmente tu afirmación de que Dios es necesario para
que seamos buenos.”
Esta excusa de Dios como razón para ser buenos lleva a pensar que en un mundo en el que
la creencia en Dios desapareciera sería un mundo con todos como hedonistas insensibles
egoístas sin acciones que lleven el nombre de bondad. Sin embargo no creo que esto suceda.
No por el hecho de que la religión pueda llegar a su fin algún día, más bien no creo que a las
personas seguidoras de una religión, sea la religión la que los motiva a ser buenos. Richard
Hawkins: “Se puede ser ateo, feliz, equilibrado, moral e intelectualmente realizado.”
Entonces la religión, ¿buena o mala? Pues como este mundo es de todo. En casos como dije
lleva a acciones altruistas, en otros puede terminar en un perjuicio debido a sus extremismos.
Richard Hawkins: “Imagine un mundo sin religión. Imagine que no hay terroristas suicidas
envueltos en bombas, que no existe el 11S o el 7J, no hay cruzadas, cazas de brujas, ni el
complot de la pólvora, ni las guerras árabe-israelí, ni las masacres serbo-croatas-musulmanas,
ni la persecución de los judíos, ni los problemas de la Irlanda del Norte, ni las muertes de
honor. Imagine que no hay talibanes, para volar estatuas antiguas, ni decapitaciones, ni
blasfemias públicas, ni azotes en la piel de mujeres por enseñar una pulgada de la misma.”
Estos hostiles y desfavorables acontecimientos en la historia de la humanidad son y fueron
en su momento considerado buenos según el relativismo de cada cultura religiosa.
Y usted. ¿Piensa que las creencias religiosas son necesarias para una moral aceptable?

Marcelo Escalante

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