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El rasgo fundamental de la narrativa española y europea desde principios de siglo hasta 1939 es la ruptura
con el realismo decimonónico. La novela ya no se centrará en la reproducción exacta de la realidad, sino
en la profundización en las contradicciones internas de los seres humanos.
Hay que añadir que se da en esta convulsa época social un auge editorial muy importante, pues algunas
novelas alcanzarán la tirada de 60.000 ejemplares.
Las dos tendencias más señaladas de esta época son:
La Guerra Civil española finalizó en 1939, comenzando una dictadura militar que duró hasta la muerte del general
Franco en 1975, lo que supuso la censura, el exilio por razones políticas de muchos autores y la ruptura del normal
ciclo cultural. En el período que va desde el final de la guerra hasta los años setenta se sucedieron en España
numerosas tendencias novelísticas entre las que destacaremos las siguientes:
A. La novela existencial-tremendista:
Durante la posguerra y en un clima de gran depresión económica y fuerte represión política, destaca una tendencia
novelística cuya temática se centra en la angustia existencial y la desorientación vital. Entre estas novelas podemos
destacar Nada de Carmen Laforet (Premio Nadal, 1944) o La sombra del ciprés es alargada (1947) de Miguel
Delibes.
También se dio un movimiento que se llamó tremendismo, pues sus novelas reflejaban los aspectos más desagradables
de la realidad para efectuar una reflexión profunda sobre la violencia y la condición humana. La novela más
representativa del tremendismo fue escrita por el premio Nobel, Camilo José Cela, La familia de Pascual
Duarte (1942)
B. La novela social.
Durante los años cincuenta, España salió del aislamiento internacional apoyada por EEUU. Además, se produjo un
cierto crecimiento económico e industrial y se dio una tímida reorganización de las fuerzas de oposición al régimen, lo
que tuvo como consecuencia el surgimiento de la novela social.
Las novelas se centraron en la crítica a la propia sociedad española: la dureza de la vida en el campo, la explotación
del proletariado o la banalidad de la vida burguesa. El estilo de la novela realista es sencillo, tanto en el lenguaje como
en la técnica narrativa, pues se pretende llegar a un amplio público para concienciarles políticamente.
Para muchos, La colmena de Cela, publicada en 1951, es el precedente de la novela social. En ella aparece reflejada la
sociedad de la inmediata posguerra. Pero las obras y autores más significativos de este periodo son El Jarama, (1956)
de Rafael Sánchez Ferlosio y Los bravos (1954) de Jesús Fernández Santos.
C. La novela experimental
Con el Plan de Estabilización de 1959 y las divisas que envían a España muchos españoles que emigran por toda
Europa, se produce en la década de los sesenta un gran crecimiento económico que da lugar al surgimiento de la clase
media.
Las novelas (influidas por autores como Joyce, Proust o Faulkner) pasan a ser más complejas y experimentales,
dirigidas a un lector con mejor preparación intelectual que en los años cincuenta. Ya no se pretende sólo denunciar la
situación social, sino que también se persigue analizar la condición humana con la introducción de elementos
experimentales, como el monólogo interior, los continuos saltos hacia atrás o hacia delante en el argumento o la
supresión de los signos de puntuación. Las dos novelas más significativas de las nuevas tendencias son Tiempo de
silencio (1962) de Luis Martín Santos y Señas de identidad (1966) de Juan Goytisolo.
La novela desde 1975 hasta nuestros días
El final del franquismo y el inicio de la democracia supusieron el final de la censura y la incorporación plena de
España al bloque occidental y capitalista. Las editoriales transformaron las condiciones de difusión del género
novelístico adoptando las mismas técnicas de mercadotecnia que se usan con cualquier otro producto y afianzándose
como un potente sector económico.
La novela de esta época se ha caracterizado por la vuelta al relato tradicional, el cuidado lenguaje y la mezcla géneros
novelísticos que se han entrecruzado, dando lugar a que a menudo las obras contengan rasgos de varios géneros
diferentes.
En todo caso, entre las tendencias desarrolladas destacamos las siguientes:
a. La novela poemática
Se trata de una corriente en la que se da la introspección de la voz narrativa en el mundo íntimo de los personajes (a
menudo se da el narrador autobiográfico) acompañada por una expresión cuidada e intensamente lírica, muy cercana a
la poesía, buscando la perfección formal. Dentro de este tipo de novela podemos encuadrar La lluvia amarilla (1988)
de Julio Llamazares o La sonrisa etrusca (1985) de José Luis Sampedro .
b. La novela histórica
Se trata de un género de gran éxito, nacido durante el Romanticismo en el siglo XIX y que mantiene hoy las mismas
claves: en ocasiones los autores recrean el pasado con la mera intención de entretener al lector y en otras lo hacen
como forma de reinterpretar la historia aportando su propia visión. Dentro de esta corriente podemos destacar la saga
de El capitán Alatriste de Arturo Pérez Reverte (1996), El oro de los sueños (1986) de José María Merino o Crónica
del rey pasmado de Torrente Ballester (1989).
Es destacable el interés que se ha mostrado en las últimas décadas en narrar o ambientar historias en la guerra civil
española y la posguerra en novelas como La noche de los tiempos (2009) de Antonio Muñoz Molina, Soldados de
Salamina (2001) de Javier Cercas, Los girasoles ciegos (2004) de Alberto Méndez o la saga de Almudena Grandes
Episodios de una guerra interminable iniciada con Inés y la alegría (2010).
Dentro de este género podríamos incluir también las novelas que en los últimos años han reflexionado sobre nuestro
pasado más reciente y entre las que destacaremos la obra de Rafael Chirbes como Crematorio (2007) o la exitosa
Patria (2016) de Fernando Aramburu.
c. La novela de memorias
Encuadraremos aquí aquellas novelas en las que el novelista narra acontecimientos reales de su propia vida, a menudo
con un lenguaje lírico o con un cuidado estilo. Dentro de ellas podemos destacar obras como Mortal y rosa (1975) de
Francisco Umbral, El jinete polaco (1991) de Antonio Muñoz Molina y gran parte de la novelística de Enrique Vila
Matas como París no se acaba nunca (2003).
El teatro desde principios del siglo XX hasta 1939
El periodo histórico que transcurre desde comienzos del siglo XX hasta 1939 es muy amplio y en él se dan diferentes fases
históricas (crisis de la Restauración, dictadura de Primo de Rivera, Segunda República y Guerra Civil).
1. La comedia burguesa: Se trata de comedias que desarrollan situaciones divertidas protagonizadas por personajes de
clase acomodada. Jacinto Benavente es la figura más importante de este tipo de teatro con obras como Los intereses
creados o La malquerida. Hay una variante más popular de este tipo de teatro que tiene elementos costumbristas.
Entre sus autores más representativos estarían Carlos Arniches (con sus comedias y sainetes madrileñistas como El
santo de la Isidra), los hermanos Álvarez Quintero (con sus obras andalucistas como Malvaloca) o el portuense Pedro
Muñoz Seca (con su astracán, La venganza de don Mendo).
2. El teatro poético: Se trata de obras que enlazan con la tradición romántica. El tema fundamental de estas obras es el
amor y en ellas se emplea el verso, el simbolismo y, frecuentemente, la música. Dentro de esta tendencia podemos
destacar la obra de los hermanos Antonio y Manuel Machado, La Lola se va a los puertos y casi toda producción
dramática de Federico García Lorca (1898-1936).
a. Para Lorca el teatro es un espectáculo en el que se combinan los gestos, la música, lo plástico y lo poético. Entre los
elementos esenciales de su teatro podemos citar los siguientes: La temática: el tema constante es la libertad,
representada a través de la libertad amorosa. Los personajes femeninos ocupan un puesto relevante en todas sus obras.
Estas mujeres se convierten en símbolos de la libertad enfrentadas al principio de autoridad impuesto por la sociedad.
Ambiente andaluz: sus obras más importantes se desarrollan en el medio rural andaluz. Las obras más importantes de
García Lorca son Bodas de sangre (1933), Yerma(1934) y La casa de Bernarda Alba (1936).
3. El esperpento: Se trata de un género teatral creado por Ramón del Valle Inclán (1866-1936) con la intención de
reflejar de forma crítica la realidad española de los años veinte, bajo la dictadura de Primo de Rivera (por ejemplo en
), La hija del capitán (1927). Valle lo definía como una deformación grotesca de la realidad. Se trata de obras
dramáticas en las que personajes grotescos afrontan problemas terribles de forma ridícula o indigna. En muchas de
ellas se recrean elementos del teatro clásico español como en El terno del difunto (basada en el mito de don Juan
Tenorio) o como en Los cuernos de don Friolera (basada en los dramas de honor de Calderón). Quizá la obra más
importante de este género sea Luces de bohemia (1920).
El teatro desde 1939 hasta nuestros días
Entre 1940 y la actualidad transcurre casi un siglo entero en el que se han sucedido diferentes épocas históricas con sus
correspondientes tendencias teatrales. Entre ellas destacaremos las siguientes:
1. El teatro de humor es la corriente más importante del teatro de posguerra. Los años que siguen a la Guerra civil
española (1936-39) están marcados por el hambre, la represión política y el aislamiento internacional. El teatro se vio
afectado por la censura y sirvió como medio para evadirse de los problemas políticos y sociales. Sus autores más
destacados fueron:
a. Enrique Jardiel Poncela, cuyo teatro presenta personajes de la época enfrentados a situaciones disparatadas que lo
acercan al teatro del absurdo. Entre sus obras destacamos Eloísa está debajo de un almendro (1940).
b. Miguel Mihura, cuyo humor también deriva de situaciones absurdas y de diálogos ilógicos. Entre sus obras
podemos destacar Tres sombreros de copa (1952) y Maribel y la extraña familia (1959).
2. El teatro realista. En los años 50 aparece un teatro social que pretende reflexionar sobre los problemas de España y la
situación de las capas más humildes de la sociedad.
a. Buero Vallejo pretende influir con sus obras en la actitud de los espectadores ante su propia existencia desarrollando
situaciones que acaban de forma dramática debido a la actitud pasiva o incorrecta que mantienen los personajes. Es el
caso de obras como Historia de una escalera (1949) o El tragaluz (1967). Otras obras suyas tratan el tema de España,
la libertad política y la justicia y la dictadura.
b. Otros autores de representativos de este teatro fueron Alfonso Sastre, con su obra La taberna fantástica (1966) o
Martín Recuerda con Las salvajes en Puente San Gil (1960).
c. Tras la muerte de Franco triunfa un teatro neorrealista, que refleja de forma crítica los problemas presentes y
pasados de España, mezclando elementos nostálgicos con otros cómicos o poéticos . Entre estas obras podemos
destacar Bajarse al moro (1985) de Alonso de Santos, Las bicicletas son para el verano (1977) de Fernán Gómez o
Ay, Carmela (1987) de Sanchis Sinisterra.
3. El teatro vanguardista:
a. En los años sesenta y setenta se asimilan corrientes experimentales del teatro extranjero como el “teatro de la
crueldad” de Artaud o el teatro del absurdo de Ionesco o Beckett. Surge así una nueva vanguardia teatral. Su audacia
formal los alejó del público mayoritario y les impidió estrenar durante el franquismo. Podemos mencionar en esta línea
a Fernando Arrabal, con Pic-nic (1952) o a Francisco Nieva con Pelo de Tormenta (1973).
b. También podemos incluir aquí a los grupos independientes de actores que se asociaban para crear sus propias
compañías a partir de los años setenta. Unieron las tendencias vanguardistas y las populares representando un
repertorio creado por ellos mismos para representarlo en pequeñas salas o en la propia calle. Entre estos grupos
podemos destacar Els Joglars, Els Comediants o La fura dels baus.
La poesía desde el Modernismo a las vanguardias
Desde finales del siglo XIX se da una profunda renovación de la lírica española por medio de diferentes movimientos
literarios.
1.1. Modernismo
El modernismo fue iniciado el nicaragüense Rubén Darío a través de su obra Azul (1888), enlazando las
tendencias posrománticas (Bécquer, Rosalía de Castro), a la vez que sintetizaba movimientos poéticos franceses como el
parnasianismo o el simbolismo.
El modernismo se plantea la evasión de la vulgar realidad burguesa a través de la búsqueda de la belleza dando
lugar a un universo estético idealizado. Sus temas favoritos fueron lo exótico, lo fantástico, lo mitológico y lo melancólico
representados en objetos poéticos como los cisnes, los animales y lugares exóticos, los jardines y las fuentes, etc. En cuanto
a la métrica, sus rasgos definitorios fueron el verso alejandrino y las rimas esdrújulas, si bien emplean otros versos y rimas.
Entre los grandes poetas modernistas destacan su fundador Rubén Darío (Cantos de vida y esperanza) y los hermanos
Manuel Machado (1874-1947) con su obra Almay Antonio Machado (1875-1936) con Soledades, galerías y otros
poemas (1907). También el Premio Nobel Juan Ramón Jiménez (1881-1958) es considerado modernista en su poesía
anterior a 1916, con obras comoLa soledad sonora y Platero y yo (este último en prosa poética).
1. 2. Generación del 98
La generación del 98 está formada por un grupo de intelectuales que toman su nombre del Desastre de 1898 y se centran en
su preocupación por España. Coinciden con los modernistas en su rechazo a la realidad española, pero se caracterizan por
un estilo sencillo y sobrio y por plantear una reflexión directa sobre la realidad nacional.
El poeta más representativo de esta tendencia es Antonio Machado (1875-1936) cuyos temas fundamentales son el tiempo,
la muerte, Dios, el paisaje y las gentes de Castilla (como esencia de España) plasmadas en su libro más importante, Campos
de Castilla (1912).
3. Las vanguardias
Las vanguardias, surgidas tras la Primera guerra mundial, integran un conjunto de movimientos artísticos caracterizados por
su oposición a la burguesía y sus valores artísticos (haciendo un arte para minorías formalmente transgresor y difícilmente
inteligible). Entre los principales movimientos de vanguardia europeo destacaremos el surrealismo con autores como Bretón
y el futurismo de poetas como Marinetti o Mayakovsky. En España se dieron el creacionismo y el ultraísmo (que aglutinó
todas las vanguardias mediante la ruptura del discurso lógico, la abolición de las ideas y la introducción de innovaciones
tipográficas como el caligrama). Entre los integrantes del ultraísmo estuvieron Guillermo De Torre, Jorge Luis Borges,
Gerardo Diego o Ramón Gómez de la Serna.
La poesía del grupo poético del 27
El grupo poético o Generación del 27 fue denominado así porque sus integrantes se unieron para conmemorar el
tricentenario de la muerte de Góngora en 1927, al reivindicarlo como su principal referente poético.
Aunque la poesía de cada uno de sus autores presenta un estilo particular, se dieron ciertas características comunes como
fueron el predominio absoluto de la metáfora y el hermetismo (lo que les identificaba con Góngora), la influencia de las
vanguardias (sobre todo del surrealismo), el tema del amor y la naturaleza, la mezcla entre la tradición popular y los
elementos cultos y el uso de una métrica variada (formas tradicionales y verso libre).
Entre sus influencias se suelen señalar además de Góngora y las vanguardias, las del filósofo Ortega y Gasset y el poeta
Juan Ramón Jiménez.
Los críticos han establecido en su evolución como grupo tres etapas muy marcadas.
Primera etapa: (1926-1929) En la época fundacional del grupo en la que se dan de forma más marcada y unitaria
los rasgos señalados antes.
Segunda etapa: (1929-1936) En esta época se da con mayor fuerza la influencia del surrealismo y una parte del
grupo evoluciona hacia una poesía más politizada y social.
Tercera etapa: A partir de 1936. La guerra civil rompe la unidad del grupo pues Lorca es asesinado al inicio del
conflicto y una parte del grupo marcha fuera de España durante (como Pedro Salinas) o al finalizar la guerra (como
Alberti). Cada uno de los poetas evoluciona en un sentido más personal.
Quizá el poeta más importante del grupo sea Federico García Lorca (1898-1936), creador de un sistema poético
propio en el que el mundo popular andaluz cobra enorme fuerza poética gracias a un tratamiento poético exquisito. La
opresión, la muerte y el tema sexual aparecen con frecuencia en sus versos. Entre sus obras destacan Romancero
gitano y Poeta en Nueva York, obra de marcada influencia surrealista.
Rafael Alberti (1902-1999) es otro de los poetas fundamentales del grupo con sus obras Marinero en tierra.
y Sobre los ángeles. En su poesía es destacable la influencia surrealista, el neopopularismo que mezcla elementos
tradicionales con la vanguardia y su compromiso político.
Luis Cernuda (1902-1963) reúne en una sola obra toda su poesía: La realidad y el deseocentrada en el choque
entre los sentimientos y la realidad social. En su poesía hay influencias románticas y surrealistas. De entre sus libros
destacan Un río, un amor y Los placeres prohibidos, en el que trata el amor homosexual.
Otros poetas relevantes de la generación del 27 son el Premio Nobel Vicente Aleixandre de honda influencia surrealista (La
destrucción o el amor), Dámaso Alonso (Hijos de la ira), Gerardo Diego (Imagen)Pedro Salinas (La voz a ti debida) y Jorge
Guillén (Aire nuestro),.
Por último, debemos destacar, la figura de Miguel Hernández, poeta posterior al grupo del 27, pero cuya obra se da también
durante la Segunda República y parte de la tradición clásica y muestra intensa emoción humana y declarado compromiso
político. Entre sus obras destaca El rayo que no cesa.
La poesía desde 1939 a los años 70
La Guerra Civil española finalizó en 1939, comenzando una dictadura militar que duró hasta la muerte del general Franco
en 1975, lo que supuso la censura, el exilio por razones políticas de muchos autores y la ruptura del normal ciclo cultural.
En el período que va desde el final de la guerra hasta los años setenta se sucedieron en España numerosas tendencias
poéticas entre las que destacaremos las siguientes:
1. La poesía testimonial:
Esta tendencia se desarrolló al terminar la Guerra Civil. Dámaso Alonso señaló que dentro de la poesía de la posguerra se
había dado una tendencia que él denominó “poesía desarraigada” o existencial, que fue cultivada por los poetas más
alejados del régimen franquista. Estos poetas querían reflejar un mundo caótico y angustioso por medio de un lenguaje
desgarrado y violento. Sus temas fueron la realidad y la vida cotidiana, la existencia como lucha con el mundo o consigo
mismo. Se agruparon en torno a la revista Espadaña y entre sus representantes estuvieron Dámaso Alonso, Victoriano
Crémer y Eugenio de Nora. Quizá la obra más representativa de esta tendencia sea Hijos de la ira (1942) de Dámaso
Alonso.
2. La poesía social:
Durante los años cincuenta se produjo una tímida reorganización de las fuerzas de oposición al régimen, lo que dio lugar a
la poesía social. Los poetas salieron de su angustia interior y denunciaron el autoritarismo exigiendo la justicia e intentando
que la poesía fuera un arma de concienciación política. Por ello, su estilo era directo, sencillo y coloquial.Los autores y
obras más representativos de esta tendencia fueron Gabriel Celaya con Cantos iberos (1955). José Hierro con Quinta del
42 (1952) y Blas de Otero con Pido la paz y la palabra (1955).
El final del franquismo y el inicio de la democracia supusieron el final de la censura, la vuelta de los poetas exiliados como
Alberti y la incorporación plena de España al bloque occidental; pero no transformaron las condiciones de difusión del
género poético, que siguió reducido a un público minoritario. Durante este época se han dado múltiples tendencias poéticas,
entre las que destacamos las siguientes:
1. La poesía culturalista
Denominaremos así a los poetas agrupados en torno a la antología de José María Castellet Nueve novísimos poetas
españoles (1970) como Pedro Gimferrer (con su obra Arde el mar), Martínez Sarrión (Una tromba mortal para los
balleneros) o Félix de Azúa (Lengua de cal).
Entre los rasgos más destacados de estos autores están su vasto bagaje intelectual que integra la tradición y la vanguardia, la
influencia que sobre ellos ejercen los medios de comunicación y por ellos son constantes sus referencias a la sociedad de
consumo (el cine, la música pop, el deporte, los tebeos). Por otra parte, contrarios a la poesía social, defienden
explícitamente la ineficacia de la poesía para cambiar el mundo, por lo que la experimentación lingüística es la única
justificación de la creación artística. Por ello cultivan un nuevo vanguardismo y defienden la libertad absoluta del poeta:
utilización de la escritura automática e incorporación de las técnicas de “collage”, el verso libre amplio, la disposición
visual y tipográfica del poema (poemas visuales) o la prosa libre…
2. La poesía de la experiencia
La poesía de la experiencia se da durante los años ochenta y noventa. Sus poetas propugnan una nueva sentimentalidad que
parte de la tradición y la inteligibilidad del texto. Se recuperan la métrica, la rima y la estrofa. Cultivan una poesía realista,
que habla de la vida y de la realidad cotidiana de carácter urbano, con una expresión coloquial y que revaloriza, el humor el
pastiche y la parodia. Dentro de esta tendencia destacan los poetas Luis García Montero (Diario cómplice) y Felipe Benítez
Reyes (Sombras particulares).
Progresivamente, esta tendencia se fue manifestando en favor de un compromiso social del poeta frente a lo que consideran
un mundo injusto e insolidario con el sufrimiento ajeno.
3. La poesía neovanguardista
A partir de los años ochenta y noventa del siglo pasado se extiende la estética de la posmodernidad que asume los
presupuestos artísticos transgresores de las vanguardias de inicios del siglo XX, pero sin manifestar la carga política anti-
burguesa que las caracterizaba.
Sobresalen entre ellos poetas que desarrollan elementos surrealistas como Blanca Andreu o Leopoldo Panero. También
podemos añadir la corriente de la llamada poesía visual, que parte del futurismo, el dadaísmo y el cubismo y que por medio
de palabras intenta reflejar imágenes siguiendo estructuras caligramáticas y jeroglíficas. Entre sus autores podemos destacar
a Fernando Millán, Antonio Gómez o José Carlos Beltrán