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A. MESA NICHOLLS
do del perro y ,caminando trabajosamente, ,apoyado en
su palo, ;un muchacho campesino ientrarará por la iz-
quierda).
Juan—(Dentro) Marujal...
Nubes de Ocaso
(Pausa). Marujal.....
Eh? qué se habrá hecho esa muchacha...
horas y no parece por ninguna parte! Ya estas
Muchacho—Ño Juan, la Maruja... puallí
blo va con Pa-
el de mana Sinforosa. Y taban diciendo quisque
s'iban mañana pa Remedios con JoSé!
(Sale por la derecha).
Juan—(Se asusta y hace esfuerzos por correr). Ma.
Ma... Maruja... (Desesperado).
Onde val... onde
val... No!... Yo no veo naal... No veo naal....
Dios mío!...
(Va a arrodillarse y cae al suelo. Habrá
una breve pausa 'en que 'Juan llorará desesperado).
iMarujal... Marujal... José!... No responden!...
Me abandonan!... Me dejan solo! .... Sólo!... Dios
mío!...
(Se 'desespera, luégo empieza como 'sonámbulo a
buscar algo a su alrededor, toca al perro, lo abraza y eynontañas de Antioquía
exclama con una sonrisa Epoca actual
dolorosa y amarga):
Nól... solo nól... solo nó!... Me queda un com-
pañero!.. El último!.. Este.. no me abandonará L, .
No me abandonará , ACTO PRIMERO
(Lo besa mientras cae el telón lentamente). La escena representa una habitación en la cabaña
de Pascual. Al fondo, puerta que da al patio; a la de-
recha de ésta una tarima con ropa y útiles de servi-
cio doméstico; en el rincón derecho varias herramien-
tas de labranza, al lado una ventana que da a la
huerta, con tiestos de flores. A la izquierda de la
puerta una cama, y al lado de ésta la cuna del niño.
En la pared, sobre la cabecera de la cama, varios cua-
dros de santos.
NUBES DE OCASO 31
30 A. MESA N1CHOLLS
Carmen--Sí, porque los hombres con el sombrero
agacha°, tienen car'e bandidos. Vos también, acor-
ESCENA I
date aquel día, porque no te quise dar estre registro,
éste que está aquí prendío en la cabecer'e la cama...
Pascual hacia la derecha, sentado en el suelo y amo- Me hacías unos torcíos... y me voltiabas l'espalda
lando el hacha. Irá vestido como los campesinos enr como si jueras un muestrario e sastrería.
tioqueños en día de trabajo. Carmen sentada en la
cama y arrullando al niño en los brazos, canta suave- Pascual—Ja, ja, jal... Es que es tan bueno darle
mente: en qué moder a la gente.
Carmen—Bueno, pues ese cargo me gacía yo.
Duérmete niño Pascual—Tan boba, como si yo juera a morirme por
duérmete tú, eso...
antes que venga Carmen—Y sin embargo se t'iba la baba por con-
el currucutú. tentarme.
Pascual—Como a vos cuando me nojaba yo.
Pascual—Has de saber que primero me duermo yo
Carmen—(Con ironía). Sí.... demás.
que ese; no tiene trazas de domnirse, en todo el día.
Pascual—No.... Acordáte en aquellos aguinaldos,
Carmen—No, si ya está cerrando los ojitos, y si vie-
cuando lo estabas sortiando con aquel cachaco en el
ras lo lindo (pe está, parece un angelito del cielo.
pueblo que me nojé yo, y te estuvites como ocho
Pascual—Ah pes... Ya me lo figuro, como que sa- días pa contentarme, suspirando y mandándome ra-
lió parecío a la madre. zones con tos los piones de la montaña. Cuando eso
Carmen—Zalamero. Al que salió parecío jue al pa- jue que me mandates aquel pañuelo e'seda que me
dre, en lo bravo, por too se enoja. pongo yo tos los domingos pa ir a misa.
Pascual—Es que eso le viene por parte y parte, por- Carmen—Sí, me acuerdo, ese cachaco era el niño
que de bravos está el mundo lleno. Sobre too es que Joaquín, el hijo e mi padrino.
cuando úno tiene quien lo contemple.... Pascual—Si yo lo sabía, y me nojé pa que me re-
Carmen—Sí, pero galaras algo.
Pascual—Pero que, apuesto a que ahora viene a Carmen—Tan descaran, y tiene car'e confesarlo!
hacerse la santa. Como si no la conociera yo desde an- Pascual—Natural, porque too eso iba a quedar en
tes de casarnos. Te acordás aquel domingo en el
la casa.
pueblo, que naa más porque me agaché el sombrero
casi se acaba el casorio? Carmen—En fin, eso ya pasó.
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Pascual—Bueno, pero por eso no hay que echarlo ene ha dejao hacer naa en too el día; la casa está
al olvido; siempre es sabroso recordar tos esos per- inanga por hombro y no sé ni por onde empezar.
cances. Y eso que en esos tiempos no pensábamos
tuavía en ese retoño. Pascual—Y eso que ahora han de subir dos piones
de la vega pa acabar de rozar este pedazo e rastrojo
Carmen—(Besando al niño). Tan lindo!
de aquí arriba, y hay que darles algo, man que sea
Pascual—Pueda ser que algún día nos sirva de algo. un ,bocao e frisoles.
Carmen—Eh, hora que me acuerdo, mañana voy Carmen—Eh ¡que beban claro si quieren! Pa lo
a cortarle las uñas y tenés qu'ir viendo que le. rega- que ellos nos dan a nosotros...
lamos.
Pascual—No mujer, algo ha de valer la amistá.
Pascual—Pes... Será la polla ,saraviaa qu'es la Carmen---Ya por eso...
[más bonita de las que hay.
Pascual—Además esta tarde ha de venir ña Dolo-
Carmen—O el gallo calzao. res con la hija a conocernos la casa, y no las pode-
Pascual—No, porque ese hay que matarlo mañana mos dejar ir sin darles naa.
que ha de subir don Carlos. Carmen—Hombre, y ahora que me acuerdo, ña Do-
Carmen—Ehl Tántas aten -..iones con ese Juan La- lores me regaló el otro día un azabache pa ponerle
nas! al niño en el pechito pa que no lo vayan a ojiar, y
Pascual—Cálla la boca mujer, hay que atenderlo no se lo he puesto.
muy bien, porque él es el patrón, y ha sio muy bue- Pascual—Esos son agüeros mujer, yo nunca he po-
no con nosotros, ya ves, no hace tuavía un mes que dido crer en toas esas supersticiones.
estamos aquí, y cuánto hemos mejorao! Carmen—No, si hay mucha gente mala que por en-
Carmen—Sí, pero es que es tan zalamero y tan re- vidia les hace mal de ojo a los chiquitos.
pelente! Pascual—No creás en etoas esas bobaas, Carmela.
Pascual—Eso no, en no haciéndole caso... Por su- Eso es que too el que tiene algún hijo tuerto go des-
puesto que tenés que tratarlo muy bien, es una obli- barata°, dice que jue que l'hicieron mal diojo pa
gación, es un deber. quear mal.
Carmen—Yo no sé por qué me choca tánto desde Carrsen—En fin, de toas maneras se lo pongo, mas
el primer día que lo vi. que no sea sino por lo que le luce en ese pechito que
Pascual—Bueno, pero hay que hacerle buena cara, parece de nieve.
eso no tiene remedio. ..Pascua!—(Saca del bolsillo un tabaco). Tenés puay
Carmen—Por fin se durmió este angelito que no los lucíferos?
314 A. MESA N1CHOLL$ .NUBES D,E OCASO 35,
Carmen—,Si, aquí están debajo el colchón, pa los. Eso qué, si ya teníamos un hijo!... (Lo besa). Y la
pies. Virgen nos ha protegío, porque aquí ya estamos mu-
(Pascual se levanta, saca lo fósforos y enciende el cho mejor, no nos falta naa y tenemos. esperanza de
tabaco, luégo se sienta en la cama, al lado de Carmen, hacer algo algún día .
que tiene al niño en los brazos). Carmen-- (Suspirando). Pes no hay hacer cas-
Pascual—¿Qué lindo no? Qué lindo! Verdá? Pa-. tillos en el aire.
rece un angelito del cielo! Y se ríe dormido!... Pascual—Pero, Carmen, por Dios, no sias descon-
Carmen—Es que sueña con los ángeles. tenta, ¿es que te parece poco tuavía?
Pascual--Sí, es que sueña con ellos!... Ah, qué Carmen—No, me parece mudho, antes me parece.
bueno es tener un hijo, no? Qué bueno! Te acordáis demasiao lo que tenemos. Pero quién sabe si algún
antes de nacer éste? A mí me parecía que me faltaba día pensaremo: que era mejor no haber baja°. de la
algo, pero no sabía qué; que había un vacío entre montaña.
nosotros, y yo no topaba con qué llenarlo!... A vos, Pascual--Carmen, pa los' malos no hay en el mun-
te quería lo mismo, o can día más, pero eso no era do ni un cristiano bueno, porque piensan que too el
duficiente pa llenar el vacío!... Después... Vino 'que les hace bien 'es por interés, porque así lo ha-
éste... y jue como si hubiera amanecío pa nosotras! cen ellos, pero nosotros no podemos pensar como lbs
Te acordás? malos!
Carmen—Sí, me acuerdo. Carmen besa al niño y lo acuesta en la cuna.
Pascual—i Qué felicidá!... Yo soñaba con él den Sebastián (Dentro).:.-Mulal... José! Componele la
de antes de casarnos. Por eso, cuando iba al pue- carga a esa mula colorada que se le jue a las veri-
blo, a la fiest'e la Virgen, hace ya muchos días, y la jas!
veía a ella, a la Virgen tan linda, entre ramos de flo-
Pascual—Ahora que me acuerdo, tengo que , encar--
res y con el niño en los brazos; a mí me parecía que , garle a Sebastián unas cosas del pueblo pal convite
too era un sueño, y que ella eras vos... y que el ni- mañana.
ño era éste. . el que había de venir a alegrarnos la.
vida! Carmen—Qué le vas a encargar?
Carmen—(Besando al niño). Si. Pascual—Unos tabacos y unos pan de trigos.
Pascual—Así no se sienten las penas! Y mirá que- Carmen—Pal patrón, apuesto?
hemos pasaa crujías, porque allá en la montaña, Prscual--Naturalmente, hay que atenderlo.
cuántas veces nos vimos sin qué comer... Pero.... C (Disgustada)---Eh!
NUBES DE OCASO 37
36 A. MESA NICHOLLS nor en la huerta, yo por atender a las mulas no pue
sembrar naa este año. Vos tenés?
Pascual—Pero mujer, por él estamos viviendo aquí
de agregaos, y nos prefiere a toos.... Valiente oje- Pascual—Qué hombre, si apenas hace un mes que
riza la tuya! vinimos. Estoy rozando estre rastrojito de aquí arri-
(Entra Sebastián). ba pa ver si siembro algo en la Candelaria.
Sebastián—Bueno y... estás ama.ñao?
Pascual—Sí, hombre, el patrón es muy bueno; tan
ESCENA Il bueno como yo no creí nunca que juera. Los demás
me decían que era trabajoso, que era bravo,, que era
Sebastián—Buenas tardes.
perecío.. Conmigo no, to lo contrario: generoso y
Pascual—Quihay Sebas. :desinteresao. Too lo que ves aquí nos lo ha dao él.
Carmen—Buenas tardes, Sebastián. Sebastián—Y eso qué... (En secreto) Puay dice
Pascual—Ya bajás con el café de los Ramírez? la gente...
Sebastián--,Sí, hombre, pero están mojáas las car- Pascual—(Bruscamente) Qué!
gas, y caa tercio pesa más que un pecao mortal. Van Sebastián—Que quiere a la Carmela..
esas pobres mulas que no puen dar paso, si he sabio Pascual—Eh! Qué gana de hacer enredos man-
no me comprometo a llevarlo. tienen los que viven de balde, hambre, por eso dicen
Pasal—Pero te pagan bien? que la ociosidá es la madre de toos los vicios!
Sebastián—Qué hombre, una miseria. (A Carmen). Sebastián—Pes no te conifíes mucho; don Carlos ha
'Carmelita, regáleme un clarito que tengo la boca co- sio fregao.
mo lengua de lora. Pascual—No hombre, dudar yo de la Carmela, de
Carmen—Con mucho gusto. (Sale). don Carlos... Qué disparate! Es que la gente no pue
Pascual—Y volvéis esta tarde? ver que un rico sea bueno con un pobre, porque no
Sebastián—Quién sabe; talvez no alcanzo a volver, les ha de faltar ,qué decir. El ladrón juzga por su
pero ,m.1f;na temprano. condición.... Hasta la misma Carmela le ha cogí°,
Pascual----Y pensás \ enir al convite? ojeriza por lo que dicen.
(Vuelve Carmen).
Sebastián—Sí, por darle gusto al patrón; y eso que
el maiz se me está perdiendo, no he tenlo ni tiempo
e deserbarlo.
Pascual—Y tenés mudho?
Sebastián—No, hombre, dos almues que regó Lío-
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Carmen—Hasta mañana Sebastián, que Dios lo
ESCENA III ve con bien.
Pascwel--(E-esde la puerta). Mirá, me traes una
(Dichos y Carmen) — Carmen da a Sebastián el var'e mecha de la tiend'e el cojo.
"claro" en una totuma. S&-,asrk—(Dentro). Bueno. Adiós.
Sebastián—(Entregándole la totuma después de to- Pascual—Adiós.
mar). Dios se lo pague, Carmelita.
Carmen—Ya lo dejaron las mulas. ESCENA IV
Sebastián—José las habrá dejao meter toas al ras-
trojo, como es de perezoso.... (Carmen y -Pascual).
Pascual—(Pasando el dedo por el filo del hacha).
Pascua! — (Dando a Sebastián una moneda). Me
Bueno, ya está amolaa la que too lo puco... Con és-
traés.... cinco pesos de tabacos, y lo que te sobre en ta y un plato e frisoles escuajo yo media América,
pandetrigos.
y me río del hambre.
Sebastián—Buene.
Carmerj—Pa ond.e te vas?
Carmen—Ah, y un peso e cominos.
Pascual—A tumbar el roble grande de la cañaa.
Sebastián saca del carriel un tabaco, y para en- Carmen—Ese es el que van •a poner de puente en
cenderlo hace fuego con eslabón y mecha.
el río?
Pascual—Si éntras a la tiend'e Sinforoso decile Pascual--Sí, ese. Pa eso es el convite mañana, pa
que no puedo ir hasta el lunes, porque tengo que ha-
cer. bajarlo a la vega.
Carmen—De modo que no vas a esperar a ña Do-
Sebastián—BUeno.
lores?
Carmen—Y no se le olvide venir mañana al convite
Pascual—No, no puedo porque ese palo hay que
que lo están esperando pa que haga juerza.
tumbarlo hoy sin falta. Pueda ser que estén aquí
Sebastián—No, eso le estaba diciendo ahora a Pas- cuando yo vuelva, pero si no, les das muchas salues
•cual, que sí vengo, manque tengo que hacer. El mal- y le decís a Ricardo que baje en un momento pa con=
cito se me está perdiendo en la maleza. Y me. voy, tarle una cosa.
- porque ya se habrán echao toas las mulas. Hasta ma-
ñana. (Sale corriendo). Carreen—Bueno.
Pascual—Y me voy, porque •si me cogen aquí no
;alcanzo a tumbar aquel palo.
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,NUBES DE OCASO
Carmen—Te mando allá la comida? Carmen—Mucho ña Dolores, y sobre too que se po-
Pascual—No, yo vengo aquí, si en cuatro hacha- nen tan necios.
zos echo ese palo al suelo. Hasta luego. (Medio nui, Ricardo—Y Pascual?
tis).
Carmen—No hace mucho salió pa la cañaa. (No
Carmen—Bueno, hasta luego.
lo vieron salir?
Pascual—Ah, si pasa Tomás decile que me espere. Ricardo—No; nos vinimos puel camino de arriba.
No le vas a entregar la herramienta.
Carmen—Se fue a cortar el roble grande; como que
Carmen—Bueno. (Sale Pascual). lo van a poner de puente en el río.
ESCENA V Ricardo Sí, es que ahora hay trabajos en el otro
lao y no tienen por onda pasar los piones, hay que
Carmen va a la cunr: y hace algunas caricias al dar unta vuelta inmensa.
niño que duerme, luego vuelve a sentarse en la tari- Dolores—Pero pa bajar ese palo a la vega sí es una
ma y se pone a coser. empresa.
Carmen—Pobre Pascual, es bueno como la luz, Carmen—Lo van a bajar con bueyes; pa eso es el
bien hace too el mundo en quererlo. convite mañana.
Dolores—De veras que a los muchachos les manda-
Dolores—(Deritro)• Buenas tardes. (Carmen va has-
ta la puerta) ron decir , que bajaran, que había convite, pero no di-
jeron pa qué.
Carmen—Buenas tardes, ña Dolores. Quihay Ricar- Ricardo—Y que se atravesó a muy mal tiempo, por-
dito, sigan. (Entran Ricardo y Dolores, ésta con un que toos estarnos deserbando las cosechas que se es-
canasto). Entren y se sientan. Me perdonan esto tan
tán perdiendo entre la maleza.
rebrujao, es .que el niño ha estao tan necio que no me
ha dejao hacer naa en too el día. Carmen Y sembraron mucho este año?
Ricardo—Algo, pero el invierno lo ha echao too
Dolores—Pero aliviao?
perder.
Carmen—Si, aliviaíto ña. Dolores, Dios se lo pague.
Dolores—Es que con esos granizales que han caío
Estuvo muy malito con la salía de los dientes, pero
ya está mejor. no hay naa que resista.
Carmen—Y esas tempestaes tan duras, Santa Bár-
Dolores—Esa es una edá tan peligrosa en los chi-
qu Ttos bara bendita !
Dolores—Y dicen que ese rayo que cayó ayer les
mató una anula a loe Ramírez.
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Carmen--No era pa menos, qué cosa tan horrible. Carmen—Sí, muy bonito, a mi me pareció muy bo-
Dios mío! Puaquí hizo un huracán que parecía que nito
s'iban a alzar la casa.
Dolores—Pes hay que hacer la raya, porque don
Dolores—Virgen Santa! Carlos ha sido siempre muy amarrao.
Carmen--Yo me puse a rezar el trisagio, pero se Ricardo—Como que le ha cogío cariño, es que Pas-
me trababa la lengua era tánto el miedo! Y hasta el cual trabaja mucho y es muy buen agregao; no por-
niño estaba aterrao. Pa eso que me cogió sola, porque que esté presente Carmelita, sino que es la verdá.
Pascual anclaba por la montaña.
Carmen—Ello no Ricardito, hay hace lo que puee
Ricardo—Y vino muy tarde. el pobre, y eso que en estos días ha tao medio en-
Carmen—Puuu.... Ya hacía rato que había oscure- fermos°.
cía, y yo que soy tan miedosa pa quedarme sola de no- Dolores -Sí? Qué ha tenío.
che
Carmen—Pes será con tántas mojaas ña Dolores,
Dolores:--Es que están esos caminos mi hijita que no que de noche le da fiebrecita y le duele la cabeza.
. hay p'onde andar. Sobre too ese «de la montaña; Vir- Dolores ,Eso es mientras se aclimata, es que este
gen Santa, que cosa tan horrible! Na menos agora que cañón les da muy duro a los que vienen de la mon-
bajábamos había una probe mula ataseaa hasta las
taña.
orejas en un tragadal d'esos.
Carmen—También puee ser eso, ña: Dolores.
Ricardo—Y los pobres arrieros tragando pantano
_ hasta por las narices pa sacarla! Ricardo—El se demora pa venir? Carmelita.
Carmen—Ave María Purísima! Carmen—Pes no sé Ricardito, me dijo que si usté
venía le dijera que bajara en un momento a la ca-
Ricardo—Y eso no tanto, sino que ese café ya no ñaa.
Io puen espachar pal puerto hasta que se vuelva a
Ricardo Sí? Pes antóns me voy. Ya güelvo, ma-
secar. porque ¿sí mojao pesa el doble, y cuesta más el
flete en el ferrocarril! mita.
Carmen—Demás. Dolores—No se dilate mhijito que nos tenemos qu'ir
ligero, acuérdese cómo t'ese camino.
Dolores—No, y lo que se atrasan las mulas pues
es una cosa horrible, probes animales . Carmen—Pero sin comer no se van ña Dolores.
Dolores—No mhijita, no poemos esperarnos, por-
Ricardo—Y don Carlos izque le regaló un muleto-
que si nos coge la noche no llegarnos a la casa.
muy bonito a Pascual, es verdá?
Ricardo—Bueno, hasta luego.
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tación, va a la cuna y contempla al niño basta quo
Carmen—i-Lasta luégo Ricardito, váyase puel de- vuelve Carmen.
secho porque el camino rial está indecente. Dolores—Qué lindo está el niño, nó?
Ricardo—Bueno. (Sale). Carmer1—(Dándole la candela de su tabaco). Qué
le parece, ña Dolores que está como muy flaquito
ahora, cuando vinimos de la montaña estaba gordo
ESCENA VI y colozao.
Dolores--(Encendiendo el tabaco). Es el clima mhi-
(Carmen y Dolores) jita el clima y estos aguaceros; eso tiene que ha-
cele mal a cualquiera. Con ser que uno tá viejo ya
Dolores—(EntregaiiJo el canasto a Carmen). Aquí y enseñan se enferma, agora cómo será un • angelito
le treigo Carmelita, unas tablitas de cacao; muy ma-
d'estos.
luco porque no hemos tenío tiempo ni pa resollar.
Perdone. Carmen Es la verdá.
Carmen—Eh, ña Dolores, mi Dios se lo pague, de- Dolores—Y es ,que anida un romadizo agora que
be estar exquisito, como de sus manos. no hay quién se escape. Puallá tán los muchachos
feos con las narices tapaas y de noche no dejan dor-
Dolores—Ese lo molió Sofía esta mañana, pa no
mir tosiendo.
dejarme venir con las manos vacías.
Carmen—Ese mal es horrible,
Carmen—(GuardarKlo el canasto entre un baúl, y
Dolores—Pero cómo se parece a vusté este mucha-
sacando unos tabacos para ofrecer a ña Dolores). Y
ella porqué no vino? chito, es que al está pintiparada.
Carmen—Y yo digo que se me parece más bien a
Dolores—Pero cómo, mhijita, si tá cocinando pa
doce piones que hay en el arao, jnéra de los de la ca- Pascual.
sa; es que agora no ta el tiempo pa pasiar. Dolores—Pes sí.... tamién tiene su parecí°.
Carmen da un tabaco a ña Dolores y deja otro para Carmen--Pero siéntese ña Dolores. (Vuelven a
ella. sentarse).
Carmerl--Vea un tabaquito, ña Dolores. Dolores—Y qué está cosiendo agora Carmelita?
Dolores—Dios se lo pague, Carmelita. Carmen—Unas camisitas del niño, y remendando
Carmen—Voy a encender a la cocina porque Pas- la s'op'e Pascual; COMO' ha tao rozando el rastrojo no
cual se llevó los luciferos. le para mua buena, se mantiene en hilachas.
Carmen sale; Dolores se pone a observar la habi-
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JV UBES t):" O .1 S O
(Carmen se pone a coser). falta naa. Y eso que don Carlos es de los que hay
Dolores—Si no juera , que toy tan ciega le ayuaba que darles en el codo pa que aflojen.
a pegar algunos remiendos, pero yo ya no veo ni p'en- Carmen—Pes eso sí es cierto ña Dolores, hasta
sartar la aguja. El que va pa viejo va pa... pecao será ser uno tan desagraecío, pero...
Carmen—Ja, ja, ja! . Pero no está así tuavía, ña Dolores—Pero qué, acuérdese cómo taban en la
Dolores. montaña, que el mismo Pascual me lo dijo, , que hubo
Dolores—H,iii. . . mhijita, si no juera por Sofía día que no tenían qué comer. Aquí, es vera que
que es el yunque e la casa, tábamos tomaos, porque Pascual tiene que trabajar mucho, pero siquiera tie-
yo ya no sirvo pa naa. A duras penas pa tentar las nen un porvenir.
gallinas y recoger los güevos, y pgay pa una qui otra Carmen—Pobre Pascual, es tan bueno que él lo me-
cosita fácil, porque pa tar en la cocina me hace mal. rece too. A él no le arredra el trabajo, por duro qué
Carmen—Pero usté ya tiene hijas grandes que la sea, antes le gusta; pero lo que sí lo mata son las
desempeñen. penas morales. Yo por eso... no le digo naa... Pa
Dolores—Ese es el consuelo Carmelita, pero no se qué atormentarlo, pobre, si tiene tántas esperanzas.
resigna uno a tase quieto, es que de balde es pior. Pero. francamente ña Dolores, a usté se lo digo aquí
Carmen—Eso sí es la verda, cuando uno está tra- en confianza, yo no me amaño aquí.
bajando se le pasa el tiempo sin saberlo. Dolores—Eso es mientras se acomoa al clima y a
Dolores—Y se amañan aquí? la tierra, Carmelita, allá verá que al fin se amaña.
Carmen—Pes así ña Dolores; yo no me he podía Carmen—Yo no sé ña Dolo,es, es que como que me
acomodar bien, pero uno tiene que resignarse a vi- avisa el corazón que aquí nos va a pasar algo raro.
vir once lo llefa el marío. Dolores—Eh, no crea en bobaas, Carmelita, si se
Dolores—Pero la casa es muy güena. pone así no se amaña en ninguna parte.
Carmen--Ha sí. es muy buena, y estamos con mu- Carmen—No, si yo soy hasta muy conforme, en cual-
chas comodidaes, pero... yo no sé... uno que es ca- quier parte queo bien, manque sea debajo de una
prichoso. piedra, con tal de que aiga tranquilidá y de que yo
Dolores—pero por qué Carmelita, aquí tan mucho vea a Pascual cOntento.
mejor que en la montaña. y el patrón no pue ser más Dolores—Aquí ta muy contento, él mismo me lo ha
güeno con ustedes, ya ve: a Pascual le dio muleto, dicho.
le dio vaca de leche pal niño, y sobre too que no les Carmen—Sí pero...
Tomás—(Dentro). Buenas tardes.
9 A. MESA NICHOLL. S UBES DE OCASO 49'

Carmen—(Se levanta y va hasta la puerta). Qui Tomás—Al! Tuvo estupenda! Huyo pólvora hasta
ay Tomasito, siga. pa botar y aguardiente y música y hasta peleas.
Dolores—Sí? Quiénes peliaron.
ESCENA VII Tomás—No sé, dos de puallá del lao e 'Los Pina-
res", pero eso era que parecían un par de gallos.
Dichas y Tomás Antesitos de salir la procesión se prendieron al en.
la esquina del Cojo, caduno con una asta de cuchi-
Tomás-- (Entrando). Dios se lo pague Carmelita, llo así, d'esos que no preguntan por güeso, y eso era
a toy adentro. Quiay ña Dolores. tiro el uno y tiro el otro, quinipilando.
Dolores—Cóm'stá Tomasito. Carmen—Virgen Santa!
Tomás—Pes así ña Dolores, entre tomao y satis- Tomás—Pero naa s'hicieron. Aí había uno delga -
Icho, como dicen. (A Carmen1). Aquí ta Pascual? ito que hacía unos saques más lindos! Saltaba qui
Carmen—No, anda por la cañaa. ni un venao esi hombre! Y el otro no era menos,
mandó unos guascasos que si lo coge, lo ensarta
Tomás—Es que... Puaquí le manda don Carlos es-
en la pared qui ni frut'e monumento.
Ls cosas, como que son unos frisoles y unos ataos de
alce. Dolores—Ave María Purísima! Y por qué pelia-
Carmen—Bueno, póngalos puay, y espere a Pascual ron?
ue no debe tardar. Tomás—No sé, decían que puna novia.
Tomás—(Pone el costal que ha traído con las co- Dolores—,Mmm... Por lo que pelean agora loa-
is en mi rincón y se sienta). Vengo que me esbara- hombres!
) de puro cansao. Y como tan esos caminos de li- Tomás—Es el aguardiente que hace ver visiones
)s Dios mío, es que no se para ni un gato herrao. ña Dolores. Uno en sano juicio no pelea puna mujer,
Dolores—Viene del pueblo? ni que la dieran envuelta en güevo.
Tomás—Sí, de fiestas. Carmen—Ja, ja, jal....
Carmen—Ah, de veras que ayer era la fiest'e la Dolores—Y bien hacen.
irgen! Carmen—Bueno, y qué más hubo?
Dolores—Pes como no. De casa no puo ir naide por- Tomás—Ah, pes muchas cosas: jueron curas de la
le los probes muchachos agora no tienen tiempo Villa, que habían hasta pa tirar pa lo alto; la calle
E pa rascase la cabeza, y las muchachas menas. ponde pasó la procesión taba adornaa con banderas
Carmen—Y taría muy buena la fiesta, no? y too muy bonito. Lo que sí sucedió jue que la banda
.50 :11 f.: S 1 N C f1 O !, t UBES DE OCASO 5!

que principió a tocar muy bien, tuvo una molest vio; pa qué lo sacan tan bueno pues, si no es pa be-
con el alcalde y se volvió eso una baraunda daa berlo
diablo. 0;
Dores—Vusté pasó agora ponde mi comadre Fer-
Dolores---Y qué jue?
Tomás—Ah, pes que... El alcalde, como dicen all Irlirltlonlás—Si,
ia ? taban en baile, como hoy se casó la
.que es tan bruto que hay que atajarlo pa qi vol :hija. • • •
y que estaba alzan, porque es de esos que bebe m Carmen—De veras que hoy se casaba Trinidá, quién
que una ballena; cuando taba tocando la banda, vi -se acordaba.
que el del bombo no le daba golpes a eso si no a ra Dolores — Pes cómo no, a nosotros nos mandaron
ticos; antós el alcalde se le arrimó y le dijo: buen convidar, pero de casa no pudo ir naide, hasta !Se
viejo, usté proqué no le da seguío que pa eso se 1 van a sentir.
ta pagando. Es que ta enguayabao? Antós el pobr Tomás—Pero yo creo ña Dolores que ese baile va
músico le dijo: no señor, es que yo no tengo que t
.acabar mal.
car sino cuando me corresponde; y dijo el alcalde
Pes dale seguío a eso sinvergüenza, porque si no, t Dolores—Porqué?
meto a la perrera, y al estrumento, le arrimo una pa Tomás—Porque cuando yo pasé ya taban algo al-
taa que lo reviento, a mí no me engañás. Y así jue, tos de punto.
el pobre músico del miedo comenzó a darle a ese bom Carmen—Yo sí oí voladores esta mañana, pero no
bo que parecía matando al diablo. Y antós ese que me acordé qua .fueran los del casorio.
dirige con el palo, le zampó un garrotazo que puenai- Tomás—Eso de casarse uno en esta época es muy
nas lo manda a tocar bombo a l'eternidá. mal negocio. Ah tá el pobre Sinforoso, hace ya cin-
Carmen y Dolores—Ja, ja, jal... co años que se casó, y hoy dice que más valía 'haberse
Tomás—Y al se acabó la música, porque unos sa- -muerto chiquito.
lieron a favor del uno y otros a favor del otro, y jue Dolores—Y ya tiene cuatro muchadhitos, no?
una pelotera horrible. Uno e los músicos le zampó Tomás--Sí, y el rancho ardiendo, como dicen.
una pataa, a otro en la barriga, que yo creo que hu- Carmen—Es que Sinforoso está en la miseria y ca-
bo que hacer junta de dotares p'extraerle el alpargate. si no trabaja.
Carmen—Y usté no dejaría de correrse sus vidrios Tomás—No, es que al que le toque una mujer tan
también. buena pa cría como la de Sinforosa., más le valiera
Tomás—Natural, yo no soy de los que lo dejan ser- estar duermes Es de las que tienen hijos por hacer
ejercicio.

BANC,) DE LA REPUBLICA
BIBLIOTECA LUIS-ANGEL ARANGO
CATALOGACION
52 A. MESA NICHOLL
N UBES DE OCASO 53
Dolores—Tomasito, háganle un bien: salga aquí al
camino y gríteme a Ricardo que venga pa irnos por- Dolores—Levantándose). Adiosito pues Carmelita.
que ya s'hizo noche. Carmen—Pero sí que siento que se vaya tan ligero
Carmen—No ña Dolores, sin comer no se van, es. fia Dolores, y sin haberle dao naa.
que no me puen dejar hecha la comía. Dolores—Dios se lo pague mhijita, si esto no jue
Dolores—No mhijita, más bien otro día golvernos• sino por cumplir que vine un momento, otro día güel-
con despacio, es que si nos coje la noche no ganamos. yo a -lame too el medio día.
esta loma. Carmen—Sí, ña Dolores, y véngase con Sofía y con
Tomás—(Levantándose). Ay, toi como pasao pun, -otra de las muchachas que tengo mucha gan'e verlas
trapiche. (A Dolores). Le digo que venga, no? a toas.
..Dolores--Sí, que venga pa irnos porque ya tá muy Dolores--Ah, mañana le mando a Sofía pa que le
tarde. (Sale Tomás). Como que tuavía tiene sus mia- _ayude a despachar los del convite, probe muchacha,
jas en la cabeza, no? antes descansa d'esa cocina que ya la tiene enferma.
Carmen—No ña Dolores. si él es así siempre. no lo Carmen—Bueno señora, y mi Dios se lo pague, por-
conoce pues? nue yo ya le estaba temiendo a quedarme aquí sola
mañana.
ESCENA VIII Dolores--Ai de algo le sirve manque no sea sino
-pa compañía.
Dolores--Y fiestero y bebedor como él solo. Carmen—Demás.
Carmen—Eso sí, pero dicen que es buen pión, y tra-
baja mucho, no le da pereza. ESCENA IX
Dolores—Y tiene un maizal aquí arriba que bonito.
Carmen—Si, muy bonito, si el tiempo se mejora va (Dichas, Pascual y Ricardo)
a coger mucho aí.
Temás—(Desde la puerta). Ña Dolores, aquí viene Pascual—Buenas tardes ña Dolores,
ya Ricardo con Pascual. Dolores—Quihay .Pascualito, cómo stá, quiha he-
D.olores—Gtieno, Tomasito, Dios se lo pague. cho.
Pascual—Pes ya lo ve señora, trabajar algo, es lo
Tomás—Carmelita, dígale a Pascual que me espe-
-único.
re, voy aquí al filo en dos zancaas y gttelvo. (Se va).
Dolores—Y tá acaba() agora.
Carmen—Bueno.
54 A. MESA NICHOLL UBES DE OCASO

Pascual—Es de .pantaniar ña Dolores, es que co go com'un presentimiento Una cosa puallá....


este invierno... como de mal agüero...
Dolores--Ave María, es horrible! Carmen—Pero qué jué Pascual? Qué tenés.
Ricardo—Bueno mamita, vamonós porque ya se pu- Pascual—Ah pes.... Mirá: yo salí como siempre
s o el ,sol. rauy contento, y bajé a la cañaa; el monte estaba so-
Pascual--Pero sí que están afanaos. lo, oscuro... De cuando en cuando el viento arrem-
mjaba las hojas y parecía que quisiera decirles algo
Dolores--Es que la loma tá muy lisa y hay que ga-
horrible ? Yo seguí caminando sin hacer caso en
narla antes de que se oscurezca. Güeno, hasta mañana
maa, hasta que llegué al pie el doble, de ese mocho
Carmelita.
e palo que vos conoces, y no sé qué sentí cuando pen-
Carmen—Hasta mañana ña Dolores, sé que yo, tan chiquito, comparan con él tan . inmen-
Dolores—Adiós Pascualito. so— Iba a echarlo al suelo en un cuarto de hora!
Pascual—Bueno, pues, ña Dolores, que le vaya.. Clauen--(Asombrada). Pero Pascual!
muy b:en. Pascual—Pegué el primer hachazo. y jue corno si
Ricardo—Hasta mañana. un escalofrío hubiera reccrrío ton el tronco desde
Carmen y Pascual--Bueno, adiós. abajo hasta el copo!... Después... Acáa hachazo que
('armen—Le agradezco mucho el ratico ña Dolores, pegaba, volaban istillas como si quisieran sacarme los
muchas salues a toos allá y a Sofía que aquí la es- ojos, y temblaban las ramas estiraas como pa pren-
pero mañana sin falta. dw:se de las otras!... Yo no hice caso d'eso, y seguí
Carmen sale diciendo estas últimas palabras cómo dando, dando sin descansar: el palo temblaba, y los
acompañar a Dolores. Pascual se sienta pensativo en goh)es del hacha retumbaban allá abajo, en la cañaa,
la tarima, y después de una pausa no muy larga vuel- como entre uca cueval. .. De pronto, oí chillar arri-
ve Carmen. ba unos pájaros, parecía que lloraban, y que me veían
.aterraos como se ve a un espanto!... Yo temblé...
ESCENA X o sé porqué temblé.... Pero, como había que tum-
bar el palo, seguí pegando hachazos. L'hacha que cor-
Pascual y Carmen aba com'una barbera, hacía unos tajos así de gran-
es en el tronco, y caa golpe retumbaba más miedo-
Pascual—Si he sabío no voy a cortar ese palo. o entre el monte!... Después... Oí traquiar el cor-
Carmen—Por qué? , y comenzó a ladiarse el palo! 1 Me sentí erimi-
1!
Pascual—Yo no sé.... No sé qué me pasó... Ten--
56 A. MESA N1CHOLL
NUBES DE OC ISO 57
Carmen—Pascual, por Dios!
Pascual—Sí, las ramas allá arriba, hacían un ni Tomás—(Aparte). Aquí ha sucedía algo. (A Pas-
cual). Pero hombre, porqué hacés esa cara que pare-
raro, como si quisieran resistirse a caer Pe
cés comiendo tamarindos. Qué tenés.
caían Yo alcé la vista, y vi los dos pájaros d
esperados, como locos, que revolotiaban entre las Pascual—(Levantándose y colocando el hacha en
mas. De golpe.... Cayó a mis pies un nío.... ca el rincón de las herramientas). Naa hombre, no ten-
pichones!... Los dos pájaros se abalanzaron, yo go naa. Venís por l'herramienta?
sé si sobre el nío, o sobre mí... Se les veía la angu Tomás—Sí, vengo por ella.
tia, y la rabia! Si hubieran ,sío hombres, me había (Carmen va hasta la cuna).
vuelto pedazos! Pascual—Aí está, podes llevarla.
Carmen—Jesús! Tomás—Pero qué tenés hombre, contá, te ha pa-
Pascual---El palo, que comenzó a ladiarse poco sao algo?
poco. se vino después al suelo com'ún huracán, qu Pascual—No hombre, naa me ha sucedío, es que...
brando toas los árboles que cogía; y en el monte, qu
Tomás--Mirá que los males comunicaos puen ser
dó un roto inmenso que se veía too el cielo! Cuan remedios. Pa qué son los amigos..
cayó, me pareció que había temblao la tierra, q
Pascual—(Con una sonrisa forzada). Pero si no ten-
toa la cañaa se había estremecío!... Pero lo picor
todo jue... go naa hombre, qué querés que te diga.
Carmen—Qué! Tomás—(En secreto). Es que... Te han contao
que don Carlos... (Señalando a Carmen)
Pascual—Que destripó los pájaras y el nío!
Pascual—(Alto). Eh! Silencio!
Carmen—Ave María Purísima!
Carmen—(Que está cobijando al niño, dice pon4en-
Pascual—Entonces... Yo no sé por qué... pe do e! índiCe sobre los labios): Chsss....
•en vos, en mí... y en el hijo que tenemos... Y
Pascual—(Nervioso) Qué!...
pareció que éramos así... Como esos pájaros!
Carmen—Dios mío! Carmen—(Suplicante). Que se despierta el niño...
ESCENA XI TELO N
(Dichos y Tomás) Fin del prime,- arto
Tomás—Buenas tardes, Pascual.
Pascual—(Sin levantar la cabeza). -Quihay To
j§,TUBES DE OCASO 5
58 A. MESA NICHOLLS
decir que don Carlos se venía pa acá; y antós, sa-
bes lo qu'iso, que se le vino detrás sin que don Car-
los lo supiera, pu'entre el rastrojo, y atisbándolo de
ACTO SEGUNDO lejitos. Don Carlos como que malició la cosa, porque
él llegó aquí, y jue como si naa hubiera, le hablaba
,a la Carmela con seriedá le preguntó mucho por Pas-
(La misma decoración) cual. En fin con too lo avispao que es él no dejó
notar naa. Y mientras tanto, sabés onde taba Pas-
ESCENA I cual?
Ricardo—A ónde?
(Tomás, torciendo cabuya, y Ricardo añadiendo la- Tomás—Aquí, encarama() en el zarzo, oyendo lo que
zos y rejos. Sentados en la traima). decía.
Tomás—No ha venío Pascual? Ricardo—Pero hombre...
Ricardo—No, no ha venío, hace poco se jue. Tomás—Y esto te lo digo porque lo vi. Pero calla-
Tomás—Y don Carlos? te la boca, porque si Pascual sabe que te lo conté
Ricardo—Tampoco, creo que vengan juntos. Supis- me arranca la lengua.
te que jue lo qui hubo esta mañana? Ricardo—Hombre, ahora sí se le está poniendo ma-
Tomás—Ah, pes qué.... (Mirando a todos lados y luca la cosa a Pascual aquí.
bajando la voz). Pero no le vas a nadie. Que Pascual Tomás—Pero la Carmela no tie naa con don Car-
ya como que ha maliciao algo de lo de don Carlos coy. los
la Carmela. Ricardo—Mmm... Cuando el río suena piedras lle-
Ricardo—Qué ha maliciao'? va.
Tomás--Sí, pero chss . (Poniéndose el índice so- Tomás—No creas, hombre, ella es muy buena y
bre los labios). Porque es capaz de arrancarnos el co- quiere mucho a Pascual, te puedo asegurar que no
gote. Ta furioso, -tie naa con él.
Ricardo—Pero qué jue lo quihubo? Ricardo—Lo que sí es cierto es que don Carlos es-
Tomás---Pes mirá: ayer cuando ustedes se jueron, tá loco por ella. Ya ves, con lo amarrao que es él, y
entré yo aquí, pun'a herramienta que me tenían que -tiene a Pascual en la palm'e la mano, no sabe qué
dar, y tallan como de pelea; yo no oí naa pero me atención hacerle.
pareció por la cara que tenían. Y esta mañana, muy Tomás—Pes sí, es la verda, y que la quería desde
temprano, ya taba Pascual en la cas'e teja, y oyó
NUBES DE OCASO 61
60 A. MESA N1CHOLLS
.eso allá de la montaña es un charrascal que no les
antes de casarse con Pascual, porque él iba mucha da pa comer. Eso no sirve sino pa criar armadillos,
puallá a "Los Pinares", onde ella vivía. y eso llevando la lombriz de otra parte.
Ricardo—Y Pascual sabe eso? Ricardo—Pero yo sí me iba manque tuviera que
Tomás--:No, qué va a saber, si él no taba aquí en. trabajar seguío día y noche en otra parte.
ese tiempo, ni la conocía siquiera, Tomás—Pes eso decís vos ahora, pero el pobre Pas-
Ricardo—Y si don Carlos la quería porqué la de- cual pa ónde coge con la mujer y ese muchachito, no
jó casar con Pascual? los pue dejar morir de hambre. Es que eso de la mon-
Tomás—Ah, pes, jue que don Carlos se jue pal taña no sirve pa naa hombre, allá no se da ni la rabia.
Cauca, a negociar con ganao, o no sé a qué, en toa Ricardo—Es la verda.
caso se tuvo puallá mucho tiempo. En eso vino Pas- Tomás—y él aquí tiene too lo necesario, no le fal-
cual aquí, que andaba por Remedios, la conoció, y ta naa.. Naturalmente tiene que trabajar mucho, pe-
se casaron. Cuando vino don Carlos, hace puay das ro es que a onde irá el buey que no are, como dice
meses, taban ellos viviendo en la montaña, y antós el refrán. Así es la vida hombre, así es la vida.
jue que les propuso que se vinieran pa acá. Por su- Ricardo—Pobre Pascual.
puesto que si Pascual hubiera sabio eso de antes, no,
se había venlo pa acá ni a cañón, pero como nadie se Tomás--Y que si juera trabajo solo muy bien, por-
lo ha dicho, y la Carmen cómo se lo va a contar, har- que Pascual es incansable pal trabajo; pero te ase-
to hace ella con decir que tá aburría, que no se guro que si llega a convencerse del asunto e don
Carlos con la Carmela, al aquí las del Pantano e Var-
amaña, qué más pué hacer ella? gas.
Ricardo—Pero sí alguno de ustedes le debía contar
Ricardo—Pero hombre, ustedes sí podían evitar eso
(hombre, le hacen un bien con eso. advirtiéndole con tiempo.
Tomás—Pero quién se atreve hombre, si a Pascual
no se le pué mentar ni tanto así d'eso porque se en- Tomás—Y qué se gana uno si Pascual lo que dice
es que uno es cuentero y hablador. Y cómo le parece
fureQe. Ah, él dice que don Carlos es un hombre muy
bueno, que no hay como don Carlos. Pes claro, así que eso es una ofensa pa la mujer... Lo que soy yo
no me vuelvo a meter en eso.
toos somos bu enos.
Ricardo—Calláte la boca que puhay como que lo
Ricardo—De modo que Pascual no sabe naa d'esot siento ya.
Tomás—Pes como te digo, ya él ha malician algo,.
se esfuerza Tomás—Y que si nos oye nos saca de aquí como vo-`
porque toosen
le hemos dao puntaas, pero él como que lador de luces.
no crer la cosa, porque no quiere sa-
lirse de aquí; es que no tiene pa ónde irse, porque
62 A. MESA NICHOLLS NUBES DE OCA-SO 63

(Entra Pascual lentamente y con el hacha suspen- - riendo! Y todo esto es dél!... Tool.. Qué desgra-
cia! ... Yo no tengo naal... No... Sí tengo... La
dida en los brazos cruzados).
tengo a ella, que vale más que too lo que él tiene...
ESCENA II Que vale más pa mí que too el oro del mundo!... Sí..
Mucho más!... Y me la quieren quitar! Pero qué
(Dichos y Pascual) estoy pensando?... No.... Eso no es cierto... Eso
no puee ser cierto!... Ah! malas lenguas, hablado-
Tomás--Ya bajaron los piones? res, que me han llenao la cabeza de enredos! Carme-
la, mi Carmela. Pensar yo que puea engañarme?
Pascual—No, no han bajao. (Pausa. Tomás y Ri- , N. Con eso sólo la deshonro!... Y deshonro a
.cardo se levantan). mi hijo! Sí, eso es mentira, yo no noté naa esta
Tomás—Bueno hombre, ya tán arreglaos los carga- mañana, y too lo que hablaron lo oí... Si don Car-
dores, qué más se necesita? los es bueno, es muy bueno, yo lo he dicho siempre.
Pascual—(Tirando el hacha en un rincón). Naa. Ah.... tengo fiebre... No sé qué me pasa... Si no
esperar a que bajen. hay motivo pa tánto, no hay motivo. Sí, que no me
Tomás—(A Ricardo). Camina los atizbamos del ca- noten naa Qué dirá la gente.
Tnino. (A Pascual). Ya volvemos hombre.
Pascual—Bueno. ESCENA IV
(Salen Tomás y Ricardo).
(Pascual y Carmen)

ESCENA III Carmen—Pascual, qué tenés. Te veo agitao, tem-


bloroso, estás enfermo?
Pascual se queda unos instantes de pie en la mi- Pascual—No mujer, naa tengo... Era que... Era
tad del escenstrio, pensativo, con los brazos cruzad-os que estaba... arreglando esos cargadores.
y mordiéndose el labio inferior nerviosamentte. Lué- Crrmen—Yo creo que tánto trabajo al fin te va a
go se sienta y apoya la frente sobre las manos. enfermar, debías descansar algo.
Pascual—Que la quiere!... Pero será verdá? Se- Pascual—Pero cómo?
rá cierto?... Ah!... Que si juera cierto... Yo no Carmen—Pes no trabajando tánto.
sé lo que haríal... Sí! Que no la quiera, que
no la vaya a ver con malos ojos porque le rompo l'al Pascual—Hay que trabajar pa comer.
ma. Es mía, sí... No es más que mía... Y yo la de Carmen—Sí, pero no así, matándose como vos.
64
»• MESA NICHOLLS
jilLIBES DE OCASO
Pascual—Es del Único modo que se gana la vida. 65
Carme4—Pero otros trabajan menos y viven me- ,estás sufriendo, volvámonos más bien pa la monta-
jor si se quiere. ña.
Pascual—No, mejor no, qué nos falta a nosotros? Pascual—(Precipitadamente). Pero es que vos...
Qué nos falta? Carmen—Qué?
Carmen--Sí, nos flata una cosa. Pascual—Chst!.... Que nos oyen.
Pascual—Qué?
Carmen—ILa tranquilidá. ESCENA V
Pascual—Ah, vos también! • •
(Dichos y don( Carlos)
Carmen—Sí, ares que no lo he notao? Que a toas
horas parecés como picao de avispas... Qué tenés Carlos—Buenos días.
Pascual? Caa día más callao, como si hablar juera Pascual—L-Ruenos
malo. días don Carlos, prosiga
Carmen—Buenos días.
Pascual—Yo no tengo naa, soy lo mismo que siem-
pre. Pascual—(Despejando la tarima), Siéntese man que
sea aquí don Carlos y perdone el rebrujo.
Carmen—No, lo mIsmo no Pascual... Y callao cm/1 Carlos—No
yo!... Porqué no me decís qué tenés? Yo quiero sa- hay cuidado, (A Carmen). Y el pichón?
berlo, yo necesito saberlo. Carmen—Bien, está bien.
Pascual—Pero Carmela... Pascual—Puallá lo tiene Sofía en la cocina.
Carmen—Si me tapás algo desde hace días, yo no Carlos—Ah, aquí está Sofía?
sé qué será, pero te lo he notao en la cara. Entonces Pascual—Sí, vino con Ricardo al convite.
quién soy yo, quién soy yo pa vos, si nto sirvo siquie- Carlos—(Entregand o
ra pa que me contés lo malo que te pasa? a Carmen dos paquetes). Mira
Carmen, esto para el niño, y esto para tí y Pascual.
Pascual—No, no Carmela, no creás naa, me pasa, Carmen—Gracias.
si no tengo naa.... Son... Son nervios. Pascual—Dios se lo
Carmen—Pascual, y crés que no tengo ojos pa ver, puso a molestarse. pague don Carlos, pa qué ae
ni corazón para presentir lo que te pasa? O es que (Sale Carmen).
yo no te importo naa pa que elante de mí te estés
Carlos—No hombre, si
así callao com'una tumba? Yo no pueo verte así,
Jaron todos los piones? eso no es molestia. Ya ba-
no pueo, sufro más que vos. Si es por estar aquí que
Pascual—No señor, hasta ahora
no han bajao más
:66 A. MESA NICHLLO 67
flUBES DE OCÁS .O
,que Tomás y Ricardo, pero los otros no deben d
imorar, porque yo anduve puallá ahora y me dijero • ESCENA --VI
que bajaban.
Carlos—Quién sabe si el invierno nos dejará baja
ese palo, parece que va a ser mala tarde. (Dichos y Sofía con el niño)
Pascual—Pueda ser que alcancemos siquiera a sa
carlo del monte, porque después de tenerlo en lo lim
pio los bueyes lo arrastran muy fácil. Sofía—Buenos días don Carlos.
Carlos--Le diste vuelta al ganado? Carlos—Ola Sofía, cómo te va.
Pascual—Sí señor, allá estuve esta mañana y no ha Sofía—Bien señor.
bía novedá; el toro que estaba herío siguió mejo Carlos—Qué hay por la casa?
con los remedios que le puse ayer.
Sofía—Todos bien, Dios se lo pague.
Carlos—Y separaste el otro toro?
Carlos—(Al niño). A ver hombre, sí que estás buen.
Pascual Si, lo pasí al potrero de abajo.
mozo. Pero ceano ha crecido este muchacho, le ha
Carlos—Ese toro hay que tenerlo solo y descornar convenido el clima.
lo en esta semana porque si no va a acabar con todo
Pascual—Pero ha extrañao mucho el calor, vive
los terneros.
desespera() y no lo deja ni dormir.
Pascual—Precisamente ahora ,que subí le dije
Carlos—Es natural, pero al fin se acostumbra.
Sebastián que mañana me lo tenía que ayudar a des
tornar. Sofía—Y lo voy a acostar a ver si se duerme, por-
Carlos—Ah, muy bueno. que hay tanto que hacer. (Lo lleva a la cuna). Des-.
pués de un baño que le dí y una botella e leche, im-
Pascual—Nos va a dar mucha lidia, es tan brav
posible que no se duerma.
ese diablo!
Carlos—(A Pascual). Viste la mula que compré?
Carlos—No es sino atraerlo con sal a los • bramade
ros de la vega, y ahí se coge con facilidad. Pascual—No, señor; no la conozco.
Pascual—Sí, es del único modo que se pue coger Carlos Quiéres verla? En ella vine ahora.
o reuniéndolo con too el ganao. Pascual—Vamos. (Salen Carlos y Pascua/O.
Carlos—Talvez con las vacas, porque si los junt
con los toretes esos puede matar alguno.
Pascual—Sí, señor.
68 A. MESA NICHOLL
NUBES DE OCASO

ESCENA VII Sofía—Qué?


Tomás—Yo me acuesto, y uste me hace dormir a
Sofía y luégo Tomás
Sofía—(Meciendo la cuna). Duérmase mi rey, por- Sofía—Tan descaran.
que hay que hacer oficio y no lo puedo cargar más. Tomás—Y me pone el chupo.
Porque va a hacer tempestá, y a los niños necios que
no se deurmen les caen rayos. Sofía—Que no tengo ganas de bobiar ahora, le di-
je
Tomás—(Entrando). Y a las niñas necias, que n4
se dejan querer, también les caen rayos. Tomás—Bueno, hablando en serio: ¿será cierto la ,
que dice la gente?
Sofía—Ahora viene uste a hacer bulla aquí pa no
dejarlo dormir. Sofía—Qué dice?
Tomás--No Sofea, digo Sofía, jue una equivoca- Tomás—Que los dos nos queremos.
-ción. Sofía—Eso se quisiera uste.
Sofía—Tan bobo. Tomás—Y uste también, apuesto a que ya tiene su
Tomás—Se nojó? La voy a contentar, dándole un espina.
abrazo. (Va a abrazarla). Sofía—Parece boba, yo me estimo.
Sofía—Quite, no sea descaran. Tomás—Qué, le parezco mal partido? Algo me es-
Tomás—Ay, tan brusca, con lo bonita que es la tá creciendo el estómago pero esa en enfermedá de
delicadeza en las señoras. ricos.
Sofía—Sí, será por lo delicaos que son ustedes Sofía—Ja, ja, ja! Y de pobres también cuando es-
Tomás—No, mujer, es que los hombres debemos ser tán hidrópicos.
un poco más precipitaos en estas cosas. Tomás—Y es que yo le parezco muy hidrópico? Oja-
Sofía—Bueno, ahora no tengo ganas de charlar. lá me viera con un hacha en la mano.
Tomás—No? Como de qué tiene ganas entonces. Sofía—Sí lo he visto, suda pa cortar una caña.
Sofía—De que me deje en paz. Tomás—Pero no sabe .uste que el suor abona la
Tomás—Yo no la toy atajando, al tá la puerta. tierra. ? Siquiera no soy como otros que sua más un
Sofía—No ve que tengo que hacer dormir el niña? - lajartijo.
Tomás—Hagamos una cosa, Sofía. Sofía—Pero que tienen juerza.
Tomás—De modo que no me quiere Sofiíta?
70 A. MESA NICHOLL,
UBES DE OCASO 71.
Sofía--No, quite!
Tomás-,Antón perdí el tiempo aprendiéndome unog Tomás—(Cogiendo un tiple que ha de haber col-
versos pa uste. gado en la pared). Y yo mientras tanto voy a cantar-
Sofía—Cuáles? le unas trovas.
Tomás— Carmen—Pero no aquí Tomasito, porque si se nos
despierta esta criatura no nos deja hacer naa.
"Como canta el caimán en la enramada,
Tomás—No, voy a poner baile en el patio. (Sale).
cual se agita en los aires el retil,
cual blanco gato que apacible nada
sobre l'espuma de la mar rizada, ESCENA IX
eso es vusté de mí!"
Carmen y Carlos
Sofía—Ja, ja, ja! Uste se está enloqueciendo To-
masito. Carlos—(Entrando). Carmen (Carmen va a

Tomás—Sí, y si no me quiere me suicido con aguar- salir•). No, no te vas. (Se oye el tiple dentro).
diente. Es que yo la adoro como el cucarrón a la Carmen—Ah, me necesita uste?
cucarrona, como el sapo a la sapa es que uste no sa- Carlos—Sí, (Dándole un anillo en una cajita). Mi-
be cuánto la quiero, es que uste no sabe... (Aparece ra, te gusta?
Carmen en la puerta). Es que uste no sabe ni mecer
una cuna, quite! Carmen—Muy bonito.
Carlos—Lo traigo para tí.
ESCENA VIII Carmen—,Sí? (Llamándo), Pascual
Carlos—Qué vas a hacer?
Dichos y Carmen Carmen—A mostrarle.
Carmen—Sofía, ayudáme a arreglar la mesa pal Carlos—No, no le -muestres!
almuerzo e don Carlos. Carmen—Entonces, qué le digo?
Sofía—Bueno. Carlos—Que te lo ha dado... ña Dolores... Sofía..
Carmen—Pero será en el corredor, porque esto está Cualquier amiga.
tan rebrujao aquí. Carmen—No. (Llamando). Pascual!
Sofía—Talvez sí es mejor allá, voy a arreglarla.
<Sale).. Carlos—Présta. (Le arrebata la caja y la guarda).
Pascual—(Entrando). Me. llamabaS?
72 A. MESA N1CHOLL ¡NUBES DE OCASO 73

Carrmen—Era que... Carlos—Lo que te dije, que te lo había regalado


Carlos—(Interrumpiéndole) Era que... que si otra persona.
bajaron los piones. Carmen—No, yo no hago cosas escondío d'el, us-
Pascual—No, no han bajao. té lo sabe, es mi marío.
Pascual mira a Carlos de arriba abajo, luégo le ha. Carlos—Mmm... Sí que estás fiel ahora.
ce una seña a Carmen como preguntándole qué pa. Carmen—Como siempre, me parece que nadie ten-
sa. Carmen se encoje de hombros. Luégo aparece To- drá qué decir de mí después de que me casé con él.
más en la puerta). Pascual canta dentro las siguientes estrofas con
•Tomás—(Desde la puerta). Pascual, que vengás música de bambuco. Carlos y Carmen no interrum-
cantar una canción. pen el diálogo durante la canción.
Pascual—No hombre, ahora no tengo ganas de can- Pascual—
tar. Ya bajan de la montaña
Tomás—Sí hombre, mientras bajan los otros. las neblinas matinales,
y el humo de la cabaña
Carlos----Sí Pascual, ánda, cántala, hace mucha
sube en blancas espirales.
tiempo que no te oigo.
Pascual—Será darles gusto, pues. (Sale con T De la cabaña querida
más). que entre las fértiles faldas
parece una ave dormida
ESCENA X sobre un nidal de esmeraldas.

Carmen y Carlos (Se oyen aplausos dentro).


Carlos Sí, pero no hay que llevar las cosas hasta
Carlos—(Después una pausa). Para qué lo llamas- ese extremo.
te? Carmen—En esos casos usté sabe, no hay término
Carmen—Pa que viera el anillo que usté me daba. medio, o es uno honrao o no es.
Carlos—Y no me lo podías recibir así, sin que él lo Carlos—Bueno, pero recibirle un regalo a un ami-
supiera? go no tiene nada de particular.
Carmen—No, Y después? Qué le había dicho? Carmen—Si tiene, porque es un amigo que ya no de-
A. MESA IVICHOLLS
74 NUBES DE OCASO 75
que
be regalar naa. Harto se lo he dicho yo a usté, Carmen—Si vieras unas que me compuso antes de
si Pascual se entera de lo que hubo entre nosotros casarnos.
en un tiempo, es capaz de hacer un estrago, usté lo
sabe y sin embargo no hace caso. Que por eso yo le Sofía—Te los sabés de memoria?
voy a decir que nos vamos de aquí. Carmen—No sé si se me habrán olvidan, hace tánto
tiempo que no los digo.
Carlos—No, ustedes no se van.
nos vamos, si yo no se lo he Sofía—Decímelos ahora.
Carmen— Pu ,
dicho tuavía porque no vaya a descubrir naa, pero Carmen—No, mujer, ahora no toy yo pa decir ver-
.
se lo diré y nos vamos.
Sofía—Sí, Carmen, alhora que estamos solas.
ESCENA XI
Carmen—Es que no me acuerdo.
Entra Sofía Sofía—Manque sea un pedacito no más, lo que te
acordés.
Sofía—Ya está el almuerzo en la mesa, don Car- Carmen—(Recordando). Cómo &3? voy a ver si me
acuerdo.
los.
Carlos—Bueno, gracias.
Es una pena de amor
Sofía—Aquí en el corredor, y no se demore porque la que en la vida me aqueja,
los gatos no preguntan pa quién es. más con tan suave dolor
Carlos—Voy allá. (Sale). como el que siente una flor
Sofía—(A Carmen). Sí que canta lindo Pascual. cuando la besa una abeja.
no?
Carmen—Ello no Sofía, al medio tararea, pero no, Amor que liba en la copa
ancha y clara de mi vida,
más. amor (me todo lo arropa,
Sofía—No, muy lindo. Y los versos son compuestox desde la proa a la popa
por él, no? de mi nave combativa.
Carmen—Sí, por él.
Sofía—Pues están primorsos. La luz de unos ojos claros
fue que me enfermó de amor,
de unos ojos como faros
NUBES DE OCASO 77
76; A. MESA NICHOLLS
En las bosques solitarios,
que sobre mis desamparos cuando los árboles tajo,
derramaron su fulgor. yo les digo a los canarios
que vayan y en trinos varios
Fue el sonreír de una boca, le cuenten de mi trabajo.
fue el divino sonreír
de una boca alegre y loca Yo les digo a los turpiales
que a mi corazón de roca que en dulce y trémulo coro
enseñó a amar y a sentir, le cuenten todos mis males,
cuando en los verdes maizales
Allá tras de la montaña, pensando en su ausencia lloro.
lejC's, muy lejos de aquí,
hay una alegre cabaña A la tierra perfumada
que el sol de la tarde baña que abono con mis sudores
con su lumbre de rubí. y remuevo con la azada,
le he dicho: para mi amada
Hay una fresca arboleda son tus cosechas mejores.
llena de aromas y flores,
en donde la brisa enreda Es una pena de amor •
con suave rumor de seda la que en vida me aqueja,
la canción de sus amores . mas con tan suave dolor
como el que siente una flor
Y una gentil montañera, cuando la besa una aveja.
toda luz, toda perfume
cual la misma primavera, Mientras Carmen recita se oye dentro una música
por la que mi alma sincera muy suave de tiple, bandola y guitarra.
de mal de amor se consume.
Sofía—Ah, qué lindos! son primorosos.
Por ella tengo la vida Carmen—No se los has oído recitar?
llena de un suave dolor Sofía—No.
inue a suspirar me convida, Carmen—El los recita .muy bien.
y en el alma hecha una herida Sofía—Yo no sabía naa.
con un venablo de amor.
78 A. MESA NICHOLLS NUBES DE OCASO 79

Carmen—Cuando estaba yo allá en "Los Pinares" Sebastián—Sofía, que ña Dolores le manda decir
me los mandó ocho días antes de casarnbs. porque vino una visita, quis-
quisque se vaya, quisque
quisque... Yo no sé porqué
Sofía—Y con eso te acabarías de enamorar, no? que porque va a llover,
mas, en todo caso que se vaya.
Carmen—Naturalmente. a Ricardo.
Sofía—Es que son muy lindos y como muy sentíos. Carmen—No, si ella tiene que esperar
quisque se
Sebastián—Yo no sé, ña Dolores dijo
Carmen=-Pobre Pascual, es tan bueno.
juera ligero, quisque porque ella taba sola con la vi-
Sofía—Pero por qué le decís pobre, eso es como
sita.
tenerle lástima.
Sofía—Sí, deben ser los del alto que nos deben vi-
Carmen—Sí, mujer, es que trabaja tánto, se afa- sita, ahora me voy.
na tánto por nosotros, por mí y por éste muchachito, Ricardo-2ero te vas sola?
que hasta se ha enfermao. Talvez será el clima, quién topar-
sabe. Yo le voy a decir que nos vamos, que nos vol- Sofía—Sí, sola, me voy puel desecho pa no
vamos otra vez ma la montaña, es verdá que da tie- me con ninguno.
rra es mala, pero, en fin, siquiera es propia, y tamos Tomás—(A Ricardo). Y hasta vos te quisieras ir
mejor allá que aquí, en casa ajena. hombre, porque si son los del alto debe haber allá
buena vsita pa vos.
Sofía—Sí, es la verdá.
Carlos--Estás enamorao de la Maruja, hombre?
Carmen—Por supuesto. Pero Pascual no quiere ir-
se, se amaña mucho aquí, dice que don Carlos es Tomás—Sí, me tiene el corazón como un trepade-
muy bueno, que trabaja mucho pero que no le falta ro e'gatos a un papayo.
naa. Ricardo—No sias bobo.
Sebastián—Es lo que dice el refrán: "Amor, frito
y aguardiente, no se esconden de la gente".
ESCENA XII
Tomás—(A Ricardo). Pero si te vas te perdés de
Dichas, Sebastián, Tomás, Ricardo, don Carlos y lué- lo bueno que va a ver aquí.
Ricardo—Y qué va a ver?
go Pascual
Tomás—Tienen una damajuana pa la vuelta.
Sebastián—Güenos días. Ricardo—De qué?
Carmen—Quihay Sebastián? „Tomás—Pes de aguardiente hombre, de qué otra
Sofía—Buenos días. zosa iba a ser.
80 A. MESA NICHOLLS U1 ES DE OCASO 81
Pascual—(Entrando). Bueno, ya están toos aquí en
el camino; vamos ir saliendo, porque si nos demora- ESCENA XIII
mos nos va a coger l'agua.
Sebastián—Sí, y que van a caer hasta piedras de Carmen y Sofía
moler, puel lao e la montaña ta eso como bogue lo-
bo. Sofía—Bueno querida, me voy, creo que voy a lle-
Sofía—Virgen Santa me voy a mojar! gar estilando a la casa.
Tomás—Sí, va a llegar a la casa com'una náu- Carmen—Pero sí que siento que te vayas, qué ocu-
fraga. rrencias las de ña Dolores izque mandarte llamar así
tan a la carrera.
Carmen—Pero si llueve no te vas.
Sofía—Yo no quisiera dejarte sola, pero qué hago
Sofía—Y si no me voy me mata mi mama. yo, con lo brava que es mi mama, si me demoro me
Pascual—Bueno, vamonós, hasta mañana Sofía. pela.
Sofía—Hasta mañana. Carmen—Dios mío, y si hace huracán me muero
Sebastián y Ricardo—Hasta luégo (Salen). yo de miedo aquí sola.
Carmen—Hasta luégo, que les vaya bien. Sofía—No se te de naa, te ponés a rezar el trisa-
Tomás—Bueno, ya volvemos. (A Sofía). Si se mo- gio, que es lo mejor que al pa eso, y quemás un po-
quito e ramo bendito en el corredor.
ja métase un trago doble que eso es muy bueno, y
dese una fleta. (Sale). Carmen—Bueno Sofía, te agradezco mucho too lo
que me has ayudao, perdoná que no has hecho más
Carlos—Ya los alcanzo.
que trabajar.
Pascual—Ah, usté no se va con nosotros?
Sofía—No mujer, si me he estao charlando.
Carlos—Sí, pero tengo que ir allí al filo primero a.
dar una orden. Carmen—A ña Dolores muchas salues y que no le
perdono ésta, que te tiene que dejar venir otro día.
Pascual—Bueno, hasta luégo.
Sofía—Demás, otro día vengo a estarme con tran-
Carmen—Pascual, si lluve no te vas a mojar que te quilidá. Mi pañolón... Ah aquí está. Bueno, adiós
hace mal, escampate puhay en alguna parte. Carmelita, salues al niño y a Pascual.
(Salen todos menos Sofía y Carmen). Carmen—Adiós Sofía, andate corriendo no te vas
'a mojar.
.82 A. MESA NICHOLL ;NUBES DE OCASO 83
Sofía—(En la puerta). Ay, cómo está de negro Carmen—Por Dios! Pero qué quiere usté? Qué
cielo, Dios mío! (Sale). afán de atormentarme el suyo!
Carlos—Carmen. . Has olvidado ya lo pasado?
ESCENA XIV
Carmen—Qué es lo pasao? No me hable usté d'eso,
Carmen y luégo Carlos váyase!
Carlos—Acaso no tengo yo derecho para hablarte
Carmen—(Asomándose a la puerta). Dios mío!.. ,de lo pasado entre los dos?
(La cierra, luégo enciende ,una vela y la coloca fre Carmen—No! No tiene usté derecho pa flaal.. Ah!
te a una imagen de la Virgen en Ja cabecera de quién hubiera pensao.... Pa qué me engañó uste!..
cama). La vela bendita pa la Virgen.... Madre mí Pa qué me prometió un matrimonio que no podía cum-
no vas a dejar hacer tempestá... Que no les vaya plir!... Qué se propuso? Echarme al abismo!... Pe-
suceder naa a Pascual ni a mi muchachito. ro me he salvao!... Me hundí, es verdad, pero en-
(Carlos empuja la puerta y entra) contré una tabla de salvación y me salí a la orilla!
Ca r I---Carmen ! . . . Carlos—Pero Carmen!....
Carmen—Ah! es usté! Dios mío! Carmen—Silencio! No habla usté. Lo pasao, pa-
sao. Que yo me quedaré con mi amargura secreta pa
Carlos—.Carmen, óyeme... (Se oyen truenos I j
toa la vida, y usté con el remordimiento, infame!
nos).
Carlos—Pero déjame hablar, espéra que te expli-
Carmen—Don Carlos, váyase usté, yo se lo supli que...
-co, se lo ruego por Dios, por la Virgen!
Carmen—No! Infeliz!... Yo era buena, muy bue-
Carlos—No, Carmen. no me voy, es esta la últi na.... Y tuavía le soy, a pesar le veneno que usté vació
vez que logro hablarte a solas, sin que nos oiga n en mi alma. Porque hubo una mano caritativa que me
die, y no puedo despreciarla. sacó del pantano en que usté me dejó cuando se
Carmen—Váyase usté! fue tan lejos. Ah!... Y yo lo queríal... (Llora).
Carlos--Hasta la tempestad me ayuda a estar sol Carlos—Carmen!... Me querías!... Pero eres tú
,contigo. la que lo dices. Yo que creí que no me habías ama-
Carmen—Dios mío! Que si viene Pascual!... do nunca, y por eso me fui, me fui tan lejos, porque
temí tu reproche, pero te amaba, te amaba inmen-
Carlos—No vendrá, está ya lejos de aquí y lo a
samente. Porqué te casaste Carmen? No me habías
jan los rayos! prometido...
A.. MESA ¡VICHOLL& _NUBES DE OCASO 85
-84
Carmen—Qué! Y eso lo dice ahora porque ya no, me amabas, hasta ahora, hasta ahora que me lo has
hay remedio! Pa qué me baandonó usté que era el dicho tú, que me lo están diciendo tus ojos, y las
llaman a borrar esa mancha que ha borrao Pascual palabras de tu boca, esas palabras que por mucho
a costa de su honra? Sí, porque ya se han borrao. Es. odio que encierren, no pueden ser inspiradas más que
verdad que fui mala mujer un día, un momento tal- por un amor inmenso.
vez, pero en recuerdo de ese momento amargó toda Carmen--Don Carlos, váyase uste, yo no lo he que-
mi existencia, porque yo por naturaleza era buena. rido nunca, y ahora menos, mucho menos. Este odio
¿Que temió usté mis reproches? Y no los terne aho- que le tengo, no viene del amor, como usté dice, vie-
ra? Y no teme a la ira del cielo, o a la de un hombre ne de la deshonra, de una deshonra que ya no tengo
honran que el día que sepa su deshonra le parte eT yo, porque me la quitó un inocente: Pascual. Que si
corazón? él lo supiera I....
Carlos—No, ahora no temo nada, porque estoy con- Carlos—Pero él no comprendió?...
tigo y te amo más que unnca rmen—Qué! Los buenos jamás comprenden esas
Carlos—Ah, a eso vino usté? Es que no sabe quién cosas, eso se queda pa la malicia de los malos.
soy ahora? Si ya no soy la misma mujer infeliz que-
Caries—Sí, Carmen, insúltame, que yo te alabaré;
uste abandonó creyendo que a su vuelta la encontra-
ódiame, que yo te amaré inmensamente; mátame si-
.ría arrastraa com'una limosnera. No, ahora soy otra -
quieres, que yo te bendeciré en mi agonía, pero no
mujer, la mujer. de Pascual! mates así, tan repentinamente mi esperanza.
..f'arlose--Pero escúcheme Carmen, te ruego por... Carmen—Y cuál es su esperanza? No sabe usté
Por ese! (Señalando la cuna).
que nació muerta? Que la mató uste mismo? Ah! No
Carmen-e-Ah! . hableMos más desto, en el hogar de Pascual es un
Carlos—iSi, Carmen, yo te quiero como no se ha. crimen recordar el pasao de la que es hoy su esposa.
se ha querido nunca en el mundo. Si tus palabras, Váya usté.
por duras que sean, llegan a mis oídos como una mú- Carlos—No, no me iré! (Le toma fuertemente las
sica-divina; si tus ojos aunque estén como ahora,.
-manos).
chispeantes de rabia y de odio, siempre alumbran be-
néficos la aridez de mi vida! Carmen, yo te dejé, Carmen—Suelte!
es 'verdad, mas no fue culpa mía... Mis padres... Carlos—Carmen, tú me amas todavía, te lo veo en
familia... En fin... Tú te. negaste a acompañar la cara. y quiero verlo en todo tu sér como lo vi otros
me, yo tenía necesidad de• ese viaje. No sabía que días! Mi amor no tiene obstáculos!
86 A. MESA NIChOLL,1 UBES DE OCASO 87
Carmen—Suelte ! Infame ! Carlos—Honrada! . . .
Carlos--No ! Carmen—Silencio !
Carmen—Llamaré ! Pascual—Infeliz, no ves que la ley de Dios manda
Carlos—No te oyen ! no desear la mujer del prójimo? Y ésta es mía, ente-
Carmen—Pascual ! . . . ramente mía ! Qué querías con ella mal hombre, pe-
rro miserable .
Carlos—No te oye !
Carlos—Pascual ! . . .
Carmen—Pascual ! . . .
(Aparece Pascual en la puerta con el hacha en la. Pascual—Eh ! Ajuera! (Lo empuja hacia la puerta
y Carlos, de un modo despectivo da un latigazo a
mano. La tormenta arrecia, los relámpagos iluminan pascual) Ah! (Levanta el hacha como para descar-
la escena).
aria sobre la cabeza de Carlos, éste hace ademán de
atajar el golpe).
ESCENA XV Carmen—Pascual !
En el momento en que Pascual tiene el hacha en
Dichos y Pascual. el aire, se interpone Carmen, de un salto, entre los
dos. Pascual suelta el hacha, corre a la cuna del ni-
Pascual—¡ Y era verdá ! Canalla ! Pero qué tenía
o y sacándola en brazos, exclama:
yo, qué venda me habían puesto en los ojos pa na
verlo, si estaba claro como la luz del día ! Infame 1 Pascual—No ! . . . No ha sío naa! No ha sío naa ! .
Qué hace uste aquí? Vámonos de aquí ! . . . Pa la montaña . . . Manque ha
a tempestá No lihace ! . . .
Carlos—Yo...
Pascual—Que ya nos alcanzaba ! . Ahora sé el' TELO
motivo de tu generosidá, sinvergüenza! Querías com-
prar con eso lo único que tenemos nosotros : la hon- Fin del segundo acto
radez
Carlos—Pascual !
Pascual—Te pareció que no había quién la defen-
diera de tu infamia? Pes aquí estoy yo, que la lle-
varé siempre honraa como ha sío ella, hasta el fin-
del mundo!
NUBES DE OCASO 89
88 A. MESA NICHOLL
Sofía—No hice más que rezar el trisagio por too el
camino, creo que lo rezaría más de cincuenta veces
de aquí a. la casa.
Dolores—Qué ocurrencias las d'ese patojo Sebas-
ACTO TERCERO tián, probe muchacha, esa noche le dio un dolor de
cabeza que puenainas se muere, no le valieron me-
decinas ni le valió naa.
Una habitación mucho más pobre que la anterior,
Carmen-- Y no lo han visto después d'eso?
En la montaña.
Dolores—Pes corno nó, antier me topé con él en la
loma y le canté la tabla por sinvergüenza, lo puse
ESCENA I verde, con lo desbocaa , que soy yo, cuando me nojo.
Carmen—Y qué dijo?
(Calmen, Sofía y ña Dolores. Carmen meciendo
cuna y Sofía cosiendo). Dolores—Pes qu'iba a decir... Quisque don Car-
los le había dicho que yo la necesitaba.
Dolores--Pes ya le digo Carmelita, a Sofía no Sofía—Claro, eso jue lo que pasó, Sebastián no tie-
mandé llamar yo esa tarde. ne la culpa, era que a don Carlos le estorbaba yo en
la cesa.
Carmen—Es que Sebastián es muy embustero.
Dolores—Y esa mojaa ha podio costarle hasta la vi Carmen—Sí, pero después se fue a hacerle cuento
a esta probe muchacha; llegó a la casa ensopas,. a Pascual, y él llegó a la casa furioso, que puienai-
com'un pato, y de resultas d'eso le ha quedao una gri nas hace una barbaridá como ustedes saben. Pero
pa que pun tris se la lleva. pnjaa i,:or dü nosotros, y ocon este angei-
Carmen—Pero no te escampate en ninguna par lito en los brazos, y venirnos a esa hora pa la mon-
Sofía? taña, con esa tempestá.
Sofía—No mujer, pero aonde, si me jui puel des Dolores—Virgen Santa! Y no 1'hizo mal al niño?
cho que no al ni rastrojo pa uno meterse. Carmen—Pes corno no, ha tao muriéndose, y Pas-
Carmen—Y con ese aguacero tan duro. cual lo mismo, a mí no m'ihizo naa porque yo soy CO-
3110 la piedra.
Sofía—Pero el aguacero no tanto, lo pior de too e
Sofía—Y no han bajao después d'eso?
la tempestá, y yo que soy tan miedosa.
Dolores—Ave María Purísima. Carmen—No, no hemos bajao; y yo no he querío
90 A. MESA NICHOLLS NUBES DE OCASO. 9I

que Pascúal baje solo a hablar con don Carlos, por- ,sío muy pacífico, yo lo conozco desde que estaba chi-
que puen tener una molestia. quita, y nunca he oído decir que ,haiga peliao con
Sofía—Y ya qué tienen que hablar? ninguno.
Carmen—Es que le debe a Pascual como quince Dolores—Sí, pero porque no se había visto en una
cosa d'estas.
'días de tratiajo, y como ahora estamos tan embro-
Maos... Carmen--Pero es que no hay motivo ña Dolores, a
Dolores Pero él no ha vuelto a la casa después mí no me crerán porque sea yo la que lo diga; pero
d'eso; al otro día se jue pal pueblo y no volvió más. que hable cualquiera a ver si tiene algo que decir de
mí. Uste lo sabe.
Sofía—No, si ayer isque tuvo puaquí, por la mon-
Dolores—Es la verdá. Pero a los hombres, cuando
taña.
tán celosos, no hay quien les saque de la cabeza
Carmen—De veras? Y quién dijo. un'idea.
Sofía—Me dijo Tomás esta mañana, que lo habían Carmen—Y él de mí no dice naa, él sabe, que yo
Visto en la cas'e los Arias. no lo engaño, pero como se le ha metío que don Car-
Carmen—Virgen Santa! Yo no sabía naa. los me quiere... La tarde que lo encontró allá casi
, Dolores—De pronto le da Pascual su tatequieto pa le raja la cabeza de un hachazo.
que deje la bulla. Sofía--(Con intención). Y a qué había io?
Carmen—Y ya se está demorando mucho, qué será Carmen—Pes a escamparse mujer, con ese aguace-
Dios mío! ro... Y sin embargo yo le dije que se fuera...
Dolores—Vuste por Pascual no tenga cuidao Car- Dolores—En too caso ya ustedes están en su casa
melita, ese no se deja sofaldiar de naide. y en su tierra propia, es verdá que no tienen naa sem-
Carmen—No ña Dolores, si es que él es muy volao brao, pero puea ser que Pascual se coloque a traba-
y de pronto pue hacer algún disparate. Tiene hastá jar con algún vecino que le abrá güen partío.
.revólver. Carmen—Pueda ser ña Dolores, en esas vueltas an-
Sefía—Sí?... Ja, ja, ja! Pero será pa cazar conejos da él ahora.
que es lo único que se ve por aquí. Sofía—Y ya quedamos más vecinas, mientras tan-
Carmen—No creás, yo tengo miedo de que Pascual to mandá a casa por lo que se te ocurra, ño te de
se meta de pronto, en una hondura. pena.
Sofía77-No sib boba muchacha, si Pascual ha. Carmen—Díos te lo pague.
92 A. MESA NICHOLLS
„NUBES DE OCASO 93
Dolores—Sí Carmelita, ai poco será lo que les poe-
mos ayuar pero es con gusto. Tomás—Y mientras tanto, se chupa el deo, no? Si
Carmen--Ya lo creo, ña Dolores. pascual lo que necesita es algo que le produzca ya,
Sofía----Sobre too la leche pal niño yo te la mando manque sea jornaliando.
toos los días. Carmen—Y los Ramírez no le quisieron dar naa?
Carmen—Bueno Sofía, te agradezco mucho, porque Tomás—No, si los Ramírez no tienen piones aho-
eso era lo que me tenía más triste. ra, dijeron que talvez pal mes entrante le podían
dar trabajo.
Carmen—Pes eso sí está malo.
ESCENA II
Tomás—Lo cierto el caso es que mientras nosotros
estemos aquí, no dejamos sufrir a Pascual, ai le ayu-
Dichas y Tomás
damos un día el uno y otro día el otro, hasta que con-
siga trabajo.
Tomás—Buenas tardes.
Carmen—Mi Dios se lo pague.
Dolores—Tomasito, cómo está?
Sofía—Sí, por eso no te dé naa Carmela, al fin se
Carmen—Quihay Tomás, siga y se sienta. establecen, allá verés.
Tomás—Dios se lo pague Carmelita. Tomás—Eh? Usté estaba al o jue que la descarga-
Carmen—Ha visto a Pascual? ron.
Tomás—Sí, yo venía con él, pero se quedó allí ha Sofía—Yo estaba aquí, no me había visto pues?
blando con unos arrieros. Tomás—Como ni me contestó el saluo, yo creí que
Dolores—,Consegu iría algo? sería al algún atao e ropa.
Tomás—No, no DUO conseguir naa. Los Arias le Dolores—Carmelita, vusté tiene aquí borraja?
propusieron rozar ese rastrojo grande en compañía. Carmen Sí ña Dolores, en la güerta ai mucha.
Carmen—Y él que dijo? Dolores—Deme unas florecitas pa una bebía, es
que en casa hay tánto enfermo agora.
Tomás—No sé, como que no taa bien decidío, por-
que tiene mucho trabajo; necesita muchos piones. Carmen—Cómo no, voy a cogérselas. (Se levanta).
Dolores--iPero si lo llegaran a sembrar producía. Dolores—Vamos juntas, con eso me llevo unos pie-
bastante, y con eso tenía Pascual pa salirse de apn- .citos . Ya güelvo Sofía, preparate pa que nos vamos.
ros. <Salen).
Sofía—Bueno, señora .
A. MESA NICHOLLS. NUBES D OCASO. 95
94
•Sofía—Tan .bobo.
ESCENA III Tomás—Es que no se pue ir así sin dársele naa.
Sofía—Mi pañolón qué se haría... Ah, aquí está.
Sofía y Tomás Tomás—Se va siempre?
Sofía—Sí, más que le pese.
Tomás Sofía, y nos dejan solos, como quien di-.
Ce... se mamó la vaca. Tomás—Bueno, 'adiós. (Le estira la mano).
Sofía—Y pa qué nos van a celar a los dos, saben. Sofía—Adiós.
que yo no tengo naa con usté. Tomás—(Reteniendo entre sus manos la de Sofía).
Tomás—Pero yo sí tengo.
Tus ojos son dos luceros,
Sofía—Ja, ja ja!! Uste pue tener too lo que quiera.
tu boca es un alelí,
Tomás—Bueno, cuénteme: izque se mojó mucho y tus manos son dos lirios
l'otra, tarde no? :que se abrieron para mí.
Sofía—Bastante. Figúrese esté si me mojaría, con
ese aguacero. (Aparece Pascual en la puerta).
Tomás—Y pa, naa porque en su casa no la habían Sofía—Ja, ja. jal...
llamao. Tomás—(Viéndole la mano a Sofía para disimular).
Sofía—Y quién le dijo a usté? Pes usté Sofüta, lo que tiene es icarranéhín, eso se
Tomás—Un pajarito que me lo cuenta too. le quita con jabón de tierra.
Sofía—Sabroso tener d'esos pajaritos.
Tomás—Pes cuando quiera le consigo uno ESCENA IV
Sofía—(Levantándose). Bueno, ya acabé mi tarea,,
me voy a preparar pa irme. Dichos y Pascual
Tomás—No Solía, no se vaya.
Pascual—Buenas tardes, Sofía.
Sofía—Sí, por mando suyo no?
Sofía--Quihay Pascualito, qué ha hecho.
Tomás—Vea, no me de esos golpes que me puedo
Pascual—Pes ya lo ve Sofía, casi naa.
morir de repente.
Sofía—Ustedes si uno no viene a verlos lo olvidan
Sofía—Por mi parte...
a uno.
Tomás—Espérese que le están asando un plátano_
96 A. MESA NICHOLLS UBES DE OCASO 97
Pascual—No, es que no hemos podio, primero con Pascual—Dios se lo pague ña Dolores, que le vaya
la enferme& del niño, y después yo buscando tra- .muy bien.
bajo... Dolores—Adiós Carmelita.
Sofía—Y encontró algo? Carmen—Adiós ña Dolores, muchas gracias por la
'Pascual—No, no encontré. visitica, y vuelvan.
Tomás—Eh, ho'inbre„ si aquí es más fácil sacarle la Sofía--Adiós Carmela, hasta que vas; adiós Pas-
lengua al diablo con unas tenazas de sebo que con- ,cualito.
seguir trabajo en este tiempo. Pascual--Adiós.
ESCENA V Carmen—Bueno Sofía, que te vaya muy bien, saluea
toas.
Dichos, Carmen y Dolores Dolores---Hasta mañana, Tomasito.
1
Tomás—Yo las acompaño. (Sale con ña Dolores).
Dolores—(Entrando con unas ramas de borraja en (Aparte). Dicen que acariciando la vaca pue arri-
la mano). Bueno mhija, Vámonos que es muy tarde. mar el ternera. (Salen).
Es, Pascualito, qué milagro, ya creímos que nos íba-
mos sin verlo. ESCENA VI
Pascual—Si he sabio que estaban aquí me había
venío antes. Carmen y Pascual
Dolores—Y que ya nos vamos.
Pascual—Pero por qué tan ligero ña Dolores. Pascual—(Después de una pausa). Naa, no se con-
ligue naa. Ni trabajo ni plata.
Dolores—Pozque hace siglos que estamos aquí, y
en la casa hay mucho qué hacer. Carmen—Fuiste onde los Ramírez?
Carmen—Siempe que vienen es con esos afanes. Pascual—Sí, no tienen. Yo por mí, más que no hu-
iera naa, toy enseñan a pasar trabajos, pero vos...
Sofía—Pero siquiera venimos mujer, estudes no van el niño.
nunca.
Carmen—Ña Dolores me trajo una botella e leche,
Carmen—Es que nos queda tan trabajoso dejar la uerés un poquito?
casa, como no hay quien la cuide.
Pascual—No, que sea toa pal niño, como él te bien
Dolores—Bueno Pascualito, hasta mañana; Ricar- anque nosotros aguantemos. Algún día habrá. No
do le mandó muchas salues y que muy pronto viene. y mal que dure cien años.
98 A. MESA NI -CHOLL NUBES DE OCASO,

Carmen—Ni cuerpo que lo resista. Pascual—Que si juera cierto lo que dicen!.


Pascual—Pueda ser que el de nosotros resista, y er Carmen—Qué?
no... Pascual—Que los dos se querían cuando estabas
Carmen—Por qué no le co:brás a don Carlos? -Ialtera, y que tuavía se quieren!
Pascual—Qué voy yo a hablar con ese badulaque; Carmen—Pascuall...
si no quiero verlo por no romperle la cabeza. Pascual—Yo no he querío crerlo, no he podío, poP.
Carmen—Izque estuvo ayer onde los Arias. que sería como echar sobre mi vida una desgracia
Pascual—Sí? quién te dijo? inmensa! Pero...
Carmen—Sofía. Carmen—Quién te lo ha dicho?
Pascual—Pes que no vaya a asomar aquí las na- Pascual—Toa la gente, too el mundo lo sabe, yo he
rices porque le sale por un ojo sío el último que lo supo! Porque no quise, porque
Carmen—Pero si viene a pagar... tuavía no quiero creerlo... Que si juera cierto, Car-
melal...
Pascual—Qué! te parece que la plata de ese hohr
bre pué servirnos a nosotros? Si la comía que nié. Carmen--Por Dios!
dé a mí esa plata se me atraganta en el pescuezo por Paseual—,Porqué no me contabas que te quería,
más halnbre que tenga. no velas que yo necesitaba saberlo pa defenderte
..Carmen—No hay que llevar las cosas hasta allá. d'él?
Pascual—Pero estás en tus cabales mujer? O ea; Carmen—Porque yo...
que no te has dao cuenta de lo que pasa? eres que Pascual—Ah, pero era verdá!... .Carmelal... Mi-
Yo pueda seguir así, lo mismo que antes, después de rame a la caral... (Le coge la cara entre las manos).
lo pasao, que no le rajé la cabeza por un milagro de Parqué se te agrandan los ajos!... Porqué temblas!
Dios? Te da miedo!
Carmen—Y no tenías motivo, .. Carmen—Que me estás lastimando!
earmel.a I ... O es que sos muy hi Pascual--Qué! Te estoy lastimando l'alma, no? Te-
pderta, o muy animal! ... Cuando estabas allá, n duele?
me decías que te aburrías,, que nos viniéramos pa . Carmen--(Llorando). Pascual por la Virgen!
eá ? Y ahora que estamos aquí, qué querés? Q,ae ven Pascual-7-Sí, por la Virgen, que no te diga naa, no?
ga porque te hace falta? lue. me lo trague, así, callao!
Carmen—Pascual! Carmen-Pero Pascual por Dios! Cómo se te ha me-
NUBES DE OCASO lot

100 A. MESA N1CHOLLs


guío pa llevarte al altar, vestida de blanco y llena
tío en la cabeza que yo quiera a ese 'hombre? No me toa de flores... Pa que ahora. Carmela, me engaña-
has visto odiarlo toda la vida? Que si no lo insulta- ,ras!
ba era porque vos mismo no me dejabas? Lo que Carmen—(Llorando). Pascual, me da miedo oírte,
quiero es evitar una molestia entre los dos, par bien pero qué has notan en mí, por Dios, no ves que soy
tuyo; pero no sabés que lo odio con toa la rabia con buena, no ves que yo te quiero con toda mi alma? Yo
nue se puede odiar a un hombre? no tengo la culpa de que ese hombre me quiera...
Pascual—Y porqué lo odiás así, vamos a ver, eso Pascual--(Precipitadamente). Ah pero te quiere!..
qué quiere decir? Carmen—(Turbada). No! Eso es falso, No me quie-
Carmen—Pascual, no me mirés así que me da mie- re, fue que...
do verte. Porqué no me eres a mí que te lo he dicho Pascual—Carmela, me engañas, te lo veo en la ca -
mil veces, que aborresco a ese hombre? No ves que ra !... Me lo estás diciendo tus ojos volaos de mie-
,yo no tengo la culpa? 'El fue a escamparse allá... do y empapaos de llanto!
Pwcual—Pero es verdá que se querían? Carmen—Pero qué querés de mí entonces? Cómo te
Carmen—Ya... gusta que sea yo?... Pascual! Pegame si querés...
Pascual—(Interrumpiéndole). No!... No me vas a arrastrame del pelo... Matame... Pero no me digás
decir que si porque te rajo la cabeza! Ah!... Yo que te engaño! No ves que eso me ofende y te ofen-
que soñé con una mujer tan buena, que fuera pura de?
como los lirios del campo, y limpia como la fuente Pascual—Carmen.
que baja de la montaña. Yo quería pa mí una mujer Carmen Sí Pascual, yo quiero ser asé como la que
que fuera así como una paloma, que no hubiera to- shas soñao, lo he querío siempre. Ser pura como los
ca() nadie, o com'un pedazo de nieve d'esos que se lirios del campo, y limpia como la fuente que baja de
cuajan en lo más alto de lcs montes! Eso quería yo la montañal... Pa vos... Solamente pa vos!...
pa mí! 'Cuando empapaba la tierra con mi sudor, me Pascual—Carmen.
decía: que sea too paa ella! Y allá, en los montes Carmen—Y pa mi hijo!...
más espesos, con el hacha en las manos, cuando pen-
saba en la mujer que había {de acompañarme toa Pascual—Sí, pa nuestro hijal... Es verda, soy in-
la vida, me sentía capaz de tumbar la montaña en- justo, Carmen, es que te quiero con .toa mi alma. Sí,
tera! Me has oído Carmela?... Después te conoet porque ese hijo rque llena mi vía entera, te lo debo a
yo creí que eras buena, muy buena, y pura como 1 ',fas— El nos une, él nos mantiene juntos, y lo que
que yo había soñao pa mí. Tus ojos me dieron cont no haga el amor lo hace él. Yo me siento con fuer-
una puñalaa de luz, y me enamoré... Trabajé se-

BANCO DE LA REPUBLICA
BIBLIOTECA LUIS-ANGEL MANGO
CATALOGAC1ON
102 A. MESA N1CHOLL1 UBES DE OCASO 103

zas pa recorrer el mundo entero, por


Qué palabra tan dulce! Al oírla en tu boca, el aln¡a ESCENA VII
revuelta de rabias y de dudas, se me apacigua como
una fuente mansa... (Carmen llora). El llegó a nues- Dichos y Tomás
tra casa como un rayo de sol llega al surco lleno de
sombras y de frío, pa que germine la semilla! Si, Tomás—(Entrando). Hombre Pascual, si vieras la
Carmen, no llores, fue una nube que pasó por mi men- llueva raspa que le ha metío ña Dolores a Sebastián..
te, pero se ha disipao. Te ofendí, es verdad, perdo- (Al verlo). Pero por lo que veo ustedes están aquí
neme. Sí te quiero, te quiero mucho, cómo no he de , de ceremonia, no?
.quererte si sos la madre de mi hijo! Pa qué Bolla Pascual—Ya venís pa que vamos al alto?
más.... No te pido perdón por haberte ofendido? Tomás Sí hombre, pue que consigamos algo allá,
Carmen—(Sollozando). Pascual!... esos mantienen mucho trabajo.
Pascual—Es porque no tenemos comía? No ves que Pascual—(Levantándose). Vamos pues.
aquí estoy yo pa conseguirla? Yo, que cuando pienso Tomás—No, pero esperate un poquito y yo descan-
en vos y en mi hijo, el mundo me parece chiquito? Si so. (Se sienta). Si he caminan esta loma como tres
hoy no tenemos, mañana habrá, que Dios no esamps. -veces hoy. Y tengo una sequía.. Regáleme un clarito
ra a nadie, y al que trabaja, menos. Aquí estamos 'Carmelita, o manque sea agua, yo no soy exigente.
mejor que onde estábamos. Pascual--Pes agua será lo único que te podemos
Carmen—Sí Pascual, es verdá. 'dar aquí, hombre.
Pascual—Mucho mejor. Aquí nadie tiene derecho Carmen—Voy a traérsela. (Sale).
de venir a turbar nuestra calma; y hay del que ven7 Tomás—Pes hombre, le ha echao una reprimen-
-..ga! Que comía no ha de faltarnos mientras yo viva. da Tia Dolores a Sebastián, parecía a la que le echa-
Carmen—Pero si no tenés trabajo?... tes vos al prencipal, que casi le dejás la cabeza como
Pascual—Lo conseguiré!... En la antigüeda quia- pa hacer tutumas.
que hubo uno que dijo que si le daban una palanca, Pascual--Y de aonde venía Sebastián?
levantaba. el mundo... Tendría hambre en la casa co- Tomás—Yo no sé, lo encontramos puel camino.
¡no yo, que con l'hadha entre las manos soy capaz de
.hacerlo temblar! Pascual--E1 pobre no tuvo la culpa.
Tomás Qué culpa iba a tener esa alma justa, hom-
bre, si ese no dice ni lo preciso, y después d'eso . ha
4.tiedao que habla más un retrato entre un baúl, pare-
104 A. MESA NICHOLL ,NUBES DE OCASO 105
ce sordo-mudo. Y tiene un miedo de encontrarse e los, y dicen que le tiene más miedo que el diablo a
vos la cruz.
Pascual—Yo no le digo naa hombre, si él fue el que Carmen—Y porqué?
me contó a mí esa tarde. Tomás—Yo no sé, don Carlos izque se va pa lejos.
Tomás—la tarde de la tempesta'.' Carmen—Que se va?
Pascual—Sí: no hablemos más d'eso. Tomás—Sí, que va a coger la plata y se larga, pa
(Vuelve Carmen). no volver.
Carmen—Vea l'agua Tomasito. Carmen—Y qué le habrá pasao?
Tomás—(Después de tomar). Dios se lo pague. Tomás—Pes será de alegría por no verse en el ce-
(Saca unos tabacos). Querés tabaco, Pascual? Ust& anenterio, porque estuvo en las puertas, como uste
••quiere Carmelita? lo sabe.
Pascual—(Recibiendo). Gracias. (Entra Pascual).
Carmen—No, ahora no humo, me hace mal. Pascual—(Dando a Tomás la candela de su taba-
Tomás--Si el tabaco no hace mal pa naa, es lo úni- co). Mirá la candela.
co bueno después del aguardiente. (A Pascual). Da. Tomás—(Encendiendo). Gracias.
me candela. hombre, porque la mecha mía se me aca- Pascual—Querés que nos vamos ya?
bó encendiéndole el cabo a ña Dolores.
Tomás—Bueno, cuando querás.
Pascual--Yo tampoco tengo, voy a encender a I
cocina. Pascual—Sí, es mejor de una vez pa salir d'eso.
Tomás—(Levantándose). Hasta mañana, Carme-
Carmen—Esperate, yo traigo.
lita
Pascual—No, yo voy. (Sale).
Carmen—Hasta mañana Tomasito, que le vaya muy
Tomás—Pes vamos a ver si se consigue trabajo pa. bien
Pascu-al.... Ah, el que vendió la finca fue don Car-
los, no sabían? Pascual—Hasta luégo.
Carmen—Sí? A quién. Carmen—Bueno, no te vas a demorar, porque a mí
me da mucho miedo quedarme sola.
Tomás—Yo no sé, izque a un señor del pueblo, me
dijeron ahora que subía. Pascual—No mujer, si entro di un cuarto di hora
.stoy aquí a más tardar. (Salen).
Carmen—Talvez con él consiga trabajo Pascual.
Tomás---No, si ya supo lo que le pasó a don Car-
NUBES DE OCASO 107
106 A. MESA N1CHOLLS
Carmen—Pero qué viene a hacer aquí? Pa qué tie-
ne usté que despedirse de nosotros? Lárguese así, sin
ESCENA VIII hablar.
Carmen se queda mirando a Pascual que se aleja, Carlos—Carmen, ¿no ves que hay algo que nos une
aunque tú no lo quieras?
luégo cierra la puerta, llega a la 'cuna Idonde duerme
el niño, lo abriga bien y después se sienta en la ca- Carmes--Chst!... No hable uste d'eso!
ma, pensativa. Carlos—Sí te hablo, porque a eso he venido, por-
Carmen — Mientras más sufro, más lo quiero.... que necesito hablarte, porque tengo derecho a hablar-
*Si es tan bueno... Tánto... y tener que engañarlo.. te de eso.
Y tener que mentir así, por la fuerzal... Dios mío! Carmen—Derecho?... Tuavía ese cré usté con algún
Qué suplicio.... Pobre Pascual! El que soñó con una derecho sobre mí?
mujer que fuera pura como los lirios del campo, y Carlos—Sí! Te parece que el secreto lo guardas tú
limpia como la fuente que baja de la montaña? sola? O me óyes, o lo revelo todo a Pascual!
(Llora). Y haber dao conmigo... Con un harapo... Carmen—Y le parece que el día que Pascual sepa
-Con una flor desojaa, en el camino! ese secreto se queda uste vivo?
Pausa. La puerta se entreabre lentamente y Car- Carlos—Qué, me matal... ¿Y la misma suerte no
los asoma la cabeza. Carmen sobresaltada: puede correr él?
Carmen—Ah! Quién es? Carmen—Don Carlos!... Pero qué mal tan gran-
Carlos—Carmen... de le hecho yo a uste, pa que me atormente así, de
Carmen—Dios mío ¿es usté? (Entra Carlos). esa manera?... Qué otra cosa he hecho yo por usté,
fuéra de poner mi honra a sus pies, como un tapit
ESCENA IX de flores, pa que uste lo pisara?... Por eso es su ven-
ganza? Porque la piedra suelta del camino con que
usté tropezó, la ha recogío un hombre honran y bue-
Carmen y Carlos
no? Qué quería entonces?
Carlos—Carmen... Porqué me odias así? No ves
Carlos—Sí, Carmen soy yo, que vengo a despe- que yo te quise con toda mi alma? Que todavía te
dirme! quiero, y que daría la vida por tí? Horrible es mi
Carmen—Por Dios! Si lo ha visto Pascual!... suplicio cuando te veo en brazos de Pascual. Nlo
Carlos—No me ha visto; no quise que me viera
aunque no fe tengo miedo.
A, MESA NICROLLS
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NUBES DE OCASO
puedo tolerarlo más... Necesito revelar ese secre-
to!.... Este hogar, más que de él, es mío! odies de muerte! Si quiero estar contigo aunque pier-
Carmen—Silencio, bandido! No vaya usté a despeL da la vida, porque cuando estoy lejos de tí, me pa-
gar los labios pa decir una palabra, porque yo mis- rece que se me arranca el almal... Carmen, dame si-
quiera una esperanza, no consigas con tu odio que
ma le rompo la cabeza. te pierda a tí misma!
Carlos—Tú? Sí, mátame si quieres, aquí estoy,
Carmen—Don Carlos!... No sabe uste que eso es
aquí me tienes muy cerca de tí. Ya lo ves.
imposible? No ve que tengo un marío, que debo res-
Carmen—(Suplicante). Don Carlos por Dios... Vá-
ponder por su honra delante de Dios y del mundo?
yase usté! Que si ya fui mala, que si estuve deshonraa, fue an-
Carlos--Sí Carmen, me iré, me iré muy lejos, no tes de casarme con él, cuando no me preguntaba por
volveré a verte nunca... Te dejaré tranquila... Pe- mis faltas sino por mi conciencia. Ahora, no, aho-
ro antes... Antes... ra quiero borrar esas faltas siendo buena, muy bue-
Carmen—Qué? na, aunque me cueste la vida. Si ese secreto ha de
Carlos--Ya tú sabes... Nadie nos ve... taparse con otra falta más, revélese usté!.... Qué
quiere?... Que yo engañe a Pascual? Si lo quie-
Carmen--Miserable t ! !
ro con toda mi alma, cómo lo he de engañar?... Si
Carlos—O revelo el secreto! fue mi salvador!
Carmen—Y ese es el precio que pone usté .a su si-
Carlos—Carmen!
lencio? Ah! No creí yo que pudiera haber hombres
tan malos, tánto, ,como usté... sin que en vida se Carmen—Sí!... Lo adoro!... Tengo derecho de
los alzara el diablo! (Llora). ¡Dios mío qué tormen- gritarlo a too el mundo, con orgullo, porque él es mi
to!... Infame! Miserable! Estas lágrimas que me ha marío!
hecho derramar, por el crimen de haber dao a uste Carlos—Silencio!... No me exasperes... Porque
too lo más grande que pue dar una mujer, las ha no sé lo que hago!
de tener en cuenta Dios en el cielo, pa castigar su in- Carmen—Con celos! A estas horas con celos?
Carlos—Carmen... Hablaré!... Me vengaré de tí,
famia!
Carlos—Asiéndola bruscamente de jos braios 'en infeliz! Todo el mundo sabrá que fuiste mía prime-
ro... Antes que de Pascual. Y gritaré muy alto, que
un arranque de pasión. Carmen, quiéreme!... Nece-
lo único que tiene aquí, en este hogar. (Señalando la
sito que me quieras como antes!
cuna). es mío!
Carmen—Quite ! Miserable!
Carmen—Don Carlos !
Carlos—Carment_ • Si eres mi vida aunque me
Carlos--Sí, lo único; ese que me retiene aquí, y por
_NUBES DE OCASO 111
110 A. MESA NICHOLLS
Pascual—Cómo que naa, miserable, si es mía, so-
ese te quiero así, contra los imposibles! (Carmen lla- lamente míal...
ra). iCarmen... lloras?. .. Ves que sí tengo algún
derecho sobre tí?... Y que si estás unida a ,Pas-
Pascual—De ella ni una palabra! Bandido! Que tu
cual por una bendición, estás unida a mí por un hi-
mirada no más es capaz de manchar su alma blanca
jo? com'una palomal... La querías? Ahí está... Llevá-
(Pausa). Luégo le toma suavemente una mano. No tela! Voltiala a ver siquiera pa arrancarte l'alma, la-
te mueve siquiera eso a disimular tu odio contra mí? drón!
Carmen—Don Carlos, yo se lo suplico por los cla- Carlos—( Amenazador). Pascual!
vos de Cristo, váyase uste!
Pascual—,Pero estás loco? No sabías que aquí es-
Carlos—Pero prométeme... taba yo pa defender mi casa? Y que ésta es mi mu-
Carmen—No, nunca! jer, la madre de mi hijo?
Se abre la puerta y aparece Pascual. Carlos—De tu hijo...
Carmen y Carlos—Ah!!! Carmen—Carlos!
Pascual—Sí!... De mi hijo!
ESCENA X
Carlos—Ese no es hijo tuyo!
Dichos y Pascual
Pascual—(Sorprendido). Qué!... (A Carmen). Que
no es!... Que no es mi hijo!...
Se precipita sobre la cuna, pero Carlos arracándo-
Pascual—Eh? Qué hace usté aquí?
lo de la ropa, lo arroja fuertemente hacia atrás. Pas-
Carlos—Vine a despedirme de Carmen. cual saca un puñal y lo hunde en el pecho de Carlos.
Pascual—Canalla! Ya debía haberse uste largan Carlos—Llevándose las manos al pecho) Ah!
sin despedirse. Bandido!... Asesino!...
Carlos—Pascual! Carmen contempla la escena atónita, como sonám-
Pascual—JSilencio! No permito que hable usté una bula. Pascual después de la puñalada se queda mi-
palabra más en mi casa. Afuéra! Con qué derecho pi- rando a Carlos 'atentamente, éste se dirige Lamba-4
sa uste esta casa? No sabe que su sola presencia es leando a sentarse en la cama; entonces Pascual va
una deshonra pa nosotros? (A Carmen) Y vos' "hacia él.
Porqué no lo habías echan a palo de aquí? (Acercán- Pascual—No!... Esa cama no se puede manchar
dose bruscamente a ella). O es que vos...
Carlos—Pascual! Con ella nadal.
A. MESA NICHOLL& NUBES DE OCASO 113
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con tu sangre! (Lo levanta y lo empuja) Al suelo!. „. Carlos y exclama: Ah!.. . No!... Tan juntos no!...
Como mueren los perros malos! Tan juntos no!!!
Carlos—(En el suelo) Ay . . . Separando bruscamente el cadáver de Carmen: Allá-
Pascual—(Inclinándose sobre él y hablándole cara lejos, infame!!!
a cara). Qué te duele!... El corazón verda?... A mt
también me ha dolido, pero no así de muerte como a.
vos!... Ah! Miserable!... ¿Me ves?... Tuavía me 1
ves?... O ya se te enturbió la vistal... Lástima que
no puedas ver lo que voy a hacer con tu Sí!..
Fin del drama
Yo quiero que lo veas.... No te murás tuavía, eaná7-
llal...
Se levanta y vuelve sobre la cuna, Carmen se in-
terpone abriendo los brazos para ;defenderlo.
Carmen—No!... Aquí no Pascuall... Aquí no!...
Pascual le da un zarpazo en el cuello, luégo la co-
ge con ambas manos, hasta que la estrangula.
Pascual—Y vos también!... Infame?...
Carmen—Pascual!
Pascual—Así... Como se mata... a una serpier-
te!...
Carmen—Ah!...
Pascual—. ... A una serpiente venenosal...
La deja caer al suelo de modo que queda muy jun-
to al cadáver de Carlos: cara con cara. La observa un
instante con los ojos saltados. Luégo vuelve hacia la
cuna Que no era mi hijo!!! (Al verlo). Duerme....
y se ríe dormío... Si él no tiene la culpal...
Se deja caer en la cama sollozando. Luégo, con lag
cabeza entre las manos, y acodado en las rodillas, se
queda mirando fijamente los cuerpos de Carmen y

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