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Reflexiones sobre el quehacer psicodiagnóstico - García Arzeno

Cap. 1: Fundamentos epistemológicos del quehacer psicodiagnóstico


El psicodiagnóstico es la puesta en marcha de “un proceso de investigación”. Es la
construcción de un campo de conocimiento.
¿Cuál es el punto de partida? Es un hecho, algo fáctico, un fenómeno. Es algo que está hecho
cuando ya está cumplido y no puede negarse su realidad.
¿Cuál es el fenómeno a partir del cual comienza nuestra tarea psicodiagnóstica? Es el
llamado que nos hace un sujeto porque algo le preocupa o molesta (a él o a otros), es decir
una demanda a la que llamamos motivo manifiesto. Estos fenómenos son visibles,
descriptibles, pertenecen al orden de “lo que aparece”, lo fáctico y el sujeto acude a nosotros
en busca de una respuesta a estas inquietudes (o a las de los que le rodean). A partir de la
descripción del malestar que describe el sujeto o sus familiares, la psicóloga elabora algunas
hipótesis presuntivas o provisorias que le permiten seleccionar la estrategia diagnóstica más
adecuada para responder a los interrogantes del consultante y los propios.
Este cómo hacer es la selección cuidadosa de los instrumentos diagnósticos que utilizaremos
y su secuencia, para llegar luego a hipótesis más definitorias, aunque nunca se llegue. Las
hipótesis de una psicóloga siempre serán aproximativas porque no cree que haya una certeza
total.
Todo lo que ocurre desde el primer contacto hasta la despedida es lo que se denomina
fenómeno.
Hasta aquí se ha intentado mostrar las bases sobre las que apoyamos nuestras conclusiones
diagnósticas y pronósticas y la metodología utilizada, conscientes de que no hay una única
teoría válida. Si cambiamos la teoría que usamos como base, cambiarán nuestras conjeturas.
Pasemos al orden de lo inferible que transcurre en la realidad psíquica dentro de la mente
del sujeto observador, que, activamente, está tratando de “atar cabos” para dar un sentido al
conjunto de datos que va recibiendo.
La psicóloga no es una tabla rasa en la que estos datos se van inscribiendo. La psicóloga
escucha, piensa, recuerda, siente, asocia, revive, etc. y todo esto transcurre mientras está
“conociendo” al sujeto.
¿Cuál es la posición gnoseológica implícita en nuestro quehacer? Prefiero utilizar una postura
intermedia a la que podemos llamar relativismo gnoseológico, según el cual sujeto y objeto
se determinan mutuamente. Sujeto-objeto/objeto-sujeto, mantienen una permanente relación
dialéctica.
Dice José Bleger: “El “dato” psicoanalítico es una relación interpersonal. El psicoanalista
configura en cierta proporción el carácter de los ‘datos’. Se logra mayor objetividad en cuanto
se incluye la subjetividad. La relación interpersonal incluye a ambos participantes.
Queda claro entonces que la psicóloga no es una mera expectadora receptiva, pasiva y que
el sujeto estudiado no es el único agente activo en esta relación diádica.
¿Para qué un psicodiagnóstico? Para responder a la demanda del sujeto, en primera
instancia, es decir adentrarse en las profundidades del aparato psíquico y para sugerir la
recomendación asistencial más adecuada al caso, en segundo lugar.
Concebimos la personalidad como un todo, una estructura, un todo dinámico que es mucho
más que la mera sumatoria de facultades, aptitudes o funciones. Está multideterminada por
las series complementarias, que es producto de la historia de 3 generaciones y que guarda
estrecha relación con el cuerpo y con el entorno socioeconómico cultural.
Nuestra concepción actual de la personalidad tienen sus raíces en varias disciplinas que
brindan sus aportes, pero el psicoanálisis tiene un espacio preferencial porque es el marco
de referencia teorico clinico desde el cual escuchamos, observamos y pensamos.
Todos los conceptos nucleares del psicoanálisis están presentes en nuestra tarea pero quiero
señalar uno sin desmedro de los otros: me refiero a la transferencia y la
contratransferencia, herramientas esenciales en el quehacer psicodiagnóstico, de las
cuales sólo el psicoanálisis. se ha ocupado.
Conciencia de enfermedad: el sujeto asume la responsabilidad del conflicto que padece.

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