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UNIVERSIDAD CATÓLICA

SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

FACULTAD DE DERECHO
ESCUELA DE DERECHO

DERECHO DE CONTRATOS II:

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN:
“LA DONACIÓN EN EL CÓDIGO CIVIL PERUANO”

DOCENTE:
Mgtr. OMAR TAFUR MARQUEZ

ALUMNAS:
KATIA CORONEL SILVA
PIERINA LLONTOP RUÍZ

Chiclayo, 07 de Mayo de 2018


I.- GENERALIDADES
Ningún acto de la vida contractual puede ser más generoso ni gentil que la donación y por eso es
necesario analizarlo muy cuidadosamente porque su abuso puede producir perjuicios en la familia.

Toda donación constituye una enajenación y transmisión de determinados derechos patrimoniales


de una persona a otra, de manera que el elemento material de toda donación, es una enajenación
que debe producir un enriquecimiento.

Una persona puede enriquecer otro patrimonio pero no habrá donación sino se produce un
empobrecimiento en el patrimonio del donante o la inversa, alguien puede empobrecerse, pero sino
produce un enriquecimiento en el patrimonio del donatario, tampoco habrá donación en sentido
riguroso.

Desde los tiempos más remotos ha existido en el hombre la tendencia natural a realizar actos de
disposición inspirados en un ánimo de liberalidad, altruismo, gratitud y otros similares. El derecho
ha recogido estas acciones bajo la figura jurídica de la donación. Esta supone un desplazamiento
patrimonial que importa un empobrecimiento en el donante, y que debe ser regulada
adecuadamente a fin de evitar situaciones extremas para éste y su familia. La posibilidad de donar
debe, en consecuencia, ser admitida por el loable espíritu que casi siempre la motiva, pero cuidando
que el sacrificio patrimonial no llegue a situaciones extremas. Raymundo Salvat resume lo
expuesto cuando señala que en materia de donaciones el legislador ha debido considerar el interés
del donante, el de su familia y el de la sociedad.

La donación puede ser interpretada en diversos sentidos. En un sentido amplio, se concibe como
cualquier liberalidad que efectúa una persona en favor de otra. En sentido estricto, implica el
empobrecimiento de una persona, movida por un ánimo de liberalidad, con el fin de procurar el
enriquecimiento de otra.

Más adelante analizaremos con detenimiento la distinción que existe entre liberalidad y donación.
De momento, basta con señalar que nos ocuparemos de la donación en su sentido estricto, como
figura consagrada en los artículos 1621 a 1647 del Código Civil.
II.- ANTECEDENTES HISTORICOS

Es evidente que, al ser el reflejo de una natural tendencia humana, los orígenes de la donación se
pierden en el tiempo. No es posible, por ello, determinar su antigüedad, pero la historia está llena
de ejemplos.

El derecho romano no estableció con claridad la naturaleza jurídica de esta institución, pues había
discrepancia entre los autores. A pesar de ello, ya Justiniano se ocupó de la donación en sus
Institutas, considerándola como un modo de adquirir la propiedad.

III.- NATURALEZA JURIDICA Y DIFERENCIAS CON OTRAS FIGURAS

La naturaleza jurídica de la donación es un aspecto que ha sido objeto de múltiples controversias


entre los tratadistas.

Originalmente se concebía la donación como uno de los modos de adquirir la propiedad. Este
criterio fue desterrado dado que la donación, por sí sola, no transmite la propiedad. Rechazada esta
teoría, la doctrina se dividió en dos posiciones. La primera tiene como exponentes a Savigny y
Puchta, entre otros, y califica la donación como una causa genérica que da lugar a diversas
relaciones jurídicas. Para estos autores, no se trata de un acto jurídico en particular, y por ello optan
por situada legislativamente dentro de la Parte General del Derecho Civil, inmersa en la Teoría
General del Acto Jurídico.

Siguiendo a Castán, podemos considerar que la donación es un contrato que cuenta con tres
elementos esenciales: 1) el empobrecimiento del donante; 2) el enriquecimiento del donatario; y 3)
la intención de hacer una liberalidad ("animus donandi").

De lo antes mencionado resulta, en consecuencia, que no basta la presencia de un ánimo de


liberalidad para que se configure la donación, requiriéndose además”...la salida del activo
patrimonio del donante de un bien o de un derecho a él perteneciente". (Díez-Picazo y Gullón,
Sistema de Derecho Civil, Volumen 11, págs. 390-301). De ahí que pueda sostenerse que toda
donación es un acto de liberalidad, pero no toda liberalidad es una donación. Si "A" le condona a
"B" una deuda (artículo 1295) hay liberalidad pero no donación. Cuando "A" interviene en un
negocio para beneficio de "B" (artículo 1790) y no reclama retribución alguna, también hay
liberalidad, pero no existe donación.
Esta siempre surge en virtud de una coincidencia de voluntades en la que el donante se obliga a
transferir gratuitamente al donatario la propiedad de un bien. A decir de Santos Briz, "...no todo
acto gratuito es donación. Por otra parte, el 'acto de liberalidad' no corresponde solamente aquellos
actos en que el empobrecimiento de un sujeto acompaña el enriquecimiento de otro. Así, no son
actos de liberalidad el préstamo, el depósito o el mandato gratuitos por no implicar
empobrecimiento del que dispone a favor de otro" (Santos Briz, Jaime, Derecho Civil. Teoría y
Práctica, Tomo IV, Derecho de Obligaciones, pág. 137).

Como contrapartida al empobrecimiento del donante, la donación supone también un


enriquecimiento en el donatario, lo cual no es otra cosa que la incorporación de un bien a su
patrimonio. Decimos que se da este enriquecimiento porque el donatario no entrega nada a cambio
de lo que recibe. Volviendo al artículo 1621 del Código Civil, podemos afirmar concluyentemente
que -al menos para nuestra legislación- este enriquecimiento en el donatario debe darse mediante
la adquisición de la propiedad de un bien. Este bien a que se refiere el numeral citado puede constar
en un mueble o inmueble.

IV.- DEFINICIÓN:

Es aquel contrato, en virtud del cual, una persona llamada donante se obliga a transferir a otra
llamada donataria, la propiedad de un bien mueble o inmueble a título gratuito (ad honorem).

Para Espín Cánovas, la donación constituye un acto a título gratuito que adquiere la forma
contractual como vía de realización, tomando además en cuenta que una persona realiza con
respecto a otra una liberalidad, introduciendo el elemento de aceptación por ésta última.

De Cossío conceptualiza la donación desde tres enfoques diferentes: el primero, considerándolo un


acto donde se dispone de bienes, el segundo que reúna los requisitos para ser considerado contrato,
pues se observa la exigencia de aceptación del donatario y el último.

V.- CLASES DE DONACION

La donación puede ser clasificada teniendo en cuenta diversos criterios. Así, la doctrina agrupa los
distintos tipos de donación en atención al momento en que producen sus efectos, a su causa o
motivo, a su extensión, y a los efectos que producen. Vamos a ocuparnos de cada clasificación.
1) Por el momento en que produce sus efectos, la donación puede ser un negocio "inter
vivos" o "mortis causa", dependiendo de si tales efectos se presentan antes o después de la
muerte del donante.

Esta clasificación se remonta al derecho romano, donde sin embargo obedecía a un criterio distinto.
Lo importante, para los romanos, no era cuándo producía efectos la donación, sino el motivo por
el cual se hacía. Así, la donación se efectuaba en consideración a un peligro de muerte para el
donante, aun cuando surtiera efectos en vida de éste era considerada como "mortis causa".

Actualmente la doctrina denomina "mortis causa" a aquellas donaciones que habrán de surtir efecto
a la muerte del donante, independientemente del motivo que las inspire. No se requiere, pues, que
el donante se encuentre en peligro de muerte o que realice el acto de disposición en atención a ella.
El criterio ya no es subjetivo sino objetivo.

Desde luego, tanto la donación "inter vivos" como la "mortis causa" son figuras contractuales que
se perfeccionan mediante la oferta del donante y la aceptación del donatario. En ambos casos hay
un contrato, aunque las llamadas "mortis causa" estén sujetas a la muerte del donante (y la
consiguiente necesidad de que el donatario lo sobreviva) como condición suspensiva. Volveremos
sobre este tema al comentar el artículo 1622 (infra, pág. 216).

2) Por su causa o motivo, las donaciones pueden ser simples o remuneratorias. Son simples
aquellas que tienen como motivo la mera liberalidad del donante. Son remuneratorias las que
se inspiran en la intención de recompensar al donatario por sus méritos o servicios. Ángel
Gustavo Cornejo se refería a ellas manifestando que se presentan en forma de liberalidades
que se hacen en reconocimiento de hechos acaecidos anteriormente y que dieron resultados
ventajosos para el donante; y agregaba que entran en esa categoría las donaciones efectuadas
en mérito de consideraciones referidas a las cualidades del donatario o como remuneraciones
especiales, cuál sería la realizada a favor de una persona que ha salvado la vida o el honor
del donante (A.G. Cornejo, Código Civil, Exposición Sistemática y Comentario, tomo TI,
pág. 267).

Es importante señalar, respecto a este tipo de donaciones, que en ningún caso pueden tener el
carácter de pago de deudas exigibles, pues ello determinaría su desnaturalización. En efecto, ya
hemos comentado que es esencial a la donación que se trate de la transferencia de un bien que no
es debido al donatario. El autor modifica así la posición asumida en la Exposición de Motivos y
Comentarios al Código Civil (tomo VI, pág. 282), Y discrepa ahora de Salvat quien, de acuerdo
con la legislación argentina, entendía que las donaciones remuneratorias se originaban en servicios
prestados por el donatario y susceptibles de valoración y cobro.

El espíritu de liberalidad no está, pues, ausente de las donaciones remuneratorias, ya que si bien
obedecen a consideraciones de gratitud o al ánimo de recompensar al donatario, el donante no está
obligado a hacerlas y siempre existe de su parte una intención de enriquecer al donatario.

3) Por su extensión, las donaciones se dividen en universales y singulares. Las primeras son
las que comprenden todo el patrimonio del donante, y las segundas son aquellas que se
refieren a bienes determinados.

Las donaciones universales no están, en principio, admitidas. En efecto, si se tiene en cuenta la


disposición del artículo 1629 del Código Civil, el donante no puede exceder la porción de libre
disposición conforme a las normas que regulan la sucesión testamentaria.

Podría ocurrir, sin embargo, que el donante carezca de herederos forzosos, en cuyo caso tiene la
libre disposición de la totalidad de sus bienes y nada impide que done la universalidad de su
patrimonio. A pesar de ello, compartimos la opinión de León Barandiarán, que señala que en tales
casos no existe realmente una donación a título universal, que sólo cabe "mortis causa" (op. cit.,
pág. 237). El donatario no "sucede" al donante en el conjunto de derechos y obligaciones que
constituyen su patrimonio.

4) Atendiendo a los efectos que produce, la donación puede ser pura, condicional y con
cargo. Las donaciones puras son las que se hacen sin atender a ninguna condición ni cargo
impuesto al donatario. Así, es pura la donación de 2,000 soles que "A" hace a favor de la
Fundación Peruana del Cáncer, por ejemplo.

La donación condicional normalmente es la que se sujeta a una condición suspensiva, es decir,


cuyos efectos están subordinados a la realización de un acontecimiento futuro e incierto. Tal sería
el caso de la donación de un inmueble que "A" hace a favor de "B", siempre y cuando éste obtenga
el primer puesto en un concurso deportivo.

Si bien las donaciones condicionales normalmente son aquellas cuya existencia depende de una
condición suspensiva, nada impide calificar como tales a las sujetas a una condición resolutoria,
esto es, a las que quedan resueltas si se produce determinado acontecimiento. Por ejemplo: "A"
dona un terreno a "B", estipulándose sin embargo que la donación quedará resuelta si "B" no
obtiene la licencia de construcción respectiva.
En lo que se refiere a las donaciones con cargo, cabe anotar que estas son también llamadas
"onerosas" o "modales" por la doctrina. En ellas el donatario está obligado a asumir determinado
gravamen o cargo. Los autores coinciden en señalar que en este tipo de donaciones, el cargo
impuesto al donatario no debe exceder el valor del bien donado. La esencia del cargo radica en
constituir un elemento accesorio y secundario, y en modo alguno puede tener el perfil de una
contraprestación, pues el acto perdería el carácter de gratuidad que es consustancial a la donación.
Si "A" proporciona al Ministerio de Justicia una cantidad de dinero determinada y sin
contraprestación, pero sujeto a que parte de la misma se invierta en la remodelación de la cocina
de uno de sus centros penitenciarios, habrá donación con cargo. Pero si "B" le entrega a "C" 10,000
soles, con la obligación de éste último de financiarle un viaje al extranjero, no existirá donación
modal, pues ese viaje representa una contraprestación y el contrato será oneroso y no gratuito. Cabe
anotar que el espíritu de liberalidad no está ausente de este tipo de donaciones: en ellas subsiste la
intención de enriquecer al donatario, si bien esta intención se ve matizada por la presencia de un
gravamen impuesto a éste. Desde luego, pueden existir muchos casos confusos, en los cuales bajo
la apariencia de cargos se oculten verdaderas contraprestaciones. Será necesario, por ello, que cada
caso sea debidamente analizado para descartar la presencia de otro tipo de actos jurídicos
impropiamente calificados de donación.

VI.- CARACTERES JURIDICOS

La donación presenta los siguientes caracteres jurídicos:

1) Es un contrato principal o autónomo, lo cual significa que tiene existencia propia sin estar
subordinado o ser accesorio a otra modalidad contractual.

2) Es un contrato a título gratuito, característica que le es esencial. En efecto, al ocupamos


de la naturaleza jurídica de esta institución hemos hecho continuas referencias a la presencia de
un espíritu de liberalidad que determina un enriquecimiento en el donatario y un
empobrecimiento en el donante. Ello no hace más que confirmar que la donación es
necesariamente gratuita, pues de presentarse onerosidad en la misma desaparecerían los tres
elementos antes citados.

3) Es un contrato de una sola prestación. En efecto, a pesar de tratarse de un acto jurídico


bilateral, la única prestación debida es aquella a que se obliga el donante: transferir la propiedad
de un bien.
4) Es predominantemente un contrato formal, aunque excepcionalmente puede ser
concluido verbalmente cuando versa sobre bienes muebles de escaso valor, definidos por el
artículo 1623 del Código Civil, y tratándose de muebles donados con ocasión de bodas o
acontecimientos similares, conforme al numeral 1626. Aparte de estos casos, y siguiendo las
reglas de los artículos 1624 y 1625, la donación debe perfeccionarse en las siguientes formas:

a) Para bienes muebles, de acuerdo con la Ley Nº 26189, cuando su valor no exceda del
25% de su Unidad Impositiva Tributaria, se hará verbalmente. Si su valor excede el límite fijado
en el mismo artículo 1623, se deberá hacer por escrito de fecha cierta, bajo sanción de nulidad.

b) Para bienes inmuebles, debe formalizarse siempre por escritura pública, sea cual fuere
el valor de los mismos.

Es importante señalar que a excepción de la donación de muebles de escaso valor o con ocasión de
bodas o acontecimientos similares, que como hemos visto puede hacerse de cualquier forma -
incluso verbalmente-, en los demás casos la ley impone formalidades "ad solemnitatem" de manera
que su no observancia acarrea la nulidad del acto.

5) Se trata de un contrato conmutativo. Ello no contradice en nada su carácter gratuito, puesto


que la conmutatividad debe entenderse como la ausencia de aleatoriedad. En efecto, el donante
y donatario conocen de antemano los alcances del contrato que celebran, y no existe por ello
ningún elemento aleatorio o incierto en la donación.

6) Es un contrato obligacional, pues el donante se compromete a transferir gratuitamente la


propiedad de un bien. La traslación de dominio se produce, por lo tanto, en ejecución de la
prestación.

7) Se trata, en principio, de un contrato de ejecución única, pero puede ocurrir que la entrega
del bien donado sea fraccionada en el tiempo.

VII.- SUJETOS Y CAPACIDAD


Como ya se ha adelantado, son sujetos de la donación el donante y el donatario. Dada su distinta
intervención en el contrato (el "empobrecimiento" de uno y el "enriquecimiento" en el otro), la
doctrina y legislación los somete a distintas reglas en cuanto a la capacidad de ejercicio.

1). EL DONANTE.- En lo que se refiere al donante, siendo la donación un acto de disposición,


como regla general se impone la capacidad plena que sanciona el artículo 42 del Código Civil. Así,
no podrán efectuar donaciones los incapaces absolutos, ni en principio los incapaces relativos
enumerados en el artículo 44. Tratándose de los menores de edad que tengan más de dieciséis años,
debe tenerse en cuenta la disposición del artículo 456 del Código Civil, que admite la posibilidad
de que éstos contraigan obligaciones o renuncien derechos con la autorización expresa o tácita, o
la ratificación del acto por sus representantes legales. Entendemos que la donación está
comprendida dentro de los alcances de este numeral, al no existir prohibición expresa. Por último,
debe tenerse en cuenta la excepción prevista por el artículo 1358 del Código Civil, sobre los
contratos relacionados con las necesidades ordinarias de la vida diaria de los incapaces no privados
de discernimiento.

En lo que atañe a los representantes legales de los menores o incapaces, y la posibilidad de que
éstos efectúen donaciones en nombre de sus representados, es preciso distinguir las disposiciones
aplicables a quienes ejercen la patria potestad, la tutela y la curatela.

Respecto de los padres que ejercen la patria potestad, no se advierte ninguna prohibición expresa
para donar, por lo que habría que estar a lo preceptuado por el artículo 447, relativo a la necesaria
autorización judicial para actos de disposición. No obstante ello, y si bien teóricamente es posible
que los padres donen bienes de sus hijos en aplicación de dicho numeral, ello difícilmente podría
ocurrir en la práctica, ya que a decir de Ángel Gustavo Cornejo, "...no habría, en verdad, magistrado
que diera autorización para que se donen los bienes de los menores o incapaces, ya que la
autorización sólo procede para actos impuestos por la necesidad o utilidad del incapaz,
circunstancias perentoriamente excluidas de la donación que, precisamente, consiste en la
disminución del patrimonio del donante sin ninguna ventaja correlativa" (A.G. Cornejo, op. cit.,
págs. 274-275).

Respecto del tutor, existe la prohibición expresa del artículo 538, inciso 3 del Código Civil, que
debemos entender aplicable también al curador, en virtud del artículo 568.

En resumen, y en cuanto al donante se refiere, podemos decir que éste requiere, en principio, plena
capacidad de ejercicio. El menor de más de dieciséis años puede donar, pero necesita la
autorización o ratificación de sus padres que ejercen la patria potestad, o del tutor (en aplicación
del artículo 528 del Código Civil). Tratándose de los representantes legales de incapaces, vemos
que éstos no pueden donar bienes de sus representantes, ya sea en virtud de prohibición expresa
(para los tutores y curadores) o de imposibilidad práctica (en el caso de los padres).
2). EL DONATARIO.- En lo que concierne al donatario, es evidente que la legislación y la
doctrina son menos rigurosas en cuanto a la capacidad que le es exigible. Ello, en atención a que la
donación no puede ser perjudicial para quien la recibe. Desde luego, al ser un contrato y requerir
de un acuerdo de voluntades, la aceptación del donatario debe ser jurídicamente válida y por ello
debe existir una cierta capacidad en éste. Las normas sobre donación no contienen reglas
específicas al respecto, por lo cual debemos remitimos a las disposiciones generales. Tomando
como punto de partida el artículo 140 del Código Civil vemos que para la validez del acto jurídico
se exige, entre otras cosas, la intervención de agente capaz.

No cabe duda, en consecuencia, de que como principio general se necesita tener capacidad para
celebrar el contrato de donación, aun cuando la intervención del donatario se limite a su aceptación.
De ahí que normalmente no puedan aceptar donaciones los incapaces absolutos a que se refiere el
artículo 43 del Código. Existe, sin embargo, una excepción tratándose de menores de edad: aquellos
que son absolutamente incapaces (menores de dieciséis años) pueden aceptar donaciones puras y
simples siempre que tengan capacidad de discernimiento.

Así lo dispone el artículo 455 del Código Civil. Se ha recogido pues la tendencia que consagra la
doctrina en el sentido de admitir, tratándose de donaciones puras y simples, que el donatario sea
simplemente capaz de "querer y entender". Es obvio que para este tipo de donaciones se admite
también la intervención de los incapaces relativos por la misma razón: tienen discernimiento
suficiente para entender lo que hacen.

El régimen para las donaciones que no sean puras y simples (esto es, para las modales o con cargo)
es distinto. En este tipo de donaciones el donatario no se limita a aceptar: debe satisfacer
determinado cargo impuesto por el donante. Es lógico, por ello, que la ley le exija una capacidad
que vaya más allá del simple" querer y entender".

De ahí que los incapaces absolutos no puedan aceptar donaciones con cargos, ni tampoco los
menores de dieciséis años con capacidad de discernimiento. Tratándose de incapaces relativos, su
intervención se ve regulada por las mismas normas reseñadas al referimos al donante: en principio
no pueden aceptar donaciones con cargo, salvo los menores de edad de más de dieciséis años con
la autorización o ratificación de sus representantes legales.

En lo que respecta a los representantes de menores o incapaces y la posibilidad de que actúen como
donatarios en nombre de éstos, cabe distinguir diversas hipótesis:
Tratándose de donaciones puras y simples, los representantes legales están facultados para
aceptarlas y, es más, puede decirse que deben aceptarlas, puesto que la ley obliga a que, para no
hacerla, recaben autorización judicial (ver los artículos 448 inciso 4, 532 y 568). Ello se explica
porque, según se ha dicho, el inciso 9, 532 y 568 del Código Civil).

VIII.- OBJETO DE LA PRESTACION

Ya hemos señalado, al referimos a la naturaleza jurídica de la donación, que ésta supone para
nuestra legislación que el donante se empobrezca y el donatario se enriquezca con la efectiva
transmisión de la propiedad de un bien.

Es decir que debe existir, necesariamente, un desplazamiento patrimonial.

Bajo el concepto de bienes debemos comprender no sólo las cosas materiales, sino también todos
aquellos derechos susceptibles de comercio. De ahí que podamos sostener que la donación puede
versar sobre todo tipo de bienes: muebles, inmuebles y derechos.

En lo que respecta a bienes futuros, ciertas legislaciones como la española, por citar un caso,
prohíben terminantemente su donación.

No existe entre nosotros ninguna razón para negar validez a la donación de bienes futuros. Por el
contrario, ella está admitida a tenor de lo dispuesto por el artículo 1409, inciso 1, del Código Civil.
El legislador de 1984 no ha seguido, en consecuencia, la línea de otros Códigos, como el español
y el argentino, cuyos artículos 635 y 1800, respectivamente, prohíben la donación de bienes futuros
y emplean como argumento el hecho de que aún no están incorporados al patrimonio del donante
y éste no podría hacer inmediata entrega del bien al donatario; y que el donante tendría en sus
manos la posibilidad de revocar prácticamente la donación mediante actos pasivos que impedirían
su previa adquisición. Ninguna de estas razones es, a nuestro modo de ver, convincente, y no
advertimos impedimento para que la entrega del bien sea diferida hasta el momento en que exista;
y por otra parte la posibilidad indicada no es motivo suficiente para negar esta modalidad de
donación y será, en la mayoría de los casos, una excepción o fenómeno poco usual.

Es cierto que el donante carece de un derecho actual sobre los bienes futuros. Pero también es
exacto que al contratar respecto de ellos está haciéndolo de un modo condicional y que, en este
sentido, se puede hablar de un derecho cuando menos potencial. Tampoco se ve justificación en
prohibir la donación de bienes futuros para frenar la prodigalidad del donante, pues ella está
debidamente controlada por la regla contenida en el artículo 1629 del Código Civil.
Finalmente, es importante hacer referencia a la promesa de donación, cuya posibilidad es negada
por diversos tratadistas, esgrimiendo argumentos similares a los citados al tratar sobre la donación
de bienes futuros. Messineo ha refutado a quienes la descartan, y apunta que está admitida en el
derecho alemán. Coincidiendo con la opinión del maestro italiano, opinamos que nuestro Código
permite la promesa de donación dentro del amplio marco de posibilidades que brinda el título sobre
contratos preparatorios y, concretamente, el compromiso de contratar (artículo 1414).

IX.- LOS BIENES QUE PUEDEN SER DONADOS

En virtud de lo prescrito por el artículo 1409 del Código Civil, pueden ser objeto de prestaciones
contractuales: bienes futuros, ajenos, afectados en garantía, embargados o sujetos a litigio por
cualquier causa.

Esta constituye la norma general con relación a los bienes sobre los que se puede contratar, y en
tanto no exista disposición contraria, ellos podrán ser objeto de cualquier contrato típico.

En el contrato de compraventa, el Código Civil regula con pulcritud diversos supuestos en torno a
las características de los bienes que pueden ser materia del mismo. Esta minuciosidad nos llevó a
desarrollar el tema en diversas investigaciones anteriores relativas a dicho contrato.

En lo que no se oponga al contrato de donación, nuestras apreciaciones vertidas en anteriores


investigaciones resultan plenamente aplicables.

No obstante ello, el Código Civil Peruano, en el Título relativo al Contrato de Donación, intenta
regular lo referente a la donación de bien ajeno. Sin embargo, esa buena intención no tuvo un
correlato enteramente positivo.

Como podemos apreciar de la definición del artículo 1621, el contrato de donación, al igual que
todos los contratos contenidos en el Código Civil Peruano de 1984, es meramente obligacional. Por
tal razón, consideramos enteramente válidas, en lo que por su naturaleza le fueran aplicables,
nuestras opiniones sobre la validez del contrato de venta de bien ajeno en estricto. Al igual que en
el caso del contrato de compraventa, consideramos que, en teoría, puede versar sobre bienes ajenos.
Creemos que debería ser perfectamente válido el contrato de donación de bienes ajenos en estricto;
es decir, aquel por el cual ambas partes, donante y donatario, conocen el carácter ajeno del bien, y
el donante se obliga a transferir gratuitamente su propiedad al donatario.
En lo que respecta al tratamiento que la donación de bienes ajenos ha tenido en nuestro Código
Civil, diremos que es nulo. Solo se incluye una norma, el artículo 1627, que señala que el contrato
en virtud del cual una persona se obliga a obtener que otra adquiera gratuitamente la propiedad de
un bien que ambos sabe que es ajeno se rige por los artículos 1470, 1471 y 1472.

El texto de esta norma es el siguiente:

Artículo 1627.- "El contrato en virtud del cual una persona se obliga a obtener que otra adquiera
gratuitamente la propiedad de un bien que ambos saben que es ajeno, se rige por los artículos 1470,
1471 y 1472".

Como podemos observar de la redacción del artículo antes mencionado, su estructura es


exactamente la misma que la del artículo 1537, incluido dentro del Título relativo a la compraventa.
Por lo tanto, sus elementos serán prácticamente los mismos:

a) Ambos contratantes saben que el bien materia de la prestación objeto de una obligación de
dar, es ajeno.

b) Ambas partes acuerdan conscientemente que una de ellas se compromete a obtener que la
otra adquiera gratuitamente la propiedad de ese bien ajeno.

c) Este compromiso se regirá de acuerdo a los artículos 1470, 1471 Y 1472.

Consideramos tan improcedente como la inclusión del criticado artículo 1537, la del artículo 1627
bajo comentario; ya que no constituiría un supuesto de donación, sino un caso más de promesa de
la obligación o del hecho de un tercero. Por tal razón consideramos aplicables, en cuanto resulten
de la naturaleza del contrato de donación, nuestros comentarios vertidos acerca del artículo 1537
Un aspecto interesante de resaltar es que el Código Civil Peruano de 1984, a pesar de incluir en el
Título relativo a la donación una norma similar al artículo 1537, no efectúa en ese Título similar
regulación a la dispuesta en los artículos 1538, 1539, 1540 Y 1541.

Si el artículo 1537 ha generado una serie de malas interpretaciones que nunca debieron generarse,
el artículo 1627 causa aún peores confusiones, pues no está sucedido por normas de similares
características que las que suceden al artículo 1537, y que en cierta forma aclaran el panorama
respectivo.

Con las omisiones antes señaladas, podemos sostener válidamente que el contrato de donación de
bienes ajenos, en estricto, no ha sido contemplado específicamente en el Título respectivo; sin
embargo, creemos que sí es perfectamente posible dentro de nuestro Código Civil (en virtud de la
norma general establecida por el artículo 1409, inciso 2, y de no haber prohibición expresa al
respecto) pactar un contrato de donación de bien ajeno, en estricto, que no esté sometido a las reglas
de la promesa de la obligación o del hecho de un tercero.

En el ámbito de los Códigos Civiles consultados, el Código Civil Peruano de 1984, al no contener
ninguna norma relativa al vicio que afecta al contrato por el cual el donatario desconoce el carácter
ajeno del bien, está dando un tratamiento disímil, ya que este problema deberá regularse de acuerdo
a las normas relativas a los vicios de la voluntad, ya sean éstos el dolo o el error, y no las referentes
a la rescisión, ya que esta, a nuestro entender, solo procede plantearse cuando la ley expresamente
así lo estableciere.

Pero en realidad, la presencia del artículo 1627 constituye una distorsión en torno al tema; ya que
si las partes desean celebrar -y de hecho celebrasen- un contrato de donación, este contrato deberá
regirse por las normas propias del referido contrato y no por las de una figura contractual a la cual
nunca desearon recurrir.

En nuestro caso, si los contratantes hubiesen querido celebrar una promesa de la obligación o del
hecho de un tercero, lo habrían podido hacer perfectamente basándose en el conocido mecanismo
contractual previsto por el propio Código Civil en sus artículos 1470, 1471 Y 1472.

Y el asunto se agrava cuando vemos que los problemas que en sede de compraventa encuentran
solución en los artículos 1539 y siguientes no hallan la misma solución en el contrato de donación,
pues el numeral 1627 no viene acompañado de otros preceptos que aquí cumplieran la función que
allá cumplen los numerales 1539, 1540 y 1541.

De lo expuesto podemos concluir que el artículo 1627 solo regula un supuesto más de promesa de
la obligación o del hecho de un tercero referida a la futura celebración de un contrato normal de
donación, el cual se celebraría entre el promisario y un tercero, propietario del bien que será materia
de este futuro contrato.

La donación de bien ajeno, propiamente dicha, está regulada por los preceptos generales contenidos
en el artículo 1409, inciso 2, del propio Código.
X.- LA DONACIÓN EFECTUADA A FAVOR DE TUTORES O CURADORES

En torno a este tema, debemos establecer algunas consideraciones que escapan al texto del propio
artículo 1628 del Código Civil Peruano de 1984.

10.1. SI LOS TUTORES O CURADORES SE ENCUENTRAN EN FUNCIONES

Este supuesto, regulado por el numeral 1628, es necesario que sea tratado en este punto. Decimos
esto porque mientras un tutor o un curador se encuentren en pleno ejercicio del cargo para el que
ha sido nombrado, no podrá presentarse el caso en el cual el pupilo o incapaz mayor de edad,
respectivamente, celebre con su tutor o curador algún contrato de donación (o algún contrato en
general, salvo los casos del artículo 1358). Esto se debe a que en ambos casos se trata de personas
con incapacidad de ejercicio: ellas no pueden contratar por sí mismas, sino a través de sus
representantes.

Sin embargo, podríamos encontrarnos frente al denominado contrato consigo mismo, que es aquel
por el cual el representante de una persona natural o jurídica contrata con él mismo, siendo
simultáneamente parte y representante de parte.

Esta figura se encuentra expresamente regulada por el artículo 166 del Código Civil, precepto que
establece lo siguiente:

Artículo 166.- "Es anulable el acto jurídico que el representante concluya consigo mismo, en
nombre propio o como representante de otro, a menos que la ley lo permita, que el representado lo
hubiese autorizado específicamente, o que el contenido del acto jurídico hubiera sido determinado
de modo que excluya la posibilidad de un conflicto de intereses.

El ejercicio de la acción le corresponde al representado".

Siendo el artículo citado la norma general, el legislador ha preferido regular de manera especial el
caso en el cual quien celebra el contrato consigo mismo sea tutor o curador del donante.

Tal vez, las razones por las cuales se haya procedido de esta forma se fundamenten en que resulta
imprescindible otorgar una protección especial a los incapaces que se encuentran en esta situación,
sobre todo dada la naturaleza del contrato de donación como principal acto de liberalidad.
Así, el artículo 1628 del Código Civil Peruano de 1984 establece lo siguiente: Articulo 1628.-
"La donación en favor de quien ha sido tutor o curador del donante está sujeta a la condición
suspensiva de ser aprobadas las cuentas y pagado el saldo resultante de la administración.

Concordamos plenamente con el sentido de la citada norma, pero nos cuestionamos que la misma
se circunscriba al contrato de donación (que a pesar de ser el acto de liberalidad más importante,
no es el único).

En este caso, como en muchos otros, el Código Civil ha cerrado la puerta, pero dejó abiertas
todas las ventanas.

En todo caso, a pesar de esta situación, queda en pie la protección que brinda el artículo 166°
como precepto general respecto al contrato consigo mismo.

10.2. SI LOS TUTORES O CURADORES YA HAN DEJADO DE ESTAR EN FUNCIONES

Si los tutores o curadores de los incapaces ya hubiesen dejado de ejercer el cargo y se celebrara -
en estas circunstancias- un contrato de donación entre el ex-representado y el ex-representante, solo
habría problemas en caso el primero de los mencionados actuara por sí mismo y a nombre propio,
supuesto en el cual el acto sería nulo. Sin embargo, si el contrato de donación se celebrara entre el
nuevo representante del incapaz y el antiguo representante de aquel, y se tratara de una donación,
el contrato sería válido.

XI. CONCLUSION DE LA DONACION


La donación puede concluir en los siguientes casos: por invalidación, por revocación y por
caducidad.

a) INVALIDACIÓN DE LA DONACIÓN.-

Se produce en los siguientes casos:

- Cuando se excede el tercio o medio libre disposición en relación con la legítima.


- Cuando la donación es hecha por persona que no tenía hijos, si resultase vivo el hijo del
donante que este reputaba muerto.

Cuando la invalidación se pacta como condición, a su vez, tiene los siguientes efectos:
a.- Restitución del bien donado al donante, o el valor de su reposición si el donatario lo hubiera
enajenado no pudiese ser restituido.
b.- Invalidada la remuneratoria o sujeta a cargo, el donante adquiere a la obligación de abonar al
donatario el valor del servicio prestado o del cargo satisfecho.
c.- Si el bien donado se hallase gravado, el donante libera el gravamen pagando la cantidad que
corresponda y se subroga en los derechos del acreedor.

b) REVOCACIÓN DE LA DONACIÓN.-

La donación nace como un acto perfecto y válido, pero que pierde su eficacia por hechos
sobrevinientes del donatario que no lo hace merecedor de la liberalidad.
La facultad de revocar es de carácter “intuito personae” ", pues solo corresponde al donante pero
no pasa a sus herederos por expresa del artículo 1638 del CC, el mismo tiene como antecedente el
numera 1482 del código de 1936 derogado. Su fundamento, más que de carácter económico, es de
carácter moral, pues la revocación es una sanción civil que se impone al donatario por infringir las
reglas de gratitud.

La revocación puede hacerse valer contra el donatario mismo o contra sus herederos si este hubiera
fallecido.
La facultad de revocar la donación es eterna, por el contrario es sumamente corta, apenas alcanza
a 6 meses, desde que sobrevino alguna de las causales previstas en el artículo 1637 del CC.
Para la comunicación de la revocación, el donante tiene el plazo de 60 días, contados desde el
momento en que se hizo. La comunicación puede dirigirse al donatario, y si este ha fallecido a sus
herederos.

c) CADUCIDAD DE LA DONACIÓN.-

La caducidad puede consolidar la donación o su revocación. Además la ley ha previsto causal


propia para donación. Habiendo el donatario incurrido en causal de dignidad o desheredación, el
donante puede revocarle la donación en un plazo de 6 meses. Si vence este término, la donación ha
quedado firme, pues el derecho del donante para resolverle ha caducado.

Igualmente si el donante revocó la donación sin haberla comunicado al donatario o sus herederos
dentro del plazo de 60 días, caduca su derecho y la revocación no surte efecto alguno.
Por su parte, si el donatario no contradice judicialmente la revocación dentro del plazo de 60 días,
caduca su derecho, quedando consumada la revocación.

Finalmente el artículo 1644 del CC vigente establece una causal especial de caducidad. En efecto,
dice: "Caduca la donación si el donatario ocasiona intencionalmente la muerte del donante".

La causal es correcta pues se trata de una causal de extrema gravedad y suma ingratitud.

La caducidad se produce de pleno derecho. No es necesario sentencia judicial que lo declare.


Teniendo carácter imperativo el artículo en análisis, no es susceptible de pacto en contrario.
Además sería inmoral que el donante legalice su propia muerte sin castigar al actor.
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