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La Organización Internacional de la Migración (OIM) estima que en el mundo hay 258 millones
de inmigrantes, dato que representa más o menos 3,4% del total de la humanidad,
concentrándose especialmente en 10 países; que soportan alrededor de 50% de los mismos.
Uno de los principales motivos para estar en contra de los inmigrantes es la religión que
profesan muchos de ellos, debido a un miedo infundado principalmente en el desconocimiento
que se tiene hacia otras religiones, también por las guerras y desplazamientos debido a estas,
guerras que son generadas por grupos extremistas, pero que no son exclusivas de esta
época, ya que a lo largo de la historia de la humanidad se han llevado a cabo, escudándose
en las creencias y religiones, pero en la mayoría de los casos son por ambición de los
dirigentes de los pueblos involucrados, por adquirir más poder, más terrenos y por ende más
dinero.
La convivencia religiosa ha sido siempre una ley necesaria para la vida. La gente debe ir más
allá de la mera coexistencia y buscar de forma activa el entendimiento mutuo y la cooperación.
Siempre se ha preferido utilizar la expresión “convivencia religiosa” en lugar de “tolerancia
religiosa”, porque “tolerancia” significa soportar, a veces con desgano, mientras que
convivencia implica reconocer al otro y aceptar la diferencia de ideas. Una ley que no se debe
rechazar, porque hacerlo amenazaría la existencia de la humanidad.
Actualmente la religión más discriminada es el islam, pero una de sus características más
importantes fuera de sus sectores extremistas es la convivencia, ya que islam significa
literalmente sumisión a Dios y la paz.
El islam establece de forma clara que toda la humanidad es una gran familia y que su origen
es uno, ya que todos los seres humanos somos creados por Dios. Debe haber igualdad y
respeto pleno entre todos los seres humanos. La raza, el color, la etnia o los privilegios
terrenales no pueden ser una medida de valor en el islam; esta medida es sólo la rectitud,
como nos dice el Corán: “Los hemos creado a partir de un varón y una mujer y los hemos
hecho tribus y pueblos distintos para se reconozcan unos a otros” (49:13).
La variedad de seres humanos y la diversidad son vistas como parte de las bendiciones y la
generosidad de Dios. La gente debe ir más allá de la mera coexistencia y buscar de forma
activa el entendimiento mutuo y la cooperación. El islam afirma de manera inequívoca el
derecho de cada individuo a la libertad de pensamiento y de religión, para construir una
sociedad basada en el amor, la misericordia, la justicia y la hermandad. Donde existan
diferencias de credos, sus seguidores deben relacionarse los unos con los otros sobre la base
del respeto mutuo y la amabilidad.
Un extenso estudio alemán titulado ‚Religionen und Weltfrieden (“Las religiones y la paz
mundial”) hace Frente a posturas filosóficamente respetables que consideran que
las religiones generan actitudes fundamentalistas, fanáticas y violentas, postula que la
defensa pacífica de las víctimas, de los derechos humanos, de la paz y de la integridad de la
creación, forma parte de los proyectos de muchas de las grandes tradiciones religiosas.
Los escritos sagrados de las grandes religiones, así como sus seculares tradiciones,
contienen mensajes de paz y de concordia, que constituyen una importante aportación para la
convivencia pacífica entre los hombres, los pueblos y las diversas civilizaciones y culturas.
Además, toda religión cree en una unión de todos los hombres, fundada en la realidad de un
ser supremo, de lo cual se sigue la convicción de la existencia de una fraternidad universal, es
decir, de “una cultura de la pacifica fraternidad que abraza a todos los hombres”, sean de la
cultura y condición que sean. Además, desde el punto de vista ético, se encuentra en todos
los escritos de las grandes religiones la llamada “regla de oro”, que manda “tratar a los demás
como queremos que nos traten ellos a nosotros mismos”, principio en el que se puede
fundamentar sólidamente una “cultura de la paz”.
La sociedad mundial se pregunta si es posible que las migraciones masivas se puedan llevar
en paz y que no afecte los nuevos asentamientos, y por el contrario contribuir al desarrollo
económico y social.
Ana Marta Gonzales, coordinadora científica del Institut Català de la Salut e investigadora
principal del proyecto “cultura emocional e identidad” dice acerca de la convivencia
intercultural: “la convivencia no se da entre culturas si no entre personas, hay muchos
ejemplos de convivencia pacífica entre culturas distintas” para ella, la clave está en que
grupos distintos “tienen puntos de contacto e hibridaciones”, considera que sería un error
“petrificar las culturas como si fueran entidades intocables a las que las personas se
subordinan”.
Francia es un ejemplo claro de una sociedad que está sufriendo cambios en su cultura nacional,
debido a la oleada de inmigrantes provenientes de sus colonias y otras naciones, personas
que buscan un mejor estilo de vida. En ocasiones este proceso se lleva de buena manera
siempre y cuando los migrantes comprender que deben cambiar sus estilos de vida, adaptarse
y aportar a la cultura francesa, la cual está en un proceso de cambio, muchos franceses han
entendido que deben tolerar a estas personas que no llegan a “incomodarlos” por simple
gusto, tienen que entender que muchas causas de la situación actual de los algunos países de
los cuales provienen los migrantes, se deben a las invasiones francesas durante siglos
convirtiendo estas tierras en colonias; al ser estas tierras colonias estaban sujetas a las
políticas económicas que siempre se hacían en favor de Francia y no pensando en el desarrollo
económico ni social de sus colonias; en cuanto los franceses respeten las creencias de los de
más sin importar su lugar de origen.
Un ejemplo de la “nueva” Francia es su selección nacional de futbol que gano la copa mundial
de la FIFA Rusia 2018, esta selección está conformada en su mayoría de inmigrantes o hijos
de inmigrantes, los cuales tienen diferentes identidades culturales y diferentes religiones,
apoyados en el respeto y tolerancia se convirtieron en un equipo, trabajando todos juntos por
un objetivo, que fue conseguido satisfactoriamente; la selección nacional puede ser una
analogía ideal para el proceso de transformación cultural francés con los migrantes que llegan
al país.
Una convivencia en paz esta basada en valores como el respeto y la tolerancia, cada día se
deben tener más presentes, ya que el mundo es cada vez mas conectado y globalizado, por lo
que es inevitable la conexión con otras culturas y religiones, se deben inculcar a los niños,
para que el legado sea el de una generación que abolió completamente la discriminación en
todos los ámbitos posibles, y en el futuro los humanos sean una especie mas civilizada, que
se fortalece en las infinitas diferencias que existen entre sus integrantes.
Bibliografía.
Reinhold Mokrosch, Thomas Held, Roland Czada. (2013). Las religiones y la paz
mundial.